𝑶𝒖𝒓 𝒑𝒉𝒊𝒍𝒊𝒂𝒔.
—Que me gustas.—Confesó, completamente perdida en la profundidad de los ojos negros de Sana quien la miraba con diversión. Tzuyu se percató de lo que acababa de decir, poniéndose roja de inmediato. —Y-yo... quiero d-decir... s-sí, eh... m-me gustas... u-un poquito...
Sana rió.
—¿Solo un poquito?— Preguntó, haciendo un adorable puchero, que hizo tambalear la expresión de Tzuyu. "Joder, es demasiado adorable... ¿Estará mal que me la quiera follar ahora mismo?". Pensó Tzuyu, mordiéndose el labio inferior.—Porque tú a mí me gustas mucho, Tzuyu unnie.
La mayor sale de su ensoñación, mirando, sorprendida a Sana.
—¿E-en serio?— La más baja asiente, convencida. Tzuyu sonríe, pero, entonces, recuerda algo y su sonrisa se borra. —Pero... ¿te gusto yo o... mi polla?
La expresión de la rubia pasa de ser sonriente a avergonzada en menos de cinco segundos. Sus mejillas se ponen rojas por completo, el color llegando a sus orejas también.
—Anoche dijiste que estabas enamorada de mi "gran amigo"—Relata Tzuyu, haciendo comillas con sus dedos. Sana abre los ojos desmesuradamente.
—¡¿Yo dije eso?!— Exclama, completamente abrumada.
—¿No te acuerdas? — Inquiere Tzuyu, frunciendo el ceño.
—¡Claramente no! —Grita la japonesa, cubriéndose la cara con las manos.
—P-pero... te acuerdas de lo que pasó... entre nosotras...
—Bueno, no es algo que se pueda olvidar con facilidad, ¿sabes? ¡Follé en la cocina con la chica que he estado persiguiendo desde hace tres semanas! ¿Cómo pretendes que me olvide de eso?
Sana se veía bastante alterada, haciendo preocupar a Tzuyu.
—N-no debes sentirte mal, Sanake. No es la primera vez que me dices algo así.— Intenta consolarle Tzuyu, haciéndole sentir peor.
—Ah, mierda... —Sana suspira pesadamente. Se levanta del regazo de Tzuyu y se deja caer a su lado en la cama. —Ya entiendo por qué crees que mis sentimientos no son reales sino que van dirigidos a tu pene...
—Y-yo no dije eso...
—Lo insinuaste.— La acusa Sana, señalándola acusadoramente. Tzuyu no responde y la menor suspira, nuevamente.— Yo también tengo un problema...
—Filia. —Interrumpe Tzuyu.
—¿Eh?
—Tú no tienes un problema. Tienes una filia. — Le hace saber la mayor.— No estoy segura de cómo se llama, pero la tienes. No puedes hacerlo con hombres que tengan el miembro pequeño porque no sentirás placer... porque te gustan los miembros grandes.
Sana quiso decir algo... pero, ¿Qué podría decir? Era verdad, pero, que se lo dijeran tan directamente le causaba vergüenza. La hacía quedar como una golosa y cosas peores.
—N-no creo que sea algo malo.— Murmura Chou, jugando con sus dedos. —Yo tengo varias.
—Pero tú eres una ninfómana.
—No es necesario que me lo recuerdes. — Tzuyu rueda los ojos.
—A ver, ¿y cuáles son las tuyas?— Inquiere Sana, poniéndose cómoda. Tzuyu la mira estupefacta.
—¿En serio quieres hablar de mis filias? Podríamos tardarnos toda la mañana. —Le hace saber, alzando las cejas.
—No tengo nada que hacer, unnie.— Canturrea Sana, recostando su cabeza en el abdomen de Tzuyu. Ésta suspira, enarcando una ceja.
—Te diré sus nombres pero no lo que significan. —Le advierte Tzuyu. Sana bufa.
—Bien, pues lo buscaré yo misma.— Refunfuña Sana, bajando de la cama en busca de su teléfono.— ¿Dónde está mi ropa?
Tzuyu quiere responder, pero la vista de su dongsaeng casi completamente desnuda ante sus ojos la tiene con la boca seca, incapaz de soltar media palabra.
—Tzuyu... —Le llama Sana, sonriendo socarronamente.
—¿E-eh?
— ¿Dónde está mi ropa? —Vuelve a preguntar. Tzuyu señala el escritorio junto a la ventana y Sana camina hasta allí moviendo sus caderas exageradamente. Toma su pantalón y de él, saca su teléfono, acercándose de nuevo a Tzuyu y sentándose sobre su regazo, pero de espaldas. Pudo sentir cuando a la mayor se le cortó la respiración. Sana se recostó del todo, dejando su espalda en el torso de Tzuyu y removiéndose a propósito. —Puedes empezar, estoy lista.
Tzuyu ríe.
—Eh... Agorafilia. — Murmura, con las mejillas rojas. Sana teclea en su teléfono, una vez ha hallado lo que buscaba, la escucha reír.
—Eres realmente una pervertida. La acusa la menor. —Atracción a los espacios abiertos. En el ámbito sexual, se entiende como la excitación producida por la actividad sexual o el exhibicionismo en lugares públicos. —Minatozaki leyó.— Continúa.
—Bondage.—Sana repite el proceso, solo que, esta vez, al leerlo, la golpea en la pierna.
—Del inglés "to bind", maniatar. Práctica sexual sadomasoquista en la que uno de los participantes permanece atado.— Recita. —De esto me pude dar cuenta, no te preocupes.
—¡No es mi culpa!— Exclama Tzuyu tratando de defenderse. —Lo siento...
—Está bien. —Murmura Sana. Frota su trasero fuerte y lentamente contra la entrepierna de Tzuyu, oyéndola soltar un jadeo. —No estuvo mal, después de todo. Siguiente...
—Estigmatofilia.
—Atracción producida por el hecho de que la pareja tenga tatuajes, agujereamientos (piercing), sacrificios o cicatrices. —Sana relee un par de cosas, sonrojándose. —Creo... que encontré la mía.
—¿Realmente?— Cuestiona la pelinegra, intentando echar un vistazo.
—Falofilia... —Murmura Sana, leyendo.
—Interesante.
—Eso parece. Continúa.
—Coreofilia.
—Atracción por la danza y baile erótico. — Sana sonríe ampliamente. —Mmm, esto es interesante considerando que estuve en una academia de danza durante toda mi adolescencia.
—¿En serio?— Pregunta Tzuyu con los ojos brillosos.
—....Tzuyu.
—Dime....
—Acabo de sentirla palpitar. —Sana observa el rostro de la más alta, quien no es capaz de mirarla.
—Lo siento...
—No tienes porqué. —Murmura Sana, riendo. —Sigue.
—Eh... Gimnofilia.
—Excitación producida por la desnudez.— Sana lee, atenta. De repente una sonrisa malvada se asoma por sus labios.
Tzuyu, quien no se encontraba mirándola, la siente levantarse. Voltea a mirarla, esperando su siguiente movimiento.
—¿Qué hac...?—Su mandíbula casi toca el piso en el momento en que Sana se deshace de su ropa interior, quedando completamente desnuda y expuesta. Exquisitamente desnuda y expuesta.
—Creo que, en ese caso, no necesito esto. Se burla
Sana, lanzándole las bragas que anteriormente tenía puestas a la cara.
Tzuyu no es capaz de articular nada, así que Sana camina deliberadamente lento hacia el escritorio, modelando su bellísimo y pálido cuerpo como en una pasarela, frente a los hambrientos ojos de Tzuyu. Deja allí su teléfono y se devuelve a la cama, subiéndose sobre el regazo de la mayor nuevamente, mordiéndose el labio inferior al ver el bulto notándose ansiosamente debajo de la tela del pijama de la pelinegra.
—¿Tercera ronda?— Susurra la mayor, antes de tirar su propia ropa interior al suelo y morder los labios de la menor, quien suspiró pesadamente, luego agarró las caderas de la menor con firmeza. Sana la ve esbozar una enloquecedoramente sensual sonrisa, mientras sus ojos se oscurecen.
—Tercera ronda...
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