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El perdón

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Gulf jamás pensó el sentir semejante incertidumbre en su vida. Su corazón martillada mortificado dentro de su pecho, queriendo una sola cosa de una vez por todas. El saber la verdad. Nunca en su vida había entendido porque tanto odio hacia él por parte de su madre. Cuando a Type siempre lo había cuidado y protegido, amándolo a cada segundo de su vida. Y a él, lo único que le provocaba era miseria, dolor, frustración al no saberse querido por parte de su progenitora.

Aunque tratará de alejar el dolor que sentía ante la posibilidad de un sin fín de palabras hirientes y dolorosas, como ser humano no podía evitar el querer saber todo de una vez. No pudo contener una lágrima cuando observó la mirada hiriente de su madre. Y lo único que encontró en ella fue odio, odio hacía su persona. Y solo pudo incrustar las uñas contra sus palmas, en un intento de calmar el dolor que crecía en su pecho.

----- Dime madre ¿Por qué me odias tanto? ----- Mirando a los verdes ojos de su hijo, Anong sintió la ira hervir en su interior, y acercándose con pasos lentos hacía el chico de cabellos negros encaró su rostro lloroso, y susurró suave las palabras que tanto lastimaron al chico.

----- Porque eres como ella. Con tus malditos ojos verdes, y esa cara de inocencia que me enferma ----- Las lágrimas se desbordaron sin ningún control o barrera, y Gulf sintió como su cuerpo temblaba y todo comenzaba a verse borroso ----- El saber que sonríes sólo consigue que mi odió por ti crezca más. Provocaste que el amor de mi vida se fuera, y me quitaste a tu hermano. A mí único tesoro ----- Negando, Gulf se tapó los oídos, tratando de no escuchar más.

----- ¡Basta! ¡Type murió por ese accidente! ----- El sonido de aquella voz, estaba causando un fuerte dolor dentro de su corazón. Mientras que, para muchos el tan solo escuchar la voz de su madre era un alivio, para él no era más que sufrimiento y tortura.

----- ¡Anong basta! ----- Girándose hacía su gemela, la mujer la miró con el mismo odio.

----- ¿Qué? Acaso quieres seguir escondiendo los recuerdos. Hiciste una pregunta, ahora confórmate con la respuesta ----- Jennie miró a su hermana, tratando de acercarse, pero en cambió la mujer negó, alejándose todo lo posible de ella.

----- Jennie, por favor.

----- ¡Cállate! ----- Gulf miró el rostro desfigurado de su madre, y cerrando los ojos sintió como se derrumbaba cuando está comenzó a hablar de nuevo.

----- No son más que un par de malditos que me arruinaron la vida. Tú con tus mentiras ----- Dijo señalando a Jennie ----- Y tú con tan solo nacer.

----- Anong, por favor ----- Anong los miró y cerrando los ojos, todo a su alrededor pareció volver al pasado, y con labios temblorosos susurró.

----- ¿Quieres escuchar una historia de tu madre, Gulf?

Anong y Jennie habían nacido un hermoso y nevado día de octubre, un día que en lugar de ser felicidad y dicha para su madre, no era más que molestia para la joven mujer que miraba con ojos críticos hacia la puerta, odiando el olor nauseabundo de las medicinas y el dolor en su vientre tras la herida de una cesárea. El saberse madre le había emocionado muy poco, pues el miedo a no poder cumplir con el papel le carcomía el alma, sin embargo, al tener a aquella nena entre sus brazos supo que todo podría cambiar. Sin embargo, no era una sola nena, sino dos.

Decidió que el mejor nombre para su querida predilecta sería Jennie, un nombre hermoso que contrarrestaba con sus lindos ojos verdes, herencia suya por supuesto. Sin embargo al ver a la otra pequeña, un extraño sentimiento de derrota le embargo al ver que al contrario de Jennie, está tenía los ojos tan oscuros como la noche, tan oscuros como los de su padre. Su nariz, su boca, todo le recordaba a ese maldito que le había desgraciado la vida, y cerrando los ojos no pudo más que repudiar la idea de que esa mocosa también era su hija.

Decidiéndose al final por ponerle simplemente Anong, supo que se arrepentiría de haber conservado a la pequeña, y con los años pudo darse cuenta que así era.

Anong y Jennie crecieron bajo la tutela de su estricta madre,  y pronto se volvieron dos lindas adolescentes, llamativas ante los ojos de los chicos por su belleza etérea y sencilla. Con la única diferencia; 1 de ojos verdes, como las aguas del mar y otra de ojos misteriosos y oscuros como la noche.

La menor, Anong creció de forma dura, y déspota. Siendo siempre castigada por su madre, comparada con Jennie, y sobre todo despreciada por su progenitora. Al llegar a los 16 años se sintió libre de huir de casa, y de por fin dejar la sombra de su hermana. Sin embargo, la presencia de una persona impidió todo plan de fuga. Anong cayó perdidamente enamorada de ese chico. De ojos claros como la miel, y con una hermosa sonrisa que podía llevarla a las estrellas.

Nunca en la vida se había sentido querida, sin embargo, ese chico le mostró lo que era el verdadero significado del amor; de que no era una sombra de Jennie. Que tenía su propia vida, sus propias decisiones, sus propios sueños. No unos forjados por la dureza de su madre, no unas obligaciones impuestas por su dura madre. Solo ella, ella misma.

Pero todo sueño podía quebrarse. Y el suyo antes de lo esperado.

La presencia de su hermana supo que era una amenaza, y terminó por comprobarlo cuando Jennie, escondida tras sus mentiras y arrogancias logró lo que tanto le había costado aceptar a ella misma. Su amor. El amor de ese chico que había robado su corazón.

Siempre supo que odiaba a Jennie por haber sido la preferida de su madre, pero al verla en los brazos de su chico, supo que la aborrecía por su tan sola presencia, y por su maldito parecido. Ese día Anong aprendió su lección y juro jamás volver a ser lastimada. Escondió en lo más profundo de su corazón todos los dolorosos recuerdos, y a pesar de cada una de las excusas de su hermana no la perdonó.

La miró con odio, con asco, y con lo que pronto empezó a forjar su vida propia. Arrogancia.

Parecía increíble como a pesar de los años, toda la historia parecía volver a repetirse. Todo giraba alrededor de un círculo vicioso, terminando donde siempre lo hacía. El principio de todo. Y aunque todo fuera doloroso, y el tormento del pasado volviera a hacerse presente, es mejor saber la verdad. Porque de una u otra forma, está es revelada, mostrando las heridas del pasado, y que también forjaban el presente.

----- ¿A qué viniste? ----- La pregunta abandonó los labios de Gulf con voz rasposa, haciéndolo ver más vulnerable a los ojos de su madre. Anong sonrío con autosuficiencia.

----- Quise comprobar con mis propios ojos las palabras de tu suegra ----- Gulf abrió los ojos completamente asustado ----- Es increíble como hasta la madre de tu marido te odia ----- Aferrándose al espaldar del sillón, Gulf retrocedió.

----- ¿Por qué lo hiciste? Si tanto me odias ¿Por qué me arrojaste a los brazos de Mew? ----- Mirando hacía la nada, Anong negó.

----- Tú no eras gay. Y era obvio que no serías feliz al lado de un hombre. Pero veo que al final me equivoque ----- Gulf la miró con odio ----- ¿Adoptar? Realmente piensas que podrás criar a alguien con tus antecedentes. No eres más que un mocoso malcriado y problemático. Jamás serás un buen padre ----- Tan pronto como las palabras salieron de su madre, Gulf sintió un extraño estremecimiento en su vientre, y aferrándose aún con más fuerza se giró hacía ella, y sacando todo el coraje que pudo, susurró entre dientes.

----- ¡Lárgate! ----- Anong lo miró contrariada durante unos instantes, y luego a Jennie ----- Puede que siempre haya querido tu aprobación, o un poco de tu amor ¿Pero sabés qué? ----- Anong lo miró ----- Ahora me das asco. Y estoy feliz al no ser como tú. Una maldita insensible y  mentirosa, que no le importó lastimar a su propia sangre con tal de vengarse de su mala suerte. Y ten en cuenta algo... ----- Pasaron unos segundos, y luego continuó ----- Yo jamás seré como tú ----- Anong apretó los puños y tras una mirada de odio a su hijo salió de la casa dando un portazo.

Solamente hasta que la puerta estuvo completamente cerrada, Gulf se permitió derrumbarse. Sus piernas, qué tanto esfuerzo habían puesto para mantenerse en pie cedieron hasta dejarlo de rodillas en el suelo. Jennie no pudo evitar llorar ante el dolor que el chico soltaba ante cada lágrima derramada sin control, y arrodillándose hasta él lo tomó entre sus brazos, tratando de controlarlo y hacerle sentir que estaba a su lado. Que a pesar de todo lo que Anong le había dicho, habían personas que estaban dispuestas a dar su vida si fuera posible, por él.

Gulf quiso gritar todo el dolor que estaba desgarrando su alma, pero al abrir sus labios nada salió de ellos. Se sentía destruido, vulnerable y destrozado. Era como cuando un castillo de arena era mojado poco a poco, y entonces comenzaba a desmoronarse, para después solamente quedar un pequeño bulto de arena.

Quiso que todas las lágrimas se acabaran de una vez, y que estás a su vez se llevarán todo el dolor de su corazón. Ese que a cada segundo le recordaba que seguía vivo, y que ahora tenía algo por lo que luchar. Unos hijos a los que podría brindarles todo el amor que él nunca había recibido, y que sin duda lo daría con mucho gusto. Miró a la puerta cerrada, y apretando los puños con fuerza se juró jamás ser como su madre. Porque a pesar del dolor que había pasado toda su vida, sus pequeños no tenían la culpa, y jamás la tendrían. Dejó su mano deslizarse por su vientre y cuando está por fin descanso sobre el pequeño bulto sintió como una paz comenzaba a embargarlo y todo se volvió negro.

Las enormes nubes en el cielo parecían alertar la tormenta que se desataba en su corazón, y pronto las recias gotas comenzaron a golpear contra el parabrisas de su coche, formando una perfecta sincronía con las lágrimas de sus ojos. Las carreteras pronto comenzaron a inundarse, y aunque los parabrisas tratarán de limpiar los vidrios las gotas de lluvia nublaban todo a su paso, y con ellas su visión.

Apretando las manos contra el volante, pisó el acelerador y dio un fuerte gritó que le desgarro la garganta. Los recuerdos de su infancia le hacían querer golpear algo a su alrededor, pero se conformó con la velocidad que marcaba su auto, y las turbulencias de su corazón. Las imágenes de sus pequeños hijos parecían querer atormentarla con cada segundo que pasaba, y cuando todo parecía quemar en su interior piso con fuerza el freno, deteniendo el auto con un horrible chirrido de la llanta.

¿Estás feliz de haber destruido a tus hijos? La voz que retumbó dentro de su cabeza, le hizo negar desesperada.

----- ¡Yo no destruí a mis hijos! ¡Gulf me destruyó a mí! ¡Jennie también!

Sabes que eso no es cierto. Anong levantó su rostro, observando detenidamente su reflejo en el pequeño espejo, y reconociendo como la voz en su interior  continuaba sus palabras. Siempre culpaste a los demás de arrebatarte el amor ¿Pero nunca pensaste qué tú misma lo alejaste con tú actitud? Anong negó.

----- No. Yo... solamente quería que mamá me mirará, me dijera lo mucho que me quería ----- Su reflejo le sonrío de manera burlona.

Al igual que Gulf quería lo mismo contigo.

----- No es verdad. Él... él ----- Hipando, Anong tapó con fuerza sus oídos cuando las imágenes de Gulf llorando ante sus regaños le invadieron ----- ¡No! ¡Cállate!

Siempre odiaste a tu madre por tratarte como a un perro. Por preferir a Jennie. Y tú terminaste jugando su mismo juego. Despreciando a uno de tus hijos, y sobreprotegiendo al otro. Y al final repetiste la historia, los terminastes convirtiendo en lo mismo que tu madre hizo contigo y tu hermana. Anong miró el espejo. En rivales.

----- ¡Basta! ----- Pisando de nuevo el acelerador logró que el auto se pusiera en marcha rápidamente, llevándose los enormes charcos de agua en el camino y negando efusivamente.

La lluvia pareció volverse más turbia conforme avanzaba en el camino, y cuando las lágrimas nublaron por completo su vista, la enorme sombra de un camión la hizo mirar aterrada cómo se acercaba el coche, y por más que trató de detenerse el fuerte estruendo del coche le hizo perder el control y nada más pudo sentir como el dolor laceraba su cuerpo, mientras el auto se estrellaba contra el suelo, dejándolo completamente destruido.

《Así que esté es mi final》El barullo de gente comenzó a formarse a los alrededores, y el sonido de las sirenas alertaba el peligro acercándose.

Anong sintió como su cuerpo se adormecía. y nirando a través de los cristales rotos sintió como toda su vida pasaba ante ella en tan solo unos segundos. Cerró los ojos, soltando un par de lágrimas silenciosas y estirando la mano por última vez deseo poder tener a sus pequeños de nuevo entre sus brazos.

《¿Sabes algo? Yo no quería que todo esto terminara así. La sola idea de volverme como mi madre me aterraba, y al final terminé cumpliendo todos mis temores. Destruí a mi hijo, al igual que ella lo hizo conmigo.》

Las fuertes gotas de lluvia que golpeaban el suelo eran un enorme estorbo para que los salvavidas y los bomberos pudieran hacer bien su trabajo. Los cristales que se encontraban regados alrededor de la calle parecían brillar aún más con cada gota, como estrella centellantes en el firmamento.

《No tengo perdón ¿Verdad? El jamás me perdonará. Yo... solo espero que sea feliz. Y que como me prometió. No sea como yo.》

----- ¡Hay una persona ahí dentro! ----- La grúa que sostenía los enormes pedazos de hierro rotos, logró levantar todos los escombros, y corriendo, el hombre salvavidas pudo llegar hasta el cuerpo herido. Tocó su cuello y mirando a los demás, susurró con voz temblorosa:

----- Se ha ido.

《Definitivamente es mi fin. No tengo miedo, solamente el dolor de saber todo el daño que hice, y que jamás podré arreglar. Tal vez no me lo merezca, pero solamente pido... pido ir a un buen lugar.》

----- Accidente de carretera. Un auto completamente destrozado. Un herido... y una persona fallecida, identificada como Anong Kanawut.

Mew observaba el rostro apasible de Gulf al dormir. Aferrándose a su vientre como si temiera que al no hacerlo algo malo podría pasarle. Jennie se encontraba con Sammy en la cocina intentando calmar a la pequeña y a ella misma. Cuando Up le había contado la situación de Gulf con su madre, jamás imagino lo delicada que sería. La suya era un tanto complicada, sin embargo, la de Gulf era aún peor.

Acariciando sus cabellos trató de calmar el agitamiento que embargó de pronto al mocoso. Sus puños se cerraron con fuerza sobre sus palmas, y su frente se frunció con miedo. Acomodándose sobre la cama, Mew  logró abrazar al pequeño y besar delicadamente su frente, consiguiendo de esa forma que se calmara y aferrara a su pecho con fuerza.

Mirando a sus labios, no pudo evitar el dejar un suave beso sobre ellos. Gulf parecía tan frágil dentro de sus brazos. Con manos apretadas fuertemente sobre su pecho, con sus mejillas mojadas por las lágrimas posadas, y con su ceño ligeramente fruncido. Como un pequeño con miedo de perder a su madre, o de verse en un laberinto sin salida. Y quiso protegerlo.

Quiso ser una caja de cristal que lo protegiera de todo y de todos, que lo escondiera de la dureza de la vida y de la maldad de las personas, pero al ver sus labios temblar ligeramente en el sueño supo que ya era así. Que su pequeño ya había sido lastimado, y de la peor forma, y solamente pudo apretarlo con más fuerza a su cuerpo.

Tal vez ya no pudiera evitar el sufrimiento, pero si podría ser su apoyo, su soporte para cuando se sintiera derrumbar y sin las fuerzas suficientes para poder avanzar por el camino. Porque por más fuerza y valentía que aparentara, Gulf era un mocoso lastimado, dañado y con temores que lo llenaban de angustia. No era más que un pequeño que intentaba ser feliz con su familia, y temiendo el convertirse como su madre.

Sin embargo, el estaría a su lado. No permitiría que se derrumbara, y cuándo cayera le tendería la mano para levantarla y darle la fuerza suficiente para continuar. Le demostraría lo valiente y fuerte que podría ser, lo buen padre que ya era con Sammy, y que sería con sus futuros hijos; que con él la historia no iba a repetirse. Y lo más importante. Que podía dejar el pasado como lo que era... pasado. Y vivir el presente al máximo, forjar su futuro el mismo y sin temores. Porque podía, y era lo suficientemente fuerte y testarudo para hacerlo.

Se levantó de la cama cuando ya comenzaba a oscurecer, y dejando un suave beso sobre sus labios, bajó a la cocina dispuesto a prepararle algo tibio que pudiera caerle bien al estómago y a sus bebés. Y mientras hurgaba en el refrigerador, el sonido del timbre le hizo asomar la cabeza lejos del mueble, concentrándose en el sonido que continuó con insistencia. Dejando las frutas que había sacado, cerró el frigorífico y con pasos lentos llegó hasta la puerta, abriéndola con toda la lentitud que encontró.

----- ¿Familia Suppasit? ----- Mew asintió un tanto perturbado al oficial de policía que le miraba un tanto preocupado, y abriendo más la puerta miró fijamente al hombre.

----- ¿Qué se le ofrece oficial? ----- Mirando un poco através de los alrededores, el hombre espero encontrar a alguien más, y al no dar con lo que buscaba, miró de nuevo a Mew.

----- ¿El señor Kanawut se encuentra? ----- Mew asintió.

----- Es mi esposo ----- Sacando algo de su bolsillo, el hombre se lo entrego a Mew, dejando completamente perplejo al hombre cuando continuó con sus palabras.

----- Lamentó informarle que la señora Anong, su madre tuvo un accidente en carretera ----- Mew reconoció el auto en la fotografía, que a pesar de estar destrozado era definitivamente el de Anong ----- Ella falleció.

El estruendo de un vaso estrellarse contra el suelo hizo que los dos hombres se girarán hasta la silueta de un asombrado Gulf, que negó efusivamente ante las palabras.

----- ¿Qué? ----- Mew miró horrorizado como Gulf retrocedía, y lágrimas comenzaban a caer de sus ojos.

----- Su madre a muerto señor Kanawut ----- Gulf clavó sus enrojecidos ojos en los de Mew, y temblando como una pequeña hoja de papel, todo en él se derrumbó. ¿Es que acaso podía sufrir más?

《Hay veces en que los acontecimientos de nuestras vidas nos hacen preguntarnos del porqué suceden. ¿Por qué a mí? ¿Por qué de esta forma? ¿Por qué ahora? Preguntas que realmente, por más respuestas que buscamos nunca encontramos una. Porque simplemente es así, suceden así y son así. Tal vez el destino, mala suerte, cualquier cosa. Pero esto no impide el que pasen, y que por más que intentemos superarlo, nos provoca un inmenso dolor.》

《Tal vez nunca le encontremos una solución, pero son así. Y cada vez que suceden, solamente se puede aferrar a la idea, de que con el tiempo... nos volverán más fuertes...》

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