𝑪𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 03: 𝑈𝑛 ℎ𝑎𝑑𝑎 𝑛𝑜 𝑚𝑖𝑒𝑛𝑡𝑒.
El omega salió finalmente del almacén, y Tobio tuvo que voltear hacia otro lado.
La tela azul estaba enrollada en el pecho de Hinata. Le llegaba hasta la mitad de sus muslos, un poco más abajo, lo cuál demostraba la gran diferencia de estatura entre aquel hada y él. Tobio utilizaba esa manta en invierno y cubría de la cadera hacia arriba.
Hinata aún tenía el maillot puesto, y las mallas con agujeros se mantenían en sus piernas, adheridas a ellas como una segunda piel, una piel dañada.
—Mi maillot ya no tiene salvación—murmuró el hada, viendo con pena las puntas de sus pies.
Tampoco las mallas, pensó fugazmente Tobio. Estaría muerto si lo dijera en voz alta, sería él mismo quién se matara.
—Si miras más de la cuenta, te picare el ojo en cuanto me subas a tu hombro. —Lo miró con fiereza.
Kageyama correspondió la mirada con un perfecto rostro serio. Nació con esa cara, tenía casi 18 años de práctica, por lo que esperaba dar a entender su respuesta con su mejor carta.
Hinata estuvo satisfecho con eso. Ese tipo de expresión daba miedo, pero suponía que había entendido y aceptado la amenaza. Se sintió lo suficientememte seguro como para transformarse en su forma diminuta, encogiendo su cuerpo al igual que todo lo que le cubría. Se escondió tras los jazmines para hacer el cambio.
—¿Listo? —preguntó Kageyama. Se había quedado en el mismo sitio, sin mover un solo músculo. Quería darle su espacio.
—Si. —Salió de las flores con un ramo pequeño de ellas.
A Tobio le dio curiosidad.
—¿Y eso?
—Me gusta decorar mi cuarto—susurró tímido.
Tobio esbozó una pequeña sonrisa por la tierna vista. Hinata ahora era del tamaño de una manzana, aunque parecía más bien una mandarina, una mandarina con patas. Era más cabello que cara. Los rebeldes mechones naranjas era todo lo que se notaba a simple vista y las pecas ahora eran imperceptibles. Tobio estaba seguro de que, si trataba de agarrar una de sus diminutas manos, Hinata solo podría sostener la punta de uno de sus dedos. Apenas si podía cargar con las flores.
Kageyama bajó una de sus manos para que Hinata se subiera en ella, y así poder colocarlo en su hombro izquierdo.
El hada subió con cautela y despacio, acostumbrándose a la textura de la mano bajo sus pies. Después, ya habituado, empezó a correr a través de todo el brazo de Tobio.
Kageyama se estremeció violentamente. ¡Eso no era parte del trato! Los piecitos le daban cosquilleos, escalofríos por todo el cuerpo. Quería agitar su brazo, pero si lo hacía Hinata saldría volando, así que resistió. Fuerza Tobio, fuerza.
Hinata no se detuvo en el hombro contrario. Escaló con ayuda de la oreja del alfa, jaló mechones azabaches en el proceso y arrancó quejidos al ángel. Llegó hasta la cúspide de esa tupida cabellera negra y sostuvo dos mechones con sus manitas.
—¡Adelante!—gritó la cosa diminuta.
Kageyama suspiró, quejarse sería declararle la guerra a esa mandarina andante y no había tiempo para eso.
Buscó con la mirada sus cosas y caminó para recogerlas. Al agacharse sintió el jalón en sus mechones.
—¡Auch! Ten cuidado.
—Lo siento, pero ¡No hagas movimientos bruscos!—gritó el hada.
—Lo que digas—murmuró Tobio, resignado.
Los pasillos estaban silenciosos. Ni un alma en toda la instalación.
Era la hora de las actividades recreativas para los estudiantes y Tobio agradeció que nadie decidiera saltarse esa hora.
La enfermería para criaturas mágicas aladas estaba a unos cuantos pisos y, gracias a la caminata rápida del ángel, no tardarían más de 10 minutos en llegar.
Hinata se encontraba curiosamente callado ahora.
—¿Sucede algo?—preguntó cauteloso el alfa.
El cabello azabache fue un poco apretado.
—C-creo que sería mejor si me llevas a mi habitación.
—¿Qué? —. Kageyama estaba confundido.
—No quiero ir a la enfermería, ¡Me duele mucho, y no quiero que duela más!
—Por eso mismo tienes que ir, ¿Eres idiota?
—¡Me niego!—chillo Hinata mientras agitaba el cabello del ángel en sus manos.
—¡Dios, ayyy! De ninguna manera, iremos a la enfermería ahora mismo.
Tobio empezó a correr como si su vida dependiera de ello. Logró apresar a el hada en sus manos, con cuidado de no lastimarlo, para que éste no escapara.
En cuanto llegó, abrió la puerta corrediza con exceso de dramatismo, al menos a ojos de la enfermera quien quedó estupefacta al ver a un alfa de ángel respirar agitadamente y apestando a preocupación.
—¡M-mi amigo necesita atención urgentemente! ¿Tiene donde amarralo?
—¿Disculpe?—La señorita estaba genuinamente confundida, aunque también tenía el ligero impulso de reír.
Ante la corta pausa, ambos, tanto Kageyama como la enfermera, oyeron quejidos y gritos distorsionados provenientes del capullo hecho con las manos del ángel.
Kageyama lo abrió rápidamente.
—¡Idiota, alfa, idiota! Me estaba ahogando—sollozo el pequeño.
—¡Lo siento! ¿Te lastimé?—Tobio entró en pánico por un momento. No tenía la intención de herir al diminuto omega.
—Solo no lo hagas de nuevo.
La señorita sonrió ligeramente ante la pequeña discusión entre los jóvenes. No obstante, toda diversión se esfumó al ver aquel pedazo de madera en las alas del pequeño hada. Se preocupó al instante.
—¡Joven Hinata! ¿Que pasó?—cuestionó alterada.
La enfermera, al acercarse un poco más, pudo visualizar la herida en cada ala y la función que desempeñaba aquel trozo de madera. Vio todo horrorizada.
—Necesito que se siente justo en esa camilla—dijo mientras señalaba con el dedo el lugar mencionado. Caminó por toda la estancia tomando consigo el material necesario para atender al omega—. Esas son heridas graves.
Tobio sintió como el pequeño se removia incómodo en sus manos.
—Puede dejarlo aquí ¿Joven...?
—Kageyama.
—Kageyama, puedes retirarte, muchas gracias por traerlo hasta aquí.
Tobio iba a responder y pedirle a la señorita que lo dejara quedarse un rato más, cuando su dedo fue presionado por unas manitas. El hada lo estaba sujetando.
—Por favor, permita que se quede. ¿Kageyama, por favor...?
Hinata apretó aún más el dedo del contrario.
—Joven Hinata, durante la atención necesito hacerle un par de preguntas, lo sabe.
—¡Fue un accidente, lo juro! No tiene que preguntar nada.—El hada estaba entrando en pánico.
Kageyama veía al ser en sus manos con preocupación y a la vez estaba más que confundido. Cada diminuta lágrima que el omega derramaba ahora, alteraba sus nervios.
—Joven Hinata, respire. Mentir le hará daño, por favor cálmese.
La cordura del alfa pendía de un hilo. La enfermera estaba molestando de alguna manera a su pequeño amigo y Kageyama sabía que si no se callaba, no respondería por sus actos.
Todo era un caos.
¡Holaa! Buen día gente preciosAaAAaa💗
Diosito ahora si denme con el sartén, tardé bastante en actualizar esta historia, NoPuEdeSeR. Y perense que me falta sacar actu de Sukha🏃🏽♀️🏃🏽♀️ De verdad disculpen la tardanza :(
En este cap vemos la angustia que le genera a nuestro Shoyo lo que dice la enfermera :') Aquí nuestra cadena de oración para que nuestro Tobio pueda calmar al pequeño hada :c🕯️🕯️🕯️
Sin más que decir, espero les haya gustado este nuevo cap <3✨
Nos vemos en la próxima actualización.🌺
¡Muchas gracias por leer!💐💕
-AhlexKane🍁
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro