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xiv. What was

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Capítulo catorce| Lo que fue

No recordaba la última vez que había estado en un hospital. El ambiente estéril, las luces frías y el murmullo de pasos apresurados se sentían extraños, casi ajenos. Pero ahí estaba, por Jim. Las horas parecían alargarse mientras esperaban noticias sobre su estado. Clara se había ido a casa, agotada, pero Toby y Bridget decidieron quedarse.

El tiempo avanzaba lentamente, y la preocupación comenzaba a asentarse en el rostro de todos. Bridget había tomado asiento en una de las incómodas sillas del pasillo, mirando el reloj cada pocos minutos, como si eso pudiera acelerar las noticias que tanto ansiaban escuchar.

De repente, vio a su madre entrar por las puertas automáticas del hospital. La reconoció de inmediato, con su caminar apresurado y su rostro serio, buscando algo —o a alguien— con la mirada. Al encontrarla, Bridget sintió un suspiro de alivio escapar de sus labios. Se levantó y caminó hacia ella.

—¿Qué te he dicho, Bridget? De la escuela a la casa —fue lo primero que dijo su madre al alcanzarla, sujetándola firmemente por los hombros.

Bridget evitó su mirada, sintiendo el peso del regaño que sabía que vendría.

—Cuando Bárbara me llamó y me dijo lo que le había pasado a su hijo, temí lo peor por ti —añadió con un tono más bajo, pero igual de firme.

—Estoy bien, mamá —dijo Bridget con un suspiro, encogiéndose de hombros, aunque sabía que eso no bastaría para calmarla.

—¿Qué fue lo que pasó? —insistió su madre, examinándola con ojos inquisitivos—. ¿Quién te hizo esos rasguños? ¿Por qué te escapaste de la casa?.

Bridget tragó saliva, tratando de armar una respuesta que no empeorara la situación.

—Recibí una llamada de Jim...

—¡Otra vez ese muchacho! —exclamó su madre con un bufido, separándose de ella con un gesto exasperado—. ¿Qué te he dicho sobre esas amistades, Bridget? ¡Un millón de veces te he dicho que te alejes de ese grupo, pero tú no pareces entender!.

La voz de su madre subió de tono, lo que la hizo encogerse de hombros.

—¡Te aprovechas de mis viajes para faltar a clases! ¡Sé que finges estar dormida cuando llego tarde del trabajo! ¡Mira esos rasguños! ¡Tus notas están bajando! ¡No haces tus tareas del hogar, y para colmo, sé que tú quemaste las cortinas!.

Cada acusación era como un golpe invisible que hacía que Bridget se encogiera más y más. No se atrevía a mirarla, sus hombros caídos y su mirada fija en el suelo. Sabía cómo se ponía su madre cuando se enojaba, y ese temor no era nuevo para ella.

De niña, su madre solía alzarle la mano o tirarle de la oreja cuando algo no salía como esperaba. Su padre había intentado, en repetidas ocasiones, convencerla de que dejara de hacerlo, pero sus palabras siempre caían en saco roto.

Cuando sus padres se separaron, su madre le prometió que no volvería a golpearla, que solo le alzaría la voz o la castigaría con medidas más razonables. Bridget le creyó, al principio. Pero una noche, cuando su madre había bebido más de la cuenta, la abofeteó en un arranque de ira. La marca en su mejilla tardó días en desaparecer, pero la sensación de traición permaneció mucho más tiempo.

—¡Me rompo la espalda todos los días para que tú puedas estudiar y tener un futuro! —continuó su madre, señalándola con un dedo acusador—. ¡Pero parece que no te importa en lo más mínimo! ¿Verdad?.

—¡Respóndeme, Bridget! —gritó su madre, golpeando el aire con un gesto impaciente—. ¡Dios, odio cuando te quedas callada!

Llevó una mano al puente de su nariz, intentando calmarse, pero el silencio de Bridget solo parecía irritarla más.

Finalmente, Bridget alzó la mirada, su voz apenas un susurro:

—¿Terminé de arruinar tu día? Porque si es así, entonces lo siento.

La respuesta tomó a su madre por sorpresa. El sarcasmo dolido en sus palabras hizo que el enojo en su rostro diera paso a algo más: culpa.

—¿¡Lo sientes?! ¿¡En verdad lo sientes, Bridget?! —La voz de Rafaella resonó en el pasillo, causando que la muchacha se sobresaltara, como si el peso de esas palabras se transformara en una bofetada invisible.

Bridget agachó la cabeza, sin atreverse a responder. Sus manos temblaban ligeramente mientras jugaba con los bordes de su camiseta, buscando una forma de calmarse. Su madre, mientras tanto, cerró los ojos por un momento, apretando los labios con fuerza. Era evidente que estaba luchando por controlar su enojo, pero la frustración era demasiado grande.

—¿Sabes qué, Bridget? No puedo seguir así contigo. Parece que siempre encuentras una excusa para hacer exactamente lo contrario a lo que te pido —continuó Rafaella, cruzándose de brazos y mirándola con una mezcla de decepción y exasperación—. No entiendo en qué momento pasaste de ser esa niña tan responsable a... esto.

La menor respiró hondo, intentando contener las lágrimas que amenazaban con salir. Sabía que cualquier palabra que dijera solo alimentaría la discusión. Optó por el silencio, aunque ese silencio la hacía sentir aún más pequeña bajo la mirada severa de su madre.

—No quiero que termines como esos chicos problemáticos, ¿me oyes? —prosiguió Rafaella, bajando un poco el tono, aunque su voz seguía cargada de advertencia—. Esos amigos tuyos solo te arrastran hacia lo peor.

—M-Mamá... —intentó interrumpir con un hilo de voz, levantando la vista solo por un segundo.

—¡Ya dije! —la cortó Rafaella, alzando la voz nuevamente. Bridget dio un pequeño respingo, y esta vez no pudo evitar que las lágrimas comenzaran a deslizarse por sus mejillas.

—Y no me llores, Bridget —añadió Rafaella, su voz ahora baja pero amenazante—, porque hasta ahora no te he pegado.

El tono de esas palabras era tan helado que la pelirroja sintió un nudo en la garganta. No era el primer comentario de ese tipo que escuchaba, pero dolía igual cada vez que lo decía.

Un carraspeo interrumpió la tensa escena. Ambas giraron la cabeza al mismo tiempo y se encontraron con Bárbara, la madre de Jim, que estaba parada cerca. La mujer llevaba un gesto neutral, aunque sus ojos mostraban comprensión.

—Perdón por interrumpir, Rafaella —dijo suavemente, dando un par de pasos hacia ellas—. Pero, ¿crees que podamos hablar un momento?

Rafaella suspiró, enderezándose un poco y apretando el bolso que colgaba de su hombro.

—Bárbara, por favor, lamento el escándalo que estoy haciendo, pero... —comenzó Rafaella, aunque su tono seguía algo brusco.

—Lo sé, sé que estás enojada, y también sé que estás preocupada por tu hija —la interrumpió Bárbara, colocando una mano tranquilizadora en su hombro—. Créeme, te entiendo. Yo también estoy preocupada por mi hijo, pero creo que esta no es la manera de resolverlo.

Rafaella frunció el ceño, sus labios temblaron como si quisiera replicar, pero no encontraba las palabras adecuadas.

—¿Y qué quieres que haga? —dijo finalmente, señalando a Bridget con irritación—. Por más que le hablo, no entiende. No importa lo que haga o diga, siempre termina metida en problemas.

Bridget sintió cómo el peso de esas palabras caía directamente sobre ella, llenándola de culpa y decepción. Se mordió el labio, queriendo desaparecer.

—Te entiendo perfectamente, créeme —respondió Bárbara con calma, asintiendo—. Lo mismo me pasa con Jim. Pero a veces, ellos necesitan que respiremos hondo y pensemos antes de actuar. —Bárbara miró de reojo a la menor—. Hablemos a solas, ¿sí?

Rafaella cerró los ojos por un momento y soltó un largo suspiro. Finalmente, asintió, acomodando el bolso en su hombro.

—Está bien —dijo, cruzándose de brazos y volviendo la vista hacia Bridget—. Quédate aquí, porque después de esto nos vamos directamente a la casa.

Ella alzó la cabeza, sus ojos todavía aún húmedos.

—P-Pero la o-obra...

Rafaella arqueó una ceja y soltó una risa irónica.

—¿Formas parte de ella acaso? —respondió con un sarcasmo que cortó como una navaja—. Eres el reemplazo, nada más.

Bridget sintió que el aire abandonaba sus pulmones. Su madre no le dio tiempo para replicar.

—Estarás castigada el resto de tu vida —sentenció antes de girarse hacia Bárbara, que la esperaba con paciencia.

Mientras se alejaban, Bárbara le dedicó una pequeña sonrisa a Bridget, pero esta apenas pudo responder con un gesto débil. Cuando ambas desaparecieron por el pasillo, Bridget se dejó caer en la silla más cercana, con las manos temblorosas y la sensación de un peso abrumador sobre sus hombros.

Se llevó las manos a la cara, queriendo ahogar un sollozo. No sabía qué dolía más: las palabras de su madre o la certeza de que no importaba cuánto intentara explicarse, nadie la entendería.

En ese momento, Toby apareció en el pasillo, llevando dos vasos de café de la máquina. Al verla en ese estado, su expresión se suavizó y se acercó con cuidado.

—Hey... ¿Todo bien? —preguntó con voz baja, inclinándose un poco para mirarla.

Bridget intentó recomponerse, limpiándose rápidamente las lágrimas con el dorso de la mano.

—Sí... Estoy bien —mintió, forzando una sonrisa que no alcanzó sus ojos.

Toby se sentó a su lado, colocando uno de los vasos en la mesita frente a ellos. No dijo nada más, pero su compañía era un pequeño consuelo en medio de la tormenta que sentía en su interior.

—Gracias, Tobes —murmuró ella, levantando la cabeza y limpiándose rápidamente las lágrimas—. A veces... simplemente desearía que las cosas fueran diferentes.

—No importa lo que diga, Bridget. Sabes que eres mucho más que eso, ¿verdad? —le dijo Toby en voz baja, intentando darle algo de consuelo.

La menor asintió, forzando una sonrisa agradecida, aunque todavía sentía el nudo en el estómago, las palabras de Rafaella la lastimaban más de lo que le gustaría admitir, y aunque su corazón le decía que estaba haciendo lo correcto al preocuparse por Jim y sus amigos, su mente la hacía dudar. O eso creía.

"No me arrepiento de lo que hice"

Finalmente, las puertas de la sala se abrieron, y un doctor salió con una expresión neutra.

—¿Está la doctora Lake?.

—Su madre está en otra sala —contestó Bridget rápidamente—. Pero... ¿cómo está él?.

El médico hizo una pausa, observando a ambos jóvenes, y finalmente dio una sonrisa tranquilizadora.

—Jim está estable. Aún está inconsciente, pero esperamos que despierte pronto. Los golpes no fueron tan graves como temíamos.

El alivio los envolvió a ambos; la pelirroja sintió que podía respirar nuevamente, por lo menos, Jim estaba a salvo... por ahora.

・ ゚ ゚・ ✧ 。.。.: *

Jim escuchaba el mensaje de Blinky por lo que parecía ser la centésima vez, como si cada repetición pudiera darle claridad, pero en lugar de eso solo lograba hundirlo más en la culpa y la incertidumbre. Bular lo había secuestrado, y ahora su mentor estaba en peligro por su culpa. Blinky había dejado claro que no debía abrir el puente, pero ¿qué más podía hacer?.

—Ya lo he escuchado cien veces y... todavía no sé qué hacer —confesó finalmente, cerrando los ojos mientras dejaba caer el celular sobre la camilla donde estaba sentado.

Toby, sentado a su lado, lo miraba con preocupación. Sabía que Jim estaba cargando un peso enorme sobre sus hombros, pero esa no era una batalla que pudiera enfrentar solo.

—No tienes que hacerlo solo, ¿sabes? —intervino, tratando de sonar optimista—. Tienes a AAARRRGGHH, a Draal, a Brid' y a mí.

—Dijeron que tenía que ir solo —respondió con un suspiro pesado, girándose para mirar a su mejor amigo—. Y si no lo hago, ¿qué crees que le harán a Blinky?

El chico robusto se quedó en silencio por un momento, sin saber qué responder.

—Blinky lo dejó claro. Bajo ninguna circunstancia, Jim. No puedes abrir el puente.

El azabache apretó los dientes, sintiendo cómo la presión se acumulaba en su pecho. Estaba atrapado. Si seguía las instrucciones de Blinky, podría condenarlo. Si desobedecía, estaría poniendo a todos en peligro.

—Ya bastantes amigos fueron heridos por mi culpa —murmuró—. No más.

—Bueno, es tu decisión, Jimbo. Tú eres el Cazatroles —dijo finalmente, resignado.

Él se quedó en silencio, pero su mente no paraba. Había algo más que lo inquietaba, algo que no lograba sacudirse. Bridget no estaba allí. Normalmente, ella habría sido la primera en aparecer.

—¿Dónde está Bree'? —preguntó de repente, levantando la cabeza para mirar al castaño.

—Se sacrificó por el equipo. Su madre la castigó —respondió con un suspiro, recordando la discusión que había presenciado a regañadientes.

—¿Y... ella está bien? —insistió.

—Tuvo que irse a casa, Jimbo. Trató de quedarse, pero su madre estaba muy molesta con ella.

James cerró los ojos, dejando que la culpa lo inundara por completo. Esto también era su culpa. Bridget no habría estado en problemas si no fuera por él. Si tan solo hubiera insistido en llevarla de vuelta con Toby, si tan solo hubiera sido más firme...

Pero, ¿cómo podría haberlo hecho? ¿Cómo podía decirle que no a esos ojos azules que siempre lo miraban con tanta ternura? ¿Cómo podía negarle algo a esa sonrisa que lograba iluminar incluso los días más oscuros? Bridget era el corazón valiente que lo mantenía en pie cuando todo parecía derrumbarse.

"Bridget, serás mi perdición", pensó con amargura, dejando que su cabeza cayera nuevamente contra el respaldo de la camilla.

・ ゚ ゚・ ✧ 。.。.: *

Bridget permaneció encerrada en su habitación desde que regresaron del hospital. No habían intercambiado palabra alguna en todo el camino, y ella prefirió que así fuera. Sabía que cualquier cosa que dijera solo empeoraría la situación con su madre, quien había pasado el trayecto lanzando miradas llenas de desaprobación a través del espejo retrovisor.

Se sentía atrapada, no solo en su habitación, sino en su propia mente. El silencio de su hogar parecía más opresivo que nunca, y cada segundo que pasaba aumentaba su frustración. Quería quedarse más tiempo en el hospital, asegurarse de que Jim realmente estuviera bien, pero su madre había sido tajante al sacarla de allí.

—Voy a salir —anunció Rafaella, abriendo la puerta sin molestarse en tocar. Bridget levantó la mirada de su libro, tratando de mantener la calma.

—¿A dónde? —preguntó con un hilo de voz, aunque sabía que probablemente no recibiría respuesta.

—Me llamaron para una junta —respondió su madre con frialdad—. Y más te vale que cuando regrese estés aquí, ¿me oíste?

Bridget simplemente asintió, no confiando en que sus palabras no desatarían otra discusión.

—Vuelvo en la noche —añadió Rafaella, cerrando la puerta de golpe.

Bridget soltó un largo suspiro, pasándose las manos por el cabello en un intento de calmarse. Cerró su libro con un chasquido seco y lo dejó a un lado, incapaz de concentrarse en la lectura.

Se giró hacia la ventana, observando cómo las gotas de lluvia resbalaban por el vidrio. La ciudad parecía desolada bajo el manto gris de la tormenta, pero incluso esa melancólica vista le resultaba más soportable que la tensión que sentía dentro de su casa.

Tras unos momentos de reflexión, tomó una decisión impulsiva. Bajó las escaleras en silencio, asegurándose de que su madre no se hubiera olvidado de algo y regresara de improviso. Cogió su paraguas y las llaves antes de salir al porche.

La lluvia caía con fuerza, pero no le importaba. Necesitaba aire, espacio, algo que aliviara el nudo en su pecho. Caminó sin rumbo por las calles cercanas, dejando que el ruido del agua al golpear el pavimento llenara el vacío en su mente.

Sin embargo, pronto empezó a notar algo extraño. Una sensación inquietante comenzó a formarse en su interior, como si alguien la estuviera siguiendo. Giró la cabeza con disimulo, mirando por el rabillo del ojo, pero no vio a nadie.

Intentó ignorarlo, convenciéndose de que era su imaginación jugando con ella. Pero la sensación no desaparecía; al contrario, se intensificaba con cada paso que daba. El ruido de la lluvia parecía amortiguar cualquier sonido de pisadas, lo que solo aumentaba su paranoia.

Bridget apretó el mango de su paraguas, su respiración comenzaba a acelerarse. Las sombras de los callejones parecían moverse con vida propia, y cada esquina que doblaba se sentía como si se adentrara más en una trampa.

—¿Quién anda ahí? —preguntó con voz temblorosa, girándose bruscamente.

No obtuvo respuesta. Solo el constante repiqueteo de la lluvia y el distante murmullo de la ciudad le respondieron. Dio un paso hacia atrás, apretando las llaves en su bolsillo como si eso pudiera ofrecerle algún tipo de protección.

De repente, algo surgió de las sombras a una velocidad aterradora. Antes de que pudiera gritar, una figura femenina la empujó contra la pared con fuerza. Bridget soltó el paraguas, que cayó al suelo con un chapoteo, y se encontró cara a cara con Nomura.

—¿Tú? ¿Qué quieres? —preguntó la de cabello carmesí, intentando mantener la calma aunque el pulso le latía con fuerza.

—No es nada personal, querida —dijo con una sonrisa macabra—. Pero eres nuestra ultima oportunidad para abrir el puente.

Nomura lanzó una patada, y Bridget apenas tuvo tiempo de esquivar; sin pensarlo, sus manos se encendieron en llamas, sin embargo, la cambiante se abalanzó hacia ella, forzando a la menor a retroceder y a defenderse lanzando llamas para mantenerla a raya. Pero digamos que la lluvia no ayudaba mucho.

Justo cuando Bridget intentó lanzar otra llama, la cambiante aprovechó su distracción, sacó un par de esposas de hierro oscuro. Eran gruesas y pesadas, grabadas con runas que parecían absorber la energía de cualquier portador de magia. Sin que la pelirroja tuviera oportunidad de reaccionar, Nomura le sujetó las muñecas, ajustando las esposas.

La chica soltó un fuerte quejido, sintiendo como aquellas esposas se enterraban en la piel de sus brazos; intentó usar su magia, pero cada vez que lo hacía, las runas pulsaban, drenando cualquier rastro de poder que intentara manifestar.

—Te dije que no era personal—dijo Nomura guardando sus cuchillas, la tomó del brazo y empezó arrastrarla fuera del callejón, asegurándose de que nadie las estuviera observando 

・ ゚ ゚・ ✧ 。.。.: *

Cuando Jim fue dado de alta, lo primero que hizo fue sacar su teléfono. Necesitaba saber de Bridget. Había intentado llamarla varias veces mientras estaba en el hospital, pero nunca obtuvo respuesta. Ahora que estaba fuera, su preocupación creció exponencialmente.

Marcó su número una vez más, escuchando con impaciencia el tono de llamada. Nada. Intentó enviarle un mensaje, solo para ver que ninguno de los anteriores había sido leído. Cada minuto que pasaba sin respuesta le daba más vueltas a la cabeza, llenándola de escenarios que prefería no imaginar.

Su corazón dio un vuelco cuando el teléfono vibró entre sus manos, pero al mirar la pantalla, vio que no era Bridget quien llamaba. Era Clara.

—¿Clara? —contestó de inmediato, intentando mantener la calma.

Jim, tenemos un grave problema —respondió ella, su voz cargada de tensión. De fondo, se escuchaban pasos apresurados y el murmullo de voces.

Se enderezó en su bicicleta, apretando el teléfono contra su oído.

—¿Qué está pasando? ¿Es Bridget?.

Sí, pero no solo eso —dijo Clara rápidamente. Se escuchó un ruido como si estuviera moviéndose a toda prisa por un lugar concurrido—. Jim, estoy en la escuela, nos estamos preparando para la obra, y... bueno, Daphne trató de llamarla porque necesitamos que esté aquí. Incluso fue a su casa, pero nadie abrió la puerta.

—¿Y su madre? —preguntó, tratando de mantener la compostura mientras sus pensamientos se desbocaban.

—Intentamos contactarla también, pero tampoco contesta. Nadie sabe dónde están.

El azabache tragó saliva, recordando lo que Toby le había dicho antes de que lo dieran de alta. "Su madre la llevó directamente a casa", eso había asegurado su amigo. Pero si Bridget no estaba allí...

—Clara, ¿estás segura de que no está en la escuela? Quizás llegó tarde o...

¡No está, Jim! —interrumpió ella, claramente desesperada—. Hemos buscado por todas partes. La señorita Janeth está al borde de un ataque porque necesitamos a Bridget para la escenografía, y yo la necesito porque ella es mi reemplazo. Si algo me pasa, ella toma mi lugar, también necesitamos a Romeo ¡y la obra es en una hora!

Lake cerró los ojos con fuerza, respirando profundamente para no perder el control. Su mente estaba trabajando a toda velocidad, pero una idea espantosa comenzó a formarse en su cabeza.

"Necesitan su sangre para abrir el puente."

El pensamiento lo golpeó como un rayo. Su mandíbula se tensó mientras apretaba con fuerza las manillas de su bicicleta. Hasta ahora, Bular y Strickler habían sido metódicos, calculadores. Pero si habían secuestrado a Bridget, todo estaba llegando a un punto de no retorno.

"Juro que voy a..."

—Clara, escucha —dijo con firmeza, obligándose a concentrarse—. Necesito que ganes tiempo. Haz lo que sea necesario para retrasar la obra, pero te prometo que ambos estaremos allí antes de que comience.

—¿Ambos? ¿Qué estás diciendo? —preguntó, claramente confundida.

—Sé dónde puede estar. Y voy a traerla de vuelta.

La chica del mechón azul permaneció en silencio por un momento antes de soltar un suspiro tembloroso.

—Haré lo que pueda, pero no tardes, ¿de acuerdo?

Jim asintió, aunque ella no podía verlo.

—Clara —añadió después de un momento, con un tono más suave—. Gracias por salvarme la vida en el bosque.

Ella soltó una pequeña risa, aunque había un toque de cansancio en ella.

—Encuentra a mi hermano y estaremos a mano —respondió antes de colgar.

Guardó el teléfono en su bolsillo y miró hacia la calle, su mente ahora estaba completamente enfocada. Si tenía razón, Bridget estaba en más peligro del que podía imaginar. No podía permitir que alguien más saliera lastimado por su culpa, mucho menos ella.

Apretó los dientes, giró los pedales de su bicicleta con fuerza, y salió disparado hacia la dirección que su instinto le gritaba.

"Solo, aguanta un poco más Bree'"

・ ゚ ゚・ ✧ 。.。.: *

La vista de Bridget comenzó a aclararse gradualmente. Sus párpados pesados se alzaron con dificultad mientras una sensación de opresión en sus muñecas y tobillos le recordó que estaba inmovilizada. Cuando estuvo lo suficientemente despierta, notó que estaba atada a una camilla metálica, con correas gruesas de cuero sujetando sus brazos y piernas, además de unas esposas frías alrededor de sus muñecas. Esta vez eran esposas diferentes, ya no eran las mismas que Nomura había usado contra ella.

Miró a su alrededor, tratando de ubicarse. Estaba en un lugar medio oscuro, habían cuadros y pinturas que no podía a llegar a reconocer.

—¿Dónde estoy? —susurró para sí misma, frunciendo el ceño levemente.

Se esforzó por moverse, pero las correas y las esposas eran demasiado fuertes. Tiró una y otra vez, gruñendo con frustración, pero sus esfuerzos fueron inútiles.

Un ruido pesado la hizo detenerse. Las puertas de la sala se abrieron con un rechinar que le heló la sangre. Su corazón se aceleró cuando vio a Bular entrar, había blandido una de sus espadas y en su rostro solo se mostraba una tétrica sonrisa.

A su lado caminaba No-Enrique, el falso hermano de Clara, este la miraba con algo de pena, sintiéndose mal por las horribles marcas que tenía la joven.

Aunque sabía que estaba del lado equivocado, en el fondo deseaba poder ayudarla.

—Bueno, bueno, ¿despertaste, pequeña humana? —gruñó Bular—. Qué conveniente. No me gusta hablar con cadáveres.

Bridget tragó saliva, tratando de mantener la calma.

—¿Qué quieren de mí? —preguntó, tratando de sonar desafiante, aunque su voz tembló al final.

—¿Qué queremos de ti? —repitió con burla—. Simple. Necesitamos tu sangre, niña. Esa sangre que llevas dentro es la misma sangre de la mujer que sentencie a muerte. Pero no te preocupes, no necesitas entenderlo. Solo necesitas morir.

Bridget se tensó.

—¡No-Enrique! —gritó con temor mirando al cambiante—. ¡Por favor, no dejes que me haga daño!

El pequeño troll desvió la mirada, incapaz de sostener la súplica en los ojos azules de la chica.

—No es personal, flamita —murmuró, con tristeza en su tono—. Es... por el plan.

—¿El plan? —preguntó Bridget, su voz quebrándose—. ¿Por qué yo?

Antes de que pudiera obtener respuesta, Bular alzó su espada.

—Ya es suficiente charla —gruñó el troll gigante—. Es hora de abrir el puente.

El filo descendió rápidamente hacia ella, cortando el aire con un silbido mortal. Bridget cerró los ojos con fuerza, esperando el impacto. Pero justo antes de que la espada la alcanzara, un calor intenso comenzó a emanar de su pecho, extendiéndose por todo su cuerpo.

El golpe nunca llegó.

Abrió los ojos a tiempo para ver cómo un fuego ardiente emergía de su piel, formando un muro llameante que detuvo la espada de Bular a centímetros de su rostro. El fuego era tan intenso que Bular retrocedió, gruñendo con furia.

—¿Qué demonios es esto? —exclamó el troll, viendo cómo las llamas comenzaron a tomar forma.

El fuego creció, girando alrededor del cuerpo de Bridget. Ante los ojos atónitos de todos, las llamas se condensaron y dieron forma a un dragón majestuoso, cuyas alas de fuego irradiaban un calor sofocante. El dragón soltó un rugido que hizo temblar la sala, y sus ojos, del mismo azul intenso que los de Bridget, se fijaron en Bular.

La pelirroja esbozó una sonrisa burlona mientras recostaba nuevamente la cabeza en la camilla. Observaba con calma los inútiles intentos del troll, que seguía blandiendo su espada en vano, hasta que, finalmente, este se rindió y retrocedió. Las llamas comenzaron a apagarse, regresando lentamente al pecho de Bridget. 

—Parece que fallaste —murmuró ella, fijando la vista en el techo de la sala mientras los gritos de frustración resonaban a su alrededor. 

 —No cantes victoria por mucho tiempo, princesa —gruñó el troll, retrocediendo paso a paso—. Yo mismo me encargaré de acabar con tu vida.  

・ ゚ ゚・ ✧ 。.。.: *

Blinky colgaba del techo del museo, sus múltiples ojos reflejaban preocupación mientras su cuerpo permanecía tenso por las correas que lo mantenían prisionero.

—No va a venir, Bular —afirmó con voz grave—. Jim es un verdadero Cazatroles, entrenado y decidido. No cederá a tus amenazas.

Pero sus palabras se apagaron al ver dos figuras emergiendo tras las cortinas. James caminaba con el rostro endurecido, y detrás de él, lo seguía Strickler.

—Ah, Maese Jim... —murmuró Blinky con un deje de desesperación—. ¿Por qué no escuchaste mi advertencia?

El susodicho apretó los labios, su mirada se mantenía fija en Bular. Sin embargo, un escalofrío recorrió su espalda cuando notó algo extraño: Bridget no estaba allí. Un vacío helado se instaló en su pecho. ¿Dónde estaba?.

—Construiríamos la Vespa juntos, ¿recuerdas? —respondió finalmente, con un tono sombrío. Luego miró a Bular—. Ahora bájalo. Traje el amuleto.

—Abre el puente —demandó, apuntando a Blinky con su enorme espada—. No te lo diré de nuevo.

Strickler le dio un leve empujón al azabache, indicándole que avanzara. El chico obedeció a regañadientes. Mientras pasaba junto a No-Enrique, el cambiante murmuró con cierta indiferencia:

—Lo que le dije a flamitas sigue siendo cierto... No es personal.

La mención de Bridget hizo que Jim se detuviera en seco. Su cuerpo se tensó, y sin pensarlo dos veces, giró sobre sus talones y atrapó a No-Enrique por el cuello.

—¿Dónde está? —preguntó entre dientes, controlando el impulso de golpearlo.

El pequeño troll luchó por liberarse, mientras sus ojos se llenaban de pánico.

—¡Yo no sé nada! —exclamó, aunque comenzó a mover su cabeza en dirección a un pasadizo oscuro al fondo de la sala, haciendo señas apenas perceptibles.

Jim notó el gesto. Lo soltó de mala gana, dejándolo caer al suelo. Su mirada se endureció aún más mientras tomaba nota del pasadizo. Si había alguna oportunidad de rescatar a Bridget, empezaría allí.

—¡La vida de un troll no vale la pena para poner a todos en riesgo! —clamó Blinky desde su posición en el techo—. ¡Piense en lo que perderá, Maese Jim! ¡El Mercado Troll, sus amigos... su madre!.

Las palabras de Blinky lo hicieron vacilar, pero solo por un momento. Porque también sabía lo que perdería si no actuaba.

"También la estaría perdiendo a ella".

Levantó el amuleto, dispuesto a colocarlo en su lugar. Pero justo cuando estaba a punto de hacerlo, un pitido agudo resonó en su muñeca.

—Está usando un rastreador —anunció Nomura desde las sombras—. Dijiste que el Cazatroles estaba solo.

Strickler frunció el ceño, visiblemente molesto por la interrupción, pero antes de que pudiera responder, un estruendo sacudió la entrada.

La cortina que cubría la entrada principal fue arrancada de golpe, dejando al descubierto a AAARRRGGHH, Draal, y Toby.

—No Cazatroles. ¡Cazadores de troles!.

Toby, con una sonrisa nerviosa, levantó una mano en un gesto exagerado de saludo. Su armadura estaba improvisada de un cartón que crujía con cada movimiento, y un celular pegado en el centro de su pecho emitía un brillo tenue.

—¡Yo soy Toby, nieto de Nana, fan del rock pesado! —se presentó con entusiasmo.

Con un gesto dramático, presionó el celular para reproducir música, pero en lugar de una melodía épica, una tranquila y relajante canción comenzó a sonar. Todos, incluso los enemigos, lo miraron con incredulidad.

—Lo siento... me equivoqué de lista —murmuró, cambiando rápidamente la canción. Un momento después, un riff de guitarra explosivo llenó la sala, y Toby levantó su arma improvisada.

Sin más preámbulos, la batalla comenzó.

—¡Por la gloria de Merlín, la luz del día está bajo mi mando!.

Draal no perdió el tiempo y se lanzó hacia Bular.

—¡Yo soy Draal, el Letal, hijo de Kanjigar! ¡Y pagarás por la muerte de mi padre! —bramó, golpeando a Bular con toda su fuerza.

AAARRRGGHH se abalanzó sobre Nomura mientras No-Enrique golpeaba a uno de los goblins

—¡No lo hice a propósito!.

—Bebé malo —dijo Strickler con frialdad antes de patearlo lejos.

Sin perder tiempo, Jim lo atrapó en el aire antes de que pudiera golpearse contra una pared.

—¿Qué me miras, bolsa de carne? —gruñó el cambiante, algo nervioso—. ¡Ve por la chica!

Las palabras fueron suficientes para que Lake lo soltara, dejándolo caer al suelo. Esta vez, nadie lo sostuvo, y No-Enrique aterrizó con un quejido doloroso.

Jim giró hacia el pasadizo que el cambiante había señalado antes. Sin dudar, corrio hacia el, sabiendo que el tiempo corría y que, si quería salvar a Bridget, no podía fallar.

・ ゚ ゚・ ✧ 。.。.: *

Los gritos de Bridget resonaban por el pasillo, guiando a James hacia ella. Cada alarido se clavaba como una daga en su pecho, llenándolo de una mezcla de miedo y furia que lo impulsaba a avanzar a toda costa. Finalmente llegó a una puerta cerrada que no cedía ante sus intentos. Bufó, lanzándose contra ella con el hombro en repetidos golpes.

—¡Bridget! —gritó, luchando por controlar la desesperación que lo consumía.

Sin más opciones, invocó su espada. Con un movimiento decidido, atravesó la madera, creando una abertura lo suficientemente grande para empujarla con toda su fuerza y abrirla finalmente. Lo que vio al otro lado lo dejó helado: Bridget estaba amarrada a una camilla, su rostro estaba pálido y cubierto de marcas, mientras un cristal brillaba siniestro sobre su pecho.

Un cristal que Gunmar había dejado sobre ella antes de irse, aquel cristal le permitiría robar de su magia y lo dejaría poder acabar con la vida de la joven.

—Bree... —murmuró, acercándose rápidamente a ella. 

Sin dudarlo, arrancó el cristal de su pecho y lo lanzó lejos con tal fuerza que el objeto se hizo añicos al impactar contra el suelo. Casi al instante, la magia robada comenzó a regresar a su cuerpo.

—¿Qué te han hecho? —preguntó, tomando su rostro con cuidado, observando las marcas que le habían dejado.

Bridget abrió los ojos con esfuerzo y esbozó una débil sonrisa. —Viniste... —susurró con la respiración entrecortada, sintiendo la cálida mano del chico acariciando su mejilla en un intento por reconfortarla.

—Te sacaré de aquí, ¿de acuerdo? —respondió él, ya desatando las correas que la mantenían prisionera.

—No puedes... es demasiado peligroso —dijo ella con voz débil.

—Bridget, por favor, cállate y déjame salvarte la vida —la interrumpió con firmeza. Una vez que terminó de soltarla, le ofreció su brazo para ayudarla a incorporarse—. ¿Puedes levantarte?.

—Eso creo... —murmuró, haciendo una mueca de dolor mientras se enderezaba con su ayuda. 

Un quejido escapó de sus labios al notar las esposas que aún aprisionaban sus muñecas.—¿Quién te las puso? —preguntó James, frunciendo el ceño, su expresión endurecida por la ira.

Bridget dudó, pero finalmente soltó un suspiro. —Strickler...  —explicó con voz apagada.

Los músculos del azabache se tensaron al escuchar aquello. Una furia oscura cruzó su mirada. Habían ido demasiado lejos, y lo sabían. Esta sería la última vez que permitiría que alguien tocara a Bridget de esa forma, que se atrevieran a hacerle daño. No habría compasión. Haría que pagaran por ello.

Primero muerto antes que permitir que alguien volviera a lastimarla.

—Nunca más —dijo en voz baja—. Nadie volverá a ponerte un dedo encima.

Con un golpe certero de su espada, Jim rompió las esposas que la retenían. Bridget sintió cómo su magia comenzaba a fluir lentamente de vuelta, llenándola de una calidez que le devolvía fuerzas.

・ ゚ ゚・ ✧ 。.。.: *

Strickler se incorporó lentamente, una mano sujetándose el costado mientras con la otra alcanzaba la espada incrustada en el muro del museo. Su mirada se oscureció al ver a los dos adolescentes que acababan de llegar.

—Les daré un diez en esfuerzo —dijo con una sonrisa cínica, levantando la espada con facilidad—, pero van a reprobar este examen.

Bridget entrecerró los ojos, su postura relajada pero alerta. Una leve sonrisa se dibujó en su rostro.

—Qué lástima... —murmuró con un toque de desafío—. Yo nunca repruebo.

Alzó la mano con elegancia, y en un instante, llamas intensas brotaron de su palma, danzando y crepitando mientras la rodeaban en un destello ardiente. El naranja brillante de las llamas iluminó el espacio, reflejándose en los muros del museo y en la hoja de la espada de Strickler.

Sin perder tiempo, la pelirroja movió el brazo en un arco amplio, lanzando una oleada de fuego directo hacia el cambiante. Strickler apenas tuvo tiempo de levantar su espada, la cual chisporroteó al contacto con el ataque, emitiendo un sonido agudo mientras el calor del fuego lo hacía retroceder unos pasos.

—Déjamelo a mí —intervino Jim, poniéndose frente a Bridget con la armadura activada y su espada en mano—. Tenemos algunas cuentas pendientes.

Bridget lo miró durante un segundo antes de asentir, corrió hacía donde estaba Toby aún tratando de liberar a Blinky, En su camino, varios goblins intentaron bloquearla, pero con un simple movimiento de su mano, los redujo a cenizas.

—¿Por qué tardas tanto, Tobías? —se quejó Blinky desde su incómoda posición—. ¿Estás seguro de que estás usando el lado filoso?

Toby hizo una pausa, mirando la navaja con una mueca de vergüenza.

—Claro que sé cómo funciona un cuchillo, Blinky —reprochó, aunque su tono lo delataba. Giró la navaja en su mano y suspiró al darse cuenta del error—. Oh, vaya...—levantó la navaja con el filo correcto esta vez—.Bien, ahora sí.

Bridget rodó los ojos pero no pudo evitar una ligera sonrisa. Se acercó y levantó una mano, dejando que una flama controlada brotara de su palma.

—Déjame ayudarte —dijo, quemando rápidamente las correas sin dañar a Blinky.

—Ah, joven Bridget... ¡Qué alivio verla! —dijo Blinky, dejando escapar un profundo suspiro de alivio mientras caía al suelo.

Bridget aterrizó con un ágil salto desde una de las vigas superiores, cayendo justo entre Blinky y Toby. No dio tiempo a que los goblins reaccionaran; una oleada de fuego emergió de sus manos, incinerando a las criaturas antes de que pudieran atacar.

—Si no te lo he dicho antes, quiero que sepas lo mucho que te aprecio —murmuró Toby con una sonrisa nerviosa mientras jadeaba.

Bridget apenas le dedicó una mirada rápida antes de enfocar su atención en el caos que se desataba alrededor.

El puente comenzaba a iluminarse con un azul brillante y antinatural, una señal clara de que estaba siendo activado. El remolino de energía que emergía del portal no solo era poderoso, sino que amenazaba con arrastrar todo y a todos a su paso.

No-Enrique, luchando contra las ráfagas de viento, se acercó al portal con la intención de arrancar el amuleto, pero una fuerza invisible lo empujó violentamente hacia atrás. Bridget, actuando rápido, lo sujetó del brazo antes de que saliera disparado por completo, sus pies apenas lograron mantenerse firmes en el suelo.

—¡Nada logrará detener su regreso!.

AAARRRGGHH intentó detenerlo, pero Bular lo golpeó con tal fuerza que lo lanzó contra una pared cercana. Bridget no dudó. Soltó a No-Enrique, quien cayó al suelo con un gemido, y alzó ambas manos. Una corriente de fuego emergió, retorciéndose como si tuviera vida propia. En un abrir y cerrar de ojos, las llamas tomaron la forma de un dragón en miniatura, que rugió antes de abalanzarse sobre Bular.

El dragón de fuego rodeó al troll en un torbellino incandescente, su rugido fusionándose con los gritos de dolor de Bular mientras las llamas mordían su piel gruesa.

En el otro extremo del puente, Draal luchaba contra Nomura. Con un movimiento, lanzó a la impura al suelo, pero esta se reincorporó rápidamente.

—¡Ni se te ocurra! —gritó Bridget desde su posición, extendiendo su brazo hacia la impura.

De sus dedos brotó una corriente de fuego, que se retorció y tomó la forma de una serpiente. La criatura se lanzó hacia Nomura, enroscándose alrededor de ella. Las llamas chisporroteaban y se apretaban más fuerte con cada intento de la cambiante por liberarse. Nomura dejó escapar un grito de frustración, incapaz de avanzar.

El portal, mientras tanto, brillaba cada vez con más intensidad. Una fuerza abrumadora comenzó a arrastrar todo a su alrededor. Los escombros volaban, los goblins eran absorbidos como si no pesaran nada, y el rugido del portal inundaba el museo.

Bridget sintió cómo sus pies eran arrastrados hacia el vórtice. Se esforzó por mantener el equilibrio, pero la fuerza del portal era implacable. En el último momento, Nomura perdió la lucha contra las llamas y la fuerza del portal, siendo absorbida por completo en su interior.

—¡No! —rugió Bular, aún luchando contra el torbellino de fuego que lo mantenía alejado del portal.

Mientras tanto, Jim, enfrentándose a Strickler, logró inmovilizarlo. Pero la vista del portal lo hizo girar bruscamente hacia Draal, quien sostenía el amuleto.

—¡Draal, suéltalo! ¡Déjalo ir! —gritó con desesperación.

—¡No lo dejen! ¡No lo dejen! —exclamó Bular, tratando de avanzar hacia el portal.

Una explosión sutil resonó en el aire; el puente había quedado reducido a escombros.

・ ゚ ゚・ ✧ 。.。.: *

Bridget emergió entre los escombros del puente destruido, tosiendo mientras se levantaba con esfuerzo. Su cuerpo estaba adolorido, y el polvo le picaba en la garganta, pero no tenía tiempo para quejarse. A unos metros, pudo distinguir el cuerpo inconsciente de Bular, medio enterrado entre los restos del museo.

Sin embargo, lo que realmente capturó su atención fue el destello de luces rojas y azules provenientes del exterior. Al asomarse por uno de los ventanales destrozados, vio un vehículo policial estacionado no muy lejos de la entrada.

"¿Estás pensando lo mismo que yo?".

"Ay, no.".

Sin dudarlo, corrió hacia el automóvil, agradeciendo internamente que las puertas estuvieran abiertas. Se lanzó al asiento del conductor y comenzó a manipular los cables bajo el tablero con sus manos temblorosas.

—Vamos, vamos... —murmuró para sí misma, apretando los dientes mientras hacía contacto con los cables correctos. El motor rugió al encenderse, y soltó un suspiro de alivio, ajustando rápidamente el asiento y tronándose el cuello.

Giró el volante y aceleró, maniobrando hasta posicionar el vehículo frente a la entrada del museo. Allí esperó, los dedos tamborileando nerviosamente sobre el volante mientras sus ojos se mantenían atentos al interior del edificio.

—¡Maese Jim, debemos irnos ya! —gritó Blinky desde el otro lado de la sala

Jim, jadeando, trataba de cargar a Draal, quien había perdido un brazo y apenas se mantenía consciente.

—¡AAARRRGGHH, ayúdame! —pidió desesperado, luchando por sostener el peso del troll. Sus ojos recorrieron el área en busca de cierta cabellera pelirroja—. ¿¡Dónde está Bridget?!.

Antes de que alguien pudiera responder, un rugido ensordecedor sacudió los escombros. Bular.

"Dios, soy yo de nuevo..." pensó Bridget, ajustando su agarre en el volante.

Pisó el acelerador a fondo, y el automóvil avanzó directamente hacia el troll. El impacto fue brutal: el coche chocó contra Bular, empujándolo hacia atrás y aturdiéndolo momentáneamente. Los restos del vehículo se estremecieron, pero aguantaron lo suficiente para que Bridget pudiera salir apresuradamente, soltando una risa nerviosa mientras corría hacia el grupo que la esperaba.

—¡Estás loca, mujer! —exclamó Toby, observándola con incredulidad.

—Hay peores formas de morir —respondió Bridget con una media sonrisa, sin detenerse mientras se lanzaba sin dudarlo por la alcantarilla abierta que Blinky sostenía para ellos.

AAARRRGGHH ayudó a Jim a bajar a Draal mientras el de seis ojos guiaba al grupo hacia los túneles oscuros. Detrás de ellos, el rugido de Bular resonó una vez más, pero ya era tarde: estaban fuera de su alcance, al menos por ahora.

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AAARRRGGHH logró mantenerse firme contra la fuerza de la corriente, sosteniendo a Blinky con una mano, a Draal con la otra, y a Toby entre los dientes. Bridget, con dificultad, se sujetó del brazo de Toby para no ser arrastrada. Pero cuando vio a Jim deslizarse más allá de su alcance junto a Bular, su corazón dio un vuelco.

Sin pensarlo, soltó su agarre y se dejó llevar por la corriente.

Emergió a la superficie con una fuerte bocanada de aire, escupiendo agua mientras sus ojos buscaban frenéticamente a Jim. Lo vio: estaba siendo acorralado por Bular contra uno de los pilares bajo el puente.

Bridget se impulsó hacia una de las vigas cercanas, jadeando y apoyándose contra el frío metal para recuperar el aliento. Su cuerpo estaba adolorido, pero el fuego en su interior no había menguado. Con esfuerzo, encendió una llama en su mano derecha.

—Dos pájaros de un solo tiro —gruñó Bular, girando hacia ella al notar el resplandor.

—Dame un segundo... —respondió Bridget entre tosidos, tratando de estabilizarse—. Agh, ahora sí. —Sacudió la cabeza, como si despejara los últimos rastros de agua.

El troll dejó escapar una carcajada sarcástica. —¿De verdad crees que tienes alguna oportunidad, pequeña humana? —preguntó con desdén, avanzando hacia ella tras lanzar a Jim fuera de su alcance—. Tu inútil madre nunca tuvo el valor de enfrentarme, sin duda eres diferente a ella.

Bridget no respondió, pero la llama en su mano creció con intensidad, transformándose en la figura de un dragón pequeño que revoloteó con majestuosidad.

—Vamos a averiguarlo —dijo, lanzando al dragón de fuego directo hacia Bular.

El troll apenas tuvo tiempo de esquivar la embestida, gruñendo con furia. —Te subestiman mucho, bolsa de carne. —Con un rugido, levantó su enorme puño y lo estampó contra la viga donde Bridget estaba de pie.

El impacto hizo temblar la estructura, y Bridget se tambaleó, pero logró mantener el equilibrio. Aprovechó el instante de distracción para invocar otra ráfaga de fuego, esta vez con mayor potencia, obligando a Bular a retroceder.

El troll rugió de ira, pero Bridget no le dio tregua. Sus ojos brillaron con un intenso rojo, y una energía abrasadora comenzó a rodearla. Levantó ambas manos, canalizando todo su poder, y el dragón de fuego volvió a tomar forma, pero esta vez era más grande, más feroz. Su figura se materializó frente a ella, sus fauces abiertas y listas para atacar.

Bular, por primera vez, vaciló. Retrocedió instintivamente mientras el dragón se abalanzaba sobre él, envolviéndolo en un torbellino ardiente. El calor era insoportable; las llamas mordían su piel y comenzaban a petrificarlo.

El troll empezó a convertirse en piedra lo que le dio tiempo al Cazatroles en recuperarse e invocar su espada—¡La luz del día no se acaba!.

El dragón cerró sus fauces por completo, devorando a Bular mientras el cuerpo del troll se convertía en piedra. Las llamas se disiparon lentamente, dejando solo la estatua petrificada del enemigo caído.

Bridget bajó las manos, agotada. Su cuerpo tembló por el esfuerzo, y sus piernas cedieron bajo su peso. Antes de que pudiera caer, Jim corrió hacia ella y la sostuvo con firmeza.

—Eso fue... impresionante —dijo, mirándola con una sonrisa, la de cabello carmesí soltó una risa recuperando el aliento.

—No está mal para una chica.

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—¡Están vivos! —gritó Toby con júbilo al ver a sus dos mejores amigos subir por el puente tambaleante.

—Lo lograron... yo... no tengo palabras —dijo Blinky, su voz quebrándose mientras contenía las lágrimas que amenazaban con caer.

—¡Abrazo de victoria! —anunció el castaño, extendiendo los brazos.

—Feliz —gruñó AAARRRGGHH con una leve sonrisa envolviendo a todos en un abrazo grupal que los comprimió como si fueran un solo ser.

—¡Ay! No siento mis huesos —se quejó Bridget, tratando de apartarse un poco mientras jadeaba.

—¡No puedo creerlo! —continuó Toby, completamente eufórico—. ¡Mataron a Bular, el hijo de Gunmar! ¡Esto es histórico!

—Mi padre ha sido vengado. Gracias, Cazatroles —intervino Draal

—Y todo a veinte minutos de que empiece la obra —añadió, mirando su celular con asombro.

—¡La obra! —exclamó Jim de repente, su rostro reflejando pura desesperación—. ¡La había olvidado por completo!

—Corra, Maese Jim —dijo Blinky con una mezcla de apremio y orgullo—. Nosotros nos encargaremos del puente.

Antes de que pudieran relajarse del todo, un rugido gutural resonó detrás de ellos. Todos giraron al unísono.

Bular, a pesar de estar casi completamente convertido en piedra, emitió un último grito de furia. Con lo que le quedaba de fuerza, alzó su brazo petrificado y lo lanzó directamente hacia Toby.

En un movimiento rápido, AAARRRGGHH interceptó el ataque, su puño chocó contra el brazo de piedra de Bular y la fuerza del golpe desintegró a Bular en mil pedazos.

Toby miró a AAARRRGGHH con los ojos abiertos de par en par. —Tu promesa... —murmuró.

—Tu vida mas importante—respondió el de piel gris—. No mascota, copiloto.

—Igual amigo—contesto el de frenos para chocar con su puño—. Vamos a encargarnos de ese puente y asegurarnos de que nunca se vuelva abrir.

—Y usted Maese Jim—lo llamó su mentor—. La obra debe continuar

・ ゚ ゚・ ✧ 。.。.: *

El beso inolvidable entre "Romeo y Julieta" le provocó un nudo en el estómago, un nudo que se deshizo al recordar que solo era una actuación. Unos sollozos rompieron su concentración, haciéndola fruncir el ceño.

Al girar la cabeza, se encontró con Daphne y Tobías. Él estaba recostado en su hombro mientras ella lo consolaba entre susurros y sorbía la nariz. ¿Cómo era posible que no supieran que Julieta moría al final?.

—Qué dramáticos —murmuró una voz a su lado. Era Allison, quien la miraba con una sonrisa divertida—. ¿No crees? —Bridget simplemente asintió, devolviéndole la sonrisa.

Una paz sombría nos trae esta mañana. Salid y hablaremos de nuestras desgracias, pues no hubo historia de mayor desconsuelo que la de Julieta y su Romeo —finalizó Eli justo cuando el telón comenzó a cerrarse.

Los aplausos no se hicieron esperar. Cuando el telón volvió a abrirse, Jim y Clara aparecieron haciendo una reverencia. Bridget no pudo evitar reír al ver a Toby lanzando rosas a su alrededor mientras bailaba, completamente ajeno a las miradas curiosas.

Todo parecía estar bien por ahora, pero Bridget sabía que esto era solo el preludio de la tormenta que estaba por venir. 

¿Quién diría que aquella aventura había comenzado en plena noche?

Editado

Concéntrense en el titulo de este capítulo eh

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