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Once❈

Nayeon no durmió bien esa noche, ni las dos siguientes. Jeongyeon había sugerido que cenaran juntas el siguiente fin de semana y parecía una eternidad, pero tenía varios asuntos de negocios que requerían de su atención.

Nayeon deseaba que no le hubiera concedido tanto tiempo para pensarlo. Si hubieran podido ir tranquilamente a un cine al día siguiente de la fiesta de cumpleaños, no estaría tan nerviosa.

Cuando llegó al trabajo el lunes por la mañana, su cerebro estaba tan confuso que se sentía como si caminara en medio de la niebla. Dos veces durante la semana estuvo tentada a llamarla para decirle que sería mejor seguir como antes.

—Buenos días —Murmuró Dahyun, su secretaria en tono distraído, apenas alzando la mirada de algunos documentos —¿Qué tal estuvo su fin de semana, unnie?

—Emocionante —Respondió con una sonrisa burlesca, a la joven —Fui a patinar con un montón de jovencitas...

—¡Qué gran aventura! —Señaló la joven practicante, haciendo notar su gusto por el deporte del patinaje.

La omega le pidió una taza de café y regresó su vista a los documentos que estaba examinado. Se sentía tan mal que necesitaba algo que le aclarara la mente.

—Supongo que no se habrá enterado de lo que está sucediendo en Extreme Sports, ¿verdad? —preguntó, volviendo a llenar su taza de café.

De no haber dejado la taza sobre el escritorio poco antes, a Nayeon se le habría escapado de los dedos.

—¿Extreme Sports? —Preguntó con voz turbia.

—Sí —La beta se sentó frente al escritorio de su jefa —Hay otra noticia sobre la guapa alfa Yoo Jeongyeon en el periódico de esta mañana —Hizo una breve pausa, para mordisquearse los labios al divisar a la nombrada en una favorecedora imagen corporativa —Hace seis meses compró a John Becky la mayoría de la compañía, supongo que sabrá usted quién es John Becky, ¿no?

—Por... supuesto.

—Según parece, Yoo entró a la compañía y le inyectó nueva imagen. Se ocupó personalmente de la administración y ha cambiado por completo el rumbo de la empresa. No he oído de nada que no sea bueno sobre esa alfa. Cada vez que me vuelvo, leo lo prometedora que es, o escucho a la gente elogiarla. Créame, Nayeon unnie, Yoo es una mujer que sabe muy bien hacia dónde se dirige...

Nayeon no pudo estar más de acuerdo, incluso sabía a dónde iría el sábado por la noche, la llevaría a cenar.

Por la noche del sábado, Yuna irrumpió en su habitación con notable entusiasmo, mientras Nayeon subía ella cierre extremo bajo su costilla izquierda, antes de atenderla.

—Ya llegó Jeongyeon unnie, mami —Anunció con aquellos ojitos llenos de emoción — ¡Y viene guapísima como siempre! 

Una cita para cenar. Solo era una simple cita para cenar y la omega estaba más nerviosa que una adolescente en su primera cita formal. Se alisó el vestido rojo con la mano, checó los tacones negros que había elegido para acompañar la prenda y contuvo el aliento hasta que los pulmones le dolieron. 

—Y tú estás preciosa, mami... —Comentó ante el claro nerviosismo de su madre, quien la buscó con su mirada.

—¿Lo crees, bebé? —Dudó la omega acomodando la horquilla que sostenía una pequeña porción de cabello junto a sus orejas, igualando el que había dejado del otro lado, muy al estilo de Julieta.

—De verdad estás muy hermosa, unnie se va a desmayar cuando te vea...

Nayeon se puso un poco más de perfume detrás de los oídos, luego enderezó los hombros y se volvió para afrontar el breve pasillo que conducía a la sala y deseó que fuera un poco más largo, aunque fuera para tranquilizar a su loba exaltada.

—Voy a creer en ti, cielo. —Susurró —Bien, ya estoy lista.

Yuna le abrió la puerta de la habitación como si abriera el camino a la realeza. Cuando su madre llegó a la sala, le temblaban las manos, las rodillas y su corazón se agitaba como ave aprisionada. Yuna tenía razón, Jeongyeon estaba guapísima en su traje color negro azabache, una suave blusa color fucsia le daba color a su outfit y en sus pies, los tacones la hacían ver mucho más alta. El maquillaje suave, el cabello ordenado y recto y ese aroma... Una sonrisa iluminó el rostro de la alfa al verla asomarse por la sala, observándola con abierta admiración.

—Hola. —Musitó sin perder aquella hermosa sonrisa, que hizo a la loba de Nayeon brincar con más entusiasmo.

—Hola —Respondió cuando se recordó hacerlo, ya que sus miradas se encontraron y todo lo demás se desvaneció a su alrededor.

El pulso de la omega se aceleró mientras navegaba en aquella hermosa y fogosa mirada absorbente con la que Jeongyeon la tomaba.

—Sana unnie tiene el número telefónico del restaurante y su mamá dijo que podía quedarse hasta tarde —Manifestó Yuna, interponiéndose entre las dos adultas, mirando a una luego y luego a la otra —Yo no tengo ningún plan, así que ustedes dos pueden sentirse en libertad para quedarse afuera todo el tiempo que deseen —Aseguró la niña sin disimular su insinuación.

—¿Sana? —Nayeon se volvió a mirar a la chica que cuidaría de su hija en su ausencia.

—Si unnie, dígame. —Musitó la joven omega japonesa alzando la vista de su teléfono, sin ponerse en pie del sofá.

—Hay ensalada y ramen en el refrigerador para que cenen y algunas palomitas de maíz para después...

—Está bien. —Aceptó la joven, hacia su mayor.

—No llegaré muy tarde. 

—Perfecto unnie. 

—¡Pero, mami! —Interrumpió la doceañera —Ya te dije que no hay problema si llegan hasta la madrugada.

—Regresaremos antes de medianoche Sana chan —Informó de voz firme a la niñera, como si no hubiera escuchado a su hija.

—Está bien unnie —Habló la jovencita y Yuna suspiró expresivamente —¡Que se diviertan mucho!

—Gracias pequeña —Asintió a la joven y rozó la frente de su hija con los labios —Confío en ti —Susurró y la niña asintió en su dirección.

—Diviértete mucho con Jeongyeon unnie, mami —Dió medio sonrisa, provocando que su madre entorne los ojos.

Jeongyeon caminó junto a Nayeon hasta el auto, que se encontraba estacionado frente a la casa, y le abrió la puerta. Hizo una pausa, con una mano sobre el hombro de ella.

—Me gustaría besarte ahora, pero tenemos público —Afirmó la alfa, señalando hacia la casa con un movimiento de cabeza.

Nayeon aventuró una mirada y descubrió a Yuna de pie ante la ventana de la sala, apartando la cortinas sigilosamente y pretendiendo ser un fantasma, mirándolas con avidez. Sin duda estaba memorizando todo los detalles para correr a informar luego a Ryujin.

—No podía creer que Yuna accediera a que Sana venga. Últimamente es de la opinión de que es una omega bastante grande para cuidarse sola. —Habló cuando la alfa estuvo a su lado. 

Una risilla se escapó de los labios de Jeongyeon, cuando se dispuso a arrancar el auto.

—Ryu dice lo mismo, pero tampoco opuso ninguna objeción respecto a que la cuidara una niñera.

—Creo que deberíamos contar nuestras bendiciones, ¿no crees? 

—Lo que creo... —Habló en su dirección —Es que te ves preciosa esta noche. —Le guiñó un ojo y Nayeon sonrió corriendo la mirada hacia la ventana, huyendo de su mirada arrolladora, mientras la pelicorta sacaba el auto de la entrada en su casa para emprender viaje.

Era un lujoso y exclusivo restaurante en el centro de la ciudad que recién abrió sus puertas con gran aceptación entre sus importantes clientes.

Nayeon tenía la boca seca y las manos le sudaban cuando abrieron la puerta del auto y la ayudaron a bajar. Jeongyeon tenía una mirada tan analítica y calculadora, que la hacía ver mordaz, pero aún así no podía evitar hallarla atractiva. Ella era muy hermosa siendo una cliente exigente. 

Fueron conducidas a una mesa desde la cual podía verse un bellísima vista de las luces iluminando la ciudad. Lo primero que ella notó fue la elegancia del lugar y la atención de sus empleados a cada detalle. Luego que el jefe de camareros se fue, la omega se inclinó hacia adelante y murmuró hacia la alfa.

—Parezco una novata ¿se nota que hace tiempo no tenía una cita... romántica? —Susurró por lo bajo.

—Deja de preocuparte, Nay —Sonrió de lado y Nayeon suspiró.

—Bien, pero si te avergüenzo, no tienes permitido culparme... 

Jeongyeon emitió una risita divertida y tomó el menú.

La cena fue todo lo que Nayeon pudo haber deseado y más. La comida era excepcional, el ambiente sereno y agradable, pero para ella lo mejor de la velada fue la conversación y compañía de Jeongyeon. Definitivamente tenía muy en claro en donde estaba, y ser su cita resultaba ser un plan excepcional. Nunca antes se había sentido tan a gusto en compañía de una alfa. 

La alfa tenía talento para entretener con su conversación, sin centrarse en sí misma, ni fingir un exagerado interés. La hacía sonreír, pero también la estimulaba con una charla inteligente. Hablaron sobre sus hijas y las exigencias de ser madres solteras. Comentaron las metas profesionales de Nayeon y los planes de Jeongyeon para la compañía. Tocaron diversos temas, pero sin concentrarse en uno solo y fue perfecto.

Cuando iba concluyendo la cena, Nayeon comenzó a lamentar que se terminara la velada y su loba se vio inconforme con la idea de apartarse de ella. Alzó la delicada taza de porcelana, observando su hermoso diseño, y dió un trago al aromático café, luego frunció el entrecejo al notar que Jeongyeon la veía sin correr la mirada de ella y su loba comenzaba a intimidarla de un modo que no le disgustaba, pero que la ponía bastante nerviosa.

—¿Qué sucede? —preguntó frunciendo el entrecejo. 

—Nada. —Respondió casi de inmediato, meciendo la cabeza y Nayeon respiró su aroma, ¿Feromonas? ¿Por qué? 

—¿Entonces por qué me ves de ese modo?

La alfa se relajó, se apoyó contra el respaldo de su silla y sonrió con tremulidad.

—Lo siento, sólo estaba admirando lo bella que te ves esta noche y pensaba en el gusto que me da que nos hayamos conocido. Nada ha sido igual desde entonces y nunca creí que una omega me pudiera hacer sentir lo que tú, Nayeon...

La rubia bajó la mirada, sintiendo una repentina timidez y una tibieza maravillosa dentro del corazón. Su vida también había cambiado, volvía a soñar, a sentir, a confiar. Todo era estupendo y temible al mismo tiempo cuando estaba junto a Yoo Jeongyeon.

—También a mí me da gusto —Fue su único comentario.

—Ya sabes lo que nuestras hijas están pensando, ¿verdad? —Comentó intentando recuperar aquella familiaridad que compartían, antes de que ella se la quedara viendo con tanta determinación.

Nayeon podía imaginarlo. Sin duda ese par las creería ya comprometidas después de haber cenado juntas un par de horas.

—Es probable que esperen que anunciemos nuestros planes de boda mañana temprano, a más tardar —Dijo, tratando de tomarlo a broma.

—Para serte sincera, encuentro atractivos algunos aspectos de la vida matrimonial...

Nayeon sonrió y entrecerró los ojos con suspicacia.

—Vamos cariño, ¿cuánto vino has bebido?

—Es obvio que demasiado, ahora que lo pienso —Respondió la pelicorta, con una amplia sonrisa. Luego se puso seria nuevamente —Pero, broma aparte, quiero decirte que disfruto mucho tu compañía. Cada vez que estoy junto a ti, siento que la vida es más libre... vuelvo a reír, a disfrutarlo todo, incluso la conexión con mi loba es mejor gracias a ti...

—Yo haría reír a cualquiera, en especial si traigo el pijama bajo un abrigo o si me pongo patines.

Nayeon no sabía a dónde estaba conduciendo la charla, pero el hecho de que Jeongyeon hablara con tanta honestidad sobre su relación, enerva a su loba y acelera su ritmo cardíaco de un modo alarmante. Ella sentía lo mismo, pero no tenía el valor de admitirlo.

—Me alegro de que hayas accedido a que saliéramos juntas esta noche. 

—Yo también —Repuso, pero deseó fervientemente que su madre no se enterara de ello, aunque Yuna ya debía de haber llamado a su abuela para contarle la gran noticia. Bajó la mirada y la clavó en unas migajas que de repente cobraron una especial importancia —Hasta el momento ha... resultado bien. El que hayamos salido juntas, quiero decir —Había resultado más que bien. Pero el hecho de que alguien como esa alfa quisiera salir con ella y disfrutara de su compañía, aún la asombraba.

Alzó la mirada hacia ella, con el corazón brillando en sus ojos, expresando lo que no se atrevía a decir con palabras. Jeongyeon cerró los ojos por un instante y tragó ante la falta de concentración.

—Omega, por amor al cielo, no me veas de ese modo... —Musitó corriendo la mirada.

—¿Así, cómo? —Susurró Nayeon, confusa.

—Así... así como tú lo haces...

Se unieron nuevamente con sus miradas intensas que parecían desear hipnotizarse mutuamente, esa mirada que provocaba que se alterasen los sentidos y se escapen las palabras sin permiso.

—Creo que deberías besarme ahora... —Declaró y en el momento en que las palabras brotaron de su boca, apenas pudo creer que las había pronunciado.

—¿Cómo dices? —Jadeó la pelicorta.

—No... Nada. —Bajó la mirada incómoda por haberse ido tanto de tema.

—¿Besarte? ¿Ahora? ¿Aquí? —Repitió nerviosamente.

Nayeon sacudió la cabeza, forzando una sonrisa.

—Olvida que dije eso, solo se me escapó. Algunas veces mi lengua se desconecta de mi cerebro. —Levantó nuevamente su mirada y la de la alfa estaba ahí tan penetrante, provocando que el rojo en su rostro se intensifique.

Jeongyeon no apartó sus ojos de ella cuando alzó una mano y el camarero apareció muy pronto a su lado.

—La cuenta, por favor. —Musitó sin dejar de verla a los ojos ni una milésima de segundo

—En seguida.

Salieron del restaurante tan pronto que a Nayeon le daba vueltas la cabeza. Una vez que estuvieron sentadas en el auto, Jeongyeon gruñó frunciendo el entrecejo, sus manos apretaban el volante, provocando que Nayeon se remueva en su asiento.

—¿Qué sucede?

—Fuimos muy tontas... Debimos haber compartido la niñera.

Nayeon había pensado lo mismo antes, pero no quiso mencionarlo porque no quería alimentar la conspiración de sus hijas.

—No puedo llevarte a mi casa porque Ryujin nos acosaría con preguntas, y supongo que lo mismo sucedería con Yuna.

—Es cierto —Además de que Yuna estaría muy decepcionada si se presentaban tan temprano. Todavía faltaba mucho para la medianoche.

—¿Dónde se supone que debo besarte, Im Nayeon? 

Oh, cielos, lo había tomado muy en serio. El rubor relucía en las mejillas de la omega, cuando meció la cabeza como respuesta.

—Solo fue una broma, Jeongyeon...

—No conozco un solo mirador en esta ciudad. —Ignoró su comentario, mientras removía las rodillas. Siquiera había tenido tiempo para recorrer Seúl, la ansiedad carcomió en su mente, al no hallar una rápida solución.

—Jeongyeon, por favor —Se sintió sonrojar con más intensidad cuando la pelicorta se inclinó y le rozó la mejilla con los labios.

—Tengo una idea sobre dónde podemos ir, pero no te rías por favor...

—¿U-una idea? ¿Cuál?

—Pronto lo verás.

La alfa sonrió cuando enfiló el coche hacia la calle y cruzó rápidamente la ciudad en dirección a la autopista, y no salió de ella sino hasta llegar a las afueras.

—Oye... —Murmuró Nayeon, mirando las poco familiares calles —¿Qué hay aquí? —Casi tan pronto como ella formulaba la pregunta, apareció en la distancia una pantalla enorme —¿Un... autocinema? —Se sostuvo los labios con los dedos para no reír y Jeongyeon alzó una ceja en su dirección.

—¿Acaso tienes una mejor idea? —Consultó fingiendo estar ofendida. Nayeon meció la cabeza de inmediato, sin poder escapar de la sonrisa.

—Oh no, no. —Sonrió sin poder evitarlo ¡La estaba llevando a un auto cinema para poder besarla! Su loba saltó en su interior con tal entusiasmo que la hizo hiperventilar. 

—No te puedo garantizar la calidad de la película. Es fin de semana de estreno y, si recuerdo bien la publicidad, se trata de una de esas películas del momento con grandes cantidades de sangre y horror... —Habló con diversión.

—Siempre que no sea Masacre Juvenil, Yuna nunca me perdonaría que la haya visto sin ella. —Siguió su conversación, admirando el lugar. Aún seguía muy asombrada, cualquiera podía ser el destino con Yoo Jeongyeon y eso le gustaba aún más.

—En honor a la verdad, no creo que vayamos a ver mucho de la película, cariño —Le dirigió una mirada de exagerada picardía y luego le guiñó un ojo.

Nayeon adoptó un aire de cómico pudor.

—Unnie, no creo que mi madre aprobara que vaya a un autocinema en mi primera cita con una alfa mayor... —Resaltó aquella poca diferencia de dos años entre ella y la alfa, quien rió encantadora como respuesta.

—Y con justa razón, especialmente si supiera lo que tengo en mente, tan siquiera yo me fío de mi misma ahora mismo... —Susurró aquello último.

Aunque el clima había sido benévolo y el cielo estaba despejado y sin nubes, sólo había unos cuantos autos en el amplio lote.

Jeongyeon se estacionó lo más lejos posible de los demás. Encendió la música para opacar el ambiente terrorífico de la película, pero con el volumen bajo y suave que a Nayeon le fascinó. Cuando terminó, pasó un brazo alrededor de los hombros de la omega y la estrechó contra sí, encontrándose en su mirada.

—Relájate, cariño. 

Nayeon apoyó la cabeza en el hombro de la alfa y fingió interés en los personajes de la caricatura que se estaba proyectando en la pantalla. Sentía el estómago repleto de mariposas nerviosas ante la expectativa. 

—¿Nay? —Su voz fue baja y seductora.

Nayeon ladeó la cabeza para mirarla y esos ojos le recorrieron el rostro con lentitud, quemándola con toda su intensidad. La franqueza de su deseo le robó el aliento y el corazón le latía con violencia, aunque tan siquiera la besaba aún. Una mirada de deseo de Jeongyeon y ya se derretía a sus pies como una paleta de helado bajo el sofocante verano de Seúl.

Su primer impulso fue decir alguna broma. Eso la habría salvado en el pasado, pero antes que pudiera decir o hacer algo, la boca de Jeongyeon descendió sobre la de ella, incitándola con suaves mordiscos, despertando en su interior un eléctrico cosquilleo que la recorrió de pies a cabeza. 

De manera instintiva, los dedos de Nayeon subieron desde su hombro, hasta alrededor de la nuca. Jeongyeon le provocaba un deseo tan abrumador que nunca pensó que se ahogaría en las sensaciones que la inundaban tan solo por el roce de su boca. Hacía muchos años que no sentía ansias y su intensidad la hizo temblar. Lo que Jeongyeon le provocaba era totalmente incomparable, había despertado la parte de su ser que había permanecido latente por tanto tiempo. 

De repente todo ese tiempo sin amor se desataba en ella como una vorágine. Aquellos años de resentimiento, de decepción, de duda le constriñen tanto el pecho que apenas podía respirar. Un sollozo estremecedor brotó de su garganta y su sonido las apartó. Lágrimas que ella no podía explicar, asomaban a sus ojos y corrían incontenibles por sus mejillas. Jeongyeon se apresuró a tomar su rostro entre sus manos.

—Oh no Nay, ¿qué sucede?

La omega trató de apartarse, pero Jeongyeon no se lo permitió, en cambió le hizo a un lado el cabello del rostro y realzó su mentón, para que no huyera de ella fácilmente.

—Estás llorando —Dijo en tono consternado —Oh luna, ¿te hice daño?

—No alfa, tu no... —Apenas y logró formular Nayeon cuando sacudió la cabeza con vehemencia, sin poder encontrar la voz para explicarse.

—Nay, dime, por favor. ¿Qué sucede?

—Sólo... sólo abrázame —Susurró ella —Abrázame fuerte, por favor.

Jeongyeon hizo un mohín antes de tomarla contra su cuerpo, besándole la frente cuando ella se refugió en el cálido remanso de su pecho. Pero las lágrimas seguían fluyendo, por más que trataba de contenerlas.

—No puedo creer que estoy haciendo esto, lo siento tanto... —Murmuró ella con voz entrecortada por los sollozos —Lo siento, me siento tan ridícula Jeongyeon...

—No. Llora, Nay. Si eso es lo que deseas, lo entiendo. —Musitó contra su sien, antes de dejar nuevos besos.

—¿De verdad? Bien, así me lo podrás explicar. Porque yo no entiendo qué rayos está sucediendo... —Renegó y pudo sentir la sonrisa de Jeongyeon mientras la besaba en un párpado. 

Nayeon gimió un poco cuando ella bajó la boca hacia su mejilla, luego a su mentón seduciéndola con sus besos, cuando ya no pudo soportarlo más, volvió su cara, para buscarle la boca. Jeongyeon no la decepcionó, besándola con suavidad una y otra vez hasta que ella estuvo convencida de que su corazón cesaría de latir si alguna vez dejaba de abrazarla y besarla de ese modo.

Mientras ella perdía segundos preciosos en considerar los pros y los contras de entregarse a todas esas sensaciones que le ofrecía esa relación, Jeongyeon la abrazó estrechamente. Nayeon no se resistió ni protestó, entonces no se precipitó mientras exploraba su cintura con sus manos.

Inclinándose más sobre ella, su beso se hizo más intenso. La garganta de Nayeon emitió un breve pero hondo gemido, como de rebelión y entrega cuando su lengua la invadió para fundirse con la suya. Sus manos se posaron en la firmeza de sus hombros y su lengua exploró ansiosamente la boca de la alfa. Jeongyeon se sorprendió, aunque no podía evitar pensar que su confianza la invitara a buscar más, presionó su espalda para ceñir el acercamiento hasta que su pecho se estrechó contra el suyo y su respuesta dejó sin aliento a la alfa.

Recostándose sobre una cadera,  Nayeon le rodeó el cuello con ambos brazos y se entregó al beso con honda pasión. Jeongyeon empezó a acariciar la suave piel de los muslos bajo el vestido y ella respondió con un jadeo de placer. 

¿Cuándo fue la última vez que una alfa la había besado y acariciado con pasión y dulzura a la misma vez? ¿Acaso alguien se había preocupado alguna vez de complacer su necesidad de caricias suaves? De pronto apartó los labios con un quejido y ocultó el rostro en el cuello de la alfa.

—Oh cielos, Nayeon —Susurró apoyándose contra el respaldo del asiento del auto, con los ojos cerrados. Su rostro era un cuadro de deseo pugnando por reprimirse. La pelicorta aspiró varias veces antes de abrir los ojos en su búsqueda.

Las mejillas de Nayeon estaban encendidas de confusión y de flamante deseo.

—Nayeon, escúchame...

—No, déjame hablar primero —Interrumpió, luego vaciló. Ahora que tenía su atención, no sabía qué decir exactamente —Lo siento, Jeongyeon. No sé lo que pasó, pero tú no fuiste la causante de mis lágrimas. Bien, lo fuiste, pero no de la manera que crees ¿está bien?

—Nay, por favor —Habló tomándole el rostro entre sus manos —No te avergüences por tus lágrimas, créeme cuando te digo que siento lo mismo que tú, sólo que en mi se manifiesta de otro modo...

Nayeon la miró con fijeza, sin saber si comprendía a ciencia cierta.

—Ha sido una larga la espera tanto para ti como para mí —Prosiguió la pelicorta si apartar los ojos de ella —Me siento como si volviera a ser una adolescente y no por haber venido al auto cinema con una chica. 

Los labios de Nayeon temblaron por el esfuerzo de sonreír. Jeongyeon apoyó la frente contra la de ella, buscando su contacto.

—Tenemos que tomar esto con mucha, mucha calma, ¿está bien?

Nayeon la miró sin saber qué decir, pero sabía muy bien que nada junto a ella sería con calma, no después de haber sentido lo que le provocaban sus caricias y sus besos.

—Tengo una fiesta de la compañía dentro de dos semanas —Continuó, arreglando su cabello —Y quiero que tu me acompañes. ¿Lo harás? 

Nayeon asintió. Jeongyeon la estrechó y ella acomodó la cabeza contra su cuello, sintiendo su aroma floral. Ella le devolvió la caricia por el hombro y la besó en la frente hasta llegar a sus labios.

—Estás muy silenciosa —La alfa habló unos minutos después —¿En qué piensas?

Nayeon suspiró y se acurrucó contra ella buscando su cobijo. Jeongyeon la apretó entre sus brazos respirando el dulce de su aroma floral.

—Se me ocurrió que por primera vez en mi vida me encontré un verdadero amor de cuentos. Hasta ahora sólo había conocido... malas villanas.

—Esto será más que un cuento de amor, haré que sea la mejor experiencia de tu vida, no te arrepentirás de haberme conocido... —Comentó vanidosa, haciéndola sonreír. Aunque hubiera sido en aquel tono de broma, Nayeon sabía que estaba en lo cierto.

Al finalizar la película, como predijo Jeongyeon, no prestaron nada de atención en su contenido, sólo se dedicaron a mimarse y besarse.

—La próxima vez contrataremos una niñera para nuestras hijas y esta vez sin horario de llegada...

Las promesas de Jeongyeon son una locura...

Empezaré el próximo de inmediato, creo que voy a intentar terminar esta historia de una vez, porque ya me tardé mil años.

Tu JazUnnie🌻

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