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xii. Dinner with Strickler

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Capítulo doce| Cena con Strickler

Estaba segura de que mi mirada ya los había intimidado a ambos. Claro, Jim y yo habíamos sobrevivido a un ataque sorpresa de la mismísima muerte, pero aun así, estos dos idiotas no podían quedarse quietos ni un solo segundo. Entrecerré los ojos nuevamente, lo que obligó a Jim a dejar de quejarse por la traición de Strickler. Sí, resulta que, durante todo este tiempo, nuestro maestro de historia había sido un cambiante, y descubrirlo nos cayó como un balde de agua fría.

Me acomodé nuevamente en mi asiento, aunque aún podía oír los cuchicheos entre ellos dos. Decidí ignorarlos y centrarme en los horribles chistes de nuestro profesor. Algunos compañeros reían, probablemente por cortesía, mientras otros intercambiaban miradas de desconcierto. Algo que no pude pasar por alto fue cómo Strickler nos observaba de reojo durante toda la clase, lo que me hizo sospechar que sabía que nosotros conocíamos su secreto. Solté un suspiro y traté de concentrarme en los apuntes de mi cuaderno, hasta que finalmente la campana sonó, anunciando el final de la clase.

Tomé mis cosas de inmediato y me dirigí hacía los dos acomodando mi mochila sobre mi hombro.

—Si Strickler sabe que tú sabes que es un cambiante, deberías tener cuidado —le murmuré a Jim, quitándole su celular impidiendo que volviera a contestar mi Tweet

—Es él quien debería tener cuidado —respondió en un tono bajo, pero cargado de determinación, mientras dirigía una mirada de enojo a Strickler quien se acercaba a nosotros—. Ve con Toby, estaré bien.

—Jim...

—Bree, por favor —pidió, girándose para poder mirarme con una sonrisa tranquilizadora—. Estaré bien, te lo prometo.

Le devolví una sonrisa, aunque algo insegura, antes de salir del salón. Me quedé parada unos segundos, intentando asomarme para escuchar su conversación, pero no logré oír nada. Un sobresalto me recorrió cuando sentí una mano en mi hombro; al girarme, me encontré con Logan.

Logan me miraba con una mezcla de curiosidad y preocupación. —¿Todo bien? —preguntó en voz baja, como si no quisiera interrumpir demasiado el momento. 

Asentí rápidamente, aunque mi mente seguía atrapada en lo que ocurría al otro lado de la puerta. —Sí, todo bien —respondí, tratando de sonar convincente. 

Él arqueó una ceja, claramente no creyéndome del todo, pero no insistió. —Ven, mejor salgamos de aquí. No creo que sea buena idea que te quedes tan cerca —sugirió mientras señalaba con la cabeza hacia el pasillo. 

Esbocé una leve sonrisa mientras lo observaba dar unos pasos. Luego, me giré hacia el salón, suspiré y avancé para colocarme al lado de Logan.

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Cuando Jim vio entrar a la pelirroja a los vestidores, rápidamente guardó su celular, intentando ignorar los extraños sentimientos que le provocaba aquel apodo que Logan le había puesto a su pecosa. Se recargó en los casilleros, cruzando los brazos y desviando la mirada, esforzándose por pensar en otra cosa, como el hecho de que su madre había invitado a Strickler a cenar en su casa. Aunque aquello le generaba confusión, también le dio una idea para un plan. Suspiró, pasándose las manos por el rostro. Por más que tratara de concentrarse en su estrategia, el comentario de Logan seguía rondando insistentemente en su cabeza.

—¿¡Ella lo invitó a cenar?! —el grito de Toby resonó en todo el gimnasio, obligando a Bridget a taparse los oídos para no quedar sorda.

—Grita más fuerte, Tobes, estoy segura de que no se escuchó en la otra cuadra —lo reprendió la chica del cárdigan, rodando los ojos.

—Lo sé, pensé que era una mala idea al principio, pero piénsenlo bien —interrumpió el azabache, volviendo a mirarlos a ambos—. Podría funcionar a nuestro favor.

—¿Ah, sí? ¿Cómo? —preguntó la de cabello carmesí, recostándose contra uno de los casilleros.

—Saben que él prácticamente vive en su oficina —respondió con calma—. Si está ocupado en mi casa, Toby y los demás podrían entrar a buscar algo sobre el puente. —Añadió encogiéndose de hombros—. ¿No tienes planes, verdad? —se dirigió hacia la de mirada azulada.

—Con gusto estaré espiando tu cena con Strickler —respondió la joven, sonriendo divertida—. Sin ofender, pero sería incómodo. —Río mientras alzaba los hombros—. Mejor ayudaré a Toby con la infiltración en la oficina de Strickler.

—¡Operación encubierta! —celebró el castaño—. ¡Mis palabras favoritas! Después de "camión de tacos", claro. —Agregó con entusiasmo.

—No más secretos, no más mentiras. Todo saldrá a la luz esta noche —aseguró el de chaqueta azul, saliendo del gimnasio junto a sus dos amigos.

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(Ignoren la hora no pude editarlo)

Bridget deslizó su teléfono bajo la manga de su cárdigan justo antes de que su maestra notara que lo estaba usando. Con movimientos discretos, ocultó sus brazos bajo el escritorio.

Faradonga pasó junto a ella mientras continuaba dictando la clase. La observó por unos segundos, arqueando una ceja con suspicacia. Bridget respondió con una sonrisa ladeada y un leve encogimiento de hombros. La profesora, tras hacerle un gesto breve, siguió su camino sin detenerse.

La pecosa suspiró profundamente mientras se recostaba en su asiento. Sintió dos miradas clavadas en ella y, al girarse ligeramente, descubrió que provenían de Jim y Logan. Sin embargo, su atención quedó atrapada en los ojos azules del azabache. No importaba cuántas miradas se posaran sobre ella, Bridget solo tenía ojos para él, y Jim solo tenía ojos para Bridget. Ambos intercambiaron una breve sonrisa antes de acomodarse en sus asientos, temiendo que Faradonga los descubriera y les llamara la atención.

Logan, por su parte, observó a ambos con un leve ceño fruncido. Finalmente, suspiró y se recostó en su asiento, cerrando los ojos en un intento de desconectarse. Sin embargo, la profesora pasó junto a su escritorio y lo despertó con un toque que lo hizo reincorporarse al instante. Con fastidio, el pelinegro rodó los ojos y apoyó la cabeza en su mano, buscando algo, cualquier cosa, que lo distrajera hasta que terminara la clase. Pero, inevitablemente, su mirada siempre volvía a posarse en la pelirroja de ojos azules. No entendía por qué, pero sentía una atracción irresistible hacia ella. Por más que intentara desprenderse de aquellas emociones, simplemente no podía.

Faradonga continuaba dictando con su tono monótono, mientras el sonido de los bolígrafos raspando el papel llenaba el salón. Bridget intentó concentrarse, pero su mente seguía divagando. ¿Por qué Logan la miraba de esa forma? ¿Acaso había notado algo? Apretó los labios, intentando no voltear de nuevo hacia él. Sin embargo, la curiosidad era demasiado fuerte, y finalmente sus ojos se encontraron con los de Logan por un breve instante.

El pelinegro desvió la mirada rápidamente, como si hubiera sido atrapado haciendo algo indebido. Bridget frunció el ceño, confusa. ¿Qué le pasaba? Logan siempre había sido distante, casi indiferente, pero últimamente parecía más... presente. Era extraño, y aunque trataba de no darle importancia, no podía evitar preguntarse qué estaba ocurriendo.

—Bien es todo por hoy. Nos vemos en la clase de mañana —finalizo Farah con una breve sonrisa ladeada, tomó sus cosas y salió del salón.

Bridget tomó su mochila, se acercó con cautela a una de las ventanas y la dejó entreabierta; era una opción mucho mejor que esconderse en los vestuarios y pasar horas atrapada allí.

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Llegando casi las seis y media de la tarde, Bridget terminó los deberes que su madre le había otorgado antes de irse a trabajar, cogió algunas cosas y las guardo en su mochila, salió de su hogar cerrando la puerta con cerrojo al mismo tiempo en que veía Strickler llegar hacía la casa de los Lake. Las miradas azuladas de ambos se conectaron por unos segundos, él le dio un asentimiento dando a entender que el plan había comenzado.

Bridget montó su bicicleta y pedaleó con determinación hacia la casa de los Nuñez. Tomó un atajo que la llevó directamente al exterior del cuarto de No-Enrique.

—Estoy afuera, enano. Sal ahora o te calcino vivo —advirtió con firmeza a través de su Walkie-Talkie.

Tras unos segundos de silencio, vio al cambiante descender apresuradamente desde su habitación.

—No era necesario amenazar, flamita —replicó el troll mientras se colocaba detrás de ella con una mezcla de resignación y humor.

—Tampoco fue necesario haber metido a Jim en problemas con los padres de Clara —respondió con ironía empezando a pedalear camino a la escuela.

—Touché.

Cuando finalmente llegó, estacionó su bicicleta a las afueras del patio de la escuela. Se apresuró a escalar hasta la ventana de su salón y, al entrar, notó que el pequeño cambiante ya se le había adelantado para ir en busca de Toby. Su ceño se frunció al verlo haciendo acrobacias, como si fuese un espía profesional. Tuvo que agradecer mentalmente a su maestra por haber apagado las cámaras de seguridad.

—No hay nadie, Tobes —lo interrumpió en voz baja, rodando los ojos.

—Uno nunca puede estar tan seguro —respondió el castaño, asomando la cabeza desde uno de los casilleros. Bridget intercambió miradas confusas con No-Enrique.

—Ay, no puede ser... —negó frustrada, caminando hacia las puertas que daban al patio exterior. Las abrió, dando paso a Blinky y AAARRRGGHH.

—Vaya, los pasillos de Alejandría no podrían compararse con la preparatoria de Arcadia Oaks —expresó el de seis ojos mientras avanzaban.

—¿Los pasillos de qué?

—La ignorancia fingida... Eres un hombrecillo gracioso, Tobías.

La pelirroja soltó una leve risa, mirándolo divertida. El grupo se detuvo cuando AAARRRGGHH tropezó con una pancarta que Bridget había hecho con ayuda de Daphne. El castaño lo ayudó a quitársela de encima, recordándoles que debían ser silenciosos y no dejar rastro.

Se paralizaron al escuchar pasos acercándose—. Creí que habías dicho que no había muros en la costa, enano —lo recriminó la de cabello carmesí.

—Discúlpame, flamita, pero eso no era mi...—La chica lo calló, sosteniéndolo por el lomo.

La solución de último minuto fue ocultarse entre el dibujo de la pared, fingiendo ser personajes de la pintura. El señor Uhl pasó sin prestarles atención, concentrado únicamente en acomodar la pancarta. El grupo suspiró aliviado.

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Lograron llegar a la oficina de Strickler, agradeciendo internamente que no estuviera cerrada. Bridget buscó entre los estantes con la ayuda de Blinky, mientras AAARRRGGHH revisaba debajo de algunos muebles. Toby, por su parte, estaba sentado en el escritorio, jugueteando con el bolígrafo de Strickler.

—Lo vas a romper —advirtió Bridget, devolviendo algunos libros que había tomado.

Tal como predijo, Toby lo rompió accidentalmente, pero algo llamó su atención.

—¡Encontré una llave! —exclamó, mostrando el hallazgo al grupo—. ¡Qué más espía no podría ser! —añadió con entusiasmo.

—¿Llave? ¿De dónde? —preguntó Blinky, curioso.

—Llave cambiante de cerradura cambiante —explicó Bridget mientras seguía buscando en el escritorio—. ¡Vamos, busquen una cerradura! —ordenó, animada.

El grupo se dividió para buscar la cerradura que correspondiera a la llave. Bridget volvió al estante, observando con atención. Apartó algunos libros y sonrió al descubrir una cerradura oculta.

—¡La encontré! —exclamó, quitando los libros para que todos pudieran verla.

Toby se acercó con la llave, intentando abrirla, pero no tuvo éxito.

—Como dije, solo una mano cambiante puede abrirla —comentó Blinky, dirigiendo la mirada a No-Enrique.

—¿Vas a bajarte o te obligo? —preguntó la pecosa, encendiendo una llama en su mano derecha.

—No hace falta ponerse violentos, flamita —respondió No-Enrique con una sonrisa nerviosa. AAARRRGGHH lo tomó sin más y lo obligó a abrir la cerradura.

La estantería se deslizó hacia abajo, revelando una cámara oculta repleta de pergaminos, armas y objetos enigmáticos. Bridget se acercó a un pequeño estante y tomó un libro que atrajo su atención. Al pasar las páginas, se encontró con ilustraciones que despertaron su curiosidad, hasta que una en particular captó toda su concentración: una representación del puente de Muerte Enfrente. Su ceño se frunció al detenerse en una imagen inquietante que mostraba a figuras encapuchadas con túnicas negras recibiendo a un bebé en brazos. La persona que entregaba al niño permanecía en el misterio; solo se distinguían sus brazos atravesando un espejo tras completar el acto.

—¿Tú antes... comías personas?.

—Esa es la desafortunada verdad —cerró el libro de golpe al escuchar la voz de Blinky a sus espaldas—. AAARRRGGHH fue un Gum-Gum y general en la orden de Gunmar, pero, justo antes de la batalla de Muerte Enfrente, renunció a comer carne y juró vivir en paz.

Bridget frunció el ceño con tristeza al escuchar cómo su amigo grandulón confesaba que aún podía oír los gritos de las personas clamando ayuda, suplicándole que se detuviera. Con pasos cautelosos, se acercó y colocó una mano en su brazo en un gesto de apoyo.

—Lo que hiciste en el pasado no se compara con la crueldad de los humanos en aquella época —dijo con suavidad, encogiéndose de hombros—. Ya no eres ese troll de antes. Ahora estás con nosotros.

AAARRRGGHH esbozó una sonrisa genuina, reconfortado por sus palabras. Sin perder más tiempo, reanudaron su búsqueda, hasta que Toby los interrumpió al descubrir un extraño objeto circular de tonos oscuros, decorado con pequeñas gemas de un intenso color verde.

—Tobías. ¿Te das cuenta de lo que descubriste?.

—¿Strickler tiene hemorroides?.

—Nueva actualización de estado —bromeó Bridget tomando su celular.

—¡Humo! —gritó AAARRRGGHH, alertando al grupo. Bridget se sobresaltó guardando su telefonó

—¡Tenemos un Antra-Monstrum! —exclamó Blinky.

—¿Un Antra-qué? —preguntó confundida.

Los trolls comenzaron a arrojar libros y otros objetos al humo, que los absorbía sin dificultad. Bridget, con un gesto decidido, lanzó el libro que tenía en las manos. AAARRRGGHH derribó la puerta y tomó a Toby, aún atrapado en la "trampa" que parecía llevar a las Tierras Oscuras. Blinky agarró a Bridget y ambos salieron corriendo. Con esfuerzo, la pelirroja liberó a Toby del objeto.

—¡La curiosidad mató al gato, Tobes! —le recriminó mientras corrían.

La criatura los siguió, y Bridget intentó detenerla con ráfagas de fuego

—¡Llévate a Tobías! AAARRRGGHH y yo lo distraeremos—exclamó el de cuatro brazos, empujando con fuerza a los dos adolescentes.

Ambos chicos corrieron por los pasillos, confiando en que los dos troles se encargarían del Antra-Monstrum. Sin embargo, sus esperanzas se desmoronaron al notar que la criatura los seguía de cerca.

—¡Haz algo, Bridget!—gritó aterrado el chico de frenos.

—¿¡Quieres que incendie la escuela?!—respondió incrédula, mirándolo rápidamente. Se detuvo a mitad de camino, alzó sus manos y comenzó a concentrarse sin pensarlo dos veces—. Aquí vamos—susurró mientras sus manos se encendían en llamas.

Bridget respiró hondo y lanzó una ráfaga de fuego directo hacia la criatura, iluminando el pasillo con un resplandor anaranjado. Pero, para su sorpresa, el humo del Antra-Monstrum absorbió las llamas sin inmutarse. La pelirroja sintió una punzada de pánico al ver que su magia no surtía efecto.

—Ok, eso no funcionó—tragó saliva, lanzando otra llamarada. Sin embargo, la criatura absorbió cada intento como si nada.

—¡Bridget, tenemos que salir de aquí! ¡No sirve! ¡Corre!—gritó el chico de frenos, tirando de su brazo con fuerza.

Ambos siguieron corriendo y, en el camino, se toparon con el cambiante, quien no dudó en unirse a su huida.

—¡Me la pagarás, enano!—gruñó Bridget.

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Llegaron al gimnasio justo a tiempo, cerrando la puerta tras ellos. Sin embargo, el humo comenzó a filtrarse por las orillas. No-Enrique, ágil como siempre, escaló la cuerda de ejercicios del entrenador Lawrence, dejando atrás a los dos chicos mientras se deslizaba por el conducto de ventilación.

—¡Maldita escoria!—exclamó Bridget, fulminándolo con la mirada.

Con esfuerzo, Bridget fue la primera en escalar hacia el conducto. Asomó la cabeza y vio a Tobías intentando subir con dificultad.

—¡Tú puedes, Tobes!—lo animó con una sonrisa, extendiendo su mano para ayudarlo a pasar. Antes de continuar, no pudo evitar tocar la campana.

Avanzaron por los conductos hasta encontrarse nuevamente con el cambiante. Bridget lo siguió con fastidio, pero al final terminaron deslizándose junto a Domzalski, cayendo ambos en otro pasillo.

—Me duele todo—se quejó Bridget, soltando un suspiro—. ¡Ay, por favor!

El Antra-Monstrum los había seguido y estaba a punto de alcanzarlos cuando Blinky se interpuso colocando la trampa logrando atrapar a la criatura. Toby y Bridget soltaron un suspiro de alivio, mirándose con una sonrisa.

—Sabía que lo lograrían—comentó con sarcasmo el cambiante.

—¡Cállese!—Bridget lo pateó, mandándolo a volar—. Maldito enano —suspiro cruzándose de brazos—. Este plan fue un desastre.

—¿Y qué hay de Jim?.

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Bridget corría a toda velocidad por el vecindario. Al doblar la esquina que conducía a la casa de Jim, se detuvo en seco al verlo deslizándose con sorprendente agilidad por la ventana del cuarto de Clara. Su ceño se frunció en una mezcla de confusión y desconcierto, pero antes de que pudiera articular palabra, una figura conocida apareció al otro lado de la ventana: No-Enrique. Este le sacó la lengua con descaro mientras levantaba un papel arrugado en el que había dibujado un corazón roto.

Bridget sintió un calor abrasador invadir sus mejillas, pero mantuvo la compostura. Sin decir nada, alzó una mano y chasqueó los dedos. En un parpadeo, la hoja se consumió en llamas, reduciéndose a cenizas. No-Enrique retrocedió de inmediato, soltando un grito ahogado y mirándola con evidente molestia. El ruido alertó a Jim, quien giró la cabeza y se encontró con Bridget, que parecía estar librando una batalla silenciosa de miradas con el cambiante.

—¿Bree'? ¿Qué haces aquí? —preguntó Jim al bajar apresuradamente.

—La misma pregunta debería hacerte yo —respondió ella, cruzando los brazos y arqueando una ceja con incredulidad.

James, algo nervioso, miró hacia la casa y luego a la pelirroja. Pasaron unos segundos antes de que soltara un pesado suspiro, como si estuviera organizando sus pensamientos.

—No es lo que parece —se excusó con una sonrisa tensa, girándose hacia ella—. Clara... de alguna forma entró a mi sótano y se topó con Draal. Ahora está en su cuarto, desmayada —susurró lo último, desviando la mirada con evidente incomodidad.

—¿¡Qué ella qué...?! —exclamó, pero su protesta fue interrumpida.

—¡Shh! —Jim le tapó la boca con delicadeza, lanzando miradas nerviosas hacia la ventana del cuarto de Clara. Al notar la expresión de disgusto en el rostro de Bridget, retiró su mano rápidamente.

—Lo sé, lo sé, suena terrible, pero tenemos que rezar para que no recuerde nada —murmuró en voz baja, tomando la mano de Bridget para alejarla del lugar.

—¿Y si lo recuerda? —preguntó ella, visiblemente preocupada.

—Entonces no tendremos otra opción —respondió con seriedad, sacando su amuleto.

Sin embargo, lo que Jim no sabía era que, durante su enfrentamiento con Strickler, este había logrado intercambiar su amuleto por uno falso. Jim había perdido su verdadero amuleto, y las consecuencias de ello serían devastadoras.

Editado.

JAKAAJAJAJAJAJ LO SIENTO PERO SOLO ME DIERON GANAS DE COLOCAR ESOS TWEETS.

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