𝑺𝒆𝒍𝒇 𝒄𝒐𝒏𝒕𝒓𝒐𝒍 | ⁱᵗᵒˢʰⁱ ʳⁱⁿ
𝗙𝗲𝗺 𝗢𝗺𝗲𝗴𝗮!𝗥𝗲𝗮𝗱𝗲𝗿 𝘅 𝗔𝗹𝗳𝗮!𝗥𝗶𝗻.
Pedido Islana0320 (creo, porque se cambió el nombre de usuario y la tuve que estalkear).
ᴡᴏʀᴅ ᴄᴏᴜɴᴛᴇʀ⇢ 3806
ᴘʟᴏᴛ⇢ Sí, tu eras una omega y Rin un alfa, pero eso no era garantía de nada, no funcionaban juntos, ni siquiera tenían tema de conversación. Hasta que el instinto se despertó.
ᴡᴀʀɴɪɴɢ⇢ ᴏᴍᴇɢᴀᴠᴇʀꜱᴇ, ᴇɴᴇᴍɪᴇꜱ ᴛᴏ ʟᴏᴠᴇʀꜱ, ᴛᴏxɪᴄ ʀᴇʟᴀᴛɪᴏɴꜱʜɪᴘ?
Uno de los primeros recuerdos que tengo, alrededor de mis cuatro años, es jugar con un niño aburrido y desabrido que mis padres traían a casa. Él casi no hablaba, las primeras dos horas creí que era sordomudo, ah, porque además elegía cuándo hacerme caso y cuándo no.
Tampoco sabía jugar, no seguía los juegos de muñecas... ni los de autos, videojuegos o todo lo que incluyera desarrollar la imaginación. Así que nuestras tardes se limitaban a juegos de mesa como ajedrez o damas, batalla naval y... ¿la guerra de los mundos? No, bueno, ese juego de tomar países que a veces dura horas. Como sea, era tedioso para mis diez años, y él lo notaba, porque cada vez que yo hacía pucheros, me convencía de una revancha y me dejaba ganar.
Fue hacia mis doce años que entendí algo sobre este mocoso pedante y sobrador, había llegado para quedarse. Y a mis padres les caía demasiado bien, mejor dicho, su familia y el futuro prometedor que rodeaba al alfa les encantaba.
No los culpaba, quiero decir... también querría una oportunidad así, si mi progenie naciera omega. Estamos hablando de protección, un matrimonio estable y un alfa que los respetara... el problema es que no soportaba a Rin, como que su personalidad y mi paciencia no congeniaban bien.
Él era tan poco expresivo, taciturno y obseso con sus metas. No me molesta un hombre con metas, pero no puedo estar con uno que me tendría en segundo lugar después de su avaricia, soy una omega, necesito un nido cálido y cuidados durante el celo. Y dudaba mucho que Rin pudiera llegar a cumplir ese aspecto.
No estábamos comprometidos, solo que nuestros padres eran socios, y bastante insistentes en reunirnos cada vez que podían, como si fuéramos idiotas que no se dan cuenta. Así llegábamos a situaciones como esta, parados en el balcón de la casa de mis padres, solos, mirando la fiesta empresarial en el jardín bajo nosotros. Un silencio que con los años se volvió, relativamente, más cómodo.
Lo observé de reojo, aún apoyada en el barandal.
—¿Por qué sigues con esto, Rin? —cuestioné curiosa, pude percibir algo de desconcierto de su parte en mi pregunta, así que decidí explayarme un poco más. —Ya sabes, con este jueguito de hacer como que cortejamos.
Sus ojos verdes se apartaron de los míos pensativamente. Como decidiendo qué respuesta darme, si mentir o no... aunque veía imposible que una mentira saliera de sus labios perfectos, porque sí, Rin podía cargar con uno o dos pecados capitales, pero mentiroso no era.
—Costumbre, instinto quizá—divagó un poco. —No tengo ganas de que mis padres me presenten a más hijas de sus amigos, puede que sí sean molestas, a diferencia de ti.
Solté una suave risa ante su respuesta tan seca y típica. No esperaba una declaración de amor, pero un "me caes bien", viniendo del témpano Rin, es como una.
Estaba a punto de hablar, cuando él me interrumpió.
—Ese chico parece estar esperándote.
Mi mirada se dirigió hacia abajo, encontrándome con Kunigami, el chico con el que llevaba saliendo un mes y algo. Lo saludé efusivamente desde mi lugar, a lo que él rió.
—¡Ya bajo! —exclamé, y Rensuke asintió. Al voltearme, Rin lo observaba con el mismo desinterés que ve a todo el mundo. —Deberías sonreír, ya terminó nuestra tortura—le di un golpe amistoso en su antebrazo, él se limitó a darme un vistazo, tan frío como siempre.
No le di mucha importancia, caminé hacia la puerta, tomé mi abrigo y fui hacia Reisuke, quien me recibió con un suave beso en los labios. Él tomó mi mano, mis mejillas se volvieron rojas, y su aroma me atontaba, pero toda esa ensoñación se disipó cuando escuché un gruñido venir desde el balcón.
Reisuke pareció no oírlo o quizá fingió no hacerlo, ya que emprendimos camino hacia la salida del recinto. Pero mi curiosidad fue más fuerte y levanté el mentón a ver de qué se trataba. Y, para mi sorpresa, allí estaba Rin, su figura esbelta y prominente parcialmente recargada en el barandal de piedra, con las manos presionando el granito hasta que su piel se pusiera blanca cual papel... como si se contuviera de saltar. Sus facciones seguían serias... y, si no fuera por sus ojos que destilaban veneno hacia Reisuke, no percibiría su temperamento descontrolado.
Mis instintos de omega gritaban peligro con letras rojas, y rogaban que huyera lo antes posible de esa situación. Para cuando reaccioné, ya habíamos salido por las grandes rejas de la entrada.
[ RIN ]
No me importaba, hace dos minutos me daba exactamente igual, pero verlo besarla y ponerle las manos encima... fue el detonante a tantas emociones nocivas que jamás tuve la desgracia de sentir hasta este preciso instante.
La garganta y el pecho me ardían como brasas encendidas, mi ira no permitía que apartara las manos del barandal, aunque mi piel sangrara por las rugosidades del granito. Mis ojos no se apartaban del imbécil que se la llevó.
"Quédate quieto, no te muevas" fue lo único que pude mentalizar para controlar lo incontrolable. Esa ráfaga de sentimientos nefastos que odiaba estar padeciendo. Hasta que ambos pasaron las puertas, y logré la suficiente voluntad para agarrar el paquete de supresores en mi bolsillo.
Me dejé caer al suelo y, ya sentado y con las manos temblando, pude llevarme las dos pastillas que tenía a la boca. Esperando que fueran suficiente para arreglar este ataque.
[ ... ]
Ajusté con fuerza los cordones de mis botines, haciendo tiempo para que mis compañeros salieran del vestuario. Y, ni bien el último salió, me llevé los supresores a la boca, tragándolos en seco. No volví a tener ataques, tampoco me arriesgué demasiado.
A pesar de estar en la misma universidad que ella, fingimos no conocernos al cruzarnos en algún pasillo, mutuamente sentimos tanto desinterés por el otro que nos repelemos en cuanto las miradas se cruzan... o eso creí hasta ahora.
Esto no es una situación de "soy un idiota y no sé leer indirectas", para nada, nuestro agobio por el otro es transparente. Ella se pasa de extrovertida y fantasiosa, es un puto libro abierto; en cambio, yo, no tengo imaginación más que para marcar goles, que están meticulosamente calculados.
—Rin, estamos calentando, ven de una vez.
Al salir a la cancha, mi instinto se enfocó en buscarla, y allí estaba. Sentada en las gradas, hablando hasta por los codos con cualquier desconocido, actitud casi arraigada a su ser... si no fuera porque conmigo se queda muda. Solté un bufido, estas cosas no me importaban hace tres semanas.
Debía hacer lo de siempre, jugar solo, de portería a portería y ganar invicto. Los partidos de aquí no eran más que relleno hasta obtener mi licenciatura en unos meses y ser comprado por los mejores equipos. En consecuencia, no había pasión en la cancha, ni oponente que llegara a mis talones. Hasta que vi a cierto idiota dar la cara como capitán del equipo contrario.
Otra vez esa sensación, contenerlo dolía, pero de alguna forma era menos tortuoso que la primera vez, quizá tomar diariamente supresores atenuó la reciente violencia de mi alfa. Aun así, la sed de sangre continúa, y esta era la oportunidad perfecta para destrozarlo.
[ READER ]
La hinchada contraria estaba en completo silencio, observando a sus jugadores estrella perder la esperanza ante su rival, Itoshi Rin, quien jugaba como un dios rabioso. El único que no bajaba los brazos era Rensuke, pero, a pesar de su 1,88 y su demoledor físico, no lograba más que el efecto de una mosca alrededor de Rin.
La actitud enceguecida de Rin era algo a contemplar también. Cuando él juega, parece participar en un torneo de ajedrez, lleno de estrategias y frialdad... pero en este instante se veía como un león asesinando a otra manada porque se acercaron a su territorio. No había pases, ni conciliación entre compañeros, solo una violación constante a la portería contraria a juego de Rin.
[ RIN ]
Mis propios compañeros intentaron comunicarme que estaba siendo excesivo, que haber marcado siete a cero ya nos daba la victoria, y no era necesario destruir la moral del otro equipo. Por más que los escuchara, no lograba disipar esa niebla que demandaba ver a este idiota desmoronarse.
Lo veía caer milímetro a milímetro en la amargura y la frustración, cuando su mediocridad le impedía, si quiera, tocar el balón. Cada que eso pasaba, la bestia dentro de mí se regocijaba de placer y exigía un mayor sacrificio.
Esa bestia no me liberó hasta que el silbato sonó. Entonces pude apreciar los cadáveres de hombre a mi alrededor, hasta llegar frente al mediocre que se robó a mi omega.
Él me miró con un semblante serio y tajante, intentando inútilmente ocultar su orgullo destrozado en noventa minutos. Mi ego ensombrecía la cancha, y los murmullos de la inminente victoria iban de boca en boca.
Pero, tantos espíritus asesinados, no fueron nada cuando ella se acercó, le extendió la mano y se marcharon juntos. Mientras él la escuchaba hablar, hablar, hablar y hablar... y yo era el mediocre que no le interesaba.
[ ... ]
[ READER ]
Observé mi rostro en el espejo del baño, la piel parecía algo reseca, aunque pasé la última semana orinando cada media hora de la cantidad de agua que tomaba. Sin contar las cremas hidratantes que agregué a mi rutina de belleza. A pesar de ello, no había caso, estaba seeeca cual planta en el desierto.
Limité mi respuesta a "tengo que estudiar, perdón :(". Luego bloqueé el teléfono y...
Un fuerte golpe de calor azotó mi anatomía, sin previo aviso, sin dolores de cabeza o mareos. Me sujeté fuerte del lavabo, intentando estabilizarme, mis ojos se encontraron con el reflejo de mi cara, una suave capa de transpiración se esparcía por ella. La piel me ardía y mi interior comenzó a picar de necesidad.
—Carajo—maldije.
Sabiendo que se trataba de un celo prematuro, mis dedos abrieron como pudieron el frasco de supresores, pasaron minutos, pero no hicieron efecto. El celo no llegaba hasta que tenías un alfa rondándote, o, en cuyo caso, una pareja estable. Los celos prematuros eran raros biológicamente.
Era tortuoso, mis dedos no servían, y si llegaba, no calmaban ni el 1% de mi calor. Mi piel se calentaba más y más con cada orgasmo fallido. Los supresores no servían, y consumir una mayor cantidad podía perjudicar mi salud.
A la hora, mi mente ya estaba ida por la frustración sexual, el instinto poseyó mi cuerpo, exigiendo un alfa que me dominara y desapareciera el dolor. Estaba perdiendo la cabeza... hasta que ese aroma mentolado inundó mis fosas nasales.
No había rastros de raciocinio que evitaran la persecución de ese delicioso aroma. Y mi último pensamiento racional fue cerrar la puerta de mi dormitorio al salir.
[ ... ]
La puerta se abrió sin necesidad que tocara, porque, al parecer, mi alfa tenía buen olfato también. Mis manos se movieron nerviosas tras mi espalda, en anticipación de conocer a quien se encargaría de quitarme esta molestia.
Una estela de luz rodeaba su figura de Dios griego, y sus ojos verdes se oscurecieron al recorrer mi cuerpo en pijama. Este nuevo estado era extraño, podía percibir cada movimiento que hacía, como sus parpados se entrecerraban al aspirar mi aroma, su manzana de adán subir y bajar al tragar, o su autocontrol evitando lanzarse sobre mí. El simple hecho de que fuera él me tenía goteando de necesidad.
[ RIN ]
Desperté agitado, con una dolorosa erección oprimida en la ropa interior y el aroma más dulce torturando mi psiquis. Sabía de quien se trataba, contener el instinto de correr detrás de ella hacía que mis músculos quemaran como el infierno, pero debía contenerme, porque no me quiere y está con otro.
Abrí el cajón de la mesa de noche, en búsqueda de mis supresores, dándome cuente que todos los putos frascos estaban vacíos. Rememorando que en cada ataque nocturno de estos olvidé reponerlos.
El olor a miel se volvió más intenso, y la oscura idea de cazarla como un conejo y cogérmela estaba al borde de consumirme. Los mareos fueron en crescendo, y mis pensamientos se volvieron pesados. Inhalé profundo, y clavé mis colmillos en la palma de mi mano, hasta que la sangre manchó en abundancia mis dientes y el dolor fue insoportable, recién ahí los desincrusté.
La neblina se disipó parcialmente, y pude enfocarme gracias al gusto metálico de la sangre adormeciéndome el paladar. Suspiré aliviado, creyendo que el peligro había pasado y solo quedaba masturbarme para volver a dormir... pero los pasos frente a mi puerta indicaban lo contrario.
El aroma era tan distintivo, inmiscuyéndose por la rendija de la puerta, casi podía verlo y tocarlo. Caminé en su dirección, inhalé de él todo lo que mis pulmones me permitieron, cualquier malestar o dolor se desvaneció, exceptuando la erección.
Ese instante de embobamiento bastó para que mi subconsciente bajara el picaporte y me viera frente a frente con la fuente del desquicio. ___, envuelta en un aura de lujuria, sus ojos cristalizados de deseo expresaban el celo que la azotaba, y verme hizo que su coño secretara un aroma todavía más dulce que me hizo salivar.
—No deberías estar aquí, vete.
Repelente y sin tacto, pero pareció no servir. Ella dio varios pasos en mi dirección, por cada uno apretaba disimuladamente mi herida para cambiar el enfoque.
—Te necesito... —sus dedos guiaron mi mano entre sus muslos—justo aquí, Rin.
Sus palabras salieron en el tono de un ronroneo, que retumbó todos mis sentidos. Y las yemas de mis dedos se mojaron con su excitación, ver esos ojos entrecerrados me hizo dar un desliz, y pasar con suavidad mis nudillos entre sus pliegues.
Mi atención centrada en la encantadora reacción de su cuerpo a tan leve roce. De alguna manera terminé casi pegado a ella, estimulándola mientras se retorcía entre mis brazos en la puerta de mi cuarto.
Sus labios carnosos suspirando y jadeando a centímetros de mi rostro, las manos arrugando mi camiseta, y todo su cuerpo a mi merced.
—Quiero más... —el hambre que desprendía olía delicioso, llamando a que la parte más oscura de mi ser tomara vuelo otra vez, pero eso no iba a pasar, no quería lastimarla.
Quería hacerlo, quería dar un paso adelante y satisfacer este despertar prematuro entre nosotros. Llevábamos dos meses reprimiéndonos, ignorando que nuestro segundo género exigía la carne del otro, hasta el punto de mutilarnos por la abstinencia. Pero, a su vez, quedaba un rastro de preocupación y culpa que no me dejaba zambullirme por completo en la situación. Ella no eligió entre el idiota y yo, el celo la azotó y no piensa con claridad.
Me aparté suavemente, observando con pesar su confusión y desosiego. El alfa en mi protestaba de irritación al verla tan insatisfecha, y que la razón fuera mi respeto por ambos.
—Iré por supresores más fuertes para controlar tu celo.
[ READER ]
Escuchar esas palabras salir de su boca me desesperó. Ese temple de hielo poseyéndolo otra vez, alejándolo de mi y de sus intenciones reales, el llanto y la frustración al borde de consumirme. Mi segundo género, el omega en mí, jamás había conectado con ella hasta ahora, la sensación de abandono consumiéndome al ver a mi alfa darme la espalda en tal momento de vulnerabilidad. Quitándome deliberadamente su cariño y deseo.
—Rin, no te vayas—lo tomé de la muñeca con las últimas fuerzas que me quedaban, cayendo de rodillas al suelo, aun aferrándome a él.
Rin detuvo su andar, pero no se volteó, era obvio que si me miraba se descontrolaría y se iría al carajo su convicción.
—Estás con ese idiota, solo que tu celo no te deja pensar.
Lágrimas cayeron por mis mejillas, y un nudo en la garganta rompía mi voz. Puse todos mis esfuerzos en enfocarme y pensar si era verdad lo que Rin decía. Si era verdad que quería a Rensuke y este ataque arruinaría mi futuro con él. Me sorprendió que, a pesar de mi estado, la respuesta fue bastante sencilla.
—Cuando entré en celo solamente pensé en ti. Imaginar a Rensuke, o a cualquier otro conmigo, me causa rechazo. —Noté sus músculos tensarse y su respiración agitarse un poco— Deja de contenerte, ya no tiene caso.
Rin se agachó frente a mí, pareciendo un hombre diferente. No tardó en estampar sus labios contra los míos, tomándome de las mejillas y mezclando nuestras esencias. El beso era lento, pero, la intensidad con la que devoraba mi boca, parecía demostrar el alivio que sentía al poder tenerme al fin.
Me cargó con un solo brazo y sin romper el beso. Su aliento inundaba mi boca, y, al separarme medio centímetro para tomar aire, él mordisqueó y lamió mis labios, como si ni siquiera el contacto carnal fuera suficiente de mí.
No me soltó hasta llegar a la cama, donde me retorcí de regocijo al verme cubierta de su aroma, previsualizando mi nido justo aquí, de donde no saldría hasta estar suficientemente llena de él.
Arrodillado en el borde de la cama, Rin se quita la camiseta, e hizo girones la mía. Para luego deslizar su cara entre mis muslos. Me quejé de insatisfacción.
—No... te quiero ahora.
Intenté sentarme, pero un gruñido hizo eco por el cuarto, su reclamo de dominación había quedado establecido, y sus ojos decían todo lo que no salía por su boca. Acepté ser suya, conociendo cada rasgo de su personalidad.
—Créeme que me encantaría... —sus manos recorrieron mis piernas, acariciando cálidamente la piel, mientras la comisura de los labios se levantaba casi imperceptiblemente en una sonrisa. —Pero aquí no quepo.
La sangre se me fue a las mejillas por la simple indirecta al tamaño, y sus ojos fijos en los míos descendiendo hacia el interior de mis muslos. Pasé saliva e intenté relajarme cuando zambulló su rostro entre mis piernas y dio la primera lamida experimental, los jadeos comenzaron a escaparse por mi garganta.
Cuando introdujo sus dedos debí hacer un esfuerzo inhumano por mantener las piernas abiertas. Su otra mano volvía a ponerme en el lugar cuando era necesario, como un recordatorio de que él mandaba aquí.
La lengua de Rin era precisa, sabía complementarla con sus dedos, enfocado en estirarme lo más posible para tomarlo. Pero, también, disfrutando de mi sabor e impulsado por la necesidad depredadora de satisfacerme.
Unas cuantas embestidas más y el orgasmo me inundó de extremo a extremo, viniéndome en su boca. Con la vista nublada, pude apreciar a medias como se relamía los labios y chupaba los residuos de mi calor.
—Ahora te haré hablar—dijo fríamente y con arrogancia, quitándose el bóxer sin apartar sus ojos de mí.
Recuperando un poco de valor, gatee hacia él, quedando cara a cara con la versión adulta de ese niño pedante, que no le veía el punto a jugar a la cocinita sin ingredientes. Cuestionándome si será igual de estrecho en la cama, o si aquí tendría una naturaleza espontanea.
Mis manos subieron por su pecho, hasta juntarlas detrás de su nuca, tironeando suavemente su cabello negro para atraer sus labios a los míos. Podía sentir su glande contraerse entre mis muslos, y me carcomía la anticipación, pero los labios de Rin me tenían tan cautivada que me parecía tedioso tener que sacrificar una cosa por la otra.
Rin me envolvió con sus brazos, cargándome sin esfuerzo y dejándonos caer sobre el colchón. Escondió su rostro en mi cuello, inhalando el aroma de mi excitación, mientras lubricaba su miembro con las cataratas de fluidos que provocó en mí. Con la fricción y su cabeza rozándome el clítoris, no tardé ni un segundo en soltar algunos jadeos.
Luego de alinearse con mi entrada, arrimó de a poco sus caderas contra las mías, haciéndose paso entre mis paredes, el estiramiento ardía levemente, ya que su tamaño, como dijo, era difícil de manejar, pero estar tan llena era delicioso. El vaivén comenzó despacio, dándome tiempo a acostumbrarme, mientras repartía suaves mordidas y besos a lo largo de mi garganta y mentón.
Los jadeos y gemidos no tardaron en escaparse de mi boca. Las manos de Rin acariciaban cada extensión de piel, apretando y rasguñando en el proceso, como si fuera una ocasión única en la vida, y quisiera grabarse cada partícula de mi en la memoria.
Los estímulos a mi alrededor eran tan fuertes que costaba mantenerme en la realidad y no irme en la neblina del orgasmo, podía escuchar mi corazón bombear tan acelerado que creí tendría un paro. Rasguñaba la piel tersa de Rin con cada una de sus estocadas, su aliento caliente contra mis clavículas, y soltando gruñidos profundos que me mojaban aún más.
Rin se apartó de mí, irguiéndose para tomar la parte posterior de mis rodillas y pegarlas contra mi pecho. La vista era exquisita, el sudor abrillantando sus músculos; mechones de cabello negro cayendo sobre su cara y pegándose a su frente; esa mirada perdida en el placer; el abdomen tenso, las venas marcadas por sus brazos y abdominales. Rin era un estímulo por sí solo.
La fricción en mi interior se volvió intensa e insostenible, mis paredes se estremecían a su alrededor cada vez que tocaba con precisión esos puntos sensibles que me dejaban en trance y hacían que maullara como un gatito. Estaba al límite, cuando los ágiles dedos de Rin se dispusieron a torturar mi clítoris hasta tenerme convulsionando en un prolongado éxtasis, el aturdimiento del placer impidió que escuchara los gemidos y gritos que escaparon de mi boca hasta superar la euforia.
Rin salió de mi interior y, a pesar que rogué por su semen, él se corrió sobre mi abdomen. Intuía que el descuido del condón carcomía su conciencia, pero eso sería tema para mañana. Al igual que cuestionarnos si esta pareja funcionaría o no, por el momento me limitaría a recostarme en su pecho y dormir entre sus brazos, rodeada por completo de él.
Bueno... me tardé un poco, porque como verán es bastante extenso el one shot. Pero me gusta esta temática de desarrollar las ideas que me manden, para fomentar la tensión. Este es un one shot que dejé medio en final abierto porque me gustaría una segunda parte mostrando su vida en pareja, ¿qué dicen?
Igualmente, el pedido venía con otro de alfa Sae, que voy a escribir próximamente, porque no quiero saturar una sola idea. Mismo motivo que no hay un orden de pedidos, a pesar de que todos sus comentarios fueron aceptados, voy eligiendo entre comentarios qué tengo ganas de escribir en el momento.
En fin, espero lo disfrutaran, el que sigue seguro es un one shot más ligero de Bachira. Diganme qué opinan, si les gustarían one shots como este, con trama y medios largos... o ir al punto con el porno ahre.
—SinnerDolly ✨
9 / 01 / 23
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro