xxvii. One last dance
[♫] Al ver este signo reproduzcan la canción
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Capítulo Veintisiete| Un ultimo baile
Recostada cRecostada contra la pared frente a la biblioteca del Mercado Troll, Bridget mantenía la cabeza oculta entre sus brazos y rodillas, sufriendo en silencio. Había pasado más de una hora y media desde su llegada.
Barbara había sido atendida de inmediato por Vendel, pero aún no había noticias sobre su estado de salud. En cuanto al pequeño ataque de pánico que había sufrido, Bridget lo había manejado con entereza. No era la primera vez que ocurría y prefería no añadir más preocupaciones a James.
—Ya tiene suficiente con lo de su madre —pensó.
Kiko fue el primero en acercarse a su dueña.
—Hola, Kiko. Hoy no estoy de humor —murmuró Bridget con voz apagada.
La pequeña criatura alzó sus orejitas, intentando animarla, pero ella desvió la mirada, desalentando al animal.
—Alguien parece estar de mal humor —comentó su mentora, posicionándose a su lado.
—Solo estoy preocupada por la señora Lake —respondió Bridget, esbozando una leve mueca de inquietud.
La preocupación invadió un poco a Farah al ver a su pupila morder sus uñas, aquello era una clara señal de ansiedad. No estaba tan segura de lo que había tenido que pasar la menor en aquel enfrentamiento con Angor Rot.
—Ella estará bien Bridget, está bajo las manos de Vendel—le aseguro, colocando una mano en su hombro—Aunque sea un viejo testarudo, él sabe que hacer.
Bridget suspiro, bajo sus manos mirando lo arruinadas que quedaron sus uñas. No le importo
—¿Y qué hay de ti? —preguntó Farah con suavidad, observándola de reojo—. No puedes seguir cargando todo el peso sola, Bridget.
La joven alzó la vista lentamente, encontrándose con los ojos de su mentora. Había algo en ellos, una mezcla de firmeza y compasión que le recordaba que no estaba completamente sola, aunque a veces lo sintiera así.
—No se trata de mí —respondió al fin, su voz apenas un susurro—. Solo quiero que todo esto termine. Que Jim pueda estar bien, que la señora Lake esté bien... que podamos respirar tranquilos por una vez.
Farah inclinó ligeramente la cabeza, evaluando sus palabras. Era evidente que la carga emocional que llevaba era más pesada de lo que estaba dispuesta a admitir.
—Eres más fuerte de lo que crees, Bridget —dijo después de un momento—. Pero incluso los más fuertes necesitan descansar. No te olvides de eso.
Kiko, que había permanecido cerca, se subió con cuidado al regazo de Bridget, presiono su pequeño cuerpo contra ella. La chica, incapaz de resistirse, acarició suavemente al animal, encontrando un leve consuelo en su calidez.—Gracias, Kiko —murmuró, dejando que una pequeña sonrisa se dibujara en su rostro, aunque su mirada seguía cargada de preocupación.
Farah se levantó, sacudiéndose el polvo de las manos antes de extender una hacia Bridget.
—Vamos, no ganamos nada quedándonos aquí. Vendel nos avisará en cuanto haya noticias. Por ahora, lo mejor que podemos hacer es mantenernos ocupadas.
Bridget dudó un momento antes de aceptar la mano de su mentora. Se puso de pie lentamente, sintiendo cómo sus piernas temblaban ligeramente por el tiempo que había pasado sentada en la misma posición. Kiko saltó ágilmente al suelo, moviendo sus orejas como si también estuviera listo para seguir adelante.
—¿Qué haremos? —preguntó Bridget, todavía con un tono apagado.
—Primero, comer algo. No puedes pensar con claridad con el estómago vacío —respondió Farah con una sonrisa ligera—. Después, veremos si hay algo en lo que podamos ayudar mientras esperamos.
Bridget asintió en silencio, siguiendo a Farah mientras se alejaban de la biblioteca. Aunque la preocupación seguía presente, el simple hecho de moverse y tener algo en qué concentrarse parecía aliviar ligeramente el peso que sentía en el pecho.
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El fuego crepitaba en la chimenea, llenando la biblioteca con un calor reconfortante. Bridget permanecía sentada en el sillón de su mentora, con las piernas estiradas y la mirada perdida entre las páginas de un libro abierto sobre su regazo. Pero no estaba leyendo. Su mente se había desviado hacia un rincón lejano, hacia los recuerdos de la familia de su madre, hacia los fragmentos de un pasado que nunca llegó a conocer del todo.
El repentino contacto de una mano sobre su hombro la sacó de su ensimismamiento. Dio un leve respingo, pero antes de poder reaccionar, sintió unos labios depositando un beso fugaz en su mejilla.
No necesitó girar la cabeza para saber de quién se trataba. Su cuerpo reconocía la calidez de su presencia incluso antes de que él hablara. Jim se dejó caer a su lado con la misma naturalidad con la que la luna se asomaba en el cielo nocturno. Movió con suavidad sus piernas estiradas para hacer espacio y, sin decir una palabra, ella las volvió a colocar sobre las suyas, como si fuera la posición más natural del mundo.
—¿Te comió la lengua el gato, Bombón? —bromeó él, inclinándose un poco para mirarla de cerca.
Bridget suspiró y pasó una mano por su rostro, como si tratara de despejar las nubes que empañaban su expresión.
—Si lo dices porque no he estado lanzando comentarios sarcásticos o referencias absurdas —respondió con voz cansada—, dame unos minutos. Volveré a ser la misma de siempre.
El azabache no le respondió enseguida. En su lugar, la observó con atención, con esa mirada azul que parecía atravesar cualquier barrera que ella intentara levantar. Después de un instante, sonrió con suavidad y dejó escapar una risa baja y profunda.
—Siempre serás la misma, Bree' —dijo al fin, sacudiendo la cabeza con diversión—. Hasta en los momentos más difíciles, sigues teniendo esa chispa. Eres como un incendio que nunca se apaga.
Bridget rodó los ojos, pero la pequeña sonrisa que apareció en sus labios lo desmentía. Siempre lograba arrancarle una sonrisa, incluso cuando su mente estaba atrapada en un torbellino de pensamientos.
—Eres un idiota —murmuró con fingida molestia, cruzando los brazos.
Jim arqueó una ceja y se inclinó aún más hacia ella.
—Puede ser... —su tono era despreocupado, pero su sonrisa tenía ese matiz juguetón que siempre la desarmaba—. Pero soy tu idiota, Bombón.
La pelirroja negó con la cabeza y, finalmente, cedió. Se relajó contra él, apoyando la cabeza en su hombro. El calor que emanaba de su cuerpo la envolvía de una manera reconfortante, como un escudo invisible contra las preocupaciones que la habían perseguido durante todo el día.
Por un momento, ninguno de los dos habló. El silencio entre ellos no era incómodo; al contrario, tenía algo de pacífico, como si no hicieran falta las palabras cuando podían comunicarse con gestos y miradas.
—¿Cómo está tu mamá? —preguntó Bridget en voz baja, rompiendo la quietud.
Él suspiró y dejó caer su cabeza contra la suya.
—Aún nada. Blinky dice que estará bien, pero... no lo sé.
Ella entrelazó sus dedos con los de él, apretando su mano en un gesto silencioso de apoyo. Cuando levantó la mirada, su sonrisa fue suficiente para que la tensión en los hombros del chico se disipara un poco.
—Vendel es un viejo testarudo, pero sabe lo que hace —dijo, recordando las palabras de su mentora.
James asintió distraídamente, mientras jugaba con un mechón de su cabello. Sus dedos se enredaron en las hebras rojizas, deslizándose con suavidad como si fueran hilos de fuego líquido.
—No pierdes ninguna oportunidad de tenerme cerca, ¿verdad? —comentó con una sonrisa ladeada.
Bridget se rió entre dientes.
—¿Y por qué lo haría, Lake?.
Sus dedos se deslizaron hasta su mejilla, rozando con suavidad el rasguño que él tenía allí. Jim apenas tuvo tiempo de pestañear antes de que un brillo dorado centelleara fugazmente en sus ojos. Al instante, la herida se desvaneció bajo su toque.
Él sonrió divertido y, sin previo aviso, la jaló hacia él, estrechándola más contra su cuerpo. Bridget se quedó sin aliento por un instante, pero no apartó la mirada de sus ojos, azules y brillantes como un océano bajo la luz del sol.
—¿Eso significa que tengo una oportunidad contigo? —murmuró él, con un destello travieso en su voz.
La cercanía entre ambos hizo que el pulso de Bridget se acelerara. Su rostro estaba tan cerca del suyo que podía sentir la calidez de su respiración sobre su piel. Pero en lugar de responder de inmediato, le dedicó una sonrisa burlona, dejando que el momento se alargara.
—No veo necesario responder a esa pregunta —susurró.
La tensión entre ellos se rompió abruptamente cuando la puerta de la biblioteca se abrió de golpe. Bridget y Jim se separaron instintivamente, pero él no la dejó ir del todo. Cuando Farah cruzó la habitación, James mantuvo un brazo alrededor de su cintura, como si no estuviera dispuesto a soltarla del todo.
—Vendel quiere hablar contigo, Cazatroles —anunció la mujer, su mirada pasando de uno a otro con un atisbo de curiosidad.
Bridget soltó un suspiro y se incorporó con lentitud. Jim la ayudó a levantarse, pero no apartó su mano de la suya hasta el último momento. Cuando ella dio un paso hacia Farah, sintió la leve presión de sus dedos deslizándose entre los suyos, como una promesa silenciosa.
Él la observó marcharse con una media sonrisa, una que ella no vio, pero que se mantuvo en su rostro incluso después de que la puerta se cerrara detrás de ella.
"Eres la única persona que logra que me sienta así de seguro".
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—No podrá sanar si sigue unida al cambiante—dijo Vendel, en cuanto Jim preguntó por el estado de su madre—. Esto es magia Gumm-Gumms por lo que desconozco el hechizo adecuado.
—No, pero él si.
Bridget le mantuvo la mirada a Strickler, durante unos segundos. Toby lo amenazó con golpearlo si no se atrevía a hablar; el cambiante termino revelando que el hechizo se encontraba en el libro de Ga-Huel en su oficina.
—Hay que tener cuidado, ese psicópata loco estará allá.
—Me olvidé de Angor Rot.
—¡No! el entrenador Lawrence. Hoy es el baile de primavera, estará rondando los pasillos.
El pequeño impulso en Bridget, la obligó nuevamente a morder sus uñas; había olvidado por completo el baile de primavera y aunque eso no le pareció tan importante aún así pensó en Logan y que le había prometido en acompañarlo.
"No olvidemos que Jim también ira con Clara".
"No sabes cuando cerrar la boca. ¿Verdad?."
—La vida de mi madre es mas importante que un estúpido baile.
James también sintió un ligero impulso, uno que lo llevó a arrancar una pequeña porción de piel. No es que quería sonar grasero ante Clara, pero se trataba de la vida con su mamá y esperaba que ella pudiera entender eso.
"Quería ir contigo Bree'".
—Deben irse, ya.
Clara activó su vara de las sombras, y ante ella y Toby se formó un portal oscuro. Al intentar cruzarlo, Toby sintió un escalofrío recorrer su espalda, y un leve grito escapó de sus labios cuando Kiko lo empujó sin previo aviso.
—Los veré allá—Bridget creó su propio portal; sabía que si intentaba cruzar un portal de sombras, iba a terminar nuevamente aprisionada—. Sujétate.
Kiko se aferró a su cabello mientras la pelirroja soltaba un suspiro y lo cruzaba, acompañada en el fondo por el agudo grito de su mascota.
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Las luces iluminaban el gimnasio de la escuela, acompañadas por la música de fondo. El portal de Bridget la transportó al exterior del edificio, donde varios autos estaban estacionados mientras otros dejaban a algunos de sus compañeros.
Entre ellos, reconoció el auto de los D'addario y no pudo evitar sorprenderse al ver a Daphne descender de este. Ella lucía un vestido rojizo que le llegaba justo por encima de las rodillas.
Una sonrisa se formó en el rostro de Bridget al notar que Daphne estaba siendo acompañada por Logan.
—¡Steve! —lo llamó Daphne al verlo pasar junto a una chica rubia—. Luces muy bien.
—Obviamente —respondió él con una sonrisa burlona en el rostro—. Tú tampoco te ves mal, ricura —le guiñó un ojo antes de seguir su camino.
Daphne rodó los ojos, apretando con fuerza el asa de su bolso—. No me importa, no quiero halagos. No voy a sucumbir a los estúpidos estándares de esta sociedad que convierten a las chicas en inseguras emocionales, listas para quitarse el vestido al primer cumplido —dijo tan rápido que su acompañante apenas pudo entenderla.
Logan la miró, dejando escapar una sonrisa tímida—. Y-yo creo que luces hermosa.
Ella se giró hacia él, notando el brillo que iluminaba sus ojos grises—. ¿De verdad? —preguntó, esbozando una sonrisa ladeada.
Él le ofreció su brazo con la elegancia de un caballero dispuesto a llevar a una princesa al altar. Daphne lo aceptó encantada, y juntos se adentraron en el edificio.
Kiko y Bridget se miraron de reojo, compartiendo una sonrisa cómplice ante la escena que acababan de presenciar. Con un gesto discreto, la pelirroja indicó a su mascota que se ocultara en su bolso, asegurándose de que pudieran entrar sin que los profesores lo notaran.
Se mezcló entre sus compañeros, avanzando con cuidado por los pasillos de la escuela. Mientras se dirigía a la oficina de Strickler, se encontró de casualidad con Toby y Clara en el camino.
—Que sea rápido, no soy fan de este lugar—dijo el de frenos.
—Stricker tiene demasiado libros—reconoció la pelirroja, buscando entre los estantes—. Me siento identificada.
Toby levantó la vista de un libro, mirando el escritorio de su ex-maestro. Bridget también lo miro y ambos decidieron acercarse.
—Creo que lo encontramos.
Clara los observó atentamente y, acercándose al escritorio, tomó el libro. Para su fortuna, el texto estaba escrito en un idioma troll, y ella tenía un amplio conocimiento sobre esa lengua.
De repente, una luz de linterna los sorprendió. Toby, instintivamente, abrazó a la pelinegra, mientras Bridget intentaba cubrirse los ojos con las manos.
—¿Qué está sucediendo aquí? —preguntó el entrenador Lawrence, levantando una ceja. La chica de pecas tomó disimuladamente la hoja del libro y bajó un poco la mano, permitiendo que Kiko la agarrara y la escondiera en su bolso—, ah ya se. ¡Ustedes se escondieron para jugar al doctor sin supervisión!.
—¿Nosotros?.
—Si.
—¡Por supuesto que no!—las dos chicas e apartaron al castaño.
—¿Qué es eso?. ¡Dámelo!.
El entrenador Lawrence paso sus dedos sobre la vara de las sombras. Frunció el ceño aún examinándola.
—¿¡Que es esto?!. ¡Es ilegal!.
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Después de enfrentarse a serios problemas, lograron resolverlo gracias a que Toby fingió un "choque anamórfico". Se dirigieron a la azotea dónde Clara abriría el portal que los llevaría a Mercado Troll, Bridget había tratado de abrir el suyo pero sintió una extraña sensación que le impidió realizarlo .
—Date prisa, Angor Rot podría estar cerca—Toby las miro desesperado.
—Eso intento.
—Concéntrate.
—¿¡Qué crees que estoy haciendo?!.
—Hablar conmigo.
Bridget apartó a Toby de su sitio, Clara extendió la vara en donde se suponía que abriría el portal. Kiko y el de frenos se miraron asustados, detrás de ellos estaba el protagonista de sus pesadillas.
—Clara, Bridget.
La última lo miro con fastidio—Déjala concentrarse.
La expresión de la pelirroja se transformó. Angor Rot se interpuso frente a ambas, y corrieron hasta alcanzar la orilla. Bridget las protegió colocándose delante mientras las llamas envolvían sus brazos.
—Abre el portal. Haré lo que pueda para distraerlo—gruñó Bridget, intensificando el fuego en sus brazos.
La pelirroja lanzó una esfera de fuego hacia el troll. La esfera surcó el aire, pero él logró apartarse.
—No eres más que un pequeño fuego en medio de una tormenta —se burló, avanzando hacía ella.
Bridget, sin rendirse, concentró su energía en sus brazos y dejó que las llamas aumentaran, convirtiéndose en un torrente de fuego. —¡Tienes la capacidad emocional de un ladrillo!—gritó, lanzando un torrente de fuego directo hacia él.
—Peleas tan bien como un troll—lo que se interpuso entre ambos, fue las aureolas de Bridget y la daga del troll.
—Esto es para que aprendas a no subestimar a una pelirroja—exclamó, lanzando su aureola que saco volando a la criatura.
Bridget no dejó pasar la oportunidad; con esfuerzo creó un pequeño portal, sacó la hoja de papel y tomó a Kiko entre sus brazos.
—Debes entregarle esto a Jim —le indicó a Clara. El conejito tomó la hoja y, con un gesto de solemnidad, asintió haciendo un saludo militar.
Angor Rot volvió a aparecer en su campo de visión. Bridget soltó un bufido y se levantó de nuevo, esquivando su daga mientras creaba un pequeño campo de fuego.
—¡Tu magia no es digna para ser manejada por el hombre!.
—¡Si quieres saber cómo es un hombre, observa cómo trata a quienes están por debajo de él, no a sus iguales!—sus ojos adquirieron un tono rojizo intenso, y detrás de ella comenzó a formarse la imponente figura de un dragón. Con un grito desgarrador, lanzó al dragón directamente hacia Angor.
El troll, apenas tuvo tiempo de reaccionar. Intentó levantar su daga para bloquear el ataque, pero el dragón, se abalanzó sobre él.
El impacto fue brutal. El dragón chocó contra Angor Rot, lanzándolo hacia atrás con una fuerza que hizo temblar el suelo. Las llamas estallaron a su alrededor, iluminando la escena con un resplandor rojo y dorado.
En un abrir y cerrar de ojos, el troll consiguió apoderarse de la vara. Desde el tejado, Kiko, Toby y Clara comenzaron a lanzarle ladrillos con desesperación.
Bridget, tras recuperar la compostura, se acercó con rapidez y le asestó un golpe certero en la entrepierna—Regla número tres.
Subió por las barandillas, donde sus amigos ya la esperaban. Justo cuando el de frenos se giró para buscar a Rot, este había desaparecido.
—¿Lo vieron? ¿A dónde se fue?.
—¡Eso no importa! ¡Tenemos que irnos! —exclamó Bridget, tomándolo del brazo y empujándolo hacia el portal de Clara.
Un quejido escapó de Kiko cuando Angor lo sujetó del pelaje. Con una sonrisa maliciosa, le quitó el conjuro mientras soltaba una risa burlona.
—Quería romper mi encantamiento—dijo Rot, Bridget se apresuró en tomar la vara de las sombras. Sintiendo un fuerte dolor al principio—. Pero han fracasado, que pena que no son mejores guerreros.
—No seré guerrera, pero solía ser muy buena en jabalina—lanzó la vara con precisión. Kiko golpeó al troll en la cara con una patada, mantuvo el conjuro y permitió que la vara lo atravesara, cruzando el portal que Bridget había creado justo en el momento en que la lanzó.
Retrocedieron a la defensiva cuando Angor comenzó a acercarse. Toby estuvo a punto de caer, pero logró sostenerse a tiempo de Clara, aunque terminó arrastrándola con él. Bridget sujetó la mano de la pelinegra mientras el troll la agarraba por el asa de su bolso.
Finalmente cayeron después de que Angor Rot cortara el bolso de la pelirroja y se lo llevara consigo. Toby y Clara terminaron en el suelo, mientras que Bridget fue a parar sobre un árbol.
—¿¡Ustedes otra vez?!—el entrenador Lawrence los apuntó con su linterna—. ¡Vuelvan al baile!.
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No sabía en qué momento había terminado en manos de Darci y Mary. Apenas la vieron cruzar la puerta, con su ropa completamente desgastada, la dos chicas decidieron aprovechar que habían traído ropa extra y su kit de maquillaje. Sin pensarlo dos veces, la condujeron hacia los baños.
—¿Qué rayos fue lo que te paso?—le pregunto Wang, colocándole algo de rubor.
Ella tardó unos segundos en contestar, como pensando realmente cualquier excusa. Solamente se alzó de hombros sin saber que responder; ambas chicas decidieron no preguntar y siguieron arreglándola.
Bridget era totalmente hermosa. Su cabello pelirrojo en contraste con su piel blanquecina, sus ojos azules con un brillo intenso y atractivo. Todo aquello la hacía verse perfecta.
Lo malo es que ella no se daba cuenta
En el baile, Toby se alegró al encontrarse con su mejor amigo. Había asistido al evento por insistencia de su madre, quien, tras haber perdido la memoria, no recordaba casi nada de lo sucedido durante la noche.
♫
Los ojos de el azabache se movieron en distintas direcciones hasta que su mirada se suavizó al cruzarse con aquellos hipnóticos ojos azules. Un destello iluminó su rostro al verla completamente arreglada: un vestido rosa claro que realzaba su figura, combinado con una chaqueta de cuero y unos botines a juego que le daban un aire encantador y audaz.
Ambos caminaron lentamente, rodeándose por unos instantes mientras intercambiaban sonrisas. Jim dejó escapar un suspiro y, con valentía, tomó las manos de Bridget, acercándola hacia él.
Ella sintió cómo una de las manos del chico se posaba suavemente en su cintura, mientras la otra sostenía la suya con delicadeza. Bridget sonrió y comenzó a bailar, algo torpe al principio, pero eso no importaba, porque en ese momento solo existían ellos dos.
—Se que estarás devastado pero perdiste—dijo Bridget, encogiéndose de hombros por unos segundos—. Pero creo que Steve es el rey de la primavera.
—Que extraño, no me siento como un perdedor—admitió—. Que mal que no fuiste reina del baile—lamento, tomó su mano y le hizo dar una pequeña vuelta.
—No quería serlo de todas maneras—le resto importancia—. Además ya soy una princesa—rió en voz baja.
James hizo una mueca y la giró nuevamente, dejando que la espalda de la pelirroja descansara contra su pecho. Rozó con suavidad el dorso de su mano, dejando una caricia fugaz, y se inclinó hacia su oído.
—Olvidemos eso por un momento. Ahora, solo concéntrate en lo que está sucediendo —murmuró, acercando su rostro al de ella, apenas dejando un suspiro entre ambos.
Mais ma meilleure ennemie c'est toi, Fuis-moi, le pire c'est toi et moi
Bridget, con una sonrisa divertida, se apartó de él y comenzó a girar sobre su propio eje mientras bailaba. Algunos la miraron con extrañeza, pero para los ojos de Jim era la imagen más hermosa que jamás había contemplado.
Él se unió al baile, y aunque no era especialmente hábil, a Bridget no le importaba. Lo único que realmente importaba era que estaba bailando con ella. Por primera vez, alejados de cualquier preocupación, podían disfrutar de un momento que era solo para ellos.
Aprovechando que los maestros estaban distraídos, la pelirroja lo tomó de la mano y lo condujo hasta el tejado de la escuela. Allí, ambos se sentaron bajo la tenue luz de la luna. Bridget contemplaba el cielo nocturno, mientras que Jim tenía su propia luna que admirar: ella.
—Que noche—dijo la pecosa, soltando un suspiro aliviado.
—Es hermosa.
Ella se giro a verlo, sonrió divertida tomando su mano—. ¿Dónde aprendiste a bailar así?.
—Y-Yo solo te seguí el ritmo—balbuceó, nervioso pero a la vez sereno bajo el roce de su toque.
Bridget soltó una leve risa—. Buena respuesta.
Lake se encogió de hombros—. Oye, quería darte las gracias por lo de mi mamá—soltó un suspiro, mirando hacía la luna—. Y por todo, en el algún momento me consumió todo lo que no era. Me dí por vencido. Me rendí contigo—se giro a mirarla.
El corazón de Bridget se acelero, sus mejillas se tiñeron de un color rojizo y su respiración, por un segundo, se detuvo debido al nerviosismo. Pero logró controlarla, dejando reposar su cabeza sobre su hombro.
—Yo... Nunca te he visto rendirte ante nada Jim—le dijo Bridget sonriendo de esa forma que derretía al azabache.
—¿Alguna vez has deseado poder quedarte en un momento?—le pregunto en voz baja, abrazándola por los hombros.
—A veces, para dar un paso hacía delante hay que dejar cosas en el pasado—reconoció, bajando por unos segundos la mirada.
—Te prometo que nunca olvidare esto.
Bridget levantó la mirada—. Mas te vale que no.
Jim sonrió, observando la tranquilidad en el rostro de Bridget. Sus ojos azules brillando con una cantidad de emociones diferentes en ella. Ambos azules se conectaron, tan cerca que podían observar cada detalle del otro.
Mais ma meilleure ennemie c'est toi Fuis-moi, le pire c'est toi et moi
La pelirroja extendió una de sus manos, acariciando suavemente su mejilla. James tomó esa mano con delicadeza y, esbozando una sonrisa, ambos comenzaron a acercar sus rostros.
Sentían sus corazones acelerarse ante la cercanía que ambos tenían, cuando sus labios estuvieron apunto de rozarse. Bridget abrió los ojos en grande.
—¡Por Merlín!—se levantó exaltada—. ¡Ya sé por que tomó mi bolsa!.
—Bree', Bree', Bree'—la llamo desesperado, al verla caminar entre círculos—. ¡Bridget!—la tomó por los hombros.
—¡Él la tiene!.
—¿¡Angor Rot tiene qué?!.
—El tiene la llave de Mercado Troll.
Adiós a lo que pensaban que sería un instante solo para ellos.
MUAJAJAJA AHORA SI SE VIENE LOS DEMÁS CAPITULOS! ME VALE QUE NO TENGA APOYO YO LO TERMINARE SI O SI.
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