༆𝓒𝓪𝓹𝓲𝓽𝓾𝓵𝓸 1༆
1. 𝑪𝒐𝒎𝒐 𝒑𝒐𝒍𝒊𝒍𝒍𝒂 𝒉𝒂𝒄𝒊𝒂 𝒍𝒂 𝒍𝒖𝒛.
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8 años de oscuridad.
Warmoth, sur de Avmaneth; sexta fase de la Nación Selerys.
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La paciencia no era una de sus mejores virtudes. Una hora desde que llegaron a aquel lugar y ya tocaba la mesa con su dedo índice a un ritmo constante. El golpeteo insistente podría haber sido molesto para los presentes, de no ser por la voz de un trovador que era acompañado por la alegre tonada de un rabel y las notas rítmicas del tambor.
Inconscientemente, los toques de su dedo empezaban a adoptar la canción. Darse cuenta de su ligero gusto por aquella música solo acrecentó su irritación y la muestra de ello se plasmó en un ceño fruncido.
Suspiró con fastidio y optó por tomar el último trago que le quedaba de Aklúa en el vaso, se limpió las gotas sobrantes en la comisura de sus labios con la manga de su camisa, colocó el recipiente de madera tallada en su lugar y, finalmente, se cubrió de nuevo.
Ni siquiera las manos ajenas agitándose hipnóticamente y la algarabía de parejas bailando al son del rabel, le quitaban el mal humor. Bien podría divertirse como muchos otros lo hacían en mesas cercanas a la suya. Quitar unos cuantos vestidos de lino, besar clavículas pronunciadas que se lucían tras la tela que se escurría por los hombros finos, o cargar el peso de muslos adornados con ligas de encaje en su regazo; pero él no estaba ahí para eso.
Trató de enfocarse en los antifaces de las hembras. Las plumas y joyas que relucían ante la luz tenue de las velas, le daban un toque elegante a su aspecto. Portaban el objeto para facilitar su anonimato, otros simplemente mostraban su rostro refinado sin problemas, no necesitaban de objetos banales porque no tenían miedo a ser reconocidos, sin embargo, la mayoría portaba uno. Él había quitado unos cuantos en noches de necesidad, no podía permitirse el no saber con quién dormía.
Apartó la vista del cuerpo de un gamma de cabellos grises, el contrario lo había visto y podría malinterpretar la insignificante mirada que le había dedicado. Era su culpa, la falda corta de lino tenía relucientes cuentas doradas y él siempre ha sido como una polilla hacia la luz, siempre hacia la luz.
Como supuso, el gamma al ver tan buen prospecto, se dirigió a paso lento a su dirección. El movimiento de sus caderas era pronunciado y se deslizaba entre la muchedumbre como si él fuese la presa, y no al revés. Sostuvo su mirada en los ojos depredadores, hambrientos por algo que no podía darle, al menos no ahora.
- Lo suyo no es el disfraz, sin duda-la voz del contrario era aterciopelada, con la seducción en la punta de la lengua y las piernas pequeñas listas para posicionarse en sus muslos.
La mano delicada se posó en su cuello con caricias, ya estaba encima de él, listo para cazar.
-¿Te importa?
Agarró las delgadas muñecas y alejó los brazos que envolvían su cuello. El gamma lo había descubierto a pesar de la tela que escondía la mitad de su rostro, desde la punta de su nariz, camino abajo hasta su cuello. Solo dejaba a la vista la forma rasgada de sus ojos. Debí dejarme la capucha puesta.
-No sea tan seco, ¿por qué no me acompaña a bailar? -el gamma buscó su mano y la sostuvo con fuerza, sintiendo la dureza y callosidad que, con sudor y piel cortada, había conseguido.
-Mejor llévame arriba- contestó.
El menor solo sonrió y jaló de su brazo para levantarlo de aquella silla mal hecha. Pasaron entre la multitud y algunas féminas volteaban a ver al gamma, quién había atrapado al misterioso hombre que llevaba tiempo sentado en la esquina. Un gran logro para el menor.
Lo llevó a las escaleras ocultas a un lado de la barra, donde se encontraban tipos que, a simple vista, podía deducir que ya estaban pasados de Raqzem falso.
Los peldaños crujían con cada paso. El olor a humedad traspasaba la tela que portaba y las feromonas de excitación empezaban a notarse al estar en el penúltimo escalón. No faltó mucho para distinguir los sonidos de placer entre risas al bailar.
Había 4 habitaciones, suposición que llegó después de ver 4 puertas de tamaño considerable distribuidas a lo largo del corredor por los lados, y una más chica al fondo del pasillo; el retrete, tal vez. Pensó en el aroma a café cargado, y solo bastó una inhalación para encontrarlo. Primera puerta a la izquierda.
El contrario, ajeno a todo, lo llevó hasta la última del lado derecho y abrió la puerta rechinante, jalando al cuerpo tras de sí. El gamma lo estampó en la pared una vez entraron a la habitación, mientras agarraba el nacimiento de su capucha y parte de su camisa. Lo vio con ferocidad, el brillo extasiaste en los ojos y el hambre cosquilleando en sus labios pintados con fresas silvestres.
-¿Será un buen alfa y me besará primero, o lo hago yo? -las suaves yemas de los pequeños dedos bajaron la tela con sensualidad, recorriendo su rasposa mejilla en el acto.
Agarró el cuello delgado con ahínco, lo atrajo hacía sus labios con lentitud, dando una probada del sabor a fresas con un roce, para luego devorarlo todo. El ojiverde gimió ante el beso febril, se sostuvo del fuerte pecho y se fundió entre el tenue aroma a Onivth; dejó que él hiciera lo que quisiera con su boca, sacándole quejidos de placer con las mordidas lujuriosas.
Su mano que antes aprisionaba los pequeños mechones grises, ahora subía con caricias. Rozaba la piel lechosa con deseo, parando cuando encontró la mejilla arrebolada. Trató de quitar el antifaz de color negro que cubría el resto de tinte rojo que se encontraba en los pómulos, pero el más pequeño aprisionó su muñeca, antes de que pudiera hacer algo.
-Sabe las reglas, majestad-susurró el gamma contra su boca, lamiendo después su labio inferior.
Él solo gruño con desaprobación, como casi siempre lo hacía en ese tipo de situaciones. Se separó del menudo cuerpo, que para ese entonces ya estaba pegado a él. Se cubrió de nuevo, y esta vez se puso la capucha, un poco mal puesta.
Cuando sostuvo la manilla de la puerta, sintió el jalón en su capa.
-¿Ya se va?-la desilusión adornaba su gesto.
Si bien estuvo a punto de ceder ante aquella falda corta brillante y ese cabello gris que se vería fabuloso empapado de sudor, la negativa le hizo recordar que desde un principio solo iba a utilizarlo para llegar ahí sin verse sospechoso.
Asintió como respuesta, y se retiró de la estancia.
Recorrió el pasillo hasta llegar al principio, la primera puerta del lado izquierdo. Abrió sin importarle nada, de todos modos, ya había visto antes los dotes de ese dolor de cabeza, no en una situación tan intima como la que ahora lamentablemente presenciaría, pero si al momento de hacer sus necesidades en cualquier árbol muerto del bosque.
El tipo de cabellera puntiaguda se encontraba recostado contra la cabecera de la cama. Gracias a la Diosa, las pieles lo cubrían de la cadera hacia abajo. La piel sudorosa de su torso estaba siendo acariciada por la mano de una beta, quién delineaba embelesada el tatuaje plasmado en su pecho, que cruzaba el hombro y terminaba en cascada por su brazo izquierdo.
Él había estado ahí cuando el idiota apretaba los dientes de dolor por la aguja traspasando su piel, patético.
Ninguno de los dos amantes se sorprendió al verlo entrar.
-Ya me iba a vestir, joder -dijo el más grande de la habitación, pero solo por edad.
-No veo que estés empezando -volteó a ver a la mujer con advertencia, aunque no con la suficiente hostilidad, ya que ella solo se levantó y descubrió su cuerpo desnudo sin tomarle importancia. Dejó a relucir sus modestos pechos y cintura pequeña, mientras caminaba altiva por la habitación buscando sus atuendos. -No olvides pagar.
Dicho eso, se fue por el mismo camino que había recorrido anteriormente, y cuando llegó a la barra de bebidas, sacó un bolsillo de sus pantalones, el cual a simple vista no era tan grade, pero contenía más dinero del que todos los que se encontraban ahí tenían. Dejó dos monedas de plata en la mesa y se retiró de la taberna.
La luz de las antorchas iluminaba las calles de Warmoth con intensidad. Casi no había nadie transitando por la tierra fresca. Estaban algo alejados del centro del pueblo, donde toda la gente se aglomeraba por lo días y las noches eran solitarias casi siempre.
Miró las copas de los árboles algo secos, se mecían con parsimonia a causa del viento; perfecto.
-Ya hombre, ¿nos vamos? -preguntó el mayor con fastidio.
Él asintió y comenzaron a caminar hacia el sur.
-¿Te comiste a alguien por lo menos? -inició la plática el pelinegro, ya que no le gustaba el silencio cuando caminaban entre el bosque, odiaba que el cantar de árboles marchitos imperara entre el sonido de las hojas secas bajo sus pies.
-No.
-Aburrido-volteó hacia atrás para asegurar sus espaldas.
-No me acuesto con personas que saben quién soy.
-Morirás de bolas azules entonces-metió sus manos en los bolsillos de su pantalón-. Desde que ese bardo va por ahí cantando sobre ti, no creo que haya alguien en todo Celmeth que no sepa quién eres-trató de no reírse al recordar cosas del pasado, falló por un momento al sacar un pequeño resoplido-, además, estás siendo incongruente. La mayoría de las hembras de la capital te reconocen y aun así...
-Es diferente-sus cejas se encontraron al notar una pisca de verdad en las palabras del contrario; sin embargo, si era distinto, él se aseguraba de que las cosas no pasaran a mayores.
-Como digas-mejor dejaba las cosas por la paz, no iban a llegar a ningún lado de ese modo-. Por cierto, ¿por qué Warmoth?-lloriqueó-, justo ahora estaríamos con bellezas blancas de Nyrla, ¿te conté de cuando fuimos la última vez? El segundo príncipe me presentó a una de sus damas de compañía, por la Diosa, era toda una mujer.
-Nuestra presencia aquí es más urgente.
Ahora él volteó y divisó pequeñas motas de un cálido color naranja en la lejanía, eso significaba que ya habían recorrido un buen tramo y creía que faltaba poco para llegar al lugar indicado, por ello, agudizó sus sentidos.
Se quitó lo que cubría gran parte de su nariz, hace rato se quitó la capuchapara no obstruir su vista. Olfateó un poco al tratar de identificar olores extraños por si acaso y levantó su mano izquierda para parar los balbuceos del idiota; ambos debían de concentrarse al máximo.
-Mierda, ¿ya es hora?-la inquietud se notaba en los ojos de su compañero.
-Haces muchas preguntas-ahí fue cuando lo oyó, el sonido de una ramita seca partiéndose por la mitad.
-Joder-el mayor sacó la espada de su costado izquierdo, listo para cortar su piel con el filo.
Él hizo lo mismo.
-Espero que ese Birkan no alcance tu otro ojo, o te reconocerán aún más rápido-el de cabello puntiagudo trató de aligerar el ambiente, pero todo se fue al carajo cuando el hedor, aún irreconocible, vino junto con una ráfaga de viento.
El mayor dejó las bromas de lado y empezó a cortar su antebrazo con el amenazante filo. La hoja de la espada hecha de ónix y plata se bañaba con el liquido rojo, que segundos después se fusionaba con el color extraordinario del objeto punzante.
Otra ramita más, estaba acercándose.
-¿Cuál es el plan?-la sangre escurría de sus brazos sin cesar.
-Nunca hay uno-le contestó.
De un momento a otro, las hojas secas del suelo empezaron a crujir rápidamente, el olor a podredumbre se hizo presente, y se sintieron perdidos cuando no reconocieron el aroma. Ese no era su objetivo.
Se colocaron en posición, con sus pies de apoyo dirigiéndolos hacia atrás y las piernas en equilibrio, estables. Estaban coordinandos.
-Ese no es un maldito Birkan.
No tuvo que confirmar. Cuando fijaron su vista hacia el frente, la criatura se dirigía a su dirección.
Los 6 cuernos entrelazados entre sí se mostraban orgullosos en la sien de la criatura. Un ojo en cada objetivo y el ultimo se encontraba fijo, mirando hacia la nada; los tres de color negro. Sus dos pies de adherían a la tierra con firmeza en cada paso que daba, con los dos dedos como anclas. Los cuatro brazos creando oscuridad, y el cuerpo, que antes era café rojizo, se estaba pintando de negro.
-Es un jodido Morkt, mierda-un escalofrío recorrió su cuerpo hasta cada cabello puntiagudo.
-Veamos quien de los dos es más fuerte-su rostro en calma cambió por completo, sus ojos brillaron en tonos negros y azules fugazmente.
En segundos, el menor cortó su piel y untó la hoja reluciente con su sangre; las sombras emergieron del corte y la espada se cubrió de negro.
El mayor reaccionó cuando su compañero pasó a su lado con una velocidad alucinante, directo hacia el monstruo. Rápidamente la sangre que antes líquida escurría por su piel, endureció, conviniéndose en ónix. Fue cuestión de dos pasos del contrario, para que cada gota de sangre ónix se convirtiera en puntas filosas, y otro paso más para que acompañaran a ese idiota impaciente en su lucha contra la criatura.
El Morkt lanzó con brutalidad el orbe de oscuridad que portaba en las manos, el destino del cúmulo era claro: directo a la cara del ojiazul, que cosas. Este logró esquivar con facilidad, sin embargo, cuando estaba a punto de contratacar con una cortada precisa en el brazo derecho del monstruo, su espada de sombras ni siquiera pudo tocar una minúscula parte de la coraza de la criatura.
De un momento a otro, un látigo que parecía estar hecho de luz pura se envolvió en el cuello grueso del Morkt y lo alzó con una fuerza que solo alguien como él y su compañero tendrían. Las puntas de sangre ónix se detuvieron junto con su andar mientras que pasmados, tanto él como Kuroo, observaban como un hombrecillo que no parecía ser más alto que ellos, derribaba al ser, utilizando su cuerpo como una polea.
Posterior a derribar al Morkt con facilidad, el pequeño no le dio una mínima oportunidad a la aberración para levantarse, o tan siquiera rugir con odio por haberlo aprisionado. Le cortó la cabeza con la luz que recorría el látigo con avidez y dijo algo que ninguno de los dos pudo descifrar. Se quedaron estáticos ante aquel suceso.
El hombrecillo, luego de mantener la cabeza gacha y retirar el látigo de la cabeza desprendida, volteó a donde estaban ellos. El distinguido tono bicolor de sus ojos y los rizos desordenados naranjas con mechones blancos, no era algo que se viera todos los días.
Él, Kageyama Tobio, siempre ha sido como polilla hacia la luz, y el látigo que aún conservaba su brillo no era lo único que él consideraba una fuente de luminosidad, si no también aquellos ojos de sol y luna que ese hombrecillo portaba.
𝙶𝚕𝚘𝚜𝚊𝚛𝚒𝚘.
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Rabel.
Raqzem. El agua sagrada de los Dioses. Está hecho con maguey, que es una planta caprichosa difícil de sembrar y es originaria de la Nación Zyrkath. Uso: información no disponible por el momento.
Raqzem falso. El raqzem puro es exclusivo, es por eso que, para que su consumo sea cotidiano, las personas que se dedican a la venta de licor tratan de hacer una imitación de esta bebida tan cotizada.
Aklúa. Bebida hecha con granos de café molido, leche y licor. Sabe mejor en las rocas.
Onivth. Bebida fuerte elaborada con uva fermentada, fruta originaria de la Nación Selerys.
Morkt. Información disponible cuando se publique el bestiario.
Birkan. Información disponible cuando se publique el bestiario.
𝙽𝚘𝚝𝚊 𝚍𝚎 𝚊𝚞𝚝𝚘𝚛.
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Buenaas!
Creo que mi pasión es decir el nombre de los personajes hasta el último jaksjkaks
Espero les haya gustado el primer capítulo.❤️
Disculpen si hay muchas palabras nuevas y ubicaciones desconocidas, espero aclarar todo pronto.♡︎♡︎
Ya saben, si hay algún error de ortografía, incoherencias o preguntas, no duden en decirme.ꨄ︎✨
¡¡Muchas gracias por leer, lxs amo!!💐💕
Tomen agua, que hace mucho calor últimamente.🧐🤝
-Ashal/AhlexKane🍁
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