Final✾
Al próximo sábado, la señora Minatozaki había invitado a Sana, Jihyo y Sullyoon a almorzar en su gran casa fuera de la ciudad. Y por supuesto que Sana no se pudo negar, no tenía dudas, solo le importaba su felicidad al lado de Jihyo y sus pequeñas cachorras. Ellas le comentaron a la madre de la omega sus planes de matrimonio, de cómo y cuándo se querían casar y por supuesto que la omega mayor se encontraba feliz porque al fin su hija había encontrado al amor en una alfa.
La mujer mayor veía como ambas estaban felices y se complementaban como una familia junto a sus hijas Yoona y Haewon, aunque esta última estaba ausente, la pequeña Im pudo comunicarse por videollamada y presentársela a su abuela.
La señora Minatozaki y la hermana menor de Sana, Mina, disfrutaron de los comentarios de la pequeña Yoona quien comentaba con orgullo sus estrategias junto con Haewon como cupidos, sin duda eran unas pequeñas diablillas.
En un momento de la velada, Sana se va aparte con Mina, que se dejó llevar por la omega.
—Oye, ¿si trajiste lo que te pedí?
—Si, lo tengo. —admitió mientras se perdían tras las puertas de la antigua habitación de Sana.
—Toma, apúrate Sana-chan, estoy ansiosa por saberlo ya. —Musitó la alfa castaña frotándose las manos.
—Aquí la única nerviosa, ansiosa y aterrorizada soy yo... —Jadeó tomando la pequeña caja entre las manos.
—¡Apúrate unnie! —Le regañó su menor y Sana ingresó rápidamente hacia el baño de su antigua habitación de adolescencia.
Quince minutos después, una temblorosa Sana se había enterado que la prueba había dado positivo, por lo cual, le pide a su hermanita que guarde total discreción porque, por supuesto, quería hallar el momento ideal para dar la gran noticia a su alfa y a sus pequeñas niñas.
Cuando Sana bajó nuevamente, la alfa se acercó por detrás a ella besándole el cuello y recorriendo su marca con sus labios, causándole unas cosquillas por todo su cuerpo. La omega se giró sin pena alguna por la presencia de su familia y la besó profundamente. Es la alfa quien detuvo el beso.
—Omega te estás comportando de un modo muy insolente...
Sana no la dejó terminar y le dió un pequeño beso, antes de murmurar bajito junto a su oído.
—Te amo con locura, alfa. —Susurró haciéndola sonreír en grande.
Durante esa semana, Jihyo rechazó una reunión en New York, por lo que no tuvo que ausentarse un solo momento y Sana tuvo que hacer malabares para poder checarse. Oportunamente, razón por la que aprovechó para prepararle una sorpresa a Sana. Graciosamente ambas se tenían una linda sorpresa.
Los restantes días de la semana los pasaron junto a Yoona. La pequeña Minatozaki hablaba con Haewon todas las noches, quien estaba loca por regresar y compartir la alegría del noviazgo de sus madres. Yoona convenció a Jihyo de no decirle nada sobre su compromiso hasta que llegara, para darle la sorpresa.
El día que Park Haewon regresaba a Seúl, Sullyoon había estado insoportable, Sana solo deseaba que la pequeña Park hiciera su llegada, pues pretendía que no sabía cómo controlar la ansiedad de su pequeña cachorra.
—Por allá tiene que salir... —Señaló la alfa pelicorta en dirección del Boing que se aproximaba por la pista del aeropuerto y Yoona le dejó un beso a su unnie en la mejilla.
—Yo iré a decírselo, ¿sí? —Habló nerviosa, entonces sucedió lo que esperaba. Su madre se negó.
—Creo que su madre debería hacerlo, cariño... —Le regañó la japonesa y Yoona bufó ofendida. Jihyo sonrió con ternura.
—Pero Hae y yo somos mejores amigas. Ustedes no pueden esperar que me guarde algo como esto durante una semana, es algo que las dos planeamos desde que fuimos al Palacio Rosa las cuatro juntas. Si no fuera por nosotras, ustedes ni se hubieran conocido, no deberían llevarse nuestro crédito.
Los ojos de Sullyoon eran pícaros y suplicantes mientras miraba hacia sus mayores con aquel tierno mohín.
—Ustedes dos estarían como dos náufragos en un mar de soledad y desdicha de no ser por nosotras, mami... —Agregó la niña con tono melodramático y Jihyo carcajeó hacia sus palabras.
—Has seguido leyendo novelas románticas, ¿verdad Minatozaki Yoona? Admítelo. —Comentó la omega mayor con una media sonrisa. La pequeña se ruborizó y el suave aroma a cerezos destacó aún más.
—Está bien, está bien —Accedió la alfa con un suspiro —Puedes decírselo tú, Yoona-yah. —Señaló pues la pequeña le parecía sumamente irresistible para su blando corazón.
—No, si tu no quieres cariño... —Le detuvo Sana, sosteniendo el hombro de Sullyoon quien estaba lista para huír.
—Ella tiene razón, todo esto es gracias a ellas, ve tranquila nena, puedes hacerlo. —Consintió la pelicorta.
—Deberías aprender de Jihyo unnie mami, ella si es buena onda, tu lo estás perdiendo... —Desestimó Sullyoon y Sana volteó los ojos. Jihyo le señaló que mejor si aprovechaba su suerte y la niña se echó a correr con alegría dejando la estela de su dulce aroma.
Apoyada sobre la baranda junto a la ventana de la terminal, Sullyoon estudiaba con ansiedad a cada pasajero que salía, en busca de esa pelicorta cabellera de Haewon. En cuanto la pequeña Park apareció, Sullyoon corrió hacia su amiga y la abrazó como si hiciera años que no se veían.
Sana observó la escena con una apacible sensación de felicidad, Jihyo le tomó la mano y juntas esperaron por la reacción de la jovencita, Sana acarició el dorso de su alfa al sentir el sudor de su mano por los nervios.
Haewon las miró mientras Yoona hablaba sin respiro junto a su oído y pocos segundos después la niña soltó un grito de alegría, y se abrazó a su amiga por los hombros y las dos saltaron como unas pequeñas locas una y otra vez.
—Bu-bueno, a juzgar por su reacción, deduzco que no le disgustó nuestra decisión —Respiró la alfa con una expresión de alivio y Sana le miró con una sonrisa, enternecida.
—Todo estará bien, cariño. —Le guiñó un ojo y la alfa le dejó un beso sobre la mejilla.
—¡Mamiiiiii! —Exclamó Haewon cuando corrió hacia su madre quien se preparó para esperarla y, una vez la niña estuvo cerca, la alfa la recibió con ambos brazos con la misma emoción, dejándose envolver por los delgados brazos de su pequeña hija, quien la abrazó con todas sus fuerzas.
—Bienvenida a casa pequeña. —Murmuró Jihyo muy emocionada de volver a sentir su delicado aroma a lilas y sentir su calor. La pequeña chilló cuando su madre la besó incontables veces.
—Estoy feliz de estar otra vez en casa. Te eché de menos. Las eché de menos a las tres —Expresó, mirando a su amiga y luego a Sana quien no tardó en darle un abrazo. No después de que Jihyo se haya resignado a soltarla.
—Me alegra tenerte otra vez en casa, Haewonnie... —musitó Sana, dejando un beso sobre su mejilla. La pequeña sonrió como respuesta.
—¿Por qué todo lo emocionante sucedió cuando yo no estaba? —Manifestó la niña, haciendo una mueca —Cielos mami, de haber sabido que por fin ibas a ligarte a Sana unnie, no me habría ido tantos días... —Lamentó la pequeña Park.
—Haewon... —Se rió la alfa, regañandola con la mirada.
Sana sonrió con cierto engorro a la gente que los rodeaba.
—No te enfades Hae... —Dijo Sullyoon en dirección su amiga —Era una situación de ahora o nunca, con mi mamá en su pijama, el pasillo inundado y todo.
Jihyo observó a los ojos curiosos de su pequeña hija.
—Sí, no necesitas sentirte relegada bebé —La abrazó y murmuró bajito al oído de su hija —Me guardé la mejor parte de la propuesta para ti... —Prometió, dándole un guiño y su pequeña hija sonrió con todos sus pequeños dientes.
—Cariño, hay que reclamar el equipaje de Haewonnie... —Irrumpió Sana con preocupación y ambas aceptaron su llamado.
De camino a casa de las Minatozaki, Jihyo las invitó a cenar, como excusa para lo que realmente sería una bella sorpresa.
—Tenemos que celebrar que ya estamos las cuatro juntas. ¿Qué dices si vamos a cenar al restaurante de la última vez?
—¿El que era muy elegante?
—Aja... —Admitió Jihyo.
—¿Con las niñas? —preguntó Sana, confundida.
—Aja... —Insistió la pelicorta, divertida.
—Me parece bien —Se sonrió ante las cosquillas de los besos de la alfa —Pero entonces tendremos que cambiarnos de ropa, es un lugar elegante.
—Lo haremos, las llevaré a tu casa, luego iremos Hae y yo a la nuestra y luego las paso a recoger, ¿te parece bien?
—De acuerdo.
Cuando Jihyo y Haewon se fueron, Sana se dió un largo baño y envió a Yoona que se diera uno también, muy a su pesar, luego eligió un diseño exclusivo propio y personal, ese vestido de cóctel negro muy ajustado que hacía resaltar su cuerpo con un escote dejando ver su espalda y unos zapatos de tacón alto, provocando que se vea estilizada y tan elegante de mirar. Sullyoon había escogido un vestido lila juvenil con unas sandalias plateadas a juego.
Jihyo por su parte, se veía impresionante como esa primera noche con su increíble traje negro a medida y una blusa, esta vez color manteca que tenía un sensual escote y altos tacones negros, elegancia a la máxima expresión. Haewon había escogido un vestido juvenil color amarillo pastel con unas sandalias doradas a juego manteniendo, al igual que Yoona, un estilo muy acorde a su edad.
—Todas mis chicas están muy hermosas esta noche, lo que me espera, pobre de mí... —Se quejó la alfa, dramáticamente.
Las niñas rieron muy metidas en su interminable conversación. Que no detallaron cuando Sana se acercó a responder junto a su oído. Jihyo tragó cuando la omega la mantuvo viendo hacia adelante.
—Por favor alfa, no te preocupes por mí, yo sólo tendré ojos para ti... —Susurró. Jihyo quiso buscar sus labios, pero Sana la detuvo con sus dedos sobre su mejilla —¿Y tú? Hum, —Respirando junto a su ruborizada mejilla.
—Sana... —La regañó cuando la omega la besó suavemente sobre la mejilla.
—Tan atractiva. La que se debe preocupar soy yo, a saber cuántas omegas te van a estar viendo sin mi consentimiento.
—Mi amor, soy toda tuya y de nadie más, ahora y siempre —Susurró la pelicorta sin dificultad, como respuesta.
—Uuuuuyy... —Se burlaron las jovencitas en el asiento de atrás, cuando sus madres compartieron un beso en los labios.
—Bueno, pero mi preocupación principal está en dos pequeñas omegas... —Habló Jihyo en complicidad con Sana —Voy a tener que ahuyentar a varios alfas mirones...
—Si todavía son muy pequeñas, cariño —Carcajeó Sana.
—Si, eso espero, porque aún están muy niñas para tener novias o novios por ahí, hasta después de los treinta años. —Puntualizó, para desconcierto de aquel par, que no tardaron en reaccionar a sus palabras.
—¡¿Quéeeee?! —Exclamaron las traviesas en contra de la alfa. Jihyo estaba segura de que, si fueran mudas, ya hubieran explotado como un volcán.
—Yo me encargaré de que no sea así... —Secreteó Sana con las niñas, quienes soltaron una risilla con la omega mayor.
—Basta de confabular en mi contra, que llevo desventaja de tres contra una, y ya mejor vámonos que se nos hace tarde.
Entre risitas se pusieron en marcha hacia el restaurante en el que habían pactado su cita.
En aquel elegante complejo, el mozo las dirigió hacia un salón privado en donde, para sorpresa de las tres omegas, se encontraban solas en una hermosa habitación que daba una excelente vista a las luces en la ciudad. Jihyo se había esmerado en cada detalle para compartir una cena formal con sus tres amores como familia por primera vez.
Sana, que había entrado tomada de la mano de Jihyo, se giró hacia ella con expresión de emoción, tomó su rostro entre sus manos y miró a sus ojos que exclamaban de alegría.
—Eres una alfa muy lista y detallista, cariño... —Musitó y Jihyo se adelantó a robarle un beso sobre los labios.
—Siempre, siempre quiero que estés segura de que el amor que siento por ti es puro y verdadero, omega. Que desde hace tiempo ya no somos más Haewon y yo, tu y Yoona nos convirtieron en una familia. Tú, y las niñas son lo más importante para mí y es por esta razón que quise que nuestras hijas fueran testigos de este preciso momento. —Tomó la mano de Sana y, mirándola a los ojos, deslizó el anillo que le faltaba a su compromiso en el dedo anular y habló casi con reverencia —Te amo, Minatozaki Sana, te amé desde el primer café y seré la mujer más feliz del universo si te casas conmigo... —Jadeó nerviosamente.
El par de pequeñas suspiraron como un coro de querubines y Sana sonrió entre lágrimas que no pudo detener, pero sin poder correr los ojos de su hermosa alfa pelicorta.
—Te amo, Jihyo... —Repuso con la voz conmovida por su tierno nerviosismo —Y claro que acepto unir mi vida a la tuya y a la de nuestras hermosas niñas. —Asintió.
—Mami, ¿Quieres decir que de ahora en adelante Hae y yo seremos hermanas? —preguntó Sullyoon, apretando la mano de su mejor amiga.
—Sipi —Asintió Haewon con emoción —Es lo que siempre quisimos.
Tomadas de la mano, las dos jovencitas caminaron hacia sus madres y se unieron al abrazo de ellas. Luego de un instante de besos y de un silencio calmo y cariñoso. Sana volvió a buscar la atención de su, ahora, prometida.
—Alfa, debo decirte algo... —Tomándole el mentón —En realidad, a las tres —mirando al par de jovencitas curiosas —No sé cómo decir esto... —Murmuró la omega —Pronto, nuestra familia contará con la llegada de una personita más, además de Yoona y Haewon... —Buscó la mirada de la pelicorta, quien no tardó en verla congelada de asombro —Estoy-e-estoy embarazada, Jihyo...
—¿Vamos a tener un bebé? —Jadeó Jihyo sin salir de su asombro.
—¿Vamos a tener un hermanito? —Exclamaron las jovencitas con entusiasmo y alegría.
—Si... —Respondió sin esperarse que la alfa la rodeara con sus brazos, dándole las gracias reiteradas veces, luego la miró con ternura, diciéndole a los ojos cuánto la amaba, para luego sellar un futuro lleno de amor con un apasionado y profundo beso.
—Eres la suma de todos mis sueños, te amo más que la primera vez, porque no me di cuenta de lo que era enamorarse hasta que el tiempo se detuvo en tu mirada, Minatozaki Sana... —Uniéndose en otro beso ovacionado por el par de jovencitas.
Cenaron de lo más a gusto, festejando la próxima unión de las mayores y esperando al pequeño o pequeña integrante que ya estaba en camino.
Era más de tarde, más precisamente por la noche, luego del festejo, cuando llegaron a casa de Sana en donde pasarían la noche, o eso fue lo que la omega creía.
La puerta se oyó sacando a Sana de sus pensamientos y rápidamente se acercó para abrirla.
Su sorpresa fue grande cuando se encontró con la alta joven de cabello castaño que ella siempre solicitaba para cuidar de Yoona cuando no podía hacerlo.
—Buenas noches Sana unnie, Jihyo unnie. —La pequeña taiwanesa se cuadró educadamente en modo de saludo viendo a la alfa detrás Sana.
—Buenas noches Tzuyu-ah, ¿sucedió algo cariño? —preguntó Sana, mirándola sin comprender el motivo de su visita nocturna.
—Oh, Jihyo unnie me llamó. Ella dijo que cuidaría de las niñas esta noche, unnie. —Comentó Tzuyu con esa linda expresión de niña responsable.
Sana se volteó a ver a su prometida y la misma tenía una sonrisa traviesa en los labios.
—Así es Tzuyu, pasa por favor. —Le indicó la alfa y la dejaron en la puerta, en lo que Sana se llevaba a su alfa hacia la cocina.
—¿Qué estás tramando alfa traviesa? Ya puedo ver de dónde sacan incentivo esas niñas... —Comentó Sana, al ver el rubor de Jihyo, quien no parecía querer soltar la lengua.
—Es una sorpresa para ti omega, será mejor que tomes tu bolsa —Se acercó a su oído —Y no te quites ese vestido, te ves tan bien en él. Además, quiero hacerlo yo misma... —Sana suspiró afectada por su acercamiento, más asintió antes de besarla e ir hacia la habitación en donde estaban las jovencitas listas para dormir.
Sana observó a su pequeña cachorra y a su ahora nueva pequeña Haewon con una sonrisa. Lilas y cerezos inundaban la habitación de su pequeña adolescente y la omega respiró con admiración, ese par hacían de su casa un verdadero hogar. Jihyo la abrazó por la cintura y ambas se dirigieron a su pequeño par de traviesas.
—¿Saldrán? —preguntó Haewon, alzando sus cejas con picardía.
—¿A dónde? —Cuestionó Yoona y oyó la risa de Tzuyu desde la sala, bufó.
—Saldremos. Ustedes quedarán a cargo de Tzuyu y por favor Yoona, —Sana la miró con firmeza —No vayas a hacer ninguna travesura en lo que no estamos ¿está bien? —La niña asintió, y Haewon, quien aplaudía junto a su nueva hermana, meció su cabeza.
—Lo prometo mami —Yoona dirigió su mirada hacia Haewon, cuando esta la codeó.
—Si Sana unnie, le prometemos —Acentuó —Todo estará en orden en cuanto mi mami y tu, regresen...
Sana sonrió con ternura y se acercó a Haewon, sentándose a su lado y tomando las manos de la jovencita.
—Ya no tienes que llamarme Sana unnie si no quieres cariño, ahora somos una familia. —Le recordó, acariciando su pelito corto.
—Entonces, ¿eso significa que ya puedo llamar mami a Jihyo unnie? —Agudizó Yoona con emoción y Haewon la miró extendiendo los ojos.
—¡Pero Yoona! —Se alertó Sana ante el arrebato de su hija.
—¡Oye! ¡No es justo! ¡Entonces llamaré mami a la tuya! —Ambas se gruñeron por un instante, era un punto que jamás habían tocado entre las cuatro.
—A ver, a ver jovencitas —La alfa removió sus manos pidiendo calma y buscando un lugar junto a Yoona —Ustedes pueden llamarnos como quieran, siempre y cuando estén cómodas con eso... ¿de acuerdo? —Yoona se acercó a la alfa y se abrazó a ella como un koala, con fuerza y su tierno cariño.
—Tu eres el mejor alfa del mundo, unnie —Musitó la jovencita, enamorada de ella y Jihyo se rió con la voz ronca de la emoción.
—Oh preciosa, y tu eres increible —Besó su frente.
Intentando mantener la compostura para no estallar en llanto de emoción, Sana buscó a Haewon, quien se había mantenido muy callada.
—Cielo tu no debes... —Las palabras sobraron cuando Haewon la abrazó igual de fuerte, apoyando su mejilla contra su pecho.
—Siempre quise tener una mamá omega como tu... —Suspiró y Sana lloriqueó, tomando sus mejillas para que la viera a los ojos.
—Escúchame Haewonnie, siempre que me necesites estaré aquí para ti, lo prometo, ¿Está bien? —La jovencita asintió con los ojitos aguados y se volvieron a abrazar.
Sullyoon y Jihyo no tardaron en unirse al abrazo de ese par. Las cuatro hicieron un abrazo cálido y muy amoroso como lo que eran, una nueva familia de cuatro.
Dos meses después Sana y Jihyo se casaron y celebraron su boda en un ambiente muy íntimo con sus familiares y amigos más cercanos. Haewon y Yoona fueron las damas de honor más pícaras y dulces.
Jihyo se dió el gusto de sorprender a Sana al comprar una casa un poco más grande con un gran patio, una piscina y más habitaciones de las que la omega hubiera deseado.
Sana delegaba a sus empleados de confianza para seguir ocupando su tan amado departamento de diseños de su marca, e intentando poner más de su amor y empeño en su embarazo, y preparar el tiempo libre que necesitaba para ausentarse en los primeros meses de su bebé. Como una vez pensó, todo era gracias a que se dió una oportunidad al amor.
Jihyo prescindió de los viajes que no fueran estrictamente necesarios, y los radicó por completo cuando Sana se acercaba a su fecha de parto, ansiosa por conocer a su cachorro.
Siete meses después nacieron los pequeños Dong Ju y Dong Myeong. Sí, tuvieron gemelos, por lo que las chicas estaban completamente encantadas de ayudar en el cuidado de sus nuevos hermanitos.
Sana y Jihyo supieron disfrutar a través de los años de su unión como pareja pero en especial, de todos sus hijos y los nietos que soñaron cuando Sana decidió admitir que estaba completamente enamorada de Park Jihyo.
𝓕𝓲𝓷.
¡Heeey tu! Llegamos al final de esta hermosa historia, espero que la hayas disfrutado tanto como yo Ü
La verdad es que me encanta esta historia, he trabajado duro para esta versión final e intentare hacer todas las versiones que pueda de ella porque me encanta jajsjsjs
Gracias por cada comentario, por cada reacción, por sus votos y lecturas, me alegro de que la hayan disfrutado tanto por segunda vez en este precioso ship que me es tan sencillo amar♡
Te quiero mucho y lo sabes, seguiré estando por aquí planeando más cosas bonitas para ti♡
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