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09 ┆ Dolor

La flecha fue disparada con velocidad hasta perderse entre frondosos arboles, espantando a un par de aves que tranquilas se encontraban posadas sobre las ramas.

──Lancelot... Puedes volver a repetirme porque debo aprender este arte del...── Me voltee buscándolo con la mirada, encontrándolo con su rostro cubierto por una de sus manos, decepcionado y apunto de reírse. ──Arco... ¡¿Acaso te atreves a reírte de mí?!

Este no aguanto más estallando en risa que se encontraba contenida. ──Eres pésima, rosita──dijo entre carcajadas. ──No es cuestión de reírme de ti, sino de tu total falta de... habilidad.

──No me llames así. ── Respondí frunciendo el ceño.

──Entonces, asegúrate de apuntar mejor. ──Se cruzó de brazos, con esa expresión mitad fastidio, mitad diversión. ──Si estuvieras en batalla real, ya estarías muerta. O peor. ──

──¡Podrías enseñarme en lugar de burlarte! ──espeté, bajando el arco con fuerza.

Lancelot ladeó la cabeza, estudiándome en silencio por un segundo, como si decidiera si valía la pena el esfuerzo. Finalmente, avanzó con calma hasta quedar a mi lado.

Volvi a mirar hacia la diana donde se supone que debería estar la última flecha lanzada, pero antes de tantear con la cuerda del arco, sentí su presencia detrás de mi. Su mano viajo hasta la mano que agarraba la madera con delicadeza erizándome la piel en el proceso, mientras que su mano libre viajo hasta posarse en mi hombro con el objetivo de guiarme.

Pero como esperaba que me concentre si, su sola presencia me tenía tan... distraída. Su cálida respiración choco contra la piel de mi oído como una suave brisa, haciéndome tragar duro. Sus dedos rodeando los míos guiándome en la accion de tensar la cuerda del arco.

"Ve lento... No te apresures" Cada una de las vibraciones de su voz corrió por la sensibilidad de mi piel, seca pero atenta. "Respira..."

Seguí sus palabras. Inhalé hondo y tiré de la cuerda con cuidado, sintiendo cómo los músculos del brazo se tensaban. La cuerda vibró levemente entre mis dedos al alcanzar su punto máximo.

Los latidos en mi pecho me impedían concentrarme, su mano posada en mi hombro bajo hasta mi codo en un lento movimiento, posicionándolo en la pose perfecta para el lanzamiento de flecha.

El mundo pareció encogerse. Ya no estaba el bosque, ni las ramas, ni siquiera el sonido del viento. Solo la línea invisible entre la punta de la flecha y el centro del blanco. Y... su voz...

──Ahora. ──

Lo Solté.

La cuerda tembló al liberarse, y la flecha cortó el aire en un zumbido breve, limpio... hasta clavarse en el punto del objetivo.

Parpadeé, apenas creyéndolo, pero Lancelot fue quien rompió el silencio.

──Nada mal── murmuró, aunque en su tono aún flotaba cierta sorpresa. Caminó hasta el blanco y golpeó la madera cerca del impacto. ──Para ser tu decimo intento del día...

El asombro no salía de mi rostro. Hasta que por fin reaccione, lanzándome hacia Lancelot cubriendo su cuello con mis brazos junto a un pequeño grito de felicidad. "Lo hice! "

Sentí su cuerpo tensarse ante mi toque sorprendido por mi acto, sin saber dónde o como poner sus manos. Y antes de que sus manos tocaran la parte superior de mi espalda paro. "Claro... Claro que lo hiciste. Ahora descansa, iré por agua. "

De un momento a otro este se había ido, pero el toque de sus manos seguía vivo en mi piel. como una marca invisible que ardía en silencio. El calor de sus dedos parecía haberse impregnado en cada poro, dejando un rastro casi tangible que no desaparecía. Intenté apartar la sensación con un leve movimiento, frotando mis brazos, pero era inútil. Era como si su esencia hubiera quedado anclada a mí, persistente y pesada.

Pero ahí estaba de nuevo el. Lo sentía, no era extrañes que siempre estuviera. Pero porque un pequeño felino podría causar tanta molestia.

Voltee hacia la larga mirada amatista que se hundía en mi alma y pecho. Pero esta vez fue diferente.

No maullaba ni se movía, solo observaba. Sentí que si lo miraba demasiado, algo dentro de mí se rompería. Apreté los labios y desvié la mirada.

Un punzante dolor de cabeza me hizo estremecerme, lo que causó que cerrara los ojos con ira.

El zumbido en mi cabeza se intensificó, convirtiéndose en un punzante dolor que me hizo estremecerme. Cerré los ojos con fuerza, sintiendo cómo el mundo a mi alrededor se desdibujaba.

La presión se volvió insoportable, y cuando los abrí de nuevo, ya no me encontraba en el mismo lugar.

Las frías paredes del castillo me rodeaban, fuera por los altos ventanales, la niebla cubría todo a su paso negándome la vista de lo que una vez estuvo las variadas casas de Liones. Avancé con pasos débiles, mi cuerpo dolía con cada paso y a mi pecho llegaba el sentimiento de largas agujas. 

Mientras grandes recuadros de la familia real se abrían a mi paso, pero cada uno de ellos se encontraba con sus ojos distorsionados, totalmente difuminados y ciertas partes de la tela rotas en trizas.

Ciertos susurros de la habitación continua llamaron mi atencion. Atenta a cualquier cosa que lograra percibir, con cuidado me acerque en busca de escuchar.

"Padre... ¿Hasta cuándo la necesitaremos?" Conocía esa voz, era Tristan. ¿Pero a quien se refería?

"Hasta que tengamos la confianza total suya y podamos utilizar a nuestro antojo su poder, Evangeline nunca se dará cuenta, es muy ilusa". Respondió frio, seco, que hizo que mi pecho se apretara.

Un escalofrío helado me recorrió la columna. El peso de esas palabras me aplastaba, aunque no entendía por qué. Antes de poder cuestionarlo, la visión comenzó a desmoronarse, las figuras se desvanecieron y el palacio de disolvió en gotas.

Y al abrí los ojos de golpe, me encontraba de vuelta en aquel bosque, pero aun asi el zumbido en mi cabeza no lograba desvanecerse. Ardía. Quemaba.

Hasta que un fuerte latido en mi corazón hizo que todo mi cuerpo se mantenga estático, pare de respirar por un momento, sin ningún éxito en que el aire cruce por mis pulmones.

Caí de rodillas a el pasto. ¿Qué ocurría?


Caminaba a paso ciego por los pasillos del castillo, cada paso más débil que el otro. Cada vez una nueva punzada llegando al fondo de mi pecho. Mis piernas estaban a punto de fallarme, hasta que tropecé.

Un paso en falso me terminaría dejando justo al frio suelo de adoquín. Pero antes de que sucediera unos cálidos brazos me cubrieron, volviéndome a sentir segura. Mi vista se encontraba nublada, no lograba divisar el rostro de la persona que me ayudo.

Sus labios se movían, pero no entendía nada. No lograba escuchar nada. Pero mi cuerpo se sentía seguro a su lado.

Antes de que pudiera articular palabra, inclinó su cabeza hacia la mía y topó su frente contra la mía. Una corriente de energía tibia se deslizó desde el contacto, como si absorbiera el ardor que me quemaba desde dentro. El alivio fue casi inmediato; el peso en mi pecho se disipó, y el zumbido en mi cabeza se apagó lentamente.

Recuperando la vista y la audición. Visualizando su pelo grisaceo.

El castillo se sumió en un silencio espeso, roto solo por el retumbar lejano de pasos en los pasillos. Pero allí, en ese breve instante, solo existíamos nosotros dos.

No puedes seguir así, —susurró Tristán, sin apartar su frente de la mía.

Pero el... Me había traicionado.

Pero no podía odiarlo. Me sentía... Protegida cerca de él, el zumbido de sus latidos la calidez de su piel. ¿Por qué me hicieron eso Tristan? ...

No me habia dado cuenta cuando cerre mis ojos, totalmente rendida ante sus brazos.  

---HOLAAA AQUI TRAYENDOLES UN NUEVO CAP JIJII.

---Debo admitir que hoy no fue un buen día en mi instituto. 

---ESPERO QUE ESTA VEZ SI PAREZCA LA PERSONALIDAD DE LANCELOT.

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