Dieciocho✾
Sullyoon salió de la sala balanceando los brazos y dando pequeños saltos.
Jihyo esperó hasta que oyó cerrarse la puerta de la habitación para cruzar la sala en dirección a Sana. Se detuvo de repente, frunciendo el entrecejo.
—¿Se supone que Sullyoon no puede mencionar mi nombre? —preguntó la alfa, alzando una ceja.
Sana se medio encogió de hombros, mirándola a los ojos. La alfa estaba más hermosa que nunca y su sonrisa amenazaba con derretirla. Sus ojos parecían acariciarla con una ternura y un ansia dolorosa que provocó en ella extraños cosquilleos en todo su cuerpo y desequilibró a su loba de inmediato con su aroma floral.
—Necesitaba verte... solo, solo necesitaba verte —Murmuró la más alfa, con voz insegura.
Dió unos pasos hacia Jihyo, cuando extendió los brazos hacia ella, un profundo suspiro brotó de sus labios y la tensión desapareció de sus facciones.
—Por todos los cielos Sana-ssi, me tuviste en suspenso durante diez larguísimos días —La abrazó con fuerza, con la intención de transmitirle toda la necesidad que tenía de ella —Tan siquiera sabía si querías verme, necesitaba...
Sana se empapó de su calor y, cuando su boca buscó los atractivos labios de ella, se rindió con un suave suspiro de dicha. Estar en brazos de su alfa era como regresar a casa después de un largo viaje y descubrir lo bien que se sentía aceptar cuanto la extrañaba. Era como caminar bajo el sol después de una mala tormenta, como tomar en la mano la primera rosa de primavera.
Una y otra vez la boca de Jihyo buscó la de ella en una serie de interminables besos, como respuesta. El sonido de una puerta al abrirse hizo que Sana se apartara de su boca con presteza, más no de su cálido agarre.
—Es Yoona... —Murmuró pero se sorprendió oír el deseo hasta en su tono de voz, mientras la alfa dirigía sus impacientes besos contra su mejilla y se escurrían en dirección de su cuello.
—Lo sé, pero no me importa —La mantuvo ceñida por otro rato mientras se veían a los ojos.
Cuando había ese tipo de contacto entre ambas, parecían sobrar las palabras, parecía detenerse el tiempo, desvanecían en el espacio. Sana la tomó del cabello para que la besara una vez más, con ansiedad, con necesidad.
Se apartaron un momento después de saborearse un poco más, jadeantes, pero la omega hundió la nariz en su cuello mientras la alfa le besaba la frente y apoyaba la mejilla allí.
—Está bien —Susurró —Tenemos que arreglar algunas cuestiones. Hablemos —propuso la coreana, con tranquilidad.
Sana la condujo a la cocina, en donde podrían tener algo de intimidad, y sin apartarse de su agarre. Automáticamente tomó dos tazas y las llenó con café, y se sentaron a la mesa, una enfrente de la otra, pero aún así parecían estar demasiado lejos.
Una vez más, Sana bajó la cabeza a su humeante café, Jihyo suspiró con ternura.
—Sabes, deseaba que hubieras llamado algunos días antes. Por lo que a mí respecta, te tardaste nueve días demás en entrar en razón, cariño —Musitó con melancólica diversión.
—Yo...
—Lo sé, lo sé —Antes que ella pudiera enumerar sus excusas —Está bien. Hablemos sobre esto, para eso estoy aquí. No pienso ceder omega...
—¿Por dónde comenzamos? —Sana logró sonreír, sin poder evitar las sensaciones en su estómago ante sus palabras.
—¿Qué tal sobre lo que sucedió la noche de la fiesta?
De inmediato el estómago de Sana se contrajo ante el recuerdo.
—Sí, bien. Supongo que debo ser honesta y confesarte lo intimidada que estaba por tu importancia. No estoy acostumbrada a verte como presidenta de una gran empresa, Jihyo. —Breve silencio, un sorbo de café y un par de grandes ojos sobre ella —Después, cuando te fuiste con Kim Sejeong, comenzaron a sangrar otra vez esas viejas heridas de mi relación con Momo... y no lo supe controlar. —admitió con desánimo.
—Supongo que hice todo lo que no debía esa noche. ¿No es verdad? —Sana le regaló nuevamente esa expresión inocente al alzar sus hombros —Quizás debí insistir en que fueras conmigo cuando Kim me arrastró con ella...
—No, eso tampoco habría servido de nada. —Le interrumpió la nipona.
—Debí imaginar cómo te sentirías, después de haber estado con alguien como Momo. Lo siento... —Murmuró y se sonrió apenada.
—No tenías porqué saberlo —Ahora venía la parte difícil —Jihyo —Comenzó, y se consternó al percatarse de lo débil y trémula que se oía su voz —Esa noche estaba tan consumida por los celos que casi enloquecí cuando Kim te tomó del brazo con esa familiaridad.
—¿Qué? —Jadeó la alfa, asombrada y el rubor tiñó sus mejillas.
—Deseaba que se deshiciera ante mis ojos, que-que se evaporara en el aire, que la tragara un maldito hoyo negro y oscuro... —Jadeó y Jihyo no pudo evitar lanzar una risilla —Me asustó tener que lidiar otra vez con esa espantosa emoción. Sé que actué como una tonta al esconderme y quiero que me disculpes por ello, pero sólo no sabía...
—Pero cariño, no es necesario que te disculpes...
—No quiero que parezca una excusa, pero tienes que comprender qué me impulsó a comportarme así. —Respiró cuando la alfa tomó sus manos sobre la mesa —Yo creía haber superado eso Jihyo. Pensé que nunca volvería a comportarme como una tonta celosa y ridícula. —Las lágrimas aguaron su mirada —Me había prometido que nunca llegaría a permitir que me hicieran sentir eso otra vez, pero fallé —A su manera, Sana estaba tratando de decirle lo mucho que la amaba, pero las palabras no parecían ser las correctas en esa ocasión.
—Solo... no puedo creerlo —Jihyo frunció el entrecejo. —Entonces tú estabas... ¿Estabas celosa? Vaya cariño, ¿Quién lo hubiera creído? Más bien me dio la impresión de que te alegrabas de que Kim me alejara de ti, que deseabas que me quitara de tu lado.
La tensión en la garganta de Sana le dificultó hablar.
—Ya te expliqué por qué lo hice... —Ladeó la cabeza y Jihyo besó el dorso de ambas de sus manos.
—Lo sé. La forma en como yo me comporté cuando te encontré con tu ex pareja fue otro tipo de reacción celosa... la de una controladora furiosa. Creo que ahora comprendo tu clase de reacción, al parecer es más civilizada que la mía, por lo menos —esbozó una sonrisa esperanzada y el silencio se hizo entre ambas —¿Podría significar eso que abrigas por mí algún sentimiento poderoso?
Una sonrisa tembló en las comisuras de la boca de aquella omega.
—Rayos Jihyo, eres la única mujer por quien me he atiborrado de galletas de la decepción, ¿No lo entiendes? Te necesito...
La sonrisa en los ojos de Jihyo aparece lentamente en sus labios y la omega suspiró de admiración.
—Creo que podríamos estar cerca de comenzar algo muy importante, ¿Tú qué crees?
—Creo que... tienes totalmente la razón.
—Bien —Parecía muy complacida con el rumbo que tomaban las cosas —Eso es precisamente lo que quería escuchar. ¿Y bien?
Sana pensó, o más bien deseó, que ella se inclinara y la besara.
—¿Y bien? —Repitió sintiéndose de repente muy inquieta —¿Acaso hay algo más que desees escuchar Park?
Jihyo pareció asombrada.
—Omega, por amor al cielo cuando una alfa y una omega sienten lo que tú y yo sentimos una por la otra, por lo regular culminan la conversación de una manera especial.
—¿Qué quieres decir con "lo que sentimos una por la otra"?
Jihyo frunció aún más el entrecejo.
—Me acabas de confesar que me necesitas, y yo te lo repito una vez más, estoy enamorada de ti, Minatozaki Sana. Me debes los besos que me negaste durante los últimos diez días. —Musitó la alfa, armando un mohín.
—Aún es extraño de oír —Susurró cuando Jihyo la hacía ponerse en pie.
—¿Quieres checar que Sullyoon esté en la cama? —Murmuró contra su oído y la omega tragó ante su mirada deseosa, antes de asentir como respuesta —Te estaré esperando... —Prometió con una sonrisa de lado.
Sana había arropado a una muy dormida Yoona, antes de quitarle los audífonos y checar que todo estuviera en orden, para salir y cerrar la puerta de su habitación.
Una vez salió de allí intentando no hacer demasiado ruido, sus piernas flaquearon cuando oyó un chistido desde su habitación. Se volteó de golpe y halló la presencia de su alfa. Sana se tomó el pecho del asombro y la alfa rió con diversión, al llamarla con uno de sus dedos. Rayos, su estómago se vió agolpado de muchos dinosaurios, cuando se dirigió a ella, dejándose llevar por aquella peligrosa atracción que la poseía completamente. Se sentía tan correcto ir en su dirección sin culpa, tampoco quejas, ni tan siquiera dudas, y solo se dejaba llevar por lo que sentía, aún sobre el miedo, aún sobre las posibilidades de que estuviera fallando, todo escapaba de su mente cuando de ella se trataba.
La pelicorta se perdió dentro de su habitación cuando ella estaba cerca, y Sana tiró de la puerta ingresando en la oscuridad, como atraída por una escena cliché de una película de terror, yendo hacia al peligro, dejándose llevar hacia aquel tentador llamado. La puerta se cerró detrás de ella y su cuerpo se estremeció, pero lo que sentía era algo muy lejano al miedo. Sana podía sentir su aroma y su calor, sabía que estaba detrás de ella, respirándole en la espalda. Cuando se decidió a voltearse, la alfa la detuvo y pegó su nariz contra su cuello, perdiéndose en la sensible piel que allí se ubicaba y ganándose un gemido de parte de la omega.
—Dime, ¿cómo diablos pudiste pensar que deseaba irme con alguien más esa noche, si no he podido quitar mis ojos de ti? Cariño... —Esos labios impacientes y apasionados casi que la dejaron sin aliento, pero con una exquisita sensación de placer que descendía por su cuerpo desde sus besos. Apenas se dio cuenta de que estaban moviéndose, hasta que notó que estaba acorralada por ella.
Jihyo estrechó a Sana contra la pared junto a la puerta y abrió sus temblorosos muslos con una de sus firmes piernas, mientras le desabrochaba la blusa lentamente.
—Podrías haber deseado ir con Kim... —Insistió la japonesa y Jihyo desprendió los últimos tres botones de un tirón. Sana jadeó cuando ella gruñó contra su pecho ante sus palabras, golpeándola con su aliento caliente.
—Que se joda Kim —Masculló entre dientes, mientras retomaba ese interminable sendero sobre su cuello y acariciaba el pezón sobre el sujetador de la omega.
—Sí... —Accedió Sana, temblando ante las sensaciones que le regalaban las caricias de aquella mujer —Que se joda...
Jihyo se puso de rodillas frente a ella, recorriendo su vientre con su boca, antes de quitarle los jeans. Cuando la pelicorta la miró desde su posición, tenía los ojos tan oscuros que parecían negros y Sana pronunció su nombre entre jadeos.
—Dime... —Contestó la alfa, escabullendo un dedo debajo de la tela de sus bragas y deslizando lentas caricias en la escurridiza humedad de su piel más sensible.
Sana se sostuvo de sus hombros y pronto percibió su intenso aroma colmando sus sentidos, podía sentir claramente sus feromonas de excitación impregnándola y deseó abrazarla para que la marcase con ellas, pero no pretendía interrumpir una sola de sus acciones.
—Oh, nada na-nada... —Tartamudeó la omega, apoyándose ahora con fuerza contra el muro para no caer, al tiempo que abría más las piernas para ella.
Jihyo acercó la boca a su sexo aún cubierto por aquella suave tela de algodón y deslizó su lengua en una caricia inesperada. Sana gimió, y se excitó aún más al sentir el cálido aliento contra la piel sensible de sus muslos.
La alfa subió trazando su camino con su lengua, recorriéndola con gusto, hasta llegar al sujetador nuevamente, el cual desabrochó sin dificultad y lamió delicadamente uno de sus pechos. Lamidas largas y gruesas alcanzaron su boca y en un rápido movimiento la llevó en dirección a la cama.
—E-espera, espera un minuto —Objetó Sana al darse cuenta que era la única que estaba en ropa interior —¿Qué sucede contigo? ¿No deberías...?
—Seguiré vestida si tu no me ayudas... —Susurró divertida, sin dejar las caricias por su hermoso cuerpo con sus manos inquietas —A menos de que desees desnudarme también... —Su boca caliente seguía dándole de esos besos en su cuello, provocando que todo su cuerpo corresponda anhelante.
Sana no entendía como todo lo que la alfa le hacía tenía tanto poder en ella. No podía pensar ni desear absolutamente nada si seguía besándola de ese modo. Entonces la detuvo, la empujó hacia atrás y dejó que caiga sobre su cama.
—Solucionaremos esto en un momento, cariño... —Proyectó Sana. —Descálzate —Ordenó la omega, liberándose de sus bragas.
Jihyo sonrió divertida ante la orden, pero obedeció sacándose sus tenis, sin admirar sus acciones.
—Muy bien —Festejó Sana inclinándose frente a ella.
La alfa esperaba un beso, pero en cambio, ella dirigió su atención para desprender el botón de sus jeans negros y así quitarlos por sus largas piernas, junto con su ropa interior.
—Vas muy rápido cariño, ¿no crees? —Bromeó la alfa, cuando Sana le miró con toda esa seriedad y enfoque que la hacían ver tan atractiva.
—Y aún no acabo... —Comentó alcanzando el lóbulo de su oreja con sus labios, antes de tirar de su camiseta y arrastrar con ello su sujetador.
Claro que sí, sujetadores deportivos. Jihyo podía ser tan elegante en su modo habitual de vestir, pero Sana sabía muy bien que tenía una afición por la comodidad, todo lo que le hiciera más práctica la vida, era un lujo para la alfa y la omega amaba eso de ella. Disfrutaba increíblemente de analizarla y descubrir los pequeños detalles en su amplia personalidad.
Por fin la tenía desnuda frente a ella, con ese perfecto y tonificado cuerpo que deseaba sus caricias, Sana ascendió desde sus piernas hacia sus pechos con sus manos y los abarcó con sus manos permitiéndose ver la reacción de su cuerpo. La temperatura de su cuerpo aumentó al oírla gemir como respuesta. Sana se relamió los labios sin dejar de atender a todas las tiernas expresiones de su rostro y le regresó el sendero de besos. Su loba ronroneaba alucinada y orgullosa por su respuesta, ella parecía disfrutar de cada mínimo acercamiento.
—¿Estabas esperando que te tocara, verdad? —Musitó y no hubo ápice de vanidad en su voz.
La alfa gimió recorriendo su largo cabello castaño, cuando la omega recogió uno de sus pezones entre sus cálidos labios y chupó con amabilidad. Era inesperado, pero tan o más estimulante que aquellos instantes en los que se encontraban con sus miradas sin admitir lo que realmente sucedía entre ambas.
—Me encanta que me toques... —Admitió arqueándose contra ella —Solo tu, Sana...
—Demonios, eres hermosa Park Jihyo... —Susurró, echándose sobre ella.
La alfa lanzó una risilla cuando la omega la rodeó con su cuerpo como un pequeño koala. Se incorporó con ella alrededor de su cintura y abrazó su torso, pegando la delicada desnudez de su cuerpo contra el suyo, sintiéndose mutuamente, perdidas un nuevo beso que parecía aumentar de intensidad lentamente.
—Quiero ser parte de ti, hasta que ya no pueda respirar, alfa... —Susurró la omega jadeante contra los besos que le dedicaba la pelicorta, arrebatándole una nueva risilla nerviosa.
—Tu ya eres parte de mi, omega, aún cuando no estoy muy dentro de ti, tu andas en mi mente todo el tiempo, porque te amo Sana...
—Oh, yo... —Su mandíbula tembló cuando estuvo dispuesta a responder, pero la alfa la detuvo, golpeando suavemente sus labios con los suyos, ansiosa de hacer mucho más que besarse, mucho más que promesas, mucho más...
Sana la veía con sus brillantes ojos repletos de tanto que aún no se atrevía a decir y la alfa sonrió como respuesta. No quería que lo dijera, ella sabía que con que lo sintiera bastaba.
Una nueva sesión de besos inició, algunas caricias ansiosas y unas cuantas sonrisas tiernas después, Sana la recibía en su interior extasiada de volver a sentirla a la par de sus dulces besos y caricias suaves. Había extrañado cada color de esa sensación, de sentirla tan suya y de pertenecerle tanto como la primera vez.
Así fue como lo descubrió.
—Sana-ssi... —La buscó Jihyo y gruñó ante la costumbre de aquella omega de llorar cuando le tocaba un solo pelo. —¡Oh no...! —Se detuvo una vez más —¿Qué sucede cariño? —Jadeó preocupada, pero Sana impidió que ella se aparte de su interior, presionando el agarre de su cintura con sus piernas.
—Márcame, alfa... —Musitó Sana, cuando tomó sus mejillas con sus manos.
Jihyo se quedó boquiabierta. Habían hablado de pareja antes, pero nada sobre un lazo había salido a colación entre ambas. Intentó no verse asombrada por su pedido y por el avasallador deseo de su loba de obedecerle.
—¿Qué? —preguntó la alfa con tremulidad.
Sana invirtió sus posiciones, ahora se estaba sobre su cuerpo, quien aún seguía tan fundida en su interior. La omega le dedicó un nuevo beso suave y se corrió las lágrimas antes de regresar a la conversación.
—Quiero que me marques Jihyo, quiero ser tu omega y que tu seas mi alfa. Quiero dejar las dudas de lado, dejar de temer y creer en ti para que tu creas en mí... —Anunció, mientras comenzaba el vaivén de sus movimientos. —Quiero que formemos un lazo de verdad y llevar tu delicioso aroma conmigo a todas horas...
La alfa gimió cuando la omega comenzó acelerar los movimientos de sus caderas, las cuales Jihyo tomó entre sus manos.
—Muérdeme alfa... —Suplicó la omega cuando apoyó la frente sobre la suya, tan falta de aliento como ella, ante el ritmo que poco a poco iban tomando.
Y así lo hizo. Jihyo marcó a Sana esa noche, provocando que todo entre ellas se aclarara de inmediato y que su maravillosa conexión cobrara todo un sentido.
Lamento la tardando Tu, buenas noches♡
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