𝟎𝟎𝟕
Percy
¿Sabes lo que se siente un corazón roto? Un corazón roto es peor que miles de disparos, peor que un sin fin de cortes, es peor que sufrir la ira de los dioses. Mi corazón se había roto cuando me llamaron para decirme que mi amada estaba muerta, pero increíblemente pude volver a sanar cuando la melodiosa voz de mi chica me habló para decirme que estaba bien y sin duda alguna, ese momento en el que me prometió nunca volver a alejarme fue el mejor de todos. Ahora solo estaba a la espera de que sea mi momento de volver al campamento, necesitaba tener a mi chica entre mis brazos y demostrarle cuanto la amo.
—Pronto la verás, Percy —me dijo mi madre mientras cocinaba. Mi dulce madre también se veía mejor, ella ya estaba triste por la perdida de los Roberts y cuando se enteró de lo de Lynette se rompió en mil pedazos.
—Lo sé, mamá —respondí con una sonrisa.
Había hablado mucho con Grover, el me contaba sobre algunas cosas que hacia Lynette y luego cuando mi chica me contaba algunas cosas, no podía pedir nada más que eso. Mi tarde pasó como normalmente lo haría, pero hubo un momento donde sin duda alguna pude sentir a mi Ly llamarme, era como si mi corazón supiera que ella me necesitaba, fue así cuando sin importarme muchas cosas, tomé mi espada y fui rápidamente donde por alguna razón, mis pies sabían donde ir. Al llegar a un lugar cerca de mi casa, exactamente el bosque donde antes vivía mi novia, me encontré con Ly.
Lynette
Los dioses me habían llamado, estaba en camino al olimpo para recibir lo que supongo que será una reprimenda. No me equivoqué cuando al estar con todos ellos me lanzaron algunas miradas de reprimenda y me hablaron sobre lo mal que estaba actuando, no pude evitarlo y solté miles de maldiciones sobre ellos. Claro que también me dieron un regalo, uno que hizo que me quedara sin aire.
—Este collar fue forjado por Hefesto, hechizado por Hécate y tiene en su interior un regalo del reino de Hades —habló Zeus entendiéndome un hermoso collar que, al igual que muchas de mis cosa, su cadena simulaba ala piel de una serpiente.
—Ábrelo —incentivó mi madre.
Al abrirlo vi la imagen de mis padres, salir y sonreírme. Cuando mi nombre salió de sus labios no hice otra cosa más que cerrar el collar de golpe y huir. Ahora estaba sola en una esquina del olimpo, trataba de despejar mi mente. Unos pasos me alertaron y al girarme me encontré con el dios Hefesto.
—Tu lado oscuro me recuerda mucho a tu madre cuando te desterraron —contó —. Afrodita se volvió loca cuando vio a algunos semidioses rebeldes intentar asesinarte siendo solo una bebé. Ella fue y los asesinó a todos, luchó hasta arrancarles la cabeza a cada uno de ellos, eran como veinte y ella sola luchó hasta vencerlos. Nadie la ayudó, ella nos dejó en claro que puede ser un rostro hermoso, pero es igual de letal que una espada. Me recuerdas mucho a ella en ese momento.
—Bueno, supongo que soy la hija de mi madre —espeté.
—Tu madre humana era un ángel sin duda.
—No hables de ella —me giré a enfrentarlo.
—Lori sin duda se vendió como un ángel, pero podía ser el ángel de la muerte si tocaban a su hija. Lori y Peter se encargaron de protegerte toda tu vida, ellos asesinaron a muchos por ti, Lynette. Aunque tu padre fuera el mejor con la espada, tu madre no tenía ni una pizca de remordimiento cuando se trataba de asesinar por salvarte. Hubo un tiempo en que Ares incluso la comenzó a llamar el cruel ángel de la muerte, estaba feliz de que una mujer con tal capacidad para protegerte estuviera contigo. Tu madre era cruel con aquellos que intentaban lastimarte.
Casi hace que una lágrima cayera por mi mejilla al recordar a mis padres.
—Los dioses tienen miedo de que puedas acabar con ellos, al fin y al cabo, eres tan hermosa y letal como tus madres. El olimpo, el inframundo y el tártaro saben que eres un rostro hermoso, pero también eres una espada llena de veneno. Sabemos que llevas en la sangre el coraje de tu madre y su fuerza, pero también sabemos que puedes ser tan letal como la mujer que te crió. Es por eso que ahora te tememos, porque como tú lo dijiste, eres la hija de tus madres y eso te vuelve hermosamente peligrosa. Esperamos que el regalo pueda ablandar un poco tu corazón y te dé consuelo.
Sin decir más se fue.
Abrí el collar y lloré al ver a mis padres en una versión casi fantasmal, asomarse por el collar como en una pequeña proyección.
—Hola, amor —saludaron ellos haciéndome dejar escapar algunos sollozos.
—Hola, mami —respondí —. Hola, papi.
Pasé mucho tiempo ablandó con ellos, verdaderamente los necesitaba y el tenerlos hablando conmigo ayudaba, pero al momento de querer abrazarlos no podía en absoluto, solo eran unas figuras azules, solo eran espíritus. Los dioses si habían podido ablandarme, pero no harina que mi noble e ingenuo corazón volviera a la normalidad como mi humanidad. Yo estaba consciente de que ellos estaban muertos y aunque los demás sospecharan que ellos podrían traerme de vuelta, la única manera sería tenerlos de vuelta con vida. Mientras tanto, solo podían esperar a que Percy o Grover me hicieran volver y mi corazón me gritaba que el más capaz sería mi amado pecesito.
Volví del olimpo un poco enojada con los dioses, ellos habían tratado de forzarme a dejar de ser como era ahora.
Los días pasaron y mi mejor compañía era Grover, estaba preparándome para ir en busca de aquellos que buscaban asesinarme, cuando unos campistas intentaron atacarme para impedirme salir. Según ellos, yo era un peligro para el mundo humano. Luché con ellos y salí victoriosa, me había dado cuenta de que mi vara cada vez era más letal, iniciaba a sospechar que podría vencer al dios de la guerra sin esfuerzo. Fui detenida por la presencia de mi hermano, el estaba aquí para detenerme y por su vestimenta con la espada en mano, sabía que el estaba dispuesto a luchar.
—No dejaré que salgas de este lugar —expresó mi hermano apuntándome con su espada.
—Lynette, debes de quedarte aquí —apoyó la rubia a mi hermano.
—Quédate con nosotros, somos tu familia —habló ahora Clarisse.
Reí burlonamente.
—Ustedes no son mi familia —dije mirándolos uno a uno —. Los dioses tampoco son mi familia, los Roberts, los Jackson y Grover son mi familia. Ustedes no son nada mío, apenas y los conozco.
Vi como su mirada detonaba dolor y podía jurar que vi su corazón contraerse.
—Entonces te dolerá menos cuando te venza y te encierre —habló Eros.
El castaño lanzó el primer golpe, lo esquivé. Miré a los demás y ordené que se quedaran en su lugar, nadie podía moverse. Solo podían observar como destruiría a mi hermano, estaba lista para demostrarle que la única vencedora sería yo. Nuevamente, sucedió, mi cuerpo comenzó a elevarse y mi lado diosa salía a flote, me sentía poderosa, lista para acabar con todos.
—Eres tan ingenuo si crees que ganarás —respondí golpeándolo con mi látigo en el rostro. De su herida, el icor comenzó a brotar.
Una batalla verdadera se hizo presente. Mi hermano parecía estar bajo la bendición de mi padre, pero yo era la maldita diosa desterrada, el ser más poderoso del mundo por poder lograr persuadir y tener bajo mi control a quien sea. Así que me fue fácil lanzarlo por los aires y golpear su costado. Mi hermano se puso de pie y logró herirme en un costado, revelando mi sangre vuelta casi en su totalidad en icor, su sorpresa fue notable, tanto que se quedó inmóvil un tiempo. Eso me dio la ventaja de golpearlo fuertemente en la cabeza, un rayo apareció en los cielos y supe que ellos estaban mirando todo.
—¡Ellos nos observan, ¿cierto?! —le dije con burla a mi hermano mientras señalaba al cielo.
Eros se puso de pie listo para luchar, estaba confiado ahora que veía como los dioses le mostraban su apoyo.
—Veremos si a ellos también les gustará esto —espeté para comenzar a usar mi don en los dioses.
Mi don me permitía tener bajo mi control a todo aquel que me observara o escuchara, pero también a todo aquel que pudiera percibir mi olor. Fue así como con una mano, logré atraer el poder del rayo y utilizarlo contra Eros. Los dioses deberían de estarse preguntando como podía hacer eso, pero no me importaba su desconcierto. Hades se hizo presente con una niebla capaz de sofocar a cualquiera, pero utilicé su don también y ahora ese poder me rodeaba listo para atacar a cualquiera. Comencé a flotar por mientras no dejaba de ser rodeada por la niebla y nunca dejé de atacar a mi hermano con el rayo.
—Los dioses no son un reto para mí, Eros —exclamé acercándome a él.
El castaño se retorcía en el suelo.
—No debiste enfrentarme, pero al fin de cuentas, solo eres un traidor ingenuo —espeté para luego bajar de los aires y desvanecer todos los poderes que me rodeaban.
Mi pie se colocó en su pecho y con la gran fuerza que poseía, presioné mi pie hasta escuchar sus costillas, crujir y el icor brotar de su boca.
—Duerme, Eros —le susurré melodiosamente —. Duerme hasta que vuelvas al olimpo.
Con todos congelados fui en busca de respuestas, y escuchar que aquellos traidores buscaban algo para lastimarme me enfureció, pero no tanto al escuchar que ellos sabían que mi debilidad era aquel hijo del mar y su madre. Ellos iban de camino a lastimarlos.
Salí furiosa hasta el lugar, nadie podría lastimarlos.
No me preocupé por los del campamento, ellos volverían a la normalidad una vez que yo estuviera lejos del campamento.
🔱
—No creo que deban de hacer eso —hablé apareciendo entre los árboles al ver como aquellos semidioses y algunos aliados de Cronos tomaban en su mano una foto de Percy y mía.
Todos se giraron listos para atacar, me divertiría arrancándoles la cabeza. Cada que mi pulsera transformada en una espada cortaba a alguno, solo podía pensar en Percy, de alguna manera sentía que una conexión entre nosotros se intensificaba hasta el punto de llamarlo.
Me espada era letal, atacaba a muchos de ellos, pero sin duda alguna eran más que yo. Me sorprendí al ver a ese rubio traidor aparecer entre los arboles, listo para pelear. Me preparé para asesinarlo, pero me llevé una sorpresa al verlo atacar a mi enemigos. Su obsesión por mi si que era grande.
Batallamos juntos, hasta que apareció mi amada Percy, tan bello como la ultima vez que lo vi. Su cara de sorpresa al ver al rubio fue enorme, pero no se lo pensó ni un segundo al momento de luchar para asesinar a los traidores. Los tres eramos un buen equipo, Percy y Luke eran muy buenos con la espada, mi novio había comenzado a intentar usar su don y yo ya estaba un poco harta de todo, así que usé deje salir mi lado más oscuro y usé el poder de los dioses, usé los poderes de los tres grandes al mismo tiempo y acabé con todos. Me snetí cansada, tanto que caí en los brazos de mi amado. Percy se sentó en el suelo conmigo entre sus piernas, dejandome apoyarme en su pecho para descansar. Escuchaba como Luke se despedia de nosotros, así que con mis cansados ojos pude ver como se iba entre los arboles.
—Al fin te tengo, amor —escuché a Percy.
—Y espero que no me vuelvas a soltar, pecesito —dije para unir nueros labios.
Sentía como mi humanidad volvia, como cada parte de mi roto corazón se reparaba un poco más. Percy Jackson siempre sería la medicina para mis males, era el único que tendria ese poder sobre mí, al igual que yo era la unica en tener el poder sobre él. Ahora sabía que solo tenía que llamar a mi amado y esté correria a mi ayuda. Percy Jackson era el amor de vida.
¡Hola! Luego de algún tiempo hemos vuelto, lamento no haber podido publicar capítulos, pero tuve un problema con mi maquina y por falta de tiempo n opude ir a arreglarla, pero ya estamos de vuelta. Amo como Percy y Ly están listos para asesinar a cualqueira por el otro, sin duda alguna Luke demuestra que su amor-obsesión por Ly es más grande que su alianza con Cronos. El próximo capítulo será el último del acto dos. Espero que les haya gustado este cap.
Con amor,
Ivy.
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