
xlvi. Different Paths
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Capitulo Cuarenta y seis| Caminos diferentes
Muchas cosas pasaban por mi mente. Primero, estaba la solicitud que la maestra Farah me había ayudado a obtener para entrar a Oxford, pero antes debía pasar una entrevista. Luego, estaba Allison, justo frente a mí. Al regresar a casa de Jim, me sorprendió verla allí junto a Kiko. Antes de que pudiera llenarla de preguntas, me sugirió ir por un café, donde me explicaría varias cosas, incluida su familia.
—Sé que tienes muchas preguntas sobre este libro —dijo con una sonrisa, refiriéndose al libro sobre los Valerious.
No había tenido la oportunidad de leerlo por completo, solo algunos párrafos que mencionaban su maldición y cómo fueron los primeros en lograr que su hija se deshiciera del alma de Morgana cuando intentó poseerla, tal como lo había intentado conmigo.
—¿Eres una especie de hechicera o maga? —pregunté confundida, dejando mi taza y frunciendo el ceño.
—Hechicera, aunque... una parte de mi sangre está mezclada con los... brujos de sangre —respondió con una mueca y encogiéndose de hombros.
La miré perpleja. La última vez que había oído sobre esos brujos fue cuando supe que mi madre había pedido que me cambiaran con la hija de Rafaella. ¿Acaso su familia...?
—No quiero que sientas odio ni rencor hacia mí por lo que te acabo de decir —interrumpió mis pensamientos con un suspiro—. Una parte de mi familia hizo cosas de las que no sé si llegaron a arrepentirse. Yo no supe nada del intercambio que hicieron; en ese tiempo trabajaba en el castillo y era una de las nuevas aprendices de Merlín —comenzó a relatar mientras jugaba con sus dedos—. La familia de mi madre eran brujos de sangre. Mi padre y yo no quisimos formar parte de las cosas horribles que hacían, por eso terminamos trabajando en el castillo. Me hice amiga de alguien que probablemente conozcas y le guardes rencor.
>>Morgana. Es complicado explicar cómo se forjó esa amistad, pero teníamos muchas cosas en común. Ambas estábamos en desacuerdo con lo que el Rey Arturo hacía con los troles en ese tiempo. Nos gustaba practicar nuestra magia, fue ella quien me enseñó varios hechizos que hasta ahora le agradezco.
Hizo una leve pausa en su historia
—Pero con el tiempo... cambió. La magia negra comenzó a consumirla lentamente, y yo lo notaba, aunque me rehusaba a aceptarlo —su voz tembló ligeramente, y llevó su taza a los labios solo para no dejar escapar la emoción—. Su mirada ya no era la misma. Se volvió más fría, más ambiciosa. Intentó poseerme —confesó de golpe, como si necesitara sacar esas palabras de su pecho—. Me dijo que me necesitaba, que mi cuerpo era el conducto perfecto para canalizar el poder que había acumulado. Yo era joven, inexperta, y aunque me resistí, casi logra apoderarse de mí.
—Desde entonces, juré que si alguna vez volvía a encontrarme con ella o con alguien que llevara su esencia... haría todo lo posible por proteger a los demás de su oscuridad —me miró directamente a los ojos—. Y cuando supe que tú habías sobrevivido a lo que yo no, entendí que debíamos hablar.
La revelación de Allison me dejó sin palabras. Su historia resonaba con la mía de una manera que nunca hubiera imaginado. La conexión entre nosotras era más profunda de lo que parecía a simple vista, y el destino había tejido nuestros caminos de una forma que ahora comenzaba a comprender.
—Entonces, ¿fue por eso que viniste a buscarme? —pregunté, tratando de asimilar toda la información.
—Sí —respondió con sinceridad—. Quería asegurarme de que estuvieras bien y ofrecerte mi ayuda. Sé que enfrentarse a algo así no es fácil, y pensé que podrías necesitar a alguien que te entienda.
Allison apretó las manos sobre la mesa, y su voz bajó a un susurro, casi como si tuviera miedo de ser oída por alguien más.
—Hay algo más que necesitas saber... —murmuró—. El intercambio que hicieron contigo... fue idea de la reina Marion y creo que eso ya lo sabes. Ella temía que algo le pasara a su hija, así que recurrió a mi familia. A los brujos de sangre.
Mis dedos se congelaron alrededor de la taza.
—¿Tu familia... fue la que hizo el conjuro?
Asintió lentamente, con los ojos brillantes por la culpa.
—Yo no lo sabía en ese momento —explicó con urgencia—. Mi madre y su hermana fueron las encargadas del hechizo. Dijeron que era una orden directa de la reina y que sería por el bien del reino. Nadie pensó en ti. Nadie pensó en lo que te quitarían —tragó saliva, y su voz tembló—. Lo siento. Nunca supe tu nombre, nunca supe a quién habían condenado... hasta ahora.
Por un momento, no supe qué decir. Sentía una punzada en el pecho, pero no era rabia. Tristeza por Allison, que cargaba con una culpa que no era suya. No podía odiarla. ¿Cómo hacerlo, si en sus ojos solo veía arrepentimiento y dolor? Me habían arrebatado muchas cosas, sí, pero Allison también había perdido algo al quedar atrapada entre dos mundos: el de su linaje oscuro y el de su deseo de hacer el bien.
—No fue tu culpa —susurré, y ella alzó la mirada hacia mí, sorprendida.
—¿De verdad no me odias?
Negué con suavidad.
—Fuiste una víctima también. Como yo.
Se quedó en silencio unos segundos, respirando hondo, como si mi perdón le permitiera soltar un peso que había cargado durante años.
—Cuando Morgana se enteró de que mi familia había ayudado a la reina Marion con el intercambio... —hizo una pausa, tragando saliva—, fue como si algo dentro de ella se rompiera. Me miró como si yo también la hubiera traicionado. Días después, lanzó una maldición sobre todos los Valerious.
Su voz se quebró un poco al mencionar su apellido.
—Dijo que cada uno moriría de la forma más cruel y dolorosa... y así fue. Mi madre ardió viva durante un ritual. Mi hermano fue arrastrado por sombras que surgieron de su propio reflejo. Mi padre... —sus ojos se llenaron de lágrimas, pero no dejó de hablar—, él se convirtió en piedra, lentamente, sintiendo cada segundo hasta que su corazón dejó de latir. Yo fui la única que sobrevivió.
Se quedó en silencio unos segundos, como si el simple hecho de recordar la dejara sin aire.
—Nunca supe por qué no me alcanzó a mí... o quizá sí, y simplemente aún no ha terminado. Pero desde ese día supe que tenía que hacer algo con lo que quedaba de mí. Por eso acepté ayudarte, aunque no supieras quién era yo.
No sabía exactamente qué decir, pero tampoco lo necesitaba. Había visto el dolor en los ojos de Allison, no solo al contar su historia, sino en cada pausa, cada trago de café evitado, cada respiración contenida. Y por alguna razón... no sentía rabia.
—Lo siento mucho, Allison —susurré al fin—. Siento lo que tuviste que vivir. Yo también perdí a mi familia —continué con una leve sonrisa triste—. Y durante mucho tiempo pensé que no merecía seguir viva. Que debía cargar con esa culpa sola. Pero... ahora entiendo que no siempre somos responsables de las decisiones de otros. A veces solo... sobrevivimos.
Allison parpadeó, conteniendo una lágrima.
—Gracias —susurró.
・ ゚ ゚・ ✧ 。.。.: *
Habían pasado casi toda la tarde con Allison, al punto de que incluso habían perdido un día de clases. Los chicos le contaron que se habían ocupado de una lista que les dejó Merlín mientras mostraban la ciudad a unos nuevos estudiantes que se unieron a la escuela. Y al parecer, el hechicero le había fabricado una armadura, y cuando le enviaron la foto, no pudo negar que era realmente hermosa.
Ya en casa, el reloj marcaba las siete y media cuando se encerró en su habitación con un único objetivo en mente: prepararse para la entrevista de Oxford. Tenía una pila de libros sobre historia, literatura y filosofía mágica repartidos sobre su escritorio, y aun así sentía que le faltaba el aire. La entrevista no solo era una prueba académica, también era una puerta de salida. Una oportunidad para empezar de nuevo, lejos del pasado, pero con todo lo que había aprendido de él.
Su reflejo en el espejo mostraba a una chica que había cambiado, no solo por lo que había perdido, sino por lo que había aprendido a soportar.
Tomó una taza de café, revisó sus apuntes una vez más, y, aunque no se sentía del todo lista, algo en ella decía que estaba preparada para intentarlo. Porque a pesar de la oscuridad que la había acompañado, ahora tenía un propósito. Y eso era suficiente.
Al estar a unas cuadras, se sobresaltó cuando Jim apareció de repente detrás de ella, chocándose contra un muro.
—¿Tienes un momento? —preguntó, respirando con dificultad tras haber corrido.
—Debo irme, estoy retrasada —se lamentó la chica con una mueca, girándose para entrar al edificio.
—Será solo un minuto, Bree', solo un minuto —se interpuso en su camino—. Déjame decirte algo y me voy. Todo es un desastre: mi madre podría estar en peligro, apenas escapé de Merlín, y quiere liberar a Morgana para recuperar su magia —habló tan rápido que la pelirroja apenas podía entenderlo—. Nada tiene sentido, y ahora debo tomar una decisión que probablemente cambie lo que alguna vez tuvimos, Bridget.
La pelirroja dejó de mirar a los lados y se detuvo al oír lo último. Al girarse, notó el cansancio y la desesperación en su rostro, además de marcas en sus manos, como si se hubiera lastimado por la ansiedad. Quiso decirle algo, pero fue interrumpida nuevamente.
—No sé nada, no se nada. La única cosa que puedo tener clara Bridget es... —la miró a los ojos, debatiéndose en si decirle lo mucho que se lamentaba por cómo terminaron las cosas entre ambos. No pudo decírselo.
—¿Señorita Amber? —ambos se giraron hacia la recepcionista—. ¿La acompaño arriba?
—Sí —asintió la pelirroja, sonriendo nerviosa—. Lo siento mucho —se disculpó mientras James observaba el lugar con el ceño fruncido—. Llegué tarde, ¿me permite solo un minuto más? —pidió con una mueca. La recepcionista asintió confundida.
La pecosa sonrió nerviosa antes de girarse hacia James.
—Tengo que irme, es mi última entrevista para Oxford —dijo encogiendo los hombros y apretando su bolso.
—¿Oxford? No sabía —Jim bajó la mirada—. Perdón por molestarla, mi bella dama —dijo en voz alta, dirigiéndose a la recepcionista. Bridget frunció el ceño, susurrando que se detuviera—. Soy John Yell, uno de los jóvenes profesores de Harvard, intento convencerla de que forme parte de mi equipo —retrocedió nervioso, mientras la pecosa sonreía disculpándose—. Es la mejor persona que conozco, una genio de las ciencias... Que Dios salve a la reina, lamento todo —se disculpó gesticulando.
—Jim, ¿me esperas un momento? —pidió Bridget acercándose—. ¿Qué ibas a decirme? ¿Qué es esa cosa?
Él suspiró, pasándose las manos por el cabello, luchando con sus sentimientos. No podía decirle que la amaba, porque si lo hacía, ella podría quedarse y rechazar la oportunidad de rehacer su vida. La amaba demasiado, y lo mejor sería dejarla ir. Sabía que su decisión era la correcta, aunque le doliera profundamente. Quería lo mejor para ella, incluso si eso significaba sacrificar su propia felicidad.
—Tengo que irme a Inglaterra, Jim —dijo encogiéndose de hombros—. Es una oportunidad para mí.
Él asintió, sonriendo un poco nervioso. No podía hablar; sentía un nudo en la garganta que, si intentaba decir algo, seguramente haría que su voz se quebrara.
—Mira, no lo sé. Tal vez ahora estamos en caminos diferentes —rió nerviosa, haciendo un gesto con las manos—. ¿No crees? Quizás vamos en direcciones opuestas, no lo sé. Tengo que irme... debo hacerlo —dijo, ignorando el nudo en su garganta mientras empezaba a retroceder.
Jim se quedó quieto durante unos segundos, tenía la mirada baja observando el suelo como si allí encontrara alguna respuesta. Finalmente, levantó la vista y la miró a los ojos, tratando de grabar cada detalle de su rostro en su memoria. Ella le dio una última sonrisa antes de girarse.
—Bridget —tal como había imaginado, su voz se quebró por dentro. La joven pecosa suspiró suavemente, conteniendo las lágrimas que amenazaban con salir; se giró un poco sin atreverse a mirarlo a los ojos—. Suerte —le susurró con una débil sonrisa, levantando ambos pulgares.
Bridget le regaló una última sonrisa. No podía negarlo, una parte de ella luchaba por no dar ese paso y quedarse con él, pero sabía que esa no era una opción y que su decisión ya estaba tomada. Se volvió a girar y esta vez, ninguno de los dos intentó detener al otro.
Ambos necesitaban seguir sus propios caminos, aunque eso significara separarse.
・ ゚ ゚・ ✧ 。.。.: *
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"Necesitas volverte troll y cazador" , la voz de Merlín resonó en su mente. Observó su reflejo en el espejo y pensó: "Necesitas ser más"
Los recuerdos sobre la primera vez que porto la armadura llegaron a su mente
Por la gloria de Merlín, la luz del día...
— Está bajo mi mando —. La armadura del chico apareció rápidamente, mientras las luces del baño se apagaban por completo. Más recuerdos invadieron su mente.
¿En qué rayos estaba pensando?
Uno de sus primeros recuerdos fue la pelea con Draal en la forja del héroe.
Un amuleto no puede elegir a nadie, es un amuleto
— Maese Jim, a pesar de sus dudas sobre la elección del amuleto, ahora está ligado a usted — dijo Blinky, recogiendo el amuleto que el chico había arrojado al suelo. Jim lo detuvo con sus manos —. Este es un destino que no puede eludir.
La armadura de James se ajustaba perfectamente a su cuerpo, como siempre, y sentía que estaba preparado para tomar la decisión correcta.
・ ゚ ゚・ ✧ 。.。.: *
"Jim te necesita Bridget".
Salió apresuradamente del edificio tras culminar su entrevista. Apenas Farah le informó sobre la propuesta que Merlín le había hecho a James, comenzó a correr por las calles de Arcadia sin preocuparse por nada. Varios autos casi la atropellaron, pero ella simplemente se levantaba y seguía corriendo. Intentó crear varios portales, pero su desesperación le impidió lograrlo.
La puerta de los Lake estaba abierta, así que entró sin dudar, ignorando la voz de Merlín, y se encontró con los demás afuera del baño donde él permanecía encerrado.
—Jim ¿estás ahí?— pregunto su madre, el azabache volteo hacía la puerta con duda.
Quiero que sepas algo, incluso antes de encontrar este amuleto, mucho antes de esto, siempre fuiste mi héroe, mi hermoso hijo
—Jim ¿Qué esta pasando? déjanos entrar ¿estás bien?— pregunto Barbara con desesperación.
Estoy bien mamá, no tienes que protegerme, creo que esto es lo que estoy destinado a hacer
—¡JIMBO! ¡JIM!— ahora fue el turno de Toby de intentar abrir la puerta
Por la perdición de Gunmar, el eclipse esta bajo mi mando
—Por favor Jimbo— el de frenos siguió golpeando la puerta
Somos un equipo, no hagas esto
Lo siento tengo que acabar la pelea.. solo
—¡JIM!— lo intento Clara—. Liberaron a Morgana.
Porque estás rompiendo varias reglas de Mercado Troll al tratar de abrir ese puente solo para salvar a mi hermano
Mi amuleto no comete errores, y de todas las criaturas de nuestros mundos, yo te elegí a ti
—Joven Atlas no estas solo—dijo Strickler —. No lo hagas ¡abre la puerta!— pidió dando golpes a la misma para abrirla.
—¡Joven James, no cometa una locura! —hablo Farah impidiendo que Striclker se lastimará aún más.
Maese Jim no olvide, que el miedo es solo el precursor del valor y que luchar y triunfar al estar ante el miedo, es lo que significa ser un héroe.
—Jim..
Esa voz, esa voz lo detuvo en seco y lo obligó a apartar la mirada de la puerta. Era la voz de Bridget, cuyo tono quebrado despertaba en él una intensa necesidad de abrir la puerta, abrazarla y no dejarla ir, aferrarse a ella y expresarle cuánto lo lamentaba. Pero esa ya no era una opción.
—Jim, por favor, abre la puerta —suplicó, con un nudo en la garganta mientras intentaba girar la perilla—. Por favor, ábrela.
Eres el Cazatroles... Y amo eso. Pero amo más a Jim Lake... Eso basta para mí.
James soltó un pesado suspiro y puso un pie dentro de la bañera con aquella mezcla que había regresado a su color original. Bridget se secó las lagrimas con fuerza y empezó a empujar la puerta, su magia pareció descontrolarse ya que varias llamas empezaron a rodearla.
—¡No me hagas esto por favor! ¡No puedo hacerlo sin ti Jim! —exclamo desesperada mientras era tomada por Farah, alejándola de la puerta.
¿Y si el amor solo trae dolor?
El amor no siempre es fácil, Bridget. Pero si algo he aprendido... es que vale la pena intentarlo, especialmente cuando es con alguien que significa tanto para ti. Cada quien tiene su primer amor. Yo pretendo ser tu ultimo amor... No importa el tiempo que me tome.
Las hermosas sonrisas que le ofrecía, las delicadas pecas que había contado con tanto esmero, eran las únicas imágenes que recorrían su mente mientras se hundía cada vez más. Nunca la dejaría, nunca intentaría abandonarla; si alguna vez lo hacía, sería solo para mantenerla a salvo.
Cada recuerdo compartido, cada risa y cada lágrima, se entrelazaban en una red de emociones que lo mantenían aferrado a ella. Sabía que su conexión era más fuerte que cualquier obstáculo que pudieran enfrentar. Su primer baile, su primer beso, el encuentro con su otra versión en el universo paralelo, la primera noche juntos o el momento en que se confesaron sus sentimientos.
Cada uno de esos momentos se grabó en su memoria como un tatuaje indeleble. En los días grises, recordaba cómo sus manos se entrelazaban de manera perfecta, como si estuvieran hechas para sostenerse mutuamente. Había algo mágico en la forma en que sus miradas se encontraban, un entendimiento silencioso que no requería palabras.
A veces, para dar un paso hacía delante hay que dejar cosas en el pasado
Sus ojos finalmente se cerraron, y la imagen de su hermosa pelirroja fue lo último que llenó su mente antes de que su cuerpo se sumergiera por completo.
No hay vuelta atrás parte de ti seguirá siendo Jim pero la otra parte jamás será lo mismo.
—Eres Bridget, ¿No?.
—Bridget Amber Hart —afirmó ella con seguridad.
—Claro...
"Perdóname Bree' "
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