Aprendiendo de ti.
No siempre sabemos cómo comprender los sentimientos de otra persona. Tal vez puedas estar sonriendo, pero por dentro está librando una difícil batalla; tal vez puedo regalarte un te quiero, pero por dentro te está diciendo un te odio. No siempre sabemos esperar o tener la paciencia necesaria con alguien. Pero de cualquier otra manera, los sentimientos nunca cambian, y de esto depende el saber actuar de buena manera...
Gulf no supo que más decir al ver la expresión de emoción que libraba el rostro de Mew. Lo único que sabía era que las inmensas ganas porque dijera algo lo estaban matando. El hombre mantenía su mirada clavada en el pequeño pastel y luego en Gulf. Por un momento pensó que no iba a decir nada, pero cuando lo estrechó entre sus brazos, y dejó un profundo beso sobre sus labios, supo que no había necesidad de palabras.
Porque como bien decían, los hechos valen más que mil palabras, y ahora podían decir que era verdad. Al momento en que sus labios hicieron contacto, Mew supo que jamás podría desear otros que no fueran los de su chiquillo caprichoso, ese que sonreía contra el beso y reía suavemente. Su corazón parecía que en cualquier momento se saldría de su pecho debido a la inmensa alegría que estaba sintiendo, y le agradó. A Mew le agradó mucho ese sentimiento, tanto que deseo volver a sentirlo siempre.
Separándose por fin del besó, Gulf fue el primero en hablar llevándose consigo un pequeño trozo de la torta a los labios, e invitando al hombre a probarla.
----- ¿En serio creíste que me había olvidado? ----- Tomando un poco de crema batida, Mew asintió.
----- Está mañana cuando desperté, imaginé muchas maneras de levantarme. Pero entonces me di cuenta de una cosa muy importante, y de la que ni siquiera se me había pasado por la cabeza ----- Gulf lo miró con atención ----- No sabemos nada del otro. Tú y yo llevamos un buen tiempo juntos, sin embargo, no conocemos nada del otro a parte de lo esencial ----- Dejando el pastel de lado, Gulf se mordió el labio, reconociendo las palabras de Mew como ciertas.
----- Yo también me replanteé lo mismo, y me sentí un estúpido por no haber pensado en ello antes ----- Sonriendo, Mew lo arrastró consigo hasta caer sobre el sofá, llevándolo a su regazo.
----- Debo aprender a conocerte, y tú a mí. Ambos ----- Dejando un suave beso sobre la cincelada barbilla del hombre, Gulf asintió.
----- De acuerdo y... ¡Feliz cumpleaños! ----- Sonriendo, Mew lo besó, dejándolo caer poco a poco contra el sofá, y perdiéndose entre los valles de su cuerpo y en la dulzura de su piel.
Caminando por los pasillos del centro comercial, Gulf examinaba detenidamente los estantes de las toallas para baño. Había de diferentes colores, sin embargo, no encontraba una que diera con el color de pintura que había escogido para las paredes. No cualquier color daba con en el verde marino, y lo corroboró cuando Mew colocó una toalla azul eléctrico, haciendo que negara rotundamente y la apartara de su vista rápidamente.
----- ¡Ni en sueños! ----- Abriendo la boca ofendido, Mew lo miró ¿Qué diablos tenía de malo?
----- Gulf, llevamos exactamente 40 minutos en busca de una toallas. ¡Joder, que tienen de malo estas! ----- Deteniéndose de golpe, el chiquillo lo miró furioso.
----- ¡Que no dan con mi verde marino! ----- Sintiéndose a punto de explotar, Mew las tiró dentro de la carretilla, alertando al pelinegro.
----- ¿Qué cojones importa eso? ¡Llevaremos estás! ----- Regresandolas al estante, Gulf negó.
----- ¡No quiero esas horribles toallas en mi baño! ----- Los puños de Mew se apretaron, volviendo a tomar las toallas segundos después.
----- ¡Es mi baño! ----- Tirándo las toallas sobre las demás cosas, Gulf le lanzó la carretilla y se alejó a pasos agigantados por los pasillos.
----- ¡Jódete! ¡Tú y tu maldito baño! ----- Suspirando cansadamente, Mew lo siguió.
Habían pasado 2 meses más, y ahora la fría brisa decembrina anunciaba la temporada navideña y que la nieve comenzaría a caer muy pronto. Muchas cosas habían sucedido. Y una de ellas eran las constantes peleas entre nuestra terrible pareja. A pesar de todo, la ardua tarea de conocerse todavía no había concluido, y cada día un nuevo desacuerdo los precedía.
Esa tarde de domingo, Gulf había decidido salir de compras para la remodelación de la casa. Habían escogido una nueva vajilla, varios juegos de sábanas y cortinas para las ventanas, y por último los adornos navideños. Pero como siempre, Mew lo había arruinado todo. O al menos esto era lo que pensaba Gulf mientras fingía ignorar al hombre que caminaba detrás de él.
Es que era... ¡Inaudito! ¿Acaso no podía entender que ese color no daba con el de las paredes? Por lo visto no. Apresurando el pasó, Mew logró alcanzarlo, mostrándole un nuevo par de toallas está vez color lila. Gulf la miró de reojo, volviendo a ignorarlas nuevamente, y comenzando revisar las bolitas para el árbol.
----- ¡Es en serio! ¿No me hablarás más? ----- Dejando una caja de dulces, siguió con su camino sin responder las palabras del castaño ----- Gulf, no estoy jugando. ¡Ya tienes las toallas! ----- De nuevo, Gulf lo ignoró ----- Ok, sigue comportándote como un niño.
A pesar de todos los intentos de Mew por arreglar las cosas, nada había dado sus frutos. Gulf término las compras sin volver a dirigirle la palabra al castaño en todo el trayecto. Mientras hacia la fila para poder pasar a la caja, las personas los observaban con curiosidad ante la insistencia del alto hombre, y la falta de interés del mocoso. En este punto, Mew comenzó a sentir la desesperación, y al ver cómo Gulf sacaba su cartera y pagaba supo que no lo perdonaría fácilmente.
Saliendo del establecimiento, Gulf se dirigió de inmediato al auto, guardó las bolsas que traía consigo, dejando a Mew de último. Subió al coche, se abrocho el cinturón y cruzó los brazos en espera de que el hombre subiera. Cuando Mew terminó de acomodar las compras, cerró el baúl de un portazo, haciendo que el auto diera un salto y furioso se subió a su asiento. Se abrocho el cinturón y poniendo en marcha el auto le dio una última mirada airada al chico, gimiendo exasperado cuando Gulf se giró ignorándolo.
----- Bien, como quieras. No me hables, ignorame ¡No me importa!
Una risita interna obligó a Gulf a morderse sus labios. Mew tenía que aprender la lección. A Gulf Kanawut nadie lo humillaba de esa forma. ¡Es que acaso no lo había entendido los últimos meses!
Al llegar a casa, Gulf bajó las compras en completo silencio. Dejó a un lado los alimentos que ocuparía para preparar la cena y los demás los guardo en la alacena. Mientras lavaba las verduras, observó a Mew recostado contra el umbral de la puerta. Le lanzó una sería mirada y continuó con su tarea. Mew pensó que moriría allí mismo. De todos los caprichos de Gulf, el que más odiaba era la ley del hielo.
Y al parecer el mocoso amaba atormentarlo con ello. Observando como el chiquillo preparaba la cena, pensó en una manera de conseguir que Gulf volviera a hablarle. Pensó en todas las maneras posibles, llegando a una simple solución ¡Era imposible! La última vez que había peleado por algo parecido el chico no le había hablado por 2 días ¡Dos jodidos días!
Comenzando a sentir la desesperación, se detuvo en seco cuando una idea se pasó por su cabeza. Miró detenidamente el condenado cuerpo del mocoso y tras una sonrisa decidió esperar. Si guerra quería, guerra le iba a dar. Pero no precisamente la que él se imaginaba. Si no una más placentera...
Dejando los platos sobre la mesa Gulf entrecerró los ojos, girando bruscamente la mirada hacia la puerta de la cocina. Mew había desaparecido, y todo estaba en completo silencio, lo que le pareció demasiado sospechoso. Apagando la estufa se encaminó a la sala, encontrándose con Mew revisando unos papeles sobre el sofá, cruzándose de brazos, Gulf lo miró en silencio, esperando a que se girara y se dignara a mirarlo; pero por más que espero Mew no movió ni un dedo.
Continuó firmando y revisando algunos contratos, y cuando creyó que Gulf no diría nada, carraspeó exageradamente la garganta, haciendo que de esta forma se girará a verlo.
----- La cena está servida ----- Dijo, y sin esperar respuesta se dirigió al comedor.
Sonriendo, Mew lo siguió. Se acomodó en su lugar y se dedicó a comer tranquilamente y en completo silencio. Gulf lo miraba de reojo, esperando un momento oportuno para iniciar una conversación, pero por más que iniciará monólogos en su cabeza todos le parecían absurdos. Terminó de comer aún cuando no había acabado todo el plato, y levantándose susurro quedamente:
----- Ya no estoy molesto ----- Mew lo miró, y luego continuó saboreando su comida.
Gulf lo miró durante unos segundos más, y tras dejar el plato en el lavavajillas subió corriendo las escaleras rumbo a la habitación. ¡Maldito Mew y su silencio!
----- ¿No quieres hablarme? ¡Pues no lo hagas! ----- Observó la fotografía del hombre que yacía en la cómoda, y la lanzó con furia sobre la cama ----- ¡Jódete! ¿Quién es el caprichoso ahora?
Quitándose la camisa de una sola vez se metió al baño. Observándose en el gran espejo, dio tres profundas respiraciones, tratando de calmarse y después sonrío abiertamente, masajeando las comisuras de sus labios. Necesitaba calmarse, y sonreír... o le saldrían arrugas. Terminado de masajear su piel, Gulf preparó la tina. Reguló la calefacción del agua hasta dejarla un tanto tibia, colocó un poco de burbujas aromatizantes y tras sacarse lo que le quedaba de ropa se metió dentro del agua, gimiendo cuando el líquido calmó sus músculos y su mal humor.
Cerrando los ojos durante unos minutos, se dedicó a disfrutar del delicioso baño y cuando comenzaba tararear una suave melodía el sonido de la puerta abrirse de un portazo lo paralizó totalmente.
----- ¡Que mierdas! ----- Cogiendo una toalla para cubrir sus partes nobles, Gulf divisó la figura de Mew a través de las burbujas y la niebla del vapor ----- ¿Qué rayos estás haciendo? ----- Preguntó histérico. Sin contestar a la pregunta, Mew comenzó a desabrocharse los pantalones, asombrando más a Gulf ----- ¡¿Qué coños estas haciendo!? ¡Jodido pervertido! Esta es mi tina.
Terminando de sacarse el boxer, Mew quedó completamente desnudo, y sin mediar palabras se adentro a la tina, tomando a Gulf por las muñecas y pegándolo contra su torso, haciendo que el mocoso perdiera los estribos y comenzará a patalear desesperado.
----- ¡Suéltame, pervertido! No me pongas un maldito dedo encima, Mew Suppasit ¡O vas a conocerme! ----- Sonriendo depredadoramente, Mew lo pegó más a su cuerpo, masajeando su caliente y nueva erección contra el vientre del chico.
----- Pues yo ya conozco cada parte de tu cuerpo ----- Susurró con voz grave, ganándose un chillido de los labios del pelinegro.
Quedándose sin palabras, Gulf sintió toda la extensión de su marido por toda su ingle, haciendo que varios jadeos escaparan sin restricción de sus labios. De pronto toda la adrenalina y la furia se mezclaron en su interior, llevándolo a un inmenso placer y haciéndolo gemir cuando sus piernas fueron alzadas y entrelazadas alrededor de la fuerte cintura. Mew observó la intensa mirada que el mocoso le dedicó, y sacando su lengua lamió toda la extensión de los labios rojizos, sin importarle el par de orbes verdes que no le quitaban la vista.
Sin poder negarse al placer que los roces de Mew le provocaban, Gulf no pudo resistirse cuando el hombre trató de acomodarlo sobre sus piernas dentro de la estrecha tina. Sus puños se tensaron evitando que el hombre pudiera encajar su cuerpo contra el de él, y sintiendo la adrenalina correr por su cuerpo estampó un fuerte puñetazo contra su hombro cuando trató de apretujar sus nalgas.
Mew lo miró furioso. Sus fosas nasales se dilataron ante la ola de adrenalina que golpeó su cuerpo, y tomándolo con fuerza lo dejó caer contra su pecho, pegando su duro miembro en la tersa hendidura de su culo, gimiendo ante cada resbalada. Gulf mordió sus labios en busca de acallar el gemido de placer que sintió cuando el acampanado glande comenzó a jugar contra los gloriosos valles de su cuerpo.
Nunca había sentido semejante placer en toda su vida. La ira que inundaba sus venas, mezclada con el intenso placer lo llevaba hasta una nirvana inimaginable y del cuál esperaba no salir nunca. La idea de sexo desenfrenado le hizo gemir abiertamente y encajar la uñas alrededor de los sensibles pezones del caliente hombre. Y lamiendo sus labios sonrío cuando Mew volvió a colocar sus manos, está ve con éxito sobre toda la extensión de sus glúteos.
Un par de falanges se gloriaron en excavar a través de su intimidad, llegando hasta el anillo fruncido y penetrandolo directamente. Gulf apretó los ojos fuertemente, sintiendo como sus paredes anales ardían y trataban de rehusarse al par de intrusos, sin embargo, eso a Mew no le importó. Parándose con dificultad logró sacarlo de la tina, y atravesando la habitación lo lanzó sobre las almohadas de la cama.
Gulf se apoyó con los codos, dispuesto a girarse y desafiar el descaro del hombre, sin embargo, la rapidez con qué lo giró sobre el colchón lo sobresaltó. Pegando su rostro contra la almohada, Mew mordió el lóbulo de su oreja, sonriendo cuando Gulf se quejó contra la tela, y trato de patearlo.
----- Vamos ardillita, gime para mí. Porque por más que te resistas te voy a hacer morder la almohada de tanto placer, cuando entierre mi pollo en tu culo ----- Mordiendo su labio, ante una nueva mordida sobre la piel de su cuello, Gulf gruñó molesto.
----- ¡Jódete! ----- Mew sonrío.
----- ¡Oh no cariño! El que va a ser jodido eres tú ----- Y volviendo a enterrarle el rostro contra la almohada, soltó una fuerte nalgada, sonriendo cuando la tras piel se torno roja.
Gulf gimió ante el ardor del golpe, pero en lugar de causarle molestia o dolor, su pene se irguió contra las sábanas lanzando una generosa cantidad de pre seminal, y gimiendo fuertemente cuando un caliente músculo se adentro entre sus nalgas. Separando el par de hermosos glúteos Mew sonrío ante la sonrosada entrada, y lamiendo sus labios le dio la primera lamida. El sabor dulce y almizclado se rego através de su paladar, causando que su boca salivara y de esa forma lubricara el caliente y húmedo pasaje.
El cuerpo enteró de Gulf se contorsionó ante los labios de Mew jugando en contra de su sensible carne, y sus manos se aferraron a las sábanas, enterrando las uñas en sus propias palmas. Los jadeos que escapaban de sus labios formaban una delirante melodía junto con los gruñidos y jadeos de Mew, volviendo al ambiente uno llenó de tensión y pasión por el momento.
De pronto, abriendo los ojos con dificultad, Gulf pudo ver como una gota golpeaba contra la ventana, y luego otra, y otra; hasta que la conocida canción de la lluvia lo acompaño con sus gemidos. Apretando la erección contra su palma, Mew metió tres dedos dentro de Gulf, besando su espalda y buscando la tensa carne bajo el cuerpo del mocoso.
Sus dedos jugaron contra la esponjosa cabeza, y tras un tirón la abandonó, haciendo gruñir a Gulf y refregarse en busca de su hombría. Escupiendo en su mano, Mew la llevó a su pene, lubricándolo; y tras un suave beso entre sus omóplatos lo penetró con fuerza. Su sexo se resistió ante la estrechez y trajo un empujón más pudo sentir sus bolas golpear contra el trasero de Gulf.
----- Mierda ----- Jadeando, Gulf se negó a morder la almohada ante el dolor en la parte baja de su cuerpo, negando el beso que Mew le ofrecía cuando comenzó a moverse sin ningún control ----- Eres un maldito animal.
Ignorando las palabras del chiquillo, Mew se entregó a las embestidas que le propinaba al cuerpo más pequeño. Su pene parecía vibrar ante su confinamiento, y pronto pudo sentir como Gulf lo acompaña en sus movimientos. Su mente se nubló, y lo único que pudo divisar fue el inmenso placer de penetrar el cuerpo ajeno. Sus movimientos se volvieron erráticos y sus labios marcaron cada parte de piel que encontraba.
Gulf podía sentir cada vena palpitar en su interior, cada sacudida que los testículos daban intentando no eyacular, y cuando todo se volvió blanco, un furioso grito escapó de sus labios, sintiendo como algo dentro de él quemaba hasta el punto de hacerlo morderse sus labios con fuerza. Sintiéndose en un callejón sin salida, Gulf buscó los labios de Mew. Sus dedos se enredaron en la azabache cabellera, y con desesperación reclamo sus labios.
El cuerpo de Mew golpeaba con brutalidad contra el más delgado, y aferrándose a las delgadas caderas, aumento su ritmo cuando algo dentro de su vientre hirvió. Sus bolas se tensaron, girando dentro de su escroto, y con un fuerte grito, su semen salió disparado a través de las tensas y temblorosas paredes, llenando y marcando el cuerpo de Gulf cómo suyo.
El sonido de la lluvia hizo eco a través de las cuatro paredes, y tras un suave quejido, Gulf cayó rendido sobre las sábanas, gimiendo cuando el peso de Mew cayó sobre él, envolviéndolo con su calor. Las respiraciones se fueron volviendo acompasadas, y tras un suave beso en la nuca de Gulf, Mew abandono su interior, jadeando cuando su pene flácido abandonó la entrada. Su esencia resbaló por las níveas piernas, y acomodándose en contra del delgado cuerpo, haciéndolo gruñir en protesta.
----- Te dije que morderias la almohada ----- Gulf se quitó el cuerpo de encima ante el comentario, envolviéndose en las sábanas cuando la afilada mirada grisácea se clavó en su cuerpo.
----- ¡Jódete! ----- Mew rió, buscando su cuerpo ----- Y no fueron las almohadas.
Los sonidos de la noche fueron lo único que se escuchó después de eso. Y los gruñidos y reclamos de Gulf ante los susurros molestos que Mew le regalaba. Terminando por reír cuando una lengua se pegó en su ombligo, haciéndole cosquillas, y sacándole sonrisas.
《Porque después de todo, estaban aprendiendo a conocerse...》
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