𝑻𝒉𝒆 𝒄𝒉𝒐𝒔𝒆𝒏 𝒃𝒓𝒊𝒅𝒆|ᴮᵃʳᵒᵘ
𝗙𝗲𝗺 𝗥𝗲𝗮𝗱𝗲𝗿 𝘅 Viking king Barou.
ᴡᴏʀᴅ ᴄᴏᴜɴᴛᴇʀ⇢ 2290
ᴘʟᴏᴛ⇢ De la corte francesa a un matrimonio arreglado con un rey bárbaro.
ᴡᴀʀɴɪɴɢ⇢ arranged marriage, enemies to lovers, rough sex, breeding kink.
Parte 1/?
Nota: no corregí el one shot, por lo que seguramente tenga mejoras en unos días.
Desde que era pequeña mi padre repetía una y otra vez a mis oídos «No puedes imaginar el futuro que escogí para tí». Claro que, hasta mis veintidós años, no me quedó más que fantasear con el significado de ello, porque él afirmaba que no quería poner celosas a mis hermanas.
Inmensa fue la desilusión que me llevé al enterarme la verdad, aquí estaba, comprometida con un rey bárbaro que me examinaba como si de un insecto se tratara. Su mirada petulante se posó en mis pechos y luego en mis caderas.
—Me la quedo. —Así sin más, el rey Barou sentenció mi destino a ser su esposa.
A los nobles a su alrededor pareció no agradarles mucho la idea, uno de ellos se atrevió a hablar y le comentó algo en nórdico, idioma que Chiguiri no hace mucho comenzó a enseñarme.
—Sus caderas son gruesas, sus pechos grandes y su piel es rosada. Lady D'angelo parece mucho más fértil que todas nuestras mujeres, quien me desafíe otra vez limpiará su propia sangre de la piedra bajo mis pies.
Chiguiri y yo intercambiamos miradas, el comentario habría sido acerca de mi apariencia desigual comparada con las mujeres vikingas. Yo no era alta y esbelta, mi estatura no pasaba el metro sesenta y mis vestidos debían ser hechos a medida porque mis pechos no cabían en cualquier corset, algo que mi futuro esposo parecía gozar.
El rey Barou era inmenso, razgos pronunciados y cabello negro que caía lacio y largo casi sobre sus hombros. La forma en que se sentaba era amenazante, piernas abiertas, espalda recostada en el trono de madera... el aura a su alrededor transmitía peligro, mientras que cada palabra que salía de su boca era equivalente al rugido de un león. En mis años como noble, siendo hija del consejero del rey de Francia, jamás había presenciado algo así. Lo que yacía delante de mí no era un rey, sino una bestia.
Los ojos de la bestia se afilaron sobre Chiguiri en cuanto captó nuestro intercambio de miradas.
—¿Quién es ese?
Todas las miradas se dirigieron a Chiguiri, mi padre carraspeó con suavidad y contestó:
—Es el mentor de mi hija, él se quedará a su lado para enseñarle a hablar su idioma, mi lord.
Mi corazón parecía saltarse un latido cuando vi que Barou no despegaba sus ojos de él.
—Yo voy a ser quien le enseñe, fuera de mi reino.
Chiguiri no me dirigió una sola mirada, sabía lo que pasaba por su cabeza, tan solo una mirada podía confirmar las sospechas de Barou. Chiguiri, el hombre del que estaba enamorada, no volvió a dirigirse a mí... ni siquiera cuando se fue en el carruaje con mi padre, aún sabiendo que jamás volveríamos a vernos.
[ ... ]
Los días en mi nuevo hogar eran un martirio, tan solo la corte y mi prometido hablan mi idioma, pero no son personas muy agradables para conversar. Por lo que los días se resumen en leer y releer los diez libros que logré traer conmigo. Los aposentos que me corresponden son inmensos y opulentos para lo rústico que es este país, se ve que intentaron que se asemeje lo más posible a Francia, un detalle tierno si no fuera porque me ignoran constantemente.
Mi soledad y pequeñez, a comparación de los nórdicos, no me permitió escabullirme demasiado para inspeccionar el castillo. Era como un bicho raro a ojos de ellos, tengo la sensación de que me ven como a un conejo, las doncellas me miran con desdén, incrédulas de que un hombre de la estirpe de Barou se quiera casar conmigo... mientras que los sirvientes me miran con pena e intentan guiarme, incluso sin hablar la misma lengua.
—Carajo. —Murmuré, me había perdido entre tantas paredes de roca masisa.
—¿Qué haces en la zona de mis aposentos?
La piel se me erizó al escuchar tal áspera voz pronunciar un francés tan tosco. Me volteé con lentitud, frente a mí se erguía mi prometido, con quien no había intercambiado palabra desde que me abandonaron aquí. Su semblante soberbio e ilegible como siempre, sereno se le podría llamar también.
—Yo... me perdí. —Los nervios me carcomieron de tal forma que la voz salió con un tono reprimido e inseguro por mi garganta. Al ver su intensa mirada me vi obligada a apartar la vista de inmediato, algo que jamás me había pasado antes con un hombre, ni siquiera Chiguiri.
Sus ojos me recorrieron de pies a cabeza, cuando, de repente, su inmensa figura me acorraló contra la piedra. Mi corazón bombeó más fuerte, no podía respirar, era como si un león me estuviera por devorar... ¿acaso quería consumar nuestro tratado? No me extrañaría que estos bárbaros me violaran estando sola y desprotegida, ¿quién se preocupa por mí después de todo? Mi padre y Chiguiri claramente no.
—¿Mis súbditos no te tratan bien?
Levanté la mirada lentamente, encontrándome con una expresión distinta a la soberbia, parecía preocupado y molesto, su cuerpo sobre el mío como una barrera protectora. Sería mentira decir que no estaba anonadada por esta declaración tan repentina de su parte.
—Te hice una pregunta.
Consideré sus palabras por un momento, si su consideración por mí era tan grande... acusarlos ante este bárbaro no era una mala opción, pero quizá no la más astuta.
—N-no, mi lord. —Mentí, el nerviosismo que este hombre me provocaba era de proporciones inimaginables.
Aquella penetrante mirada bajó por mis ojos hasta mi cuello y pechos, observé su mandíbula tensarse y sus pupilas dilatarse, su pecho y pulso parecían correr a un ritmo más acelerado bajo las pieles que vestía. Sonreí un poco y, aunque intenté ocultarlo, sus ojos no tardaron ni un segundo en captarlo.
—¿Osas burlarte de mí?
Él profirió las palabras con indignación, pero con una intensidad que indicaba que por cualquier paso en falso terminaría con el coño follado... «¿Qué mierda estoy pensando? Es un bárbaro».
—Para nada... es solo que el rey parece tener ciertos gustos marcados.
¿De dónde había salido eso? Ni yo lo sabía, pero mi alma parecía extasiada por provocar a esta bestia. Incluso él se sorprendió, sus iris se volvieron oscuros y se relamió los labios.
—Mis gustos no importan, te elegí porque tus curvas son las más fértiles que he visto.
Esa frase provocó un incendio que se extendía por cada hoja de mi ser, había algo primitivo en esa frase que me quemó cada ápice de masculinidad percibida en mi vida. Quería estar en su cama, necesitaba que me llenara, la sangre me hervía como si de brujería se tratara... ¿qué era esta repentina infatuación que corroía mis entrañas?
⌈ Barou ⌋
Las mujeres de mi reino no me atraían y eso para un rey es un gran problema. Cada semana llegaban varios Jarl que ofrecían a sus hijas como amantes o esposas, pero ninguna despertaba mi interés, ninguna parecía merecedora de llevar mi descendencia.
No fue hasta que un cierto rey francés tuvo una crisis y me propuso la mano de una de sus doncellas a cambio de algunas riquezas. Al inicio, un trato que acepté por cortesía, no sentía interés por ensuciar la sangre vikinga... hasta que la vi entrar por la puerta y mis ojos se extasiaron ante tal señal de los Dioses. Mi polla se puso duro, la necesidad de tumbarla en el suelo y derramar la primera carga dentro me corroía... pero su expresión de tristeza y terror apaciguó mis instintos.
—¿Está seguro que no me eligió por deseo?
Era alucinante que sus preciosas facciones pudieran mostrar una expresión tan lasciva como la que lucía ahora. La pequeña francesa estaba colmando mi paciencia, me provocaba como si días atrás no hubiera llorado horrorizada por casarse con un bárbaro. Era increíble, luego de verme obligado a vigilar la puerta de sus aposentos cada noche por creer que escaparía... la tenía delante de mí ansiosa por ser tomada.
La tomé del cuello con brusquedad, sin lastimarla o presionar, por un instante pareció asustarse. El contacto con su tercia piel me la puso dura al instante, desde que ella estaba en el castillo no había estado flácida. Me acerqué a su garganta y aspiré su embriagador perfume europeo.
—Lo único que pensé fue que tu coño se vería precioso goteando mi semen... —lamí su mentón durante la pausa.
Podía sentir su corazón bombear desenfrenado y como su cuerpo no era capaz de mantenerse solo. Al erguirme otra vez, sus ojos rogaban que la tomara, por lo que decidí que era momento de reclamar a mi reina. La cargué sobre el hombro sin mucho esfuerzo, algo que la alarmó un poco, porque comenzó a forcejear y a exigirme que la bajara, nada que no se soluciona con una nalgada. Cuando mi mano impactó contra su culo, ella soltó un grito de sorpresa mezclado con un gemido. Reí ante esa reacción, a lo que ella golpeó mi hombro, acto que provocó de mi parte una carcajada aún más fuerte.
Al llegar a mis aposentos la arrojé en mi cama, ella me miró con las mejillas enrojecidas y las pupilas inundadas de lujuria. Dejé caer las pieles que reposaban sobre mis hombros y quité con facilidad la camisa que cubría mi torso, ___ mordió su labio y juntó con incomodidad sus muslos al verme. Sonreí soberbio, tomé su tobillo izquierdo y lo jalé hacia mí.
La tomé del cuello otra vez y devoré sus carnosos labios con necesidad, ella no dudó en seguirlo ya que parecía compartir mi enceguecido estado. Mi mano bajó con fuerza su escote, liberé esos cachorros torturados por el endemoniado corset, no pude aguantar las ganas de lamerlos y morderlos, los jadeos que robé de su boca eran lo más caliente que había escuchado.
⌈ Ella ⌋
Estaba jodida, pero no pude evitar entregarme. ¿Qué otra opción me quedaba más que disfrutar de los placeres que esta bestia ofrecía? El deseo por mí lo consumía, no iba a ser tan tonta de rechazar el sueño húmedo de toda mujer viva o muerta.
Su lengua empapaba cada rincón de mi expuesta piel y, al llegar a la zona de los muslos, arrancó mis bragas y lamió con fervor entre mis pliegues. Ningún hombre antes había hecho eso, el bárbaro estaba devorándome como mis premoniciones decían... pero de una manera embriagante. La saliva se deslizaba y goteaba sobre las sábanas; incluso, cuando las piernas amenazaban con cerrarse, Barou succionaba con más fuerza mi clítoris.
Luego de venirme en su boca, él emergió de entre mis muslos con la mirada de un león hambriento que arrinconó a su presa. Se relamió los labios y tragó todo fluido residual del orgasmo, mientras los pantalones anchos de cuero negro caían al gélido piso. Mis ojos se enfocaron en su grueso miembro, presemen brillaba en su glande y venas desvelaban lo macizo que era. Aún sabiendo que me embarazaría en el primer intento, rogaba que ya mismo lo pusiera dentro.
—Estás consciente de que si te tomo ahora no voy a parar hasta que tu útero rebalse... ¿seguro que quieres continuar?—Sus palabras eran bruscas, pero no pude evitar asentir. —Continuemos entonces.
Abrió mis muslos con firmeza y echó una mirada voraz, mientras con su pulgar abría un pliegues mojados.
—Ya estás lista.
Repentinamente, me giró como si fuera una pluma, mi mejilla contra la almohada y mis caderas alzadas. Pude sentir el calor de su cuerpo aproximarse al mío por detrás, sus gigantes manos afirmaron mi cintura en el lugar, la ansiedad era algo saboreable en ese momento. Su glande se hizo paso entre mis paredes, el estiramiento volteó mis ojos al cielo, cada centímetro que lograba tomar se sentía abrasador, pero tan satisfactorio.
Un gutural gemido hizo eco en cada esquina de la habitación cuando su pelvis chocó por primera vez contra la piel de mi trasero. Rígido y latente lo había engullido por completo en mi interior, mi coño lo lubricó tanto que podía sentir los fluidos deslizarse por mis muslos, la cama sería un desastre luego de que termináramos. Las embestidas fueron suaves al comienzo, como si el rey bestia estuviera en busca de mis límites, asustado de mi tamaño en comparación con él; aún así, cada entrada era precisa, los puntos más sensibles eran frotados con maestría e incrementaron el tono de mis jadeos. Pero, si bien la constancia se sentía deliciosa, mi paciencia tiene un fin y necesitaba que soltara por completo esa bestialidad que tanto obstentaba.
—Carajo, más fuerte, idiota.
Negar que la pronunciación de esas palabras fue algo violenta sería mentir, pero la ira de este hombre no era justificable. En un instante mi cabello fue jalado y mi coño estaba siendo brutalmente atacado, los gemidos se convirtieron en gritos que, a su vez, no podía oír porque el placer anuló todos mis sentidos. Sabía que no duraría mucho con este ritmo, podía sentir su sonrisa de satisfacción al verme inestable y completamente cogida.
Casi pierdo el conocimiento cuando el orgasmo consumió mi cuerpo, no podía pensar más que en su semen desparramándose dentro de mí. Sentía tanta paz, tanta satisfacción, ya no me interesaba Francia, Chiguiri o mi familia, estaba feliz follada en esa cama.
⌈ Barou ⌋
Su coño recién fertilizado se tensaba, en un pobre intento de derramar mi semen, a lo que tomé sus caderas para ponerlas en una posición que mi carga fuera directo hacia su cérvix, con los dedos recogí el semen derramado y los hundí despacio dentro de sus cálidos pliegues recién abusados por mi polla.
Mi reina me miró algo atontada y confundida por el orgasmo ensordecedor que le había dado, a lo que sonreí orgulloso y satisfecho.
—Hasta que tu vientre crezca, tu coño va a estar relleno cada noche.
Holaaa después de tanto tiempo, vine con mi fetiche de vikingos.
Espero les haya gustado el one shot, creo que voy a hacer una continuación luego de este cap si les gusta lo suficiente.
—SinnerDolly 💕
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