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Seis❈

—Realmente le agradezco mucho esto, Nayeon. —Musitó la alfa, sosteniendo la mano de su pequeña hija.

Ryujin estaba de pie a su lado, con su mochila al hombro, con los ojos muy redondos y tristes, su aroma se sentía en toda la entrada de la casa Im y su madre acariciaba su pequeña mano reiteradas veces, para animarla.

—No hay problema, Jeongyeon. De verdad, todo estará bien, se divertirán mucho.

La empresaria le dió un fuerte abrazo a su pequeña, quien tardó un considerado momento en apartarse de su agarre, respiró su aroma y recibió una cantidad de advertencias y recomendaciones al oído, de parte de su madre.

Cerró los ojos por un instante y Nayeon pudo percibir su tribulación, esa mujer realmente lamentaba perderse el número de su hija en el festival.

—Pórtate bien, mi cielo. Hazle caso a unnie ¿de acuerdo? —indicó la alfa, al final.

—Sí, mami —Musitó mientras la alfa retiraba las pequeñas lágrimas que se habían escapado de sus ojos.

—Y quiero saber hasta el más mínimo de los detalles de esta noche, cuando regrese, ¿Está bien? —La niña asintió con un intento de sonrisa, para su madre 

—Vamos, Ryu —Yuna llamó a su amiga, para intentar animarla, tomando su mochila, emocionada de tenerla de visita nuevamente —Tenemos que practicar.

Las dos jovencitas desaparecieron por el pasillo, cuando Ryujin se repuso más rápido que el ave fénix.

La alfa y la omega quedaron a solas y el silencio se hizo una significativa comunicación de aromas florales y miradas silenciosas.

—¿Tiene el número de teléfono del hotel en donde me hospedaré y el lugar de mi reunión? —preguntó, buscando la atención de la mujer frente a ella, una vez decidió dejar de ver en dirección en donde se había perdido su pequeña omega, junto a su amiga.

—Sí. Llamaré si hay algún problema. No se preocupe, Jeongyeon, estoy segura de que todo saldrá bien, tomaré fotos y videos de la presentación de las chicas. —La antes nombrada asintió, pero su ceño era sombrío y melancólico. —¡Por amor al cielo mujer, no necesita sentirse tan culpable por esto! —Le expresó la omega, de forma optimista y Jeongyeon la miró con asombro.

—¿Tanto se nota? —Murmuró deseando recomponerse tan rápido como su hija. 

—Como si tuviera luz neón parpadeante alrededor suyo... —La pelicorta sonrió y se frotó la frente con la mano, exponiendo su agobio. —Huele a tristeza hasta aquí... —Le indicó después de olfatear. La alfa asintió, apenada.

—De acuerdo, sólo tendré que ir a otras dos de esas reuniones en el extranjero. Becky prometió ocuparse de las demás, así esto de los viajes se convierte en algo más ocasional que consecutivo. —Suspiró con violencia mientras se veía con Nayeon —¿Sabe? Nunca creí que sería tan traumático para la niña y para mí estos viajes. Pero por lo menos ella parece menos afectada desde que se queda con ustedes.

—Es una niña encantadora, Jeongyeon... —Musitó con aquella perfecta sonrisa.

—Gracias —Repuso con adecuado orgullo. Era obvio que hacía su mayor esfuerzo por ser una buena madre y cumplir con sus obligaciones laborales a la vez.

—Escuche... —Murmuró —Respecto al sábado por la noche, yo he pensado que... pues que sería mejor si sólo va usted con las niñas.

Jeongyeon sacudió la cabeza con determinación.

—No sería lo mismo sin usted. Si no acepta pago por cuidar de mi hija, al menos permítame que la invite a cenar.

—Pero... —La alfa la interrumpió, deteniéndola con su mano.

—Si teme que esto parezca demasiado una cita romántica, no se preocupe. Eso ya quedó aclarado entre nosotras.

La sonrisa de Nayeon fue lánguida y tímida.

—Está bien, si usted quiere. Yuna y yo estaremos listas a las seis.

—Bien. 

Una sonrisa como despedida y la alfa se fue sin voltear.

En la noche del festival, se estaba dando los últimos retoques de maquillaje antes de salir, cuando sonó el teléfono de la casa.

—¡Yo contesto! —Gritó Yuna, corriendo por el pasillo como si contestar antes de que el teléfono sonará dos veces, fuera cuestión de vida o muerte. —¡Hola, abuelita! —Oyó Nayeon que exclamaba la pequeña omega, y sonrió con suavidad, contenta de que su madre hubiera recordado el festival de la pequeña.

La madre de Nayeon se pasaba viajando alrededor del mundo, conociendo varias culturas aunque siempre estaba al pendiente de sus hijas y nietos. Nayeon sabía que habría asistido al festival a ver a su nieta, pero en ese mismo instante se encontraba en un crucero que costeaba las islas del Caribe, para así escapar del invierno que se asomaba en la ciudad de Seúl. Sin duda, la abuela de corazón, Seah, la estaba llamando para desearle suerte en su presentación.

Trozos de la conversación telefónica le llegaban a Nayeon a través del pasillo mientras su hija charlaba con entusiasmo sobre el festival, la visita de Ryujin y su número artístico.

—¡Mami, es abue! —Gritó la niña —Quiere hablar contigo.

Nayeon mordió un pañuelo desechable para limpiar el exceso de lápiz labial y fue a contestar el teléfono.

—Hola, mamá —Saludó con entusiasmo —¡Qué bueno que llamaste!

—¿Qué es eso de que saldrás con alguien el sábado? —Le increpó la omega mayor y Nayeon no se asombró para nada.

—¿Quién te dijo eso? —Hizo una mueca de fastidio de que su madre tuviera esa información.

Im Seah la acosaba constantemente para que se casara. Nayeon sintió deseos de sacudir a Yuna por sólo haber mencionado a Jeongyeon con ella, lo último que deseaba era que su madre la presionara respecto a su relación con la alfa.

—La pequeña Yuna. Y, querida, si no te molesta que te lo diga, creo que, por lo que la niña me ha dicho, esa alfa es ideal para ti. Las dos están libres, ella tiene una hija y tú otra y las chicas son muy buenas amigas, la situación es perfecta. —Festejó con exagerado entusiasmo.

—Mamá, por favor, no sé qué te ha contado Yuna, pero Jeongyeon sólo desea agradecerme que le cuide a Ryujin, mientras está fuera de la ciudad en viajes de negocios. ¡La cena del sábado no es una cita romántica!

—¿Te llevará a cenar?

—Nos llevará a cenar a su hija, a Yuna y a mí.

—¿Cómo dices que se llama? —Insistió para agobio de la rubia.

—Jeongyeon... —Suspiró con evidente desgano —Yoo Jeongyeon —Respondió, ansiosa de cambiar de tema —¿Qué tal ha estado el clima por allá? Aquí está terrible, ojalá ya fuera primavera. Estaba pensando en plantar algunos malvones en el patio de atrás... —Intentó.

—Yoo Jeongyeon. Hmm, suena bien. ¿Cómo es ella, querida? ¿Es alta? ¿Es bonita? Tiene nombre de bonita... —Bromeó la omega mayor y Nayeon suspiró sin poder detenerse, pues su loba estuvo de acuerdo con ella. ¡Y diablos! Ella también lo estaba pues, Jeongyeon era muy bonita.

—Oh mamá, de veras, no lo sé. Es una alfa. ¿Qué más te puedo decir?

Su madre pareció apreciar esa pequeña información.

—Me parece interesante que así la consideres. Creo que podría ser la adecuada, Nayeonnie...

—¡Oh no mamá! ¿Cuántas veces debo decirte que no quiero casarme jamás? —Una breve pausa siguió a esta vehemente declaración.

—Ya veremos, cariño. Ya veremos.

El sábado Yuna se acercó hacia donde su madre se alistaba para salir, dispuesta a insistir con su veredicto.

—Entonces, ¿no vas a ponerte un vestido, mami? —Lanzó a su madre otra de esas miradas destinadas a reducir a cero la confianza de la omega mayor. 

Nayeon había decidido durante horas sobre qué ponerse para esa salida con Jeongyeon y las chicas. Llegando la hora, por fin, jeans negros y un suéter color trigo le pareció la solución más adecuada para aquella salida informal con dos adolescentes en proceso. Pero ahora la expresión desaprobadora de su hija la hacía dudar de lo que pareció desde un principio una excelente decisión.

—Mami, esta noche es importante... —Argumentó la menor.

—Vamos al Palacio Rosa, Yuna, no a la residencia de ningún embajador. —Le recordó.

—Lo sé, pero Jeongyeon unnie es tan amable... —La mirada de la niña se posó en el ramo de rosas claras que estaban sobre la mesa del comedor y con reverencia pasó los dedos por una flor. 

Jeongyeon había hecho enviar un arreglo de flores para ella y otro para su hija, la noche del festival. 

—No puedes ir a cenar en pantalones con la primera alfa que me envió mi primer ramo de flores verdaderas —Habló la jovencita con solemnidad y Nayeon vaciló —Estoy segura de que esto es lo que ella espera... —Dijo con más confianza de la que sentía.

—¿Eso crees? —ironizó Nayeon. ¡Pues seguirá esperando! La omega sonrió, rogando porque su aire de incertidumbre convenciera a su escéptica hija. 

Aunque, tenía que coincidir con Yuna en algo, Jeongyeon era amable. Más que amable. En cada nuevo encuentro la estimación que sentía por la alfa aumentaba. Ella había llamado el viernes para darle las gracias por haber cuidado a su hija y dijo que esperaba con ansias la salida del sábado. 

Era una mujer considerada, sensible, simpática y una madre excelente. Por no mencionar su increíble atractivo de alfa autosuficiente que la hacía babear de cuando en cuando, con admiración. Era una lástima, en realidad lo era, que ella no estuviera buscando pareja, porque Jeongyeon bien podría ser la mejor candidata.

La palabra pareja resonó en la mente de Nayeon como una bala de expansión y culpaba a su madre por ello. Lo que ella le había dicho era cierto, no le interesaba el matrimonio, estaba muerta para el romance, porque sus pasadas relaciones amorosas le habían enseñado que para la mayoría de las alfas era casi imposible permanecer fieles, y ya no estaba dispuesta a sufrir otra vez la decepción. 

Además, si un alfa llegara a entrar otra vez en su vida, sería alguien que tuviera sus mismos objetivos personales, no alguien como Yoo Jeongyeon. 

Debía admitir que aquello, no significaba que estuviera ciega a sus encantos femeninos y a sus atractivos naturales. Por el contrario, ella veía alfas atractivos todos los días, trabajaba con algunos de ellos, hombres y mujeres, y había salido en una otra ocasión con alguna alfa bien parecida. Sin embargo, en las últimas semanas en quien pensaba a cada momento era en Jeongyeon y esto la consternaba, y mucho. Lo mejor que podía hacer respecto a esta situación era cortar por lo sano. Iría a cenar con ella esta vez, pero sólo esta vez. Ella volteó los ojos hacia su loba rugiente. Sería la última vez, aunque tuviera que luchar contra los deseos de su omega y su necesidad de tener la compañía de un alfa.

—¡Ya llegaron! —Exclamó Yuna y se apartó a toda prisa de la ventana

Con toda calma, Nayeon abrió el armario del vestíbulo y sacó los abrigos de invierno de ella y su hija. Podía parecer tranquila, pero los dedos le temblaban ante la expectativa. La perspectiva de ver a Jeongyeon la dejaba temblando y ni siquiera sabía porqué.

Jeongyeon y Ryujin se dirigieron a la puerta principal.

Cuando la puerta de la casa se abrió, Yuna ofreció las manos a su amiga, quien no tardó en estrecharlas con calidez y pronto las dos saltaban frenéticamente. Nayeon se vio abordada por ese delicioso e intenso aroma a jacintos y se dió cuenta que entre las cuatro hacían un delicioso jardín floral y se ruborizó de notar que aquello le gustaría, todos los días, a todas horas, sobre todo el de la alfa, en su casa, en la almohada de junto en su cama. ¡Era a causa de esa escandalosa loba insufrible!

—Puedo pronosticar una noche muy divertida —Murmuró con una media sonrisa irónica.

Estaba guapísima, admitió Nayeon con renuencia admirando como le quedaban ese par de blue jeans. El tipo de alfa con el que sueña cualquier omega. Bueno, casi cualquier omega. La rubia quería creerse inmune a los encantos de aquella hermosa mujer, pero no estaba tan segura de ello.

—¿Lista? —preguntó Jeongyeon, sosteniendo la puerta para ella.

—Eso creo.

Aunque era temprano, ya se había formado una hilera de personas a la entrada del Palacio Rosa cuando ellas llegaron. En el momento en que estacionaron el auto, fueron asaltadas por una canción de rock a todo volumen y Nayeon jadeó al recordar lo que le esperaba allí dentro.

—Parece que tendremos que esperar —Expresó Nayeon, con desánimo —Esa hilera se alarga a cada momento.

—Pedí a mi secretaria que hiciera reservaciones —Mencionó la alfa, sonriéndose a la expresión anterior de la rubia —Estoy segura que este lugar, en particular los sábados por la noche, tiene una gran asistencia de adolescentes.

—¡Siii! —Las dos jovencitas soltaron una serie de risillas, que provocó que sus madres intercambiaran miradas de divertida sorpresa. 

El Palacio Rosa era tal como Nayeon lo recordaba. La popular fuente de sodas estaba decorada al estilo de los años sesenta, con tragamonedas y demás parafernalia de los años del rock and roll. Las camareras patinaban sobre ruedas entre las mesas.

Una vez dentro, Nayeon, Jeongyeon y las chicas fueron acomodadas casi de inmediato y les entregaron unos menús enormes. Ninguna de las niñas se molestó en leer la carta, pues ya habían hecho su elección en el camino. Las dos se decidieron por hamburguesas con queso y banana split de postre.

Cuando la camarera, mascando chicle exageradamente, patinó hasta su mesa, Nayeon también había hecho su elección.

—Hamburguesa y banana split —Anunció, dirigiendo una simpática sonrisa a las chicas quienes festejaron su decisión.

—Lo mismo para mí, además de una taza de café, por favor. —agregó la alfa con aquella encantadora sonrisa amable que hizo suspirar a la mesera.

—Yo también quiero una taza de café, por favor —Añadió Nayeon, asombrada por cómo aquella jovencita la había ignorado completamente después de tomar la orden de la alfa y se deslizó hacia la cocina. 

Nayeon decidió ignorar ese episodio irremediable, cuando se concentró en sacar un pequeño paquete de algodón de su bolsa.

—¿Para qué es eso? —Quiso saber Jeongyeon, cuando la omega separó una cantidad, lo comprimió en cuatro bolitas y le entregó dos a ella. Al final, Nayeon señaló sus orejas con determinación.

—La última vez que estuve aquí, durante varios días sentí zumbidos en los oídos, créeme, esta es la mejor elección. 

Jeongyeon rió entre dientes y se inclinó sobre la mesa para gritar.

—Es cierto, está un poco ruidoso, ¿verdad? —Admitió divertida.

Ryu y Yuna se miraron, luego miraron a sus madres, y gritaron al unísono.

—¡Si está demasiado ruidoso o es que ustedes son demasiado viejas! —Se burlaron.

—Me declaro culpable. —Nayeon alzó una mano, al decir.

Jeongyeon asintió y compartió una sonrisa irónica con Nayeon, sonrisa que hizo extrañas cosas en el estómago de la omega y una lucecilla se encendió en su mente, anunciando peligro.

Nayeon no estaba segura de lo que había sucedido, pero fuera lo que fuese, no le gustaba para nada.

Llegaron sus hamburguesas y, por un rato, al menos, Nayeon pudo dirigir su atención a eso. La comida era mejor de lo que recordaba.

Mientras el par de adultas intercambiaban sólo algún comentario ocasional, las jovencitas hablaron sin descanso mientras comían. Cuando la camarera se llevó los platos ya vacíos, Jeongyeon sugirió que fueran al cine.

—¡Siiiiii! —Exclamó Ryujin y fue secundada por Yuna con el mismo entusiasmo.

—¿Qué opinas, Nayeon? —Preguntó ella, sorprendiéndola con el tuteo inesperado. Bueno, al parecer todo sería inesperado con Yoo Jeongyeon.

Ella iba a decir que ya había tenido suficiente por una noche, cuando notó los dos rostros expectantes de las jovencitas sobre ella y supo que no tenía opción.

—Bien... —Dijo por fin, tratando de inyectar un poco de entusiasmo a su voz.

—Están pasando Masacre Juvenil en el Malí —Indicó Ryujin, mirando a su madre —Yeji ya la vió y dice que se murió de miedo. 

Jeongyeon sacudió la cabeza con determinación, regresando a aquella expresión seria que provocaba inexplicables escalofríos en Nayeon.

—De ninguna manera. —Canceló, para desgracia de Ryujin.

—Oh, mami. ¿Por qué no?

—No me gusta que veas películas de crímenes y sangre, ni siquiera como diversión se debe tolerar la violencia, no es sano para la mente cariño, ya lo habíamos hablado... —agregó la alfa y Nayeon se detuvo para no tomarse los labios entre los dientes. Diablos, era tan atractiva siendo una madre responsable.

—Pero, mami... —Insistió la jovencita 

—Y se acabó la discusión Ryujin. —Expresó la alfa sin alzar la voz, con la firmeza serena de una madre acostumbrada a sopesar sus decisiones y nunca abusar de su autoridad de adulta.

Por supuesto que Nayeon estuvo de acuerdo con ella, para desgracia de Yuna, y para su asombro, Ryujin no argumentó más al respecto.

Por fin todas concordaron en ir a ver una comedia ligera con un ídolo juvenil como estrella.

—Es más sano reír que asustarse ¿No crees? —Comentó Jeongyeon con un guiño hacia Nayeon, quien le devolvió una sonrisa conforme.

Media hora después estaban en el cine y Jeongyeon preguntó.

—¿Alguien quiere palomitas? —Viendo hacia las jovencitas.

—¡Yo! —Yuna levantó el brazo ante su pedido.

—Yo también, ¿Y me podrías comprar también una coca y pasitas con chocolate? —preguntó Ryujin con aquella sonrisa que era irresistible para su madre.

Jeongyeon alzó los ojos al cielo y, sonriendo, miró a Nayeon.

—¿Y tú, quieres algo también? 

—Nada —Conocía la facilidad con que las golosinas se convertían en grasa en su cuerpo —Gracias.

Jeongyeon regresó un momento después con tres cajas grandes de palomitas de maíz y las pasitas con chocolate.

En cuanto vaciaron los brazos de la pelicorta de todas las golosinas, excepto una caja de palomitas, las niñas entraron corriendo a la sala de la función.

—Oigan, ¿no nos van a esperar? —Las llamó Nayeon.

Yuna y Ryujin se detuvieron de golpe y se volvieron con una expresión de horror en sus rostros.

—No vas a sentarte con nosotras, ¿verdad, mamá? —Se quejó Yuna —¡No puedes hacerlo!

—¿Por qué no? —Esto era una novedad para ella. Cierto, hacía mucho que no iba al cine con Yuna, pero ella siempre se sentaba a su lado cuando lo hacían.

—Alguien podría vernos... —Explicó su hija, en tono de exagerada paciencia —Y ya nadie se sienta con sus madres.

—Parece que sentarse a nuestro lado es una vergüenza social —Murmuró Jeongyeon, detrás de Nayeon.

—¿Ya podemos entrar, mamá? —Suplicó Yuna —No nos queremos perder los cortos, porfi...

Nayeon asintió, todavía algo desconcertada, pero a fin de cuentas, debía comenzar a acostumbrarse a los impulsos de independencia de su hija.

—Supongo que esto es lo que sucede cuando se llega al sexto grado en la escuela —Comentó, mientras sostenía la puerta de la sala para que Nayeon ingresara primero.

Nayeon caminó por el pasillo central de la sala y se detuvo junto a una hilera vacía, casi hasta atrás, volviéndose a interrogar a Jeongyeon con la mirada antes de entrar. Ninguna se sentó, hasta localizar a sus hijas. 

Yuna y Ryujin estaban a tres filas de la primera, con los pies subidos al respaldo de los asientos de adelante, que estaban vacíos.

—Ah, las dichas de la maternidad... —Comentó Jeongyeon, una vez que se sentaron.

Nayeon se volvió hacia ella y trató de sonreír.

—¿Qué sucede? 

—Nada —Murmuró la omega con voz débil y quebrada.

—¿Te perturba que nuestras hijas hayan querido estar solas?

—No... Sí. ¡Oh, no sé! Lo siento Jeongyeon, está creciendo, y creo que no me había dado cuenta hasta ahora...

—A mí me sucedió la semana pasada —Dijo la pelicorta con aire pensativo —Me encontré a Ryu vestida con pantalones ajustados. ¡Vaya, ni siquiera sabía que lo hicieran para niñas de esa edad!

—Los hacen, lo creas o no —Le informó ella sonriendo —Yuna también se puso unos...

Jeongyeon sacudió la cabeza con incredulidad.

—Pero sólo tiene doce años. —Musitó pronunciando sus labios en un mohín.

—Y espérate, entrando a los dieciséis... —Recordó su adolescencia y la alfa bufó.

—¿Ya se ha puesto Yuna uñas postizas? —preguntó estremeciéndose con exagerado disgusto.

Nayeon se llevó una mano a los labios, para contener la risa.

—Esas cosas adheribles aparecieron en todo lugar imaginable durante varias semanas después.

—¿Y qué me dices del maquillaje? —Preguntó sorprendida por su tranquilidad.

—La pillé tratando de escabullirse de la casa sin ser notada una mañana, el mes pasado. Se había puesto la sombra para ojos más brillante que haya visto jamás. —Rió la omega, ante el recuerdo.

—¿Y la dejas usar maquillaje? Yo ni siquiera recuerdo cómo comencé a maquillarme pero estoy segura que no fue a su edad... —Musitó Jeongyeon, preocupada.

—Por supuesto que no. Ya le he dicho que prefiero que espere por lo menos hasta llegar a la prepa, es muy pequeña aún...

Jeongyeon se relajó en su butaca y asintió varias veces.

—Me alegra oír eso. Ryu tiene meses diciéndome que "entre en la onda" ¡Por todos los cielos! No sabía con quién hablar sobre estas cosas...

—¿Alguna omega en tu familia?

Los ojos de la alfa se endurecieron.

—Como ya sabes soy viuda. La madre omega de Ryujin falleció cuando ella tenía solo un año. —Suspiró, antes de seguir hablando —Al principio mi madre me ayudó con su crianza, pero una vez nos mudamos aquí, el contacto con mi familia se redujo debido a mis compromisos laborales. 

—No... quise entrometerme, lo siento. —Musitó Nayeon, sin poder verla a los ojos.

—No importa. Jennie y yo estábamos en proceso de divorcio cuando ocurrió el accidente, donde me enteré que tenía un amante, ambas fallecieron en el mismo incidente. Sinceramente, Nayeon, mis sentimientos respecto a volverme a casar son los mismos que los tuyos. Me basta con un fracaso.

Las luces de la sala comenzaron a apagarse y empezó la pista de sonido. Jeongyeon se apoyó contra el respaldo de su asiento y cruzó sus largas piernas atractivas en blue jeans. Nayeon también se acomodó, aliviada de que hubieran seleccionado una comedia pues, sus emociones estaban demasiado cerca de la superficie esa noche y podía imaginarse soltando el llanto a la más discreta escena dramática o triste.

Estaba tan inmersa en sus propios pensamientos que cuando Jeongyeon y los pocos espectadores que las rodeaban soltaron una sonora carcajada, ella no supo cuál era el motivo.

Sin pensarlo, extendió una mano y tomó un puñado de las palomitas. Descubrió que el sabor a mantequilla y lo crujiente de las palomitas se adecuaban a su estado de ánimo.

La alfa sostuvo la caja sobre el brazo entre ellas para que pudiera tomar los mismos con mayor facilidad.

La siguiente vez que Nayeon envió sus dedos para buscar más palomitas, éstos se encontraron con los de Jeongyeon y ambas se acusaron con la mirada. 

—Lo siento —Murmuró Nayeon, apartando la mano.

Jeongyeon inclinó la caja hacia ella y Nayeon masticó con deleite. Antes de que se diera cuenta, ya se había comido éstos y sus dedos estaban enlazados con los de la mujer junto a ella.

En el momento en que la mano de Jeongyeon buscó la de ella, Nayeon perdió la noción de lo que estaba sucediendo en la pantalla. Tomarse de la mano parecía un gesto inocente, algo que los adolescentes hacen. Era lógico que la alfa no le diera una importancia especial, se dijo Nayeon intentando detener el gusto de su loba y lo dulce en su aroma. Lo que pasaba era que sus emociones estaban muy confusas últimamente, no sabía por qué.

A su loba le gustaba Jeongyeon, se percató ella, le gustaba mucho. Y quería mucho a Ryujin.

Por primera vez, podía imaginarse la posibilidad de pensar nuevamente en comenzar un romance con una alfa porque su loba parecía enloquecer cuando ella aparecía en escena, y esta idea la asustaba. Más bien, la aterraba. Esta mujer pertenecía a un mundo diferente y realmente no pensaba en tener una relación desde hacía mucho tiempo. Además de que no estaba para nada lista. 

Cuando terminó la película, Jeongyeon las llevó de regreso a su casa. Las chicas estaban cansadas, pero no tanto como para no seguir parloteando en el asiento de atrás. 

Adelante, la situación era muy distinta. Ni Jeongyeon, ni Nayeon tenían mucho que decir.

—¿Quieres pasar? Te invito un café —invitó Nayeon cuando la pelicorta se acercó al umbral de su casa, aunque en su interior deseaba que ella solo se negara. 

Es que Nayeon todavía estaba agitada por el efecto que le había causado que ella la tomara de la mano en el cine, y deseaba tener un momento a solas para organizar sus pensamientos escabrosos.

—¿Pasamos, mami? ¿Sí? Por favor —Suplicó Ryu uniendo las manos en su súplica —Yuna y yo tenemos muchas ganas de ver los videos del miércoles, juntas.

—¿Estás segura? —Consultó la alfa, mirando a Nayeon.

—Por supuesto —Se vió obligada a decir —No me tomará más de dos minutos preparar el café.

—Está bien —Aceptó y las niñas lanzaron exclamaciones de contento.

Yuna y Ryujin desaparecieron en el momento en que entraron a la casa. A los pocos segundos podía escucharse la televisión con la estruendosa música, que recientemente se había convertido en un sonido habitual en la pequeña casa.

Jeongyeon siguió a Nayeon a la cocina y permaneció de pie junto al aparador mientras la rubia preparaba el café. 

Los movimientos de Nayeon eran torpes y abruptos. Se sentía incómoda, como si fuera la primera vez que estuviera sola con una alfa. Y eso era absurdo, en especial considerando que las jovencitas estaban cerca.

—Disfruté mucho esta noche —Comentó Jeongyeon, mientras Nayeon sacaba dos tazas de la alacena.

—Yo también —admitió con una sonrisa lánguida por encima de sus hombros.

Los ojos de Jeongyeon retuvieron su mirada y fue como si Nayeon la mirara por primera vez. Se medio volvió hacia la alfa, consciente de improviso de lo alta y espigada que era, de lo espeso y suave de sus oscuros cabellos cortos. Con un esfuerzo, la omega apartó la mirada de esos ojos magnéticos y volvió a su tarea de preparar café, aunque sus dedos parecían incapaces de cooperar.

Esperó pacientemente a que el oscuro líquido se filtrara en la jarra de vidrio, nunca antes le pareció que tardara tanto tiempo.

—¿Nayeon?

La antes nombrada se sobresaltó un poco al oír la voz atractiva de aquella alfa tan cerca de ella y se volvió, extrañamente agitada y nerviosa. Jeongyeon la tomó suavemente de los hombros, a gusto con hallarse en su mirada.

—Hacía mucho tiempo que no me tomaba las manos en el cine...

Nayeon bajó la mirada, intimidada.

—Yo tampoco.

—Me volví a sentir como una adolescente... —Bromeó calidamente, pero Nayeon no supo qué decir, también se había sentido de ese modo. —Desde entonces, tengo ganas de besarte, Nayeon. 

La omega no necesitaba un consejero psicológico para decirse a sí misma que lo mejor que debía hacer era evitar un beso de Yoo Jeongyeon. Estaba a punto de decírselo, cuando las manos de la alfa la agarraron por la cintura y la apartaron del apoyo del fregadero.

Un poco desconcertada, Nayeon alzó las manos, como para mantenerla a raya, pero en el momento en el que entraron en contacto con la firmeza de sus hombros, perdieron noción de su propósito inicial y su aroma la envolvió con poder.

En el momento en que la tibia boca de Jeongyeon se posó en la de ella y sus labios saboreaban los suyos, Nayeon sintió una excitación casi perturbadora por su intensidad, su loba se extasió y se dejó llevar, irremediablemente por la gentileza de la alfa.

Hacía demasiado tiempo que no la besaban de ese modo, con tanta ansiedad pero con suavidad y dulzura a la vez, sin prisa.

El beso duró poco. Mucho menos de lo que Nayeon hubiera deseado. El fuego de la boca de la alfa había incitado en ella una respuesta que ya creía imposible. Estaba asombrada de la facilidad con que había cobrado vida su pasión latente.

Cuando Jeongyeon la soltó, Nayeon se llevó una mano al pecho y exhaló un suspiro, ante la revolución que sintió no sólo ella, sino su loba también.

—Creo que eso no fue buena idea. 

La alfa frunció el entrecejo.

—Pienso lo mismo. No sé qué está pasando entre nosotras, Nayeon, y eso me desconcierta mucho... —Bramó, bastante desconcertada al apartarse algunos pasos de ella.

—¿A ti? Fui yo quien dejó muy claro desde el principio que no quería un compromiso emocional con absolutamente nadie. —Recordó Nayeon.

—Lo sé, estuve de acuerdo, pero...

—Me alegra mucho que Yuna y Ryujin sean buenas amigas, pero sucede que me gusta mi vida tal como es.

El semblante de Jeongyeon se ensombreció de inmediato.

—Pienso lo mismo. Fue un simple beso, no una invitación para que convivamos en pecado. —Contestó, intentando no darle tanta importancia.

—Yo... de veras hubiera preferido que no hicieras eso otra vez, Jeongyeon. 

—Lo-lo siento. No volverá a suceder, lo prometo —Murmuró la alfa y hundió las manos en los bolsillos de sus jeans —En realidad, creo que lo mejor sería olvidar por completo el incidente.

—Estoy totalmente de acuerdo.

—Bien.

Jeongyeon salió a grandes zancadas de la cocina, pero no antes que Nayeon se preguntara si ella podría olvidar lo sucedido tan fácilmente. Y de alguna manera, era cierto, a través de los años, ella había aprendido a evitar a las alfas que la atraían. Salía ocasionalmente con alguna, pero por lo regular mujeres que pudieran ser clasificadas como amables, corteses y atractivas, las evitaba completamente.

La omega regresó de entre su análisis, cuando Jeongyeon y Ryujin se despidieron y se fueron a casa.

Ayyyyy, se prendió...

No sé porque rayos es tan largo este capítulo, pero me tardé una eternidad editándolo jajaja lo siento tu, me avisas si hay errores...

Te quiero, tu JazUnnie🌻 

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