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Capítulo 5

Empacar para luego desempacar no era de sus cosas favoritas.

Empezó a dejar su ropa en los cajones respectivos de su armario. Al terminar, terminó tirándose a su cama para pensar en cómo conseguir su antiguo puesto en la cafetería que manejaba junto con su mejor amiga. Y quizás la idea de decirle a Lisa que ahora ya no era el chico pelinegro llamado Yoongi, sino que ahora era una chica que se llamaba Kim Jennie, no sonaba tan mal, pero, ¿cómo se lo demostraría?

Suspiró cansada cuando miró su habitación; sus cosas no estaban, no había decoración, por ende, todo se veía sumamente vacío. No sabía dónde estaba sus demás cosas, quizás su madre se la había llevado, o tal vez fue Lisa.

Al cerrar los ojos, se le vinieron pequeños fragmentos del accidente: Bocinas sonando, gritos, las sirenas de la ambulancia, llantos, pedidos de ayuda y luego era solo silencio, suponía que ese silencio indicó únicamente su muerte.

Jennie no podía decir que no le daba miedo en la situación en la que estaba, no podía negar que ahora le daba miedo el simple hecho de ver un auto en marcha, o también, no podía negar que le daba un poco de tristeza el hecho de que debía convencer a sus cercanos de que era Yoongi.

Se lo tomó mejor que Roseanne, pero porque veía el lado positivo: Estaba viva.

Quien sabe porque le dieron la oportunidad de volver a la vida, pero no la iba a desaprovechar. Claro, no era lo mismo que antes, pero intentaría volver a tener una vida tranquila como la que tuvo en su momento.

Se recostó en su cama, la cual aún no tenía las sábanas, y decidió imaginarse diferentes escenarios cuando hablara con Lisa mirando al techo.

—Jennie... —Roseanne había entrado al cuarto. Habían acordado empezar a llamarse por sus nuevos nombres, mientras antes mejor— ¿Podemos hablar? —Jennie asintió. La castaña se movió en la cama, dándole un espacio a la rubia— ¿Qué haremos? ¿Fingir ser otras personas? ¿No contarles a nuestros familiares? ¿Seguir nuestras vidas y olvidarnos la anterior? ¿O contarles y asumir que nos van a tratar de locas? —Roseanne se acostó a un lado de su compañera mientras esta le miraba esperando una respuesta.

Jennie soltó un suspiro nasal y cerró los ojos.

—Tenemos otra apariencia, pero de alguna forma seguimos siendo las mismas. Seguiremos nuestras vidas, lo cual no significa que debamos dejar todo lo bueno atrás. Le diremos a nuestros padres, no ahora, pero si en un tiempo más. Quizás no nos crean, pero intentaremos que se den cuenta que realmente somos nosotras —abrió sus ojos cuando escuchó su celular sonar, claro que era otro porque su antiguo celular quedó destrozado en el accidente.

Numero Desconocido

¡Hola, Jennie! Soy Jihyo: Su ayudante, ángel o lo que sea. Este es mi número por si necesitan algo. ¡Buenas noches! 🌙😊
Enviado a las 23:56 p.m.

—Roseanne ¿Necesitas algo? —se volteó a ver a la rubia, la cual se quedó mirando el techo unos segundos y luego dirigió su vista a Jennie nuevamente, esta vez negando— Entonces no tengo nada para pedir por ahora —se volvió a recostar completamente en la cama, poniéndose de lado en dirección a su compañera, pero sin mirarla ya que había vuelto a cerrar sus ojos dispuesta a caer en los brazos de Morfeo.

Roseanne en cambio se quedó mirando el techo sin saber cómo empezar su nueva vida.

—¿Puedo dormir aquí?

—Como quieras —la rubia se levantó para buscar un cobertor de la cama junto a las sábanas, todo de color negro, solo que de tonalidades distintas.

Jennie se levantó obviamente, ayudando a Roseanne a ir colocando las sábanas en la cama junto al cobertor.

No tardaron demasiado, por lo que, prontamente pudieron volver a la cama una al lado de la otra. Esta vez ya cubriéndose con el cobertor.

La castaña fue la primera en quedarse dormida, de hecho, no había tardado ni diez minutos para cuando su respiración se fue calmando y haciendo más pacífica.

El pelo castaño de Jennie ya estaba un poco desordenado y su mejilla estaba media abultada al estar presionada su cara contra la almohada.

Tomó su celular y abrió la aplicación de la cámara, se acomodó para poder tomarle una buena foto a la castaña. Al tomarla y gustarle el resultado, decidió dejar aquella foto como fondo de pantalla. Una vez listo eso, dejó el celular a un lado, apagando la luz cálida proveniente de la lámpara a un lado de la cama en la mesita de noche.

En silencio se fue acercando, tomando la mano de la contraria. Sus frentes quedaron juntas, pronto regularizando sus respiraciones a la par.

[🍀]

La castaña apretó sus labios nerviosamente, mirando a través de las ventanas y puerta de cristal hacia el interior de la cafetería, donde una trabajadora estaba limpiando las mesas, dándole la espalda.

Era su mejor amiga a la que veía.

Entró a la cafetería en silencio. De todas maneras, logró captar la atención de la chica al sonar la campanita de la puerta al entrar.

—Disculpe, pero la cafetería ya cerró por el día de hoy —informó con una ligera sonrisa la chica pelinegra.

A pesar de que sonreía, Jen conocía muy bien a su amiga, e inclusive si no lo conociera, cualquiera se daría cuenta de la mirada triste y agotada de la contraria.

Miró por menos de cinco segundos la cafetería, viendo que todo estaba exactamente igual a la última vez.

El precioso local había sido la herencia de los padres de Lalisa. Luego de que estos, lamentablemente, murieran también por un accidente automovilístico hace tres años, Lisa quedó como la dueña de la cafetería, haciéndose cargo junto a su mejor amigo.

Ambos administraban el lugar y, para que no se les haga demasiado pesado, intercalaban en los días: De lunes a miércoles iba Yoongi, mientras que de jueves a sábado iba Lisa.

Luego de mirar todo el lugar de manera rápida, miró el collar que rodeaba el cuello de la pelinegra. Esta llevaba colgado un anillo de plata que le pertenecía, el cual estaba usando el día del accidente. Era uno de sus anillos favoritos.

—Llevas mi anillo —habló por primera vez Jennie en el tiempo que llevaba ahí parada, apuntando con su dedo al collar— Me dijiste que no te gustaban los anillos, nunca te vi usando uno. ¿Cómo lo conseguiste? Pensé que se habría perdido en el accidente o me lo dejaron en el cuerpo —con cada palabra, la mirada de Jennie se volvía más dudosa. Ni ella misma sabía cómo se sentía en ese momento.

—No sé de qué me está hablando —respondió confundida Lisa.

—El día del accidente llevaba ese anillo. En el interior de este está escrita mi fecha de nacimiento, además de la palabra "Chanel" en cursiva —dijo Jennie mirando el anillo y, por último, miró a los ojos a la otra— Lili, ¿ya no reconoces ni a tu mejor amigo? —su tono sonó entre divertido y asustada, era una extraña mezcla. Tenía miedo a que su amiga no le creyera.

Lisa solo le dedicó una mirada confundida, mirándole expectante.

—Soy Yoongi, Lisa. Soy Min Yoongi.

Su amiga abrió más sus ojos por la sorpresa, al igual que su boca. Empezó a negar con su cabeza y sus ojos de cristalizaron.

—¿Podemos hablar, por favor? Te explicaré todo —pidió la castaña, suplicándole con la mirada.

La pelinegra asintió.

—S-Siéntese.

Ambas se sentaron frente a la otra, apoyando sus codos y brazos sobre la mesa. Lisa le miraba de una manera que lograba ponerla nerviosa, más cuando esta no le sonreía ni un poquitito.

—¿Cómo y hace cuanto fue el accidente?

—Hace tres meses morí en el choque que tuvimos con Jimin. Ambos íbamos para nuestro departamento en el auto luego de salir de la cafetería. Luego de mandarte el mensaje fue que ocurrió todo. La luz ya estaba en verde, pero alguien de la dirección contraria, a mi derecha, cruzó de igual forma y nos llevó con él. Luego de eso no recuerdo mucho.

—Y, ¿Cómo estás aquí?

—Una chica ángel fue quien nos dio una nueva oportunidad firmando un contrato. No hace mucho que volví a la vida, de hecho, fue solo hace dos días. No leímos el contrato, solo queríamos volver a la vida junto a Jimin, y una de las tantas condiciones fue cambiar nuestro cuerpo. Ahora somos mujeres.

—Debes decirme más cosas para que te crea.

Jennie asintió tranquila.

—Te llamas Manobal Lisa. Tu cumpleaños es el veintisiete de marzo, el cual tuve que aprenderme a muchas regañadas por tu parte. Nos conocimos en el kínder, en el cual te measte sobre tus pantalones al no llegar al baño. Tuve que pasarte mi polerón para que ocultes la mancha de tu pantalón. Si quieres otro dato personal, podría ser el hecho de que ya va un año donde te has intentado declarar a Kim Jisoo, pero como te entra el pánico, aquí estás, toda solterona. ¿Y por qué el pánico? Porque piensas que Chu estaba enamorada de Jimin. Ridículo. —dijo rodando los ojos al final, cruzándose de brazos y apoyando su espalda al respaldo— Ah, y cuando tenías miedo, te aferrabas a mí como una garrapata mientras gritabas. ¿Quieres que te cuente más?

—Entonces: Si es verdad de que eres Yoongi, dime ¿Por qué esta cafetería se llama "Coffe By The Sun"?

—Fue en memoria de tu papá —respondió de inmediato sin dudar— Al tío Hoseok le gustaba el sol, sobre todo ver el amanecer. Decía que el sol era radiante. Te decía que tú eras su pequeña y su lindo sol alegre, ya que siempre llevabas una sonrisa, incluso cuando era el peor día. Cuando murió por el accidente automovilístico hace tres años, te dejó la cafetería y me dijiste que querías cambiar el nombre a uno en su memoria. El sol en el nombre es representándolo a él. —Lisa abrió un poco su boca para decir algo, pero no pudo hablar. Sus ojos estaban cristalinos, a punto de dejar caer algunas lágrimas.

—¿De verdad no estás muerto? —preguntó aun sorprendida, a la vez que se lograba ver un poquito de alegría en la sonrisa ligera que se iba formando en sus labios.

—Muerta, así como que muerta... No, estoy viva.

Sin esperar más, Lisa se levantó rápidamente y se lanzó a los brazos de su mejor amigo, ahora amiga.

Mientras que dos mejores amigas se volvían a reencontrar, Roseanne estaba en una tienda comprando decoraciones para el departamento.

Caminaba a paso tranquilo mirando los objetos: Eran decoraciones lindas, simples y baratas. Tomó algunas y las dejó en la canasta. Siguió recorriendo los pasillos, mirando atentamente que comprar y que no.

Se detuvo en el pasillo donde había muchos cuadernos. Tomó uno de tapa de cuero negro, no era tan grande, era del tamaño de una agenda. Se lo regalaría a Jennie, a ella le gustaba escribir y desahogarse mediante letras.

Poco a poco se iba acostumbrando a su nueva vida. Sabía que sería un camino difícil, pero quería pensar que llegaría ese día donde todo vuelva a ser como antes, y no se refería a volver a ser un chico, sino que, a volver a poder ir los fines de semana a cenar con su familia, o llamar a su madre cuando estaba confusa. Volver a tener esas charlas de horas con su progenitora era algo que realmente quería volver a tener. Y el hecho de pensar que su madre podría no creerle, llegaba destruir la poca esperanza que iba construyendo con el paso de los días.

Sintió una mirada sobre ella. Miró hacía el final del pasillo, donde estaba una mujer pelinegra mirándola fijamente, la cual era su madre.

Quería correr hacía ella y abrazarla, pero sabía que eso podría parecerle extraño a su mamá. Le dedicó una sonrisa que hacía que sus ojos se vean como medias lunas.

Por el lado de la mujer, al ver esa sonrisa pudo ver a su hijo en ella. Y, por alguna razón desconocida para ella, podía sentir que su hijo estaba frente a ella, aun cuando no estaba un chico al frente, sino a una joven muchacha rubia.    

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