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xvii. Riddles

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Capítulo diecisiete| Acertijos

La clase del día siguiente fue un desafío para Bridget desde el momento en que comenzó. El entrenador Lawrence estaba en su clase, explicando el sistema digestivo con algo de un humor peculiar y explicaciones poco convencionales que hicieron reír a la mayoría de los estudiantes. Sin embargo, para Bridget, el tema resultaba nauseabundo, y el malestar que había sentido desde la noche anterior no hacía más que empeorar.

Mientras el entrenador hablaba animadamente, Clara se giró en su asiento, mirando a Jim y Bridget con el ceño fruncido.

—Entonces, ¿la razón por la que llegaron tarde y cubiertos de lodo fue porque pelearon con un monstruo? —preguntó, aún intentando procesar lo que había oído más temprano.

Toby, que se sentaba junto a ella, agregó con un escalofrío en la voz:
—Mientras un troll siniestro observaba a Jim... Eso es aterrador.

Bridget solo asintió en silencio, su mano pasando por su frente como si intentara despejar las náuseas que iban y venían en oleadas.

—Fue como si estuviera estudiándome, analizándome —añadió el azabache, gesticulando con las manos para enfatizar lo inquietante que había sido el encuentro.

La de mechón azul lo observó con atención. —¿Y qué piensas hacer?.

—No lo sé. No he pensado en eso todavía —respondió con un encogimiento de hombros. Su atención, sin embargo, estaba fija en Bridget. Su piel, normalmente rosada, parecía demasiado pálida, y un brillo de sudor cubría su frente.

—Bree', ¿estás bien? —preguntó en voz baja, inclinándose hacia ella.

—Estoy bien —respondió rápidamente, aunque su tono de voz apenas ocultaba el cansancio. Se enderezó en su asiento, pero el gesto solo sirvió para acentuar su fragilidad.

El entrenador Lawrence continuó su clase sin notar el malestar de la joven. Explicaba cómo los alimentos pasaban por el sistema digestivo.

—Y después, todo termina saliendo por el viejo... ya saben, la puerta de atrás —dijo con una sonrisa satisfecha.

Steve levantó la mano. —Si, gracias, no quisiera pujar pero tengo que po-poner una pregunta—bromeó ocasionando la risa de sus compañeros—. Oigan no ca-careen—siguió bromeando.

Las risas estallaron de inmediato, resonando por el salón. Clara rodó los ojos, claramente irritada por la interrupción, mientras Jim no pudo evitar lanzar su propia broma de manera incosiente.

—Oye, Steve, deja de quemar oxígeno.

El entrenador frunció el ceño. —¡Suficiente! Lake, Pallchuk, a la oficina del director. Ahora.

Bridget, que había estado observando todo en silencio, dejó escapar un murmullo bajo pero lo suficientemente claro como para que Lawrence lo escuchara.

—Por eso se piensa antes de hablar.

La reacción fue inmediata: una ola de risas contenidas recorrió el salón, incluida una de Daphne, que intentó ocultarla tras su mano.

—¿Usted también, Ember? —preguntó el entrenador con tono severo—. A la oficina del director. Ahora.

La pelirroja se levantó con resignación, ignorando el error en su apellido. Dio unos pasos hacia la puerta, pero de pronto, su visión se nubló. Todo se volvió borroso y, antes de que pudiera reaccionar, sus piernas cedieron. Su cuerpo cayó al suelo con un ruido sordo.

—¡Bridget! —gritaron varios estudiantes. Jim fue el primero en reaccionar, llegando rápidamente a su lado y levantándola en sus brazos con preocupación.

El entrenador Lawrence ordenó a todos que se mantuvieran en sus asientos mientras Clara corría a buscar a la enfermera. Jim sacudió suavemente a Bridget, llamándola con voz baja.

—Bree', ¿puedes oírme? Por favor, despierta.

Pero ella no respondió. Su rostro estaba alarmantemente pálido, y el azabache sintió una ola de temor al ver que ni siquiera reaccionaba a su toque. Momentos después, la enfermera llegó acompañada de Faradonga.

—¿Qué sucedió aquí? —preguntó la profesora tratando de calmar el revuelo en el salón.

—Bridget no se veía bien desde que empezó la clase y luego se desmayó —explicó Daphne.

La enfermera asintió y rápidamente dio instrucciones para llevar a Bridget a la enfermería. Jim la cargó con cuidado, alarmado por lo liviana que se sentía.

Cuando llegaron a la enfermería, James la colocó en una camilla, ignorando los intentos del entrenador Lawrence de apartarlo.

—No voy a dejarla sola —dijo con seriedad, tomando la mano de Bridget.

—Entiendo tu preocupación, joven Lake, pero nosotros nos encargaremos desde aquí —respondió Faradonga con suavidad, colocándose al otro lado de la camilla.

Jim soltó un suspiro. Los síntomas de Bridget no eran normales, y la idea de que pudiera estar sufriendo algo grave como anemia o incluso bulimia no dejaba de rondar en su mente.

—Si despierta... ¿pueden avisarme? —pidió con preocupación.

La mujer le dedicó una leve sonrisa. —Lo haremos, no te preocupes.

Lake asintió, dándole un último apretón a la mano de Bridget antes de marcharse. Mientras caminaba hacia la oficina del director, su mente no dejaba de girar en torno a su amiga. Sabía que tenía que cumplir su castigo, pero en el fondo, solo podía pensar en lo que realmente estaba ocurriendo con ella.

・ ゚ ゚・ ✧ 。.。.: *

—¿Crees que puedes vencerme en juegos de palabras, Lake? —preguntó Steve en cuanto vio a Jim entrar a la oficina de Strickler.

El susodicho rodó los ojos mientras cerraba la puerta detrás de él. —No tengo ánimos para esto, Steve.

Se dejó caer pesadamente en una silla, cruzándose de brazos y mirando al frente con expresión sombría. Steve se encogió de hombros y se recostó en su asiento. Por una vez, parecía dispuesto a no presionarlo.

—¿Ella está bien? —preguntó el rubio después de un momento, lanzando una mirada rápida al chico.

Jim alzó una ceja, sorprendido por la pregunta. Suspiró, relajando un poco la tensión en sus hombros. —Todavía no despierta, pero fue solo un desmayo. Probablemente por el cansancio.

Steve asintió, y un incómodo silencio se instaló entre ellos. La puerta se abrió de repente, y Strickler entró, cerrándola detrás de él.

—Joven Atlas, parece que estás en problemas otra vez —dijo con una sonrisa ladeada, avanzando hacia su escritorio.

—Director Strickler, esto ha sido un gran malentendido —se apresuró a decir Palchuck.

Strickler lo ignoró y giró su atención hacia Jim, alzando una ceja con una sonrisa burlona. —¿La señorita Hart se encuentra bien?

James apretó la mandíbula, sus ojos se oscurecieron mientras lo fulminaba con la mirada. —No la meta en esto —dijo entre dientes, inclinándose ligeramente hacia adelante con los puños apretados.

El cambiante no se inmutó, inclinándose sobre su escritorio. —Es curioso que menciones eso. Me parece demasiado evidente que sus caminos están... entrelazados.

—Es muy descarado de su parte aparecer aquí después de todo lo que hizo —replicó con frialdad, enderezándose en su asiento.

Strickler soltó una leve risa, como si el comentario le hubiera divertido. —Decidí que aún no he terminado contigo, joven Lake.

Jim soltó una carcajada sarcástica, cruzando los brazos. —Eso está claro. Aunque sigo sin entender por qué querría volver aquí después de lo del desfile.

Un incómodo silencio siguió a sus palabras, y Steve se removió inquieto en su silla, sintiendo que la tensión en el aire era casi palpable.

—Pero que quede claro que él no habla en mi nombre —interrumpió el rubio, levantando una mano como si quisiera apartarse de la situación.

—¡Cállate, Steve!.

El impuro esbozó una sonrisa fría. —Estoy en posición de hacer tu vida y la de la señorita Amber... realmente miserable.

El joven se inclinó hacia adelante, con los músculos de la mandíbula tensos. —Ya le dije que no la meta en esto. Si tiene algo contra mí, hágalo conmigo.

—Eso haré —dijo Strickler, bajando un poco la voz, haciendo que sus palabras resonaran con más fuerza—. Pero te advierto algo, joven Lake: puedo hacer cosas mucho peores de lo que imaginas. ¿Estás listo para eso?

Jim no parpadeó. —Tal vez quiera comprobar si yo también puedo sorprenderlo.

—¡Disculpe los chistes de popó! ¡No eran tan graciosos! —sollozó Steve de repente, llevándose las manos al rostro como si no pudiera soportar la creciente tensión.

Strickler lanzó una mirada de disgusto al rubio antes de señalar la puerta con un gesto autoritario. —Castigo para los dos. Ahora salgan de mi oficina antes de que "cambie" de idea —dijo, haciendo una pausa intencionada mientras sus ojos se encendían con un brillo rojizo que solo Lake pudo notar.

Steve salió disparado de la oficina entre sollozos. James se levantó con calma, sin apartar los ojos de Strickler mientras retrocedía hacia la puerta.

—Lo estoy vigilando —murmuró antes de salir, señalándolo con dos dedos y luego hacia sus propios ojos.

Strickler simplemente sonrió, sus ojos volviendo a su color normal mientras observaba cómo Jim cerraba la puerta detrás de él.

・ ゚ ゚・ ✧ 。.。.: *

Bridget abrió los ojos lentamente, parpadeando mientras trataba de enfocarse en su entorno. Un mareo leve la invadía, y al incorporarse un poco, una punzada de dolor en la cabeza la hizo llevarse una mano al cráneo. A su lado, la enfermera revisaba su pulso con calma, aunque sus ojos reflejaban preocupación.

—No te apresures en levantarte —dijo Farah, colocando con cuidado una almohadilla detrás de su espalda para que se recostara mejor.

La pelirroja dejó escapar un suspiro. —¿Qué fue lo que pasó? —preguntó, frunciendo el ceño llevándose una mano al pecho, como si buscara estabilidad.

—¿Qué es lo último que recuerdas? —preguntó la enfermera, inclinándose ligeramente hacia ella.

La pecosa hizo memoria, aunque la sensación de confusión seguía latente. —Recuerdo que me enviaron a dirección y... —hizo una pausa, tratando de hilar los eventos.

—Te desmayaste —completó Farah, levantándose de su asiento—. Bridget, ¿has estado comiendo bien últimamente?

La pregunta la tomó por sorpresa. Bridget bajó la mirada, sintiendo una incomodidad inmediata. No era buena mintiendo, y sabía que la enfermera se daría cuenta si lo intentaba. Optó por encogerse de hombros, soltando un suspiro pasando una de sus manos por su cabello desordenado.

—Desmayarte en clase no es algo que debas tomar a la ligera —continuó su mentora, cruzándose de brazos—. Tus niveles de energía están muy bajos. Este tipo de agotamiento puede llevar a problemas más serios si no haces algo al respecto.

Bridget asintió lentamente, una sonrisa pequeña y tensa formándose en sus labios.

—Llamamos a tu mamá, pero no hemos podido contactarla —comentó la enfermera, frunciendo el ceño.

La mención de su madre la puso rígida por un instante. —Probablemente está trabajando. No le permiten usar el celular en su horario —respondió con una mueca, buscando sonar casual. Lo último que quería era preocupar a su madre aún más o enfrentarse a su ira.

—Entendido, pero necesitaré hablar con ella más tarde —insistió Farah, entregándole una pequeña nota con su número anotado—. Por cierto, el joven Lake parecía muy preocupado por ti. Mi recomendación: ve a verlo, le harías un favor.

El comentario hizo que las mejillas de Bridget se tiñeran de un leve color carmesí. Se levantó lentamente, respondiendo a las preguntas típicas de sus compañeros con una sonrisa cansada mientras caminaba por los pasillos.

—¡Bree'! —La voz de Jim resonó detrás de ella, haciéndola girar. El azabache venía corriendo con el ceño fruncido y una expresión de evidente preocupación. Al llegar junto a ella, la inspeccionó rápidamente de pies a cabeza, como si buscara confirmar que estaba bien.

—¿Estás bien? Me asustaste en clase —dijo.

La pecosa esbozó una sonrisa nerviosa, tratando de restarle importancia. —Sí, Jim, solo fue un pequeño desmayo. No es para tanto.

—No fue "solo un pequeño desmayo", Bree'. ¿Has estado comiendo bien? —replicó él, repitiendo casi palabra por palabra lo que antes le había dicho la enfermera. Su mirada era seria, y ella sintió incomodidad y culpa.

—He estado ocupada tratando de mejorar mis notas... y lo estoy logrando —dijo con una sonrisa ladeada, esperando que esa explicación fuera suficiente para calmarlo.

Él azabache cruzó los brazos, negando con la cabeza. —Eso no es excusa, y lo sabes.

Bridget suspiró, evitando su mirada. No quería que nadie se preocupara por ella, mucho menos él.

—Gracias, Jim. De verdad. Pero no quiero que te preocupes por mí —murmuró, apretando los labios.

—Pues ya es un poco tarde para eso —respondió él en voz baja, sonriendo y apoyándose en los casilleros.

Bridget sintió que las mariposas en su estómago despertaban otra vez, revoloteando de una manera tan familiar como aterradora. Por alguna razón, su presencia tenía esa extraña capacidad de hacer que todo pareciera un poco menos abrumador.

Sin poder evitarlo, ella también sonrió. Quizás, pensó, no estaba tan mal que alguien se preocupara por ella después de todo.

・ ゚ ゚・ ✧ 。.。.: *

—Debí haber sacado la Espada de la Luz en ese momento —refunfuñó el ojiazul mientras se quitaba el casco. Después de clases, el grupo había decidido dirigirse bajo el puente de Arcadia para acceder al Mercado Troll.

—Steve habría perdido la cabeza si lo hacías —opinó Clara, estacionando su bicicleta junto a la de Bridget.

—Fue mejor que esperaras —intervino Toby con una sonrisa nerviosa—. Imagínate, asesinar a tu director... Eso no quedaría muy bien en tu currículum, amigo.

El azabache dejó escapar un suspiro, sacando el horganzel de su mochila . —Tendré que esperar a encontrarlo... a solas —murmuró.

Un extraño sonido interrumpió el momento.

"Bloom... Bloom"

Bridget se tensó de inmediato, su cuerpo reaccionando antes de que su mente pudiera procesar lo que estaba ocurriendo. Se giró bruscamente, escudriñando el área con los ojos entrecerrados. El resto del grupo la miró, primero con confusión y luego con preocupación, especialmente Jim, que frunció el ceño al notar la expresión inquieta de su amiga.

—Bree', ¿qué pasa? —preguntó él, dando un paso hacia ella.

La pelirroja no respondió de inmediato. En lugar de eso, continuó mirando a su alrededor, como si buscara algo invisible. El silencio repentino del lugar no ayudaba; era tan denso que parecía que el mundo entero había detenido su respiración.

—No lo sé... —susurró finalmente. Se cruzó de brazos, bajando la mirada—. Es solo un... raro presentimiento.

—Eso me pasa todo el tiempo —intervino el de frenos con una sonrisa despreocupada—. Por lo general, después del almuerzo.

Bridget apenas esbozó una sonrisa, mientras Jim observaba cada movimiento suyo con atención. El azabache sacudió la cabeza y se enfocó en su tarea, usando el horganzel para abrir la entrada al Mercado Troll.

Sin que nadie lo notara, un pequeño ojo flotante, perteneciente al siniestro Angor Rot, se deslizó en silencio hacia la mochila de Jim, ocultándose entre sus pertenencias.

—Vamos, Blinky dijo que tenía algo urgente que decirnos —dijo Jim antes de entrar, con Toby y Clara siguiéndolo de cerca.

"Bloom..."

El susurro volvió, como si proviniera de lo más profundo de su mente. Bridget apretó los labios, sintiendo un escalofrío recorrerle la espalda. Se giró una última vez, observando el lugar vacío con algo de temor y desconfianza, pero no vio nada fuera de lo común.

—Vamos, Bridget —llamó Clara desde el otro lado del portal.

Bridget suspiró, dándose por vencida, aunque el presentimiento seguía pesándole como una piedra en el pecho. Finalmente, cruzó la brecha, dejando atrás el inquietante silencio del mundo exterior.

・ ゚ ゚・ ✧ 。.。.: *

—La joven Bridget y yo hemos pasado noches enteras investigando la leyenda de las rocas, descifrando su significado, noches interminables de estudio y especulación —relató Blinky mientras colocaba varios libros sobre la mesa de piedra con la ayuda de la pelirroja.

—¿Se refieren a las rocas triúmbricas? —preguntó el azabache con interés inclinándose hacia ellos. —¿Han descubierto algo concreto?.

—Primero revisé todas las bibliotecas conocidas, pero no hay nada escrito sobre ellas —respondió el troll de seis ojos con frustración.

—Se rumorea que están vinculadas a la fuerza vital de Gunmar, así que nos centramos en investigar cualquier roca asociada con su pasado —añadió Bridget abriendo uno de los libros polvorientos.

—Roca de origen —intervino AAARRRGGHH llegando con más libros en brazos.

—Exacto, la roca de origen de Gunmar.

—¿Qué la hace tan poderosa?.

—Según las historias, hace siglos los trolls vivían bajo tierra, ajenos y dichosos, ignorando a los humanos que habitaban la superficie —explicó Bridget, haciendo un ademán con las manos para enfatizar.

—Inevitablemente, sus mundos se cruzaron. Trolls y humanos reclamaron el mundo como propio, y así comenzó la guerra —continuó Blinky—. La sangre derramada corrompió la primera Piedra Corazón, que se pudrió desde adentro. De esa corrupción, Gunmar nació.

Bridget mostró las ilustraciones de un libro que describía la leyenda mientras el grupo escuchaba con atención.

—Roca de origen. Muy bien —dijo Jim mientras se cruzaba de brazos. —¿Dónde la encontramos?

—Roca de origen... no está —gruñó AAARRRGGHH.

—Fue robada hace mucho tiempo, antes de que su poder pudiera ser utilizado para algo bueno —explicó Bridget, mirando los textos con el ceño fruncido—. Pero anoche recordé algo importante: el mensaje. "Tres fuerzas elementales debéis buscar: en pantanos, cavernas profundas y picos de montañas" —recitó, chasqueando los dedos al recordar.

—Es preciso, pero crucial —asintió Blinky—. Es la clave de la búsqueda.

—Picos de montaña... es tan obvio ahora que lo pienso —comentó Bridget con una risa ligera.

—¡Entonces la roca está escondida en una montaña! —dedujo Clara, emocionada al comprender.

—Somos muy buenas con los acertijos, ¿no? —bromeó Bridget, alzando los hombros con modestia mientras los demás las miraban sorprendidos.

—Eh... sí, yo no lo entendí para nada —admitió Toby, rascándose la nuca.

—El fuerte de Gatto —intervino Blinky, sacando otro libro y mostrando una imagen—. En las profundidades del reino de los trolls volcánicos hay una bóveda repleta de grandes tesoros. Tesoros demasiado peligrosos para el mundo subterráneo, vigilados por Gatto en persona. Tesoros como...

—La roca de origen —interrumpió Bridget, tomando el libro con entusiasmo.

—¿Entonces ese Gatto tiene la roca que necesitamos para salvar a mi hermano?.

・ ゚ ゚・ ✧ 。.。.: *

—¿Estás segura de que estás bien? —insistió Daphne con una expresión de preocupación. Ambas acababan de llegar a la casa de la pelirroja, quien agradeció internamente que su madre aún no hubiese regresado.

—Te lo he dicho mil veces, estoy bien —respondió Bridget con un suspiro, dejando su mochila sobre uno de los sillones—. Y, por favor, no le digas nada a mi mamá o se preocupará más de la cuenta.

—¡Y tiene todo el derecho de hacerlo! —exclamó la castaña en voz baja. Bridget le hizo un gesto para que guardara silencio—. No cualquiera se desmaya así porque sí.

—Solo fue que no dormí bien, eso es todo —respondió esquivando el tema mientras cruzaba los brazos—. De hecho, necesito un favor —pidió, cambiando de tema. Daphne frunció el ceño y se sentó en la barra—. Necesito que le digas a mi mamá que me voy contigo a tu casa para hacer una tarea o algo así.

—¿Y por qué quieres que le diga eso? —preguntó Daphne, alzando una ceja y esperando una explicación. Bridget simplemente se encogió de hombros—. Ah, ya entiendo... ¡Lake te invitó a una cita, ¿verdad?! —añadió con tono burlón.

—¿Qué? ¡No! —respondió Bridget rápidamente, con las mejillas encendidas.

—Tranquila, no diré nada —bromeó Daphne, soltando una risa al ver la reacción de su amiga—. Yo te cubro —le guiñó un ojo.

—Te debo una, de verdad, gracias —agradeció Bridget, dejando escapar un suspiro de alivio.

—Pero me vas a contar todo con lujo de detalles, ¿eh? —canturreó Daphne divertida, mientras Bridget rodaba los ojos con una pequeña sonrisa dibujándose en sus labios.

・ ゚ ゚・ ✧ 。.。.: *

El grupo caminaba por las partes más remotas del Mercado Troll, la zona, era apenas iluminada por algunas antorchas, mientras Toby observaba los alrededores con cierta inquietud tratando de discernir hacia dónde los llevaba Blinky.

—Nunca nos habías llevado a un lugar tan lejano.

—Porque aquí afuera, Tobías, no hay protección —respondió el de seis ojos—. Fuera de las barreras del Mercado Troll, hay reinos crueles, llenos de desalmados.

El grupo continuó avanzando hasta que Blinky se detuvo en seco, alzando una mano para indicarles que habían llegado. Sus ojos recorrieron a sus compañeros con seriedad antes de preguntar:

—¿Todos están preparados?.

—Sí, traje mi linterna, horngazel y amuleto —enumeró Jim.

 —Kit de primeros auxilios y fósforos —añadió Clara, revisando rápidamente su bolsa.

Bridget, por su parte, se encogió de hombros, mostrando un pequeño dispositivo en sus manos.

—Yo solo traje mi pistola eléctrica —dijo con indiferencia, lo que provocó miradas desconcertadas de los demás.

—No pregunten —añadió antes de que alguien pudiera decir algo.

El comentario de Bridget fue opacado por una exclamación entusiasta de Toby, quien sacó un recipiente lleno de tacos.

—¡Traje tacos, bien picantes!.

El gruñido de desaprobación de AAARRRGGHH interrumpió el momento.

—¿Qué pasa, copiloto? —preguntó el de frenos, alzando una ceja.

—Odiar giro.

—¿Qué es un giro?.

Antes de que se pudiera responder, Blinky retomó el liderazgo, avanzando hacia el final del camino.

—Acompáñenme y prepárense para quedar asombrados —dijo con una sonrisa en su rostro azul, ignorando la confusión de los demás.

Cuando llegaron al destino, Bridget fue la primera en notar el vacío del lugar. Sus ojos se entrecerraron con suspicacia mientras intentaba discernir algo en la penumbra. Poco a poco, las luces comenzaron a encenderse, revelando un subnivel que apareció de repente. El grupo reaccionó rápidamente al repentino cambio, y Bridget y Toby tuvieron que sujetar a Jim antes de que este tropezara y cayera por el borde.

En cuestión de segundos, una enorme máquina emergió del vació.

—Es el carrito de troles más genial que haya visto —chilló el de chaleco, claramente impresionado.

—Giro—nombró AAARRRGGHH totalmente disgustado.

—Sí, un giro —repitió Blinky, subiendo a la máquina y haciendo un gesto para que los demás lo siguieran—. Es nuestra forma más rápida de transporte. Durante los últimos doscientos años, los troles hemos utilizado esta red de canales subterráneos para viajar a cualquier parte del mundo en tiempo récord.

Clara frunció el ceño.

—Espera, ¿Gatto no está en Arcadia?

Blinky soltó una risa burlesca mientras la corregía.

—Por supuesto que no. Está en lo que ustedes humanos llaman... Argentina.

—¿¡Argentina!? —gritó Bridget, sorprendida—. Eso está en otro continente, Blinky. ¿Cuánto tardaremos en llegar allá?

—Menos tiempo del que creen —respondió activando a la máquina.

El giro arrancó y el grupo apenas tuvo tiempo de reaccionar antes de ser lanzado hacia adelante como si estuvieran en una montaña rusa. Blinky se divertía como un niño, mientras Jim, Toby y Clara gritaban aterrados. AAARRRGGHH se aferraba a su asiento con todas sus fuerzas, y Bridget, aunque inmóvil con los ojos cerrados, no pudo evitar sonreír; aunque no lo admitiera, se estaba divirtiendo.

El viaje fue corto pero intenso, y en menos de dos minutos llegaron a su destino. Blinky celebró el nuevo récord que habían establecido, ignorando las expresiones pálidas y aturdidas de sus compañeros.

—No fue tan malo —murmuró Bridget, bajando con calma.

—Sí, sí lo fue —contradijo Jim, tambaleándose ligeramente antes de correr a vomitar.

—¡Odiar giro! —exclamó AAARRRGGHH, mirando a Blinky con disgusto.

Toby, por su parte, parecía haber recuperado el apetito y comentó con entusiasmo:

—¡Qué paseo!

El grupo no tuvo tiempo de discutir más, ya que comenzaron a caminar hacia la entrada de lo que Blinky presentó como "Ojos del Salado", un lugar que no auguraba nada bueno. La descripción del troll sobre Gatto y su fuerte no hizo más que aumentar la tensión en el ambiente.

—Quédense cerca —gruñó AAARRRGGHH, sus ojos vigilantes recorriendo los alrededores.

El calor era sofocante, algo que no pasó desapercibido para Toby, quien se quejó en voz alta mientras Bridget hacía una mueca, mirando con atención las paredes de roca y magma que los rodeaban.

Finalmente, llegaron a la entrada principal, donde dos troles con cascos de soldadura les bloquearon el paso. Sus ojos brillantes eran lo único visible bajo los cascos, y su presencia intimidante hizo que incluso Blinky se detuviera por un momento antes de hablar.

—Solicitamos amablemente una audiencia con Gatto —dijo Blinky con cortesía.

Uno de los troles señaló una dirección sin decir palabra, indicando que debían continuar avanzando. Blinky inclinó ligeramente la cabeza en agradecimiento antes de guiar al grupo hacia lo desconocido.

—Gracias, mi buen amigo —murmuró mientras avanzaban, sin dejar de sonreír.

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El grupo respiraba con dificultad al haber alcanzado la cima. Cada uno estaba agotado por el arduo ascenso, y el aire frío les cortaba los pulmones. El de chaleco, jadeando, fue el primero en hablar.

—Por fin... —susurró el chico del chaleco, desplomándose en el suelo al alcanzar la cima—. ¿Es en serio? —se quejó al no encontrar a nadie allí—. ¿Dónde está Gatto? Dijeron que estaría aquí.

—Gatto es un renacuajo maldito —murmuró con desdén.

—Oye, eso es de mala educación... —Bridget se estremeció al sentir un leve temblor bajo sus pies.

—¿Quién se atrevió a despertar a Gatto?

—Oh, no.

—¡Santas empanadas! —exclamó alguien más.

—Por el aliento de Deya, ¿quién fue el genio que lo despertó? —murmuró la pelirroja, encogiéndose de hombros con evidente miedo.

—Lamento mucho haberlo llamado renacuajo maldito... —se disculpó el chico de frenos, escondiéndose detrás de su amiga.

—¿Un cazatroles humano? Qué interesante, qué peculiar —dijo una voz profunda. El grupo quedó atónito al darse cuenta de que el volcán en el que estaban era, en realidad, Gatto—. ¿A qué debo el honor de tenerlos aquí?

—Vinimos... perdón, hemos venido por... eh... —intentó explicar Jim, pero fue interrumpido.

Uno de los troles que habían visto en la entrada apareció con una carreta llena de rocas. Se acercó a la gigantesca boca del troll, quien sacó su lengua y devoró tanto al trol como a las rocas en un solo bocado.

—¿Se comió a ese trol? —chilló el chico de frenos, tambaleándose al borde del desmayo.

—Disculpen —intervino Gatto con calma—. Nunca hablo de negocios sin algo en el estómago.

—Necesitamos la roca de origen —dijo el azabache, intentando mantener la compostura.

—¿La roca de origen de Gunmar? —repitió Gatto con una risa burlona—. Es un objeto poderoso. ¿Por qué debería entregártela?

—Digamos que planeamos destruirla —respondió Bridget con una sonrisa nerviosa.

—¡A mí qué me importa! —rugió Gatto, sobresaltando a la joven—. ¿Por qué debería dártela?

—Está negociando, Maese Jim —intervino Blinky con cautela.

—¿Qué quieres a cambio?.

—Oh, la respuesta a un pequeño acertijo.

—¿Es todo? —interrumpió el chico de camisa amarilla, soltando una risa nerviosa—. Uf, creí que ya estábamos perdidos.

—Responde correctamente y la roca será tuya. Responde mal... y los devoraré a todos.

—¿D-dijo comer? —preguntó con temor la chica del mechón azul.

—Sí, humanos —respondió Gatto, pasándose la lengua por los labios—. He oído que tienen un sabor fuerte.

—Dijo comer... —repitió el de ojos verdes antes de desmayarse. Bridget logró sostenerlo justo a tiempo.

—Maese Jim, no deberíamos aceptar este tipo de acuerdos —le susurró Blinky—. Empiezo a entender por qué tan pocos troles sobreviven a este lugar.

—Jugaremos —aceptó Jim con determinación. Toby volvió a desmayarse, pero esta vez su amiga lo dejó caer al suelo—. Necesitamos la roca para salvar al hermano de Clara. Además, ustedes son buenas con los acertijos —dijo, mirando a las chicas.

—No cuando nuestras vidas están en juego —respondió Clara, cruzándose de brazos.

—Eres una alumna de dieces —insistió Jim, ahora dirigiéndose a la pelirroja.

—¿Recuerdas cuando tuvimos esa clase de acertijos? —respondió ella, irónica.

—Soy hábil con las palabras —interrumpió Blinky—. Gatto, adelante, dinos el acertijo.

—¿Qué comienza y no tiene fin, y termina con todo lo que comienza?

—No tengo idea —admitió Blinky, mirando al grupo—. Eso no tiene sentido.

—¡Todos, piensen! ¡Podemos resolverlo! —exclamó Jim.

El grupo comenzó a murmurar ideas mientras Gatto les advertía que solo quedaban diez segundos.

—¡No nos dijiste que era contra el reloj! —protestó Bridget.

Toby dejó caer cualquier cosa que tenía en las manos. Clara, confundida, pensó que se trataba de un círculo. Jim, por su parte, afirmó que la respuesta era el propio acertijo, aunque enseguida se arrepintió de haberlo dicho. Mientras tanto, Bridget se mantenía apartada, reflexionando sobre las palabras del enigma, sin darse cuenta de que solo le quedaban cinco segundos.

—¡No hay respuesta! ¡La respuesta es nada! —exclamó Toby con desesperación—. ¿Y si no hay respuesta?.

—¡Siempre hay una respuesta! —replicó el de ojo azules.

—¿¡Entonces cuál es!? —gritó él, frustrado.

—La vida tiene un inicio, pero también un final. Sin embargo, la muerte comienza y no tiene fin... aunque podría volver a empezar —murmuró Bridget, acariciándose el mentón con aire pensativo.

—¿Lo sabes? ¡Tienes que saberlo! ¡Vamos a morir! —exclamó el azabache, sujetándola por los hombros.

—¡Se acabó el tiempo!.

—¡Muerte! —interrumpió Bridget, alzando la mano con decisión—. Lo que comienza no tiene fin y lo que termina vuelve a empezar... ¡Muerte! —aseguró con una sonrisa triunfal.

—¿Qué? Nadie había respondido eso antes —dijo Gatto, sorprendido. 

Bridget chilló de emoción al comprobar que tenía razón, mientras Lake la abrazaba y los demás celebraban.

—¡Y vivió para contarlo!.

—¡Nunca ibas a dárnosla! —acusó el de seis ojos, señalando a Gatto—. Tu montaña de tesoros solo sirve para atraer a otros a tu trampa.

—Por favor, una montaña tiene que comer —respondió Gatto, abriendo su enorme boca.

—¡Por la gloria de Merlín, la luz del día está bajo mi mando!.

—¿Qué hacemos ahora? —preguntó Clara, retrocediendo unos pasos.

—¡No quiero ser comido! —exclamó Toby, usando a Bridget y a Blinky como escudos. 

Bridget intentaba apartarlos lanzando pequeñas llamas, pero no lograba mucho.—¿¡Plan B!? —soltó una risa nerviosa mientras retrocedía con ambos. 

Un grito escapó de su garganta al sentir cómo algo tiraba de su chaqueta. Los tres fueron tragados por Gatto.

—¡Se los comió! —gritó el de armadura, apartando a uno de los troles con un bufido.

—Aún podrían estar vivos —intervino la de mechón azul, golpeando a otro trol—. El entrenador Lawrence mencionó cuánto tiempo puede tardar en digerirse algo o alguien.

—Eso no mejora las cosas —replicó, con evidente preocupación.

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Bridget y Toby seguían gritando hasta que, junto con Blinky, cayeron al suelo que, al parecer, era el estómago de Gatto.

—¡Estamos bien! —exclamó la chica, estirando ambos brazos con alivio.

—Sorprendentemente, estamos ilesos después de esa caída —añadió Blinky.

—¡¿Ilesos?! —replicó Toby incrédulo—. Estamos dentro de un estómago, ¡me siento de todo menos ileso!

—Gran Gronka Morka, el fuerte de Gatto es su panza —comentó Blinky.

—No me digas —respondió Bridget, rodando los ojos con sarcasmo—. La roca de origen debe estar por aquí —murmuró mientras se agachaba para recoger algunos objetos.

—Sí, junto con un montón de lava ácida que está subiendo —advirtió Toby, señalando el peligro.

—¡Entonces démonos prisa! —ordenó Blinky con firmeza—. Contacta a Jim y dile que encontramos el fuerte de Gatto —pidió al robusto.

—¡¿Qué?! —se sobresaltó Toby, mirándolo con los ojos abiertos como platos—. No tengo plan internacional, ¡me costará una fortuna!

—¡Yo cubriré los gastos, Tobes! Solo hazlo —recriminó Bridget, elevando el tono. Su reacción sobresaltó nuevamente al chico, quien, por suerte, logró atrapar su celular justo antes de que se le cayera. 

・ ゚ ゚・ ✧ 。.。.: *

— ¡Oh están bien! —suspiro aliviado Lake al recibir el mensaje cuando bajaron algunos escalones.

—¿Copiloto, hadita y Blinky estar bien?. 

—Si, dice que van a buscar la roca de origen e intentar encontrar otra salida—explicó leyendo el mensaje—. Bien, están vivos, carita feliz. 

—Diles que nos vemos en el giro.

・ ゚ ゚・ ✧ 。.。.: *

—¡Miren todo este oro!.

—Cuidado, Tobias. Te recomiendo que cuides tus manos —advirtió el de piel azul.

—Ya estamos en un estómago, ¿Qué podría ser peor? —preguntó con despreocupación, encogiéndose de hombros.

—Ámpulas y destripamientos, para empezar —respondió con seriedad. Los dos adolescentes dejaron caer de inmediato todo lo que habían cogido—. Los objetos mágicos malditos a veces se disfrazan de cosas comunes para atraer víctimas y... —se interrumpió de golpe—. ¡Oh, qué suerte! Un centavo romano, no había visto uno en siglos.

Bridget se cruzó de brazos, alzando una ceja como recordatorio de sus propias palabras de advertencia.

—Sigamos buscando —suspiró la chica mientras revisaba entre los estantes.

—De acuerdo. Si yo fuera la roca de origen, ¿Dónde estaría? —Toby se vio interrumpido por un leve temblor bajo sus pies.

—¡Olviden la roca de origen, debemos irnos ya! —exclamó Blinkuos, sujetando a ambos con firmeza—. ¡Deprisa! No podemos escalar por ahí, me temo que no tenemos salida —añadió, observando cómo la lava comenzaba a elevarse.

—Blinky, tal vez haya otro modo, pero no te va a gustar —dijo el chico de camisa amarilla, con una idea formándose en su mente—. Si este es su estómago, tal vez haya... una puerta trasera.

—¿Puerta trasera? ¿Qué es...? Oh, no, no, no.

—Había mejores formas de morir —murmuró Bridget con una mueca, ayudando a Toby a lanzar un barril.

—Si alteramos el estómago, tal vez podamos atravesarlo.

—Prefiero salir por un estómago que por una ruta alterna...

—¡Acepta nuestro destino y ayúdanos—reclamó la chica de chaqueta rojiza, empujando con dificultad un cofre.

—¡Lancen todo lo indigesto que encuentren!.

Durante los siguientes minutos, los tres comenzaron a arrojar cualquier cosa a la lava que seguía subiendo. Blinky lanzó un par de botellas que explotaron, liberando un gas azul.

—¡Blinky! —lo llamó Toby.

—¿Estás bien? —preguntó Bridget, preocupada.

—Estoy bien, estoy bien. Parece que esto tenía helio —respondió con una voz aguda—. Oh, menos mal que no fue permanente —añadió al recuperar su tono normal.

Bridget soltó un leve quejido cuando una roca golpeó su pie. Al darse la vuelta, frunció el ceño al ver dos orejas largas y azules asomando. Se acercó lentamente, asegurándose de que aquella "cosa" no notara su presencia. Al asomar la cabeza, descubrió que era un lindo conejo azulado y blanco, con grandes ojos marrón oscuro.

—¿Con que te gusta lanzar rocas, eh? —murmuró con una sonrisa, agachándose hasta el suelo.

La pequeña criatura se sobresaltó al oír su voz y, nerviosa, lanzó otra roca como defensa. Bridget la atrapó a tiempo, y su sonrisa se ensanchó al darse cuenta de que había encontrado la roca de origen.

—Gracias, amiguito —dijo, acariciando suavemente el pelaje de su cabeza—. ¡Lo encontré! —avisó, poniéndose de pie.

—¿Eso es...?.

—La roca de origen —confirmó Blinky al acercarse.

—Es... extraña —comentó Toby, observándola con curiosidad.  

・ ゚ ゚・ ✧ 。.。.: *

Otro temblor resonó bajo los pies de los tres. Bridget tuvo que sostenerse de Toby para no caer.

—Debemos movernos —indicó Blinky.

—Podemos usar eso, suban —mencionó el de frenos, saltando sobre una roca gigante que comenzó a flotar sobre la lava.

La pelirroja miró al pequeño conejo y, con una sonrisa, extendió sus brazos, invitándolo a ir con ella. La criatura sonrió antes de lanzarse hacia ella.

—No vamos a salir de aquí, ¿cierto? —preguntó el castaño con temor.

—Me temo que estamos perdidos, chicos, y este será nuestro último...

Se vio interrumpido al notar cómo Toby empezaba a comerse los tacos que había traído consigo. El conejo de Bridget se asomó sobre su hombro, logrando tomar uno de los tacos.

—¡Oye, eso es mío! —reprochó Toby mientras se metía otro taco a la boca—. Como por estrés, no me juzguen.

La de cabello carmesí frunció el ceño por unos segundos y, antes de que el pequeño conejo se comiera el taco, Bridget se lo quitó, como si una idea acabara de cruzar por su mente.

—Creo que tengo una idea —dijo con una sonrisa, mirando al de seis ojos.

—Tobías, tus tacos.

—¿Mis tacos? Están locos —respondió forcejeando por su mochila—. ¿Qué van a hacer con mis tacos?

—Tobías, he comido tus tacos. Sé lo que hacen con las entrañas de un troll —añadió Blinky, mientras Bridget lanzaba la bolsa que contenía varios tacos. Sin embargo, se quedó con uno para dárselo al conejo.

—¡No! ¡Esos eran diablos maximus!.

—Oh, sí, esos son.

El estómago de Gatto comenzó a removerse, y la lava aumentó más de lo que debía.

—Jim, vayan al giro. Nosotros iremos por la puerta de atrás —avisó Toby a través de un mensaje.

Debido al tambaleo, la roca estuvo a punto de caer, pero Bridget logró sujetarla a tiempo.

—Cara feliz, cara feliz.

—¡Sujétense!

・ ゚ ゚・ ✧ 。.。.: *

—¿Dónde están los troles que estaban aquí? —preguntó la chica del mechón azul, observando cómo la llave en el suelo se salpicaba.

—Creo que sabían que este lugar iba a explotar —respondió el hombre de armadura mientras revisaba su celular al recibir otro mensaje—. Toby, dicen que saldrán por la puerta de atrás —leyó en voz alta. De repente, frunció el ceño al captar algo extraño—. ¿Y qué es eso?.

Una roca voladora surgió desde la parte trasera. Sobre ella estaban Bridget, Blinky, Toby y el pequeño conejo, que se aferraba con fuerza a la cabeza de la pelirroja.

—¡Enciéndanlo, enciéndanlo!.

AAARRRGGHH ayudó a Clara y a Jim a subir rápidamente. Toby fue el siguiente en subir y, acto seguido, extendió la mano para ayudar a su amiga. Blinky trepó al final, apartando a los demás mientras se dirigía apresuradamente hacia los controles.

—¡AAARRRGGHH! —gritó desesperado al ver que el giro no se activaba.

—Odiar giro —gruñó el troll, girando la máquina manualmente antes de subirse justo a tiempo, segundos antes de que el aparato arrancara y saliera disparado del lugar.

・ ゚ ゚・ ✧ 。.。.: *

—Ni en mis sueños más delirantes habría imaginado algo así —comentó el de piel azul, dejando la roca sobre la mesa de piedra.

—Ya no volveré a ver la comida de la misma manera.

—Así es, hoy todos fuimos héroes intrépidos —admitió el de seis ojos con orgullo—. Pero el reconocimiento especial es para la gentil Bridget, maestra de acertijos —añadió, señalando a la aludida, quien acariciaba al conejo que descansaba en sus brazos—. Y veo que también ha hecho un amigo.

—Fue un trabajo en equipo —restó importancia, encogiéndose de hombros—. Además, este pequeño estaba solo. No podía dejarlo ahí —rió suavemente al sentir cómo el animal comenzaba a trepar por sus hombros—. Te llamaré... mhm... Kiko —dijo, y al ver la expresión del conejo, supo que aprobaba el nombre—. Aparte, aún nos quedan dos rocas por encontrar.

—Las siguientes tal vez no sean tan fáciles —comentó la de chaqueta morada.

—¿Fáciles? —interrumpió el castaño, alzando una ceja—. ¡Nos comieron! —se señaló a sí mismo, a Bridget y a Blinky—. Estoy seguro de que técnicamente fui digerido y...

—Tobias, mientras menos detalles demos sobre nuestro escape, mejor —intervino el de cuatro brazos, alzando una mano—. Que Gordus no permita que seamos recordados por eso en la historia. —Su frase quedó interrumpida por un estornudo y un ruido poco decoroso que soltó al mismo tiempo.

—Eso fue casi tan asqueroso como...

—¡Ni lo digas!.

—¿Estás bien, Blinky? —preguntó Jim, preocupado.

—Lo estaré. Tal vez sea alérgico a algo del estómago de Gatto —respondió Blinky, limpiándose la nariz—. Pero nada que un buen descanso no pueda reparar. —Volvió a estornudar.

—Uy, ¿son bocadillos salados? —preguntó el de frenos al ver pasar a un troll con una bandeja.

—¿Qué pasó con "nunca volver a comer"? —bromeó Bridget, arqueando una ceja.

—Es comida de trolls, no humana. Hay una diferencia —se excusó, encogiéndose de hombros—. Y, bueno, no está tan mal.  

・ ゚ ゚・ ✧ 。.。.: *

El camino a casa no resultó tan largo, y Bridget se permitió agradecerlo internamente cuando recibió un mensaje de su madre avisándole que llegaría tarde. Sin embargo, antes de cruzar la puerta, algo la detuvo en seco. Su mochila cayó al suelo, y desde su interior se escuchó el quejido de Kiko. Al asomarse, el pequeño animal notó que los ojos de su dueña se habían tornado completamente blancos.

La realidad ante Bridget comenzó a desvanecerse, transformándose en una densa neblina oscura y fría. En medio de esa bruma apareció una figura, sosteniendo un bulto envuelto en mantas: un bebé. Bastó un instante para que Bridget reconociera que ese bebé era ella misma.

Al levantar la vista, distinguió el rostro de una mujer desconocida. Sus ojos, de un azul profundo, eran idénticos a los de Bridget. La mujer comenzó a susurrar palabras en un idioma que ella no podía comprender.

—Lo siento, mi pequeña Bloom —dijo la mujer, acercando una mano a la frente del bebé mientras murmuraba un hechizo.

De repente, la visión cambió. La figura de los padres de Bridget se materializó frente a ella. Con un gesto delicado, una extraña bruja intercambió a su bebé con el de ellos. Bridget escuchó, como un eco lejano, el sonido de sus propios sollozos resonando en la distancia.

La figura original se desvaneció en el aire, y el recuerdo empezó a desmoronarse. Antes de desaparecer por completo, una última frase se grabó en la mente de Bridget:

—Un día, cuando despiertes, entenderás tu propósito.

Bridget parpadeó y regresó al presente. Kiko la miraba con preocupación desde la mochila caída. Al agacharse para recogerlo, las palabras de la mujer seguían resonando en su mente, como un eco que no podía ignorar.

EDITADO.

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