𝟎𝟎𝟐
Lynette Roberts
Estábamos reunidos con nuestros amigos junto a Thalia y Luke, desde la llegada de la chica ambos no se habían separado, incluso Annie pasaba más tiempo con ellos. Al parecer esos tres se habían extrañado más de lo que cualquiera pudiera imaginar, y yo entendía eso, si me alejaran mucho tiempo de Grover y Percy los extrañaría con cada fuerza de mi cuerpo y me encargaría de buscar la manera de volver a tenerlos a mi lado sin importarme nada.
—Thalia debe buscar la manera de evitar la profecía, ellos no se detendrán hasta eliminar a la posible amenaza —habló mi novio.
—Y tendría que intervenir de manera drástica —exclamé —. Hice una promesa de que todo mejoraría para los semidioses y la cumpliré.
La mirada de Luke cayó sobre mí y me dedicó una sonrisa que correspondí.
—¿Qué debemos de hacer? —preguntó la rubia.
—Por ahora hay que mantener el perfil bajo, Thalia no puede ser vista como una amenaza constante —indiqué —. Me encargaré de buscar la manera de solucionar toldo, si buscan información también sería muy bueno.
Todos asintieron.
—Cuenta con ello, linda Ly —Grover tomó mi mano.
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Las semanas pasaron con rapidez, ser una diosa era tarea difícil a decir verdad. Tenía que estar en el Olimpo y en el campamento por decisión propia y dar mi bendición a cada campista que la requería para realizar una cruzada ocupaba mis días. El ser la diosa de la persuasión y la victoria hacía que los mestizos quisieran caer bajo mi gracia para salir victoriosos en cada misión, al igual que mi novio les otorgaba la valentía necesaria como dios de la lealtad y la valentía.
—Deja de hacer eso, Eros —le pedí a mi hermano al ver como este molestaba a Pers.
—Es inevitable, puedo sentir todo su amor y deseo —se excusó —. Él debería bajarle a sus deseos y amor.
—Tarea difícil si ves lo hermosa que es la diosa desterrada —habló Apolo.
—Váyanse al tártaro —exclamé tomando la mano de mi novio —. Vámonos, amor.
Nos encaminé hasta mi habitación.
—¿Has descubierto algo? —le pregunté recatándome en la cama.
Negó colocándose a mi lado.
—¿Y si le fallo a Thalia y no puedo ayudarla?
—No pienses en eso —dijo Percy atrayéndome a sus brazos —. Eres inteligente y podrás lograrlo, no hay nada que no puedas hacer si te lo propones, amor. Y si fallas no será tu culpa, te habrás esforzado al máximo y no fracasarás por no intentarlo, sino porque no había una solución.
Junté mis labios con los del castaño.
—No te alejes nunca, pecesito —pedí para volver a besarlo.
—Nunca, amor.
—Es momento de que se separen, tortolos —habló mi tía Artemisa desde la puerta —. Vamos, reina del Olimpo.
Dejando un último beso en los labios de mi novio, me marché junto a mi tía.
—La vida de una diosa es agotadora, ¿verdad?
Asentí.
—Hacer tu trabajo es duro, es por eso que es mejor hacerlo acompañada.
—Tus cazadoras.
—Así es.
—¿Cómo lograste que puedan vivir para siempre? —pregunté con curiosidad.
La diosa me observó fijamente.
—Los dioses podemos hacer muchas cosas con nuestro poder, entre ellas está conceder la inmortalidad a quien desees —contestó.
—¿Cualquier puede hacerlo?
—Todo dios o diosa.
Y esa era la solución al problema.
—Muchas gracias, tía Artemisa —dije abrazándola feliz.
—¿Por qué?
—Por ser tan genial e inteligente.
¡Hola, mis corazones! Espero les haya gustado el capitulo de hoy, quiero agradecerles por las 88 K de vistas y los 9K de votos, su apoyo me anima a seguir. El final está cada vez más cerca, nos leemos mañana.
Con amor,
Ivy.
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