ⅳ. Mercado Troll
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Capítulo cuatro| Mercado Troll
Las manos de Bridget temblaban mientras sujetaba la taza de café que su maestra le había ofrecido. Ambas se encontraban en la oficina de la mayor, y la pelirroja apenas lograba procesar las palabras que acababa de escuchar.
"Todas las historias que creías que no eran ciertas. Existen Bridget"
Troles, gnomos, hechiceros, brujas e incluso hadas existían, o al menos habían existido en algún momento. No sabía si debía sentirse aterrada por el hecho de que aquellas criaturas mágicas fueran reales o porque su propia maestra resultara ser un hada. ¡Y lo más sorprendente de todo: ella también lo era!
Bebió el café de un sorbo, dejando escapar un suspiro mientras secaba con la mano las gotas que resbalaban por sus labios. Faradonga, siempre atenta, le ofreció una servilleta con amabilidad, esperando que la joven pudiera salir de su ensimismamiento.
—¿Y-Yo soy un hada?.
La mujer asintió en respuesta. Tomo la taza de la menor y la dejó aún costado—. Sé que esto es difícil de procesar Bridget. Y que te cuesta procesarlo.
—¿Procesarlo?—Bridget soltó una risa nerviosa—. ¡Creo que me estoy volviendo loca!.
Faradonga la miro levantarse de su asiento, empezó a caminar alrededor de su oficina, murmurando palabras que apenas y podía escuchar.
—Al principio es difícil creerlo o adaptarse a la verdad—suelta un suspiro, cruzando sus manos—. Bridget, toma asiento por favor.
Bridget acató la orden, aunque aún se encontraba demasiado alterada, decidió poder manejar como podía sus emociones. Si, necesitaba respuestas, muchas respuestas, pero no las conseguiría si se seguía comportando de esa manera.
Solo respira.
—Hace mucho tiempo, las hadas no solo existían, sino que eran una parte fundamental de nuestro mundo, controlaban los elementos, protegían los reinos y convivían con los humanos, aunque de manera discreta—Bridget parpadeó sorprendida—. Hubo una guerra, una guerra donde las hadas lucharon contra una poderosa amenaza, y muchas de ellas perecieron, desde entonces, se creía que las hadas se habían extinguido.
>> Cuando nuestra raza desapareció tome refugio en un lugar donde por fortuna me recibieron. Estuve ahí mucho tiempo y luego me mezcle con los mundanos, humanos por así decirlo, hasta que termine aquí—dijo, haciendo un ademan mostrando su oficina.
Bridget la miró sorprendida tras escuchar su relato. Las historias que su abuela le contaba sobre las hadas resultaron ser ciertas; la única diferencia era que, al parecer, no llevaban las alas que siempre las habían caracterizado.
Bajó la mirada, sumida en pensamientos. Si su maestra era un hada por nacimiento, ¿Cómo era posible que ella también pudiera serlo? En su familia casi nadie tenía el aspecto de un hada. En realidad, apenas conocía a su familia: solo a sus padres y a su abuela. Más allá de ellos, no sabía nada de los demás.
—¿Y por que yo?—la chica suspiro frustrada pasando sus manos por su rostro.
—Es posible que tu poder tenga algo que ver con tu árbol genealógico—dijo Farah, usando un tono más neutro para no abrumarla—. Tal vez uno de tus antepasados fue un hada, y ese legado corre por tus venas. Algunas habilidades pueden saltarse generaciones.
—¿Mi árbol genealógico?—Bridget la miro confusa. Faradonga asintió en respuesta.
Entonces lo recordó: la historia de su nacimiento. Había llegado al mundo con un problema en el corazón. Los doctores informaron a sus padres que las probabilidades de sobrevivir eran mínimas. Sin embargo, ocurrió un milagro inesperado: la enfermedad desapareció sin explicación alguna. Todos quedaron asombrados, no solo por su recuperación, sino también por su brillante cabellera pelirroja.
Nadie en mi familia tenía el cabello rojizo.
¿Tendría algo que ver con lo de ser un hada?. Prefirió no preguntar y permaneció callada por unos segundos; miro sus manos, las cuales temblaban al igual que sus piernas. Algo asustada, se encogió en su asiento.
—Tengo miedo de no controlarlo.
Faradonga entendió de inmediato a qué se refería. Ser un hada de fuego conllevaba tanto ventajas como desafíos; dominar las llamas que ardían en su interior no era tarea fácil, especialmente cuando las emociones se desbordaban. Se levantó con determinación de su escritorio y posó una mano firme pero reconfortante sobre su hombro.
—Te ayudaré a manejarlo Bridget—susurro Faradonga. La pelirroja sorbió su nariz antes de sonreírle agradecida
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Ninguno de los dos pronunció palabra alguna durante el camino de regreso a casa. Ella enfrentaba el desafío de aceptar su naturaleza como hada. Él, por su parte, cargaba con el peso de convertirse en el primer Cazatroles humano. Su destino aún no estaba escrito, pero ahora recaía sobre sus hombros la responsabilidad de proteger tanto a los troles como a los humanos.
Pensó que era un sueño, o más bien una pesadilla. Aquellas criaturas que habían aparecido en su sótano volvieron a manifestarse la noche anterior, y Toby fue testigo de ello. Quiso llamarla, pero sabía que ella solo lo tomaría por un loco, o peor aún, podría ponerla en peligro, y eso era lo último que deseaba.
El amuleto de él comenzó a brillar intermitentemente, lo que hizo que ella frunciera el ceño de inmediato, guiada por su instinto. Alzaron la mirada al unísono y, para su sorpresa, se encontraron frente a un troll nada amigable. La imponente criatura, con una voz grave y amenazante, exigió al joven de cabello azabache que le entregara el amuleto, advirtiéndole que, de no hacerlo, le daría una muerte rápida.
—Ese tipo no sabe negociar.
Tras el comentario de Toby y la aparición de aquella criatura monstruosa que comenzó a perseguirlos, no les quedó más opción que huir a toda velocidad, aún sobre sus bicicletas. Se refugiaron detrás de una camioneta, momento en el que Jim sacó su amuleto, captando de inmediato la atención de la pelirroja.
Bridget aún intentaba asimilar la idea de que estaban siendo perseguidos por un troll asesino, cuya única obsesión era encontrar el amuleto. Mientras tanto, él comenzó a invocar su armadura con urgencia. No hizo preguntas; su cuerpo se tensó al escuchar las enormes pisadas resonando detrás del camión.
"¡Por la gloria de Merlín, la luz del día está bajo mi mando!".
¿Había mencionado a Merlín? ¿El legendario hechicero de Camelot? De repente, todas las historias de su libro cobraron sentido, y ella, que siempre había pensado que eran simples fantasías, no podía creerlo. Antes de procesar más, el camión que estaba detrás de ellos fue lanzado por el troll llamado Bular.
—Santas Mandrágoras.
—Siglos de Cazatroles, y yo habré matado dos casi al mismo día.
—¡Es bueno en Mate!.
Volvieron a salir corriendo, intentando despistar al troll. Sin embargo, como respuesta, el mismo camión en el que se habían escondido momentos antes fue lanzado hacia ellos.
Lograron esquivarlo cruzando la calle en dirección a Lancy, justo detrás de Electrónicos Stuart. El de frenos se quejó diciendo que no cabía en ese estrecho callejón, pero sus dos amigos le recordaron que supuestamente estaba a dieta.
Jim y Bridget atravesaron el callejón sin mayor problema, mientras que Toby tuvo algunas dificultades al principio. Finalmente, logró cruzarlo y celebró orgulloso que su "dieta" había dado resultados.
Se detuvieron en el camino, intentando recuperar el aliento. Bridget dejó caer su bicicleta mientras se llevaba una mano al pecho, jadeando con fuerza. La mañana ya había sido bastante caótica, y ahora terminaban siendo perseguidos por un troll asesino.
—Bree'...
—¡Estuvimos a punto de morir!—exclamo la muchacha, girándose a verlos
Jim asintió al instante, deseándose internamente de que su corazón latiera menos rápido por el miedo. Sus ojos cayeron en los de Bridget, sintiendo un miedo profundo de que los abandonara. O peor aún, de que los creyera paranoicos y nunca más dirigirles la palabra.
La pelirroja negó con la cabeza, esperando de que no se preocupara por su estado. Eso pareció tranquilizarlo aunque sea solo un poco pero no podía negarle que aún sentía ese miedo dentro de él.
—Díganme que ya no va a ver más sorpresas—murmuro lo suficientemente alto para que Jim escuchara y su piel se tensara
—¡Maese Jim!.
Un leve grito escapó de los labios de la pecosa. Se giró rápidamente, intentando no mirar, pero otro grito se le escapó al descubrir a otra criatura del mismo tamaño que Bular. Esta, sin embargo, tenía la piel gris y no parecía tan aterradora.
Los observó a ambos con los ojos desorbitados, retrocediendo con cautela mientras una risa nerviosa se le escapaba. Sintió entonces las manos firmes de Jim sobre sus hombros, quien intentaba tranquilizarla.
—Se que esto es difícil de procesarlo Bridget, pero...
—Los troles existen, los troles si existen—se repitió asustada. Pasando sus manos por su cabello—. Y estoy viendo dos justo ahora.
—¿Quién es la chica cereza que Maese Jim está tocando?—Blinky se dirigió hacía Toby—. Parece algo trastornada.
Las delgadas manos de la chica empujaron su larga cabellera rojiza hacía atrás en busca d despejar su cuello. Aclaro su garganta, formando una sonrisa nerviosa en su rostro.
—Demasiado trastornada.
—¡No estoy trastornada!.
James la atrajo hasta su pecho, donde la pecosa se acurruco rápidamente en el espacio que había entre su hombro y su cuello.
—Prometo que contestare a cualquiera de tus dudas.
Se aparto un poco de él, levantando la vista para poder verlo directamente a sus oceánicos ojos azules.
—Solo no te mueras antes de tiempo.
Él dejó escapar una leve risa y asintió ante su comentario. Al principio, un temor lo invadió, temía que ella también lo abandonara.
Sin embargo, ahora podía sentirse en paz; no importaba lo que sucediera, estaba seguro de que su pelirroja jamás tendría la intención de dejarlo.
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La noche no hacía más que empeorar. Por un momento, todos pensaron que los dos troles, Blinky y AAARRRGGHH, podrían enfrentarse a Bular. Sin embargo, Blinky, con su característico sarcasmo, confesó que jamás tendría el valor de enfrentarse a una criatura tan temible. Por su parte, AAARRRGGHH tampoco podía luchar, fiel a sus principios pacifistas.
Una vez más, la persecución de Bular los puso en peligro. Durante el frenético intento de escape, Toby perdió el control y cayó de su bicicleta. Sin dudarlo, el trol de piel gris cargó tanto a Toby como a Bridget sobre su espalda, mientras Blinky instaba a Lake a invocar su armadura. Pero Lake, con frustración, explicó que ya lo había intentado sin éxito, dejando claro que ni siquiera ese recurso podría salvarlos en ese momento.
—¡Solo concéntrate y relájate!.
Al llegar al canal, Jim fue el único que permaneció en la parte superior. Estaba decidido a hacer un último intento por invocar su armadura, sin siquiera percatarse de que Bular se acercaba a toda velocidad, listo para asestarle un golpe. Y así lo hizo.
Sin embargo, justo en el instante en que el golpe iba a impactar, la armadura se materializó. Bridget quedó completamente asombrada; era la misma armadura que Jim había utilizado durante las audiciones de Romeo y Julieta.
—¡Use su espada, Maese Jim!.
—¡Beberé tu sangre en una copa hecha de tu cráneo!.
Una pelea estalló de repente. Bular se lanzó con furia hacia Jim, quien, con gran destreza, bloqueó el ataque con su espada, obligando al troll a retroceder mientras destellos de luz azul chispeaban a su alrededor.
Al mismo tiempo, Blinky sacó un Horganzel y se lo entregó a AAARRRGGHH, quien trazó un amplio semicírculo en el aire antes de descargar un potente golpe, abriendo un portal brillante y misterioso. Toby y Bridget no pudieron evitar soltar exclamaciones de asombro al presenciar la impresionante escena.
—¡Maese Jim, venga! —gritó el de seis ojos, alentando a su compañero.
—¡Estoy un poquito ocupado aquí! —respondió el azabache, empuñando su espada con fuerza mientras luchaba contra el troll, que había desenvainado sus dos cuchillas.
—¿¡No podemos ayudarlo?! —exclamó Bridget, desesperada.
—Es su pelea —contestó Blinky con firmeza, sujetándola del brazo y empujándola hacia el portal.
—¡Jim!.
La pelirroja se zafó de su agarre y comenzó a correr hacia la abertura, justo en el momento en que el azabache hacía lo mismo, dirigiéndose hacia la entrada.
—¡Bridget!.
Antes de que pudiera tomar su mano, el portal se cerró de golpe, dejando al chico completamente solo. AAARRRGGHH apartó a Bridget con cuidado y abrió una pequeña rendija en el portal. La joven logró tomar el brazo de Jim y lo jaló hacia adentro.
—Él casi... él casi... por poco... —balbuceó Lake, intentando recuperar el aliento.
—¿Por poco qué? Hable, Maese Jim.
—¡Él casi lo mata! —contestó Bridget por él, con la voz aún temblorosa.
—"Casi", una palabra muy importante —reflexionó el de seis ojos—. Una vida de "casi" es una vida de "nunca".
—Está loco —murmuró la pelirroja, tratando de no perder la calma.
—¿Por qué la armadura se apagó de repente?.
—Maese Jim, usted es el primer humano en portar un amuleto diseñado para trolls —explicó Blinky con seriedad—. Es de esperarse que su comportamiento sea... digamos, impredecible —añadió mientras se acercaba a un cristal, del cual comenzaron a emerger escaleras traslúcidas—. Por aquí, Maese y Lady, por aquí —indicó, guiando al grupo mientras ascendían.
—Wow... —murmuró Jim, boquiabierto, mientras seguía a los demás por las escaleras.
—¿Estamos seguros aquí?.
—Sí, el encantamiento prohíbe la entrada a Mercado Troll Piedra Corazón a Gumm-Gumms como Bular, los más temibles.
—¿Gumm-Gumms?.
—Los asustadores.
—Bien, espera, espera... entonces Bular no puede entrar aquí, ¿verdad? A Mercado Troll Piedra Corazón —insistió Jim, mezclando preocupación con alivio.
—Así es, Maese Jim —confirmó Blinky, colocando sus manos en los hombros del joven y guiándolo hacia la entrada—. Este es el mundo que usted debe proteger. Este es... ¡MERCADO TROLL PIEDRA CORAZÓN!—exclamó con orgullo.
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Los ojos de Bridget se llenaron de asombro ante la magnífica vista que tenía frente a ella. Todo el Mercado Troll estaba iluminado por deslumbrantes piedras brillantes, pero la que más destacaba era una de un intenso color naranja que parecía dar vida al lugar.
Bajo sus pies se extendía un mundo oculto, un universo que permanecía escondido de los ojos humanos, y ahora Bridget comprendía el porqué. Si este secreto llegara a revelarse, muchos podrían reaccionar con temor al principio, mientras que otros intentarían explotarlo por dinero o convertirlo en el próximo gran enigma del gobierno.
Quedó encantada, quedó embelesada y por instinto avanzó unos pasos quedando su mirada fija en la enorme piedra color naranja
—Es hermoso.
Un comentario lo suficientemente alto para que Jim lo escuchara. En lugar de dirigir su mirada hacia donde Bridget observaba, sus ojos decidieron posarse únicamente en ella. La contemplaba como si fuera una obra maestra pintada por el mismísimo Leonardo Da Vinci.
Desde el primer día que la vio, desde que sus ojos azules se cruzaron con los de ella, quedó hechizado. Hipnotizado. Y cuando descubrieron que compartían los mismos gustos, sus sentimientos emergieron con fuerza. Hacía todo lo posible para estar cerca de ella: cambiar de asiento, compartir trabajos, leer juntos.
Ella lo había cautivado desde el primer instante, y él no lograba comprender cómo lo había conseguido. Su sonrisa, capaz de derretirlo; sus adorables pecas, que se dedicaba a contar cada vez que la veía dormida sobre su carpeta. Eran quince en total.
Algunos dirían que solo se dejó llevar por su belleza, pero no era así. Jim quedó fascinado, primero, por su personalidad. Lo físico quedaba en segundo plano, porque lo que realmente capturó su atención fue su interior, no su exterior.
¿Qué me hiciste Bree'?
Recorrieron el Mercado Troll guiados por Blinky. Toby no paraba de tomar fotos: capturaba las tiendas que encontraba, los troles que los observaban con sorpresa, e incluso a algunos que mostraban enojo o miedo. Jim también sacaba fotos, pero solo se enfocaba en aquellas en las que aparecía su adorable pelirroja.
Bridget tuvo la oportunidad de conocer a los Gnomos. En los cuentos que solía leer, se mencionaba que eran juguetones, traviesos, pero también adorables. Sin embargo, cuando vio a uno y quiso acariciarlo, este le respondió con un gruñido que la asustó.
Blinky le explicó que los Gnomos estaban allí únicamente por su servicio de limpieza, desmintiendo las historias que los describían como criaturas encantadoras. Más tarde, Toby los llamó para mostrarles de cerca una enorme piedra brillante conocida como la Piedra Corazón, la cual representaba la fuerza vital de los troles.
—¿¡Qué están haciendo estos humanos aquí?!.
No se habían dado cuenta de la presencia de varios troles que los rodeaban. Bridget, algo asustada, retrocedió un poco. Jim, protegiéndola, la colocó detrás de él y le pidió que no se separara.
—Estaba por explicarlo Draal.
—¡Nunca antes un humano había mancillado el suelo de Mercado Troll!—siguió reclamando el nombrado Draal—. ¿¡Quienes son estas bolsas de carne?!.
—Aunque no lo creas. Él es el... Cazatroles.
Algunos troles se miraron asustados y sorprendidos, murmullos empezaron a escucharse a su alrededor y la ira de Draal tan solo creció mas
—¡No puede ser el Cazatroles, él no es un troll!.
Bridget lo sujetó del brazo justo cuando el de piel azul alzó los puños. AAARRRGGHH los protegió, declarando con firmeza que el amuleto había tomado su decisión.
—¡Muestrale Jimbo!
—¡Por el poder...!.
—Gloria—le murmuro la pelirroja, corrigiendo su error.
—Claro. Por la gloría de Merlín, la luz del día esta bajo mi mando.
El caos se sembró en Mercado Troll, los Gnomos salieron huyendo al ver la armadura que rodeó al muchacho y una troll termino por desmayarse.
—Bastante genial ¿No?.
—Un humano, ¿Protegiéndonos?.
—¡Basurofia!.
—Yo soy Draal hijo de Kanjigar y el legitimo heredero del amuleto!.
Los ojos de Bridget se abrieron con sorpresa; ahora entendía el enojo del troll. Sin embargo, el amuleto había elegido, y ya no había marcha atrás. Lo único que quedaba era aceptarlo.
Pero Draal no estaba dispuesto a hacerlo. Enfurecido, intentó arrebatarle el amuleto al azabache. Una pequeña explosión de destellos azules los separó, dejando claro que el amuleto no se desprendería de su nuevo dueño.
El troll terminó amenazándolos con contarle todo a Vendel, pero a Blinky eso no pareció importarle, y el grupo continuó avanzando. Bridget, nerviosa, le dedicó una sonrisa mientras pasaba a su lado, recibiendo a cambio un gruñido y una mirada intimidante por parte de Draal.
Este se acercó a ella, olfateándola con curiosidad. En ese instante, Jim la tomó rápidamente de la mano, obligándola a alejarse. La mirada de Lake reflejaba una seriedad contundente, como si estuviera advirtiéndole al troll que no se acercara más ni intentara algo similar nuevamente.
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—¿Estás completamente segura de lo que dices Faradonga?.
La mujer se apartó dos pasos del estante de su biblioteca y se dispuso a mostrar un libro que llevaba de titulo Ignivox, que era conocido entre las hadas como el manuscrito perdido que contenía los secretos más oscuros sobre los Suplentes y la famosa historia de la Llamarada del Dragón
Muchos lo comparaban con el legendario Solis Manus, un grimorio que en su momento perteneció a la familia Valerious. En sus páginas se narraba la trágica maldición que pesaba sobre dicha familia y cómo solo un miembro logró sobrevivir al implacable ángel de la muerte que los acechaba.
—Se muy bien lo que vi Vendel. La niña es una hada de fuego.
El troll la miro con incredulidad—Las hadas de fuego fueron cazadas por Gunmar. Ninguna de ellas sobrevivió a la cacería—respondió.
Por unos instantes, la expresión de Faradonga osciló entre la intriga, la sospecha y la incertidumbre. Tomó nuevamente el libro y hojeó sus páginas hasta detenerse en la ilustración de la familia real. Eran los mismos reyes que habían aparecido repetidamente en los sueños de la pelirroja.
—Los reyes de Antaño fueron bendecidos por la llegada de una hermosa bebé—reconoció la rubia—Sin embargo nunca la mostraron ante el reino, permaneció oculta al igual que la reina Marion. La única vez que se la vio fue en Muerte Enfrente y desapareció luego de la muerte de Oritel.
—¿Qué estas tratando de decir Faradonga?.
Los ojos de la mujer se deslizaron entre las páginas del libro. La enigmática desaparición de Marion sembró dudas entre los habitantes del reino de Domino. Nunca se le volvió a ver, y con el tiempo se le dio por muerta. Pero, ¿Qué había sucedido con el bebé de los reyes?.
—Tengo la sospecha de que Marion supo encargarse de la protección de su heredera.
Fueron interrumpidos por la inesperada aparición de Draal. Faradonga cerró el libro de golpe y, con el ceño fruncido, dirigió una mirada severa al troll.
—El amuleto escogió a un humano.
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—¡Blinkuos Galadrigal!.
El grito de Vendel resonó en la forja, haciendo eco entre las paredes. Las trampas que Blinky había activado para entrenar a su pupilo fueron rápidamente desactivadas. Bridget observó con asombro la llegada de un troll anciano de piel blanquecina.
—Quiero conocer al humano que, según dicen, ha sido elegido por el amuleto —declaró mientras avanzaba hacia Toby—. Soy Vendel, hijo de Rangdall, hijo de Gilfred.
—Eh... Toby, hijo de Ralph. Vivo con mi Nana —respondió el joven, algo incómodo.
El anciano examinó al robusto muchacho con detenimiento, incluso tomó su teléfono móvil y, sin querer, lo destruyó al manipularlo torpemente. Luego, Vendel le pidió que conjurara el encantamiento, pero Bridget lo interrumpió señalando al verdadero elegido.
—Es lo que dijo Draal... ¡Ridículo! —opinó Vendel, ganándose una mirada de reproche por parte de Bridget—. Aunque, claro, el amuleto tiene fama de tomar decisiones cuestionables, como bien sabemos.
—¿De quien habla?.
—Blinky entreno a otros Cazatroles—AAARRRGGHH respondió a la duda del azabache—. Unkar el desafortunado.
—¿Por que desafortunado?.
—Quedó destrozado en un día. Miembro por Miembro.
Jim y Bridget intercambiaron miradas llenas de horror, mientras el azabache pasaba las manos por su rostro. El miedo lo estaba consumiendo; de hecho, la palabra "miedo" quedaba corta. Terror y pánico describían con mayor precisión lo que sentía.
Su destino parecía estar peligrosamente cerca de la muerte. Apenas tenía dieciséis años, un simple adolescente cuyos mayores problemas deberían limitarse a la escuela y los estudios. No a troles.
—Si el amuleto fue certero. La boca de la verdad va a revelarlo.
—¡Vamos!, el Maese Jim no lleva ni una hora entrenando.
Vendel siguió señalando el puesto a su costado. La pelirroja le sonrió al azabache, lo que pareció tranquilizarlo. Con un suspiro, se colocó sobre las enormes huellas en el suelo. De ese mismo lugar, emergió una extraña estatua
Al activarse, la estatua mostró unas afiladas cuchillas en forma de dientes
—Contemplen, la boca de la verdad—anunció Vendel—. Ella juzgará tu verdadero espíritu, inserta tu mando derecha Cazatroles.
—¿Va a salir completa, cierto?.
—Esa es la parte de la prueba.
—Dígame que esta bromeando—susurro Bridget hacía si misma—. Jim esto es una locura
Jim le sonrió despreocupado—. Estaré bien Bree'. Tobes ven ayúdame
El robusto asintió mientras se acercaba, advirtiendo que no metería su propia mano. Se agachó y formó una pequeña escalera con sus manos. Jim subió apoyándose en ellas y, tras soltar un suspiro, introdujo su mano
La boca se cerró de inmediato y los gritos no tardaron en resonar.
—No quiero mirar —murmuró la pelirroja, cubriendo sus ojos con las manos.
La boca soltó la mano del azabache, y este cayó sobre Domzalski, celebrando al recuperar su mano completa.
—¿Y que dijo la estatua?
—Es incierto.
—¿¡Incierto?! No vale repetir.
—¿Que significa incierto?.
—Significa, Cazatroles, que nunca ningún humano había sumado el mando—respondió el albino—La boca de la verdad necesita tiempo para dar su veredicto. Por ahora solo debemos esperar que vivas lo suficiente para saberlo.
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El camino de regreso a casa resultó tranquilo, sin ningún rastro de trolls asesinos persiguiéndolos esta vez. Sin embargo, lograron idear la excusa perfecta para la madre de Jim y Bridget. Toby, por su parte, no estaba preocupado; seguramente su Nana ya estaría dormida.
Bridget entró en su hogar y suspiró aliviada al ver a su madre profundamente dormida en uno de los sillones. Con cuidado, tomó una sábana y la cubrió, aunque no pudo evitar que su mirada se detuviera en las quemaduras de sus propios brazos. Ese detalle le hizo bajar la vista, sintiendo un peso en el pecho.
Subió a su habitación y, al llegar a su cama, se dejó caer agotada. Había sido un día largo, lleno de emociones difíciles de procesar. Su mente no dejaba de darle vueltas a la idea de confesarles a sus amigos su verdadera naturaleza. Las inseguridades la consumían, y el miedo se apoderaba de ella. ¿Qué pasaría si comenzaban a temerle? ¿Y si la veían como un monstruo? La sola idea la atormentaba.
Con un suspiro frustrado, se cubrió con las sábanas, buscando refugio en el sueño. Finalmente, el cansancio la venció, y se sumergió en los brazos de Morfeo.
Sin embargo, con el paso de las horas, su cuerpo comenzó a moverse inquieto. Su ceño se fruncía ocasionalmente, y extraños murmullos escapaban de sus labios. De repente, sus ojos se abrieron de golpe, pero ya no eran los mismos. Un intenso color blanco los dominaba, como si algo más hubiera tomado el control de su cuerpo.
Editado
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