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020- Brickell.

Know that you made me
I don't like how you paint me
Yet, I'm still here hanging
Not what you made me
It's something like a daydream
But I feel so seen in the night
So for now, it's only me
And maybe that's all I need❞




+18
























¡Estábamos en Miami gonorrea!

Después de la celebración del paso a la final tuvimos que viajar hacia Miami al día siguiente, así que ya sabrán que fecha es hoy.

Hoy es el cumpleaños de mi hermano, por consiguiente, faltaba un día para el mío.

Por esa razón es que éramos tan unidos, nací un día después del cumpleaños número nueve de mi hermano mayor, literalmente siendo su regalo de cumpleaños. La real, no sabía que darle, recorría los pasillos de las tiendas de Adidas, las de Calvin Klein e incluso estuve pensando en ir a Pandora. Marica estaba que me arrancaba la cabeza.

—Ve, muchacha de Dios, cálmate.—Dijo Evie mientras sostenía una bolsa de Dior.—Es tu hermano, tu mejor que nadie sabes que le gusta.

—¿Sisas? ¡Si esa chimbada fuese así, no estuviéramos aquí como unas guevas paradas en medio del centro comercial!—Exclamé siendo más estrés que persona.

Evie rodó los ojos arrastrándome hasta la tienda de Bottega Venetta. Allí vimos un par de prendas hasta que me decidí de comprar algunas para James. Pagamos y luego fuimos a una pastelería a recoger el pastel qué habíamos encargado para James.

Salomé me tenía el celular a reventar de mensajes, pues James ya se había despertado y estaba preguntando por ambas. Chuchito lindo, ayúdeme ahí pues.

Mientras Evie pagaba el pastel, Richard me llamó, agregandose a la lista de personas que me habían llamado por James.

—¡Sienna Isabel Rodriguez Rubio! ¿¡Dónde andás vos metida, ah!?—Gritó haciéndome rodar los ojos.

—Usted si es mucho griton pues Richard, egh, cálmese ome.

—Ya James se despertó y ni luces de ustedes mi amor, le dije que se vinieran temprano.—Habló esta vez con más calma.

—Parchate ome Richi, ya nosotras vamos pa allá.—Respondí para luego colgar.

Evie venía con una sonrisa y la caja del pastel en la mano, luego de ello tomamos un taxi qué nos llevase al hotel para sorprender a James con lo que habíamos comprado. Estaba nerviosa, este era mi primer cumpleaños con James después de todo lo que pasó, estaba hasta la chimba con el estrés, pero feliz porque mi hermano estaba bien.

Entramos al hotel con todas nuestras bolsas y la caja del pastel para luego subir a la habitación de James. Ahí estaban mis sobrinos, Richard y Daniel. Abracé a los antes mencionados mientras Evie hablaba con James mostrandole lo que ella le había comprado y también el pastel, luego me acerqué yo con mi mejor sonrisa para mi hermano.

Las cosas habían estado tensas e incluso mi cucha había hablado conmigo sobre ello, pero la real es que no le había puesto mucho cuidado.

—Feliz cumpleaños bro.—Lo abracé fuertemente mientras le daba la bolsa con las cosas que había comprado.

—Gracias sis, te amo.—Murmuró sin soltarme.—Gracias por estar acá, Sienna. A pesar de todo lo que pasó que vos estés acá significa mucho pa mi, ¿oyó?

—Usted sabe que a pesar de todo yo siempre estaré aquí pa usted.—Le sonreí al separarme.

Después de eso, Salomé y Samuel se tomaron fotos con su papá junto al pastel. Me senté al lado de Richi, quien miraba a James con una sonrisa.

—Usted es la mejor hermana del mundo, mi amor.—Susurró en mi oído, haciéndome sonreír.

—Obvio.—Respondí rodando los ojos.

—Mañana ya cumplís los veinticuatro.—Mencionó y yo asentí.—Tengo un día especial para nosotros.

—¿Vos no tenés entrenamiento mañana pues?—Él asintio.—¿Entonces? Pilas que el catorce es la final, dejá la maricada pues.

Me abrazó por los hombros sin decir más nada, seguro este iba pa el entreno y después salía conmigo. Desde siempre mi cumpleaños no había sido algo especial, como nací después que James nos celebraban los cumpleaños juntos, hasta que crecimos, así que no era un día de mucha importancia.

Estaba nervioso nea. Nicole me había citado para hablar conmigo y dejar las chimbadas claras, pero la real no quería ir.

Estaba con Kevin Castaño, quien me estaba ayudando a responderle a Nicole, porque literalmente me agueve.

—Mi so, vea.—Dijo él extendiendome mi teléfono.—Dígale a esa polla que si marica, acabe con eso de una hijueputa vez por todas, de buena.

—En unas horas es el cumpleaños de Sienna, no puedo hacerle eso, parce.—Respondí preocupado.

—Esa pelada no se va a dar cuenta, bien caída de la mata qué si es parcero, hágale pues.—Lo miré para luego agarrar mi teléfono y contestarle a Nicole.

Noté que me había citado en brickell para verme con ella, así que tenía que ser cauteloso con lo que hacía. Me despedí de Kevin para salir soplado hacia el lugar donde estaba Nicole, pero para mí desgracia, el tráfico estaba demasiado pesado, así que llegué un poco tarde.

Dios quiera y todo salga bien, nea.

Ella estaba sentada en una mesa de un restaurante al aire libre, menos mal no era al que iba a invitar a Sienna por la noche, porque si no lindo iba a quedar. Me senté frente a ella mirándola seriamente, no quería tener algo que ver con ella y menos ahora que estoy con la mujer que siempre había querido, tenía fe de que todo iba a salir bien después de esto.

—Hacele rápido, no tengo tiempo pa esta chimbada, Nicole.—Dije cruzandome de brazos.

—Vos no ponés las condiciones, Richard.—Sentenció la rubia.—¿No que muy enamorado de la Rodriguez esa? ¿Por qué estas aquí?—Inquirió ladeando su cabeza hacia la izquierda.

—Si yo estoy aquí es porque quiero acabar con esto de una vez por todas, usted no puede seguir jodiendo a las personas que amo, no puede seguir chimbiandome la vida.—Respondí con odio.

—¡Vos no podés seguir mintiendote más!—Exclamó azotando la mesa.—Por favor Richi, no me hagás esto, no sigás con esa pelada.

—Si esto era lo que tenías que decirme, hasta aquí lo dejamos Nicole.—Hice el amago de levantarme pero ella me detuvo.

—Mañana cumple esa piroba, ¿no?—Preguntó ella poniéndose sus gafas.—Le gustará el regalito de cumpleaños que le tengo a esa carechimba.

Abrí los ojos mientras me apoyaba en la mesa emputado, gonorrea.

—¿Que decís? Calláte la hijueputa boca Nicole, ella no puede saber que yo estuve acá.—Murmuré, haciéndola sonreír.

—Yo se lo dije parcero, usted no se va a librar de mi.

Hijueputa.

—Hágale Evie.—Escuché entre sueños.

—Shh, nojoda, que la vas a despertar.—Me removí entre mis sábanas, logrando que el ruido que escuchaba se fuese.

—Marica se va a despertar la niña, hijueputa, ponga pues esa chimbada en el televisor.—Volví a escuchar.

¿Será que yo estoy soñando y esos ruidos son parte del sueño, marica?

Me tapé la cara con las sábanas para seguir durmiendo, hasta que escuché la melodía de la canción "Feliz cumpleaños" de Diomedes, las luces se encendieron de la nada y yo con mero sueño, marica.

Me quité las sábanas de la cara dándome cuenta de que Richard, Evie, James, Jorge y Daniel estaban en mi habitación. Mi mejor amiga sostenía un pastel en sus manos con una sonrisa mientras cantaba aquella canción de cumpleaños.

Y yo como una hijueputa loca, nea.

—¡Feliz cumple, reina!—Exclamó ella acercándose con el pastel.

Me senté en la cama con una sonrisa de oreja a oreja para luego soltar mi cabello y organizarme por si se les ocurría tomar fotos.

Estas gonorreas no perdonan es nada, marica.

Evie me extendió con cuidado el pastel, dejándolo en mis manos, observé que habían veinticuatro velas, en simbolización de los deseos.

Todos los presentes me animaban a soplar las velas sin antes pedir un deseo, cerré los ojos para luego abrirlos y soplar esa chimbada.

—Muchas gracias.—Dejé el pastel sobre la cama y me levanté a abrazarlos a todos.

Al primero que abracé fue a James, quien me miraba con nostalgia y amor. Mi hermano era mi pilar, un ejemplo a seguir hoy y siempre, estaba tan orgullosa de él.

Seguí con Daniel y Jorge, quienes como siempre, me despeinaron al abrazarlos, malparidos, egh. Después de ellos, estaba Richard, mi Richard.

Estaba agradecida con la vida por habérmelo puesto en ella, porque si no fuese por ello no hubiese experimentado lo que es el amor real, sin ninguna mentira de por medio.

Evie se acercó a mí abrazándome por los hombros para luego hablar.

—Hoy tenemos un día especial para ti.—Mencionó, logrando que yo frunciera el ceño.—Estaremos todo el día de compras ambas y de regreso en la noche tendrás una pequeña sorpresa.

—¿Vos que te traes entre manos, Evie? ¡Decime pues!—Exclamé con una sonrisa.

—Vaya a bañarse, yo te espero acá afuera.—Sonreí mientras rodaba los ojos.

Nunca iba a cambiar.

Me arreglé en media hora para luego salir a dar vueltas con Evie. Me dijo que íbamos a salir de compras pues en la noche tenían una sorpresa para mi, bueno, en realidad, Richard tenía una sorpresa para mi.

Miami me encantaba, si fuese por mi, viviría aquí toda mi vida, era maravillosa la ciudad. Claramente mi mente también estaba cagada con lo de la final, ya que era mañana. Es que si no ganamos esa chimbada, va a ser la tusa más grande de mi hijueputa vida marica.

Luego de unas horas, eran ya las seis de la tarde, Evie me acompañaba a arreglarme para la sorpresa que me tenía Richard. Había sido un buen cumpleaños, no lo iba a negar, pero me tenía intrigada aquella sorpresa de la que tanto hablaban. Me puse un vestido floreado, ya que antes tenía puesto uno rojo con el cual me tomé unas fotos con flores qué Daniel y James me habían dado. Evie me ayudó a maquillarme para finalmente estar lista a las siete y media.

Resoplé nerviosa mirándome al espejo, ¿Por qué me pondría tan nerviosa al salir con Richard? Era él, no era nadie más.

—Listo, estas hermosisima.—Mencionó mi mejor amiga poniéndose a mi lado.—Por James no te preocupes, saldremos con Daniel y su esposa.

—Marica, no sé, yo estoy como muy aguevada hoy.—Murmuré dándome la vuelta.—A mi James no me da miedo parce, solo que aún no es el momento de contarle.

—Cuéntale sobre esto cuando estés segura, ¿Va?—Me abrazó fuertemente dejando un beso en mi mejilla.—Deja la maricada y sal.

Rodé los ojos pegandole en el brazo para luego caminar y abrir la puerta, encontrándome con Richard.

Ay gonorrea.

Ese hombre iba pero...Boff, nea. Iba todo de negro el hijueputa y olía demasiado bien, su mirada me recorría de arriba hacia abajo, como queriendo memorizar todas y cada una de las partes de mi cuerpo.

Jueputa.

—Vos no dejás de sorprenderme, ome Sienna.—Murmuró haciéndome sonrojar.

—Tan bobo.

Salí de la habitación sin antes tomar mi bolsito, me despedí de Evie quien estaba esperando a mi hermano para irse con Daniel. Richard y yo bajamos al lobby del hotel donde nos esperaba un carro para llevarnos al lugar donde iríamos, que no tenía ni idea pa donde putas me quería llevar.

—¿Pa donde es que vamos, Richi?—Pregunté mientras entraba al carro.

Él se acomodó mientras cerraba la puerta detrás de si, para luego sacar su teléfono y buscar algo en Google Maps. Era un restaurante llamado LPM, tenía casi cinco estrellas, noté lo caro que era haciéndome abrir los ojos.

—¿Vos sabés cuanta hijueputa plata cuesta esa chimbada, Richi?—Pregunté señalando el teléfono.

—Egh Sienna, vos sabés que conmigo el billete no es problema.

—Ríos, ¿de buena?—Lo miré incrédula.—Dejáme pagar la mitad, así sea, pa algo tengo plata yo también, pues.

—Ni loco, ¿Dejarte pagar en tu cumpleaños? ¿Es que vos estas loca?—Negó con la cabeza.—Mientras vos salgas conmigo no vas a pagar ni chimba.

Rodé los ojos fastidiada y él besó mi mejilla tomando mi mano. Solo podía apreciar su perfil, sus tatuajes, sus labios...

Algo dentro de mi me decía que no lo hiciera, que me iba a hacer lo mismo que Jorge una vez me hizo, que debía alejarme y dejarlo todo hasta ahí, pero no podía, veía sus ojos y sentía que había algo más en ellos, un brillo inexplicable e inolvidable que me hacía sonreír. Me miró y nuestros ojos conectaron, esas mariposas que alguna vez me prometí olvidar estaban ahí, revoloteando como si nunca se hubiesen ido.

No me mire así, no soy una pntura.—Sonreí sintiendo el deja vu, él ya me había dicho esto una vez.

Acarició mis manos con tanto cuidado que me hizo sentir frágil, el respeto con Richard siempre sería algo primordial. Suspiré dejando de mirarlo, pero sin soltar su mano, me sentía cómoda pero habían cosas no dichas qué hacían que el aire se sintiera más pesado. Llegamos al dichoso restaurante y Richard bajó del auto primero para luego extender su mano, ayudándome a bajar.

Caminamos hacia la entrada, él abrió la puerta dejándome pasar primero para después alcanzarme y guiarme hacia nuestra mesa. Abrí los ojos sorprendida al ver lo que ahí estaba. Era un ramo de rosas gigante junto a una corona y una caja roja, Richi se acercó a ella tomándola entre sus manos para luego abrirla y extenderla hacia mi, había un hermoso anillo de oro con severo diamante en medio.

Ay nea.

—Richi, ¿Vos me estas chimbiando?—Murmuré mirándolo con una sonrisa.

—Daniel me ayudó a escoger el anillo y a esconderlo, usted es muy chismosa mija.—Tomó mi mano izquierda, dejando el anillo en el dedo anular.

Marica, ¡era un anillo promesa!

—¿Y esa corona?—Pregunté señalandola.

—Vos hoy sos la reina.—Tomó la corona entre sus manos poniéndomela en la cabeza, pesaba un poquito.

—Egh Ríos, solo es mi cumpleaños pues, no es pa tanto.—Sostuve el ramo de rosas entre mis brazos.

—No es solo tu cumpleaños Sienna, es el cumpleaños de la mujer que me mueve el piso como si fuera un hijueputa terremoto.—Dijo, haciéndome sonrojar.

—Que cosita con usted ome...—Sonreí mientras él abría la silla para mí, sentándome luego en ella.—Dígame la verdad, ¿cuanto gastó en esta chimbada?

Él rodó los ojos sentándose frente a mi para luego poner su dedo índice sobre sus labios indicando silencio, mera gueva, ni que le fuera a decir algo pues.

—¡Ríos!—Exclamé sonriendo, quería saber, de buena.—Digame pues, no sea así.

—Calladito me veo más bonito, más bien, vea que es lo que va a comer, pa pedírselo.—Me extendió el menú.

Escogí algo sencillo, una pizza gourmet de pepperoni junto a un vino tinto qué Richard había pedido. Observé el paisaje que tenía frente a mi, hasta que un flash me cegó, me sorprendí mirando a Richi, quien me había tomado una foto. El de mechas blancas me miraba fijamente con una sonrisa, para luego desviar la mirada a la pantalla de su teléfono, donde yacía la foto recién tomada, miraba aquella pantalla con tanta devoción, haciéndome sonreír.

Volví a distraerme mirando las flores con una sonrisa, segundos después sentí otro flash.

—¡Deje de tomarme fotos pues! ¡Me voy a desgastar!—Exclamé riéndome.

—La real, prefiero que te desgastés conmigo a que con otro pirobo.

No podés ilusionarte Sienna...

Egh, que se vaya a la gran puta mierda las inseguridades nea.

Me levanté de la mesa y caminé hacia su lado para luego tomarlo de las mejillas y besarlo, sorprendiendolo. Sus manos se fueron rápidamente a mi cuello en busca de atraerme más a si mismo. Luego de unos minutos la falta de aire hizo presencia de ambos, logrando separarnos cuando justamente llegaba la comida, volví a sentarme en mi lugar para comer de lo más normal del mundo, como si no acababa de comerle la boca a mi hombre.

Mío.

Después de media hora, llevaron a la mesa un pastel con velas encendidas, noté que el pastel era de chocolate. Ish, seguramente Evie le dijo que era mi favorito, tan soplona.

Tenía el pastel en mis manos cuando nuevamente él me cantó el cumpleaños con una sonrisa, contando desde el primer número hasta el veinticuatro, mi edad.

Me animó a soplar las velas con una sonrisa y solo pensé en una cosa.

Beele, esto es por ti.

Le di un pequeño beso antes de soplar las velas, pidiendo el deseo cuando aún sus labios estaban sobre los míos.

"Más momentos así con vos"

¿Cuál fue el deseo?—Preguntó con una sonrisa cuando bajé el pastel y lo dejé en la mesa.

—Los deseos no se dicen, aguevado, después no se cumplen.

Él negó con la cabeza. Comimos del pastel y guardamos para llevarle a mi hermano y a nuestros amigos. El camino de regreso fue relativamente corto, aunque el tráfico de Miami no daba tregua. Subimos al rooftop del hotel, donde había un bar, ya casi eran las doce y ni siquiera sabía si Richi debería estar despierto a esta hora.

Nestor me va a matar.

Cuando el vodka hizo efecto en ambos, la conversación se dirigió a un tema que no quería tocar: La final.

—¿Vos sentís seguridad pa esa final?

—Si te tengo a vos acá, obvio que si.—Reí, sonrojandome inmediatamente.

—¿Vos por qué sos así, ome?

Puso su mano en mi muslo, palmeandolo con confianza sonriendo con esa sonrisa que me pone a temblar como una boba hijueputa.

—¿Nos vamos?—Propuso y yo accedí.

Bajamos a mi habitación. Las luces estaban apagadas, pero el balcón de la habitación estaba abierto, logrando que las luces se filtraran por la cortina. Sus manos se dirigieron a mi cintura acariciándola lentamente, me jaló hacia si mismo, chocando sus labios con los míos en el proceso.

Me separé inmediatamente sabiendo hacia donde iba esto, él me miró confundido, haciéndome sentir mal.

—Richi, yo...Me asusta.—Murmuré.

—Le prometo que estará bien.

Asentí. Volvió a besarme mientras sus manos se deshacian del vestido, con una maestría impresionante. Mis manos se fueron a los botones de su camisa, desabrochandola lentamente dejando a relucir sus tatuajes mientras pasaba mis manos por su pecho. Quitó el sujetador y pasó sus manos por mis pechos, sacándome un jadeo. Retrocedió, separándose de mi para luego dejarme suavemente sobre la cama, se quitó la camiseta y la dejó por alguna parte de la habitación.

Se acercó a mí, sus ojos brillaban con un amor que no sabía que él tenía, abrió lentamente mis piernas cuando un ventarrón invadió la habitación, moviendo las cortinas y filtrando más la luz, sus ojos captaron algo que nadie más había visto.

Debajo de mi montículo izquierdo se encontraba aquel tatuaje con aquella palabra que era idéntica a la que él tenía en el cuello.

Unforgettable.

Extendió su mano derecha y acarició el tatuaje con una sonrisa inexplicable.

—Inolvidable.—Murmuró.

Se arrodilló frente a mi, abriendo más mis piernas, fue subiendo mientras dejaba besos en la parte interior de mis piernas, luego subió a mi cuello donde dejó marcas, le pertenecía y él lo sabía. Bajó hasta mi abdomen mientras seguía dejando besos, atrapó entre sus dientes el elástico de mi ropa interior de encaje, que Evie me había obligado a ponerme.

Ella sabía que esto iba a pasar.

Sentía su desesperación al quitar el panty rápidamente. Gemí al sentir su lengua en mi zona interior, sus movimientos se hacían rápidos y un poco desordenados, por reflejo intenté cerrar mis piernas pero él lo evitó. Al sentirme lo suficientemente mojada, metió uno de sus dedos, haciéndome gritar de sorpresa, no quitaba aquella sonrisa socarrona que tenía desde que empezó a desvestirme.

Seguido a ello, empezó a moverlo rápidamente, mi mano se fue a su cabello, tirando de el casi por instinto. Sentía que estaba a punto de llegar cuando él se detuvo, solté un jadeo al sentir el vacío, me apoyé en mis codos notando la imagen que tenía en frente de mi en ese momento.

Richard Ríos quitándose los pantalones, dejándome ver lo que toda Colombia quería ver.

Ay marica, ay gonorrea.

Sacó un condon y se lo puso, lubricó la zona y extendió su mano hacia mi para levantarme. Las piernas me temblaban nea, parecía Bambi dando sus primeros pasos.

Me tomó de la cintura y me dió la vuelta dejándome de espaldas a él. Finalmente entró en mi, sacándome un gemido, se quedó quieto dejando que me acostumbrase a él, porque el hijueputa era grande. Luego empezó a moverse, dando estocadas fuertes pero lentas, dándome un placer que no sentía desde hace años.

Dios mío.

Author's Note 💕

Ya se que me quieren matar, perdón por desaparecer así mk, problemitas en el paraíso.
Aquí les traigo lo que todas querían ver desde que Sienna y Richard se conocieron, díganle feliz cumpleaños a la niña.

-With love, Danna Kim 💘

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