Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Seven: "Esperándote"

La belleza de Chou Tzuyu era algo para lo que nadie estaba listo, pensó la joven alfa cuando alzó la vista y la vio dirigirse al altar en un pequeño y tímido paso ensayado.

Park Jihyo musitó un jadeo de asombro cuando la vio acercarse a ella con su mágico vestido blanco. Sus grandes ojos se aguaron casi al instante y rápidamente todo su semblante se  liberó de tensión mientras la esperaba junto al altar. Su precioso y oscuro cabello largo estaba medio recogido y diminutas flores se regaban por las delicadas trenzas que sostenían un largo velo de tul. La alfa detalló la emoción que se leía en su hermosa mirada color tierra, y con eso se sintió llena de vida, su corazón bombeó con prisa de la emoción pues, estaba cumpliendo uno de sus sueños, hacer de su hermosa Chewy, su esposa. 

—Oh vaya, ella es preciosa... —Musitó Jeongyeon asombrada al ver llegar a la joven omega.

La pelicorta no salió del ensueño hasta que sintió que Nayeon se sostuvo de su brazo, mientras intentaba retener las lágrimas de emoción, en vano. Jeongyeon se sonrió antes de tomar con fuerza de su agarre, su omega era tan sensible. 

Nayeon y Jeongyeon había sido testigos de la química entre ese par desde un inicio y estaban verdaderamente felices de que al fin hubieran llegado a concretar uno de sus más especiales metas, la cual era contraer matrimonio. Nayeon estaba segura de que pronto concretarían todos sus sueños juntas y la prueba estaba en esa hermosa casa que Jihyo le había regalado a Tzuyu, con la promesa de que pronto se mudarían para comenzar su nueva vida juntas. 

Deslizó la mirada por el rostro de su alfa y no se sorprendió de hallar su hermosa mirada acaramelada sobre ella. Era ridículo para ella pensar todo el tiempo que Jihyo y Tzuyu llevaron de relación sin irse a vivir juntas pues, Jeongyeon ya estaba pensando en mudarse a su lado desde el primer minuto en el que estuvo en su hogar. Aunque bueno, si se lo pensaba en profundidad, ambas llevaban jugando a ser amigas casi el mismo tiempo que las novias en su relación. 

Jeongyeon despegó algunos pequeños mechones de cabello que se pegaron en la mejilla húmeda de emoción en su omega, y lo acomodó detrás de su oreja mientras admiraba su hermosa naricilla roja, se sentía afortunada de tener a Nayeon y se preguntó ¿Cuándo dejó de ser ella sola y su soledad, para pasar a ser la alfa de alguien a quien adoraba infinitamente? Se deslumbró al caer en cuenta de que hacía tan poco tiempo había estaba a punto de dejar ir la posibilidad de que estuviera hecha para compartir la vida con alguien más, comenzaba a perder la fe en sí misma, pero su omega lo había cambiado todo en cuestión de unas pocas palabras, de una pregunta más bien, "¿Dónde firmo?" 

La alfa se obligó a regresar de sus pensamientos cuando notó que la ceremonia había llegado a su fin y que todos aplaudían con entusiasmo a las reciente esposas. Ella tragó, deslizando sus ojos de su hermosa omega para obligarse a responder al aplauso a la par de toda la audiencia. Nayeon se deslizó una nueva lágrima de emoción antes de mirarla nuevamente y no le sorprendió encontrar los ojos de su alfa sobre ella aún, la intensidad con la que Jeongyeon la miraba jamás dejaría de estremecerla, concluyó.

—Alfa ya deja de verme, no me iré a ninguna parte... —Le regañó Nayeon por lo bajo, haciendo a Jeongyeon fruncir el entrecejo mientras se metía un bocado en la boca. 

La fiesta había sido igual de dulce y emocionante que la ceremonia, pero hubiera sido más fácil concentrarse si su alfa no tuviera los ojos sobre ella a cada instante. Bueno, tampoco era que le disgustara, pero ¿Acaso podría concentrarse en algo más que no fueran las sensaciones que le provocaban esos intensos ojos color miel sobre su persona? La respuesta en su interior no la sorprendía en lo absoluto. ¿Qué era más importante que sentirse observada por la mujer que amaba? La alfa sabía llamar la atención de todos sus sentidos y eso le gustaba cada vez más.

—¿Y cómo rayos vas a garantizarme que no te iras? Mírate Nayeonnie, eres perfecta... —Musitó en tono de reproche, aunque junto a su oído para que solo ella pudiera oírla.

Nayeon volteó los ojos intentando disimular que ignoraba el gran sonrojó que sus palabras le habían provocado, más sabía que a su alfa no se le había escapado detalle alguno. 

—¿Cómo quieres que te haga entender que no me iré jamás? —Le expresó con su tono de voz carente de humor pues, para la omega no era un chiste la absurda idea de que su alfa aún no creyera en la seriedad de su relación, ¿Cuando entendería esa alfa distraída que ya no podía vivir sin ella, jamás?

—Bésame. —Ordenó presionando una mano contra su rodilla bajo la mesa. Nayeon no pudo evitar replantearse sus palabras, pues no creía que su alfa estuviera siendo tan osada.

—¿Aquí? Pe-pero nos están viendo, estamos en una fiesta ¿Si lo recuerdas? —Musitó algo aturdida por la imagen que colmó su mente con la sola idea.

Besarse con Jeongyeon siempre era intenso y parecía interminable, determinó, sabiendo que aún no sabía cómo y cuándo detenerse cuando sus labios hacía contacto con los suyos de ese modo tan delicioso.

—Vámonos de aquí entonces. —Solucionó la alfa, mientras presionaba el abrazo que ahora sostenía contra su cadera, que la acercaba suavemente a ella y le daba una suave caricia a su nariz con la punta de la suya. Nayeon no pudo evitar suspirar ante la amabilidad en cada uno de sus movimientos, de sus caricias, de su toque.

—Pero Jeongyeonnie... 

—Jihyo y Tzuyu ya se fueron a su luna de miel, Nayeon, ya fue suficiente de socializar ¿no crees? —Musitó la alfa en un gruñido al ver como su omega se resistía. 

—Te seguiré si me prometes una sola cosa. —Musitó la omega con su voz de chantajista profesional. 

—Haré lo que sea y lo sabes. —Admitió con rapidez y facilidad que hizo el estómago de Nayeon explotar de mariposas alborotadas, del gusto.

—Es bueno de oírlo alfa, porque sí tengo un deseo... 

—Dímelo, muero por saber... —Musitó sin perder el entusiasmo de la noche anterior. Para ese entonces ya tenían la mejilla una contra la otra y Jeongyeon mantenía su rostro muy cercano al de su omega, llamando poderosamente la atención de los curiosos.

—Márcame... 

—¿Ahora? —respondió la alfa inhalando profundo su dulce y delicioso aroma, mientras se acercaba sigilosamente a su cuello. Nayeon sonrió con aquella descarada sonrisa traviesa que tanto le gustaba a su alfa. 

—Ahora mismo. —Comenzó aquel peligroso juego. Jeongyeon gruñó de solo pensarlo, más se obligó a ubicarse en tiempo y espacio.

—Por supuesto que no, nadie tiene porque ser testigo de lo que haré contigo mi hermosa omega. Pero deseo hacerlo, que no te quepa duda alguna... 

—Si lo prometes, me iré contigo ahora mismo. —Respondió a sus sentidas palabras y Jeongyeon suspiró profundo.

—¿Cariño, eso es una condición o un premio? —preguntó la alfa con la voz ronca y la omega rió encantadora. —¿Por qué lo haces? ¿No quieres tiempo para... 

—¡Más tiempo! —Se quejó Nayeon con claro reproche, haciendo reír a Jeongyeon —No necesito más tiempo alfa, deseo todo de ti... 

—Dios Nayeon, intenté contenerme, pero no lo haces sencillo... —Musitó Jeongyeon mientras sostenía la mirada sobre su omega. 

—¿A qué te refie…? —Nayeon dejó que sus palabras se perdieran en la insistente boca de su alfa quien le arrebata un beso mordaz. 

Cuando Jeongyeon se apartó de ella, Nayeon notó que cargaba su peso con sus brazos alrededor de su cintura. La omega ni siquiera sabía en qué instante se había puesto en pie. La alfa le ganaba una cabeza de altura y demás estaba decir que su fuerza era superior, por lo que se halló riendo mientras la llevaba por el pasillo de aquel bonito lugar, dirigiéndose hacia el parking. 

—Cariño, ¿no crees que seremos el siguiente tema de conversación con nuestra repentina ausencia? Ni siquiera saludé a Sana o Mina... —Cuestionó la omega intentando presionar aquellos botones que pudieran avergonzar a la alfa. Pero esta no contaba con que una alfa enamorada era otro cuento que narrar. 

—No me importa, que piensen lo que les dé la gana. Ya cumplimos tu y yo aquí, ahora te necesito lo que resta del fin de semana, Nayeon, solo para mi... —insistió la alfa junto a los labios húmedos y curvos de su omega sonriente. 

—Te amo Jeongyeon, ¿lo sabes? —Consultó con aquella fina voz melosa de niña chiquita que tanto le gustaba utilizar. Jeongyeon se sonrió encantada.

—Me tardé en entenderlo, pero sí, lo sé omega... —Musitó con la voz demasiado grave producto de todas esas sensaciones nuevas que seguían colmándolas a medida que seguía pasando tiempo con Nayeon, y las cuales incrementaron por milésima de segundo.

La alfa suspiró con satisfacción al notar que su omega la conocía tan bien, que sabía que no era muy normal que ella demostrara sus sentimientos más profundos tan fácilmente, por lo que no hubo tal drama exigiendo una respuesta innecesaria cuando sus acciones eran muchísimo más claras entre ambas. Su omega era perfecta y Jeongyeon entendió la diferencia entre querer una relación y hallar una relación. Todo lo que había deseado desde hacía tiempo, era mil veces mejor cuando se había dejado llevar por el destino que las había unido con tanta facilidad. 

Un viaje de regreso a casa después, el cielo se había oscurecido cuando ambas subían por el ascensor del edificio en donde vive Nayeon.

La menor se negaba a apartar la nariz del cuello de la castaña, estaba embriagada con ese dulce aroma, deseaba vivir rodeada del mismo. ¿Esa intensidad era normal? Pensó algo desconcertada con aquello que no sabía cómo controlar ¿Debía detenerlo acaso? No sabía esa respuesta, pero le sorprendió notar que no le preocupaba en lo absoluto. 

Se avergonzó de recordar como le había gruñido a Momo cuando se acercó a su Nayeon solo para saludarla. La omega se había reído de ella el resto de la fiesta y obviamente, no esperaba que Momo tuviera intenciones con Nayeon pues tenía una relación con su hermana Dahyun, pero el natural instinto de protección y de posesión que había surgido de la más profundo de su loba fue sorprendente  incluso para ella misma.

Quizas fuera porque su aroma estaba completamente impregnado en ella e inconscientemente lo único que quiso fue preservar esa fusión que aún perfumaba a su omega y que tanto la complacía de percibir.

Siquiera lo había podido controlar, solo había apartado a la chica con su mano por mera intuición, provocando una tensión insoportable que la había hecho sentirse algo avergonzada después, pero no había sido con propósito, todo era condenadamente nuevo para ella también.

—¿Qué tienes? Quieres decir algo alfa, solo dilo, sin presiones... —Musitó la omega dejando una estela de besos por la mejilla de la menor.

—Te amo Nayeon. —Musitó al instante y depositó un beso sobre su cuello para dirigirse a su mirada. —Siempre te admiré, aunque no me había planteado la situación como tal, tú siempre estuviste ahí para mí y hoy que lo entiendo, no puedo evitar pensar que si hubiera sido más atenta quizás... 

—Cariño, eso ya no importa. No pienses en lo que no pasó, piensa en lo que va a suceder a partir de ahora que tu y yo estamos aquí. ¿Puedes? —insistió la omega buscando su hermosa mirada color caramelo que se iluminaba con cada palabra que decía.

—Te amo Nayeon. —Repitió con más certeza, evidenciando la sonrisa más brillante que había visto en su omega.

—Lo sé, hice un buen trabajo de hormiga, estoy orgullosa de mi... —Musitó aquella presumida, haciendo reír a la alfa.

—Estás loca Nayeonnie... —Respondió Jeongyeon meciendo la cabeza.

—Tu... ¡Ahg! Lo admito, soy una maldita psicópata cuando se trata de ti, pero valió la pena ¿no lo crees? —Insistió presionando en el abrazo para que Jeongyeon esté más junto a su cuerpo.

—Eso de robarme la mascada, mhm ¿me haz robado más cosas? Me vuelvo loca de solo imaginarlo... —Gruñó, mientras removía sus labios sobre su cuello.

Nayeon reía nerviosamente, cuando estaba metiendo la llave en la cerradura de su apartamento, recibiendo sus dulces besos incesantes, ahora por su hombro.

—Por supuesto que no... —Murmuró claramente apenada, con una carcajada de por medio. —Bueno, no tuve tanta valentía para hacerlo otra vez.

Jeongyeon carcajeó, presionando el agarre alrededor de su cintura, una vez estuvieron frente a frente dentro del apartamento, a solas al fin.

—Me encantas Nayeon, me siento afortunada de haberte hallado al fin. Tú me haces sentir feliz y no me siento sorprendida de que así sea, se siente tan natural... —Admitió sin dificultad, conmoviendo a Nayeon desde la primera frase.

—Me agrada saberlo, alfa. —Musitó con evidente osadía que brilló en su mirada oscura.

—Sabes, estuve pensando que... —sonrió de lado y su voz se oyó demasiado ronca mientras sus finos dedos ahora se deslizaban por su cuello. 

—Sé muy bien lo que vienes pensando y solo diré: Sí a todo. —Musitó la omega presionando su nuca y acercándose a su boca para exigirle un beso.

Jeongyeon no pudo evitar sonreír mediante el acercamiento, antes de corresponderle con pasión.

—¿Cómo sabes que dirás que sí, omega? Aún no sabes lo que iba a decir... —Musitó jadeante, una vez se apartaron del beso.

Nayeon juntó su frente con la suya antes de buscar su mirada nuevamente, adoraba que la viera con esos ojos tan amables.

—No necesito que pidas más aprobación. Márcame, forma nuestro lazo y úneme a ti de una vez Yoo Jeongyeon. —Ordenó la omega con aquel tono exigente en su voz que enloquecía a la alfa de la menor.

Jeongyeon presionó la mandíbula antes de regresar al beso que las unía con tanto fulgor, unos segundos atrás.

Un suspiro fue arrancado de la garganta de la omega, cuando sintió aquella mano que se abría camino debajo de la tela de su vestido morado de cóctel, tan solo para descubrir la suave piel de sus muslos y tragó en seco cuando Jeongyeon la tomó entre sus brazos y se sentó con ella sobre su regazo en una esquina del amplio sofá. No podía negar que las caricias en sus muslos desnudos habían empezado a incendiar su piel. 

Sus manos siguieron subiendo delicadamente por sus piernas hasta llegar a su centro, el cual tocó por sobre la tela de sus bragas, haciendo retorcer a Nayeon.

—Ya estás húmeda, dime ¿vienes húmeda del viaje, cariño? —preguntó la alfa con la respiración agitada y la voz bastante ronca.

La omega asintió, sin privarse de detallar sus hermosos rasgos. Nayeon se sonrojó de inmediato, jamás había experimentado ese tipo de reacciones. Se sentía una posesión y sabía que eso no era correcto, pero lo sentía pues, en su interior sabía que en las manos de su alfa sería una excelente herramienta para lo que vendría entre ambas, entonces no estaría mal.

Un gemido se escapó de sus labios debido a las caricias que Jeongyeon gestaba en aquella sensible zona creando las más increíbles sensaciones, todo era nuevo y diferente con ella, ningún encuentro de su pasado, era siquiera parecido a los que había tenido con Jeongyeon y eso la enloquecía. Buscó pegarse más al cuerpo de su alfa, presionó el agarre en el abrazo que tenía alrededor de su cuello y de esa manera atrajo sus labios hacia su boca con más ímpetu, besándose con verdadero apetito.

Jeongyeon permitió que sea ella quien marcara el ritmo de los besos, mientras se encargaba de terminar de deslizar su vestido morado hacia abajo, dejándola solamente en ropa interior. Lo claro de su piel brillaba ante la poca luz que ingresaba de afuera y que adornaba la sala con un suave matiz, pues nadie se había detenido a encender las luces del apartamento. Sintió a Nayeon sacudirse un poco, probablemente por pudor al sentirse exhibida ante ella pues, su humedad crecía con cada mínimo roce. 

La delicada piel de la omega estaba cubierta por un hermoso sujetador negro al igual que las braguitas que rodeaban su cintura. La menor de cabello corto no pudo evitar recorrerla entera con su mirada, una vez la tuvo de pie frente a ella. Gimió al notar lo largas que parecían sus piernas gracias a los infinitos tacones que aún conservaba puestos. 

—Eres tan bella y eres solo mía... —Su voz se oyó tan posesiva que hizo humedecer más sus bragas. 

—Solo tuya. De hecho, deseé ser tuya desde la primera vez que te ví y lo deseé aún más cuando me ví reflejada en tus ojos esta mañana, tu con una sola mirada te robaste mi corazón, alfa. —Dedicó Nayeon sin dejar esa suave y tímida caricia que se daban en aquellas manos que tenían tomadas. 

Jeongyeon la atrajo nuevamente hacia ella una vez la dulce conexión se encendió, y empezó a regar inquietos besos en la piel de su vientre mientras con sus manos apretaba su muslos. Jugó con su lengua, mordisqueando, recorriéndola hasta alcanzar sus pechos, tomándole un pezón con la boca mientras admiraba como la tela se pegaba a la suavidad de su piel, por la humedad de sus besos. 

Aquella situación era realmente fuera de este mundo para la omega, le resultaba inmensamente excitante tener a su guapa alfa, como la había soñado durante tanto tiempo, frente a ella al fin, preocupada únicamente por seducirla y brindarle de toda su atención a cada centímetro de su piel.

Ella le acariciaba algunos mechones de su cabello corto, mientras intentaba sin éxito controlar su agitada respiración, tiró suavemente de su agarre, logrando que sus miradas se encontraran. 

—Eres tan perfecta, omega... —Gruñó, admirándola —... quiero besarte toda, tocarte hasta  que te deshagas para mi... —admitió mientras la detallaba con esa llameante mirada.

—Hazlo, por favor —Invitó la castaña, con total aprobación. 

La tela del fino pantalón negro que había estado utilizando Jeongyeon, rodó por los muslos y cayó al suelo acompañando al vestido de Nayeon. La mayor se relamió los labios al observar su erección con entusiasmo, bajo la tela de su ropa interior que aún la cubría. 

Jeongyeon sonrió satisfecha al leer su lenguaje corporal, la acercó nuevamente a ella y tomó sus labios, reclamándolos en un beso ansioso. Nuevamente a su merced, comenzó a regar caricias sutiles y húmedos besos desde su rostro y fue bajando lentamente a su cuello en donde se detuvo a sentir su dulce y delicioso aroma por milésima vez.

Nayeon sentía como una especie de fuego la recorría y amenazaba con derretir sus huesos mientras su alfa regresaba a su boca. Sintió la humedad de su lengua que se introdujo en su cavidad en ese momento sin pedirle permiso. Nunca nadie le había despertado tantas sensaciones como lo hacía Jeongyeon con un solo beso. Ella movía su boca como si quisiera devorarla y dirigía sus manos por su cuerpo haciendo bullir un gran calor en su interior.

Jeongyeon y ella ya habían hecho el amor esa mañana, pero esta vez era diferente, sentía que la amaba con cada roce, ella la tomaba como nunca nadie lo había hecho antes. Entendía que la espera había terminado, que su historia había incrementado desde allí y que ya no hallarían una vida, si no era junto a la otra.

—Eres preciosa Nayeonnie... —Halagó nuevamente una vez ambas quedaron cubiertas solamente por su ropa interior —Quiero aprovechar cada instante y amarte, amarte intensamente con toda la pasión que me provocas —Confesó antes de tomarla contra sus brazos.

Nayeon dejó caer sus zapatos al fin, causando la risa en Jeongyeon, justo antes de depositarla con mucha ternura sobre el sofá. Quiso evitarla pues sentía algo de pena cuando la admiraba con tanta atención, sin embargo, Jeongyeon no se lo permitió.

La alfa continuó con aquel interminable sendero de besos hasta llegar al secreto oculto entre sus piernas. La sondeó íntimamente con sus labios, provocando un fuerte gemido de impaciencia en ella, que a su vez la agarró firmemente del cabello acercándole aún más a su centro.

Jeongyeon se sentía feliz y orgullosa de saber que era ella quien causaba todos aquellos estragos en su omega. Siguió con sus acometidas hasta que la sintió tensarse y no desistió hasta hacerla perder la noción del tiempo y del espacio a su alrededor, admiraba la confianza que Nayeon le brindaba con tanta facilidad. 

La espalda de Nayeon se arqueó hacia atrás al sentir un corrientazo recorrerla por completo, con delicadeza introdujo un dígito para acompañar sus persistentes caricias, arrancando un fuerte gemido de sus labios ya hinchados por los besos que habían estado compartiendo un momento atrás.

La temperatura en la habitación parecía aumentar cuando aquellas caricias iniciaron un suave vaivén en su interior que le acariciaban todos los sentidos, escandalosamente.

Con cada toque, Nayeon se sentía desfallecer. Su respiración agitada se unía a la de Jeongyeon entre besos y gemidos. Clavó las uñas en torno de sus brazos, entonces la alfa comprendió que el clímax se aproximaba por lo que, en vez de disminuir la intensidad de sus movimientos, mantuvo el ritmo elevando a su omega hacia lo más alto y su cuerpo no tardó en estallar en millones de cristales de colores, haciendo que convulsionara de placer, regalándole el primer orgasmo de aquella noche. 

Una vez se había apartado suavemente de ella, Jeongyeon tomó sus temblorosos labios compartiéndole lo que, a su parecer, era el sabor más delicioso que había probado. 

—Siente Nayeonnie, eres exquisita... —Susurró sobre sus labios.

Su mano izquierda empezó a trazar una ruta ascendente desde sus pechos, mientras la otra mano insistía una suave caricia sobre su mejilla.

El cuerpo de Nayeon vibró ante sus traviesas caricias y, sin que la alfa lo esperase, se acomodó sutilmente y se colocó a horcajadas sobre ella, quedando así frente a frente. Lo hizo con mucha suavidad siendo ayudada por la alfa quien la sostenía de la cintura mientras se aferraba a sus hombros para no perder el equilibrio. 

Con uno de sus fuertes brazos, Jeongyeon la sujetaba por la espalda, mientras que con su boca comenzó a regar besos por la delicada piel de su cuello, allí en donde pretendía dejar su marca cuanto antes. El aroma que éste desprendía, hipnotizó todos sus sentidos desde el primer instante y ya no podía parar de ahuecarse allí. 

Nayeon subió sus brazos hasta enrollarlos en el cuello de la alfa, acto que la misma aprovechó para apartar la tela del sujetador y tomar sus pechos entre sus labios haciendo gala de aquella suavidad increíble y logrando que la omega se excitara aún más.

Las manos de Nayeon iniciaron un recorrido por el cuerpo de su alfa que la hicieron codiciar mucho más. Adorándola con caricias suaves por su abdomen, sus costillas, sus caderas, continuó su camino hasta llegar a sus pechos en donde se invitó a tomarlos entre sus largos dedos, comprobando así la suave textura de su piel. Nayeon estaba maravillada con todo de ella.

—Tienes buenas manos... —Comentó la alfa, suspirando con verdadero deleite, una vez fue consciente de lo que disfrutaba de su toque. La castaña sonrió satisfecha.

—Me alegra que te guste, alfa.

Sentirla sobre ella la excitó aún más, con sus brazos la rodeó, abrazándola con mucha propiedad, atrajo su boca a la suya y la besó por milésima vez. Nayeon miró sus ojos y los halló tan brillantes y oscuros que sintió su corazón latir más de prisa.

Ahora fue ella quién iba dejando a su paso un camino de besos por esa sedosa piel, primero besó sus párpados, luego sus pómulos, siguió por sus mejillas y ronroneó como un lindo gatito cuando se halló junto a su cuello. 

—Oh, este olor me torturó durante los últimos tres años... —Gruñó, antes de respirar con toda intención el fuerte aroma a chocolate y avellanas que tanto la había seducido hasta casi enloquecer.

Jeongyeon sonrió sintiendo las manos de su omega persiguiendo los bordes del fino sujetador que aún detenía contra su cuerpo. 

—Eso es mucho tiempo... —Murmuró la alfa como respuesta, mientras se dejaba recorrer por esas suaves manos.

Nayeon se tomó el labio inferior mientras rodeaba su sujetador con algunos dedos inquietos, a la vez que plantaba un suave e iniciador beso en la comisura, hasta reclamar sus carnosos labios. Continuó hacia su pequeña oreja, atrapó su lóbulo con un poco de firmeza haciéndola estremecer, prosiguió hacia el cuello, luego al hombro mientras ella la acomodaba mejor sobre su propio cuerpo logrando que sus intimidades rozaran un poco.

Esto provocó que la pasión siguiera creciendo aún más. Ambas sentían que la sangre en sus venas ardía, sus cuerpos empezaban a sentirse ansiosos por fundirse en una sola, los gemidos que retumbaban en aquel lugar eran de pura satisfacción, pero sabían que tenían toda la noche aún, y la aprovecharían para disfrutarse plenamente. 

Al ir recorriendo cada centímetro de aquella piel, no solo se estremecía la alfa, ella también experimentaba esas sensaciones que le erizaban la piel cuando Jeongyeon se perdía en recorrerla sin prisa ni cansancio. Jamás habían sentido algo parecido, porque jamás habían estado en una situación similar con nadie, todo aquello era nuevo para las dos, pues, a pesar de que habían tenido experiencias anteriores, las sensaciones que despertaban una en la otra eran incomparablemente fuertes, era eso que las unía en una conexión física y emocional inigualable, predestinadas. 

—Te deseo como nunca antes he deseado a nadie Nayeonnie y como tampoco lo volveré a hacer nunca más, estoy segura. —admitió la alfa convencida de que ella sería irremplazable en su vida. 

La omega se sintió poderosa ante aquella declaración y se decidió a seguir descubriendo los secretos más ocultos de aquel cuerpo de extremidades largas y fuertes que la sostenían en aquel momento.

Con mucha paciencia, Nayeon continuó recorriéndola, grabando sus huellas en la piel de su alfa. Vaya que era una chica fuerte, parecía esculpida por la misma diosa.

La alfa no perdía de vista ni uno solo de los movimientos que realizaba, y Nayeon disfrutaba enormemente del poder que ejercía sobre ella. Se arrimó un poco más para acariciar su cuello y sus hombros dándole una vista privilegiada de sus pechos. 

—¿Cuándo vas a marcarme, alfa? —preguntó al notar como ella parecía perdida en sus pensamientos, disfrutando de sus caricias. 

Y es que Jeongyeon en ese momento parecía estar a kilómetros de distancia imaginando todas las formas posibles de poseerla, aún así, su reacción fue instantánea. La atrajo contra sí, para reclamar sus labios con fuerza y decisión.

Nayeon clavó sus uñas en los hombros de la alfa, aferrándose a ella como su puerto más seguro. No había ayeres, ni tampoco mañanas en ese momento, solo eran ellas dos disfrutando del ahora, quemándose de manera exquisita en la pasión de sus almas y de sus cuerpos.

Las manos de Jeongyeon trazaron la ruta ascendente hacia su espalda. Necesitaba imperiosamente alejar de su cuerpo aquella barrera que le impedía disfrutar completamente de ella. 

Con agilidad deslizó la tela por el largo de sus piernas. Nayeon gimió al sentir como sus labios entraban en contacto con su cuello, como si quisiera volverse una sola con su piel y dejándose ir ante la invasión eso la encendió aún más.

—Alfa... —Jadeó en un instante, cuando fue a atacar nuevamente sus labios, pero la pelicorta echó su cabeza hacia atrás al tiempo que le regaló una sonrisa traviesa —Déjame quitarte más ropa... —Sugirió, pero ella no le hizo caso. 

Jeongyeon se aferró a los brazos de su omega sin dejar de besarla, acarició su cabello y con sus uñas acarició su nuca haciéndola gemir.

Nayeon respondió mordiendo traviesamente sus labios, para luego continuar chupando y mordiendo su fina mandíbula y su largo cuello, mientras sus manos acariciaban sus suaves pechos, los cuales fue despojando de la prenda que la cubría.

La espalda de la alfa se arqueó y su respiración se entrecortó cuando sintió los húmedos labios de Nayeon a la altura de sus pechos, quien se dedicó a besarlos primero en su contorno hasta que se cansó de oírla gemir borbotones de su nombre.

Poco a poco avanzó hasta que llegó a su estómago en donde se ahuecaba ante sus besos. Suspiros y gemidos se escapaban de los atractivos labios de la pelicorta, sorprendida ante la respuesta de su cuerpo a todo lo que Nayeon le hacía instintivamente.

Nayeon condujo su mano dentro de la última prenda que aún la cubría, hasta hallar la dura erección de su alfa. Su cuerpo entero tembló al sentir sus dedos tomarla primero por encima de la tela, para luego buscar sentirla directamente, sin barreras. 

La omega se sentía realmente afortunada al observar como ella respondía a sus caricias, se quedó observándola detenidamente en el preciso momento en que ella echaba la cabeza hacia atrás soltando un gruñido de satisfacción mientras se dejaba acariciar por ella. 

—¿Te gusta así? —Preguntó con su voz ronca también por la excitación. 

—E-eso está muy bien... —Rugió la menor después de varios minutos, cuando hubo calmado su respiración. 

—Qué bien... —Sonrió satisfecha —Porque me gusta las caras que pones cuando te acaricio... —Confesó haciendo retorcer a la alfa.

Cuando estuvo a punto de acabar con toda su tensión, Jeongyeon la detuvo y se mudaron a la habitación entre besos y caricias. No se molestaron ni siquiera en tomar lo que habían dejado regado por la sala, tan solo deseaban continuar sintiéndose piel con piel.

Nayeon se acurrucó en los brazos de Jeongyeon abrazándose a ella ¿o fue la alfa quién se abrazó a la omega? En ese momento poco importaba, sólo sabía que la estrechó fuertemente y que no quería salir jamás de ese abrazo protector.

—¿Dónde estuviste todo este tiempo mi hermosa omega? —Ronroneó en su oído, justo antes de depositar un tierno beso en su frente. 

—Esperándote... —Respondió aferrándose a ella en su abrazo —Aunque no lo entendí en ese momento, esperaba por ti, mi loba lo sabía, te veía venir... 

—Estoy feliz de que hayas esperado, me hubiera tardado menos si no fuese tan tonta, lo siento... —Meció la cabeza en desacuerdo.

Nayeon se tomó de su hombro para ayudarse a quedar sobre ella. 

Sus piernas se cerraron derredor de las caderas de Jeongyeon. Una de sus manos acariciaba su espalda, mientras la otra bajó directamente a su muslo y comenzó a tocarla, subía y bajaba hasta llegar hacia sus glúteos, los cuales apretaba de manera suave, sintiendo la fina textura de su piel. 

Nayeon sintió nuevamente ese calor interno recorrerla, cerró los ojos y se mordió el labio cuando sintió los besos que Jeongyeon deposita en su cuello. Su erección presionaba contra su vientre mientras que sus pechos se apretaban deliciosamente contra los de la alfa.

Nayeon empezó un suave vaivén de caderas, frotando su femineidad contra su urgencia, arrancado roncos gemidos de la garganta a su alfa quien solo deseaba regalarle una noche dulce y tierna, pero la apasionada omega que Nayeon llevaba por dentro había despertado, haciéndole muy difícil cumplir con su cometido. 

Jeongyeon giró en la cama quedando sobre ella, suspiró cuando ella abrió sus piernas para acogerla mejor, le encantaba sentirla tan entregada y dispuesta para ella. Y Nayeon no pudo hacer más que agarrarse del cabello de su alfa, cuando se fundía en su interior deliciosamente lento. 

—Tengo tantos deseos de marcarte, de unirme a ti y descubrir tus más íntimos secretos, mi omega... Esta es tu última oportunidad para que te arrepientas, no quiero forzarte a nada de esto. Aún hay tiempo... 

Nayeon no respondió con palabras, pero sí permitió que su cuerpo lo hiciera por ella, comenzando a mover su cadera y a sentir el delicioso placer que le generaba unirse a su alfa. Ella también moría por tocarla libremente, quería marcar ese cuerpo como suyo, impregnarse de ella para olerla en su piel toda la vida. 

—No quiero que te detengas. —Respondió convencida y extasiada con el compás que ella llevaba.

—Ya no habrá vuelta atrás... —Advirtió, frotando sus labios contra el lugar en donde deseaba marcar allí, en la delicada unión de su cuello y hombro.

—No quiero regresar atrás en donde no estas tu, nunca más. —Aseguró en un suave jadeo que hizo sonreír a Jeongyeon.

—Serás mía y a partir de hoy lo serás para siempre, Nayeonnie... 

—Es lo que más deseo, ser solo tuya. 

La alfa la atrajo hacia su boca logrando que su aliento pegara contra la sensible piel de su cuello y la apretó contra su pecho para besarle allí, en donde deseaba hincarse.

Antes de que Nayeon pudiera decir algo, su alfa mordía con profundidad, mientras el orgasmo se iniciaba desde su vientre. Las embestidas hicieron de aquella fina línea de dolor e incesante placer una fusión avasallante que dejó a Nayeon aturdida y satisfecha una vez se dejó caer en todas esas maravillosas sensaciones.

—¿Estás bien? —preguntó la alta, abrazándola y atrayéndola hacia su pecho, luego de asegurarse de que su marca estuviera bien y de atender la herida que le había propiciado con ella.

—Sí... —Murmuró Nayeon, algo agitada por la impresión que dispuso aquel instante.

Había dolido un poco, pero estaba tan entregada a sentir todo lo que le hacía sentir su alfa profundamente sumergida en su interior, que todo se había convertido en una fusión explosiva, así que ya no importaba. Su cuerpo se sentía muy bien y rápidamente pudo sentir la preocupación que acompañaba el abrazo de su alfa. Eso era todo, ya eran una. 

—Dime la verdad, ¿Te lastimé? No quise hacerte daño. —Murmuró regando suaves besos sobre la marca que había dejado allí.

Cuando Jeongyeon pudo sentir la genuina alegría que colmaba el interior de su omega, la miró para hallar la expresión que acompañaba ese sentir. 

—No alfa, jamás podrías hacerme daño. —Susurró acariciando su rostro —Fuiste muy cuidadosa. Gracias. Ha sido la mejor noche de mi vida. 

—Me gustaría tener diez vidas más para poder amarte en cada una de ellas mi hermosa omega. Gracias por este incomparable momento, Nayeonnie.

Nayeon se aferró a ella luego de escuchar aquellas palabras. Todavía le resultaba increíble que todo aquello hubiera pasado pues, Jeongyeon había cumplido todos y cada uno de sus sueños tal como se lo había prometido en uno de esos tantos enredos que habían tenido en el corto lapso de la noche anterior y de la mañana del día que estaba a punto de acabar. 

Jeongyeon por su parte continuaba regando caricias tiernas en su cuello mientras dibujaba círculos imaginarios en sus mejillas como si quisiera grabar sus huellas en su piel.

El nivel de relajación y de satisfacción era increíblemente alto, ambas se sentían completamente saciadas, sintiéndose, pues se encontraban disfrutando de la paz que les propiciaba el estar entre los brazos de su predestinada. Y así, poco a poco ambas fueron dejándose arrastrar por un sueño profundo. 

Allí, Jeongyeon sintió que estaba completa por primera vez en la vida, y nunca olvidaría que lo consiguió en los brazos de Im Nayeon y que era justamente allí dónde quería permanecer la vida entera, a partir de ese lazo que habían comenzado. 

Ya había conseguido lo que tanto anhelaba y estaba muy feliz de que fuera tan bueno. Todo lo había logrado siendo valiente y el destino la había recompensado con algo diferente a lo que ella había estado esperando o más bien, a lo que tanto había temido.

Revisó de reojo a esa hermosa mujer junto a ella la cual llevaba la mirada perdida en el umbral de esa casa, cuando se frotó las manos con entusiasmo que sabía ocultar muy bien bajo esa impetuosa postura que traía siempre, pero que su omega podía percibir perfectamente por esa pequeña marca que las unía.

—Eres muy buena para disimular lo que sientes, cariño... —Murmuró Nayeon, sonriéndose de aquel aspecto fresco que ella solía demostrar.

—Tú conoces todos mis secretos, Nayeon, con eso basta y sobra, nadie más debe saber. —Señaló con una sonrisa torcida que enterneció a su omega.

—Estás contenta... —Comentó por lo bajo y su alfa acentuó esa hermosa sonrisa como respuesta.

Por primera vez no sabía qué esperar, pero como toda buena pesimista, esperaba lo peor, ¿qué podía ser peor? Se preguntó Nayeon, el rechazo de sus padres no era algo que fuera a suceder. Por lo tanto, ¿qué rayos podría ir mal? Nada, todo era perfecto, concluyó la omega y su dulce aroma se desprendió intensamente, haciendo carcajear a Jeongyeon.

Habían pasado algunas semanas de esa inolvidable primera noche, la verdadera primera noche según su maravillosa alfa, esa noche en el que las dudas habían tenido una respuesta para Jeongyeon, y Nayeon había hallado lo que tanto deseaba, que ella la percibiera al fin por quien era.

La omega, quien se encontraba de pie frente a la gran puerta de la residencia de la familia Yoo, con todos esos nervios erizando hasta el último de sus cabellos, estaba lista para pasar por la inquisición de quien fuera necesario, porque sabía que si no funcionaba, su alfa lo haría funcionar.

Respiró profundamente cuando buscó su mirada con la suya y esos profundos e intimidantes ojos color miel la encontraron y luego le sonrieron con tanto éxtasis, ¿Quién lo diría? Que allí encontraría más que amor, más que un refugio, un escondite de sentimientos profundos y correspondidos que la harían sentirse tan satisfecha y afortunada. 

—¿Estás lista, mi hermosa omega? —preguntó Jeongyeon, abrazando a Nayeon por la cintura, situada detrás de ella. Nayeon respiró para tratar de alinear sus nervios y al final asintió. —Todo estará bien cariño, eres maravillosa y si no fuera así, pues sería muy mi problema. —Bromeó la alfa dejando un beso sobre su mejilla y presionando el timbre de la casa. 

—Si lo soy... Di que lo soy. —Ordenó la omega, pero se oyó más como una súplica que con una orden.

Jeongyeon sonrió y asintió dejando un beso sobre su mejilla ruborizada de ansiedad. 

—Lo eres, nadie que te conozca me dejaría mentir. —Le guiñó un ojo y su expresión fue tan espontánea que eso fue suficiente para traer calma al corazón acelerado de su omega. 

Yoo Dahyun fue quien abrió la puerta en Chuseok, y al hallar a ambas con la mirada, presentó una sonrisa nerviosa que confundió demasiado a Nayeon, tanto como su presencia.

¿Qué hacía la omega de Momo allí? Instantáneamente percibió la tensión en Jeongyeon, quien parecía comunicarse con la joven omega a través de su mirada, una mirada muy íntima y luego de compartir un asentimiento entre ambas, la mayor se decidió a hablar. 

—Nayeonnie, te presento a mi hermana menor, Yoo Dahyun —Musitó con disconformidad y pesadez.

Nayeon miró a una y luego a la otra con asombro reflejado en como se tapó los labios entreabiertos.

—Recuerda que todos escondemos secretos, cariño... —Murmuró junto a su oído y la omega le miró estrecho, recibiendo el beso que su alfa dejó sobre su mejilla, divertida.

Eso había sido un golpe muy bajo.

—Que divertidas que se ponen las hermanas Yoo... —Comentó Nayeon, acercándose a la menor para darle un beso en la mejilla.

Dahyun le miró algo avergonzada antes de saludar a su mayor, empujando su mejilla con una mano. La alfa sonrió de lado y Nayeon sintió su corazón acelerarse de emoción. 

—Lo siento Nayeon unnie, es culpa de Jeongyeon unnie y su estúpida rivalidad con mi alfa... —Señaló, apenada y ese mohín que pronunció en sus labios la hizo ver tan encantadora que Nayeon no pudo resistirse. Al final asintió, comprendiendo así, porque todo ese misterio.

El saludo duró lo mucho que Jeongyeon permitió que estuviera lejos de sus manos. Dahyun volteó los ojos ante la actitud de su hermana pues, como era de esperar, Jeongyeon era sumamente posesiva con Nayeon y últimamente hasta parecía ser su pegatina. 

—Te creo Dahyunnie, sé cómo pueden llegar a ser esta alfa gruñona y Momo, cuando se ponen de tercas. —Señaló la omega mayor, dejando un beso sobre la mejilla de su alfa. Jeongyeon le miró fingiendo ofensa. 

—¡Yo no...! 

—Ven unnie... —Detuvo Dahyun el reclamo de su mayor —... pasa por favor, te presentaré a mis padres y a mis demás hermanos. —Enlazó un brazo en el de Nayeon haciéndola reír —Estoy tan felíz de que estés aquí. Adoro que seas parte de esta familia. —Señaló la joven Yoo adentrándose en la amplia sala de la casa, llevándose a Nayeon quien le acompañó con gusto de respirar de la deliciosa tensión en su alfa. 

—Dahyun, ¡Soy yo quien debe... —Intentó la mayor, más su hermana no le dio demasiado espacio para quejas.

—Shhh calla avestruz, yo le presentaré a mis hermanos, tú eres muy bruta. —Le regañó con un tono que le sacó una carcajada a Nayeon. 

Cuando ambas desaparecieron por el pasillo que daba al comedor, Jeongyeon bufó pues, como era de esperar también, su hermana menor estaba acaparando toda la atención de su omega. Esa niña era demasiado enérgica y metiche, se quejó internamente cerrando la puerta de la casa e intentando llegar antes de que Dahyunnie incomodara a Nayeon. 

Persiguiendo a Dahyun por un corto pasillo, llegaron a un amplio comedor en donde la tenue luz de ese día de otoño ingresaba por los ventanales de la casa de la familia Yoo. Nayeon tragó presionando la mano de Dahyun quien acarició su dorso, dándole tranquilidad y regalándole una de sus amplias sonrisas. 

Una mujer muy parecida a Jeongyeon, aunque algo más pequeña y de cabello largo, estaba junto al fuego chispeante que hacía del ambiente cálido y hogareño, y su aroma a cereza dulce la abordó al instante. Ella estaba tomada de la mano de un alfa alto y muy guapo, aunque rígido y serio. Nayeon no pudo mirar a ese alfa de lo intimidante que este podía llegar a ser, ella no percibió su aroma, extrañamente. 

—Ella es nuestra hermana mayor Seungyeon unnie y su novio que seguro luego te presentará ella misma. —Señaló Dahyun señalando a la hermosa omega de ojos cautivadores color miel, muy similares a los de su alfa. Nayeon hizo una breve reverencia ante ella y la misma dió un asentimiento como respuesta. 

—Es un placer. —Musitó Im, y la omega correspondió con una sonrisa repleta de amabilidad. 

—Será un gusto saber más de ti al fin, Nayeon-ssi —Respondió Seungyeon con una genuina sonrisa.

Dahyun pareció admirar la amabilidad de su unnie, y la castaña estuvo muy a gusto entre ese par, eso era bueno ¿verdad? 

—Aquí está mi oppa Christopher, a quien llamamos cariñosamente BangChan que disque mi alfa mayor aunque solo se lleva un año con Jeongyeon unnie. Para mi, oppa es solo un chico demasiado tierno que necesita encontrar el amor... —Señaló la menor dramaticamente y Nayeon se obligó a observar al alfa. 

El muchacho de ojos oscuros como su hermana menor, volteó la mirada ante las innecesarias palabras de Dahyun y extendió una mano para estrecharlas con Nayeon. Si tenía algo en común con su alfa era la increíble altura, se dijo analizándolo, su fuerte aroma a bosque fresco la arrolló por un instante. La castaña sonrió respondiendo al saludo como el alfa esperaba y la vibra fue buena, eso hizo respirar un poco más tranquila a Im. 

Nayeon no pudo evitar exponer su gusto, todos parecían ser extremadamente amables hasta entonces.

—Y aquí... 

—¡Dahyun-ah! —Reclamó Jeongyeon tomando la mano de su omega y mirando a su hermana pequeña con reproche. —¡Soy yo quien tiene que presentar a mi omega, niña tonta! —Reclamó apartando a su hermana de un modo muy fraternal.

Si el ojo de ese par de adultos mayores no estuvieran sobre ella, Nayeon hubiera reído por la actitud infantil de ese par. Con el episodio pudo notar que sus mayores parecían estar acostumbrados a sus escenas. 

—Mamá, papá les presento a Im Nayeon, mi hermosa omega. —Señaló con entusiasmo e inflando el pecho con orgullo mientras presionaba la mano de Nayeon para mantenerla en calma.

Nayeon tragó nerviosamente cuando la madre de su alfa se acercó y la tomó de las manos para verla de cerca, atentamente. 

—Que guapa eres Nayeon, es un gusto conocerte, al fin, hemos oído mucho sobre ti. —Musitó con una sonrisa amable haciendo ruborizar a la omega.

Nayeon supo al instante de dónde había heredado la nobleza de su eyesmile, su hermosa alfa. 

—El gusto es mío, Señora Yoo —Musitó respondiendo al suave apretón.

El hombre que estaba junto a su esposa, se acercó exactamente después de que la madre de Jeongyeon liberó el apretón y dejó una mano sobre el hombro de su esposa para dirigirse a ella. 

—Bienvenida Señorita, esperamos que te sientas a gusto aquí y estaremos ansiosos de conocer más sobre ti —Señaló con amabilidad compartiendo una sonrisa con su esposa. Nayeon admiró la conexión y la complicidad de ese par. 

—Así será señor Yoo, estoy segura. —Respondió dando un asentimiento de agradecimiento que ellos corresponden y pronto se vió junto a Jeongyeon, quien le sonrió como muestra de agradecimiento. ¿De agradecimiento porque? 

—Pronto estaremos listos para cenar, solo estamos esperando a que llegue la alfa de Dahyunnie. —Advirtió la omega que señalaban como la madre de su alfa y Nayeon entendió lo que significaba aquello. 

—Lo siento, sé que debí haberte dicho que Dahyun era mi hermana, pero tenía la ilusión de que lo suyo con tu empleada no fuera tan serio... —Musitó con naturalidad y Nayeon le miró con desagrado. —¡Que! —Reclamó con una sonrisa burlona. 

—No eres gracioso Jeongyeon, ellas llevan tanto tiempo juntas, ya... —Le reprochó Nayeon con la expresión tensa, por estar llevando esa pequeña discusión allí en donde los hermanos de su alfa seguían viéndola atenta y curiosamente.

Los padres en tanto, habían desaparecido, supongo que hacía donde se encontraría la cocina, y de seguro para comentar cuán guapa era. Porque sí lo era, se sonrió Nayeon de sus pensamientos. 

—Tu y yo llevábamos tres años de conocernos... —La pelicorta alzó los hombros como muestra despectiva y Nayeon la fulminó de inmediato. 

—¿Me lo reclamarás eternamente? —Reclamó, presionando la mandíbula y la sonrisa burlona con la que ella le respondió, irritó a la omega. 

—Por supuesto que no. Solo ahora, porque me conviene... —Musitó presionando su cadera contra la suya y Nayeon se sonrió al verla reír por lo bajo. 

—Eres mala, alfa... —Reclamó, armando un mohín adorable que Jeongyeon quiso besar en ese instante. 

—Claro que no, solo soy lista... —Señaló, sonriendo de lado cuando le dejó un beso sobre sus labios, sorprendiendo a la omega y haciéndola ruborizarse por la exposición. 

El timbre se oyó nuevamente en la casa y Jeongyeon miró a Dahyun con humor. Ambas comenzaron una carrera, que sorprendió a Nayeon. Cuando la omega llegó a la puerta principal, halló a las hermanas peleando por quien abriría la puerta primero. 

—¡No! ¡Unnie! —Exclamó Dahuyn, intentando correr a su mayor con la cadera y Jeongyeon carcajeó corriendo a su hermana con facilidad. 

—¡Ahora me toca a mí! —Sentenció la alfa y cuando le dirigió su mirada a Nayeon, ella vió lo competitiva que podía llegar a ser cuando estaba allí, era normal al parecer.

Su alfa era una adolescente, pensó viéndola abrir la puerta y salirse con la suya muy a pesar de las quejas de su hermana menor. 

Hirai Momo estaba allí con una hermosa sonrisa, que pronto se le fugó del rostro al igual que su agradable expresión, y en su reemplazo, arrugó la nariz con desagrado apenas ver a la alfa que menos le agradaba en el mundo, abriéndole la puerta de la casa de los padres de su omega. La alfa japonesa traía flores y una botella de vino que llamaron la atención de Yoo desde un principio. 

—Oh que hermoso detalle de tu parte, que lástima que el Sr. Yoo, no tenga tendencia a beber y la Sra. Yoo tenga alergia a todas las flores existentes... —Señaló Jeongyeon con una sonrisa burlona y Nayeon hubiera carcajeado si estuviera en otra parte.

Su actitud se le hacía tan simpática, ella era completamente genuina y relajada cuando estaba en casa de sus padres, se aseguraría de acompañarla allí más seguido, a Nayeon le gustaba ese lado infantil de su alfa.

—Eso no puede ser posible... —Murmuró Momo, atónita por lo que acaba de oír, mientras veía a Jeongyeon con horror. 

—¡Claro que no lo es! —Reclamó Dahyun, apareciendo detrás de su hermana y aportándola de la puerta, para así poder acercarse a Momo y darle un beso sobre la mejilla como bienvenida, más la alfa aún le seguía mirando sin poder salir de su asombro. 

—¿Qué rayos hace ella aquí? —Musitó con la voz baja y Dahyun le miró apenada. 

—Lo siento Momoring... —Respondió con preocupación ante su semblante desencajado, dejando una suave caricia sobre su mejilla. 

—Soy su hermana, sino, ¿quién rayos crees que le aconsejo ir a la cafetería de Nayeon? Si no fuera por mí, no hubieras coincidido con ella. ¡Agh! No me hagas reprocharme una vez más. —Musitó la pelicorta, irritada.

Nayeon removió su mano, la cual había vuelto a tomar, en desacuerdo. Momo la fulminó con la mirada, más se mantuvo en ese semblante descolocado

—Aún me pregunto cómo es que la soportas, ella es tan intensa todo el tiempo... —Gimió la mayor de las Yoo y se volteó cuando Nayeon la llamó. 

—¡Ya cállate Jeongyeon-ah! —Reclamó Dahyun, intentando recompensar la confusión de su alfa con unas cuantas caricias.

Nayeon presionó la mano de su alfa nuevamente, haciéndole voltear los ojos. 

—Vaya, creí que era la única que pensaba que eras una imbécil... —Respondió la japonesa al fin, haciendo a Jeongyeon alzar una ceja como respuesta. 

—Es mutuo, créeme. —Respondió Yoo haciendo gruñir a su hermana de un modo demasiado tierno para esta.

La tensión había comenzado a crecer desmesuradamente en la habitación y la japonesa ni siquiera había cruzado el umbral de la casa de los Yoo.

—¡Bueno ya basta! —Exclamó la menor de los Yoo, mirando a su alfa y luego a su mayor con molestia. —¿Qué rayos les sucede? ¿Por qué tienen tanta mala estima una contra la otra, huh? —Reclamó poniendo sus brazos sobre sus caderas, esperando una respuesta de ambas. 

—¡Pues dile que deje de mirarme con su estúpida superioridad! —Reclamó Momo, con la voz demasiado severa. 

—Mejor dile que deje de verme como si tuviera derecho a juzgarme... —Replanteó Jeongyeon.

Nayeon volteó los ojos, su alfa estaba especialmente intensa ese día. 

—¡Tú me viste mal primero! —Le reclamó Momo en su defensa y Dahyun se puso en medio de ambas. 

—¡Ya supéralo Hirai, estaba molesta y ni siquiera era contigo! —Volteó los ojos con exasperación. 

—¡Eres una soberbia! —Rebatió la japonesa, con un semblante desafiante.

—¡Y tu una rencorosa! —Reprochó Jeongyeon, enfrentándose a ella y Dahyun se preocupó ante el avance de cada quien. 

—Demonios, ¡Ya deténgase! —Les detuvo Nayeon, intentando no alzar tanto la voz, para no alertar a nadie en el comedor y extendiendo sus brazos entre ambas quienes parecían matarse con la mirada. 

—Pues dile a mi irremediable cuñada que deje de ser tan intensa y que mejor supere el ayer... —Volteó los ojos. —¡No puedo creer que haya emparentado con alguien como tu! —Musitó entre dientes. 

—¡Alfa! —Le reclamó Nayeon haciendo reír a Jeongyeon. 

—¡Ya cállateee! —Insistió Dahyun y Momo miró a su omega buscando una salida. 

—Al menos yo no te he echado mal de ojo al verte. —Reclamó Jeongyeon una vez más, provocativa y Momo le dirigió su expresión más agotada. 

—Pues te lo mereces, la verdad... —Rebatió con la voz sumamente tranquila. Jeongyeon le miró frunciendo los labios. 

—¡Alfa! —Reclamó Dahyun. Jeongyeon se carcajeó mediante. 

—Es una idiota. —Musitó entre dientes mientras, Nayeon le miraba con molestia 

—Vaya, ¿que son las reuniones familiares sin los dramas entre parientes? —Musitó Bangchan como broma y Seungyeon le dejó un puño en el hombro. —¡Ok! —Alzó los hombros en son de paz. 

—No puedo creerlo, es increíble, ustedes nunca cambiarán... —Señaló Seungyeon con los brazos doblados a la altura de su pecho.

Jeongyeon y Dahyun no veían a su mayor y Nayeon entendió que respetaban mucho a su unnie. 

—Mi hermanita siempre dice que la vida es un pañuelo. —Musitó Jeongyeon con la voz repleta de diversión.

—Sí lo dices. —admitió Momo haciendo sonreír a Nayeon y sorprendiendo a Dahyun.

¿Acaso había oído bien? ¿Ese par de alfas tontas estaban de acuerdo en algo al fin?

—Rayos, ya se están poniendo de acuerdo en mi contra... —Musitó Dahyun haciendo un mohín como niña caprichosa. 

—Será mejor que dejemos esta conversación para luego. —Musitó Nayeon algo apenada con la voz baja, al notar que los otros Yoo estaban observándoles.

Jeongyeon largó una carcajada, llamando toda la atención. 

—Esta bien. —Detuvo, alzando los brazos y luego miró a la japonesa. —Estaba bromeando. Hablando en serio, solo era una pequeña broma. —Musitó y la misma le miró de refilón —En realidad, por Dahyun y la armonía del almuerzo familiar, me gustaría que empecemos de nuevo. —Admitió Jeongyeon acercándose a Momo y extendiendo una mano frente a ella, quien la estudió atentamente por un instante. 

—Unnie... —advirtió Dahyun a su hermana quien sonreía con demasiada inocencia. 

—Te prometo que estoy hablando en serio. —Sus hermanos detrás de ella se reían con humor, aunque preferían no interferir en el asunto.

—No confío absolutamente en ti, Yoo... —Señaló Momo entre dientes.

Los tres Yoo restantes lanzaron una carcajada y Jeongyeon alzó una ceja ante la respuesta de su nueva cuñada, intentando y fallando en verse ofendida.

—Haces muy bien, Hirai. —Asintió Jeongyeon con una sonrisa autosuficiente y luego se acercó a la alfa para hablarle por lo bajo. —¿Ya te dijeron que si no tienes mi bendición no te podrás casar con mi hermanita? —Murmuró algo cerca de ella y Momo gruñó sin poder evitarlo, haciendo reír a toda la sala otra vez. 

Mientras la agradable madre de su alfa hablaba, y Jeongyeon reía sobre las bromas que hacía su hermana mayor, Nayeon se acariciaba la marca con la que su alfa la había enlazado a ella y suspiró.

A veces no se creía que aquello fuera real, había esperado tanto tiempo para estar así de cerca de Jeongyeon, que ese día, además de todas en las que su alfa fuera protagonista, serían memorables para ella.

Nayeon sonrió cuando sintió la mano de Jeongyeon junto a su rodilla, buscando su toque y la omega tomó su mano haciendo una suave presión. 

—Estoy aquí y no pienso irme jamás. —Murmuró haciendo sonreír a Jeongyeon quien acercó sus labios a su mejilla antes de atender al fin a su hermosa mirada color chocolate que irradiaba felicidad, al igual que la suya. 

—Me alegra que estés aquí... ¿Ya te dije cuanto te amo hoy, Nayeonnie? —Respondió, presionando nuevamente el agarre de sus manos. Nayeon sonrió.

—Y yo te amo a ti alfa... —Murmuró para ella, dejándole una suave caricia en la mejilla y admirando su dulce eyesmile. 

Perdida en la sublime amabilidad de su mirada color miel, Nayeon concluyó al fin que no importaba cuanto le tomara alcanzar sus metas o enfrentar sus demonios, siempre y cuando esa alfa estuviera a su lado para hacerla sentir segura e inmensamente felíz.

¡Hola! Vaya, bueno, al fin terminé este largo e interminable capítulo que no había podido acabar de editar jamás, pues siempre sentía que le faltaba algo y se nota en lo largo que quedó. 😅

Hay un último capítulo, será como un pequeño epílogo y pues ya tengo algo escrito, pero acepto sugerencias, asique ponme un comentario aquí de lo que tu quieras leer allí, que con gusto te complaceré --->

Gracias por haber estado aquí y llegar al final de esta hermosa historia que nació tan de prisa y me llenó de tantas hermosas emociones.

Te quiero y espero hayas tenido un gran inicio de año. Te dejo un beso muy grande, tu JazUnnie 🌻

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro