xvi. Defamation
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Capítulo dieciseís| Difamación
La mañana siguiente, el entrenador Lawrence inauguró una pequeña asamblea para anunciar las nominaciones de reyes y reinas del próximo baile escolar de primavera. El ambiente estaba lleno de entusiasmo, con alumnos vitoreando y celebrando entre risas.
Jim, sin prestar demasiada atención al bullicio, le narraba a Toby un extraño sueño que lo había dejado inquieto. Mientras tanto, a cierta distancia, Bridget descansaba con aire agotado, recostada en el hombro de Daphne, quien hojeaba distraídamente un libro.
—Y su ojo estaba brillando... —contaba el azabache, gesticulando con las manos mientras intentaba transmitir la intensidad de su sueño—. Es como si el sueño me recordara que estoy completamente fuera de mi liga. ¿Cierto?.
Al no recibir respuesta, Jim frunció el ceño y giró para mirar a su mejor amigo, quien estaba absorto observando a la mascota de la escuela, un topo vestido con un peculiar disfraz.
—¿Quién es ese topo enmascarado? —preguntó Toby, con una expresión soñadora ignorando por completo a su compañero—. ¿Te lo has preguntado alguna vez?.
—No oíste ni una palabra de lo que acabo de decir, ¿verdad? —inquirió, frustrado.
El de frenos finalmente lo miró con una sonrisa segura.
—Claro que sí. Dijiste que no tuviste problema en ir a las Tierras Oscuras para salvar al hermano de Clara, pero ahora que Kanjigar dice que enfrentes a Gunmar, tienes pesadillas y te sientes fuera de tu liga —resumió con un tono casual, alzando los hombros—. Ah, y te preocupa haber arruinado la relación de Bridget con su mamá. Además, estás paranoico porque Kanjigar mencionó que podrías ponerla en peligro enfrentándote a Gunmar. —Señaló con la cabeza hacia la pelirroja, que ahora se desperezaba, mientras Daphne intentaba animarla con una sonrisa—. Soy multitareas, Jimbo.
Jim parpadeó, impresionado y algo desconcertado por el inesperado nivel de detalle.
—Es Bill Hartenstein —dijo finalmente Toby, cambiando abruptamente de tema mientras señalaba al topo.
—Bill se mudó a Wisconsin, ¿recuerdas? —replicó, arqueando una ceja—. Este tiene que ser alguien más.
El de ojos verdes lo miró con convicción, entrecerrando los ojos como si analizara al topo disfrazado con una nueva perspectiva.
—Es alguien más... artístico. Diría que es alguien con... artes femeninas.
Lake se quedó perplejo, claramente confundido por el comentario.
—¿Qué? ¿Artes femeninas? ¿Cómo sabes que hay una chica debajo de todo eso?
Toby asintió con confianza, sin apartar los ojos del topo.
—Créeme, Jimbo. Conozco a las mujeres. Todo eso —dijo, señalando con un gesto amplio hacia la mascota— grita "chica" por todas partes.
Antes de que Jim pudiera responder, el topo disfrazado, distraído por las miradas insistentes, chocó torpemente contra el entrenador Lawrence, desatando una oleada de risas entre los estudiantes.
—¡Está bien, topo, es suficiente! Regresa a tu guarida... o donde sea que vivas —exclamó el entrenador Lawrence, haciendo un gesto con las manos para que la mascota se retirara. El topo obedeció, y Bridget, desde las gradas, le dedicó una mueca de despedida, levantando la mano en un gesto medio burlón.
—El director Levit está enfermo con un resfriado, así que me encargó a mí anunciar a los nominados para reyes y reinas del baile de primavera —dijo el entrenador, sosteniendo un papel arrugado en la mano—. Las primeras nominadas son... Darci Scott.
Darci, que apenas llegaba al lado de sus amigas, dio un paso atrás, sorprendida.
—¿Espera, qué? —preguntó con incredulidad.
—La segunda nominada... Daphne Ambrouse.
La susodicha sonrió triunfante y chocó los cinco con Bridget, que observaba el espectáculo con diversión y cansancio.
—La tercera nominada está entre Mary Wang y... Bridget Ember Hart —continuó Lawrence, revisando la lista con el ceño fruncido, como si le costara creerlo—. Así que el voto estará entre ustedes dos.
Los murmullos llenaron el gimnasio mientras el entrenador pedía una votación alzada.
—Quienes voten por Mary Wang, levanten la mano.
Un puñado de estudiantes levantó las manos, pero la mayoría se limitó a mirarse entre ellos, indecisos.
—Y ahora, quienes voten por la señorita Ember...
Las manos se alzaron en masa, incluyendo las de Toby y Jim, quien no se molestó en disimular su entusiasmo, enviándole un guiño descarado a Bridget. Ella, con confusión y resignación, se recostó contra las gradas, rodando los ojos al notar la sonrisa del azabache.
—Entonces, la cuarta nominada es Bridget Ember Hart —declaró Lawrence, pronunciando su nombre con exagerada claridad—. Lo pronunciaré bien Ember.
Bridget le dirigió una mirada de fastidio, pero el entrenador la ignoró por completo y prosiguió.
—Ahora los muchachos. El primer nominado es... Steve Palchuk.
Un coro de aplausos estalló entre los populares, mientras Steve se cruzaba de brazos y sonreía con arrogancia.
—El segundo nominado es... Eli Pepperjack.
Los abucheos surgieron casi al instante, pero el entrenador levantó una mano con autoridad.
—¡Nada de abucheos! —ordenó, lanzando una mirada severa al grupo.
Bridget, notando el nerviosismo de Eli, le ofreció una sonrisa cálida desde las gradas. El chico, visiblemente sonrojado, apartó la mirada con una torpe sonrisa.
—Y finalmente... ¡Jim Lake Jr.!
Jim parpadeó, sorprendido, mientras Toby se giraba hacia él con una expresión de pura emoción.
—¡Eres tú! —gritó Toby, sujetándolo por los hombros y sacudiéndolo ligeramente.
—¿Qué...?.
—Los nominados competirán en una serie de desafíos para ganar votos —explicó Lawrence, ignorando el revuelo—. El primer desafío será proponer un tema para el baile, y se realizará en parejas. Las parejas serán: Palchuk y Scott, Ambrouse y Pepperjack, y... Lake y Hart.
Daphne chocó los puños con Eli, claramente emocionada, mientras el entrenador continuaba:
—Personalmente, me gusta la discoteca. Nada como el boogie... Eso es todo. —Y sin más, abandonó el escenario con la misma energía con la que había llegado.
—¿Cómo se supone que voy a tener tiempo para esto? —empezó el de ojos azules, visiblemente abrumado.
—Eso no importa, Jimbo. ¡Esto sí importa! —exclamó, sosteniéndolo por los hombros con emoción—. Tienes una oportunidad para ser rey de la primavera. ¿Sabes lo que eso significa? —Se inclinó hacia él—. ¡Eso me haría duque!
Jim abrió la boca para protestar, pero Toby lo ignoró por completo, levantando los brazos al aire dramáticamente.
—¡Jim Lake para rey de la primavera! —gritó con entusiasmo, aunque no había nadie más en el auditorio para escucharlo.
El susodicho solo suspiro, resignado, mientras su mejor amigo se eliminaba con la idea de su ascenso social imaginario.
・ ゚ ゚・ ✧ 。.。.: *
Bridget tuvo que idear una excusa convincente para salir de casa. Le dijo a su madre que necesitaba reunirse con Daphne para terminar su proyecto de ciencias. Aunque la castaña seguía molestando con ella después de descubrir que había tomado piezas del motor para reparar la Vespa de Jim, sabía que esa explicación sería suficiente para evitar preguntas.
Cuando llegó a Mercado Troll, se dirigió rápidamente a la biblioteca de Faradonga.
—¿Señorita Faradonga? —preguntó Bridget, asomando tímidamente la cabeza al interior del lugar
La mujer levantó la mirada de un tomo antiguo.
—Ah, Bridget —respondió—. Sí, quería verte. Hay algo que creo que necesitas ver.
Bridget ladeó la cabeza, claramente confundida, pero siguió a la hada sin cuestionarlo. Faradonga extendiendo una mano, y un resplandor envolvió a ambas, transportándolas en un abrir y cerrar de ojos a un rincón apartado del Mercado Troll que Bridget no reconocía.
El lugar era impresionante: un domo de cristal oscuro, rodeado de runas brillantes que parecían flotar en el aire. En el centro, un altar de obsidiana estaba rodeado por un círculo de espejos translúcidos que pulsaban con una suave energía plateada.
— ¿Qué es este lugar? —preguntó Bridget, asombrada mientras recorría el espacio con la mirada.
—Un rincón de la mente —respondió Faradonga, posicionándose frente al altar—. Aquí la magia de los recuerdos y los pensamientos se materializan. Con el tiempo y la preparación adecuada, cree un medio para que hables con alguien muy importante para ti.
Bridget sintió que su corazón se detenía por un instante. Faradonga alzó las manos, y la energía de los espejos se entrelazó en el aire, formando un remolino de luz. Poco a poco, la figura etérea de Marion, su madre, apareció en el centro.
—Hola Bloom —dijo con una sonrisa llena de calidez, aunque su figura era translúcida, casi como un reflejo atrapado en el agua.
—¿Cómo... cómo es esto posible? —preguntó Bridget, volteándose hacia su mentora.
—No es más que una proyección —explicó el hada, posicionándose a su lado—. Es un enlace con los recuerdos y la esencia que tu madre dejó en este mundo. Aunque no es una conversación completa, su presencia es lo suficientemente fuerte como para escucharte y responder.
Bridget se volvió de nuevo hacia Marion, todavía sin creérselo del todo.
—Bloom, estoy programada para ayudarte —dijo la mujer. Farah dio un paso atrás, permitiendo que "madre e hija" tuvieran su momento.
—Y-Yo... no sé qué decirte.
—Cualquier cosa que quisieras decirle a Marion, puedo responderla —contestó ella con un leve asentimiento.
La pelirroja exhaló profundamente mientras miraba sus manos.
—C-Creo que le pediría un abrazo —admitió en voz baja, encogiéndose de hombros.
—No estoy programada para eso.
Bridget respiró hondo, sorbió por la nariz y cruzó los brazos.—Entonces... háblame sobre la verdad de nuestra familia.
・ ゚ ゚・ ✧ 。.。.: *
No obtuve muchas respuestas, la verdad. Farah había logrado algo increíble al traer a mi madre, aunque no de la forma que esperaba. Aún así, lo hizo.
Marion me contó lo suficiente como para dejarme tambaleante: había sacrificado su vida por salvarme. Prácticamente, hizo un intercambio, y eso explicaba por qué soy, como ella misma dijo, un "bebé suplente".
Pero, aunque esa revelación me quemaba como fuego lento, decidí no pensar demasiado en ello. Al menos no ahora. Guardé la verdad en un rincón de mi mente, porque en este momento había algo más importante: ayudar a Blinky con una investigación que, según él, podría ser clave para derrotar a Gunmar.
Y allí estábamos, rodeados de montones de libros que parecían a punto de colapsar bajo su propio peso, mientras Blinky daba vueltas alrededor de su biblioteca como un torbellino.
—¡Por supuesto, ahí está! ¡Es cierto! —exclamaba con entusiasmo.
Jim y AAARRRGGHH acababan de entrar al lugar, y el rostro del primero mostraba exactamente lo que todos sentíamos: confusión total.
—¿Cuánto tiempo lleva así? —preguntó el azabache, mirando a AAARRRGGHH.
—Mucho tiempo.
—Deberías dejar de tomar café, Blinky —bromeó Jim, aunque su mirada se desvió rápidamente hacia mí. Supongo que mi silencio era demasiado obvio—. ¿Estás bien, Bree? —me preguntó, acercándose con esa preocupación y ternura que lo caracterizaba.
Salí de mis pensamientos al escuchar su voz. Parpadeé un par de veces antes de apartar un mechón de cabello que caía sobre mi rostro.
—Sí, ammm... solo pensaba —respondí, forzando una sonrisa—. Más bien, estaba ayudando a Blinky —añadí, señalando al troll azul para desviar la atención.
Él frunció el ceño, como si quisiera preguntar algo más, pero Blinky interrumpió:
—¡Según la leyenda, solo un sabio, el deshonroso Bodus, descubrió un método para dañar a Gunmar! —anunció con un gesto dramático.
—Los Cazatroles me dijeron que no hay manera de dañarlo —dijo Jim, cruzando los brazos—. ¿Cómo se hace?
—Nadie lo sabe —respondió—. Gunmar se aseguró de que Bodus fuera cazado y despachado de una manera... desagradable.
Entonces levanté un libro que tenía en mis manos, un tomo antiguo y gastado que parecía a punto de desmoronarse.
—Y aquí está el libro —dije, colocándolo sobre la mesa con cuidado—. Es el testamento final de Bodus, la última copia de su trabajo sobreviviente.
—Esta es la clave... y vamos a quemarlo —soltó Blinky, como si fuera lo más obvio del mundo.
Jim y Toby se quedaron boquiabiertos, mientras yo reprimía una sonrisa ante sus reacciones. Extendí mis manos y me aseguré de incendiar el libro.
—¡¿Qué están haciendo?! —gritó Jim, tratando de acercarse al libro, pero Blinky lo detuvo con un brazo firme.
—¡Este libro podría decirnos cómo derrotarlo! —insistió el azabache.
—Bodus sabía que lo cazaban, sabía que debía mantener el secreto a salvo —respondió Blinky, con infinita paciencia.
Toby, por su parte, entró en modo pánico, agarró un vaso de agua y lo lanzó hacia las llamas que acababan de surgir del libro cuando extendí mis manos. El fuego, lejos de apagarse, se intensificó, como si estuviera burlándose de él.
AAARRRGGHH intentó ayudar, soplando con toda su fuerza, pero las llamas solo crecieron más.
—Buen intento, grandote —dije con una sonrisa divertida, cruzándome de brazos—, pero solo yo puedo apagarlo.
—¡No, no, no! —Clara se acercó colocando una manta encima con la intención de apagarlo; yo chasqueé mis dedos y el fuego finalmente desapareció.
—Bridget arruinó la única forma de hallar a Gunmar.
—O a mi hermanito.
—Bree', te quiero, pero te pasaste —dijo Jim, señalándome con exasperación y cariño.
Rodeé los ojos, apartando ligeramente al castaño.
—Bodus escondió el secreto dentro del libro —expliqué mientras apartaba las cenizas con cuidado, revelando un mensaje escrito en idioma troll.
—¡Ája! —festejó a Blinky, entrelazando sus dedos con satisfacción—. Me da gusto que eso funcionara —murmuró, apenas audible.
—¿Qué es lo que dice? —preguntó James, acercándose para leer el mensaje junto a mí.
—"En la marea oscura, cuando la luz del día amengua, el Myrddin Wylt ocultó de las sombras su ruina" —leyó Blinky en voz alta, con solemnidad.
—¿Qué es un Myrringuito ? —interrumpió Toby, mirando al troll con confusión.
—Es el nombre antiguo de Merlín —respondí, mientras sacudía un poco el polvo del resto del texto.
—¿No deberían tomarle una foto o algo así? —sugirió Clara, cruzando los brazos mientras observaba el pergamino con interés.
Blinky continuó leyendo:
—"Tres fuerzas elementales debéis buscar, en pantanos, cavernas profundas y picos de montaña donde los dignos perecen. Prevaleceréis en la noche y eclipsaréis a quien vuestra fuerza encare".
—¿Alguien más se puso nervioso con ese poema sobre muerte? —preguntó Toby, levantando la mano con una sonrisa nerviosa.
—No, dice que podemos prevalecer, podemos ganar —corrigió Clara, su mirada fija en las palabras que acabábamos de descubrir—. "Escondió de la sombra su ruina"... —repitió, pensativa.
—La ruina de Gunmar.
—Exacto. Se refiere a un arma de poder insuperable —añadí, bajando la vista mientras buscaba entre los estantes de Blinky—. Está formado por tres fuerzas... no sagradas... —fruncí el ceño, tratando de recordar—. ¿Cómo se les llamaba?
—¡Las rocas triúmbricas! —exclamó Blinky, golpeando la palma de su mano con entusiasmo—. Tres rocas de leyenda, atadas a la sangre de Gunmar y perdidas en la faz de la Tierra durante siglos.
— ¿Cómo sabes todo eso, Bree'? —preguntó Toby, mirando cómo seguía trepando por la escalera para buscar en lo alto de los estantes.
—Terminé de leer los libros que tenía en mi casa —respondí, mientras repasaba los títulos con rapidez—. Necesitaba nuevas lecturas.
Finalmente, encontré lo que buscaba y bajé con un pesado volumen en las manos.
—Si encontramos esas rocas...
—¡Podemos matar a Gunmar! —completó Jim con entusiasmo, su expresión se ilumino por primera vez en días—. ¡No sé cómo lo hicieron, pero lo lograron!
—Hacemos el arma y ¡zas! —añadió Toby, con un movimiento dramático de manos—. Gunmar será historia.
—Cuidado.
—De hecho, las rocas triúmbricas han estado escondidas por siglos —señaló Blinky, calmando la emoción del grupo con un tono más serio—. No será fácil encontrarlas, pero si este texto tiene razón...
—Descifraré el resto —afirmé con determinación, colocando el libro sobre la mesa y hojeándolo—. Estoy segura de que puedo hacerlo y así Jim tú...
—"Eclipsaréis a quien vuestra fuerza encare" —repitió Clara.
・ ゚ ゚・ ✧ 。.。.: *
Bridget cerró la puerta de su casa con cuidado, tratando de no hacer ruido. Sin embargo, las luces de la sala se encendieron de inmediato, revelando a su madre, Rafaella, sentada en uno de los sillones, con los brazos cruzados y una expresión de pura desaprobación.
—Proyecto de ciencias, ¿eh? —dijo Rafaella con ironía, poniéndose de pie y alzando una ceja inquisitiva.
Bridget sintió que su garganta se secaba. Buscó una respuesta rápida, algo que pudiera apaciguar la evidente furia de su madre.
—Mamá, yo estaba... —comenzó a decir, con la voz temblorosa.
—¡Ni me digas nada porque ya no te creo! —gritó Rafaella, interrumpiéndola de manera brusca haciendo que Bridget retrocediera instintivamente—. ¡No quiero escuchar ni una sola excusa más! ¿Sabes la hora que es? ¡Me tienes preocupada y no paras de salir sin dar explicaciones!
Bridget abrió la boca para protestar, pero la cerró rápidamente. Sabía que cualquier cosa que dijera sólo empeoraría las cosas. Se sintió atrapada, una prisionera de su propia vida. No podía contarle a Rafaella la verdad, pero cada mentira solo la llevaba a más problemas.
—Mamá, no es tan sencillo de explicar... —intentó de nuevo, con un hilo de voz que apenas podía sostenerse.
—¡¿Sabes qué?! ¡Ya no me importa! —gritó Rafaella, soltando una risa amarga mientras caminaba hacia la cocina—. ¡No quiero oír tus mentiras porque ya no te creo, Bridget! ¡Eres una maldita mentirosa!.
El corazón de Bridget latía con fuerza, pero sus pies permanecieron clavados en el suelo. Observó cómo Rafaella tiraba las ollas al fregadero con un ruido metálico que parecía llenar toda la casa.
— ¿Lavaste los trastes acaso? ¡Claro que no! ¡Porque estás esperando que yo lo haga, como siempre! ¡Todo quieres que haga yo, y ya estoy cansada! —Rafaella seguía hablando entre dientes, descargando su frustración con cada palabra.
Bridget bajó la mirada, mordiéndose el interior de la mejilla para no llorar. Sabía que cualquier reacción, por mínima que fuera, solo enfurecería más a su madre.
—Mientes y mientes, y sigues mintiendo —continuó, lanzándole una mirada gélida—. La próxima vez que me digas algo, lo que sea, ya no te voy a creer. ¡Nunca más!
Las palabras golpearon a la pecosa como si fueran piedras. Quiso responder, quiso defenderse, pero no tenía el valor. Sus manos temblaban levemente mientras recordaba el moretón en su brazo, aquel que Rafaella le había dejado la semana pasada tras una discusión sobre sus calificaciones.
El dolor no era solo físico; era la indiferencia de su madre después de cada golpe, después de cada palabra hiriente. Rafaella nunca se disculpó, nunca mostró señales de remordimiento. Fingía que nada había pasado y continuaba con su vida como si todo fuera normal.
"Ya no lo aguanto".
De repente, Rafaella se acercó y la tomó con fuerza por el brazo lastimado, haciéndola soltar un quejido de dolor.
—¡¿Me estás escuchando?! —gritó, sacudiéndola como si quisiera sacar las respuestas por la fuerza—. ¡¿Por qué te quedas callada?! ¡Parece que lo que te digo entra por un oído y sale por el otro!.
Bridget tropezó hacia atrás y cayó en uno de los sillones, con las lágrimas deslizándose por sus mejillas. Apenas podía respirar; el nudo en su garganta era insoportable.
—¡Ah, y ahora estás llorando! —espetó, echando la cabeza hacia atrás con una risa burlona—. ¡Siempre lloras por todo! ¡Ya te dije que seas fuerte y dejes de ser tan maldita sensata! ¡¿Qué será de ti cuando te casos, eh?! ¿¡Acaso cuando tu esposo te grite también vas a llorar como una niña?!.
Bridget soltó un leve sollozo que intentó disimular sorbiendo su nariz. Se repetía una y otra vez que no debía llorar, que no debía dejarse vencer por sus emociones. Pero era inútil. Ya no podía soportarlo. La presión constante de tener que controlar sus sentimientos para no demostrar su sensibilidad frente a su madre la estaba quebrando.
Las palabras hirientes de Rafaella resonaban en su cabeza como un eco, mezclándose con los recuerdos de los insultos de su padre. Cada frase era como un clavo que había quedado incrustado en lo más profundo de su ser desde que tenía memoria:
"¡Deja de malograrte esa cara, ya vas a parecer una bruja!".
"¡Maldito sea el día en que tuve que tener una hija así de burra!".
"¡Si tu madre y yo nos divorciamos será por tu maldita culpa!".
"¡Tu padre nos dejó por tu culpa, si discutíamos era por ti!".
"¡Ya no le importas a tu padre, él ya es feliz con una hija que no es una estúpida e idiota como tú!".
Esas palabras no sólo eran heridas; eran cicatrices. Y mientras más intentaba olvidarlas, más fuertes regresaban.
Cuando Rafaella se retiró finalmente a su cuarto, cerrando la puerta con un golpe que resonó por toda la casa, Bridget quedó sola en la sala. La ausencia de su madre no trajo alivio, sólo un silencio denso y aplastante.
Con un movimiento tembloroso, se dejó caer en el sofá y abrazó sus piernas, apoyando la frente sobre sus rodillas. Los sollozos que trataba de contener escaparon en forma de suspiros rotos y jadeos ahogados. No quería que Rafaella la escuchara llorar; Sabía que sólo le recriminaría aún más por ser "débil", por ser "una niña llorona".
Su cuerpo temblaba entre los sollozos. Su cabello estaba completamente desordenado, sus orejas ardían de lo rojas que estaban, y el moretón en su brazo, aquel que Rafaella le había dejado, ahora lucía un tono verde oscuro, señal de que estaba sanando lentamente, aunque la herida emocional seguía tan abierta. como siempre.
Bridget pasó los dedos por las marcas de su piel, pero sabía que las cicatrices internas eran las que más dolían. Las palabras de su madre y las acciones de su padre habían dejado huellas que nadie podía ver, pero que ella cargaba todos los días.
No era sólo su cuerpo lo que estaba marcado; era su espíritu. Cada insulto, cada golpe, cada mirada de desprecio la habían moldeado de una forma que no deseaba, llenándola de inseguridades y miedos que no sabía cómo combatir.
Y ahí, en esa soledad aplastante, Bridget tomó una decisión que había estado gestándose en silencio.
"Esto no puede seguir así."
Por primera vez en mucho tiempo, esa voz interna no era de resignación, sino de una determinación que quirúrgica del fondo de su alma. No sabía cómo, no sabía cuándo, pero algo dentro de ella le decía que tenía que romper con todo aquello que la estaba destruyendo. Por su propio bien. Por su propia supervivencia.
・ ゚ ゚・ ✧ 。.。.: *
La segunda asamblea dio comienzo con el bullicio característico de los estudiantes de Arcadia Oaks, ansiosos por escuchar las propuestas para el baile de primavera. Entre ellos, los nominados se preparaban tras bambalinas, ajustando detalles en sus vestuarios y discursos. Daphne y Eli, como siempre, parecían tener todo bajo control, coordinando las presentaciones.
Mientras tanto, en un rincón del gimnasio, Toby miraba a sus dos mejores amigos incredulidad y desaprobación.
—¿En serio? ¿Eso es lo que van a usar? —preguntó, alzando ambas cejas y cruzándose de brazos.
—Pues... ¿qué esperabas? —respondió Bridget, arqueando una ceja ajustando la chaqueta rojiza que Daphne le había regalado semanas atrás.
—Mira, tú estás más o menos bien, JR. La chaqueta te queda bien, te da un aire... no sé, como de rebeldía controlada. —halagó.
Bridget, por su parte, se limitó a soltar un suspiro. Después del "incidente" de ayer, había optado por cubrir el moretón de su brazo con la chaqueta roja. Bajo esta, llevaba una blusa de color cian brillante que normalmente habría resaltado su confianza. Pero hoy no se sintió así. Su cabello estaba recogido en un moño desordenado, un estilo improvisado que reflejaba más desinterés que otra cosa. Últimamente, había comenzado a cuestionar su estilo. Ya no se sentía tan cómoda, ni tan linda como antes.
—Dentro de unos minutos tendrán que convencer a todos de su tema para el baile de primavera —dijo Toby, sacándolos de sus pensamientos. Jim y Bridget compartieron una mirada cansada, casi sincronizada, y soltaron un suspiro.
—Creo que estamos más preocupados por no morir que por ganar un concurso de baile —respondió Jim con indiferencia, metiendo las manos en los bolsillos.
—Hay destinos peores que la muerte, chicos. —Toby alzó un dedo, solo para tambalearse y casi caer. Por suerte, sus dos mejores amigos lo sostuvieron justo un tiempo.
—Al menos en la preparatoria, esta es nuestra oportunidad de que la escuela al fin reconozca lo geniales que somos.
— ¿Somos? —preguntó Bridget, cruzando los brazos mientras arqueaba una ceja.
—¡Claro que sí! —exclamó el de frenos, con entusiasmo. Luego, bajó la voz y añadió—: Si soy rey de la primavera, se abrirá toda una nueva gama de posibilidades sociales.
— ¿Qué posibilidades? —preguntó Bridget, visiblemente escéptica.
—¡Animadoras! —exclamó, alzando las manos dramáticamente. Ante la mirada fulminante de Bridget, rectificó rápidamente—: Bueno, no animadoras como tal, pero... ya sabes, oportunidades.
Bridget rodó los ojos y se dejó caer en una de las gradas.
—No me interesa en lo absoluto ganar —declaró Jim, apoyándose en el barandal.
—Si no quieren hacerlo por ustedes, háganlo por mí —rogó Toby, juntando las manos como si estuviera rezando. Luego, con ojos suplicantes, añadió—: Siempre sentí que estaba destinado a ser un duque.
Jim y Bridget intercambiaron miradas de incredulidad. Los ojitos de cachorro del casatño eran difíciles de resistir, incluso para ellos.
—Ay, no puedo creerlo —suspiró Bridget, levantándose de las gradas.
—Está bien, intentaremos conseguir algo que parezca un disfraz decente. ¿Contenido? —añadió James, poniéndose al lado de su amiga.
—¡Gracias! Y por favor, esfuércense un poco, ¿sí? —pidió Toby, dándose la vuelta con una sonrisa triunfante.
Antes de que pudiera dar dos pasos, Bridget se lanzó hacia él con intención de "ajustar cuentas". Sin embargo, Jim reaccionó rápido, sujetándola por la cintura justo un tiempo para detenerla.
—¡Vamos, Bridget,! ¡Hoy lo necesitamos! —bromeó el azabache mientras la arrastraba hacia la salida del gimnasio.
—¡Suéltame, Jim! ¡Sólo será un pequeño golpe! ¡Ni siquiera dolerá! —gritaba, agitando los brazos mientras el chico reía entre los dientes, logrando sacarla antes de que cumpliera con su amenaza.
・ ゚ ゚・ ✧ 。.。.: *
El primer lugar al que se dirigieron fue uno de los salones, con la esperanza de encontrar algún disfraz adecuado. Aunque Bridget había sugerido buscar en el auditorio, la señorita Janeth les negó el acceso.
—Siempre tan amable... —murmuró Bridget con sarcasmo mientras revisaba una de las cajas que habían logrado reunirse en el salón.
De repente, algo la hizo detenerse. Soltó la caja de golpe, y sus ojos comenzaron a volverse de un color rojizo, como si un brillo extraño los estuviera invadiendo. Una voz susurrante resonó en su mente, cada vez más fuerte y clara.
"Bloom... Bloom".
—¿Bree'? —la llamó Lake, frunciendo el ceño al notar su expresión distante.
La pecosa no respondió. En cambio, comenzó a caminar lentamente hacia la ventana, como si estuviera hipnotizada por algo que sólo ella podía percibir.
"Bloom".
—¡Bridget! —la voz de Jim rompió el silencio mientras la tomaba por los hombros, manteniendo su avance. Al sentir su toque, los ojos de Bridget volvieron a la normalidad, y ella parpadeó varias veces, desconcertada.
—¿Qué... qué sucede? —preguntó, llevándose una mano a la cabeza mientras trataba de sacudirse aquella sensación extraña.
Jim la miró con preocupación, observando cómo sus manos temblaban ligeramente.
—Te llamé varias veces, pero no respondías. —Explicó mientras la soltaba con cuidado—. ¿Qué pasó? Te veías... como en trance.
Bridget trató de juntar sus pensamientos, pero ese susurro seguía resonando en su mente. "Bloom" .
—No lo sé —murmuró finalmente, frotándose las sienes—. Supongo que me distraje, nada más.
— ¿Estás segura? —insistió, observándola con el ceño fruncido.
—Sí, tranquilo, de verdad. No es nada. —forzó una sonrisa, intentando restablecerle importancia. Sin embargo, en ese momento, su mirada se desvió hacia la ventana, y su rostro se tensó.
Lake, que había estado observando en silencio, siguió la dirección de su mirada. Entre los árboles del patio de la escuela, ambos distinguieron una figura extraña.
— ¿Qué es eso...? —murmuró Bridget, dando un paso hacia la ventana.
Era un troll. La criatura se movía con rapidez, cargando algo que dejó enterrado en el campo de fútbol antes de desaparecer entre las sombras.
—Esto no me gusta nada... —dijo Jim, entrecerrando los ojos mientras miraba el lugar donde el troll había estado.
—Parece que nuestra búsqueda de disfraces tendrá que esperar —añadió Bridget.
Fuera lo que fuera lo que el troll había escondido, no podía ignorarlo.
・ ゚ ゚・ ✧ 。.。.: *
—¡Comencemos con nuestros primeros participantes! —gritó el entrenador Lawrence con entusiasmo— ¡Steve Palchuk y Darci Scott!.
Los dos aludidos entraron luciendo camisas hawaianas a juego. Steve agitaba los brazos mientras Darci sonreía y saludaba al público con confianza.
—¡Escuela de Arcadia Oaks! —exclamó el rubio, apartando ligeramente a Darci para tomar el protagonismo— ¡Tenemos dos palabras para ustedes! ¡LU-AU! ¡LU-AU! ¡LU-AU! —canturreó, incitando al público a corear con él.
La audiencia respondió con risas y vítores. Mientras tanto, Daphne, desde un lado del gimnasio, frunció el ceño con evidente frustración.
—Deberíamos haber pensado en algo más llamativo —murmuró para sí misma, cruzándose de brazos mientras observaba el espectáculo.
En ese momento, Clara llegó apresurada hasta Toby, quien estaba animando tímidamente desde su lugar.
—Hola, Toby. ¿Dónde están JR y Jim? —preguntó, notando la ausencia de los otros dos.
—Están improvisando un disfraz de último minuto —respondió con calma, encogiéndose de hombros como si no fuera nada importante.
Clara alzó una ceja, claramente preocupada.
— ¿Improvisando? Estas cosas no se ganan improvisando, Toby. Un baile de primavera necesita estrategia, preparación. —Se quejó, soltando un bufido de frustración—. ¿Por qué me importa tanto esto? —se preguntó a sí misma, llevándose una mano a la frente con exasperación.
—¡Porque es importante, Clara! —exclamó el castaño, señalándola con énfasis—. Este tipo de eventos son lo que definen nuestra posición en la preparatoria. ¡Es nuestra oportunidad de brillar!.
Clara le lanzó una mirada escéptica, pero él continuó con entusiasmo.
—¡Piensa en el impacto! Si ganamos esto, no solo seremos recordados aquí en Arcadia Oaks, sino que podría ser el impulso que necesitamos para que nos vean como verdaderos líderes. ¡Imagínalo, Clara! —dijo, dramatizando con un gesto hacia el cielo—. Podríamos enviarnos a la universidad como ganadores.
・ ゚ ゚・ ✧ 。.。.: *
Cuando llegaron al patio de la escuela, lo que parecía un lugar tranquilo se transformó en un caos. Frente a ellos, una extraña criatura de barro emergió de entre los pastos del patio, su cuerpo resquebrajado y cubierto de un material viscoso que parecía estar formado por tierra y agua. La criatura levantó una enorme mano de barro y avanzó hacia ellos, intentando aplastarlos.
Bridget retrocedió rápidamente.
—¡¿Qué rayos es esa cosa?! —exclamó, mientras un escalofrío recorría su espalda.
Antes de que pudiera hacer mucho más, la criatura lanzó un golpe violento, apartándolos. Bridget cayó al suelo, sin poder evitar que el impacto la arrojara varios pasos atrás.
—¡Maldito monstruo del demonio! —murmuró la pelirroja con furia, levantándose del suelo rápidamente.
Jim, que había estado a su lado en todo momento, reaccionó de inmediato, tomando a Bridget por la muñeca y jalándola hacia él, alejándola de otro posible golpe de la criatura.
—De acuerdo, entiendo... Fuerte, del tipo silencioso —comentó el azabache con una sonrisa nerviosa, intentando recomponerse de la sacudida.
Bridget se puso de pie de manera torpe, su respiración estaba agitada.
—¡¿Bree'?! ¡¿Estás bien?! —preguntó con preocupación, girando la cabeza en todas direcciones para asegurarse de que ella no estuviera herida.
—A la justa —respondió entre dientes, con el rostro demacrado de cansancio, mientras giraba sobre el suelo en un intento de esquivar el siguiente ataque de la criatura.
Sin embargo, antes de que pudiera levantarse por completo, la criatura desató otro golpe violento.
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—¿Qué tal manos y manas de onda?—se presentó Eli, Dafne sonrió nerviosa dejando la radio a su costado—Monalisas y sombrereros locos— pronunció—. ¡Vamos a dar una vuelta al pasado, a tiempos antiguos!.
—¡Los años ochenta!—gritaron a la vez haciendo manos de jazz.
—¡BOO! ¡que regrese el tipo del lu-au !— grito Steve ante el silencio del auditorio.
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—De acuerdo, si vas a jugar sucio —comentó el azabache—¡Por la gloria de Merlín, la luz del día está bajo mi mando! —recitó, haciendo que su armadura apareciera de la nada
Rápidamente desenvainó su espada, la cual brilló intensamente, y la clavó con fuerza en un costado de la criatura de barro. Sin embargo, el metal no logró penetrar con la fuerza que él esperaba.
—No debería pasar esto —se quejó mientras intentaba sacar la espada, pero se dio cuenta de que se había quedado atascada. —¡Y tampoco esto! —gritó cuando la criatura lo atrapó con su gigantesco puño y lo lanzó a través del aire. Jim fue arrastrado hasta la portería, estrellándose contra la pared con un fuerte golpe.
—¡Jim! —exclamó Bridget, mirando preocupada hacia su amigo. Pero su mirada pronto se endureció al ver cómo el monstruo de barro avanzaba hacia ella—. Escúchame bien, hay dos cosas en las que me destaco: comer galletas y patear traseros —enumeró, sin inmutarse. —¡Y no quedan galletas!.
Extendió las manos hacia la criatura, en un parpadeo, apareció una ráfaga de fuego, tomando la forma de un dragón diminuto, que rugió mientras giraba a su alrededor. Sin dudarlo, lanzó al dragón de fuego hacia el monstruo.
—¡Veamos si puedes soportar un poco de calor! —exclamó Bridget mientras el dragón llamabaante giraba a gran velocidad, envolviendo al golem en un torbellino de llamas. La criatura de barro se retorcía, intentando zafarse del fuego abrasante, el dragón mordía y trepaba por su cuerpo, abrasando todo a su paso.
Desde los árboles cercanos, Strickler observaba la escena. El dragón de fuego rugió con furia mientras el golem trataba de defenderse, pero la resistencia del monstruo era cada vez más débil.
—Te resucité para matar al Cazatroles, no para delegar el trabajo a un golem —gruñó Strickler, observando a la criatura perder terreno. —Humano o no, no debe ser tratado a la ligera.
El troll, oculto entre las sombras, respondió:
—Todo Cazatroles tiene su debilidad. La hija del rey Oritel es la suya —dijo, señalando a Bridget, que luchaba aún con el golem.
Mientras tanto, en el gimnasio, el entrenador Lawrence no podía evitar preguntarse por la falta de los dos estudiantes que seguían.
—¡¿Lake, Hart?! —llamó por el micrófono. —¿Alguien vio a Hart y a Lake? —preguntó, sin recibir respuesta inmediata. —Bueno, creo que han... —fue interrumpido de inmediato por Toby y Clara, quienes corrieron hacia el escenario.
—Jim y Bridget ya vienen —dijo el robusto con nerviosismo, alzando una mano para señalar hacia la entrada.
—¡Somos el primer acto! —añadió Clara con una sonrisa nerviosa, tratando de mantener la calma en medio del caos.
El castalño, aprovechando el momento, levantó su micrófono con entusiasmo. —¡¿Quién quiere ver magia!?.
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—¡Creo que ya sé cómo destruirlo! —exclamó Bridget, sus ojos volvieron a su color normal. —¡Esa cosa que tiene en el pecho, hay que romperlo! —añadió, concentrada mientras creaba una llama en la palma de su mano, lanzándola hacia el área indicada.
La explosión de fuego iluminó el aire y alcanzó el tótem incrustado en el pecho del golem. La criatura comenzó a desmoronarse a medida que el tótem se quebraba bajo la intensidad de la llama.
Con rapidez, Jim dejó de intentar cortar los miembros de la criatura y, con su espada, lanzó un golpe certero. La espada atravesó el golem de tierra, liberando el muñeco de piedra que había sido su fuente de poder. En un instante, el golem comenzó a derrumbarse.
James se apresuró a jalar a Bridget hacia él, cubriéndola con su cuerpo justo cuando la criatura colapsaba al suelo, haciendo temblar el suelo a su alrededor. La pecosa aprovechó el momento para tomar el tótem, levantándolo con fuerza antes de partirlo por la mitad, asegurándose de que la amenaza se desintegrara con él.
De repente, la voz del entrenador Lawrence resonó por los altavoces del gimnasio:
—¡¡James Lake y Bridget Hart!? ¿¡Están aquí!?.
—Ay, no, ¡el disfraz! —dijo Lake, dándose cuenta de que aún tenían que regresar al evento, pero antes de que pudiera moverse, tropezó con un bulto en el suelo y cayó de cara en un charco de barro.
—Uy —susurró Bridget, viendo cómo su mejor amigo se levantaba cubierto de barro. Hizo una mueca mientras le quitaba la poca tierra que se había pegado a su mejilla. —Definitivamente no va a ser tu mejor momento, ¿eh?,
Jim se limpió con un suspiro, pero no pudo evitar reírse levemente sin poder dejar de mirarla a los ojos.
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—¡Ya basta! ¡Jim Lake y Bridget Ember han sido descalificados! —comenzó a decir el entrenador, pero su voz fue interrumpida por el ruido de las puertas del auditorio al abrirse de golpe, revelando al primero, completamente cubierto de barro, y a Bridget con el cabello alborotado y desordenado.
—¿Qué demonios es eso? —preguntó Toby, claramente desconcertado.
—Parece que Lake estaba cavando en la tierra... —dijo Steve
—¡Parece que son unos... unos topos!.
—¡Jim Lake Jr. y Bridget Amber aquí les presentan su tema! ¡Topomanía! —anunció el de frenos con una sonrisa forzada, mientras la mascota de la escuela hacía su aparición en el escenario, haciendo que los vitoreos aumentaran.
—¡Topomanía ni siquiera es un tema! —se quejó el rubio, claramente ofendido.
—¡James Lake y Bridget Amber Hart son los ganadores! —anunció Clara, para sorpresa de todos.
Pero antes de que pudiera continuar, fue interrumpido nuevamente por una nueva revelación.
—En todo caso, ha habido un cambio repentino —dijo el entrenador, mirando a la audiencia— Acabo de enterarme que el director Levit ha tomado un permiso de ausencia indefinido —agregó, causando sorpresa entre los estudiantes—. Le deseamos lo mejor, pero ha enviado un e-mail recomendando un reemplazo interino, ¡Den la bienvenida al director Strickler! —anunció con énfasis.
Los cuatro adolescentes compartieron miradas confundidas y sorprendidas al ver entrar al director Strickler, quien pasó por entre Jim y Bridget con una sonrisa triunfante en el rostro.
—¿Qué hace él aquí? —preguntó el azabache, frunciendo el ceño y sintiendo una extraña incomodidad al ver a Strickler de nuevo.
—Dijiste que sería un tonto si volvía —respondió la pelirroja, mirando al impuro con cautela. Strickler se detuvo, tomó el micrófono y, antes de hablar, se giró hacia los cuatro chicos. Sus ojos se tornaron de un color rojizo, dejando claro que su presencia no era casual.
—Me da gusto estar de vuelta y estoy ansioso por comenzar —dijo el cambiante—. Pero les aviso algo —añadió—. Conmigo a cargo, las cosas van a cambiar. —advirtió, haciendo que un escalofrío recorriera la sala.
La atmósfera se volvió tensa, y el grupo intercambio miradas, sabiendo que el regreso de Strickler no presagiaba nada bueno.
EDITADO.
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