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3

La lluvia había disminuido, dejando el asfalto mojado y el cielo oscuro a su alrededor. Las gotas golpeaban el techo del coche como un eco lejano, mientras el reloj en el tablero avanzaba hacia la 01:15. El silencio entre Jennie y Roseanne era pesado, cargado de todo lo que no decían, de las miradas furtivas que compartían y de los recuerdos de lo que habían hecho. La tensión se mantenía constante, cada kilómetro un recordatorio de que estaban cada vez más lejos de la seguridad, y más cerca del peligro.

"Lover of mine, maybe we'll take some time" sonaba en la radio, su tono suave llenando el vacío incómodo dentro del coche. Jennie no pudo evitar que su mente vagara hacia los años que había pasado en silencio, deseando que Roseanne la mirara de otra manera, que supiera lo que ella sentía. Pero ahora, lo que las unía no era el amor, sino un secreto peligroso.

—Tenemos que parar pronto —murmuró Roseanne, su voz rompiendo la atmósfera densa—. Necesito despejarme un poco, y… —Sus ojos bajaron, evitando el retrovisor—. Quizá sea buena idea revisar el coche.

Jennie asintió sin apartar la vista de la carretera. Cualquier excusa para dejar de sentir el peso de la maletera.

—Hay una gasolinera a unos minutos de aquí —dijo Jennie.

Las luces de la estación de servicio aparecieron a lo lejos, brillando a través de la niebla y la lluvia ligera. Jennie condujo lentamente hacia una de las bombas y apagó el motor, sintiendo un ligero alivio al detenerse. No sabían cuándo podrían volver a descansar, así que cada minuto de pausa era crucial.

01:20

Jennie salió del coche primero, sintiendo el frío aire nocturno pegarse a su piel. Se encogió dentro de su chaqueta, manteniéndose cerca de Roseanne, quien caminaba a su lado, siempre un paso detrás, siempre observando.

Un hombre de mediana edad se acercó a ellas, con el uniforme de la gasolinera manchado de grasa y una sonrisa cansada en el rostro.

—Buenas noches —dijo él, con un tono amable y neutral—. ¿Cuánto les pongo?

—Lleno, por favor —respondió Jennie, mientras sus ojos observaban los alrededores, buscando cualquier señal de que alguien estuviera prestando demasiada atención a su coche. Todo parecía tranquilo, por ahora.

El hombre comenzó a llenar el tanque, y en ese momento, su mirada se desvió hacia la parte trasera del vehículo. Jennie siguió su línea de visión y sintió que el estómago se le caía al suelo.

—Oye, la maletera está entreabierta —comentó el hombre, con la naturalidad de quien solo está intentando ser útil—. Puedo cerrarla por ustedes, si quieren.

—¡No! —Jennie salió disparada, su voz más aguda de lo que había querido. Llegó al maletero antes de que el hombre pudiera moverse y, con manos temblorosas, lo cerró firmemente. El miedo corría por su cuerpo como un río helado. Había estado a solo segundos de descubrirlo todo.

El hombre levantó una ceja, pero no insistió. Jennie forzó una sonrisa.

—No se preocupe, ya está.

Roseanne, que hasta ese momento había estado en silencio, se acercó y sacó dinero del bolsillo.

—Voy a pagar —dijo rápidamente, alejándose hacia la tienda. Jennie la siguió con la mirada, consciente de que ahora tenían que ser más cautelosas.

01:30

Dentro de la tienda, el calor y el olor a plástico viejo golpearon a Roseanne mientras se acercaba a la caja registradora. Los neones de colores brillaban, reflejándose en los estantes llenos de productos al azar. Mientras pagaba por la gasolina, Jennie se movía entre los pasillos, buscando lo que necesitarían más adelante. Pala, guantes, cinta adhesiva. Cada objeto era como una prueba física de lo que planeaban hacer, y cada segundo que los tocaba, la sensación de culpabilidad crecía dentro de ella.

Jennie eligió una pala pequeña, lo suficientemente discreta como para no levantar sospechas, pero lo suficientemente útil para lo que necesitaban. Unos guantes gruesos y una linterna completaron la lista. Su corazón martillaba en su pecho mientras caminaba hacia la caja, esperando que el hombre no hiciera preguntas. No podían permitirse más contratiempos.

El encargado echó una mirada rápida a los artículos cuando los puso sobre el mostrador.

—¿Están de excursión o algo? —preguntó de forma casual, mientras pasaba los productos por el lector.

Jennie tragó saliva, intentando parecer relajada.

—Sí, algo así —respondió con una sonrisa tensa.

El hombre asintió, aparentemente satisfecho con la respuesta, y volvió a su trabajo. Cada segundo que pasaba parecía un reloj de arena, cada grano de arena cayendo con el peso del miedo.

01:40

De vuelta en el coche, Roseanne miraba la bolsa con las compras de Jennie, sus dedos aferrándose con fuerza al volante. Sabía que no debían haber comprado esas cosas allí, pero no tenían otra opción.

—Esto... esto se está complicando más de lo que pensé —murmuró Roseanne, su voz temblando levemente.

Jennie no dijo nada. Sabía que cualquier palabra ahora solo haría que el miedo de Roseanne creciera, y no podían permitirse que perdiera el control. No ahora. Había sido su decisión ayudarla, y ahora no había vuelta atrás.

"When I take a look at my life and all of my crimes. You're the only thing that I think I got right" continuaba la canción en la radio, creando una ironía oscura en el interior del coche. Jennie se sumergió en sus pensamientos, recordando cómo solían ser las cosas entre ellas. Si alguien le hubiera dicho que estaría ayudando a Roseanne a encubrir un asesinato, jamás lo habría creído.

—Jennie… —la voz de Roseanne la sacó de su ensoñación—. Gracias.

Jennie asintió, incapaz de encontrar palabras. El peso de lo que estaban haciendo era un recordatorio constante de que las cosas entre ellas nunca volverían a ser simples. Este era su nuevo mundo, un mundo donde el peligro y el amor se entrelazaban de formas peligrosas.

01:50

El sonido llegó primero, un crujido sordo que cortó el aire. Jennie lo sintió más que escucharlo, un pequeño tirón en el coche que indicaba que algo no estaba bien.

—¿Qué fue eso? —preguntó Roseanne, alarmada.

Jennie intentó mantener el control del coche, pero el volante comenzó a vibrar. Sabía lo que había pasado antes de siquiera salir a comprobarlo. El coche disminuyó la velocidad hasta detenerse completamente al lado de la carretera. Jennie apagó el motor y respiró hondo antes de hablar.

—Creo que se nos ha pinchado una llanta.

Ambas se quedaron en silencio, mirando al frente, mientras la oscuridad a su alrededor se cerraba más y más. El reloj del salpicadero marcaba la 01:55.

***
lover of mine la canción de inspiración

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