Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

v. Dealing with a gnome

╔════════════════════╗

Capítulo cinco| Lidiando con un gnomo

—Durante siglos, los mundos de troles y humanos estuvieron separados y en paz, divididos por puentes que actuaban como portales entre nuestros reinos, pero los Gumm-Gumms deseaban devorar a toda la raza humana.

>> Eran dirigidos por Gunmar "El Negro", el resto de la raza troll peleó contra él culminando en la gran batalla del puente Muerte Enfrente, portal a las tierras oscuras de Gunmar, después de muchas lunas, el bien triunfo sobre el mal y nuestra gran Cazatroles. 

>>  Deya "La Libertadora" encerró a Gunmar exiliándolo a las tierras oscuras y sello el puente Muerte Enfrente con el amuleto sagrado y después lo derribamos piedra por piedra, dejamos el viejo mundo en busca de paz, nos escondimos en un barco llamado Mayflayer, solo un puñado de nosotros y gnomos que trajimos como compañía y como alimento, finalmente arribamos a un reino extraño y exótico.

—Nueva Jersey.

—Seguimos caminando, finalmente llegamos a una nueva Piedra corazón y cuando nos dimos cuenta, encontramos un nuevo hogar bajo Arcadia.

Al bajar el libro, se sorprendió al notar que solo Toby, AAARRRGGHH y Bridget habían seguido atentamente el relato. Jim, por el contrario, estaba profundamente dormido. Se acercó a él y lo despertó abruptamente al cerrar el libro con un golpe seco.

¡Disculpad, señor Draal! ¡No me matéis!

El Cazatroles humano reunió el coraje necesario para desafiar a Draal en un duelo programado para la próxima semana. Después de enfrentarse a Steve, quien terminó perdiendo un diente en la confrontación, encontró la determinación que necesitaba. Aunque Bridget quiso estrangularlo al enterarse de la noticia, finalmente decidió brindarle su apoyo.

—Entrenar historia troll puede parecer un deber menor Maese Jim, pero...

James se encogió de hombros—. Lo siento, pasé toda la noche estudiando para mi examen de comprensión de español y mi cerebro está lento. No sé, pensé que si iba a enfrentarme a Draal en una semana, mi entrenamiento sería algo más... activo.

—¡Sí! ¿Cuándo aprenderá Troll-Kwando? ¿O Rokitsu?

—Esto no es Karate Kid o Cobra Kai Toby—le dijo Bridget, sonriendo algo divertida

Blinky les recordó a los adolescentes que, antes de enfrentarse a una pelea, era crucial comprender las razones detrás de ella. Los primeros pasos determinarían si Jim se convertiría en Deya la Libertadora o en Unkar el Desafortunado. Lake lo entendió, pero ahora tenía dos vidas que proteger, y a pesar de todo, seguía siendo un adolescente. Bridget también lo comprendía; no cualquiera puede transformarse en un héroe de la noche a la mañana. 

Sabía que aquello podría ser abrumador para Jim y que las responsabilidades que ahora recaían sobre él podrían estresarlo o hacerle perder el control. No permitiría que eso sucediera y haría todo lo posible por apoyarlo. Mientras Blinky pedía a su pupilo que leyera la breve recopilación troll, desde el volumen uno hasta el cuarenta y siete, Bridget bajó la mirada hacia sus manos. 

Durante el camino hacia el Mercado Troll, había tenido pequeños incidentes en los que, sin querer, terminaba incendiando los jardines de los vecinos. No se dio cuenta hasta que escuchó el grito de uno de ellos. A sus amigos les pareció extraño, pero Toby concluyó que probablemente se debía a las radiaciones del sol.

Jim pensó que esa teoría era absurda, pero Bridget no quería que sospecharan de su "magia". Así que respaldó la idea de Toby, explicando con más detalle las radiaciones solares y mencionando la posibilidad de un calentamiento global. Aunque los dos chicos apenas lograron entenderla, consiguió convencerlos.

Ese alivio le duró solo unos segundos. No tenía idea de cómo había provocado esos pequeños incendios y estaba asustada de que volviera a suceder. Sus pensamientos fueron interrumpidos cuando una troll apareció corriendo desesperada, empujándola sin querer mientras gritaba con pánico.

—¿Es la piedra corazón?.

—¡No!.

—¿Merodeadores?.

—¿Bular esta aquí?.

—¡No!.

—¡Escupelo mujer!—grito la chica, mirando a la troll Badgwella con desesperación 

—¡Gnomo! ¡Renegado Gnomo!.

・ ゚ ゚・ ✧ 。.。.: *

—Al principio, no encontraba mi monóculo. Luego mi colección de resortes de cama. ¡Y ahora algo desaparece a cada minuto!.

Badgwella continuó quejándose mientras el grupo se dirigía a su tienda. Cada objeto que avistaban desaparecía al instante, incluso la silla en la que estaba a punto de sentarse fue arrebatada por el gnomo, provocando que la troll cayera al suelo.

—Hasta la semana pasada, las trampas de pegamento funcionaban.

Bridget frunció el ceño con repulsión al descubrir el esqueleto de un gnomo atrapado en la trampa de pegamento, que también fue arrancado de las manos de Badgwella.

—Arréglalo Cazatroles—pidió la susodicha, con una sonrisa inocente

—S-Si, bueno lo lamento, peo usted necesita una trampa para gnomos y yo soy un Cazatroles.

—Claro que no, Maese Jim, el Cazatroles no puede negarse a la llamada y que mejor llamado para que entrene con un enemigo tamaño compacto.

Escucharon un sonido que recordaba al de una guitarra y, al girarse, descubrieron al Gnomo tocando el "instrumento" mientras tarareaba una melodía. Toby se burló de él, pero en un abrir y cerrar de ojos sintió cómo le arrebataban el cinturón y su preciado chocolate.

—Hay que atrapar a ese gnomo—murmuro el de frenos con los ojos entrecerrados

Bridget soltó un grito ahogado al sentir una ventisca helada rozar su cuello. Al llevar la mano a la zona, se dio cuenta de que aquella criatura le había arrebatado el collar con su inicial.

—¡Atrapen a ese gnomo! —exclamó con furia.

Intentaron atraparlo por un lado, intentaron por el otro, pero el gnomo siempre lograba escabullirse. Finalmente, en un movimiento rápido, consiguió arrebatarle el amuleto al azabache.

—¡AAARRRGGHH! —gruñó mientras, al mover el armario, descubría un pequeño hueco que parecía ser el escondite del gnomo.

—Un agujero.

—No me digas.

—Vuelve... vuelve aquí... —pidió, extendiendo el brazo hacia el agujero—. ¿No se supone que el amuleto debería regresar a mí?

—Por desgracia, esa regla solo aplica si lo rechazaste —explicó la criatura de seis ojos—. Si hubieras leído una breve recapitulación, lo sabrías.

—Bien hecho, Jim Manos de Mantequilla.

—Ah, claro, entonces hágalo usted, ¿no? —replicó Bridget con sarcasmo, dirigiendo una mirada desafiante a la troll—. Resuelva sus propios problemas y deje de llamar a los demás para solucionarlos.

No era la primera vez que Badgwella conseguía irritarla. Bridget siempre intentaba ser amable con ella, pero la troll parecía albergar un odio inexplicable hacia la pelirroja, justificándolo con la absurda creencia de que las pelirrojas traían mala suerte. Bridget, en lugar de enfrentarse, optaba por guardar silencio e ignorarla. Jim, en cambio, no podía quedarse callado. Cada vez que veía a Bridget alejarse, era él quien la defendía, amenazando a Badgwella con usar la espada de la luz si volvía a molestarla.

Como era de esperarse, Badgwella se lo tomó muy mal y comenzó su habitual drama.

A la mañana siguiente, la clase inició con el temido examen del profesor Uhl. Los estudiantes se acomodaban en sus asientos, revisando frenéticamente sus apuntes. Bridget, sin embargo, permanecía tranquila. Su nombre encabezaba la lista, lo que significaba que sería la primera en enfrentarse a la evaluación.

Cuando el profesor Uhl la llamó, se levantó con confianza y caminó hacia el frente del aula. A diferencia de sus compañeros, no llevaba consigo ni un solo cuaderno o ficha de estudio. Con una calma inquebrantable, comenzó su presentación.

No hubo titubeos ni pausas para pensar, y no cometió un solo error. El profesor Uhl la observaba con los brazos cruzados y una expresión de leve sorpresa; rara vez veía a un estudiante tan preparado.

—Excelente presentación, señorita Bridget —dijo cuando ella terminó—. No esperaba menos de alguien con su historial académico.

Algunos estudiantes intercambiaron miradas y comenzaron a murmurar entre ellos. Otros no pudieron evitar sentir un poco de envidia, pero nadie podía negar que Bridget se había ganado su lugar como una de las mejores, junto a Daphne y otra estudiante de último año.

—Impresionante, como siempre —murmuró el azabache, rodando los ojos con diversión.

—Nada que no hayamos visto antes —respondió Bridget con una sonrisa, encogiéndose de hombros—. Solo fue un examen, chicos.

Otros ocho estudiantes fueron llamados después de ella. A excepción de Bridget, todos cometieron errores, balbucearon y, al final, fueron reprendidos por el profesor Uhl. Mary fue la única que regresó a su asiento entre lágrimas.

—Señor Lake, estoy esperando su presentación mañana —dijo el profesor, mirando al aludido mientras pasaba frente a él.

—Sí, ajá, estoy listo —respondió Lake con una sonrisa nerviosa antes de salir del aula.

—No puedo creer que hayas sido la única en aprobar el examen de Uhl —comentó Daphne, colocándose al lado de Bridget—. Yo todavía no doy mi examen, pero estoy nerviosa —rio, encogiéndose de hombros.

—Seguro lo harás bien, Daphne. Solo necesitas concentrarte y repasar un poco más antes de entrar —respondió Bridget, intentando calmarla mientras se dirigían a sus casilleros.

Daphne suspiró y miró a Bridget con algo de envidia. —Sí, claro, como si fuera tan fácil para todos —bromeó, sacudiendo la cabeza—. A veces me pregunto si tienes algún secreto.

—Digamos que soy buena organizando mis ideas, pero todos tenemos nuestros propios talentos —respondió Bridget, guardando uno de sus libros y sacando los que necesitaría para las próximas horas.

—Oye, por cierto, la señorita Janeth me pidió que te avisara que serás la suplente de Julieta —recordó Daphne, recostándose en su casillero—. Está tomando precauciones porque ayer Jim faltó a los ensayos.

Bridget se encogió de hombros, ya sabiendo la razón por la cual Jim había faltado. —Estaré al pendiente, tranquila —le sonrió mientras cerraba su casillero.

—Necesito tu ayuda, Bree' —dijo Lake, apareciendo a su lado y dejándose caer rendido contra el casillero de la pelirroja—. El examen me está matando.

—Bueno, si quieres...

—Y Clara estuvo buscando a su compañero de escena en el ensayo de anoche —interrumpió Daphne, mirando a Lake con una ceja alzada.

—¡Ah, cierto, la obra! —recordó él, soltando un suspiro frustrado—. Estaba...

—Solo llega mañana —lo interrumpió nuevamente Daphne—. Y sé que Steve es un cretino, pero hay mejores maneras de terminar una pelea que golpeándolo en la cara —añadió antes de tomar a Bridget del brazo, llevándosela con ella

—Pero yo...—no pudo objetar ya que de todas formas se habían alejado del chico

・ ゚ ゚・ ✧ 。.。.: *

Las lecciones con Faradonga serían cruciales para que Bridget lograra controlar su magia. Se sorprendió al escuchar que las clases se llevarían a cabo en el Mercado Troll; esa información la llenó de inquietud. Había prometido no revelar su secreto a ninguno de sus dos amigos, y no se sentía lista para hacerlo. Solo quería prepararse mentalmente antes de compartir algo tan importante.

Faradonga, consciente de las dudas de Bridget, le aconsejó que encontrara la manera de hablar con sus amigos sobre su magia. Mantenerlo en secreto no sería viable por mucho tiempo. Al llegar a la biblioteca, Bridget dejó sus cosas y buscó con la mirada a su maestra. Sin embargo, su atención se desvió hacia un libro que reposaba sobre la mesa. Intrigada, decidió leer un poco.

En la lectura se resaltaba el titulo de "La Llamarada del dragón", una antigua magia poderosa y ancestral, se caracterizaba por su capacidad de invocar un fuego intenso y brillante, que era capaz de transformar la energía mágica en fuego. Se activaba a través de emociones intensas. Cuando el portador se sentía fuera del control de sus emociones, la llama brotaba de su interior.

Sin embargo, esta magia requería control. Si se dejaba llevar por el miedo o la ira, su magia podía volverse destructiva, arrasando todo a su paso.

—Veo que te llamó mucho la atención. ¿Eh?.

Bridget, sorprendida, logró atrapar el libro con un rápido movimiento. Se sobresaltó y, al girarse, se encontró con la presencia de su maestra, quien la observaba con una media sonrisa. La pelirroja, sintiendo el calor de la vergüenza en sus mejillas, sonrió nerviosamente y dejó el libro en la mesa de piedra.

—L-Lo lamento, no fue mi intención —se disculpó apenada, encogiéndose de hombros.

—No te preocupes, Bridget. La curiosidad es una virtud, pero recuerda que hay momentos y lugares para todo—Faradonga se acerco ella, tomó el libro y lo devolvió al estante

La pecosa se quedó por unos segundos sumida en sus pensamientos, reflexionando sobre lo que había logrado leer. Faradonga dejó unas varillas de madera en la mesa de piedra y, al notar la expresión pensativa de Bridget, alzó una ceja con curiosidad.

—¿Qué es lo que pudiste leer?—le pregunto, alzando una ceja curiosa

Bridget se sobresaltó nuevamente, mirando hacia el suelo mientras apretaba los labios.

—Algo sobre la llamarada del dragón —respondió, su voz apenas un susurro.

La mujer asintió, colocando sus dos manos en la mesa, acercándose un poco más.

—La llamarada del dragón es un tema fascinante —dijo Faradonga, frunciendo levemente el ceño—. No solo es una manifestación de su poder, sino que también encerraba una magia antigua y peligrosa.

Bridget levantó la mirada, interesada.

—¿Peligrosa?.

—Sí —continuó Faradonga, su tono volviéndose más serio—. La llamarada no era simplemente fuego; era una combinación de energía mágica. Un dragón enojado puede desatar una llamarada que consume todo a su paso, arrasando bosques y aldeas. Pero, incluso en manos de una hada benevolente, su poder debe ser manejado con cuidado.

—¿Y cómo se controla?.

Faradonga sonrió, reconociendo la curiosidad genuina de la joven.

—Controlar una llamarada requiere no solo fuerza, sino también un profundo entendimiento de la propia magia. Las hadas deben aprender a canalizar su energía, a equilibrar su fuego con su corazón. Por eso, muchas de ellas son sabias y pacientes. Saben que un solo descuido puede llevar a la destrucción.

Bridget quedó fascinada e intrigada por la información que le proporcionó su maestra. Su interés creció a tal punto que, mientras Faradonga preparaba la lección, la pelirroja no despegó la mirada del libro ni por un instante.

—Un incendio que consume todo a su paso es instintivo e impulsivo —dijo Farah, situándose detrás de la joven—. Pero, ¿Qué sucede si deseas controlarlo? ¿Serías capaz de encender una sola varita sin que las demás se vean afectadas?.

Bridget inhaló profundamente antes de abrir los ojos, que adoptaron el característico brillo de su magia. Una pequeña llama chispeó en una de las varitas, y con una sonrisa satisfecha, sus ojos volvieron a su estado habitual mientras miraba a su mentora.

—Vas avanzando muy bien, Bridget —la felicitó Farah, devolviéndole la sonrisa—. Si sigues así, pronto lo dominarás por completo.

・ ゚ ゚・ ✧ 。.。.: *

Las dudas de Bridget no tardaron en surgir tras la extraña presentación que Jim realizó de forma virtual. Ella juraba haber visto al Gnomo. Intentó seguir a Toby cuando salió corriendo, pero tenía que asistir a los ensayos, a los cuales Jim volvió a faltar. Esto obligó a la señorita Janeth a tomar medidas drásticas, asignando a Steve como suplente del azabache.

Al finalizar los ensayos, Bridget decidió dirigirse a la casa de los Lake, no sin antes avisar a su madre que llegaría un poco tarde. Aunque su madre se molestó, Bridget ya estaba acostumbrada, así que simplemente terminó la llamada y continuó su camino.

Al llegar, tocó la puerta y esperó un par de minutos hasta que le abrieron. James, al verla, se mostró un poco sorprendido, pero de inmediato le dedicó una sonrisa.

—C-Creo que vienes aquí por respuestas—el azabache sonrió nervioso, se hizo aún lado y la dejó pasar.

—Toby me hizo un pequeño resumen—suspiro, dejó su mochila en el sillón y se sentó—. ¿En verdad te encogieron como Pulgarcita?.

Jim rodó los ojos con diversión y, al sentarse a su lado, se encogió de hombros con una mueca. Comenzó a relatar lo sucedido anteriormente: cómo se había enfrentado al gnomo y cómo, lamentablemente, Blinky le había sugerido aplicar la segunda regla. Sin embargo, ni él ni Toby tuvieron el valor de hacerlo, por lo que el castaño terminó encerrándolo en la jaula del gato de su Nana.

Ella intentaba escucharlo, aunque a veces su mente divagaba. Sus ojos se encontraban con los de él de vez en cuando, observaba cada gesto, cada movimiento, y su mirada descendía hasta sus labios, preguntándose cómo sería su sabor. ¿Fresa? ¿Vino? ¿Tequila? ¿Chocolate? No lo sabía, pero deseaba descubrirlo. Estaba en esa etapa en la que sus hormonas florecían inesperadamente, especialmente cuando leía alguno de esos libros cuyo contenido no era precisamente para niños. Sacudió la cabeza, intentando disipar esos pensamientos que la traicionaban.

Él también notó cómo la pecosa lo miraba, pero no dijo nada. No podía negar que la intensa mirada azulada de la chica lo ponía nervioso en ocasiones. Su piel se erizaba con un simple roce de ella, y aquel día en que se acurrucaron juntos, sus ojos no podían apartarse de sus labios carnosos y tentadores, que ansiaba probar. Todo en ella alteraba su sistema. Aunque no solía fijarse en la apariencia, para él, Bridget era la chica más hermosa que había conocido. Su larga melena pelirroja que caía hasta su cintura. Lo fascinaba ; deseaba acariciarla. Sus adorables mejillas lo tentaban a tocarlas. Las curvas de su cintura y sus delgadas piernas blanquecinas lo atraían irremediablemente. ¿Cómo sería besar cada centímetro de su piel?.

Ambos se perdieron con la mirada del otro, azul contra azul, océano contra lago, cielo contra tormenta, día contra noche; alguna palabras quiso salir de los labios de Bridget pero esta apenas llegó a reaccionar, parpadeó un poco y rompió el contacto visual. Se acomodó en su asiento mientras Jim también lo hacía. Ambos tenían el rostro completamente rojo debido a sus pensamientos impuros que tuvieron minutos antes.

Contrólate Jim.

Contrólate Bridget.

—Tendrá un Gnomo de mascota. Mira el lado bueno—dijo Bridget, alzando los hombros en un intento de relajar la tensión

James rió por lo bajo, una suave melodía para los oídos de la pecosa. Asintió, dándole la razón como siempre. Eso era algo que le encantaba de ella: su habilidad para transformar lo negativo en algo positivo o, al menos, para intentar relajar y calmar cualquier situación. A pesar del poco tiempo que él y Tobias llevaban conociéndola, ya la consideraban la madre del grupo. Cada vez que se metían en problemas, ya fuera en la escuela o en casa, ella siempre terminaba regañándolos como si fueran niños pequeños.

Bridget dejó que su mirada se paseara por las fotografías y cuadros que decoraban la casa de su amigo. No había muchos, en realidad. Una sonrisa se le escapó al detenerse en una imagen donde él era apenas un niño, probablemente de unos seis o siete años. En la fotografía estaba junto a su madre, ambos sonrientes, como en las raras ocasiones en que lo veía así. La ternura que le provocó fue tan grande que, casi sin darse cuenta, se levantó y se acercó a observarla más de cerca.

—Te veías adorable de niño—dijo ella, mirándolo sobre su hombro con una pequeña sonrisa

Jim sonrió, un poco nervioso. Admitía que no le gustaba mucho tener fotos de su infancia por toda la casa. Aunque tenía buenos recuerdos, también había momentos dolorosos, como el abandono de su padre. Antes había más fotos, pero las había retirado y guardado en una caja en el sótano. No eran fotos cualquiera; eran imágenes que aún evocaban recuerdos con su padre. Fue él quien decidió quitarlas, no quería recordarlo ni tener nada de él en su hogar. Todo lo que le recordaba a su padre lo desechó, aunque su madre prefirió guardarlo en lugar de tirarlo.

Jim no se opuso, pues entendía que para su madre era muy difícil. Amar a alguien y luego ser abandonada generaba sensaciones y sentimientos horribles, que ella no deseaba que nadie más experimentara. A pesar de los momentos de enojo, ira, tristeza, decepción y traición, su madre eligió ser fuerte por el bienestar emocional de su hijo. Siguió adelante y se sacrificó por él, y eso era algo que Jim valoraba profundamente.

—Son simples fotografías—Él recargo su mentón sobre su hombro al acercarse—. Aunque también quisieras ver las tuyas—dejó un beso en su mejillas antes de separarse.

Primero deseo: Besas sus mejillas. Medio hecho.

Su rostro se enrojeció por unos segundos mientras bajaba la mirada, sin saber muy bien qué responder. Tenía fotografías, sí, pero todas se perdieron en el incendio, un incendio que ella misma había provocado. Jim observó el movimiento nervioso de las manos de la pelirroja; sabía que estaba asustada. Conocía el significado de cada uno de sus gestos: si mentía, jugaba con su cabello; si estaba nerviosa o asustada, movía sus manos; si era feliz, siempre sonreía; y si estaba triste, mantenía la mirada baja. Él siempre hacía todo lo posible por animarla.

Con valentía, tomó su mano y la guió a su habitación. Bridget se sorprendió por un instante, pero decidió seguirle el paso. Al llegar, él se sentó y la invitó a sentarse en su regazo. No era la primera vez que sucedía; solían hacerlo cuando ella quería trenzar su cabello debido al estrés que sentía a veces. James simplemente la dejaba, y en un intento por aliviar su tensión, acariciaba su cintura o sus manos. Con una sola mirada, le hizo saber que, fuera lo que fuera lo que la atormentaba, el azabache la escucharía sin juzgarla. Jamás lo haría, de hecho, porque le importaba tanto que ya se había ganado su confianza.

—Mi mamá y yo nunca nos llevamos bien —empezó a explicar, forzando una sonrisa nerviosa—. Ella siempre quiso una hija perfecta: animadora, sonriente, sociable... Y yo era todo lo contrario. A veces, creo que solo era un reflejo de su decepción.

Aquella noche, cuando tenía apenas catorce años, había estado encerrada en su habitación, sus auriculares puestos mientras intentaba distraerse reparando una de sus viejas lámparas.

—De la nada, mi madre entró a mi habitación, y... bueno, literalmente arrancó la puerta de las bisagras —rió sin humor—Dijo que si volvía a azotar la puerta, me la quitaría. Y lo hizo. Me dejó sin privacidad, sin espacio. Sentí como si me ahogara en mi propia casa.

Al terminar de trenzar unos mechones de su cabello, Lake tomó sus manos y siguió acariciándolas, dándole ese valor de continuar con el relato. Ella sonrió en respuesta, y suspiro bajando nuevamente la mirada.

—Esa fue la gota que colmó el vaso. Estaba tan... enojada. Esa noche no pude dormir. Todo ese enojo, toda esa frustración, se acumuló dentro de mí hasta que no pude contenerlo más.

—Lo siguiente que recuerdo es que mis manos estaban ardiendo... literalmente. El fuego salió de mí, como si tuviera vida propia—hizo una mueca y mordió ligeramente su labio inferior. James, al notarlo, tocó suavemente sus labios y los separó, evitando que ella se los lastimara.—No sé cuánto tiempo pasó antes de que reaccionara, pero lo único que recuerdo claramente es... su grito.

¡Bridget!

—¡Mamá!.

—Mi madre... quedó atrapada en el fuego. Cuando llegué a su habitación, ya estaba en el suelo, logré sacarla, pero... —su voz se quebró—Las quemaduras eran graves. Casi muere y... Todo por mi culpa—bajo la mirada mientras asentía—Desde ese día —continuó, sintiendo como él limpiaba las lágrimas que rodaban por sus mejillas—Empecé a dormir fuera de casa, en una bodega abandonada cerca de mi casa, tenía miedo de lastimar a alguien más. Fue un infierno, y cuando nos mudamos, pensé que todo quedaría atrás... pero nunca desapareció.

Después de unos minutos de silencio, Lake permitió que Bridget se desahogara. Sabía que ella lo necesitaba, aunque escuchar su voz quebrarse le causaba cierta desesperación y dolor. Bridget finalmente pudo revelar ese oscuro secreto que la atormentaba día tras día. Sin embargo, él no sintió miedo, ni quiso alejarse de ella. No la vio como el monstruo que ella temía que él vería.

Sostuvo su rostro entre sus manos para que pudiera mirarlo directamente. —No pienses que me apartaré de ti después de esto. Nada en este maldito mundo hará que me aleje de ti. Eres como un imán, solo quiero estar cerca de ti. Si pensabas que sentiría miedo de ti por esto, linda déjame decirte que estabas equivocada —le dijo con una sonrisa, apartando un mechón de su cabello.

—Cada vez que te miro, siento que el tiempo se detiene —continuó, su voz suave como un susurro. —Tus ojos son como estrellas que iluminan mi oscuridad, y tu risa es la melodía que quiero escuchar por el resto de mis días.

Se acercó un poco más, su aliento cálido acariciando su piel. —No hay nada que desee más que ser el refugio donde encuentres paz. Cada momento a tu lado es un regalo, y prometo que nunca dejaré de luchar por ti.

—Si alguna vez sientes que el mundo se vuelve demasiado pesado, recuerda que aquí estoy, dispuesto a cargar con todo el peso. Porque tú, —dijo, tomando su mano con ternura—. Eres la razón por la que estoy luchando.

Eres mi destino, y no hay nada que desee más que caminar a tu lado, hoy y siempre.

Editado y de las mejores ediciones que pude haber hecho

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro