Cinco❈
La siguiente noche, Nayeon estaba preparando la cena, cuando Yuna entró a la cocina con toda prisa.
—¡Ya vino Jeongyeon unnie a recoger a Ryu! Creo que deberías invitarlas a cenar... y así podrías explicarle lo de la otra noche, ¿no crees? —Comentó la mocosilla con todo su entusiasmo.
¡Oh, claro! pensó la omega. Con la sencilla cena que estaba preparando no impresionaría a alguien como Yoo Jeongyeon, estaba segura. Antes de que Yuna pudiera argumentar algo, Nayeon sacudió la cabeza y ofreció la primera excusa que se le ocurrió.
—No hice suficiente para invitarlas esta noche. Además, lo más probable es que la señora Yoo esté fatigada después de su viaje y quiera regresar a casa a descansar, bebé...
—Apuesto a que también está hambrienta, y Ryu piensa que eres una cocinera estupenda, y... —Una sola mirada severa de su madre, hizo callar a la niña.
—Otra noche, Yuna. —Determinó la mujer, logrando que la pequeña dejara la cocina, cabizbaja y en silencio.
Nayeon se restregó las manos y se aflojó el delantal. Inhalando profundamente, se pasó una mano por los cabellos dorados y observó su reflejo en la ventana. Nadie la confundiría con Miss Universo, pero su apariencia era aceptable. Bien, era hora de mantener erguida la cabeza, tragarse el orgullo, ignorar su incomodidad y dar algunas explicaciones a la madre de Ryujin, por el bien de la amistad de sus hijas.
Forzó una sonrisa de bienvenida al entrar a la sala y Jeongyeon estaba de pie junto a la puerta con actitud de fastidio, dispuesta a iniciar una rápida retirada si era necesario.
—¿Qué tal estuvo su viaje? —Aventuró a preguntar la omega cuando respiró su aroma, procurando adoptar un tono amable. Notaba su incomodidad. Ella sentía lo mismo.
—Bien. Gracias. —Su expresión no cambió cuando Nayeon sonrió con amabilidad.
—¿Tiene tiempo para tomarse un café? —preguntó, procurando no delatar su nerviosismo.
Jeongyeon la observó con suspicacia y Nayeon ya no estuvo segura de si debía siquiera tratar de explicar las cosas, quizás a su debido tiempo, la alfa se daría cuenta de que no era una candidata a la "casa de la risa", tal como ella había descubierto que no era una madre abominable.
La alfa consultó su reloj y negó con la cabeza.
—No tengo tiempo para hacer una visita esta noche. Pero gracias por la invitación señora Im.
Nayeon apenas pudo ocultar su alivio.
—¿Se portó bien mi pequeña? ¿No le dió trabajo?—Consultó Jeongyeon, viendo hacia el interior de la casa con ansiedad por ver a la niña lo antes posible.
—Muy bien. —Asintió la omega —Ryujinnie es una niña encantadora.
—Bien. —Una sonrisa aliviada y la expresión suavizó el rostro de la empresaria.
Yuna y Ryujin irrumpieron en ese momento en la sala, para emoción de la alfa, quien se apresuró a extender los brazos a la pequeña omega que parecía ser su pequeño clon. Ryujin sollozó contra su cuello, una vez Jeongyeon respiró el aroma de su cabellito corto, cuando la rodeó en un fuerte abrazo.
—Hola preciosa, mami ya está aquí... —Suspiró con alivio y la pequeña sonrió cuando Jeongyeon limpió sus pequeñas lágrimas emotivas.
La luna sabía cuanto se estaba conteniendo para no llorar de alivio de volver a tenerla entre sus brazos sana y salva. El vuelo había sido más largo de lo que la alfa esperaba esa vez, debido a esa maldita cancelación de último momento.
—¿Se va a quedar Jeongyeon unnie, mami? —Consultó la pequeña Yuna.
—En otra ocasión... —Dijeron ambas mujeres, para asombro de las niñas quienes estudiaron su incomodidad.
Las jovencitas se miraron y mostraron sin reticencias su decepción, deseosas de seguir juntas un ratito más.
—¿Ya guardaste tus cosas, Ryu? —preguntó Jeongyeon, sin ocultar sus ansias por marcharse a casa. Su hija asintió con renuencia.
—Creo que sí. —Musitó atendiendo a la expresión sobrecargada de su amiga, que trataba de decirle algo.
—¿No crees que deberías revisar en mi habitación una vez más? —Sugirió Yuna, tomando a su amiga de la mano.
—¡Oh, sí, creo que sería buena idea! —Ambas desaparecieron por el pasillo, antes que sus madres pudieran decir algo al respecto.
El silencio entre Nayeon y Jeongyeon podría haber sido cortado con tijeras, de tan denso y opresivo, pero puesto que se había presentado la oportunidad, la omega decidió asumir la desagradable tarea de explicar su conducta cuando la conoció en la tienda, aquella primera vez.
—Creo... —Su voz se oyó débil y se obligó a acomodarla, llamando la atención de la pelicorta que la miró, extrañada —Creo que le debo una disculpa —Murmuró, arrojándose.
—¿Una disculpa? —preguntó Jeongyeon de manera irónica.
—Pues... sí... la noche en que la conocí, supuse que era usted una madre irresponsable por permitir que Ryujin estuviera despierta tan tarde. Ella me explicó, que usted acababa de regresar de un viaje esa noche... lamento, ya sabe... —Tragó incómoda. Jeongyeon sonrió con aquella cortesía que la caracterizaba y la hacía ver más atractiva.
—Sí... bien, admito que sentí el dardo de su desaprobación... —Asintió sin mirarla tampoco. Ambas veían en dirección hacia donde las niñas se habían ido la última vez.
Esto no era nada sencillo. Nayeon tragó saliva y entrelazó los dedos mientras se obligaba a buscar a la alfa a los ojos y descubrió calidez en el color de su mirada.
—Ryu me explicó que su vuelo se retrasó y que por eso ella olvidó mencionar lo de los refrescos y jugos para la fiesta.
Una sonrisa relajó el rostro de Jeongyeon, haciéndola ver más guapa de lo que era. Nayeon contuvo la respiración al admirar esa dentadura perfecta y tragó nuevamente, por el incitador deseo de recorrerlos con su lengua. Oh Luna, ¿qué significaba eso?
—Los vuelos se han retrasado más de lo que deseo... —Gruñó al recordarlo. Un nuevo silencio y se hallaron en sus miradas una vez más —Bueno... puesto que estamos siendo sinceras, debo admitir que yo también me formé un prejuicio sobre usted esa noche.
—Ya puedo imaginarlo. —Sonrió apenada —Espero que ahora comprenda que no acostumbro vestir de ese modo, eso es meramente para ir en busca de harina preparada para galletas, pasando las once de la noche, en el frío invierno... —Bromeó y la alfa sonrió, logrando que unos tiernos hoyuelos se marquen en sus comisuras. Rayos, era preciosa...
—Lo pude notar cuando dejé a Ryu, ayer en la tarde. Ella se encargó de hacerme creer que usted era una diseñadora de modas, admito que la googlee... Es usted una gran profesional.
Ambas hicieron una pausa y se sonrieron con cierto bochorno. Nayeon se sintió más tranquila con la honestidad y la comprensión compartida.
—Muchas gracias, Yoo. —Prefirió dejar ese tema por la paz, aunque saber que la había investigado la llenó de una extraña dicha —Puesto que Yuna y Ryujin son tan buenas amigas, me pareció, bueno, que debía aclarar las cosas entre usted y yo. Por todo lo que ha dicho Ryujin, es usted una excelente madre.
—Pues por todo lo que ella me ha dicho, usted es una magnífica madre también. —admitió la alfa, sin pena.
—Créame, no es fácil cuidar a una adolescente.
—Lo sé muy bien. Sufrimos del mismo mal.
Las dos rieron entonces y, como aún se sentían un poco incómodas, el sonido de sus risas fue extraño.
—Am... pensándolo bien —Musitó la pelicorta, con cierta vacilación —Creo que sí podría darme un poco de tiempo para esa taza de café.
—Oh, por supuesto. Adelante —La condujo Nayeon, hacia la cocina.
Mientras Jeongyeon se sentaba en la mesa de la cocina, Nayeon llenó una taza con el humeante y aromático café y la puso sobre la mesa.
—¿Cómo le gusta?
—Negro y dos de azúcar, por favor.
Nayeon se sentó enfrente de ella, todavía un poco turbada. La mente le daba vueltas. No quería dar a la alfa una segunda mala impresión. Le preocupaba que ella pudiera confundir su amabilidad con algún incipiente interés romántico. Buscó alguna forma diplomática de disolver de antemano toda confusión en ese sentido.
—Me gustaría pagarle... —Señaló la pelicorta, interrumpiendo las reflexiones de la omega.
Jeongyeon tenía su cartera en el bolsillo, dispuesta a compensar su esfuerzo. Nayeon parpadeó sin comprender.
—¿Por un café?
—Por cuidar de mi hija.
—No, por favor. No me causó la menor molestia.
—¿Y qué hay del traje para el festival artístico? Sin duda le debo algo por eso. —Suspiró la alfa, lamentando aquello.
—No. Lo que menos me hace falta es tela, Yoo...
—Pero su tiempo y su esfuerzo deben valer algo, Im...
—Fue el mismo trabajo coser dos que uno. Y me gusta coser, como ya sabe. —Dio media sonrisa —De cualquier manera, ya habrá alguna oportunidad para que me pague el favor. Soy una nulidad en cuestiones del hogar en muchos aspectos y quizás usted sepa más del asunto...
Nayeon no podía creer que ella había dicho eso. Yoo Jeongyeon no parecía el tipo de mujer que hiciera reparaciones domésticas, ¿o sí?
—No piense dos veces en pedírmelo. Si yo no lo puedo arreglar, le buscaré quién lo haga, no se preocupe.
—Gracias —Musitó, tranquilizandose. Ahora que platicaba con ella, se daba cuenta de que era amable y simpática.
—¡Mami! —Gritó Yuna entrando como torbellino a la cocina —¿Ya invitaste a Jeongyeon unnie?
—¿A qué? —Le miró confundida.
—A que venga a cenar con nosotras alguna noche de estas.
Nayeon sintió que el rubor le teñía hasta la punta de los cabellos y su aroma floral inundó ante la pena. Yuna había hecho parecer la invitación como una treta fraguada entre las tres, con intenciones románticas. Ryujin, que entró a la cocina después que su amiga, proporcionó una oportuna interrupción.
—Mami, Yuna y yo queremos mostrarte nuestro número para el festival.
—¡Me encantaría! —Expresó la alfa, con entusiasmo —¿Le molesta, Nayeon?
¡La había llamado por su nombre! Nayeon tardó más de lo debido, pero contestó al fin. Aunque algo en su interior se alarmó ante el gusto de su loba de oír su nombre en los labios atractivos de esa alfa atractiva, ¿Cuántas malditas veces había pensado que era atractiva? Se reclamó.
—Por supuesto que no.
—Mi mamá terminó los vestidos anoche. Nos cambiaremos y regresaremos pronto, unnie —Anunció Yuna, con su voz aguda de entusiasmo. Las dos jovencitas se escabulleron de prisa entre risillas tiernas y Jeongyeon sonrió al ver de cerca la calidez en su hermosa relación de amistad.
En cuanto estuvieron fuera de la cocina, Nayeon se puso de pie con presteza y llenó su taza de café. En realidad estaba buscando una manera de hablar con Jeongyeon francamente, sin causar un nuevo conflicto. Pensó con ironía que cualquiera que la viese en ese momento encontraría difícil creer que era una eficiente ejecutiva que dirigía una gran marca de indumentaria femenina en el país.
—Creo que debería explicarle algo, Jeongyeon... —habló al fin, llamando la atención de la pelicorta.
—¿Sí? —Habló la alfa después de beber un sorbo de café, siguiendo los movimientos de Nayeon por la cocina.
La omega parecía incapaz de permanecer en un solo lugar por más de unos segundos. Se movía de la cafetera al refrigerador, del refrigerador a la estufa, hasta que se detuvo allí un momento. Entrelazó los dedos a la espalda e inhaló profundamente antes de atreverse a hablar.
—Quiero que sepa que cuando Ryujin se queda con Yuna y conmigo, está en buenas manos.
—Y yo se lo agradezco mucho —Habló la alfa con una breve reverencia.
—Pero tengo la impresión de que Yuna, y quizá también Ryujin, quisieran que usted y yo nos... Conociéramos mejor, que nos tratáramos, ¿si me entiende lo que quiero decir? —Pensó para sí, ¡cielos, qué tonta se sentía!
—La entiendo muy bien... —admitió la alfa, aunque confundida por su extraño nerviosismo.
—Bien, lo que quiero decir es que no estoy interesada en relaciones románticas. Yo tengo demasiadas cosas que hacer como para involucrarme en complicaciones sentimentales tambien, y no quiero que usted se sienta amenazada por la motivación de las niñas. Discúlpeme por ser tan franca, pero creo que es mejor aclarar esto. Esta invitación a cenar fue idea de Yuna, no mía. No quiero que piense que yo tuve algo que ver al respecto. —Aclaró intentando ser tan directa como podía. Se sintió satisfecha cuando la alfa analizaba sus palabras, más se dedicó a ignorar a esa loba quejumbrosa.
—Una invitación a cenar está lejos de ser una proposición amorosa, Nayeon. —Señaló Jeongyeon, extrañada.
—Cierto —Se sintió más tonta —Pero... no quiero que piense que estoy interesada en usted... románticamente —Se desplomó en la silla, se apartó el flequillo de la frente y lanzó un largo suspiro —Creo que estoy enredando las cosas, ¿verdad?
—No. —Consintió la alfa —Para nada. Entiendo muy bien, lo que quiere decir es que preferiría que seamos amigas y nada más.
—Exacto —Asintió la omega, complacida por la comprensión de la pelicorta y se enderezó en su asiento.
—Para serle sincera, yo pienso lo mismo —Procedió a explicar la alfa —Estuve casada una vez y es más que suficiente para mi.
Nayeon asintió con entusiasmo.
—Cierto. Me gusta la vida tal como es. Yuna y yo somos muy unidas y quiero seguir disfrutando de mí intimidad, con ella. Mi carrera profesional marcha muy bien...
—Lo mismo que yo pienso, lo que menos necesito ahora es una omega que complique mi estabilidad —La pelicorta hizo una breve pausa, antes de preguntar —¿Cuánto hace que está divorciada?
—No, yo nunca me casé, pero tuve varios desengaños amorosos.
Hubo un nuevo silencio, hasta que Jeongyeon tendió una mano frente a Nayeon.
—¿Amigas? —preguntó la alfa y Nayeon admiró sus dedos, sus delicadas uñas y los anillos que le adornaban, antes de asentir y tomar la mano que le tendía, esta vez con una calidez genuina.
—Amigas. —Respondió con una sonrisa que la alfa no tardó en corresponder amablemente.
Un momento más tarde, las niñas le presentaron su coreografía a sus madres, quienes las felicitaron encantadas con su talento.
Había pasado casi una semana desde que Nayeon habló con Jeongyeon. Estaba satisfecha de la forma en que habían sucedido las cosas esa noche, ahora se entendían muy bien, a pesar de aquel desastroso primer encuentro.
La mañana del sábado antes del festival, mientras desayunaban, Yuna hablaba como un loro sobre la madre de su mejor amiga.
—Puesto que Jeongyeon unnie no podrá estar aquí para el festival artístico el miércoles, quiere llevarnos a Ryu y a mí a cenar el sábado por la noche —Habló mirando a su madre —¿Me das permiso?
—Aja —Asintió la omega cuando contestó distraídamente, mientras recorría las redes sociales en su ipad.
—Mami, creo que lo mejor sería que tú hablaras con la mamá de Ryu —Sugirió la pequeña omega hacia su madre.
—Está bien, cariño —Nayeon admiró la nueva nota de la revista Vogue por la página de Instagram.
—¡Mami! —Exclamó la jovencita con impaciencia —¡Unnie está al teléfono ahora, no puedes hacerla esperar de este modo, no es correcto! —Exclamó la pequeña y Nayeon dejó a un lado el ipad y se puso de pie con presteza.
—¡Cielos Yuna! ¿Por qué no me lo habías dicho? —Reprochó su madre.
—Te lo dije hace un momento. De veras, mami, creo que la estás perdiendo...
Fuera lo qué fuese que ella estaba perdiendo, parecía algo serio. Al momento en el que Nayeon entró a la cocina, Yuna le puso el teléfono en la mano.
—¿Si, diga?
—Habla Jeongyeon —Se oyó al otro lado de la línea —No se sienta mal. Ryujin también piensa que la estoy perdiendo.
—Lo tomaría más en serio si supiera qué es lo que estoy perdiendo. —Comentó la omega con una sonrisa divertida en los labios.
—Le creo —Coincidió la alfa, con el mismo tono. Nayeon pudo percibir la risa en su voz.
—Nayeon ¿le parece bien la cena el próximo sábado por la noche? —Inició el tema, con efectiva seriedad.
—No veo inconveniente. —Aprobó Nayeon, de inmediato.
—Magnífico. Las chicas sugirieron la fuente de sodas de la que siempre están hablando. Ni siquiera sabía que existiera algo de ese modo, ¿alguien le sigue llamando así a un recinto gastronómico?
—¿El Palacio Rosa? —Musitó Nayeon y logró tragarse una pequeña risa. A Jeongyeon le esperaba una noche loca con ese par.
El año anterior, Yuna había convencido a Nayeon de que la llevara allí para celebrar su cumpleaños. Las hamburguesas resultaron tan costosas como su limpia conciencia, la música era tan ruidosa que tuvo dificultad para oír bien durante una semana, y el lugar estaba atestado de adolescentes. Pero el helado era bastante bueno, eso sí.
—Por cierto... —añadió la omega —Ryujin será bienvenida aquí cuando tenga que salir de la ciudad la próxima semana.
—Oh Nayeon, eso es un alivio. No quería pedírselo, me daba mucha pena, pero la niña me ha estado acosando con eso desde hace tres días. Temía que la volviera a dejar con la señora Lee. —Respiró como evidenciando su alivio y Nayeon sonrió divertida.
—Será mejor si se queda aquí, ya que ese día será el festival y ellas querrán estar juntas para alistarse y demás...
—¿Está completamente segura?
—Sí. No hay el menor problema, de verdad.
—Bien —Pareció realmente aliviada —Y no se ponga muy elegante para el sábado por la noche.
—¿El sábado por la noche?—Preguntó la omega, desconcertada.
—Sí, ¿acaso no me acaba de decir que está de acuerdo en que vayamos las cuatro a cenar?
¡Más despacio velocista! Jajaja nozierto...
¡Buenas noches! Como me ignoraste elegí actualizar aquí...
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