
xxxi. Don't blame me
N/A: Dos capítulos en uno :o
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Capítulo treinta y uno| No me culpes
Lo único que rompía el silencio opresivo de la celda era el sonido de las dagas de Jim rasgando la piedra del suelo. Cada golpe, cada arañazo, era una manifestación de su frustración y desesperación por encontrar una salida.
Bridget se había despertado hacía poco. Aunque su cuerpo aún estaba adolorido, prefirió ignorar el malestar y comenzó a recorrer la celda, tanteando las paredes en busca de alguna grieta, una debilidad en la estructura, cualquier cosa que pudiera darles una oportunidad de escapar.
—Deberías descansar —murmuró el azabache sin dejar de tallar la roca con sus dagas.
Ella se detuvo un momento y lo observó. Su ceño estaba fruncido, la mandíbula tensa. No era solo la preocupación por su seguridad lo que lo hacía hablar, sino el peso de la culpa que lo consumía.
—No puedo quedarme quieta —respondió Bridget, cruzándose de brazos—. Si hay una forma de salir de aquí, la encontraremos más rápido si buscamos los dos.
Jim suspiró, sabiendo que discutir con ella sería inútil. A veces le hacía caso, a veces no.
—Si tan solo pudiera invocar la espada del Eclipse... —murmuró frustrado.
—Lo harás —dijo ella con firmeza—. Cuando llegue el momento, lo harás.
Jim levantó la mirada y la encontró a ella observándolo con una media sonrisa. La penumbra de la celda hacía que sus ojos resaltaran aún más, con ese brillo intenso que siempre le recordaba por qué estaba dispuesto a pelear.
Peleaba por ella.
El momento de tranquilidad se rompió cuando el sonido de quejidos y el arrastre de un cuerpo resonaron en el pasillo. Luego, un golpe seco contra el suelo.
Jim se tensó al instante.
—No te acerques —murmuró, pero Bridget, impulsada por la curiosidad y la preocupación, ya se había adelantado.
La pelirroja se acercó con cautela al pequeño orificio que conectaba ambas celdas, poniéndose de puntillas para tratar de ver.
—Bridget —la llamó en voz baja, pero ella lo ignoró.
—Hola? —susurró, tratando de ver a la persona que habían arrojado en la celda contigua—. ¿Estás bien?.
Un par de ojos verdes brillantes apareció en la oscuridad, lo que hizo que Bridget soltara un grito ahogado y tropezara hacia atrás.
James reaccionó a tiempo, sujetándola antes de que cayera al suelo.
—¡Tú! —exclamó Bridget, señalando a la figura con el ceño fruncido mientras Jim la reincorporaba.
El azabache entrecerró los ojos, reconociendo la presencia al instante.
—Nomura —murmuró, colocando a Bridget detrás de él en un gesto protector—. ¿Qué estás haciendo aquí?
La cambiante soltó una risa amarga.
—Gunmar necesitaba castigar a alguien por la muerte de su hijo —respondió con frialdad, acomodándose contra la pared de su celda—. Ahora estamos en el mismo barco. Pero díganme, niños empalagosos, ¿tenemos un plan para salir de aquí o solo van a morir abrazaditos?
Bridget bufó, rodando los ojos.
—Qué grosera.
Nomura la ignoró y siguió hablando.
— ¿Cuál es el plan, entonces? ¿Cavar en roca sólida, matar a cien guardias y luego qué? Seguimos en las Tierras Oscuras, no hay escapadatoria.
Bridget arqueó una ceja y se cruzó de brazos.
—Vaya, qué bueno.
Jim, por su parte, no dejó de rasgar el suelo con sus datos, enfocado en su tarea.
—Nuestros amigos vendrán por nosotros —aseguró Bridget.
Nomura soltó una carcajada sarcástica.
—Oh, claro, no dudo que los extrañen... pero "Muerte Enfrente" fue destruido. Aunque lograrán unir sus pedazos, no hay un Cazatroles para abrirlo.
Bridget apretó los labios. No quería darle la razón, pero lo que decía tenía sentido. Se abrazó a sí misma y susspiró, recostándose contra la pared mientras observaba a Jim continuar con su tarea.
—Lo veré con mis propios ojos —añadió Nomura, su voz llena de resignación—. Morirán aquí, como todos los demás.
Bridget cerró los ojos y escondió el rostro entre sus rodillas.
・ ゚ ゚・ ✧ 。.。.: *
Había pasado una hora. Sesenta minutos que para Bridget se sintieron como una eternidad.
Desde que los Gumm-Gumms se habían llevado a Jim, no había dejado de morderse el labio y pasear por la celda con impaciencia. Cada sonido en los pasillos hacía que su corazón diera un vuelco, esperando ver al azabache regresar... o temiendo que nunca lo hiciera.
Por eso, cuando Nomura le entregó a Jim una extraña fruta antes de que se lo llevaran, su confusión fue inmediata.
— ¿Qué es eso? ¿Para qué sirve? ¿Por qué se lo das? ¿Cómo sabes que la necesitarás? —preguntó en un torbellino de palabras, pero la cambiante solo se limitó a evadirlas con indiferencia.
—Solo preocúpate de que se la coma cuando regrese —fue todo lo que dijo.
Bridget apretó los puños con frustración.
—¡Eso no responde nada! ¡¿Qué está pasando?!
Nomura soltó un suspiro, recargándose contra la pared con los brazos cruzados.
—Tiene que enfrentarse a una criatura —dijo al fin—. Una serpiente de más de quince metros... o más.
Bridget sintió un escalofrío recorrerle la espalda.
—¿Qué? ¿Cómo se supone que va a luchar contra eso?
—No lo subestimes, niña —respondió Nomura con un déje de fastidio—. Él se ha enfrentado a cosas peores.
Bridget abrió la boca para replicar, pero la cerró al notar la mirada seria de la cambiante.
—Él estará bien, más bien deberías preocuparte por ti misma.
—¿Qué se supone que significa eso?
La cambiante la observar por un momento antes de acercarse lentamente.
—Gunmar quiere acabar contigo —dijo sin rodeos.
Bridget sintió que el aire se le pegaba a la garganta.
—¿Qué...?
—Te ha marcado —continuó Nomura, su voz era baja, como si no quisiera que nadie más la escuchara—. No lo hace con cualquiera. Eres un mensaje para Jim, una forma de quebrarlo.
Bridget tragó saliva con dificultad.
—Pero... él ya me ha tenido aquí. ¿Por qué no lo ha hecho aún?.
Bridget levantó la cabeza de inmediato cuando escuchó el sonido metálico de la celda abriéndose. Su corazón martilleó con fuerza en su pecho, una chispa de esperanza encendiéndose en su interior.
Jim...
Pero su esperanza se desmoronó al instante. No era Jim.
Dos Gumm-Gumms ingresaron a la celda , y sin previo aviso, la tomaron por los brazos, sujetándola con fuerza. Bridget intentó retroceder, pero la apretaron con brutalidad. Antes de que pudiera protestar, sintió el áspero tejido del saco colocado sobre su cabeza una vez más, sumiéndola en la oscuridad.
No puso resistencia. La última vez había terminado peor de lo que imaginaba.
Aun así, su cuerpo temblaba.
El camino fue largo, o al menos, así lo sintió. Cada paso que daban sus captores la hacía sentirse más atrapada, como si el aire se volviera más pesado a su alrededor. Finalmente, sintió que la arrojaban de rodillas contra el suelo, el impacto reverberando a través de sus huesos.
El saco fue retirado de su cabeza.
La luz de las antorchas la cegó momentáneamente, obligándola a parpadear varias veces hasta que su vista se acostumbró. Su estómago se revolvió al reconocer el lugar: la sala de Gunmar.
Y ahí estaba él.
Alto, imponente, con esos ojos brillantes llenos de crueldad. Su mera presencia llenaba la habitación de una oscuridad sofocante.
Bridget intentó levantarse, pero la mano de uno de los Gumm-Gumms la empujó hacia abajo con un gruñido.
—Finalmente despierta —la voz de Gunmar resonó como un trueno—. Es hora de que cumplas tu propósito.
Bridget sintió un escalofrío recorrerle la espalda.
—Jamás será parte de esto —espetó, con la poca valentía que aún le quedaba.
Gunmar soltó una tumba carcajada, como si su desafío le divirtiera. Luego, levantó su espada.
Bridget sintió la energía oscura que emanaba de la hoja antes siquiera de que él diera un paso hacia ella. Su corazón latía con fuerza, su instinto gritándole que huyera, pero estaba atrapada.
No... No dejaré que me controle.
Desesperada, canalizó la energía dentro de sí, intentando convocar su magia. Extendió sus manos temblorosas, esperando que su magia la protegiera, que algo detuviera lo que estaba por suceder.
Pero no pasó nada.
El miedo nubló su mente cuando la espada de Gunmar descendió.
Intentó una vez más, con todas sus fuerzas... pero la magia se negaba a responder.
El filo tocó su piel.
Bridget gritó.
No por dolor, sino por la sensación helada que recorrió su cuerpo. La oscuridad de Gunmar se enredó en su esencia como serpientes venenosas, sofocando cualquier resistencia. Su visión se tornó borrosa, su mente se envolvió en sombras.
Gunmar sonrió al verla caer.
—Así es como debe ser —murmuró, observándola con satisfacción—. Ahora... serás mía.
・ ゚ ゚・ ✧ 。.。.: *
El tiempo transcurriría con una lentitud desesperante. No había pasado mucho desde que James había sido devuelto a su celda, pero el miedo y la angustia se apoderaron de él al no encontrar rastro alguno de Bridget.
Su desesperación creció cuando Nomura le contó lo sucedido. La idea de que Gunmar la tenía en sus manos le revolvía el estómago. Su mente se llenó de imágenes terribles, de lo peor que podía estar ocurriendo. Incapaz de contenerse, empezó a gritar con furia, golpeando las paredes de la celda.
Su frustración lo agotó y, finalmente, cayó de rodillas, respirando con dificultad. Nomura, en un intento por calmarlo, compartió algunas palabras con él. Y aunque al principio su instinto le decía que no debía confiar en ella, algo en su tono y en su actitud hizo que su percepción cambiara. Tal vez... tal vez la había juzgado mal.
—Gracias —murmuró, recibiendo la pequeña roca que había lanzado en un arrebato de ira.
Pero su expresión cambió al ver a la diminuta criatura que se la devolvía.
— ¿Chompsky? —preguntó, parpadeando con incredulidad—. ¿Cómo entraste? ¿Cómo me encontraste?
Antes de que el gnomo pudiera responder, unas voces familiares hicieron que Jim se pusiera de pie de golpe.
—¡Toby, Clara! ¡Estoy aquí! —gritó, acercándose a los barrotes con renovada esperanza.
Toby fue el primero en aparecer en su campo de visión, con la emoción desbordando en su rostro.
—¡Jimbo! ¡No inventes, no inventes, Jimbo! —festejó agitando los brazos—. ¡No están muertos! ¡No están...!
Pero su júbilo se interrumpió de golpe. Frunció el ceño y entrecerró los ojos, cruzándose de brazos.
—¿Dónde está mi roja?
Jim sintió una punzada en el pecho.
—Créeme, yo quisiera saberlo —murmuró con frustración, desviando la mirada con una mueca.
El alivio de verlos se mezcló con la creciente desesperación por no tener respuestas. Aun así, forzó una sonrisa cuando Clara apareció junto a Toby.
—Clara...
Ella le devolvió la sonrisa, aunque esta se desvaneció al notar la ausencia de Bridget.
—¿Y Bridget...?
—No lo sé. Créeme que quisiera saberlo, pero no lo sé —respondió con la voz cargada de impotencia. Pasó las manos por su cabello con frustración—. Ni siquiera Nomura lo sabe.
Dirigió la mirada hacia el orificio en la pared que conectaba ambas celdas.
El grito de Toby lo sobresaltó cuando Nomura hizo su aparición.
—¡Ella... ella...! —balbuceó, señalándola con un dedo tembloroso.
—Está de nuestro lado, Tobes —intervino el azabache con una sonrisa cansada.
El de frenos miró a Clara con escepticismo y se escondió detrás de ella.
— ¿Cómo puedes estar tan seguro? —preguntó la pelinegra con el ceño fruncido.
Nomura rodó los ojos con fastidio.
—Nadie les pidió que confiaran en mí.
— ¿Cómo es que ustedes...? —Jim los observó, todavía incrédulo.
Toby carrespeó.
—Es una larga historia.
—Te contaremos —añadió Clara.
—Primero, recuperamos el puente debajo del océano —empezó a relatar.
—Luego, resucitamos a AAARRRGGHH... que, por cierto, se unió con el fantasma de Kanjigar —agregó Toby con entusiasmo.
Jim se quedó en shock.
—Espera... ¿Qué? ¿AAARRRGGHH está vivo?.
Toby y Clara intercambiaron miradas nerviosas antes de sonreír.
—Vivo y mejor que nunca —respondió Toby.
Jim apenas podía procesarlo. Su mente seguía atrapada en la preocupación por Bridget, pero la noticia de que su amigo estaba de vuelta le daba una chispa de esperanza.
Sin embargo, la alegría se limita poco.
・ ゚ ゚・ ✧ 。.。.: *
La alegría duró poco.
El sonido de los pasos resonó en la lejana oscuridad del pasillo. Jim giró la cabeza justo un tiempo para ver la silueta inconfundible de Dictatious acercándose a su celda.
—¡Escóndanse! —susurró con urgencia.
Clara y Toby apenas tuvieron tiempo de reaccionar. Se apresuraron a metros en una celda vacía cercana, empujándose en su apuro. Un chasquido metálico los hizo congelarse.
—No puede ser...
—¡Nos encerramos solos! —murmuró Clara, conteniendo un grito de frustración.
Jim presionó la mandíbula. Quería ayudarlos, pero no podía hacer nada sin delatarlos. Su preocupación aumentó cuando Dictatious se detuvo frente a su celda, estudiándolo con una mirada afilada y una sonrisa burlona.
El azabache no tuvo tiempo de responder antes de que dos Gumm-Gumms aparecieran a su lado y lo tomaran por los hombros.
—¡Oye! —intentó resistirse, pero sus captores lo sujetaron con más fuerza y lo arrastraron fuera de la celda.
Mientras avanzaban por los oscuros corredores, Jim alcanzó a lanzar una última mirada a la celda de sus amigos. Toby le desarrolló una expresión ansiosa y Clara se acercó levemente, prometiendo en silencio que encontrarían la forma de salir.
Lo llevaron hasta la gran sala donde Gunmar lo esperaba.
A su alrededor, una multitud de Gumm-Gumms vitoreaba con entusiasmo, golpeando el suelo con sus armas.
Jim sintió un escalofrío recorrer su espalda cuando Gunmar le dedicó una sonrisa llena de satisfacción.
—Conoce a tu enemigo cazador.
Gunmar se levantó de su trono y con un movimiento de su mano, los Gumm-Gumms se apartaron, despejando el centro de la sala.
Fue entonces cuando Jim la vio.
Bridget.
Pero no era la misma.
Se mantenía erguida en el centro de la sala, sus ojos destellando con un brillo anaranjado antinatural. Ya no tenía las esposas, lo que significaba que podía usar su magia.
James sintió que el aire se le atacaba en la garganta.
-No...
Gunmar soltó una carcajada grave y profunda.
—Dime, Cazador... ¿Tienes lo necesario para enfrentarte a alguien que una vez llamaste amiga?.
El azabache sintió un nudo formarse en su estómago.
—Bridget... —dio un paso al frente, tratando de alcanzarla—. Bridget, escúchame.
Pero ella no respondió.
Sus dedos se crisparon sobre la empuñadura de la espada que había creado, y antes de que el chico pudiera decir algo más, levantó su mano libre.
Una llamada ardiente cobró vida en su palma.
Jim apenas tuvo tiempo de esquivar cuando una columna de fuego se precipitó hacia él. Rodó por el suelo y alzó la vista, viendo cómo Bridget avanzaba mientras el fuego se espandía alrededor de su cuerpo.
—¡Bridget, soy yo! ¡Jim! —intentó de nuevo.
Pero su mirada seguía vacía, lanzó otra ráfaga de fuego y él no tuvo más opción que alzar su espada para defenderse.
Sabía que no podía herirla.
Pero Bridget no tenía la misma restricción.
Con un movimiento rápido, la pelirroja agitó su mano y una llamada ardiente surgió de su palma, transformándose en un látigo de fuego. James apenas logró alzar su espada para bloquear el golpe cuando la cuerda ardiente se estrelló contra él, enviándolo varios pasos hacia atrás.
—¡Bridget, tienes que luchar contra esto! —gritó, intentando llegar a ella, pero la chica solo respondió con otra ráfaga de fuego que le obligó a rodar por el suelo para evitar ser alcanzado.
La multitud de Gumm-Gumms vitoreaba con cada ataque, disfrutando del espectáculo.
Gunmar sonreía desde su trono, observando cómo su espada dominaba completamente a Bridget.
—Ella ya no puede oírte, Cazatroles —murmuró con satisfacción—. La espada ha consumido su voluntad.
Jim apretó los dientes.
—Entonces tendré que hacer que me escuche.
Bridget se arremetió de nuevo, lanzando una lluvia de pequeñas bolas de fuego que explotaban al tocar el suelo. Jim se deslizó entre ellas, corriendo hacia ella con la intención de desarmarla, pero antes de que pudiera alcanzarla, la chica pisó con fuerza el suelo y una onda de calor lo golpeó de lleno.
Jim sintió que el aire caliente le quemaba la piel, pero no tuvo tiempo de quejarse. Bridget ya estaba sobre él.
Se movía con una velocidad aterradora, su espada trato de atravesarlo pero él bloqueó el primer golpe con su propia espada, pero el impacto fue brutal, obligándolo a retroceder.
No podía seguir solo a la defensiva.
Con un grito, Jim esquivó el siguiente corte y se lanzó hacia un costado, girando sobre sí mismo para intentar desarmarla. Sin embargo, Bridget reaccionó al instante, desviando su espada y contraatacando con una patada en su abdomen que lo envió al suelo.
El azabache jadeó, el dolor recorriendo su cuerpo.
Bridget levantó la espada sobre su cabeza, lista para dar el golpe final.
—¡Bridget, basta!
Jim alzó su espada a tiempo para bloquear la estocada, pero la fuerza del impacto lo obligó a cien más en el suelo. Sentía el calor irradiando de ella, sus ojos anaranjados reflejando solo obediencia hacia Gunmar.
No podía seguir peleando contra ella.
Tenía que traerla de vuelta.
—Sé que sigue ahí dentro —gruñó, apretando los dientes mientras resistía la presión de la espada—. ¡Bridget, no eres su marioneta!.
Por un segundo, la fuerza de su ataque pareció titubear.
Jim vio un destello de confusión en su mirada.
Era su oportunidad.
Con un grito, usamos todas sus fuerzas para empujarla hacia atrás y se levantó de un salto.
—Recuerda quién eres, Bridget. ¡Eres libre! ¡Eres más fuerte que él!
Bridget titubeó, su respiración se volvió errática. La espada tembló en su agarre.
Gunmar se levantó de su trono con una expresión de furia.
—¡No lo escuches, niña! —rugió, y un brillo oscuro recorrió la espada.
—Recuerda quién eres, Bridget... —murmuró con voz temblorosa, evitando bloquear su próximo golpe para, en su lugar, acercarse a ella—. Tú no eres una esclava de Gunmar. No eres su guerrera.
La pelirroja respiraba entrecortadamente, la espada en su mano temblaba. Su fuego seguía ardiendo, pero sus movimientos se regresaban menos certeros.
—¡Cállate! —gritó con furia, intentando golpearlo de nuevo.
El azabache esquivó por poco y, en lugar de contraatacar, avanzó aún más.
—Eres Bridget. Eres más que esta maldita oscuridad que quieres consumirte.
La mirada de la chica titubeó por un segundo y él se acercó más.
—Eres mi mejor amiga... —su voz se quebró, sus ojos reflejaban desesperación—. Y sé que aún estás ahí.
La espada de Bridget tembló más fuerte.
—Por favor, vuelve conmigo... —susurró, sus dedos rozando los de ella—. No puedo hacerlo sin ti.
Las llamas alrededor de Bridget titilaron. Su respiración se aceleró. Sus pupilas parecieron recuperar un poco de luz.
—Yo... —la espada cayó de su mano con un estrépito.
Bridget jadeó, llevándose las manos a la cabeza mientras un grito de dolor se escapaba de sus labios.
Jim no lo pensó. En un solo movimiento, la envuelta en sus brazos.
—Esta bien, esta bien —susurró contra su cabello, sintiendo el temblor en su cuerpo—. Estoy aquí Bree'.
Gunmar rugió con una furia descomunal desde su imponente trono. El azabache posicionó a la pelirroja detrás de él mientras invocaba de nuevo la espada del Eclipse. Bridget, aferrándose con fuerza a su brazo, sintió cómo las llamas comenzaban a envolver parte de su piel.
—No me culpes, Gunmar —espetó la pelirroja con una sonrisa burlona—. Fue divertido mientras duró.
Un estruendo seco los hizo girarse de inmediato, los ojos de Bridget se abrieron con sorpresa al ver a sus dos mejores amigos junto a Nomura.
—¡Jim, Bridget! —Clara sonrió con alivio, y la pelirroja dejó escapar un suspiro tembloroso al verlos a salvo.
Toby, en cambio, soltó un grito de horror al fijarse en la imponente figura de Gunmar.
—¡No solo ellos! —exclamó, señalando con desesperación al Señor de los Gumm-Gumms.
Gunmar gruñó con furia al notar a los humanos.
—¡Humanos aquí!? —su voz retumbó en la sala, cargada de odio—. ¡El puente está abierto, atrápenlos!
—¡Síganme! —ordenó Nomura, sin perder el tiempo.
Jim tomó con cuidado la mano de Bridget y empujó de ella para seguir a la cambiante, pero su carrera se vio interrumpida cuando chocó de frente con una enorme puerta de piedra.
—¡Está cerrada! —chilló Toby con pánico, forzando con el mecanismo de la puerta.
—Tienen que llevarnos al puente —insta Nomura.
— ¿Y dejar que nos digan? —el de frenos la miró con incredulidad—. ¡No estamos locos!
Bridget entrecerró los ojos y extendió las manos, intentando invocar sus llamas. Sin embargo, el agotamiento pesaba sobre su cuerpo, y el fuego que surgió alrededor de sus brazos era débil, apenas un reflejo de su verdadero poder.
Nomura notó su estado y se adelantó.
—Déjamelo a mí.
Sin esperar respuesta, lanzó una de sus espadas con precisión letal. Un merodeador apareció en el instante en que Gunmar lo atrapaba por el cuello.
Toby y Clara forcejeaban con la puerta, tratando de abrirla mientras Jim y Bridget los cubrían de los ataques de los Gumm-Gumms.
—¡Rápido, ya vámonos! —gritó Toby cuando finalmente lograron abrir la salida.
No lo pensaron dos veces.
Jim sujetó con más fuerza la mano de Bridget, y junto a Clara, Toby y Nomura, corrieron hacia la única oportunidad que tenían de escapar.
・ ゚ ゚・ ✧ 。.。.: *
Siguieron corriendo lo más rápido que podía, pero en varias ocasiones se vieron obligados a detenerse: los caminos estaban bloqueados por escombros, Gumm-Gumms patrullaban los pasillos y cada segundo contaba.
Nomura los guiaba hasta que finalmente llegaron a un callejón sin salida: una enorme caída se abría ante ellos, una grieta oscura y profunda que parecía no tener fondo.
—Podríamos buscar otro camino —sugirió Bridget, tratando de recuperar el aliento.
—No hay tiempo —replicó Nomura. Sin dudarlo, dio un salto ágil y cortó una de las cadenas que colgaban del techo, asegurándose de que estuviera bien sujeta—. La belleza al último —añadió con una media sonrisa, extendiendo la cadena a Jim.
El azabache retrocedió hasta Bridget, quien aún parecía algo débil. Con cuidado, la sujetó por la cintura, asegurándose de no lastimarla.
—¿Lista?.
La pecosa río nerviosa, aferrándose a él.
—Creo que hay peores formas de morir.
Sin perder más tiempo, Jim se lanzó con ella. Bridget cerró los ojos con fuerza, rogando en silencio a Cedric que los protegiera. Sentía el viento azotar su rostro mientras descendían, y su corazón latía con fuerza.
Cuando finalmente tocaron tierra firme, unas pequeñas rocas se desprendieron del borde, haciendo que la pelirroja perdiera el equilibrio.
—¡Bree'! —Jim reaccionó al instante, atrapándola por la cintura y atrayéndola contra su pecho.
Por un momento, el mundo pareció detenerse. La respiración acelerada de Bridget rozaba su cuello, y Lake sintió su pulso desbocado.
—¿Estás bien? —preguntó suavemente, sin soltarla.
Bridget parpadeó varias veces antes de soltar una risa nerviosa.
—Unos cinco años de terapia y estaré bien.
El azabache sonrió y sin pensarlo demasiado, dejó un beso en su frente antes de separarse. Bridget sintió un calor inesperado recorrer su rostro, pero no dijo nada.
La siguiente en saltar fue Clara, quien tuvo ayuda de ambos chicos para aterrizar sin problemas.
Nomura, por su parte, tomó la cuerda y la pasó alrededor del torso de Toby, asegurándola con un nudo firme.
—Gracias, señorita Nomura —dijo el de frenos, sonriendo con nerviosismo.
—Tú no me agradas —respondió la cambiante con total sinceridad.
Toby hizo una mueca cuando sintió que la cuerda lo apretaba demasiado.
—Está un poquito ajustado...
Nomura soltó un gruñido exasperado y se acercó más, mirándolo fijamente.
—¿Puedo hacer algo más por ti? —preguntó.
Toby, sintiendo que su vida estaba en peligro por razones completamente distintas a las de hace unos minutos, retrocedió asustado.
Nomura, sin más rodeos, lo empujó para que se balanceara hacia el otro lado. Sin embargo, no calculó bien la distancia y Toby quedó colgando a mitad de camino, pataleando en el aire.
—¡No llego! —exclamó con pánico.
Bridget y Clara le dieron el consejo de impulsarse como si estuviera en un columpio, pero eso no parecía estar funcionando.
Nomura resopló, rodando los ojos antes de lanzarse tras él. Se balanceó y cortó la cadena con un movimiento limpio y aterrizó con gracia en el otro lado, asegurándose de que Toby también llegara sano y salvo.
Toby cayó de rodillas, suspirando aliviado.
—Gracias, señorita Nomura...
La cambiante lo miró con los brazos cruzados.
—Sigue sin agradarme.
Acto seguido, lo hizo a un lado.
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Siguieron avanzando con la respiración agitada, pero su camino fue bloqueado nuevamente. Esta vez, la amenaza era diferente.
De entre las sombras surgieron varias figuras de baja estatura, sus cuerpos esbeltos y ojos brillantes como faros. Goblins, solo que estos eran de un color blanco.
Bridget giró la cabeza y su corazón se hundió al ver la caída que tenían detrás.
—No hay salida... —murmuró, sintiendo un escalofrío recorrerle la espalda.
Jim frunció el ceño.
—Nos trajeron hasta aquí.
Clara miró a su alrededor, confundida.
— ¿Nos trajeron? ¿A qué te refieres?
Nomura, en cambio, comprendió al instante y se puso en guardia.
—No a qué... a quién.
La respuesta llegó antes de que alguien pudiera preguntar. Desde la oscuridad emergió una silueta imponente, y el brillo siniestro de su espada iluminó el pasillo. Gunmar se detuvo frente a ellos con una sonrisa cruel.
—El puente. Van a llevarme ahí —ordenó.
Bridget entrecerró los ojos, fulminándolo con la mirada.
—Se dice "por favor", malagradecido.
Gunmar la ignoró, pero Nomura se inclinó levemente hacia ella.
—Evitan su espada. Puede usarla para controlarlos.
—No se preocupe —intervino Toby, tragando saliva—. Siempre me alejo de los objetos filosos.
—Deja de jugar con niños y métete con alguien de tu propia especie —espetó Nomura, colocándose delante de Gunmar con los puños apretados.
El gigante esbozó una mueca de asco.
—Tú no eres de mi especie. ¡Impura!.
Nomura no tuvo tiempo de responder antes de que Gunmar blandiera su espada. El choque de acero resonó en el aire y, en un instante, ambos estaban enzarzados en un combate feroz.
—¡Corrán! —gritó Nomura, desviando un golpe que casi le rozó el cuello.
El grupo no dudó en obedecer. Ayudaron primero a Clara a descender por la pared de roca, luego a Toby. Cuando Bridget extendió la mano para ayudar a Jim, un fuerte golpe la hizo retroceder.
Gunmar había lanzado a Nomura con tal fuerza que la cambiante quedó atrapada entre unas rocas. Antes de que Jim pudiera reaccionar, el troll le asestó un golpe brutal, lanzándolo de espaldas contra el suelo.
—¡Jim! —Bridget intentó correr hacia él, pero Clara la sujetó de la muñeca.
—Tenemos que ayudarla, y no estás en condiciones de hacerlo sola. Toby, ayúdanos —insistió la de mechón azul.
El de frenos hizo una mueca.
—¿Por qué no podemos simplemente irnos?
Un golpe en el brazo por parte de Bridget lo hizo reconsiderar.
—¡Ay! ¡Bueno, bueno!
Mientras tanto, Gunmar se acercó a Jim, quien retrocedió hasta quedar al borde del precipicio.
—He esperado siglos para esto... —murmuró con satisfacción—. Dime, ¿dónde está el puente?
Levantó su espada frente al rostro del joven, y un resplandor azul comenzó a emanar de la hoja, vibrando con una energía oscura.
Bridget sintió algo en su mameluco interior.
No podía quedarse de brazos cruzados. No cuando Jim estaba en peligro.
El miedo que la había paralizado todo este tiempo ardió en su pecho y, por primera vez, dejó de reprimirlo. Su piel se calentó y sus pupilas se estrecharon en rendijas. Pequeñas chispas de fuego danzaron en el aire a su alrededor, crepitando con furia. Un calor abrasador envolvió sus manos cuando extendió los brazos y dejó que las llamas se manifestaran.
—¡Aléjate de él!
El grito de Bridget resonó y en un solo movimiento, lanzó una llamada incandescente hacia Gunmar.
El troll retrocedió de inmediato, rugiendo cuando las llamas rozaron sus escamas. Sus ojos se posaron en la pelirroja con una mezcla de furia e interés, pero antes de que pudiera reaccionar, un estruendo retumbó desde lo alto.
De repente, una enorme figura cayó desde las sombras y aterrizó con un impacto ensordecedor sobre Gunmar.
—¡AAARRRGGHH! —exclamó Bridget con los ojos desorbitados.
El trol pacífico, empujó con toda su fuerza, aplastando a Gunmar contra el suelo y logrando inmovilizarlo entre varias rocas desprendidas.
Bridget, aún sintiendo la calidez de su propio poder, desvaneció las llamas de sus manos y se apresuró hacia Jim, tomándolo del brazo para alejarlo del peligro.
—¿Estás bien? —susurró, preocupada, mientras colocaba una mano en su rostro,sus dedos rozando suavemente su piel.
Jim parpadeó, aturdido. Aún podía sentir un leve ardor en su rostro, pero cuando la chica paso sus dedos por donde antes había rasguños, se dio cuenta de que ya no estaban.
—Cinco años de terapia y estaré bien —respondió con una media sonrisa, tratando de aliviar la tensión. Sin embargo, su mirada se quedó fija en los ojos de Bridget. Ya no eran azules... ahora brillaban con un tono anaranjado
La pelirroja sonrió con suavidad y bajo lentamente la mano.
—Ahora ya estás bien.
AAARRRGGHH gruñó con esfuerzo mientras empujaba las rocas, asegurándose de que Gunmar quedara atrapado.
—¡Ja! ¡Toma eso, cabeza de piedra! —gritó Toby, alzando ambas manos en señal de victoria.
—Después celebramos. ¡Vámonos! —intervino Blinky con urgencia.
Sin perder más tiempo, el grupo se apresuró hacia las escaleras, subiendo lo más rápido posible.
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Cuando comenzó a escalar, Nomura tuvo que subirse a la espalda de Jim, incapaz de apoyarse en su pierna rota. Mientras tanto, Clara y Toby iban aferrados a la espalda de AAARRRGGHH, mientras que Blinky y Bridget avanzaban por su cuenta, cada uno esforzándose por mantener el ritmo.
—¡Ya casi llegamos, hay que seguir! No hay tiempo para detenerse —insistió Toby, tratando de animarlos.
Bridget, sintiendo un arrepentimiento ardor en los dedos, hizo una mueca y lo miró con irritación.
—Bueno, señor no hay tiempo , tú ni siquiera estás escalando —lo regañó con sarcasmo, sacudiendo la cabeza.
Jim apretó los dientes y reafirmó su agarre en Nomura.
—No vamos a dejarla atrás.
La cambiante soltó un suspiro y miró al muchacho con una mezcla de respeto y resignación.
—Escúchalos, joven Gynt... solo los estoy retrasando.
—Saldremos todos de aquí, Nomura —intervino Bridget, mirándola de reojo desde su posición.
—Eso fue algo muy gentil —admitió, pero luego su expresión se endureció—. Voy a detenerlos tanto como pueda. Vayan.
Antes de que Jim pudiera reaccionar, Nomura se soltó de su agarre y cayó.
—¡No! —gritó el azabache, soltando la roca instintivamente para intentar atraparla.
—¡Jim! —Bridget también se soltó un poco, logrando sujetarlo justo por un tiempo.
El grito de sus amigos resonó en la cueva mientras AAARRRGGHH se lanzó hacia ellos, tomándolos a ambos con su enorme brazo antes de que pudiera caer.
—¡No! —Jim forcejeó en el agarre del troll, mirando impotente cómo Nomura desaparecía en la oscuridad—. ¡Déjame ir! ¡No podemos dejarla!
El troll de piel gris lo sostuvo con firmeza, impidiendo que se suelte.
—¡Jim! —Bridget lo agarró por los hombros, obligándolo a mirarla—. Fue su decisión .
Jim bajó la mirada, apretando la mandíbula con frustración y dolor.
Antes de que pudiera procesarlo, un grito los alertó.
—¡Maese Jim! —exclamó Blinky, señalando con urgencia.
Un grupo de Gumm-Gumms trepaba rápidamente por la escalera que debían cruzar.
De repente, un rugido ensordecedor sacudió el lugar. Una silueta azul se lanzó sobre los enemigos, haciendo caer al vacío con un potente golpe del giro .
—¡Draal! —exclamó Blinky, sorprendido—. ¿Qué estás haciendo aquí?.
—Mi padre me dijo que eligiera... y esta es mi elección. Subanse.
Sin perder tiempo, el grupo se apresuró a subir.
El troll miró de reojo a la pelirroja y esbozó una sonrisa al verla.
—Es un gusto ver que estás bien, frambuesa .
Bridget le devolvió la sonrisa, divertida a pesar de la tensión.
Jim, aún sacudido por la pérdida de Nomura, reafirmó su resolución y ordenó con firmeza:
—Hagan espacio para ella. Vendrá con nosotros.
Draal frunció el ceño con preocupación y murmuró:
—...Nomura.
・ ゚ ゚・ ✧ 。.。.: *
—¡NOMURA! —Jim extendió su mano desesperadamente cuando pasó junto a la cambiante. Nomura dudó solo un instante antes de tomar su mano firmemente, y con su ayuda, logró subir al giro justo a tiempo.
El grupo siguió avanzando con rapidez hasta que finalmente divisaron el puente, la última salida de las Tierras Oscuras .
—¡El puente se está cerrando! —exclamó Draal al notar cómo el amuleto daba sus últimas vueltas.
—¡Ahora, ahora! —gritó Jim, apurándolos.
Cuando estaban a punto de cruzar, la criatura serpentina apareció de nuevo, bloqueando su paso.
—¡No pares! —ordenó Jim.
—¡Esto te hará daño! —Draal apretó los dientes y aceleró aún más.
—¡AY, POR LA VIRGENCITA DE GUADALUPE! —Toby se aferró con fuerza a la cintura de Bridget, quien cerró los ojos al sentir cómo atravesaban de lleno el cuerpo de la criatura.
Un instante después, emergieron al otro lado, habiendo cruzado el portal. El giro terminó estrellándose contra el suelo con un golpe sordo, pero el grupo ya estaba a salvo.
Jim fue el primero en bajar, dejándose caer sobre el césped con una sonrisa, respirando profundamente el aire fresco de Arcadia. Bridget descendió a su lado, observando a su alrededor con una sensación de alivio.
— Ya había empezado a olvidar el olor de este lugar... —murmuró con una pequeña sonrisa.
—¡FABULOJOSO! —exclamó Toby con entusiasmo, corriendo hacia ellos—. ¡Jim, Bridget, volvieron!
Sin pensarlo dos veces, el grupo se abrazó con fuerza, compartiendo la emoción de estar de regreso.
Bridget rió suavemente antes de soltar un suspiro.
—Extrañaba el olor a contaminación —bromeó, cruzándose de brazos.
Se giró hacia Nomura, quien permanecía sentada en una roca, apartada del grupo.
—¿No vienes?.
—No es lo mío —respondió. Luego miró a Jim con una leve sonrisa—. Gracias, joven Gynt. Tengo que reconocerlo... tenías razón.
Jim parpadeó, sorprendido.
—¿Sobre qué?
Nomura entrecerró los ojos con diversión.
—Fe, amistad...
Antes de que Jim pudiera responder, Blinky se acercó y le tendió algo.
—Creo que esto te pertenece, maese Jim.
El azabache tomó su amuleto y apenas lo sostenio, este brilló con intensidad y, en cuestión de segundos, se fusionó con su pecho, invocando la armadura de la Luz del Día .
—Se siente bien tenerte de vuelta... —susurró para sí mismo.
Subió un par de rocas, dejando que la brisa fresca acariciara su rostro mientras contemplaba el atardecer. Bridget lo observó por unos segundos antes de seguirlo. Se apoyó en una roca junto a él y lo miró de reojo.
—Casi morimos —comentó con un tono ligero.
Jim soltó una risa suave.
—Sí... pero lo logramos.
Bridget cruzó los brazos y lo miró fijamente.
—Nunca dudaste de eso, ¿verdad?.
Él la miró a los ojos, aquellos que reflejaban la calidez del atardecer.
—No —respondió con sinceridad—. Porque tú estabas ahí.
La pelirroja se sorprendió por su respuesta y desvió la mirada, sintiendo el calor subir a sus mejillas.
—Oh... qué lindo. No sabía que podías ser tan... ¿romántico?
El azabache sonrió, acercándose un poco más.
—Tampoco yo... pero creo que contigo es fácil.
Bridget sintió que su corazón se aceleraba al notar la cercanía entre ellos. Podía sentir la calidez de su cuerpo, el brillo en sus ojos.
—Si vas a besarme... hazlo antes de que me arrepienta —susurró, sin apartar la mirada.
Y él no lo dudó.
Llevó una mano a su mejilla y el atrajo hacia él con suavidad. Bridget entrecerró los ojos y, en cuestión de segundos, sus labios se encontraron en un beso tierno y profundo, sellando con ese instante todo lo que habían vivido juntos.
El mundo pareció desvanecerse a su alrededor.
Solo estaban ellos, el crepúsculo, y la certeza de que sin importar lo que viniera después, siempre se tendrían el uno al otro.
Cuando se separaron, Bridget parecía muy divertida.
—Mhm, nada mal.
—¿Solo "no estuve mal"?.
—No quiero inflar tu ego.
Jim sacudió la cabeza, riendo, mientras ella entrelazaba sus dedos con los suyos.
Por primera vez en mucho tiempo, todo parecía estar en su lugar. O eso era lo que creían.
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