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02:00

El viento frío soplaba a través de las ventanas ligeramente entreabiertas. La atmósfera dentro del coche estaba cargada de tensión, un silencio casi palpable acompañaba cada movimiento.

—¿Qué pasa? —preguntó Roseanne, visiblemente nerviosa, mientras observaba a Jennie salir del coche y acercarse a la llanta delantera derecha.

Jennie se agachó para inspeccionar la llanta y, al ver el pinchazo evidente, susurró para sí misma. —Genial, justo lo que necesitábamos.

El sonido constante del goteo proveniente del maletero se hacía más molesto en medio de la tranquilidad de la noche. Jennie sintió que su estrés aumentaba con cada gota que caía.

02:10

Mientras Jennie buscaba en el maletero el equipo necesario para cambiar la llanta, Roseanne se quedó en el asiento del copiloto, mirando alrededor con preocupación.

—¿Todo bien? —preguntó Roseanne, tratando de sonar más tranquila de lo que se sentía.

—No, no está todo bien. No tenemos una llanta de repuesto adecuada —respondió Jennie, con un tono de frustración que no podía ocultar.

Justo en ese momento, unas luces brillantes aparecieron en el horizonte. Jennie sintió un leve alivio al ver un SUV grande acercarse a ellas. El vehículo se detuvo y el conductor, un hombre con un semblante amistoso, se acercó.

—¿Necesitan ayuda? —preguntó el hombre, con una sonrisa que parecía genuinamente preocupada.

Jennie, aliviada, se acercó rápidamente. —Sí, por favor. La llanta está pinchada y no tenemos repuesto. ¿Podría ayudarnos?

—Claro, no hay problema —dijo el hombre, mientras se agachaba para revisar la llanta.

02:20

El hombre del SUV trabajó con habilidad en el cambio de llanta, moviéndose rápido y con confianza. Jennie y Roseanne se mantuvieron cerca, observando con gratitud. La luz del SUV iluminaba la escena, creando un contraste nítido con la oscuridad que envolvía la carretera.

—Gracias, de verdad. No sé qué habríamos hecho sin tu ayuda —dijo Jennie, intentando sonar sincera a pesar de su creciente ansiedad.

—No hay de qué. Solo cuídense en el camino —respondió el hombre mientras terminaba de colocar la llanta de repuesto.

Una vez que el trabajo estuvo hecho, el hombre se despidió y volvió a su SUV. Jennie y Roseanne volvieron a subir al coche, y Jennie encendió el motor con un respiro profundo.

02:30

El coche continuó su viaje, pero la tranquilidad fue breve. Jennie observó luces parpadeantes a lo lejos y su corazón se aceleró. La patrulla de policía se aproximaba rápidamente. La luz de los faros de la patrulla iluminó el interior del coche momentáneamente, y Jennie sintió que el tiempo se ralentizaba.

—Oh no, una patrulla —murmuró Jennie, tratando de mantener la calma.

Roseanne, con el rostro pálido, asintió. —¿Qué hacemos?

Jennie mantuvo su mirada fija en la carretera, esperando que la patrulla pasará sin detenerse. La patrulla se acercó lentamente y, afortunadamente, continuó su camino sin hacer una pausa. Jennie exhaló un suspiro de alivio cuando las luces de la patrulla se desvanecieron en la distancia.

02:40

A medida que la tensión disminuía, Roseanne rompió el silencio. —¿Crees que alguien notará algo?

Jennie miró a Roseanne, tratando de evaluar su estado emocional. —No podemos permitirnos pensar en eso. Tenemos que concentrarnos en llegar a nuestro destino. La situación es lo que es, y debemos seguir adelante.

Roseanne asintió, pero sus manos estaban temblorosas mientras se aferraba al borde del asiento. —¿Dónde exactamente vamos? ¿Tienes un plan?

Jennie se mantuvo enfocada en la carretera. —Sí, ya he pensado en un lugar. Hay un bosque, ya estamos parcialmente cerca. Podría ser un buen sitio para deshacernos de... lo que llevamos.

02:50

Mientras el coche avanzaba, el sonido constante del goteo proveniente del maletero parecía amplificarse en el silencio de la carretera desierta. Cada gota que caía resonaba en el interior del coche, amplificando la sensación de angustia que ambas sentían.

—Ese goteo es como un recordatorio constante de lo que estamos haciendo —comentó Roseanne con voz temblorosa.

Jennie asintió, sin poder evitar que el peso de la situación la afectara. —Lo sé. Es inquietante. Pero debemos mantenernos concentradas.

A medida que la tercera hora del viaje llegaba a su fin, Jennie y Roseanne seguían avanzando por la carretera desierta. La oscuridad de la noche parecía aún más densa y opresiva. El sonido del goteo seguía marcando el ritmo de su viaje, y la preocupación por el futuro continuaba creciendo.

Jennie estaba inmersa en sus pensamientos, tratando de mantener el control de la situación mientras pensaba en los próximos pasos. Roseanne, a su lado, se sumía en un silencio reflexivo, consciente de la gravedad de sus acciones.

El viaje se extendía ante ellas, y la sensación de incertidumbre era palpable. Mientras la carretera seguía su curso, Jennie y Roseanne tenían que enfrentarse a las consecuencias de sus decisiones y prepararse para lo que les esperaba.

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