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1°History

Este es un one-shot (una historia corta), por lo que no habrá continuación. Espero que os guste.

. . .

En una mañana calurosa de verano, iba caminando una chica de 14 años con un ramito de flores que ella misma fue recogiendo de camino a la casa de su amigo.

Cuando llegó –que fue en 15 min–, tocó el timbre, dorado y reluciente. La casa era de dos pisos, grande, blanca, y bien cuidada.

Esperó unos momentos, hasta que oyó unos pasos, y vio como la puerta marrón, de roble, estaba siendo abierta por la madre de su amigo. Agitar la mano en forma de saludo fue lo único que se le ocurrió hacer a la chica. La madre, como en todas las ocasiones, puso una sonrisa y la dejó pasar para luego decir: —¡Hola cariño! Si lo buscas, está arriba, en su habitación.

La chica, haciéndole caso a la mayor, fue subiendo las escaleras hasta llegar a una puerta blanca, con pegatinas coloridas por todas partes, y unas letras azules, que juntas, hacían un nombre. <<John>>, ése era el nombre de su queridísimo amigo, y el chico que le esperaba al otro lado de la puerta. Como siempre, por seguridad, primero tocó la puerta y preguntó si podía pasar, y cuando oyó un «pasa», abrió, y dio un paso hacia el interior de la habitación.

Cuando Jhon vio a su amiga, se levantó de su cama, dejó su libro al lado de su almohada, y corrió hasta la puerta para agarrar el brazo de la chica, tirarla encima de su cama, y cerrar su puerta con pistillo.

La chica lo miró desconcertada. John, con una mirada sombría, acercándose a su objetivo, gritó: —¿¡SHEILA, DÓNDE ESTUVISTE TODO ESTE TIEMPO!?—. La nombrada, tras salir del aturdimiento, agarra a John de los hombros, se sienta en la cama y empuja a su amigo a su lado, y lo abraza. A la chica le comienzan a salir lágrimas, sus ojos se enrojecen, y el chico se da cuenta cuando oye un sollozo. John, asustado y preocupado de que la haya hecho llorar, deja su molestia a un lado, se sienta al lado de su amiga, y le acaricia la cabeza. —Tranquila... Siento haberte gritado...–dice con voz suave–Pero...Te llamaba por el móvil, ¡Y no contestabas! ¡Es que me tenías muy preocupado!– después de un tiempo en silencio, y un semblante preocupado, dijo: –¿Te hice daño al tirarte?—mientras agarraba la cabeza de la contraria y la examinaba con exactitud, para saber si se había hecho algún daño.

El chico, esperando a que ella hablase, se quedó en silencio por varios minutos. —¿Por qué no dices nada?— Le pregunta John a Sheila. La chica, preocupada, pensando en cómo decírselo, se levanta de la cama, y agarra una hoja y un bolígrafo para comenzar a escribir. John, no sabiendo qué estaba ella haciendo, también se levantó, pero cuando quiso dar un paso hacia su amiga, ésta se dio la vuelta, encarándolo, mientras le mostraba lo que escribió: <<Me he vuelto muda, no puedo hablar.>> El chico se quedó tieso. No entendía cómo aquello le pudo haber ocurrido.

Reuniendo fuerzas, le preguntó, y la chica pasando de hoja y comenzando a escribir, se lo explicó:

A principios de verano, yo estaba caminando hacia una tienda, para que, cuando cruzo por un paso de cebra, un ciclista que no estaba prestando atención a la carretera, me "atropelló".
Mi cuerpo, tal como es, sólo tuvo unos cuantos rasguños, moretones, y me tuvieron que dar unos puntos, pero en el golpe, la cabeza del ciclista golpeó duramente mi cuello. Los doctores me dijeron que tuve suerte de no quedarme paralítica, o de que me metiese la nuez para dentro matándome...
Estuve internada todo este tiempo que no nos vimos en un hospital.

—¿¡Porqué no me dijeron para ir a verte!?— chilló John, con los ojos cristalizados por la rabia.

«Estaba en otro lugar, no en el pueblo. Había ido a unas vacaciones de 3 días cuando ocurrió, y no queríamos haceros ir por nada» escribió la chica.

—¿¡TU SALUD NO ES NADA!?- Vociferó con más fuerza que la anterior vez mientras abrazaba a la chica con fuerza.

Sheila, conmovida, le devolvió el abrazo.

Se quedaron así por varios minutos, esperando el momento en que sus lágrimas dejaran de salir.

—¿Y qué pasa con tu sueño de convertirte en cantante...?- Dijo el chico destrozado, volviendo a sollozar.

La chica, recordándolo, se tensó, y se le escapó un sollozo.

Su más anhelada y antigua meta, había sido destrozada en sólo un fin de semana.

Le comenzaron a caer varias lágrimas, como si de dos ríos se tratasen.

Los chicos se quedaron llorando hasta el cansancio, y durmieron juntos, sin romper el abrazo.

La madre, cuando abrió el pistillo –¿Quién iba a dejar que su hijo pudiera cerrar la puerta sin nada para abrirla por su cuenta?– , y luego la puerta, entró a la habitación con una bandeja, llevándoles algo para beber. Se anonadó al verlos abrazados, acostados en la misma cama, con los ojos rojos, y varias lágrimas por sus mejillas.

Decidió taparles con una sábana, llamar a los padres de la chica diciendo que se iba a quedar a dormir en su casa, y dejarlos tranquilos, en su pequeño mundo de amistad.

La madre aún no entendía por qué ninguno se confesaba, siendo muy obvio que tienen setimienos mutuos.


...

Colorín, colorado, éste one-shot-cortito se ha acabado.

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