xxix. Look what you made me do
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Capítulo Veintinueve| Mira lo que me hiciste hacer.
Bridget creyó que las pesadillas habían quedado atrás hacía mucho tiempo, pero desde que Jim cometió la estupidez de entrar a las Tierras Oscuras por su cuenta, las noches para ella se volvieron interminables. Se despertaba entre gritos, el sudor frío pegándole la ropa a la piel, con la misma imagen grabada en su mente: Gunmar acabando con la vida del Cazatroles.
No importaba cuantas veces intentara convencerse de que Jim era fuerte, de que encontrarían la manera de traerlo de vuelta. Su subconsciente no le daba tregua. Apenas cerraba los ojos, la imagen volvía a atormentarla, golpeando su mente con una crueldad insoportable. Dos semanas habían pasado desde aquel maldito día y, para su suerte, el amuleto no había elegido a nadie más. Lo tomó como una buena señal.
Se miró en el espejo, observando las profundas ojeras que se marcaban bajo sus ojos. Suspiro con cansancio y se cubrió el rostro con maquillaje. No quería que los demás preguntaran, que insistieran en hablar de lo que había pasado. Sabía que Toby y Clara estaban igual que ella, pero cada uno lidiaba con el dolor a su manera.
Terminó de alistarse y bajó a la cocina. Abrió el refrigerador y encontré una nota pegada con un imán en forma de estrella.
"Salí por trabajo. Vuelvo en un par de días. Cuídate. – Rafaella."
Bridget arrugó el papel sin siquiera leerlo dos veces y lo lanzó a la basura. No le importaba. Últimamente nada parecía importarle lo suficiente. Se sirvió un tazón de cereal y comenzó a revolverlo con la cuchara sin muchas ganas.
El silencio de la casa pesaba más que nunca.
Antes, siempre tenía el sonido de los mensajes de Jim en su teléfono, molestándola con sus ocurrencias matutinas. Solía mandarle fotos de su desayuno con comentarios ridículos o quejas sobre Toby robándole la comida. Ahora su teléfono estaba mudo.
Bridget dejó caer la cuchara en el tazón y apretó los puños sobre la mesa.
"¿Dónde estás ahora, Jim?"
El miedo le susurraba al oído que tal vez su pesadilla no era solo una manifestación de su angustia, sino un reflejo de la realidad. Que tal vez, en ese mismo instante, Jim estaba solo, herido... o algo peor.
Sacudió la cabeza, intentando alejar esos pensamientos.
"Él sigue vivo." Se obligó a creerlo. "Debe estar buscando la forma de volver... tiene que estarlo haciendo."
Pero... si realmente seguía con vida, ¿por qué no habían recibido ninguna señal?
Bridget sintió que el estómago le revolvió. Había tantas preguntas, tantas posibilidades horribles que le quitaban el sueño. Apretó los labios, conteniendo las lágrimas.
No podía seguir así.
Jim le había prometido que volverían juntos... y ella iba a asegurarse de que así fuera.
・ ゚ ゚・ ✧ 。.。.: *
Mientras Bridget abría su casillero, sintió de arrepentimiento unos brazos rodeándola con fuerza, acompañadas de un suave "¡Lo siento!" .
Se tensó por la sorpresa y, cuando logró girarse, se encontró con Daphne, quien la miraba con una mezcla de reproche y tristeza. Su expresión lucía abatida, como si estuviera al borde de romperse.
—¡Dafne! ¿Estás bien? ¿Qué te..?
No tuvo oportunidad de terminar la frase. La castaña se abalanzó sobre ella, abrazándola con fuerza, y pequeños sollozos escaparon de sus labios.
—¡Lo lamento, en serio! —murmuró contra su hombro—. No debí enojarme contigo por lo de Logan. Fui una estúpida... no fue justo lo que te dije.
Bridget parpadeó, todavía sorprendida por la repentina explosión de emociones de su amiga.
—Daph'... —murmuró, correspondiendo al abrazo con suavidad—. No tienes que disculparte así...
—¡Sí, sí tengo que hacerlo! —se apartó solo lo suficiente para mirarla a los ojos, con la cara enrojecida y los ojos vidriosos—. Me sentí horrible estos días... y cuando... cuando él... —Su voz se quebró y negó con la cabeza, como si no pudiera decirlo en voz alta—. Pensé que lo último que te dije fue un reproche. Y se que haz estado mal por la enfermedad que tiene Jim ahora.
El pecho de Bridget se encogió.
Daphne era de las pocas personas que entendían lo que Jim significaba para ella. Y ahora, después de todo lo que había pasado, la castaña estaba claramente destrozada, al igual que todos en su pequeño grupo de amigos.
—Daphne... —susurró, tomando sus manos con firmeza—. No tienes que preocuparte por eso, de verdad. Yo tampoco estuve en mi mejor momento, y sé que lo que dijiste no fue con mala intención.
Daphne mordió su labio, desviando la mirada con culpa.
—¿Puedes perdonarme?
Bridget suspiro y le dio un pequeño empujón en el hombro.
—Eres una reina del drama, ¿lo sabías?.
Por primera vez en días, la castaña dejó escapar una risa ahogada, limpiando las lágrimas rápidamente.
—Tú lo eres más.
Bridget claramente con nostalgia, pero el dolor en su pecho seguía presente.
—Me alegra que estemos bien —murmuró Daphne, volviendo a abrazarla—. Y esto segura de que Jim se mejorará pronto. Ya iniciamos con los ahorros.
Bridget cerró los ojos con fuerza.
—Sí —susurró—. Vamos a traerlo de vuelta.
・ ゚ ゚・ ✧ 。.。.: *
—Luego, Tobías y yo entramos en una vespa a toda velocidad —narraba Blinky con entusiasmo, trazando líneas apresuradas en la pared de piedra—. La joven Bridget incinera a los guardias, mientras utilizamos los portales temporales de la vara de las sombras de Clara—continuó, agregando más detalles a su plan improvisado—. ¡Si! Puede funcionar. ¿Qué piensas, amigo?.
Su mirada se dirigió hacia la estatua de piedra de AAARRRGGHH, que había preferido conservar en su biblioteca en lugar de dejarlo en la forja.
—Oh, tienes razón... —suspiró el troll de seis ojos, dejando caer la tiza—. No servirá —se rindió con resignación—. Esa vara no puede llevarnos hasta allá... y la pregunta sigue en pie... —pasó una mano por la piedra polvorienta, borrando todos los dibujos—. ¿Cómo abrir un puente para salvar al Cazatroles si se necesita un Cazatroles para abrir dicho puente?.
Antes de que pudiera seguir sumido en sus pensamientos, una voz interrumpió el silencio de la cueva.
—¿Tuviste suerte, Blinky?
Clara apareció en compañía de Bridget y Toby. Sus rostros reflejaban la misma preocupación que él sentía.
—Como siempre, tengo muchos aviones —respondió Blinky, encogiéndose de hombros—, pero nada útil. He de decir que es más frustrante cuando te encuentras sin opciones.
Bridget desvió la mirada hacia Toby, cruzándose de brazos.
—¿Tuviste suerte con la trampa?.
—He metido mi cabeza aquí por toda Arcadia. Solo veo tierras oscuras, pero no a Jim —respondió, sacando su cabeza del pequeño portal—. Pero dejé chocolates para que sepa que aún no nos hemos rendido —agregó, lanzando uno al aire—. Y para que no se quede sin comer —susurró con un deje de cansancio—. ¿Esto es inútil o no?
Blinky sacudió la cabeza.
—Como mi hermano Dictatious solía decir... —hizo una pausa antes de pronunciar unas palabras en troll.
— Hasta en desesperanza... —murmuró Bridget, traduciendo sin pensar.
— ...hay una esperanza —completó Blinky con una leve sonrisa—. Me alegra que aún sepas troles —comentó con aprobación—. Y es por eso que no debemos rendirnos en ayudar al Maese Jim —su voz se tornó más firme—. Nuestras aventuras ya nos separaron de un amigo, no perderemos a otro.
Tomó con delicadeza la mano petrificada de AAARRRGGHH y la apretó con afecto.
—La clave para salvarlo está en este lugar.
Bridget se acercó a una de las estanterías de la biblioteca, sus dedos recorriendo los lomos de los libros antiguos con cautela. Algo en su interior le decía que la respuesta estaba más cerca de lo que imaginaban.
Sin pensar demasiado, tomó un libro horrible de tapas de cuero desgastado y, en cuanto lo sujetó con fuerza, un dolor punzante atravesó su cabeza.
—¡Ah! —dejó escapar un jadeo ahogado, llevándose ambas manos a la cabeza.
Su visión se nubló de golpe y sintió cómo sus piernas cedían bajo ella. Sus ojos, normalmente de un tono azulado, se tornaron de un blanco brillante.
Las imágenes llegaron sin aviso.
Sombras retorciéndose entre ruinas, la silueta de Gunmar caminando entre la penumbra, cadenas arrastrándose por el suelo. Escuchó el eco de gruñidos guturales, susurros en un idioma desconocido. El frío la envolvió, paralizándola.
El dolor cesó de golpe y sus piernas cedieron, dejándola caer al suelo con un jadeo entrecortado.
—¡Bridget! —Clara se lanzó hacia ella, sujetándola antes de que su cabeza golpeara el suelo.
— ¿Qué te pasó? —exclamó Toby, arrodillándose a su lado con el rostro pálido de preocupación.
Blinky la observó con atención, reconociendo lo que acababa de ocurrir.
— Una visión... —murmuró, antes de dirigir su mirada al libro que había tenido la pecosa en sus manos—. El grimorio escrito por Marion...
—Vi... —susurró con la voz entrecortada—. Solo pude ver las tierras oscuras.
El silencio se apoderó de la cueva por unos segundos, hasta que Clara la ayudó a reincorporarse.
—¿Alguna noticia de Jim? —preguntó la del mechón azul, pero la pelirroja negó de inmediato, acompañando el gesto con una mueca.
—¡Oye! ¿Qué demonios? —se escuchó la exclamación indignada de Toby—. ¿Quién convirtió mi martillo de guerra en un rascador de espaldas?
—Al ver tus dificultades para manejarlo, decidí estabilizar su impredecibilidad y, por así decirlo... —el de seis ojos tomó el martillo entre sus manos—. Ajustarlo a escala —añadió, revelando el martillo en su tamaño original.
—¡¿Quéeeee?! —exclamó Domzalski, sorprendido, casi perdiendo la voz. Luego, con emoción, tomó el martillo portátil entre sus manos—. Escala, tamaño real —dijo mientras lo probaba, alternando entre las dos versiones y jugando con entusiasmo.
El momento fue interrumpido por el sonido de unos cuernos que no habían escuchado antes.
—Santos cuernos, ¿Qué es eso? —preguntó el chico de frenos desde el suelo, con evidente inquietud.
・ ゚ ゚・ ✧ 。.。.: *
Cuando el grupo salió de la biblioteca de Blinky, se encontraron con un grupo de troles que no reconocían una simple vista. Sin embargo, Toby sintió un atisbo de alivio al ver entre ellos a Wumpa, mientras que Bridget, por el contrario, frunció el ceño al identificar a Usurna y Gatto entre los presentes. Su expresión se endureció, y, sin darse cuenta, cruzó los brazos con fuerza. Algo en su interior se tensó como un recurso.
"No era una coincidencia. No podía serlo".
— ¿Quién convocó al tribunal, Vendel? —preguntó Blinky.
—El tribunal mismo se convocó —respondió Faradonga con un suspiro pesado, como si ya anticipara el caos que estaba por desatarse. Kiko apareció con ella y sin pensarlo se lanzó a los brazos de la pelirroja quien lo acurrucó.
Vendel, con su apariencia severa, golpeó el suelo con su bastón antes de hablar.
—La estupidez del Cazatroles de aventurarse en esas tierras ha crecido como una plaga —declaró con irritación—. Y ahora el tribunal discutirá la destrucción de Muerte Frente.
Las palabras flotaron en el aire como una sentencia de muerte.
Bridget sintió cómo su pecho se comprimía. Su respiración se volvió errática, su pulso martilleaba en sus sienes. Sus pensamientos comenzaron a girar en un torbellino descontrolado.
"No... No, no, no".
Jim seguía allá. Atrapado. Sufriendo. Vivo.
Si destruían Muerte Frente, ¿Qué significaba eso para él? ¿Qué pasaría con las criaturas atrapadas en ese lugar? ¿Cómo podría siquiera considerarlo?.
Su mente saltó de un pensamiento a otro sin descanso. Jim ya estaba sufriendo, ya estaba en peligro. ¿Y ahora lo abandonarían a su suerte?.
Las voces a su alrededor se convirtieron en un murmullo lejano.
"¿Y si ya era demasiado tarde?".
Su corazón dio un vuelco.
"¿Y si Jim...?".
No. No podía pensar en eso.
Apretó los puños, sintiendo el temblor en sus dedos. Algo dentro de ella exigía moverse, actuar, hacer algo. Pero estaba atrapada, paralizada por sus propios pensamientos, por la angustia que se expandía en su pecho como un veneno lento.
Las palabras de Vendel seguían resonando en su cabeza.
Muerte Frente será destruida.
Y si eso pasaba, Jim desaparecería con él.
—Bridget —dijo Clara, tomándola suavemente del brazo y sacándola de sus pensamientos—. Vamos —añadió, mientras la guiaba para seguir a Blinky.
・ ゚ ゚・ ✧ 。.。.: *
Los adolescentes lograron escabullirse entre las piedras de cristal que adornaban la sala de Piedra Corazón, buscando un punto estratégico desde donde pudieron observar sin ser detectados. Bridget se asomó la cabeza, sintiendo el peso ligero de Kiko sobre ella. El pequeño conejo se encogió entre su cabello pelirrojo, ocultándose al notar la cantidad de troles reunidos.
—No veo razón para tanta impaciencia —declaró Vendel con molestia—. El muchacho podría seguir con vida. No se ha escogido a otro Cazatroles, así que, ¿por qué cambiarlo ahora?
Un murmullo recorrió la sala antes de que Usurna hablara.
—No podemos permitir que la inmadurez del Cazatroles ponga en riesgo a toda nuestra raza —alegó.
Farah rodó los ojos ante su comentario, al igual que Bridget. Kiko, sintiendo la hostilidad en el aire, sacó la lengua desde su escondite, pero ni eso lograba disipar la creciente presión del momento.
Wumpa cruzó sus brazos con desaprobación.
—Muy tonto él por haber ido —murmuró con severidad—. No debía haber acudido.
Las palabras golpearon a Bridget como un puñetazo invisible. Su mandíbula se tensó, pero se mantuvo en su escondite, tratando de escuchar cada palabra sin reaccionar impulsivamente.
—Si Gunmar encuentra al niño, ¿Qué es lo que le impedirá salir? —preguntó Bork con inquietud.
Faradonga alzó la vista y respondió con seguridad:
—Muerte Enfrente está encerrado en la bóveda.
La krubera soltó una carcajada irónica.
—Como si eso pudiera detener a Gunmar.
Los murmullos se intensificaron. Bridget sintió cómo su corazón latía con fuerza, con cada palabra de los ancianos la indignación dentro de ella crecía más.
—Nada lo puede detener —intervino Farah, golpeando la mesa de piedra con ambas manos—. Pero aún así, el Cazatroles está arriesgando su vida tratando de destruir la única amenaza que ninguno de ustedes ha tenido el valor de enfrentar.
El comentario hizo que un silencio incómodo se instalara en la sala, hasta que la voz de Gatto resonó:
—Derríbenlo. Que ese pellejudo muera en las Tierras Oscuras. Su amuleto de juguete elegirá a otro.
El cinismo en su tono hizo que Bridget apretara los puños. Sentía que si escuchaba una palabra más en contra de Jim, no podría contenerse.
—Esos malagradecidos —susurró Toby, sin poder ocultar su furia—. No podemos decidir por los chicos, pero al parecer el chico volcán sí.
Bridget no pudo evitar soltar una risa amarga.
—Parece que le tiene un odio especial por lo que pasó aquel día —murmuró, mientras Kiko temblaba sobre su cabeza.
La conversación se tornaba cada vez más tensa. Vendel alzó su voz una vez más.
—El destino del Cazatroles aún no está sellado —afirmó con gravedad—. El amuleto aún no ha llamado a otro. Podría regresar aún.
—¡Capturado ya podría estar! ¡Los Gumm-Gumms marchan hacia nosotros mientras seguimos discutiendo! —rugió Wumpa, golpeando el suelo con su puño.
Bridget sintió la rabia bullendo en su interior. ¿Cómo podría siquiera cuestionarlo?
Entonces, Blinky tomó la palabra.
—Me sorprende lo que escucho —dijo, su voz resonando en las paredes de la sala—. El Maese Jim fue temerario, sí, pero en su poco tiempo con el título de Cazatroles ha logrado lo que muchos consideraban imposible.
Su mirada recorrió la mesa con severidad.
—Acabó con Bular. Unió a Mercado Troll contra Angor Rot. Desenmascaró a los cambiantes que se infiltraron en nuestro medio. Conquistó el puente que ustedes desean convertir en su tumba.
El silencio se hizo aún más profundo.
—En muchas ocasiones nos ha brindado su compasión y nos ha salvado de nosotros mismos —continuó Blinky, sin apartar la vista de los ancianos—. Yo no pido que el puente siga en pie. ¡Yo demando que entremos por ellos!
La fuerza de su discurso fue evidente. Algunos de los presentes desviaron la mirada, sin argumentos en contra. Pero entonces, Gatto intervino con frialdad.
—Muy conmovedor, Blinkous, pero dime algo —su mirada se estrechó, dejando ver su desdén—. ¿Quién dice que este humano no es un cambiante enviado para liberar a Gunmar de su prisión?
El comentario hizo que un escalofrío recorriera a Bridget.
—¡YO ESTOY ASOMBRADO! —gritó Blinky, completamente indignado.
—Es la única prueba que veo —añadió Bork, cruzándose de brazos.
Bridget sintió que algo en su interior se rompía. La ira contenida explotó en un segundo. Sin darse cuenta, sus ojos brillaron con un tono anaranjado intenso y, antes de que pudiera detenerse, sus brazos resplandecieron con llamas.
La sorpresa fue instantánea. Kiko dejó escapar un chillido cuando su pequeña colita se quemó, saltando rápidamente a los brazos de Toby.
Bridget salió de su escondite, sin importarle que la descubrieran.
—¡¿Cómo se atreven, malditas rocas de cuarta?! —rugió, sin poder controlar sus emociones.
El fuego chisporroteó en sus manos mientras avanzaba unos pasos. Los troles más cercanos retrocedieron instintivamente, alertados por la repentina manifestación de su poder.
—¡Si él desenmascaró a los cambiantes, significa que usó el detecta una manada, par de ignorantes! —exclamó, su tono cargado de furia—. ¡Ustedes, débiles de mierda, fueron los que dijeron que debían responder cada llamado!
Su pecho subía y bajaba con agitación. Sentía la rabia ardiendo en su interior, sin poder controlarla.
—Entró para acabar con Gunmar, el único troll al que ustedes temen enfrentar.
Toby asintió, apartándose ligeramente del calor de las llamas de la pelirroja.
Gatto suspiró con fastidio.
—Oh no, estos tres siempre son un dolor de trasero... —murmuró.
—Te daré tu dolor de trasero... —murmuró la pecosa entre dientes, dando un paso hacia él.
Antes de que pudiera avanzar más, Farah interpuso una mano delante de ella, mirándola con una ceja en alto.
—Se merecen su atención —dijo Blinky con firmeza—. Si los sacan de estos procedimientos, ¡pueden hacer lo mismo conmigo!
El eco de su declaración quedó suspendido en el aire. Y por primera vez en la noche, el tribunal quedó completamente en silencio.
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—¡Son escoria!.
Los habían echado de la sala, pero a Bridget no le importó. Con un bufido se levantó, tomó a Kiko y lo colocó sobre su hombro. El pequeño, como si fuera un acto natural, agarró un mechón de su cabello y lo ató alrededor de su cintura.
—Si creen que pueden detenernos, están muy equivocados —murmuró con enojo—. Vamos.
El tono de su voz dejó al grupo perplejo. Era la primera vez que veían esa faceta en la pelirroja. Nunca antes había mostrado tanta seriedad, tanta furia contenida. Parecía que la antigua Bridget había desaparecido, dejando lugar a una nueva versión de sí misma, una que emanaba fuerza y estaba completamente dominada por su magia.
La rabia que sentía no era un simple enojo pasajero, era algo más profundo, algo que había estado latente dentro de ella, esperando el momento justo para despertar.
Las llamas de su magia bailaban en la punta de sus dedos, pequeñas pero intensas, un reflejo de la furia que la consumía. No intento apagarlas. Ya no tenía sentido ocultarse, ni fingir que no era diferente. Bridget siempre había sido la chispa en la oscuridad, pero hasta ahora nunca había sentido tanto poder fluir por sus venas.
Kiko, aún en su hombro, la miró con temor, sintiendo el calor que emanaba de su piel. La pequeña criatura tembló y apretó su agarre en el mechón de cabello que había atado a su cintura, buscando algo de seguridad. Toby y Clara intercambiaron miradas preocupadas, pero ninguno se atrevió a decir nada.
La antigua Bridget habría tratado de calmarse, habría intentado sonreír y seguir adelante como si nada hubiera pasado. Habría contenido sus emociones, escondido su enojo y encontrado una manera de hacer que todo pareciera menos grave de lo que era. Pero esa Bridget ya no existía.
Ya no era la de una chica insegura, sino la de alguien que había decidido no someterse más a las reglas de otros. La rabia la hacia sentir viva, fuerte. Por primera vez en su vida, no tenía miedo de lo que era capaz de hacer.
—No necesito que me digan que hacer —dijo con frialdad—. Pero yo no pienso quedarme de brazos cruzados.
Cuando llegaron a la bóveda, Bridget pasó de largo a Draal y comenzó a abrirla, ignorando por completo sus protestas.
—¡Frambuesa, la bóveda está prohibida hasta que el tribunal termine! —exclamó Draal, intentando detenerla.
—¡El tribunal quiere destruir el puente con Jim adentro! —replicó la pelirroja, mientras una aureola rojiza se formaba a su alrededor y derribaba las puertas de la bóveda para permitirle entrar.
—¡Daña los controles! —exclamó Blinky desde las escaleras, dirigiéndose a Toby.
—Si tan solo tenía un martillo de guerra portátil... Espera, lo tengo —respondió el castaño con una sonrisa mientras sacaba su martillo y lo dejaba caer con toda su fuerza sobre los controles. Un chispazo iluminó la sala cuando las palancas se partieron en dos. —Es hora de lucirse.
El estruendo del metal retorciéndose resonó por la bóveda, pero no había tiempo para celebrar.
—¿Y ahora qué hacemos? —preguntó Clara, con la vara de las sombras firmemente sujeta entre sus manos.
—Detenerlos. No dejaré que destruyan el puente —respondió Bridget, su voz más fría de lo habitual. Las aureolas de luz que antes la rodeaban se desvanecieron, reemplazadas por llamas que se intensificaban en sus brazos. Kiko saltó de su hombro, su pequeño cuerpo vibrando con energía mientras mostraba sus garras afiladas.
—Por Jimbo —agregó Toby, blandiendo su martillo con determinación.
—Siempre tuve algo contra la autoridad —admitió Draal con una sonrisa feroz antes de golpear el suelo con su puño, provocando una grieta que se extendió como una telaraña.
—Esperamos que Maese Jim esté cerca —murmuró Blinky, preocupado, mientras Clara adoptaba una postura de combate.
Cuando la puerta de la bóveda finalmente se abrió, dos Krubera salieron despedidos como proyectiles, arrojados contra las paredes por un golpe telequinético de Farah. Antes de que pudieran reaccionar, el aire se tornó sofocante. Detrás de Bridget, entre las llamas que la rodeaban, emergió la silueta de un dragón. Sus escamas ardían como brasas vivas y sus ojos, de un fulgor dorado, recorrieron la sala con un poder inhumano. Luego, fijó su mirada al frente y rugió con una intensidad que hizo temblar el suelo.
—¡Cuidado con la niña! —gritó Usurna, retrocediendo instintivamente cuando las llamas comenzaron a rodearla, atrapándola en un círculo abrasador.
Bridget extendió los brazos y el dragón, como si respondiera a su llamado, se lanzó sobre los Krubera. Un rugido ensordecedor llenó el aire antes de que la bestia los envolviera con su fuego. En cuestión de segundos, los enemigos quedaron reducidos a cenizas.
Usurna, aún sorprendida por la escena, chasqueó los dedos. De inmediato, sus guerreros se movieron con disciplina letal.
—Afrentar al tribunal es afrentar a toda la raza troll —anunció con voz firme, su mirada llena de desprecio.
Pero Bridget no titubeó.
—¡Pues yo no soy un troll! —gritó, su voz resonando con una furia incandescente.
Las llamas en sus brazos explotan con una intensidad brutal y, con un solo movimiento, crearon un camino de fuego que se expandió como una barrera ardiente, bloqueando el paso de los Krubera que intentaban avanzar hacia el puente.
—Mira lo que me hiciste hacer, Usurna —murmuró Bridget con una sonrisa burlona mientras alzaba los brazos, sus ojos resplandecientes con un brillo carmesí.
—¡NO! ¡Esperen! ¡El amuleto! ¡Van a entrar! ¡Va a entrar! —gritó el de frenos, forzando inútilmente contra el Krubera que lo sostenía con fuerza.
El ambiente se tensó cuando Usurna entrecerró los ojos, comprendiendo de inmediato la gravedad de la situación.
—Es Gunmar... —susurró, antes de rugir con furia— ¡DERRIBEN EL PUENTE YA!
—¡NO! —bramó Bridget, lanzándose hacia adelante.
Uno de los Krubera intentó golpearla con su martillo, pero en el último segundo, una aureola roja centelleó frente a ella, bloqueando el impacto. Aun así, la fuerza del golpe la hizo retroceder, sus pies resbalando contra la piedra. Antes de que pudiera recuperarse, otro troll la atacó de costado. Bridget apenas tuvo tiempo de girarse antes de que el golpe la lanzara al suelo, haciéndola rodar hasta chocar contra una columna.
Los ecos de una voz familiar rompieron el caos del combate.
—¡Estamos aquí, estamos aquí! —Jim gritaba desesperado, y junto a él, se escuchó el llanto angustiado de un bebé.
—¡Enrique! —exclamó Clara, su voz temblorosa al reconocer a su hermanito.
Bridget alzó la vista con el corazón acelerado.
—¡Alto, es Jim! ¡Déjenlo entrar! —exigió, poniéndose de pie de un salto y esquivando ágilmente a los Krubera que Farah lanzaba con su magia.
Pero la orden llegó demasiado tarde.
—No, no, no, no, no... —balbuceó Núñez, con los ojos desorbitados mientras forcejeaba en vano contra el troll que la retenía.
Bridget sintió que el pánico le oprimía el pecho cuando la voz de Jim se alzó de nuevo, acompañada por el llanto inconsolable de Enrique.
—¡Está entrando, lo van a lastimar! —gritó, asomándose por el borde del puente— ¡ES ÉL, ES ÉL!
Su mirada se encontró con la de Jim, quien corría con todas sus fuerzas hacia el portal que se cerraba.
—¡JIM! —exclamó, extendiendo sus manos hacia él.
—¡Bridget! —le devolvió el grito, su brazo alcanzándola mientras el puente se estrechaba.
—¡Solo un poco más! —susurró Bridget con desesperación, estirándose hacia él.
Con un último impulso, Jim lanzó a Enrique y la pelirroja atrapó al bebé en el aire. Kiko, con agilidad , sujetó al pequeño con sus patitas y lo sostuvo mientras Bridget volvía a lanzarse hacia el borde, extendiendo su mano hacia Jim.
—¡Bridget, suéltalo! —gritó Farah, forzando contra los trolls que intentaban retenerla— ¡BRIDGET!
Bridget ignoró la advertencia y sus dedos finalmente se cerraron alrededor de la mano de Jim.
—Por favor, por favor... —susurró, con una sonrisa de alivio al sentir el agarre de su amigo.
Pero entonces, un escalofrío recorrió su espalda.
James soltó un jadeo ahogado cuando sintió cómo dos Gumm-Gumms lo sujetaban por los hombros, tirando de él con fuerza brutal.
—¡NO! —gritó Bridget, aferrándose con más fuerza, pero el tirón fue demasiado fuerte.
Jim continuó corriendo con todas sus fuerzas, luchando por alcanzar el otro lado antes de que se cerrara. El amuleto brilló con un último destello y Bridget, con un último esfuerzo, intentó impulsarlo hacia adelante.
—¡BRIDGET!
El grito de Farah se perdió en el estruendo cuando el portal se cerró de golpe.
El puente se derrumbó bajo una lluvia de escombros. El amuleto cayó, girando en el aire antes de hundirse en la oscuridad.
Y entonces, el silencio.
No había rastro de Jim.
No había rastro de Bridget.
Farah cayó de rodillas, su respiración entrecortada mientras su mente se negaba a aceptar la realidad.
Bridget y Jim... habían quedado atrapados en las tierras oscuras.
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Los ojos de James apenas podían abrirse. Su visión borrosa captaba destellos de sombras y formas difusas mientras su cuerpo temblaba con espasmos involuntarios. Tosió violentamente, golpeándose el pecho en un intento desesperado por recuperar el aliento. Su garganta ardía y sus pulmones protestaban con cada respiración entrecortada.
Pero el dolor quedó en segundo plano cuando sus ojos se posaron en una figura tendida en el suelo.
Bridget.
El miedo se apoderó de él al verla inmóvil, su cabello cubriendo la mitad de su rostro pálido.
—Bree'... —susurró, su voz quebrada mientras intentaba arrastrarse hacia ella.
Sin embargo, antes de que pudiera alcanzarla, un impacto brutal lo lanzó al suelo de espaldas. Soltó un quejido al sentir el golpe recorrer su columna como una descarga.
Cuando alzó la mirada, su sangre hirvió de furia.
Dos Gumm-Gumms levantaban el cuerpo inerte de Bridget como si no fuera más que un peso sin importancia.
Jim presionó la mandíbula con rabia.
—¡SUÉLTENLA! ¡NO SE ATREVAN A TOCARLA! —gruñó, luchando por incorporarse, pero unas manos gruesas lo sujetaron de los brazos y lo arrastraron por el suelo sin piedad.
—¡BRIDGET!
Su grito desesperado resonó en la oscuridad justo antes de que lo arrojaran bruscamente al suelo una vez más.
Pero esta vez, no estaba solo.
Ante él, una silueta encapuchada se alzaba. Jim apenas tuvo tiempo de pestañear antes de que la figura revelara su rostro.
Su aliento quedó atrapado en su garganta.
Era tan parecido a Blinky que su cerebro tardó unos segundos en procesarlo.
El troll emitiendo una calma perturbadora, sus ojos fríos deslizándose de Jim a Bridget con un destello de satisfacción.
—Finalmente, aquí estás —musitó con deleite, inclinando la cabeza con fingida cortesía—. Y nos ha traído un regalo. Qué considerado de tu parte.
Jim sintió que la ira le quemaba la garganta.
—¡NO LA TOQUEN!
Se revolvió con furia, forzando contra los Gumm-Gumms que lo mantenían sujeto. Sus músculos temblaban con la tensión, pero la fuerza de sus captores era superior.
El troll encapuchado lo observaba con diversión.
—Te pareces a Blinky —espetó entre dientes, su mirada fulminante.
La sonrisa del troll se amplió.
—Mi hermano... —pronunció con burla—. Fue un buen maestro, lo admito, pero no lo suficiente.
Antes de que el azabache pudiera reaccionar, un golpe certero impactó su rostro.
El dolor explotó en su cráneo y su visión se oscureció.
Lo último que vio antes de perder la conciencia fue a aquel troll colocando unas esposas familiares en las muñecas de Bridget.
Y lo último que escuchó fue el grito desgarrador de la pelirroja.
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