Five: "Todo de ti"
¿Cómo fue que cambiaron de título tan rotundamente? Al cruzar la puerta de ese piso eran solo dos amigas que se conocían desde hacía un considerable tiempo, unidas en una discreta amistad que sobrellevaban con naturalidad como era en el caso de Jeongyeon y aunque ocultara cierta información, como era en el caso de Nayeon, no cambiaba que la relación haya sido siempre agradable.
Enredada en su cuerpo, habitando el mismo espacio, compartiendo el mismo aliento fue que la duda surgió en su mente. Creyó que perdería la cabeza entre tantas sensaciones incontrolables que tomaban sus sentidos, ¿Acaso era normal sentir con esa intensidad? No había sentido algo parecido, era como si los sentimientos que la habían estado inquietando y confundiendo todo ese tiempo, cobraran un sentido a su lado.
"Es amor" Le cotilleó esa voz que vivía en su interior, era su loba. Debía serlo. Se sentía a lo que tanto había estado buscando.
Un suspiro extenso se escapó de sus labios, confirmando el gusto que sentía debido al cálido tacto de su piel en cada una de sus caricias que cruzaban la línea por debajo de las prendas, sin prisa, abrigándola con la suavidad de sus manos, trazando suavemente sobre su piel. Jeongyeon sintió el eco de esa diminuta palabra en su cabeza, mientras se entregaba a las caricias de Nayeon.
Nayeon sintió que con sus caricias, una incesante necesidad hacía presión en el centro de su pecho. Oír a su alfa gemir y pronunciar su nombre la estaba volviendo completamente loca de emoción. Levantó la mirada alertada cuando notó la unión que se formó entre sus cejas.
—Te-tengo miedo de arruinarlo también... —tartamudeó en un murmuro, llamando toda su atención.
Nayeon no tenía tiempo suficiente para explicarle con unas simples palabras lo que sentía por ella. Y no solo lo que sentía, sino lo que veía teniéndola tan de cerca, rodeándola con todo su dulce aroma e intimidante esencia, cubriéndola con su calor, ¿Cómo podía dudar tanto de ella misma cuando tenía todo ese poder sobre su persona?
—Jeongyeonnie... —Musitó Nayeon sobre su cuello, ignorando sus tontas palabras e inventando un sendero tímido pero incesante que sabía que poco a poco derribaría sus muros.
La omega quería más que eso, quería todo de ella, pero debía esperar a que la alfa asimilara la situación, que cayera en cuenta de lo que estaba sucediendo entre ellas. Que la viera.
—No quiero hacerte daño... —Removió saliva y gimió audible cuando ella le mordisqueó el labio inferior mediante un nuevo beso.
—Tu nunca podrías hacerme daño, Jeongyeon.
La nombrada la miró confundida cuando ese dulce aroma incrementó y admiró la hermosa sonrisa que acompañó al sonrojo que invadió en su rostro, a causa de las palabras de Nayeon.
—Hueles tan dulce... esperaré por una respuesta Nayeon, cuando tu desees darla, estaré esperando, lo prometo. —Musitó una vez encontró su mirada llameante.
Lo sabía, siempre lo supo.
Nayeon se derritió ante su amabilidad, ella era tierna y comprensiva por donde la viera. La culpa se removió un instante en su pecho, pero ¿Como iba a detenerse a decirle entonces? Rayos, si ella estaba ahí, besándola como tantas veces lo había fantaseado. No podía ser tan egoísta consigo misma y con lo que al fin podía ver en los ojos de su alfa. Necesidad, deseo, pasión.
—Me encantas, eres perfecta, alfa... perfecta para mi —Presionó la mandíbula, sintiendo las suaves caricias de la punta de sus dedos por el largo de sus brazos, una vez decidía propiciarlas más allá de su cuello, como si tuviera temor de dañarla con su toque.
Nayeon intentó huir de la intensidad que albergaba en su mirada, pero Jeongyeon insistió tomando sus mejillas.
Cuanto que nadie quería admitir, se abrigaba allí, en los ojos con que se veían una a la otra.
Sin dejar de mirarla, la alfa se quitó el saco de sobre los hombros y desabotonó su blusa, para quitarla por encima de la cabeza.
"Eso se llama impaciencia", se dijo Nayeon mientras le recorría con su minuciosa mirada. La veía especialmente atractiva esa noche, en la que había decidido ceder a sus descaradas insinuaciones por primera vez.
Ante la imagen de su torso semidesnudo, la punta de los dedos de Nayeon picaron. Quería tocarla, mucho, pero al final solo se limitó en tomar sus lentes para que no fuera a romperlos, una vez los notó deslizarse sobre su nariz.
—Se te ven tan bien. —Admitió la mayor en un murmuro, refiriéndose a los lentes.
La alfa sonrió cuando Nayeon se los entregó delicadamente y esta se extendió, dejándolos en alguna parte que la omega no quiso atender por miedo a perderla de vista. No deseaba perder ni uno solo de sus gestos. Nayeon se relamió los labios con nerviosismo mientras estudiaba cada fragmento de su cremosa piel al descubierto.
Jeongyeon no acabó la sonrisa, tomando aquella acción con inocencia, pero quiso saber qué sería lo que pasaba por su mente cuando la veía de ese modo.
—¿Qué piensas? —preguntó, mientras recorría las tiras del sujetador que se perdían en el escote de su blusa abotonada y sin esperar una señal, fue desalojando ojal por ojal.
Nayeon se removió con una súplica en la punta de sus labios, que no se dejó oír hasta que Jeongyeon presionó su deseo contra su intimidad, sorprendiéndola.
—Oh, Jeongyeon... —Gimió al fin, sin poder evitarlo.
Jamás le habían mirado con un deseo tan hambriento como con el que le veía su alfa. Esa mirada color caramelo y su toque, oh vaya, su toque que encendía todos y cada uno de los puntos vivos en su cuerpo, no podría esperar demasiado tiempo para sentirla profundamente.
—Te deseo Nayeon, no sé como, no sé cuando, pero te deseo tanto... —Murmuró junto a su oído, inclinándose para cubrirla con el calor que emanaba de su cuerpo.
Se tomaron en un nuevo beso interminable, demostrativo, uno que complementaba perfectamente con su incomparable idioma que parecía amor, pero que ninguna quería admitir como tal, no aún.
Comenzaron una fricción casi que desesperada, Jeongyeon se apoderó de sus muslos desnudos con sus manos, presionando con toda intención de dejar sus dedos marcados en su piel.
—Y yo a ti Jeongyeonnie, no imaginas desde hace cuanto tiempo, no lo imaginas.
Jeongyeon empuñó las muñecas de su manos sobre su cabeza, inmovilizandola.
Nayeon se ahogó con su respiración cuando su mano libre aprisionó uno de sus pechos y su amable lengua empujaba contra la suya, a la vez que su mano creaba un recorrido desde su antebrazo, hasta su pecho reiteradas veces.
La pelicorta embarraba uno a uno muchos de sus besos húmedos, para recuperar el aliento, una vez dejaron el beso que parecía dejarlas cada vez más jadeante.
—Dímelo Nayeon, háblame de todo lo que deseas de mi... —Pronunció, fascinada con la respuesta de su cuerpo a cada una de sus acciones.
Jeongyeon admiró como se tensaban sus pezones debajo de la suave tela de encaje azul cielo, ante la cercanía del calor de su aliento.
Nayeon arqueó la espalda, sintiendo prisa por desnudarse por completo y entregarse a ella, como tanto deseaba, más la alfa aún la detenía con los brazos inmovilizados sobre su cabeza, a su total merced y no deseaba resistirse de su toque.
—¿Tu... quieres saber desde hace cuanto?
Nayeon habló con tanta dificultad, que la alfa dejó salir un suspiro antes de asentir, le gustaba lo que veía, le gustaban sus reacciones, le gustaba ella, diablos, le gustaba tanto que la abrumaba.
Nayeon se veía preciosa con la blusa abierta, la falda enrollada en su estómago y su respiración agitada. Deseaba tomarla allí mismo hasta saciarse de ella, pero decidió que lo haría lento pues, no tenía prisa alguna y las noches de otoño eran casi tan largas como las de invierno.
—Necesito saber, Nayeonnie... —Insistió, mientras dedicaba suaves caricias en los rastros de sus besos.
Nayeon salivó al debatir una respuesta consigo misma, intentando pensar y sentir a la vez, lo que parecía ser misión imposible.
—Desde el primer instante en que te vi, deseé todo de ti, Yoo Jeongyeon.
Ese rubor en sus mejillas eran lo más atractivo de su rostro, pensó Jeongyeon cuando buscó su mirada, la hacía desear aún más la idea de fundir su cuerpo con el suyo y quemarse con el fuego que emanaba de todo su ser, ya no cabían dudas.
—Oh vaya... ¿Y porqué lo callaste tanto tiempo, cariño? —Cuestionó con burla, mientras liberaba sus manos de sobre su cabeza.
La más alta no supo en qué instante la había tomado de ese modo, ella encendía cada uno de sus instintos más incontrolables.
—Porque creí que solo éramos amigas para ti, no podía arriesgarme a perderte... —Reprochó la mayor.
—Creí que lo éramos, hasta que te empeñaste en ocupar toda mi mente, desde hace exactamente una semana, pero no parece ser un problema para mi, Nayeon... —Confesó sobre sus labios, cuando estuvo muy cerca nuevamente, buscando más de su calor y acercamiento.
¡Ella ocupaba toda su mente! Nayeon le miró hipnotizada ante sus palabras ¿Acaso tenía una buena respuesta para todo? Pensó cerrando los ojos y cediendo ante la intensidad de sus interminables caricias que ahora se encontraban alrededor de sus piernas otra vez, explorando la sensibilidad de su piel y los secretos que pudiera ocultar para ella.
—No soy de cristal, Jeongyeonnie... —Le reprochó la omega, abrazándola más contra su cuerpo.
La alfa lo aceptó, con un movimiento de su cabeza. Por supuesto que no lo era, era mucho más fuerte que eso, le consta.
—Lo sé... —Aceptó, junto su oído en un murmullo que estremeció todos los vellos por allí —Tócame, Nayeon. Tócame más, por favor... —Suplicó, a la vez que sus labios se unían a los suyos.
Nayeon hizo presión en el amarre de sus piernas, para atraerla más cerca de su cuerpo, si fuese posible, y recorrió su espalda con sus manos, pasando por el broche del sostén completamente blanco, hasta llegar a su nuca en donde fundió sus dedos en su suave cabello corto.
La alfa recibió su toque con un jadeo bajo y entrecortado, mientras recorría la textura de su pelo, detallando el color rojizo en su rostro, clara señal del deseo que la recorría. Se sentía igual, deseaba quemarse entre sus manos, con cada una de sus caricias.
En un instante, Jeongyeon la dejó sobre su cuerpo para poder observarla desde ese ángulo, ella se veía tan guapa con su cabello largo algo desaliñado, sus labios inflamados por los interminables besos que ocupaban y esa mirada ansiosa por lo que fuera a suceder. "Tengo tanto con que saciar esa ansiedad", pensó la alfa.
Rápidamente las dudas se fueron disipando. Jeongyeon cubrió desde su hombro hacia su pecho con sus labios y Nayeon se dejó hacer. Hizo presión de su deseo una vez más, alternando movimientos firmes, disfrutando de la fricción. Aunque la enloqueciera, le gustaba sentirse tan deseada, sentir que ansiaban su cuerpo, su presencia y no para que firmara documentos, que necesitaran de ella sencillamente y así era exactamente como le hacía sentir Nayeon en ese instante, deseada y anhelada.
Jeongyeon se incorporó y la rodeó por la espalda con sus largos brazos para alcanzar el broche del sostén. Sus besos le cubrían el pecho mientras lentamente iba escurriendo esa delicada prenda de su cuerpo.
Nayeon suspiraba gemidos como respuesta, recorriendo su cabello con sus manos inquietas. En un nuevo girón la dejó con la espalda en la cama y sin previo aviso comenzó un sendero sin fin desde sus hermosos labios enmarcados, paseando por su cuello tenso y expectante, deslizándose por las marcadas clavículas de la base de su largo cuello, hasta llegar a su pecho con su dedo índice, detallando cada espacio en la suavidad de su piel oculta debajo del sujetador. Era una mujer preciosa, deseaba mucho más que trazar su piel, deseaba devorarla por completo con sus besos.
—Nayeonnie, vas a matarme... —Ronroneó la alfa.
Nayeon mantenía todos sus sentidos en alerta con las interminables caricias de sus manos.
Jeongyeon se entregó a aquella locura, se sentía embriagada ante aquel aroma que la estremecía por completo, quería arrancarse las dudas y descubrir todos los misterios que escondía ante ella.
La pelicorta persiguió la ruta de su índice con sus labios sobre su cuerpo, hasta su pecho en donde atendió exclusivamente cada uno de sus senos ya desnudos, embebiéndose del placer que generaba en su cuerpo el cual sucumbía con su mero roce, haciéndola sonreír ante su entrega. Estaba logrando algo que no estaba buscando, que ella perdiera todo el control.
Las manos curiosas de Jeongyeon, llegaron hacia el zipper de la falda de ese suave rosa pastel y una vez lo deslizó, tomó sus bragas en conjunto para llevar todo debajo de sus pies.
Nayeon se ruborizó aún más cuando estuvo al descubierto ante su mirada de fuego. La alfa recorrió su piernas con sus manos y trazó un regreso con sus uñas haciéndola retorcerse sin control, hasta que dispuso sus dedos allí en donde escondía todos sus secretos prohibidos, y cuando alzó la mirada, encontró sus hermosos ojos chocolate, curiosos por cada movimiento que fuera a hacer.
—Oh cielos, Jeongyeon... —Susurró cuando la alfa frotó allí en donde todo se concentraba con más entusiasmo, mientras sostenía su mirada con impaciencia. —Mhm... —Gimoteó mortificando la santidad de su labio inferior, con la agresión de esos particulares dientes que Jeongyeon deseaba volver a sentir contra su boca.
Detuvo las caricias que proporcionaba con tanta habilidad hasta que sintió que la humedad le cubría los dedos de su aromático lubricante y sólo entonces, supo que era el momento de acabar con su delirio o explotaría sin haberse perdido en su interior.
—Mírame Nayeon —Indicó con la voz tan grave, que hasta se oyó como una orden.
Nayeon obedeció, sintiendo como una de sus manos hacía presión sobre su cintura y fue consciente de lo que seguiría después.
—Desnúdame.
Oh bueno, eso no lo esperaba ¿Habría sido el grave en su voz, quizás? ¿O tal vez la firmeza que vibraba en ella cuando entonaba? No lo supo, pero, como si de un soldado obediente se tratara, la omega cumplió la orden con esa mirada exigente sobre ella.
Sin poder detener el temblor de sus manos, las dirigió primero hacia la única prenda que cubría su torso y alcanzó el broche del sostén, para acabar de descubrirla. Nayeon delineó la delicada piel de un pezón con la punta de su nariz y la alfa retuvo el aliento. Respirando ese continuo aroma a chocolate y avellanas que tanto la enloquecía, Nayeon dirigió ahora sus manos por su vientre hasta llegar al borde de su pantalón para liberar la presión que sujetaba la prenda con un botón.
La menor la observaba con satisfacción nublando en su mirada, no porque le estuviera obedeciendo, sino porque realmente le fascinaba como se admiraba al descubrirla, le gustaba que la detallara de ese modo, le gustaba su osadía.
Nayeon observó detenidamente su obra, su cuerpo desnudo estaba frente a ella y tragó el exceso de saliva, deseando fundir su lengua con cada espacio de su cuerpo, una vez la alfa se estuvo de pie para liberarse de la ropa. "Majestuosa" fue la palabra que llegó a la mente de la omega al admirarla.
Jeongyeon sostuvo su mirada, una vez ella se ruborizó con más intensidad al sorprenderla viéndola descaradamente y una vez se estuvo sobre su cuerpo, volvió a coronar su cadera con sus piernas.
El acercamiento, el sentir su piel contra la suya, su impregnante aroma, todo dejó en blanco la mente de Nayeon, quien no tuvo más remedio que ceder ante el maravilloso atractivo de Yoo Jeongyeon que parecía doblegarla fácilmente.
Luego de algún instante en que permitió que se llenara de expectativas mientras se protegía bajo su atenta mirada, Jeongyeon se fundió en su interior con lentitud. Una lentitud que permitió a Nayeon sentir el instante con tanta claridad y romper con todas aquellas dudas por completo. Lo que Jeongyeon deseaba era que la recordara en detalle, sobretodo allí, abrigada en su interior.
—Jeongyeonnie... —se quejó Nayeon entre dientes apretados ante el inminente deseo de que se movieran en su interior y comenzará con la placentera sesión.
La antes nombrada, se tomaba su tiempo para sentir cada sensación que la cubría cobijada allí en lo más profundo de su ser, sintiendo la estrechez de sus paredes, entregada al rose de su piel, de su pecho contra el suyo.
—Quiero disfrutarlo. Déjame disfrutarlo... —Respondió con los ojos presionados. Comprendía su urgencia, pero se sentía tan a gusto que apenas si podía pensar con claridad. —Te sientes tan bien, Nayeonnie... —En realidad era mejor de lo que se podría haber imaginado.
Jeongyeon hizo un movimiento en su interior que provocó que ella presione el agarre en sus antebrazos, clavando sus uñas y regalándole nuevas sensaciones.
—Por favor... —Suplicó, presionando sus piernas detrás de su espalda, para que se sumerja por completo.
—Nayeon... —Jadeó con dificultad, intentando mantener el control ante la intensidad del instante.
La omega le rodeó con sus brazos por el cuello, mientras se colmaba de su aroma, besando cada espacio de su cuello a su alcance, mientras la alfa comenzaba la estocada que armonizaba absolutamente con todo lo que habían estimulado desde que pactaron ese encuentro.
Nayeon no daba crédito a lo mucho que el sonido de su voz agitada contra su oído, le encendía toda la piel. Aquello, sus manos por doquier, sus labios a la par, sus movimientos precisos y alternados, sus labios en sus sentidos, sus labios en su mirada, sus labios en su mente...
—¡Jeongyeon! —Exclamó su nombre con la voz entrecortada.
La alfa sostuvo sus mejillas para encontrar esa deliciosa mirada vidriosos y extasiada cuando aceleró los movimientos que la llevarían a la cima.
Se inició como un huracán de emociones que se derramó, arrasando con lo que fue en ese instante, un maravilloso e intenso momento de pasión de dos almas que se unieron al fin, luego de una larga espera.
Se había puesto de pie una vez oyó su respiración pausada junto a su oído y se quedó viéndola detalladamente por largo rato. Su amplio y delicado torso, sus anchos hombros femeninos, su impresionante altura, sus largas piernas atractivas. La belleza sutil de cada línea de la piel de su espalda parecía llamarla para que la recorriera con sus labios.
Apartó los ojos, luego de rodear la cama buscando su ropa de regreso, para al fin cubrirse.
No parecía real, no podía creer que lo fuera, la nobleza de su desnudez sobre la cama en donde la había recorrido con todo y su piel, lo asombroso en cada sentimiento que le había hecho sentir, el modo sublime en el que le había enseñado a comprender que sólo se trataba de simple comunicación para hallar una respuesta, en vez de especular con tanta cobardía.
Su alfa era maravillosa, más de lo que habría podido imaginar, concluyó tomándose el labio inferior, sin dejar de mirarla, embelesada. Lo que había ocurrido en esa habitación solo confirmaba lo que ya sabía, estaba total e irremediablemente enamorada de ella.
¿Qué era lo que sentía la alfa? Y peor aún, ¿Ese sentimiento sería tan fuerte como para perdonarle en el instante en el que le dijera la verdad?
Por más maravilloso que hubiera sido ese instante que vivió junto a Jeongyeon, sabía que había sido una estupidez de su parte intentar hacer como si no se siguiera camuflando como lo hacía desde tanto tiempo atrás, le seguía ocultando una verdad, seguía evitando lo que tarde o temprano debía suceder y eso era un hecho que seguiría oprimiendo su interior hasta que se decidiera a enfrentarla.
No se arrepentía en lo absoluto de haber conocido ese universo de sensaciones con su alfa, pero sentía culpa y ahora con más intensidad que antes, porque sabía que ya no podría vivir sin poder sentir su piel junto a la suya, sin tomar sus deliciosos labios con los suyos y cobijarse en el calor de su cuerpo otra vez para colocarse de su aroma.
—Oh no... —Dijo la alfa, al hallarla tan pensativa al pie de la cama.
Nayeon la buscó una vez la oyó murmurar, dejándole ver las dudas en sus vidriosos ojos.
Jeongyeon se apresuró a ponerse pie y cubrir su desnudez con lo primero que encontró a la mano, antes de acercarse a ella.
La mayor meció la cabeza varias veces cuando la veía alcanzarla con prisa y rodearla con sus brazos.
—Lo siento —murmuró, cuando se le escapó el sollozo, sin poder detenerlo.
Nayeon verdaderamente no había podido ver en ese primer instante cuánto le perjudicaría su silencio y tardaría mucho en entender que quizás su amor no sería suficiente para que ella perdonara su falla, ¿lo sería si se lo dijera después de que la recorrió por completo con toda esa amabilidad? No era capaz de hacerlo.
Era más de lo que debía analizar. En ese instante se recriminó todo ese tiempo que había desperdiciado sin estar junto a ella a causa de su tonta cobardía. Jeongyeon la cubrió con sus brazos y eso bastó para que ella se derrumbe.
—Tranquila. Estoy aquí... No estás sola Nayeonnie. —Murmuró junto a su oído.
Nayeon levantó la mirada húmeda para verla a los ojos y Jeongyeon saboreó el magnetismo que compartía con esa hermosa mirada chocolate, y se acercó sus labios para besarlos y terminar dejando un beso contra su mejilla.
Una de las manos de la alfa le demostraba su más sincero apoyo con una suave caricia que recorría detrás de su oído y descendía por su cuello hacia la base del mismo. Nayeon recibió la caricia con los ojos cerrados, sintiendo más culpas atormentando en su interior, en ese preciso momento quería regresar en el tiempo y besar a esa Jeongyeon rubia de cabello más largo, tres años menor, con esa mirada furiosa que buscaba de ella sin saber quien era.
Estaba más que segura que hubiera sido explosivo, pero certero, más que certero. Pero ya era demasiado tarde para lamentarse, ya lo había arruinado todo. ¿O no?
Se estaban dando un fuerte y significativo abrazo de despedida cuando Nayeon percibió ese delicioso aroma que la desencajó por un breve instante en el que sintió que se había convertido en una adicta sin derecho a rehabilitación.
—¿Por qué estás marcándome, alfa? —Preguntó Nayeon, divertida.
Jeongyeon se pegaba a su cuerpo mediante el abrazo, casi que inconscientemente, evidenciando su deseo de no soltarla jamás y desprendió una sonrisa nerviosa cuando se decidió a responder al llamado de su voz.
—¿E-eh? —Se apartó sin dejar esa pícara expresión que tiñó hasta sus orejas.
—Estás marcándome con tu aroma, ¿por qué? —Musitó Nayeon, olfateando con los ojos cerrados.
—Oí... —Tragó y se remojó los labios alzando los hombros como respuesta nerviosamente —Lo que dijo Mina, de que unos imbéciles estuvieron acosándote y supuse que podría ayudarte de algún modo...
—Oh... —susurró Nayeon, dando un asentimiento, pero sonrió ante esa clara muestra de posesión.
La loba de la omega revoloteaba de emoción al igual que la de la alfa, pero nadie parecía querer admitir nada, aún.
—Lo siento, no quiero que creas que soy una loca posesiva, por-por favor. —Sonrió de lado nerviosamente, aunque no estaba lejos de eso, ¿A quién quería engañar? La quería para ella sola.
—Gracias Jeongyeonnie... pero puedo cuidarme yo sola, no te preocupes por mí. —Secreteó como respuesta y se apartó de ella, dejando un beso sobre su mejilla. —¿Me llamarás, verdad?
—Lo haré. —La alfa asintió reiteradas veces con demasiado entusiasmo.
Nayeon analizó su respuesta con los ojos entrecerrados.
—De acuerdo, voy a elegir creerte, Yoo. —Sonrió con esa hermosa y particular sonrisa de dientes sobresalientes.
—Tenemos un acuerdo, Im. —Musitó la alfa con una sonrisa que, a los ojos de la omega, fue la más increíble y luminosa de todas.
—Te veo luego, alfa. —Musitó Nayeon con una sonrisa burlona y un guiñó como compañía, mientras se apartaba por el parking, dejando a la alfa de pie con todos sus sentidos alterados por como le había llamado, innecesariamente esa vez.
—Esa chica traviesa. —Musitó Jeongyeon con una sonrisa de lado y se subió a su auto, dispuesta a comenzar su jornada laboral con el mejor humor que había tenido en mucho tiempo.
"¿Qué voy a hacer? ¿Qué voy a hacer? ¿Qué voy a hacer?" Se repetía la omega mientras conducía ya cerca de casa.
No podía ir a trabajar ese día, no se sentía lo suficientemente íntegra para ser de ayuda en la cafetería, asique era mejor no ir a entorpecer el trabajo de las chicas, se advirtió mientras sus ojos se inundaban de lágrimas. ¿Qué iba a hacer ahora que ya la tenía impregnada en toda su piel?
Cuando cruzó el umbral de su puerta, se preguntó cuánto tardaría en quitarse ese aroma de su cuerpo, ¿por cuánto tiempo estaría atormentándola con toda su dulzura? ¿Y esas imágenes? ¿Esos gemidos? ¿La sensación del rose de su piel? ¿El modo en el que pronunciaba su nombre mientras se fundía en su interior? El llanto se escapó de entre sus labios, una vez se halló cómoda en su soledad. Se dió un par de toquecitos en los labios como muestra de impotencia, a la vez que caminaba hacia su recamara con prisa.
Nayeon halló con la vista esa mascada púrpura claro que colgaba en su armario y se acercó para sentir su aroma concentrado y abrazarse a la prenda como si se tratase de la misma Jeongyeon.
Solo entonces, el llanto la abandonó con más fuerza y sin piedad.
Lo había arruinado.
Ahora no sólo le había mentido, también la había engañado para meterse en su cama y temía que Jeongyeon no se lo perdonara jamás, aunque no era así de cruel si lo veía desde su perspectiva pues, ella la amaba.
Pero estaba casi segura de que la alfa se molestaría tanto cuando lo supiera, que si decidiera apartarse, no podría culparla. Iniciar una relación a base de secretos y mentiras no era la mejor opción, y quizás no era el más grave de los secretos, pero eso no la hacía menos culpable ¿o sí? Nayeon se recostó sobre su cama en posición fetal.
De todos esos años lo único de lo que se había apropiado de su alfa era de esa delicada y suave prenda que deslizó de su bolsa, aquel almuerzo que compartieron algún miércoles de la primavera pasada y por un segundo temió de ser descubierta. Pero era en instantes como esos, cuando le ganaba la melancolía y se recriminaba el no haber sido más escurridiza y tomar dos o tres prendas más.
Diablos, ¿cuándo? Si esa había sido la primera vez que había ido a su casa y ni siquiera se había puesto a pensar que su omega la extrañaría desde el instante en el que ya no la pudiera ver por el retrovisor. ¿A quién quería engañar? Ya la extrañó cuando aún no se iba del todo, la extrañó cuando le sonrió con ese tierno eyesmile intentando tranquilizarla cuando la halló llorando al pie de su cama, la extrañó cuando le dedicó ese suave saludo tímido sobre los labios antes de salir de su apartamento, cuando la marcó con su delicioso aroma en el estacionamiento, cuando la abrazaba de despedida ya la estaba extrañando.
—Estoy perdida... —Musitó Nayeon, pegando la suave tela contra su mejilla, recostada en medio de su cama, lamentándose.
La necesitaba, y haber estado con ella de ese modo tan íntimo había complicado todo para peor, porque por supuesto que encajaban perfectamente en brazos de la otra, y siquiera podía correr a buscarla, pues le había dicho que debía recoger a su hermana que llegaba de, bueno no recordaba de dónde era que llegaba de viaje.
Rayos, había tanto que no sabía de ella por ese tonto temor que se había infundado a sí misma y que había limitado tanto esa relación por insistir en su amistad. ¿Cómo era que dijo que se llamaba su hermana? Era un nombre bastante familiar.
La alfa miró su móvil por milésima vez en ese día, algo preocupada por no encontrar una respuesta de Nayeon, mientras de tanto en tanto checaba la puerta de desembarque.
—¡Dahyunnie! —Exclamó la pelicorta al ver a su hermana menor llegar con gran entusiasmo.
La joven omega de piel clara, relucía como la luz del sol y su cabello largo y oscuro contrastaba tan bien en ella, quien dibujó su característica y gran sonrisa alegre cuando halló a su hermana mayor de pie detrás del cordón de desembarque.
—¡Jeongyeon unnie! —Exclamó apresurando el paso para fundirse en los brazos de su mayor. —Ahg, solo fueron dos días, unnie. —señaló, dándole un empujón a su hermana, quien respiraba su dulce aroma a malvavisco y está rió, cuando descubrió la pronunciada marca en su cuello.
De pronto todo el semblante en la alfa se puso muy rígido.
—Explícame. —Exigió Jeongyeon, enredando sus brazos sobre su pecho. Pero por supuesto que su hermana menor no era omega que pudiera intimidar.
—Debía cubrir un evento fuera de la ciudad y estuve de acuerdo con mi celosa alfa de que ya era tiempo de formalizar nuestro lazo. Eso es todo lo que debes saber. —Musitó la omega extendiendo su maleta.
La alfa presionó la mandíbula, sintiendo ese desagradable antagonismo con su ahora, oficial cuñada.
—¿Te mordió antes de irte? Eso no es nada bueno para ti Dahyun-ah, deberían estar juntas luego de formar un lazo, podrías haberte deprimido fuera de la ciudad, ¿qué rayos le sucede a esa alfa tonta? —Exclamó molesta, pero la menor la detuvo con un beso en la mejilla.
—Estoy bien, unnie... —Musitó la tranquila omega aunque con expresión de diversión —Yo fui quien le pidió que hiciéramos nuestro lazo antes de irme. Ella no quería porque, al igual que tu, cree que soy una omega débil que no puedo cuidar de mi misma. De todos modos, ya la veré esta noche en casa, solo quise que vinieras por mí porque ella está muy ocupada en su trabajo ahora y no quería encontrarme sola en el aeropuerto. Por favor, no cuestiones todo. —Le regañó con los ojos entrecerrados, cuando su mayor se removía con evidente molestia.
—Veo que estás bastante bien. —Gruñó la pelicorta, arrastrando su maleta.
La omega se acariciaba la marca con añoranza, ignorando el sarcasmo de su hermana.
—La extraño, pero ha sido más llevadero de lo que creí. Me llevé algunas de sus prendas e hice un nido para descansar, pero no he tenido demasiado tiempo para ponerme a pensar, fue realmente exhaustiva toda la jornada... —Se acercó a ella y suspiró algo asqueada. —Tu hueles a omega...
—¿A omega? ¿Lo crees? —Su semblante se tensó de pronto.
—No hay duda de eso. O bueno, como todos a mi alrededor huelen mal, quizás no deberías fiarte de mi. —Señaló la omega bajando la mirada, algo sonrojada.
—¿A qué huele? —preguntó con deseos de comparar lo que ella llevaba sintiendo hacía varias horas.
—Como a uva dulce, aunque agrio... —Musitó arrugando la nariz.
Jeongyeon sonrió de lado.
—Es Nayeon, ¿sabes? Creo que ella es la omega y por alguna extraña razón que desconozco no desea que lo sepa. —Expresó esperando la respuesta en su hermana.
—Ay unnie, ¿acaso aún no aclaran ese asunto? Vaya que eres ciega Yoo... —Señaló la omega menor, dejando la afirmación en el aire.
—Bueno, creo que la única idiota que vive ignorando la realidad a su alrededor soy yo, ¿verdad? —Reprochó mediante un suspiro que le sacó una risita a su hermana.
—Unnie, ella es muy guapa y agradable. De hecho, está especialmente interesada en ti desde siempre. —señaló a la par.
Jeongyeon asintió confirmando sus palabras.
—Ahora lo sé... ¿Por qué crees que no ha querido hablar del tema aún? —Cuestionó a su menor, quien presionó los labios, pensando muy bien en su respuesta.
—Por temor supongo. Momori me comentó algo sobre ese asunto, pero no creo ser la indicada para hablar. Deberían hablar de frente con Nayeon unnie. —Expresó tan segura de sus propias palabras.
—¿De verdad tenías que hacer un lazo con esa alfa tonta, Dahyun? —Bufó volteando los ojos, al oír nuevamente el nombre de aquella alfa japonesa.
—¿Sabes que ella lo sabrá pronto verdad? No puedo vivir ocultando que eres mi hermana para toda la eternidad, unnie. —Le reprochó aún molesta por la actitud de su hermana.
—Al parecer todos ocultamos algo en esta vida, mocosa... —Musitó la alfa, entre dientes presionados.
—Es totalmente absurdo. De hecho mi relación va a cumplir un año, ya deberías aceptarlo y superarlo. —Habló a la vez que sonreía mediante mensajitos en su móvil. —Sigo creyendo que esa tonta rivalidad entre ustedes se acabaría si se dieran una oportunidad de conocerse... —Habló Dahyun, con seguridad.
Jeongyeon volteó los ojos ante sus palabras.
—Sigo reclamándome ese día que te recomendé la cafetería de Nayeon, deberías haber ido al Starbucks que está cerca de tu estudio, entonces no tendría que emparentar con alguien tan desagradable... —Gruñó, mientras llegaban al parking del aeropuerto.
—Ella es mi alfa en el universo unnie, así no me hubieras recomendado la cafetería de Nayeon unnie, hubiéramos coincidido de otro modo. La vida es un pañuelo. —Respondió casi de inmediato, cuando su hermana cerró la cajuela del auto con expresión en desacuerdo con sus palabras.
—La vida me castiga con una hermana que disfruta de llevarme la contraria, una amiga ocultista y otra demasiado gruñona. He sido débil... —Musitó con la voz demasiado baja, haciendo reír a su hermana con más ánimos.
—Pobre alfa sufrida, ¿habrás sido una asesina en serie en otra vida y estás pagando en esta? —Musitó con diversión ganándose un empujón de su hermana, ante sus burlas infantiles.
—Entonces, ¿Se irán a Japón? —Musitó Jeongyeon bajando la mirada con evidente disconformidad.
Dahyun miró a su hermana con el asombro en sus ojos extendidos.
—¿Cómo supiste que...
—Contactos. —Le interrumpió la mayor, haciendo a la omega voltear la mirada, nuevamente.
—Iremos cuando ella se gradúe, pero solo será de vacaciones unnie, viviremos aquí, lo prometo —Tranquilizó a su mayor con una suave caricia sobre una mano.
La alfa abrazó a la menor por los hombros con su brazo libre, mientras la escoltaba a la puerta de copiloto.
—¿Cuándo has crecido tanto Dahyunnie? Aún siento a mamá diciendo que llegarías pronto con toda esa histeria... —Expresó la voz repleta de nostalgia. Dahyun solo sonrió con ternura.
—Eso pasó hace mucho unnie, ya supéralo. —Acabó la menor cerrándole la puerta del auto a su hermana en la cara.
La mayor se dirigió al volante entre risas, aunque sabía que su buen humor se debía a que estaba más cerca de regresar a casa, para poder hablar con Nayeon como llevaba deseando desde que la había dejado temprano por la mañana, después de la maravillosa noche que compartieron en el secreto a voces que resguardada la habitación en su apartamento, en donde aún se impregnaba su dulce aroma.
La suave respiración se oyó como si estuviera en el aire, ella la percibió como lo haría con una de sus caricias, con los ojos cerrados, lista para sentir todo lo que la arrollaba en su efecto.
—¿Estás ahí? —preguntó con la voz muy grave.
La omega se absorbió el labio inferior al recibir sus palabras. No hubiera imaginado jamás todo lo que extrañaba el sonido de su voz, y solo habían compartido una sola noche.
—Si, aquí estoy. —Respondió, luego de un instante que la alfa del otro lado sintió eterno, como la distancia en la que la había sumergido cruelmente durante todo el día.
Nayeon se había tardado medio día en responder sus mensajes y Jeongyeon había entendido que necesitaba su espacio, pero eso no quitaba que estuviera de un lado al otro en espera de una oportunidad para hacer la bendita llamada.
—¿Cómo fue tu día? ¿Cómo te sientes? —Preguntó su verdadero interés.
La sola idea de que ella se sintiese incómoda o quizás molesta con ella, merodeó en su cabeza, llenándola de preocupaciones durante todo el día, pues Nayeon no solía tardar tanto en responder un solo mensaje. "Karma, le llaman", se reclamó la alfa por enésima vez.
—Estoy bien... ¿y tú? —Quiso saber la omega, consciente de que había estado ignorando sus mensajes todo el día por estar ocupada autocompadeciéndose.
—Estoy bien, Nayeon... —Respondió a la amabilidad de su pregunta.
Extrañaba la bondad que se sentía hasta en la punta de sus dedos, cuando le acariciaban, ella era tan dulce siempre, recordó Jeongyeon.
—Quería... —Dijeron en unísono y una suave sonrisa se complemento en sus rostros en sintonía.
Nayeon se sonrió de lado en lo que intentaba reprimir sus deseos por confesarle todo su amor y Jeongyeon se rascó la nuca ante la ternura que le provocó el modo en el que pronunció la misma palabra que ella, y su eye smile se marcó tan encantadoramente, que Nayeon se hubiera derretido si pudiera verla.
—Habla tu, te oiré. —Musitó la mayor, apoyada contra el marco de la ventana de su apartamento, observando las estrellas brillar en la penumbra de la noche despejada.
—Quería decirte que lo que sucedió anoche, fue... —Respondió al instante en el que se recostaba sobre su cama. —No sé como explicar todo lo que siento aún Nayeon, mi corazón parecía querer escapar de mi pecho todo el tiempo. —Mencionó la alfa aún deslumbrada y rebosante de entusiasmo.
Nayeon corrió la lágrima que se escapó de uno de sus ojos y parpadeó para retener las del otro ojo. ¿Cómo no iba a ser bueno, si la estaba amando en cada instante? Se cuestionó, reteniendo un sollozo.
—Tu me respetaste más que nadie Jeongyeon, eso hizo del instante tan perfecto y único... —Comentó Nayeon, con una sonrisa amarga en sus labios.
—Lo sé, pero te invité a cenar y luego me dejé llevar sin asegurarme de que tu estabas segura. Debí pensar mejor mis acciones. No me siento para nada orgullosa de haberme aprovechado de tu confianza, Nayeon. Fue una estupidez de mi parte, perdóname por favor. —Se sinceró ganándose su total atención. —¿Nayeon? —La nombró, creyendo que se había acabado la llamada.
—Te estoy oyendo, alfa... —Respondió realmente conmovida con sus palabras. A estas alturas de la conversación ella no podía detener sus lágrimas, pero esta vez sostuvo la sonrisa.
—Nunca compartí algo similar, te haz vuelto mi motivación y mi sentir, después de esta noche temo... te-temo que todo dentro de mi se niega a vivir sin ti... —admitió apenada, sin saber que estaba garantizando la sonrisa que se mantenía en el rostro de aquella omega, quien la oía con las mariposas fisgoneando en su estómago sin cesar.
—Yo también debería de disculparme contigo por haberte provocado de ese modo... —Respondió.
Aunque Nayeon quisiera disculparse por muchas otras cosas más que había hecho mal, sabía que era mejor hacerlo personalmente, se lo debía.
—Es increíble todo lo que me haz hecho sentir, es demasiado fuerte. —Musitó la alfa.
La omega se tomó un instante para respirar pues creyó que le quitaría el aliento con tantas verdades.
—Por momento temí de perder el control sobre mi misma y me dio miedo ¿sabes? —Casi al instante de pronunciar sus palabras, Jeongyeon se ruborizó y se recordó perdiendo la cabeza entre sus caricias, la noche anterior.
—No debí haberlo hecho, perdóname.
—No necesito tus disculpas, te necesito a ti, Nayeonnie... —Comentó, ensanchando la sonrisa al imaginarla intimidada por sus palabras, pues era ella quien estaba siendo sugerente esta vez —Tu provocas demasiado en mi y todo a la vez —Habló confundida de esos sentimientos que la invadían desde hacía pocos días y que la dominaban íntegramente.
—Debo confesar, que cada cosa nueva que conozco de ti hace que me gustes más. Lo que descubro solo provoca que te extrañe, que quiera compartir cada segundo de tu vida junto a ti, invadirte con todos estos sentimientos, colmarme de ellos, llenarme de ti... —Murmuró con aquella sedosa voz con la que siempre marcaba cada una de sus acciones en su memoria.
Jeongyeon tragó al oír sus confesiones.
—Rayos Im Nayeon, eres un peligro tras el teléfono... —Agregó ante sus palabras, como si le comentara un secreto de estado y ese gusanillo que se movía con insistencia en la boca del estómago con cada cosa que ella le decía, la descolocaba un poco más.
—Puedo seguir confesando todo lo que siento por ti, si eso deseas, cariño... —Dijo tornando la voz ligeramente ronca, generando que la alfa vuelva a sentir lo que desataba en todo su interior con cada una de sus palabras.
—Nayeonnie... —Respondió como ella esperaba que lo hiciera, con curiosidad y anhelo.
—Tengo más confesiones para ti, Jeongyeonnie. —Esa sonrisa que parecía haberse sellado en sus labios se acentuó aún más y quien la viera, encontraría el brillo que se iluminó en su mirada como reflejos de sol al oír como su alfa correspondía aún sin comprender su conexión.
—Con gusto oiré todas tus confesiones, preciosa. —Consintió la alfa sin poder evitarlo.
Desde que la oyó decir lo que sentía por ella la noche anterior, y que había estado ocultando durante todo el tiempo que llevaban viéndose, sentía que le era tan sencillo y natural oírla hablar de sus sentimientos con tanta liviandad. La omega le regaló un suspiro que la envolvió, como lo harían sus brazos.
—Necesito verte en este instante... —Agregó a sus palabras y fue ella quien se ganó un suspiro de su parte.
—Si-si quieres puedo... —Comenzó en su tartamudeo de ansiedad, pero aunque no quisiera, Nayeon la interrumpió para negarse.
—Será mejor que nos veamos mañana alfa, en el ensayo de la boda. —Dijo con un murmullo, ganándose una risa nerviosa de su parte.
—Lo siento, tienes razón.
Compartieron unas risas sin explicación ni motivo. Era tal la satisfacción de encontrarse en el mismo canal, ese en el que se pertenecen una a la otra irremediablemente y poco a poco iban asimilando.
—Jeongyeon, me muero por estar contigo, quiero que no lo olvides un solo instante... —Continuó con la conversación —Porque necesito que hablemos de un detalle más, antes de seguir con esta... relación. —Musitó la omega sabiendo que era hora de ser valiente y honesta con ella, si aún podía soñar con un futuro a su lado.
—De acuerdo, hablaremos entonces cariño. —Aceptó de inmediato, con esa sonrisa que no había podido reemplazar desde hacía un rato, exactamente desde que la había oído responder al teléfono.
—¿Me invitas a cenar? —Consultó la omega con ansias, ganándose una risa simpática de Jeongyeon.
—Cuando tu quieras y en donde tu quieras... —Ofreció desmedida.
—Contigo Jeongyeonnie, ese es el único detalle que me importa, que sea solo contigo. —Respondió después de una tierna carcajada, sintiendo el intenso brinco de su corazón.
Lo único que esperaba la omega de ese encuentro, era no perder todo lo que había avanzado con su alfa, una vez supiera toda la verdad.
Era viernes por la tarde, dos días después de ese revelador miércoles que había sido tan revelador para la alfa y maravillosamente aterrador para la omega.
Hacía una espléndida tarde de fines de otoño, ni muy fresca, ni muy ventosa y los árboles estaban ya desnudos y listos para enfrentar el frío invierno que pronto azotaría la ciudad.
Nayeon se acomodó la tiara que rodeaba su cabeza, sosteniendo su hermosa cabellera larga que caía en ondas definidas por su espalda. El suave maquillaje acentuaba la belleza de sus rasgados ojos castaños e iluminaba sus deliciosos labios en su rostro y solo llevaba uno de esos conjuntos cute que tanto utilizaba en el diario de saco y falda, que combinaba muy bien con la mascada de su alfa púrpura claro, la cual había decidido llevar ese día.
Como era de esperar, Im Nayeon se miraba preciosa cuando salió de su auto y caminó sin prisa dejándose llevar por la suave brisa fresca de la temporada, intentando ignorar que sus rodillas amenazaron con dejarla caer de los nervios que afloraron.
Tragó en seco cuando se identificó en la puerta y ese aroma la arrolló con tanto vigor como aquella primera vez, ahora que era completamente genuina. Justo a tiempo... no era novedad que ella era siempre tan puntual. Recibiendo de ese maravilloso aroma, aseguró que no había estado exagerando y que con cada encuentro su atracción con la alfa se hacía más irremediable.
Solo fueron algunos segundos que tardó en estar junto a Tzuyu, dedicándole unas cálidas palabras de apoyo y deseos de felicidad incondicional, cuando sintió esos ojos sobre ella que provocaron que vibrara todo en su cuerpo.
—Unnie... —Musitó Tzuyu y su voz se oyó temblorosa mientras sostenía la vista detrás de ella.
—Lo sé... —Asintió Nayeon, dibujando su trémula sonrisa que pretendía verse segura.
—No está usando neutralizadores —Jadeó Tzuyu, cubriéndose la boca con sus manos ante su descubrimiento.
—No. —Admitió, sintiendo el fuerte rubor que, estaba muy segura, inundaba su rostro.
Tzuyu entendió que no lo había notado pues había estado siempre tan acostumbrada al aroma de quien fue su jefa durante varios años y quien era una buena amiga.
—Cielos... ustedes-ustedes deben hablar, unnie. —Murmuró la menor, resintiendo la tensión de la alfa a quien Nayeon no quería enfrentar, pero que sabía que estaba esperando una respuesta.
El ambiente se había tensionado como si de humo se tratase y las cubría a ambas en primer impacto.
Nayeon podía sentir como todo de su ser correspondía a ella, deseaba hincarse frente a ella, tomarla con sus manos, sentirla junto a ella, pegarla contra su cuerpo. Tragó seco nuevamente.
—¿Hay acaso un espacio aquí que pueda, quizás, darnos un poco de privacidad...? —Consultó la mayor y Tzuyu asintió reiteradas veces antes de responder.
—Por-por supuesto que sí, las habitaciones de este piso están todas vacías, las únicas en uso son esta y la de Jihyo en frente. —Señaló con nerviosismo, sin poder dejar de ver hacia atrás de ella.
Nayeon sonrió intentando transmitirle a la omega menor, una tranquilidad que no era capaz de sentir en ese instante.
Su aroma se encontraba casi debajo de su nariz, como aquella primera vez, el corazón en su pecho parecía que se escaparía sin su permiso y juraba que si daba un paso atrás, la tendría contra su espalda. Más sabía que estaba a varios pies cruzando la puerta, atónita, podía imaginar. Diablos, esa conexión era de otro planeta.
—¿Estarán bien? —Consultó la taiwanesa con repentina preocupación. Nayeon sonrió dejando un pellizco en su mejilla.
—Estaremos bien cariño, solo aclararemos algunos pendientes. —Musitó, cerrando los ojos al sentir el amargor en el chocolate que identificaba a su alfa cuando estaba angustiada o molesta, muy molesta.
—E-ella se ve furiosa unnie... —Respondió Tzuyu intranquila.
Nayeon hubiera preferido no oír sus palabras.
—Todo estará bien, confía en mí. No nos tardaremos. ¿De acuerdo? —Musitó la omega mayor, con la voz entrecortada.
—El ensayo puede esperar... —Señaló Tzuyu, presionando la mano que le sostenía su unnie, quien sonrió ante sus palabras.
—Es bueno tenerlo en cuenta, pero estaremos ahí, confía en tu unnie. —Musitó dejando un nuevo apretón de mano y dando un largo respingón, respirando valentía.
—Ella comprenderá... —Musitó la menor, como muestra de apoyo.
Nayeon sonrió antes de voltearse, para enfrentar a su alfa, al fin.
¡Hola estoy aquí! Acabo de hacer uno de los capítulos más fabulosos que existen, el que le sigue a este *risa nerviosa* pero me detuve para editar este para ti, así ya lo puedes leer.
Que duermas bien, dulces sueños.
Te adoro, tu JazUnnie🌻
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