008- James is lying.
❝Chingándote no hay mistake
Yo extraño ese birthday cake
Llenamo' como cien sex tape'
Con la espada, soy un sensei❞
Llegamos al hotel luego de ese momento que me hizo sentir extraña. Apenas lo conocía, no podía estar sintiendo mariposas en el estómago por solo unas palabras, no podía volver a condenarme de esa manera.
Pero era cierto que me sentía sola.
Pero también que me daba miedo.
Le di tantas vueltas a ese pensamiento que llegamos a mi habitación, pues él me estaba acompañando. Tenía miedo, porque sabía que empezaría a recordar todo y también porque tenía una conversación pendiente con Jorge que no quería tocar, pues bien sabía que iba a romperme si lo hacía.
Y se suponía que yo estaba aquí para disfrutar de la Copa América.
Me quedé estática frente a mi habitación, él estaba detrás de mi, quizás esperando que entrase para poder irse a descansar. Pero no lo hice, me di la vuelta y ahí estaba, mirándome con una ligera sonrisa.
—Richard...—Murmuré nerviosa por lo que estaba a punto de hacer.—¿Podés quedarte conmigo hasta mañana? Es que...
—Hágale. Abra la puerta pues, que hace frío.—Dijo sin siquiera querer escuchar las explicaciones.
Él sabía lo que estaba pensando.
Abrí la puerta y encendí las luces, siendo seguida por el de mechas blancas, cerró la puerta y miró la cama, sentándose en ella.
—Si vos querés, yo puedo dormir allá en ese sillón.—Propuso.
Era raro, porque quería tenerlo cerca y a la vez no quería tenerlo cerca.
Vida hijueputa.
—No, está bien así.—Contesté dejando la tarjeta en la mesita donde también estaba esa caja de regalo que él me había dado ese mismo día.
—¿Va a usar la camiseta en el próximo partido?—Preguntó mirándola y de paso, mirándome a mi.
—Puede.—Murmuré con algo de nervios.
—Venga, yo no muerdo.—Extendió su mano hacia mi.
Hijueputa batalla mental, hijueputa Richard Ríos, ¿Por qué me hacés esto ome?
Caminé hacia él y acepté su mano, sentándome a su lado en la cama. Entrelazó nuestros dedos y le dió un pequeño apretón.
No entendía porque su mera presencia me ponía nerviosa, sentía un vacío en el estómago y aunque no lo conocía de nada, quería conocerlo de todo.
—¿Cual es su color favorito?—Preguntó de repente.
Tácticas milenarias by: Richard Ríos.
—El negro, siempre me ha gustado mucho, desde chiquita.
—Me imagino que de edad, porque de altura...—Empezó a reírse y yo le metí un lepe en la cabeza.
—Ay, este bobo hijueputa.—Me crucé de brazos y él me abrazó por la cintura.
—No se enoje conmigo pues, que sonriendo se ve más bonita.—Me sonrojé al escuchar aquel cumplido.—Y...¿Su sabor de helado favorito?
—¿Pa que pregunta tanto?—Lo miré confundida.—Chocolate o vainilla chips.
—Solo quiero conocerla más.—Sonrió con esa sonrisita que tiene a todas las niñas de Colombia mojando cuco.
—Jm, ustedes y ese "conocerla más".—Repliqué con una sonrisa.
—Aunque no me crea, yo de buena quiero significar algo para usted.
Mordí levemente mi labio pensando en que contestar, pero como aprendí de Evie, iba a cortarsela feisimo.
—Es que yo lo sé amor, yo soy lo más bello que usted y mi hermano tienen.—Respondí para después reírme.—Ya el sueño nos está afectando, vamos es a dormir mijo, seguro mañana tiene que levantarse temprano.
—Venga.—Me abrazó tirandome hacia atrás en la cama.
Sentí su olor invadirme, mi nariz rozando su cuello y sus manos en mi cintura...No parce, así no se puede pues.
Nos acomodamos para dormir, quedé recostada en su pecho, su respiración y sus latidos tranquilos me relajaron de sobremanera.
Evie me va a matar, guevon.
Al notar que se quedó totalmente dormida saqué mi teléfono, pues las notificaciones estaban a explotar.
Sabía totalmente quien me estaba escribiendo.
Nicole.
escucheme pues Richard
10:00 pm
ud de bna está con esa pelada?
10:00 pm
ud y yo somos pasado Nicole
10:01 pm
Pero es q vos no me entendés
10:01
mk yo solo quiero ayudarlo con ella ps, no le voy a decir nada de lo q pasó entre ud y yo
10:02
es q no quiero q se meta Nicole
10:02
yo quiero hacer las cosas bien con esa pelada
10:02
y ud no tiene velas en este entierro mija
10:03
Richard, de bna, no sea así
10:03
Nicole o como la conocían en instagram "La suprema", era mi ex. Quien se había enterado de lo que pasaba con Sienna, sabía perfectamente que Nicole no siempre tenía buenas intenciones. No quiero pintarla como la mala, pero es que a veces se comporta como si lo fuera.
Por esa razón terminamos.
No sabía de qué forma o como ella se había enterado que quería caerle a Sienna, pero no iba a permitir que se entrometiera en algo que a ella no le importaba.
Nicole significó muchas cosas para mí en un pasado, pero yo sé que lo que es pasado se queda en el pasado.
No me di cuenta cuando me dormí, solo se que empecé a sentir frío cuando Sienna se levantó, dirigiéndose al baño. Abrí los ojos recordando que estaba en la habitación de la Rodríguez menor, suspiré y me estiré, revisando la hora en mi teléfono, eran las ocho de la mañana. Recordé que el vuelo salía en la tarde así que me levanté y toqué la puerta, justo Sienna salió.
—Buenos días.—Murmuró con una ligera sonrisa.
Le di un beso en la mejilla, haciéndola sonrojar.
Adoraba esas reacciones.
—El vuelo hacia Glendale sale en la tarde, así que allá la veo.—Dije con una sonrisa.—Yo ya tengo que irme.
—Hágale pues.—Asintió y yo me dirigí a la puerta, ella caminó detrás mío y tomó mi mano.—Y Richard...Gracias por quedarse.
—Fue bonito dormir con usted.—Confesé con una sonrisa, para luego salir de su habitación.
¡Ay papá! ¡Que mujer tan linda ome!
¿Puede verse uno tan lindo recién levantado?
Juepuchaaaa.
Ríos abandonó mi habitación justo a tiempo, pues Carrascal llegó solo minutos después. Tocó mi puerta y al abrir, el estómago se me fue al piso.
Aún no estaba acostumbrada a tenerlo de frente después de todo lo que pasó.
—¿Como estás?—Dijo sacándome de base.
—Pues bien, ¿Usted?—Murmuré bajando la mirada.
—Bien también, me alegra que estés bien, ¿Puedo pasar?—Miró hacia atrás de mi, notando que la cama estaba desordenada
Asentí y me hice a un lado para que él pasara. Se sentó en la cama desordenada y me miró de esa misma forma en la que siempre me miraba cada que estábamos juntos. Recordaba que al mirarme, el mundo se me venía abajo, esos ojos y esa sonrisa me mataban, pero no sabía que todos aquellos sentimientos que tenía lograrían dañarme y hundirme hasta lo más profundo de mi propio ser.
Cerré la puerta y me apoyé en ella, suspiré nerviosa y volví a mirarlo, sintiendo la misma sensación que cuando abrí la puerta
—Sienna yo...—Se atrevió a hablar, sorprendiendome.—La verdad es que no se que decirte, solo quiero que me cuentes que fue lo que pasó con ese bebé y la razón por la cual no quisiste hablar conmigo luego para así sea decirte a la cara todo lo que había hecho a tus espaldas.
Carraspee mi garganta y me preparé mentalmente para hablar.
—Yo, bueno...—Desordené mi cabello estresada.—Yo creo que usted ya debe de saber que lo descubrí poniéndome los cachos, ese mismo día me enteré que estaba embarazada, tenía solo dos meses y quería decirle Jorge, porque de buena el miedo me estaba matando, ¿Que hizo usted? Besarse con esa vieja quien sabe desde cuándo.
—Por eso, yo...Quería pedirte disculpas, de verdad, no quiero justificarlo porque no hay razón válida para hacerlo.
—Con el bebé pues...Usted no había dejado de escribirme y yo estaba pasando por un duelo ni el hijueputa, porque yo de verdad lo amaba marica, yo de verdad sentía cosas por usted por todo lo que habíamos pasado antes. Había pasado solo un mes desde que me enteré, un día de esos estaba llorando como una magdalena, me levanté para tomar agua porque ese dolor de cabeza que tenía me iba a joder más, cuando sentí la sangre recorrerme las piernas.—Sorbí mi nariz, las lágrimas recorriendo mis mejillas al recordar aquel día.—Solo recuerdo haber gritado el nombre de Evie cuando ya estábamos en el carro, después de eso me desmayé, no supe más nada hasta que desperté e Evie estaba hablando con Daniel y él le dijo lo que le dijo a usted.—Murmuré lo último.—Ya había perdido a mi bebé, ya había perdido todo rastro de ese amor que antes usted y yo teníamos, que se perdió por su hijueputa culpa.—Reproché entre lágrimas.
Él se quedó en silencio analizando todo lo que había dicho, su mirada se encontraba pegada al piso, sin siquiera mirarme
Se sentía culpable.
Pero, ¿Que más podía hacer? Había sido él quien había jugado contigo, había sido él quien había vulnerado mi hijueputa confianza, lo mínimo que podía sentir era culpabilidad.
Se levantó mirándome finalmente y me abrazó, derrumbándose en mis brazos. Ambos estábamos en llanto, porque a pesar de que él no lo merecía, estaba teniéndome entre sus brazos, llorando a mares por lo que pudo ser y no fue. Nuestro hijo quizás tendría algunos meses de vida apenas, pero era lo que realmente nos unía a Carrascal y a mi más allá de ese "amor" que sentíamos.
Susurraba la palabra "perdón" cada vez que hipeaba para calmar su llanto, pensando que así revertirá todo lo que alguna vez hizo, pero yo sé que no es así. Mi pensamiento se encontraba nublado, una parte de mi decía "de malas papi, pa usted no hay ni chimba", pero mi otro lado me decía otra cosa totalmente distinta.
Nos sentamos en el suelo aún abrazados, su cabeza estaba recostada en mi pecho mientras que sus lágrimas mojaban mi sudadera.
—¿Se imagina como hubiera sido?—Pregunté con la voz rota.
—Lo que más hubiera querido es que tuviera tus pecas y tus hoyuelos.—Respondió a duras penas.—Perdoname Sienna, de verdad. La cagué como un malparido estúpido, te lo juro, por favor...
—Mi corazón te perdonó hace tiempo, Jorge, mi mente me decía que no era lo correcto pero ahora aprendí que no es sano cargar con ese dolor en todo momento.—Murmuré besando su cabeza.
Al final de todo, él siempre sería mi primer amor, mis primeros errores y mi primera ruptura.
—Dejame volver a intentarlo, Sienna.—Pidió sin siquiera mirarme.
—No, no puedo.—Respondí.—Yo no puedo volver a hacerme eso, Jorge.
—Te lo ruego, solo ámame otra vez, no quiero perderte una gran hijueputa vez ahora que te tengo aquí, no Sienna, no...—Dijo mientras negaba con la cabeza.
Su agarre se intensificó en mi cintura, como si no quisiera dejarme ir.
Déjame ir, déjame ir, debes dejarme ir...
—Con rogar no va a lograr nada.—Lo separé de mi y tomé sus mejilla haciendo que me mirase.—Mireme, mireme gran marica, usted y yo no podemos estar juntos otra vez, porque a pesar de que conocemos nuestra historia, siempre estaremos condenados a repetirla.
Sus ojos llenos de lágrimas me decían que si, había sido una gonorrea, pero una gonorrea que tenía la razón después de todo.
Él asintió, concordando conmigo. Yo sé que él sabe que amarnos de esa manera no está bien y no es igual, no lo es.
Volvió a aferrarse a mi, a ese único recuerdo que teníamos y que quizás ya era hora de dejarlo ir.
Era hora de dejarte ir, Carrascal.
Ese abrazo se había convertido en la señal de que atrás había quedado ese dolor que llevábamos dentro, pero eso no quitaba el miedo que llevaba cargando por culpa de aquella desafortunada situación, unas disculpas no arreglaban el trauma, pero ayudaban a olvidarlo.
Jueputa vida.
En unas horas salía el vuelo hacia Glendale y James no me dejaba salir de esta mierda.
No es ni serio ese hijuemadre.
Resulta que me di cuenta que estaba hablando con otras viejas, se podía decir que me dio celos, puesto que ese cabeza de yuca y yo teníamos nuestro cuento raro.
Estaba cruzada de brazos mirándolo, su espalda contra la puerta mientras tenía su mano en el picaporte de la puerta, su ceño fruncido me daba a entender que a él también le molestaba que yo no lo creyera.
De malas marica, yo que soy más desconfiada, ¿Pa que se pone a tentar al diablo? Sejo, se jodió.
'Dita sea Evie, por meterte a la boca del lobo.
—¿Vas a dejarme salir? Ve que tengo que organizar mis vainas James David.—Murmuré seria.—Donde yo me llegue a quedar acá en Houston lo que puedo es estarte mandando a los de la moto, deja la mariquera.
Entrecerró sus ojos aún sin apartarse de la malparida puerta, me tiene azarada, listo, trompadas pa este hijueputa.
—Hasta que no diga sinceramente que me cree no la voy a dejar salir, así de sencillo.
¡Ve a este! ¡Ni mi mamá se ponía así cuando le echaba mentiras! Esta es la tapa de la cajeta, nojoda.
—¡Vea hijueputa, me tienes mamada!—Exclamé levantandome y acercándome a él emputadisima.—Andas con una malparida indecisión que me tiene cariaca, o me dejas salir o tenemos problemas, tu verás.
Intenté quitarlo del camino, teniendo cuidado de no partirme las uñas marica porque me las había dejado crecer y estaban bien bonitas y largas.
Como era de esperarse, el tatareto este tenía más fuerza que yo, así que ni lo moví.
Se me estaba saliendo el López, tengo que respirar, paz ven a mi.
James me está echando mentiras, está mintiendo.
Pero yo me las estoy creyendo todas.
Volví a intentar moverlo, haciendo que por fin quitara la mano del picaporte, estiré mi mano para abrir la puerta, pero él me tomó de la cintura y me cargó, tirandome hacia su cama junto a él, en el cuarto que compartía con Richard.
Jueputa Sienna, ven a quitarme a tu hermano de encima.
Sus labios rozaron con mi cuello, haciéndome sentir cosquillas. Sus besos llegaron finalmente, haciéndome removerme entre su cuerpo.
Así si se le quita a uno la maricada.
Chocó sus labios con los míos de manera un poco brusca, idiotizandome de la forma más bonita del mundo. Yo no podía creer que me estaba comiendo al hermano de mi mejor amiga sin siquiera decírselo, yo soy la monda marica. Obviamente el estarme comiendo a James ya no era solamente algo pasajero tal y como inició, ya conllevaba sentimientos por culpa de ambos.
No fue mi culpa, me enamoré.
Se separó de mi, apoyándose en sus codos para mirarme fijamente mientras acariciaba mis mejillas, me sonrojé inmediatamente al sentir sus ojos sobre los míos.
—¿Ahora sí me cree?—Preguntó, haciéndome reír.
—Pues obvio que si, bobito, ni siquiera lo hubiera besado si así no fuera.—Rodé los ojos.
Se separó de mi y finalmente me dejó ir. Corrí a buscar mis maletas, ya que el vuelo de las familias hacia Glendale era en unas horas y ya teníamos que irnos al aeropuerto por todos los protocolos. Noté que Sienna estaba apoyada en la pared al lado de la puerta de su habitación, me sonrojé al verla recordando que me le estaba comiendo al hermano bien callada.
Pero mi mami me enseñó que el que come callado, come dos veces.
—Oe, boba hijueputa, ¿Usted dónde estaba?—Preguntó ella cruzándose de brazos.
—Por allá por la conchinchina, no seas chismosa, sapa.—Contesté abriendo la puerta de mi habitación.
Me puse una sudadera arriba de lo que llevaba puesto y saqué mis maletas nuevamente para irnos con el resto de familiares, cerré la puerta y miré a Sienna, ella me dio una sonrisa burlona y caminó hacia las escaleras.
—Vos a mí no me vas a meter los dedos en la boca, culicagada.—Murmuró.
Esta hijueputa.
Me reí mientras la seguía, mi mejor amiga es un cuento.
-With love, Danna Kim 💗
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