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❛ 𝑯𝒂𝒕𝒆 𝒂𝒕 𝒇𝒊𝒓𝒔𝒕 𝒔𝒊𝒈𝒉𝒕 ❜

❛ 𝑰'𝒎 𝒔𝒎𝒂𝒓𝒕𝒆𝒓 𝒕𝒉𝒂𝒏 𝒂 𝒅𝒂𝒖𝒈𝒉𝒕𝒆𝒓 𝒐𝒇 𝑨𝒕𝒉𝒆𝒏𝒂 ❜

❛❛ 𝘎𝘦𝘵 𝘪𝘯 𝘵𝘩𝘦 𝘸𝘢𝘵𝘦𝘳


𝘋𝘰𝘯'𝘵 𝘮𝘪𝘴𝘵𝘢𝘬𝘦 𝘮𝘺 𝘵𝘩𝘳𝘦𝘢𝘵𝘴 𝘧𝘰𝘳 𝘣𝘭𝘶𝘧𝘧

𝘠𝘰𝘶 𝘩𝘢𝘷𝘦 𝘭𝘪𝘷𝘦𝘥 𝘮𝘰𝘳𝘦 𝘵𝘩𝘢𝘯 𝘦𝘯𝘰𝘶𝘨𝘩

- EPIC THE MUSICAL - ❜❜

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SERINE

ODIABA A JACKSON. Soportarlo una vez estaba bien, pero tener que ver su cara cada maldito día era una tortura. Era su guía, no niñera. Siempre me metía en problemas, ahora tenía el doble de los que solía tener con mi sola existencia.

El incidente con el lavabo había sido un buen recordatorio para todos del odio que sentían hacia mí, la bruja maldita. Empezaron a esconder mi ropa de nuevo o romperla. Algunos días despertaba con pegamento o chicle en el cabello y los más bromistas escribían bruja en todas mis cosas. Por más estúpido que fuera Jackson, no era sordo ni ciego, a veces me preguntaba el porqué del odio de todos hacia mí. Sé que no estaba bien, pero lo insultaba hasta que se decidiera ir. Si pensaban que era mi amigo, lo excluirían. Era mejor que me odié como el resto, a que terminé siendo una paria.

— ¿A dónde vas? - me preguntó Juliette, adormilada a mi lado

El rincón que teníamos en la cabaña de Hermes era muy pequeño, parecíamos salchichas aplastadas unos contra otros. Era imposible que alguien no notara cuando uno se levantaba.

— Voy a caminar.

— ¿Cómo ayer? No estás regresando a dormir - me susurró

— Prefiero dormir en el bosque que con estos bromistas - suspiré antes de levantarme.

Ella volvió a dormir y me fui con cuidado, sin despertar a nadie. El bosque era un lugar muy poco cómodo para dormir y las ninfas se molestaban con facilidad, esta vez, preferí dormir junto al lago. No sería tan malo.

Lamentablemente, la vida me odia más de lo que yo la odio a ella. Ahí estaba ese insoportable niño torero viendo al mar, creyéndose un cantante en un videoclip musical. Merecía obtener algo de alegría estos días, lo iba a asustar. Me acerqué sigilosamente al semidiós como una espía.

— ¡BU! - exclamé desde atrás, asustándolo.

Al parecer, como siempre, mi idea no fue la mejor y asustar al "no" hijo de Poseidón iba a acabar en una manga de agua lanzándome al lago. Un punto menos para mí, no sabía nadar.

— ¡SERINE! - gritó Percy

Por un momento, sentí cómo todo acabaría. ¿Qué le diría a mi padre cuando lo viera en el Inframundo? ¿Me perdonarías? Probablemente, ni siquiera este junto a él y termine en los campos de castigo, encontraría a puros pervertidos e idiotas y sufriría eternamente. No me despedí de mis amigos, ¿me extrañarían? Serían los únicos que lo harían. No puede ser que lo último que vea en este mundo sea el rostro de un hijo prohibido, como yo. Debería de ver el rostro de la persona más bella del planeta, el de Harry Potter.

Sentí cómo me hundía y mi cuerpo dejó de moverse. Todo pasaba en cámara lenta, mis guantes se aflojaron con el agua, perdiéndose en el lago. Todo era tan tranquilo, tan silencioso y tan oscuro.

Cerré los ojos, esperando una muerte rápida, cuando los brazos de Percy tomaron los míos y me obligaron a salir del agua. Pese a mis intentos de patadas submarinas y varios puñetazos, no logré hacer nada, el agua estaba empezando a ahogarme y mi fuerza se debilitaba. De alguna manera, él logró que una corriente de agua nos devolviera al muelle. Aún no controlaba sus poderes.

Ambos caímos de cara contra la madera, yo solo tosía toda el agua que me estaba ahogando mientras lloraba.

— ¿QUÉ TE PASA? - gritó Jackson - PUDISTE HABER MUERTO. ¿POR QUÉ ME PATEABAS?

Yo solo lo ignoraba mientras agachaba mi cabeza, odiaba que me vean llorar.

— ¿Serine? - se acercó sigilosamente a mí, tocando mi mano.

Me tensé tanto como una roca y lo aparte bruscamente.

— ¡DEJAME EN PAZ! ¡SOLO ALÉJATE DE MÍ, JACKSON! ¡¿ACASO PEDÍ TU AYUDA?!

— ¿Crees que dejaría que te ahogaras?

— ¡Sí! SOLO MÉTETE EN TUS PROPIOS ASUNTOS Y DEJA DE ENTROMETERTE EN MI VIDA.

Él me miraba con enojo y frustración. No quería seguir viendo la misma expresión que todos tenían al verme. Me fui corriendo tan rápido como pude al bosque, hasta que el aire en mis pulmones empezaba a pesar y sienta que cada pisada que daba era en lava hirviendo. Cuando no pude seguir, me deje caer en suelo.













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Todo el día me había escondido en el bosque, no salía a comer ni a nada. Juls, Ivy y Theo estaban acostumbrados a mis desapariciones espontáneas. Había días que solo necesitaba estar sola. No siempre podía tratar de estar feliz y fingir que no pasaba nada o que no me importaba lo que el resto hacía. Esto era un lugar para que los semidioses encuentren amigos y estén felices y seguros o un infierno. Mi cabello empezaba a lucir como un puercoespín, mis ojeras cada día estaban más notables y le tendría que robar ropa de repuesto a Quiron. Si le decía lo que pasaba, iba a "solucionar" las cosas, lo que terminaba en más odio. Él no lo hacía mal, muchos se calmaban por un rato, pero el resto de estúpidos solo escuchan lo que querían.

Captura la bandera ya había comenzado, logré sacar un par de guantes en la mañana y una espada, por si acaso. Estaba escondida entre los árboles cerca de un riachuelo. Cuando noté cómo Clarisse y cinco de sus hermanos estaban a punto de matar a Jackson, no haría absolutamente nada.

Solo oía los gritos de batalla, algunos cortes, sonidos de espadas, nada fuera de lo común. Aunque debía admitir que las ganas de sobrevivir de él eran menores a las mías por sus elocuentes comentarios que cavaban su propia tumba.

Dos tipos se abalanzaron sobre él mientras Clarisse se burlaba.

— Ahora alguien ya no tiene a la maldita bruja para que lo proteja. Lástima que ella no esté aquí contigo, podría patearles el trasero a los dos, pero como solo estas tú, supongo que tendré que cortar todo ese cabello de paja que tiene.

— ¡¿QUÉ DIJISTE DE MI CABELLO?! - grité furiosa

— Ay, mira. Llego tu niñera. Bienvenida al juego, Serine.

Ataque a algunos de sus hermanos con mi espalda, dándoles en los muslos o brazos; esto era relajante. Me perdí tanto en mi diversión que, cuando mi atención volvió hacia el hijo de Poseidón, noté que al caer en el arroyo, todos sus sentidos se activaron. Él se puso de pie rápidamente para recibir a Clarisse y a sus dos hermanos. Al primero le dio un buen golpe en la cabeza y quitándole el casco, lo golpeó tan fuerte que cayó al agua como una pluma. Al segundo le estampó el escudo en la cara y para mi mala suerte estaba cerca de él, haciendo que el escudo golpeara mi nariz y haciendo que sangre sin parar. En mi cabeza tenía una enorme bola de un terrible golpe, dejando una marca.

Yo caí de espaldas hacia el arroyo, empapándome y perdiéndome la mejor golpiza que Clarisse pudo haber recibido.

— Hazlo de nuevo, Jackson. Me lo perdí.

— Cállate, Rousseau.

— Lo estás diciendo mal.

— No es mi culpa que tu apellido sea raro.

—¡Jo! —exclamó—. ¡Idiota! ¡Gusano apestoso!

— ¡ESTÁS INTERRUMPIENDO MI PELEA, CLARISSE! - grité, atizándola en la frente con la empuñadura y enviándola fuera del arroyo en medio de tambaleos.

Entonces oí chillidos y gritos de alegría, y vi a Luke junto a Isabella correr hacia la frontera enarbolando el estandarte del equipo rojo. Un par de chicos de Hermes le cubrían la retirada y unos cuantos apolos se enfrentaban a las huestes de Hefesto. Los de Ares se levantaron y Clarisse murmuró una torva

maldición.

—¡Una trampa! —exclamó—. ¡Era una trampa!

Trataron de atrapar a Luke, pero Isabella le cubría la espalda. Tal vez era la pareja más poderosa de todo el campamento, sabían perfectamente los movimientos del otro y sus energías se complementaban perfectamente, igual de amados por todos. Todo el mundo se reunió junto al arroyo cuando Luke cruzó a su territorio. El equipo azul estalló en vítores. El estandarte rojo brilló y se volvió plateado. El jabalí y la lanza fueron reemplazados por un enorme caduceo, el símbolo de la cabaña 11. Los del equipo azul agarraron a Luke y lo alzaron en hombros. Quiron salió a medio galope del bosque e hizo sonar la caracola.

El juego había terminado. Habían ganado.

— ¿En serio te dejaste usar como cebo?—le cuestione mientras me levantaba y trataba de limpiar la mancha de sangre de mi nariz. A este punto, iba a necesitar una rinoplastia. — ¿Caíste en los planes de los hijos de Atenea?

— ¡Te escuché, bruja! - exclamó Annabeth, quitándose su gorra de invisibilidad

— Siempre es un gusto tener tu molesta presencia, Chase.

— ¿Por qué siempre tienes que ser tan grosera?—suspiró Jackson

— ¿Y por qué tú siempre tienes que ser tan entrometido en las vidas ajenas?

Antes de que Percy fuera a responder, Annabeth se acercó a él.

—No está mal, héroe. —Miré, pero no estaba allí—. ¿Dónde demonios aprendiste a luchar así? — le preguntó.

—Me has usado como cebo. Me has puesto aquí porque sabías que Clarisse vendría por mí, mientras enviabas a Luke por el otro flanco. Lo habías planeado todo.

Annabeth se encogió de hombros.

—Ya te lo he dicho. Atenea siempre tiene un plan.

—Un plan para que me pulvericen.

—Vine tan rápido como pude. Estaba a punto de saltar para defenderte, pero al parecer la bruja te ayudó. —Se encogió otra vez de hombros y me miró con desprecio —. No necesitabas mi ayuda. —Entonces se quedó mirando el brazo de él—. ¿Cómo te has hecho eso?

—Es una herida de espada. ¿Qué pensabas?

—No. Era una herida de espada. Fíjate bien.

¿Había sido más listo que una hija de Atenea? Por los dioses, este momento se sentía como la gloria. Robaría todo el chocolate que podría para festejar.

—Sal del agua, Percy.

—¿Qué...?

—Hazlo y calla.

Percy le hizo caso inmediatamente y se debilitó tanto que sus piernas flaquearon, casi cayendo al suelo si no fuera por mis reflejos que lo sostuve entre mis brazos.

— Es la segunda vez que nos pasa esto, Jackson. —Me burlé

— Cállate, Rousseau. Prefiero terminar en el suelo, suéltame.

— Como lo ordenes, torero. — Sonreí antes de dejarlo caer abruptamente al suelo.

— ¡Auch! - exclamó de dolor el azabache.

—Oh, Estige —maldijo Annabeth—. Esto no es bueno. Yo no quería... Supuse que habría sido Zeus.

— Para ser hija de Atenea, fuiste muy tonta, Chase. Hasta yo me di cuenta.

— Cállate.

— Te juro que cualquier día de estos, vas a terminar como pollo rostizado. —Señalé mis guantes a lo que se tensó.

En eso se escuchó un gruñido, monstruo. Mis ojos se encontraron con los de Theo entre toda la multitud, me dio la señal. Hoy no moriría ni un semidiós por el ataque.

Los vítores de los campistas cesaron al instante. Quiron gritó algo en griego clásico:

—¡Apartaos! ¡Mi arco!

Desvaine mi espada, al igual que Annabeth. Juliette llegó corriendo, tomando su arco; Ivy con sus cuchillas, tenían diferentes venenos, los que podrían provocar desde una picazón insoportable hasta dejarte en la enfermería por semanas.

En las rocas situadas encima de nosotros había un enorme perro negro, con ojos rojos como la lava y colmillos que parecían dagas. Miraba a Jackson fijamente.

Nadie se movió, y Annabeth gritó:

—¡Percy, corre!

El muy tarado se quedó embelesado viendo a Ivy, casi parecía haber perdido las neuronas de su cerebro, mientras una herida recién de su brazo se curaba.

Traté de interponerme entre el dicho y él junto a las demás, pero el maldito perro era demasiado rápido. Nos saltó por encima, Juls logró lanzarle una flecha.

Por mucho que quisiera su muerte, prefería matarlo yo misma. Lo empujé lo más fuerte que pude, liberando un poco mi molestia hacia él y el animal cayó encima de mí. Para sorpresa de nadie, casi todo el campamento ignoró mi casi muerte, a excepción de mis amigos. Me había hecho una herida muy fea en el abdomen y mi ropa se empezaba a teñir de roja, debí de usar una armadura.

Sin embargo, el perro percibió el olor de Percy y fue hacia él, clavando sus garras en él. Lo mataría en cualquier momento. Odiaba hacer esto, pero era la más cercana a ellos. Me quité mi guante derecho, haciendo que la mayoría retrocediera temorosos para acercarse al animal y tocarlo. El calor intenso desde mi pecho recorrió mi cuerpo hasta la palma de mis manos, sentía un cosquilleo púnante en la yema de mis dedos mientras mi mano se convertía en fuego puro. Toqué al animal que se convirtió en polvo, de un milagro. Las llamas habían logrado evadir a Percy, no tenía ni una sola quemadura, como si fuera inmune a mi fuego.

Volví a ponerme mi guante rápidamente antes de que él se diera cuenta de lo que pasó. Él seguía vivo. Me alejé de la escena mientras Ivy corría hacia él. Sus manos se llenaron de sangre mientras le quitaba la armadura. ¿Desde cuándo se interesaba por los nuevos campistas?

— ¿Estás bien? - le cuestionó la hija de Némesis al azabache

— ¿Desde cuándo es tan amable?—le susurre a Juls que corrió a verme

— No tengo ni idea - me respondió antes de ver mi herida—.

¡POR LAS BARBAS DE QUIRON! ¿¡QUÉ TE PASÓ!?

Bueno, ahora el cuerpo me falló y me tuve que sostener de mi rubia favorita. Noté cómo Jackson me miraba fijamente con una sonrisa burlona.

— ¿Qué quieres?

— Nada. Solo que creo ahora más en el karma.

— TÚ ESTÁS PEOR QUE YO.

Quiron trotó hasta nosotros, con un arco en la mano y el rostro sombrío.

—¡Di immortales! —exclamó Annabeth—. Eso era un perro del infierno de los Campos de Castigo. No están... se supone que no...

—Alguien lo ha invocado —dijo Quiron—. Alguien del campamento.

Luke e Isa se acercaron. Habían olvidado el estandarte y su momento de gloria se había esfumado.

—¡Serine tiene la culpa de todo! —vociferó Clarisse—. ¡Serine lo ha invocado! ¡Seguro quería llamar aún más la atención!

—Cállate, niña —le espetó Quiqui.

Isabella se acercó a mí.

— ¿Estás bien, Serine?

— He estado peor.

— Has sido muy valiente. —Me sonrió dulcemente

Observamos el cadáver del perro del infierno derretirse en una sombra, fundirse con el suelo hasta desaparecer.

—Estás herido — le dijo Annabeth—. Rápido, Percy, métete en el agua.

—Estoy bien.

—No, no lo estás - agregó Ivy.

— Solo escucha por una vez, Jackson. Deja de ser tan terco y métete al agua de una vez.

— No, Rousseau.

Ya estaba harta, con las pocas fuerzas que tenía, lo agarré del pelo y lo obligué a entrar al arroyo. Él, en venganza, me tomó del brazo, empujándome junto a él y volví a caer a ese maldito arroyo, pero esta vez estaba a su lado. Para evitar que el golpe sea peor, me sostuvo de la cintura, haciendo que la herida de mi abdomen chocara con su cuerpo y mi cara terminara entre su hombro y cuello.

— ¡Idiota! - nos quejamos ambos al caer.

El agua parecía mover la energía, el fuego que estaba dentro mío y apagarlo, calmarlo. El dolor se esfumó en segundos y la sangre se iba junto con la corriente. Mi herida había desaparecido al igual que las de él. Cuando tuve la fuerza suficiente, logré pararme y apartarme de él, yendo con Juls. Era la única que se daba cuenta de lo que pasaba.

— ¿Qué pasa? —le cuestione

Ella señaló a Jackson. Eso fue muy rápido, rey de los sirenitos.

—Bueno, yo... la verdad es que no sé cómo... —intentó disculparse—. Perdón...

—Percy —dijo Annabeth, señalando.

Cuando el azabache alzó la mirada, se dio cuenta de las expresiones pasmadas de todos. La señal empezaba a desvanecerse, pero aún se distinguía el holograma de luz verde, girando y brillando. Una lanza de tres puntas: un tridente.

—Tu padre —murmuró Annabeth—. Esto no es nada bueno.

Bueno, su época de no ser excluido duró menos de lo que esperaba.

— Bienvenido al club, Jackson - le dijo Juls con asco.

Ivy le estaba dando una sonrisa cálida ante el miedo puro que irradiaba el chico.

—Ya está determinado —anunció Quiron.

Todos empezaron a arrodillarse, incluso los campistas de la cabaña de Ares, aunque no parecían nada contentos. Al parecer, no iba a ser una paria después de todo. Juls me dio una pequeña patada en la pierna para que me arrodillara junto a ella.

— Si me voy a arrodillar ante un hombre, no lo hare sola. Llevaré esta humillación hacia la tumba. —Me susurró a lo que sonreí. Amaba a esa rubia.

—¿Mi padre? —preguntó perplejo el hijo prohibido.

—Poseidón —repuso Quiron—. Sacudidor de tierras, portador de tormentas, padre de los caballos. Salve, Perseus Jackson, hijo del dios del mar.

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