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𝑬𝒔𝒑𝒆𝒄𝒊𝒂𝒍 𝒏𝒂𝒗𝒊𝒅𝒆𝒏̃𝒐

Este capítulo no interfiere en la historia. Es solamente un especial por navidad

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Capítulo ExtraThe look of love

Llevaba más de media hora arreglándome. Nuestra escuela había organizado un evento navideño especial, en el que se invitó a varios niños de un asentamiento humano. Nuestro objetivo era animarlos y hacerlos participar en los juegos programados. La encargada del evento, la señorita Janeth, nos pidió que asistiéramos disfrazados de nuestros personajes favoritos. Al principio, había pensado en disfrazarme de Wonder Woman o Batgirl, pero mis amigas me convencieron de que el disfraz de la princesa Ariel sería perfecto para mí. Me decían que los tonos del disfraz realzarían mi piel y que, sin duda, me vería encantadora.

Después de terminar de maquillarme con un toque sutil de brillo en los ojos y un labial coral que evocaba el mar, me coloqué con cuidado mi disfraz. Consistía en un hermoso vestido de color rosa pastel, que caía suavemente hasta mis rodillas. La parte superior del vestido era ajustada, con un escote en forma de corazón que acentuaba mi figura, mientras que la falda se expandía en suaves pliegues, dándole un aire de cuento de hadas.

El vestido estaba adornado con detalles que recordaban a la vida marina: pequeñas conchas brillantes y destellos de purpurina que capturaban la luz con cada movimiento. Las mangas eran cortas y delicadas, con un acabado de encaje que le daba un toque romántico.

Para completar el look, llevaba una diadema con una pequeña perlita en el centro, que evocaba la esencia de Ariel, y unos tacones plateados que se asomaban bajo el vestido.

Pareces salida de Disney.

¿Me ofendo o me halago?.

Al divisar la hora, mis ojos se abrieron, llevaba diez minutos tarde y según el cronograma la hora de entrada era de 2:00 a 2:30 de la tarde y ya eran 2:10. Un poco temprano lo sé pero llegar hasta la escuela me costara un poco de más tiempo. Baje con cuidado alzando un poco el vestido, ya me estaba lamentando de haber usado tacones en vez de unas simples zapatillas o botines. Aunque llevaba ropa extra en mi bolso para cuando acabara el show y tuviera que cambiarme.

—¡Mamá voy a llegar tarde!—me aproximé hacía la sala, cogiendo mi celular notando varios mensajes perdidos por parte de mis amigas

—¡Tú Papá te está esperando afuera!.

Todo mi sistema inmunológico pareció detenerse, mi respiración se aceleró y mis manos comenzaron a sudar. Se suponía que sería mi madre quien me llevaría, no mi padre. A ese hombre apenas lo veo después de la cena con su familia, y, para ser honestos, no le caigo nada bien a su esposa. Traté de relajar mi respiración y, con un nudo en el estómago, decidí salir de la casa.

Cuando abrí la puerta, ahí estaba él, apoyado contra el auto con las manos en los bolsillos y una expresión neutral en el rostro. No dijo nada, simplemente hizo un gesto con la cabeza para que subiera. Sentí un escalofrío recorrerme mientras lo observaba. Su silencio era incómodo, casi opresivo, pero no tenía otra opción. Caminé hacia el auto, tratando de ignorar el peso de su mirada, y me subí al asiento del copiloto.

El trayecto comenzó en un silencio absoluto, solo interrumpido por el sonido del motor y el leve crujir del asfalto bajo las ruedas. Miré por la ventana, evitando cualquier contacto visual, mientras mi mente divagaba entre el nerviosismo y la incomodidad. Finalmente, él rompió el silencio.

—¿Todo bien? —preguntó, sin apartar la vista del camino.

Asentí rápidamente, aunque sabía que mi respuesta no era del todo convincente. Él no insistió, lo cual me alivió y, al mismo tiempo, me dejó con una sensación de extrañeza. Era como si estuviéramos atrapados en un espacio donde las palabras no tenían cabida, donde cada segundo que pasaba se hacía más pesado.

El destino parecía cada vez más lejano, y el tiempo, más lento.

De repente, la tensión en el aire se volvió irrespirable. No pude contenerme más.

—¿Sabes? Es curioso cómo ahora quieres ser un buen padre —dije, con la voz temblorosa pero firme—. Después de todo lo que hiciste, después de cómo le fallaste a mamá.

Él giró la cabeza hacia mí, su expresión cambiando de neutral a defensiva.

—No es el momento para esto —respondió, tratando de mantener la calma.

—¿Y cuándo es el momento? —repliqué, sintiendo cómo la rabia comenzaba a burbujear en mi interior—. ¿Cuándo vas a asumir tus responsabilidades? Gracias a ti, no sé cómo amar correctamente. Siempre hay un miedo, una sombra de lo que fuiste.

Él apretó el volante con fuerza—No me hagas maldecirte, por favor —dijo, su voz apenas un susurro, pero con un tono que advertía de su frustración.

—¿Por qué? ¿Tienes miedo de lo que pueda salir de tu boca? —respondí, sintiendo cómo las lágrimas comenzaban a asomarse—. ¡Tú fuiste quien nos dejó! ¡Tú fuiste quien rompió nuestra familia! ¿Y ahora pretendes que todo está bien?.

El silencio se volvió ensordecedor. El sonido del motor parecía un eco de nuestra conversación, resonando en un espacio que se sentía cada vez más pequeño y claustrofóbico.

—Lo siento —dijo finalmente, su voz quebrándose—. No sabía cómo manejarlo. No sé cómo ser el padre que necesitas.

—Nunca lo supiste —contesté, sintiendo una mezcla de tristeza y rabia—. Y eso es lo que duele. La decepción que dejaste en mí es más pesada que cualquier carga.

El coche se detuvo en un semáforo en rojo, y por un momento, el mundo exterior se desvaneció. Solo quedamos nosotros, atrapados en un diálogo que nunca debió suceder, pero que ahora era inevitable.

—No puedo cambiar el pasado —dijo, su voz temblando—. Pero quiero intentarlo. Por favor, dame una oportunidad.

—Las oportunidades no son suficientes —respondí, sintiendo el peso de cada palabra—. Necesito acciones, no solo promesas vacías.

 ・ ゚ ゚・ ✧ 。.。.: *

Cuando finalmente llegué a la escuela, sentí un alivio inmenso al liberarme de la sensación sofocante de estar atrapada en el auto con mi padre. Caminé hacia mi salón, donde mis amigas me recibieron con sonrisas radiantes. Algunas no pudieron evitar ahogar un jadeo al verme con el vestido, y Mary prácticamente chilló de emoción al notar mi apariencia.

—¡Tenemos a Ariel en persona! —exclamó Mary, haciéndome girar sobre mi eje—. Los niños te van a adorar.

Yo solo sonreí y respondí: —Ustedes también están preciosas.

Mary iba disfrazada de Mulán, Darci como la princesa Tiana, Daphne de Bella y Clara de Blancanieves. Sin embargo, Clara seguía luchando por domar su cabello, mientras que Daphne aún no había comenzado a maquillarse.

—Me doy por vencida con mi cabello —murmuró Clara frustrada.

—Y yo con el maquillaje —añadió Daphne con un suspiro.

—No se rindan, chicas—dije con una sonrisa, tratando de animarlas mientras ajustaba el lazo rojo de mi cabellera pelirroja—. Estamos a punto de deslumbrar a todos.

Mary, chasqueó los dedos para captar nuestra atención—. Vamos, equipo, recuerden que somos princesas, y las princesas nunca se rinden. Clara, déjame ayudarte con ese cabello. Daphne, que Bridget te ayudé con el maquillaje.

Clara suspiró, pero finalmente se dejó caer en una silla frente a Mary, quien ya había sacado un pequeño kit de emergencia para el cabello. Mientras tanto, Daphne me miró con una expresión de alivio.

—¿De verdad no te importa? —preguntó con un leve rubor en las mejillas.

—Por supuesto que no—respondí mientras rebuscaba en mi propio neceser de maquillaje—. Además, creo que tengo el tono perfecto para ti.

Me agaché ligeramente y comencé a retocarla. El rostro de Daphne era increíblemente hermoso, con unas facciones tan delicadas que no necesitaba maquillaje para lucir preciosa; ella ya lo era por naturaleza. Le apliqué un labial discreto, evitando algo exagerado, y añadí un toque de glitter para darle un sutil brillo. Para los ojos, elegí sombras en tonos marrones y amarillos, esforzándome en mezclarlas cuidadosamente para que armonizaran con su tono de piel.

Finalmente, coloqué un poco de rubor en sus mejillas, aplicando pequeños toques porque no quería que mi mejor amiga pareciera demasiado sonrojada. Realicé varios contornos suaves que se adaptaron perfectamente a su piel, resaltando aún más su belleza natural.

Cuando terminé, me aparté unos pasos para observar el resultado final. Daphne se miró al espejo y una sonrisa tímida apareció en su rostro, iluminándolo por completo.

—¿Qué opinas? —le pregunté, esperando su reacción.

—Es perfecto —respondió, girándose hacia mí con los ojos brillantes—. No sé cómo lo haces, pero logras que me sienta hermosa sin sentirme disfrazada.

Sonreí satisfecha, sintiendo una calidez especial al saber que había conseguido lo que buscaba. Para mí, no se trataba de cubrir su rostro con maquillaje, sino de realzar lo que ya era naturalmente único en ella.

—Bueno, ahora solo falta el peinado —dije, tomando un cepillo y algunas horquillas—. ¿Qué te parece algo sencillo y elegante?

Daphne asintió, confiando plenamente en mí. Comencé a recoger su cabello en un semirrecogido, dejando algunos mechones sueltos que enmarcaban suavemente su rostro. Me giré con la intención de pedirle a Mary unas pequeñas decoraciones para el cabello de Daphne, pero ni ella ni Clara estaban a la vista. Darci, por su parte, no dejaba de echar vistazos al umbral de la puerta. Cuando finalmente se giró hacia mí, esbozó una sonrisa nerviosa.

—¿Está todo bien? —pregunté, enderezándome un poco mientras tomaba el rizador.

—Sí, sí, todo está bien —respondió con una sonrisa que no terminaba de convencerme—. Tú solo sigue alistando a Daphne —río con un deje de inquietud y volvió a dirigir su mirada hacia el umbral.

 ・ ゚ ゚・ ✧ 。.。.: *

Cuando Bridget finalmente terminó de alistar a Daphne, Mary irrumpió de nuevo en la habitación con una enorme sonrisa que, para las dos mejores amigas, fue motivo de pánico y terror. Cada vez que Mary sonreía de esa manera, significaba que había ideado alguna travesura o una de esas ocurrencias alocadas que solían meterlas en problemas.

—Tu sonrisa me da miedo —dijo Daphne, levantando una ceja mientras la miraba con desconfianza.

—¡Oye! —replicó Mary, fingiendo estar ofendida. Luego, carraspeó, sacó su celular y comenzó a grabar—. Princesa Ariel, tenemos una sorpresa esperándola afuera. Por favor, acompáñenos —dijo, imitando una voz aguda mientras hacía un gesto exagerado con las manos.

La joven de cabello carmesí frunció el ceño, esbozando una sonrisa nerviosa. Sentía un ligero halo de desconfianza tras escuchar la palabra "sorpresa".

—Espero que no sea otra broma... —pensó, recordando el incidente del año pasado, cuando le arrojaron pintura durante su baile de invierno.

Como aquella vez, ¿verdad? 

¡Cállate!

Decidida, ignoró sus dudas, alzó un poco su vestido y salió del salón. Apenas dio unos pasos cuando un estallido de confeti la envolvió, haciéndola sobresaltarse y soltar un grito. Steve, el autor de la travesura, reía a carcajadas. Bridget, aún algo aturdida, abrió los ojos y, al girarse, no pudo evitar soltar una pequeña risa. Frente a ella, con una sonrisa cómplice, estaba James Lake Jr, vestido como el príncipe Eric.

—¿Qué es todo esto? —preguntó Bridget, tratando de recuperar la compostura mientras quitaba algunos pedazos de confeti de su cabello.

—Una pequeña sorpresa para nuestra princesa —respondió James con una ligera inclinación, como si estuviera interpretando su papel de príncipe a la perfección.

Steve seguía riendo, aunque ahora se había alejado unos pasos, claramente satisfecho con su broma. Bridget lo fulminó con la mirada, pero no pudo mantener el gesto serio por mucho tiempo. Algo en la situación, quizá el disfraz de James o el absurdo del confeti, hizo que su enfado se desvaneciera rápidamente.

—¿Y bien? —continuó James, extendiéndole una mano con elegancia—. ¿Me concederás este baile, mi lady?

Bridget lo miró con incredulidad, pero también con una chispa de diversión en los ojos. Era imposible no contagiarse de la energía traviesa que emanaba de él. Finalmente, dejó escapar un suspiro teatral y tomó su mano.

—Supongo que no tengo otra opción, ¿verdad? —dijo, alzando una ceja mientras una sonrisa se dibujaba en su rostro.

Jim sonrió aún más ampliamente y, con un gesto deliberado y lleno de intención, la atrajo hacia él, rodeando su cintura con firmeza, mientras la pelirroja deslizaba sus brazos alrededor de su cuello. Ignoraban por completo las risas y bromas de sus amigos a sus espaldas, así como el hecho de que Mary los estuviera grabando. Ambos estaban completamente absortos en la profundidad de los ojos azules del otro.

Era como si el tiempo se hubiera detenido, y solo existieran ellos dos. Sus miradas se entrelazaban, creando un universo privado donde cada rayo de luz parecía reflejar la chispa de su conexión.

Con cada sonrisa de Bridget, Jim sentía que el aire a su alrededor se electrificaba. La forma en que sus brazos se cerraban a su alrededor era un pacto silencioso, una promesa de que, sin importar lo que sucediera, siempre encontrarían el camino de regreso el uno al otro. Bridget, con su hermoso cabello pelirrojo brillando como el fuego, lo miraba con una mezcla de desafío y ternura, como si supiera que tenía su corazón en la palma de su mano.

Era un amor que desbordaba en cada susurro, en cada roce, un amor que no necesitaba palabras. Su mundo era un lienzo pintado con los colores de la pasión y la complicidad. Cada latido de sus corazones resonaba al unísono, como si la melodía de Arctic Monkeys llenara el aire, recordándoles que el amor verdadero es un baile entre dos almas, un canto que perdura más allá de las risas y las luces de la fiesta.

Supongo que a esto llaman la mirada del amor.

Pensó ella.

Ella está conmigo.

Pensó él

—No lo haces tan mal para ser un príncipe improvisado —comentó Bridget con un tono burlón, aunque sus mejillas estaban ligeramente sonrojadas.

—Y tú no lo haces nada mal para ser una princesa renuente —respondió James, devolviéndole la sonrisa.

El momento se alargó, y cuando la música terminó, ambos se quedaron quietos, mirándose a los ojos. Bridget sintió cómo su corazón latía con fuerza, pero antes de que pudiera decir algo, Logan interrumpió con un aplauso exagerado.

—¡Bravo! ¡El príncipe y la princesa del año! —exclamó, ganándose algunas risas del público.

Bridget rodó los ojos, pero no pudo evitar soltar una risa ligera. Al fin y al cabo, aunque no lo admitiera en voz alta, aquella "sorpresa" había superado con creces sus expectativas. James la tomó de la mano y se la llevó aún lugar mas apartado para que pudieran pasar, aunque sea un tiempo a solar.

—Pensé que no vendrías. Dijiste que esto de los disfraces era cosa de niños —murmuró, ladeando ligeramente la cabeza mientras sentía cómo él tomaba sus manos y acariciaba suavemente sus nudillos.

—Y lo sigo pensando —respondió él con una sonrisa traviesa, inclinándose ligeramente hacia ella—. Pero supuse que si era contigo, podía hacer una excepción.

Bridget sintió cómo el calor subía a sus mejillas, aunque intentó disimularlo desviando la mirada hacia el bullicio del gimnasio, dónde algunas de las luces parpadeaban y la música llenaba el aire, pero todo parecía desvanecerse cuando él estaba cerca.

—¿Entonces? —preguntó ella, alzando una ceja y volviendo a mirarlo con fingida indiferencia—. ¿Qué te convenció? ¿Mi insistencia o mi encanto?

—Un poco de ambos —contestó él, soltando una leve carcajada—. Aunque creo que fue más tu encanto. Siempre logras que haga cosas que juro no hacer.

Bridget no pudo evitar sonreír, aunque intentó mantenerse seria. Sentía cómo sus manos aún estaban entrelazadas con las de él, y el simple gesto hacía que su corazón latiera más rápido de lo que le gustaría admitir.

—Olvidé decirte lo hermosa que estás hoy —susurró mientras acariciaba suavemente su mejilla—. ¿A quién quiero engañar? Siempre luces hermosa, mi princesa —añadió, esbozando una sonrisa mientras juntaba su frente con la de ella.

La pelirroja sintió un escalofrío recorrer su cuerpo ante las palabras de Jim. Sus ojos brillaban con una mezcla de sorpresa y felicidad, y su corazón latía con fuerza. La ternura con la que él acariciaba su mejilla la hacía sentir como si estuviera flotando, como si el mundo a su alrededor se desvaneciera aún más.

—Eres un tonto —respondió, pero su voz estaba llena de cariño. Sus labios se curvaban en una sonrisa, y en ese instante, el tiempo parecía detenerse aún más.

Jim se acercó un poco más, sus rostros tan cerca que podía sentir el calor de su aliento. La conexión entre ellos era palpable, una energía que los envolvía. La música de la fiesta se desvanecía, y todo lo que existía era el suave roce de sus frentes, la chispa en sus miradas.

—No, en serio —dijo él, con un tono más profundo—. Eres la más hermosa antes mis ojos.

Con un gesto casi instintivo, se inclinó un poco más hacia él, como si un imán invisible los atrajera. Jim, sintiendo el impulso, cerró la distancia entre ellos y, en un movimiento suave pero decidido, unió sus labios con los de ella.

El beso fue tierno al principio, un roce delicado que rápidamente se transformó en algo más intenso. Era un beso lleno de promesas y deseos, una declaración de amor que resonaba en sus corazones. Se perdieron en ese instante, rodeados de risas y luces, pero solo existiendo el uno para el otro.

La pelirroja se aferró a él, sintiendo que todo encajaba, como si finalmente hubieran encontrado su lugar en el mundo. La magia del momento los envolvía, y en ese beso, sellaron su conexión, uniendo sus almas en un abrazo eterno.

Jim profundizó el beso, dejando que la pasión se desbordara entre ellos. Sus labios se movían con una intensidad que hacía vibrar el aire a su alrededor, Bridget se entregó por completo, sintiendo cómo su corazón se aceleraba con cada roce.

Con un gesto audaz, él deslizó una mano hacia su cintura, atrayéndola más cerca, mientras su otra mano se perdía en su cabello, acariciando suavemente las mechones rojos. Ella respondió envolviendo sus brazos alrededor de su cuello, tirando de él hacia ella, como si quisiese fusionarse en un solo ser.

El beso se tornó más profundo, más urgente. Sus labios se movían en perfecta sincronía, explorando, descubriendo cada rincón de la otra boca. La pecosa sintió cómo una ola de calor la envolvía, cada caricia de Jim encendía una chispa que recorría su cuerpo. Era como si cada beso desatara un torrente de emociones, una mezcla de ternura y deseo que la dejaba sin aliento.

—¿Te das cuenta de lo que haces conmigo? —susurró ella entre besos, su voz cargada de una mezcla de risa y deseo.

—Lo sé —respondió él, su voz grave y llena de complicidad—. Creo que solo te quiero bajo mi muerdagó.

Jim inclinó un poco más la cabeza, profundizando en ese beso que parecía no tener fin. Sus manos se movían con más libertad, explorando cada curva, cada rincón.

—Eres mi lista de deseos y al mirarte solo pienso en Navidad —murmuró Jim, incapaz de contenerse mientras se separaban brevemente para recuperar el aliento. Sus ojos se encontraban llenos de deseo

—Y tú me vuelves loca —respondió ella, con una sonrisa pícara, antes de lanzarse nuevamente a sus labios. Sentía como dentro de su estomago sentía copos de nieves cada vez que se besaban

El azabache soltó una pequeña risa, la levantó ligeramente del suelo, atrapándola entre su cuerpo y la pared, creando un espacio donde solo existían ellos dos.

—No puedo creer lo bien que te siento —murmuró él, deslizando sus manos por su espalda, disfrutando de la suavidad de su piel luego de haber desatado algunos de los lazos del vestido

—¿Y aún no has visto nada —respondió, acercándose más, sus labios rozando los de él de manera juguetona.

Jim, sintiendo la provocación, la besó de nuevo, esta vez con más urgencia. Sus cuerpos se movían al unísono, como si estuvieran en perfecta sincronía. La pelirroja se aferró a su cuello, sus dedos entrelazándose en su cabello mientras sus cuerpos se apretaban más.

La química entre ellos era innegable, y cada roce de sus labios encendía una llama que parecía inextinguible. Jim comenzó a explorar su cuello, dejando suaves besos que hacían que ella se estremeciera de placer. Bridget cerró los ojos, disfrutando de cada caricia, cada susurro que escapaba de sus labios.

Jim, sintiendo la necesidad de llevar las cosas a otro nivel, la miró a los ojos, su expresión llena de complicidad. —¿Te gustaría salir de aquí? —preguntó, sabiendo que el deseo de aventura estaba presente en ambos.

La pelirroja sonrió, su corazón latiendo con fuerza. —Definitivamente —respondió, tomando su mano y guiándolo hacia la salida, listas para descubrir lo que la noche les tenía reservado.

ESTO NO TIENE NADA DE NAVIDAD PERO ME GUSTA!

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