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Los rayos de sol entraron por una fina apertura en las cortinas, el de cabello ondulado frunció el entrecejo al sentir la punzante luz dar directo en sus ojos, bostezo estirándose y soltando un pequeño quejido al sus huesos tronar satisfactoriamente.

Se dio la vuelta contemplando el rostro de su pareja siendo iluminado por los ratos del sol, elevo su mano derecha llevándola hacia su mejilla acariciándola con parsimonia y moviendo unos cuantos mechones de su rostro colocandolos tras su oreja. Se acercó dejando un tierno beso en su mejilla y se giro con lentitud buscando poder sentarse y buscar sus cómodas zapatillas acolchonadas.

Pero su abultado vientre tenía otros planes para él, evitandole el movimiento en gran medida. Tomó aire al momento de tomar impulso y tirar de su cuerpo hacia delante, consiguiendo sentarse, llevo sus manos a su vientre y lo acaricio mientras bajaba sus piernas de la cama y buscaba sus zapatillas con toquecitos en el suelo dados por sus pies.

Se las coloco y se levantó apoyándose de el mismo colchón.

—Vaya lío—Dijo una ves de pie caminando hacia la puerta.

Bajo las escaleras con una mano posada en su cadera y otra en su vientre, dando pasos lentos para bajarla.

—Joven Kim, buenos días—Se acercó SunMi un de las encargadas de lavar la ropa.

—SunMi, buen día, ¿me ayudas?

La mujer asintió caminando rápido hacía él y tomando su mano, ayudándolo a bajar los últimos escalones.

—¿A amanecido bien?

—Si, de maravilla, pero este pequeño no dejo de moverse toda la noche.

—Esta ansioso por salir, yo recuerdo cuando estaba embarazada qué mi pequeña todas las mañanas me golpeaba esperando por su alimento, cuando nació, daba pequeñas palmaditas insistentes cuando tenía hambre.

TaeHyung sonrío enternecido y acarició su vientre.

—Yo estoy ansioso por que nazca. Ya quiero sujetar sus manitas y acariciar sus mejillas. Sería magnífico que sea una mini copia de JungKook, con sus ojos brillantes y azules.

—Tendrá suerte la pequeña o el pequeño que venga en camino, pues ambos padres tienen una belleza inhumana—Dijo acariciando el cabello de TaeHyung—Le diré a JunPyung que preparé el desayuno.

—N-no, espera SunMi... me encargaré yo de ello. Quiero sorprender a JungKook con el desayuno.

—Pero, Joven. Debería estar descansando, no está en condiciones par...

—Cocinare yo, y no me lo impediran.

Y con una expresión decidida camino a paso corto hacía la gran entrada de la cocina, sostuvo un mandil en sus manos y lo colocó, pidiéndole ayuda a JunPyung, aquel hombre que solía hacer la comida más deliciosa que había probado después de la buena comida que solía preparar HoSeok.

Al tener el delantal ajustado volteo hacía el amable hombre y le comentó que se encargaría el día de hoy del desayuno. JunPyung asintió sin problemas saliendo de la cocina dejando solo al de cabello rubio/rosa. 

—Bien, esto no puede ser tan difícil con una panza de balón, ¿Verdad?

Se preguntó a sí mismo buscando los ingredientes para un sencillo desayuno que consistía en panqueques, tocino, fresas y arandanos. Tomo un tazón poniendo a lavar las futas dejandolas con algunos químicos que le ayudarían a eliminar posibles parásitos a sabienda de que JunPyung se encargaba de dejar toda la fruta limpia para su consumo.

Envuelto en sus pensamientos y maniobrando en la cocina, no escucho los pasos acercarse a él. Un JungKook realmente preocupado y con los ojos completamente abiertos caminaba hacia él.

—¿Pero que haces?

—Oh, amor, buenos días. Siéntate, ya esta la comida.

—Tae, sabes que no debes hacer mucho esfuerzo. Deberías estar descansando.

—Pero Kook, me aburro.

JungKook suavizo su mirada y se acercó al joven abrazándolo por detrás, acaricio su abultado vientre y lo sostuvo por la parte baja, elevandolo un poco consiguiendo que TaeHyung soltará un gemido de satisfacción. Besó su hombro y se mantuvo ahí, hasta que TaeHyung termino de preparar los platos.

—JungKookie, estuve viendo, y no tenemos nada de ropita aún, no hemos preparado la habitación para nuestro bebé. ¿Puedo ir con las chicas a comprar la ropa hoy?

—Vamos, así paso a la muebleria por lo necesario para su comodidad. Hablaré con NamJoon para que le avise a HyeJin, su madre es dueña de una muebleria, quizá ahí puedo encontrar lo necesario, aunque los muebles tienden a ser muy rústicos.

—Me parece perfecto, JungKookie, me dejas en el centro comercial más cercano al lugar. Así si el bebé decide que es la hora te tengo cerca.

JungKook asintió llevándose un bocado más, saboreando aquel exquisito desayuno que le hizo su pareja.

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El auto aparco en la entrada del centro comercial, las dos mujeres bajaron sin siquiera despedirse u agradecer mientras TaeHyung le daba un dulce beso en la mejilla a JungKook.

—Marcame si necesitas algo, volveré lo más pronto posible, ¿tienes la tarjeta qué te di?

TaeHyung rebusco en el bolsillo de su sudadera y al sentir su cartera, asintió.

—Si, traigo la cartera.

Un beso más y bajo del auto cruzándose y caminando junto a las chicas que lo esperaban cerca de la gran puerta de cristal.

Entraron sintiendo la calidez del lugar, el invierno había atacado con fuerza este último año.

Sus músculos se relajaron al entrar en el cálido y sin importarle las miradas de extrañeza o asco que más de una persona le dedicó siguió con su trayecto.

—Hay demasiadas tiendas aquí, ¡Puedo aprovechar para comprarle ropa bellísima!

—Lisa, el dinero es de JungKook.

—Ay, por favor TaeTae, el dinero es tuyo también. Eres su novio, padre de su hijo, esa tarjeta te pertenece, por algo que la dio hace meses.

TaeHyung mordió su labio y miro a SaNa con duda, quien solo asintió dándole la razón a Lisa.

—Tiene razón, Tae, aparte. JungKook tiene dinero ilimitado no le afectará qué unos cuantos wons sean gastados. Aparte ¡es ropa para ti!, ¿Crees que le importará?

Era cierto, no creía que hubiese problema en comprarse unas cuentas cosas y de paso a sus amigas.

Pero primero lo primero, comprarle ropa a su pequeña motita era lo más importante en ese momento.

Se acaricio la panza mientras caminaban en busca del mejor lugar para entrar a inspeccionar la ropa, cuando un escalofrío recorrió toda su columna vertebral, giro su cabeza hacia atrás, mirando solo a montones y montones de personas caminar con bolsas en las manos, y pasear platicando.

Sacudió su cabeza y siguió caminando acompañando la platica de sus amigas.

La paranoia no era buena.

No siempre.

Pero a veces debes prestarle atención, porque, pocas veces acierta y te siembra miedo.

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