Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Tres❈

Aunque tenía a cargo los de diseños más famosos de toda Corea, siempre sacaba tiempo para sus funciones como mamá, y esta vez, Nayeon, aprovechaba las clases de costura que en su momento obligó a su madre a disponerle en sus años de juventud.

Bajó con pericia el pedal de presión sobre la tela roja, luego usó las dos manos para empujar el material con lentitud bajo la aguja que subía y bajaba a toda velocidad. De su boca salían alfileres, firmemente apretados entre los dientes. Su concentración era absoluta y silenciosa.

—¡Mami! —Sofocada, la pequeña omega entró al cuarto como un huracán.

Nayeon interceptó a su hija con una mano en alto, hasta que terminó la costura. Yuna dio varias vueltas alrededor de la mesa de la cocina, como un tiburón que rodea su presa.

—Mami, apresúrate, esto es algo verdaderamente importante. —Advirtió la pequeña traviesa.

—¡Qué! —Masculló Nayeon, entre los dientes con los que apretaba los alfileres.

—¿Puede quedarse Ryu a pasar la noche aquí? —Consultó tan rápido, que Nayeon parpadeó viéndola con incredulidad.

Aún no era fin de semana y Yuna conocía las reglas: "Tenía permiso para invitar a sus amigas sólo las noches del viernes y el sábado" Nayeon se quitó los alfileres de la boca antes de contestar.

—Hoy es miércoles. —Le recordó, esperando que aquello solucione todo el asunto.

—¡Ya lo sé! —Yuna alzó los ojos al cielo con esa exasperación que sólo pueden causar las madres.

Permitir a una hija quedarse en la casa de una amiguita en una noche entre semana era exactamente el tipo de conducta irresponsable que Nayeon esperaría de una madre como Yoo Jeongyeon, su estimación de la alfa descendía cada vez más.

Esa tarde, Nayeon supo que Ryujin ni siquiera iba a decirle a su madre que participaría en el espectáculo artístico de la escuela. Aquella alfa no mostraba el menor interés en las actividades de su pequeña hija, Nayeon se sentía tan mal por la actitud de la pelicorta, que se había ofrecido a confeccionar también un vestido especial para Ryujin, así podría participar en el evento, aparte del que ya estaba haciendo para Yuna.

—Mami, decídete de una vez porque Ryujinnie está esperando al teléfono. —Señaló en dirección de donde habitaba el aparato.

—Bebé, mañana deben ir a la escuela. —Yuna hizo otra mueca de fastidio —Ustedes dos se quedarán hablando hasta tarde y luego no se podrán despertar temprano para ir a clases. La respuesta es no.

La expresión de la pequeña omega fue de absoluta decepción y desolación, pero solo para intentar convencer a su madre.

—Te prometo que no charlaremos. Sólo por esta vez, mami. ¡Por favor! —Juntó sus manos como quién implora al cielo por un milagro, y sus preciosos ojos suplicaron —¿Cuántas veces te pido algo?

Nayeon miró a su hija con incredulidad. La lista podría ser interminable.

—Está bien, olvida que pregunté eso. Pero esto es importante, mami, de veras importante... por el bien de Ryu. —Suplicó haciendo un tierno puchero infantil. Nayeon meció la cabeza, aún con los ojos en su obra.

—Lo siento, hija, no entre semana. —Canceló la omega, sin mirarla.

Yuna bajó la cabeza y avanzó hacia el teléfono, arrastrando los pies.

—Ahora mi pobre Ryu tendrá que pasar la noche en la casa de la Señora Lee, y es horrible para ella... —Murmuró caminando tan lento, como si fuera un perezoso.

—¿Quién es la señora Lee? —consultó la mayor y Yuna se volvió hacia su madre, lanzando un suspiro destinado a provocar su compasión.

—Su niñera.

—¿Su madre la hace pasar la noche con una niñera? —Espetó Nayeon.

—Sí. Tiene una reunión de negocios con Becky. —Musitó la jovencita, como si estuviera compartiendo el chisme del año. Nayeon se puso rígida de indignación.

—¿Quién es Becky?

—Alguien con quien trabaja... —Señaló la jovencita.

¡Ya lo creo! Los ojos de la omega rubia se entrecerraron de indignación. Yoo Jeongyeon era una mujeriega. ¡Echar fuera de su casa a su propia hija para poder llevar a una mujer! Era verdaderamente repugnante.

—La señora Lee es muy vieja y obliga a Ryu a comer alimentos naturales. Tiene televisor en blanco y negro y sólo le permite ver documentales. ¿No detestarías eso?

Nayeon sacudió la cabeza, consternada.

—¿Con cuánta frecuencia Ryujin pasa la noche con su niñera?

—¡Muchas veces! —Exclamó Yuna, imaginando que estaba a punto de convencerla. Nayeon pudo creer eso.

—¿Cuántas veces es "muchas veces"?

—Pues... como dos veces al mes. Pero, últimamente han sido hasta más que eso, porque unnie ha estado muy ocupada... —Lamentó Yuna.

La pobre cachorra descuidada. El corazón de Nayeon se contrajo al pensar en la dulce Ryujinnie entregada a la merced de una anciana que la alimentaba con hamburguesas de soja.

—Anda, ¿Puede quedarse, mami? ¡Di que sí, por favor! ¿Sí, sí, sí, sí? —Suplicó la pequeña omega. 

—Está bien —Concedió su madre —¡Pero sólo por esta ve...!

Yuna cruzó corriendo el cuarto para ir a echar los brazos alrededor del cuello de su madre, sin permitirle que termine de hablar.

—Eres la mejor mamá del mundo. —Musitó contra su pelo y Nayeon lanzó un suave bufido.

—Al menos debo estar entre las nominadas —Respondió con una sonrisa resignada, recordando lo ocurrido con las galletas horneadas.

—¡Definitivamente no! —Exclamó la alfa, mientras guardaba en una maleta una blusa recién planchada —Ryujin, no quiero oír más al respecto. —Canceló, deteniéndola con su mirada.

—¡Pero mami! ¡Yuna es mi mejor amiga! —Exclamó la jovencita dando un pisotón y extendiendo sus brazos en puños a los lados, totalmente rígida.

—Créeme cariño, soy la más feliz de que hayas encontrado una buena amiga, pero cuando me voy a estos viajes de negocios, quiero estar segura de que estarás bien cuidada. —Y lo que ella sabía de la madre de Yuna no era muy positivo que digamos. 

La omega era una safada que dejaba a su hija sola mientras iba al supermercado en busca de golosinas... y luego tenía el descaro de recriminarle porque Ryujin estaba despierta un poco más tarde. Además de ser una entrometida, Im Nayeon se vestía como chiflada. Ryujin la sacó de sus pensamientos cuando insistió en aquella discusión.

—Mami por favor, tú sabes lo que es para mí quedarme con la señora Lee. —Lloriqueó, la pequeña omega.

Jeongyeon, evitando a su hija, siguió haciendo su equipaje intentando ignorar que no le afectaba oírla tan angustiada y tratando de no olvidar nada. Detestaba tener que dejar a su pequeña omega con una persona extraña, pero no tenía otra opción. Su familia vivía lejos de la ciudad, y como socia mayoritaria de Extreme Sports en Corea, estaba obligada a realizar algunos viajes de negocios que la alejaban por algunos días de Ryujin. 

Lo malo había sido que esos viajes se prolongaran un poco más durante estos último meses, pues estaba trabajando en el contrato de exclusividad con grandes marcas deportivas como Adidas, Nike entre otras. Sus viajes eran esenciales para obtener información sobre los posibles clientes que les permitirían a ella y a su socio americano, John Becky, alcanzar su meta de expansión.

Ryujin se sentó al borde de la cama de su madre, con esa expresión de tristeza que sabía que llegaba al corazón de la alfa.

—La última vez que pasé la noche en casa de la señora Lee, ella sirvió hígado para la cena... —Musitó su pequeña omega y Jeongyeon hizo una mueca involuntaria. —Y me hizo ver un documental de televisión que trataba todo sobre hongos, mami... 

Jeongyeon apretó los dientes intentando no evidenciar la profunda tristeza que sintió al oírla. Ciertamente la anciana era un poco, bastante, excéntrica, pero cuidaba a Ryujin con esmero y eso era lo único que importaba.

—¿Sabes lo que va a cenar Yuna? —Musitó con ese puchero y la alfa no quiso conjeturar. Sin duda, algo como helado de fresa y palomitas de maíz con caramelo.

—No, y no quiero saber. —Meció la cabeza.

—No es hígado con salsa agridulce, eso te lo puedo asegurar. —Reprochó la pequeña en aquel incesante murmullo.

—Ryujin, el tema está cerrado. Pasarás la noche con la señora Lee y punto. —Señaló la adulta, con tono inflexible.

—Yuna cenará spaghettis con albóndigas y pan francés. Y unnie... la-a señora Im dijo que podría ayudar a Yuna a preparar las albóndigas, pero está bien, le hablaré por teléfono y le diré que no quieres que pase la noche en una casa donde no me vayan a cuidar como es debido. —Actuó aquella pequeña manipuladora, haciendo suspirar a su madre.

—Ryujin... —Le advirtió Jeongyeon.

—Está bien mamá, no te preocupes, entiendo... 

La alfa dudó, mientras colocaba dentro de la maleta el resto de su ropa y lo que tenía pendiente en aquella nota mental, antes de cerrarla.

—Al menos estoy tratando de entender por qué me mandas a pasar la noche con una persona tan extraña como la señora Lee, cuando mi mejor amiga me invitó a pasar la noche en su casa.

Jeongyeon se comenzó a ablandar. Era sólo una noche y en tan poco tiempo era difícil que la extraña madre de Yuna pudiera ejercer una mala influencia en Ryujin, ¿verdad?

—Spaghettis con albóndigas... —Murmuró Ryujin, para sí misma —Spaghettis, mi comida favorita. 

Esa era una novedad para Jeongyeon. La última vez, la comida favorita de su hija era remen, y la vez anterior, y la anterior... un momento...

—Y tienen una pantalla normal, de cuarenta y tres pulgadas. —La alfa vaciló al oír las quejas de la niña —Con control remoto, como las televisiones normales...

—¿La madre de Yuna estará allí toda la noche? —preguntó Jeongyeon entornando los ojos.

—¡Por supuesto! —Respondió Ryujin, con inmediato entusiasmo.

—¿Dónde dormirás tú? —Consultó sin despegar los ojos de la pequeña, Jeongyeon sabría identificar si su hija quisiera engañarla.

—Yuna tiene una cama doble... —Los ojos de la niña se alegraron y su madre lo supo, por su aroma —Y ya le prometimos a la señora Im que nos dormiríamos temprano. 

Jeongyeon lanzó un resoplido de resignación, eso se oía correcto.

—Está bien, Ryujin. Puedes quedarte en casa de Yuna esta noche, espero no arrepentirme. —Musitó por lo bajo. 

Ryujin lanzó una exclamación de alegría, pero su madre le interrumpió casi que al instante.

—Pero sólo por esta vez, ¿de acuerdo? —Le señaló con uno de sus dedos y la pequeña omega asintió varias veces.

—Sí, sí, sí mami, lo que tú digas. —La abrazó por la cintura y Jeongyeon aprovechó para acariciar su cabello —Eres lo máximo. —Musitó Ryujin y la presionó con todas sus fuerzas.

—Ya, ya mocosa, ya me di cuenta de que estás contenta con mi decisión —Aceptó la alfa, con una breve carcajada.

—¿Podemos irnos ya? —Contestó, verdaderamente ansiosa.

—¿Ya? —preguntó su madre, extrañada.

—Sí mami, la señora Im hablaba en serio cuando dijo que podría ayudar a preparar las albóndigas y, ¿sabes qué más? —Comentó con su tierno entusiasmo. 

—¿Qué? —Consultó la pelicorta, picando su pequeña nariz.

—Nos está haciendo a Yuna y a mí vestidos idénticos para el festival de talentos de este año... 

Jeongyeon se detuvo cuando había regresado su atención a su maleta, y se volvió a mirar a su hija.

—¿Cuál festival? —La alfa frunció el entrecejo.

—¡Ups! —La omega se llevó una mano a la indiscreta boca —No iba decírtelo porque es el Día de San Valentín y yo sabía que no podrías asistir. No quería que te sintieras mal... —admitió la pequeña, apenada.

—Ryujin, es más importante que no me ocultes cosas, ¿Entiendes? 

—Pero ese día tienes que estar en Tokio también, lo dijiste muchas veces... 

La niña tenía razón. Ella detestaría perderse el festival, pero tenía programada una reunión con la Comisión de Comercio Exterior ese día, ya que próximamente su compañía comenzaría con la exportación de su línea de accesorios al exterior, todo un maldito proceso.

—¿Y qué talento tienen Yuna y tú? —Consultó cruzando los brazos, indignada por no saber qué es lo que su pequeña haría en un festival. 

Cuando Ryujin se presentó como omega, había sido todo un acontecimiento para ella, mentiría si dijera que hubiera sido más sencillo que fuera alfa, pero aún así admiraba su propia capacidad para aprender a tratar con la pequeña cada día, con sus cambios constantes, su inestable y pésimo humor, con las distancias en sus viajes y los límites que aún no sabía controlar. Ryujin era una pequeña maravillosa y Jeongyeon adoraba cada cosa de ella, incluso aquella facilidad que tenía para manipular su blando corazón.

—Vamos a bailar una canción de Blackpink, nos está quedando genial... —Admitió con alegría.

—Quizá podría persuadirlas para que me den una demostración previa de su actuación —Musitó con la voz trémula, intentando no romper en llanto, más aún cuando los ojos de Ryujin se iluminaron de entusiasmo.

—Oh mami... —señaló la pequeña acercándose a su mayor. La alfa la abrazó cuando ella rodeó su cadera con sus delgados brazos.

—Lo siento bebé, tu sabes que me encantaría estar ahí, pero... 

—Lo sé, mami —Musitó la jovencita pegando su mejilla contra el pecho de su madre, respirando su aroma y abrigándose con su calor, como cuando era una pequeña cachorra.

—Entonces... —Acomodó la voz, intentando recuperar la compostura —¿Si me harán una muestra? 

—¡Claro que sí mami! ¡Se lo diré a Yuna y no creo que ella tenga problemas con eso! —Corrió a su cuarto con aquella característica energía que hacía sonreír a su madre y regresó con su mochila demasiado cargada —Cuando quieras podemos irnos.

La alegría de Ryujin llamó la atención de su madre. Nunca había estado tan feliz en otras ocasiones en las que tenía que dejarla. Cuando Jeongyeon tomó su maleta y su portafolio, su hija ya la esperaba junto a la puerta.

—¿No vas a pasar para saludar a la señora Im, mami? —preguntó cuando su madre estacionó el Mercedes frente a la casa de Yuna, quince minutos después.

Incluso a la luz del atardecer, la alfa pudo ver que la casa estaba recién pintada y tenía cortinas beige en los ventanales. El patio del frente de la casa y los macizos de flores parecían bien cuidados. Ciertamente no era el tipo de casa que la pelicorta asociaba con la lunática madre de Yuna.

—¿Vas a pasar o no? —insistió su pequeña omega, con cierta impaciencia.

Jeongyeon vaciló en su decisión. No tenía mucho entusiasmo de volver a saludar a una mujer que usaba botas sin cerrar y pijama de franela para ir de compras.

—¡Ma!

Antes que la alfa pudiera responder, la puerta de la casa se abrió y Yuna salió a toda velocidad, seguramente para encontrarse con Ryujin en cuanto sea posible. Una preciosa rubia salió poco después y un par de ojos oscuros la abordaron dejándola atónita...

Ahhh, ¡Ahora si empezó lo bueno!

Buenas noches de mientras, te quiero mucho, tu JazUnnie🌻

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro