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—Esto que le hiciste a TaeHyung yo no puedo aceptarlo... ¿Qué estabas pensando?, estaba sangrando y apesar de ello, tu seguiste como un maldito mounstro intentando abusar de él.
—Yo...
—Créeme que si alguna vez consideré que tu y yo podríamos intentar algo... ahora soy consciente de que no.
—¿Estás hablando en serio, JiMin?
—Muy en serio, HoSeok... apartir de hoy, soy un empleado más, no me vuelvas a buscar, si necesitas algo, hay más empleados aquí, yo solo soy el sirviente de TaeHyung. No quiero que te me vuelvas a acercar.
—JiMin... dime que no es cierto, me estas diciendo que consideraste el darme una oportunidad y ahora...
—Ahora digo que me equivoque en considerarlo así. Lo siento, señor Jung.
Con un inmenso dolor abandonó la habitación del mayor y tomó camino a los cuartos de empleados.
La idea de poder formar algo con él se disipaba paso con paso mientas las lagrimas caían. TaeHyung lo había alentado a no tener miedo, a amarlo sin problemas, pero ahora todo había cambiado.
Permaneció toda la noche llorando y haciendose a la idea de que Jung HoSeok no era para él.
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—Buenas tardes, soy Min YoonGi y seré tu maestro.
—Es un gusto, profesor Min.
—YoonGi es amigo mío siéntete seguro con él, es bueno enseñando.
—E-él ¿también esta en tu mundo?
—Si, él y tu maestro de álgebra, son buenos amigos míos, tranquilo, no te harán nada, solo vendrán a educarte. Cuanquier cosa, estaré en el despacho.
TaeHyung se quedó mirando al que parecía ser amigo de JungKook y le sonrió.
—¿T-tú que haces dentro... dentro de ese mundo?
—Lo mismo que NamJoon y JungKook, somos aliados.
—¿JungKook es su lider?
—Si y no. Somos aliados y él es el que lleva las riendas, pero yo soy lider de mi agrupación, NamJoon de la suya y JungKook de la suya. Somos amigos desde niños y los 3 escalamos juntos pero por nuestras cuentas. Yo soy el lider de la mafía Min, NamJoon de la Kim y Kook de la Jeon. Unidos formamos la agrupación Bang.
—¿Y si juntos forman una sola porqué JungKook manda?
—Porque es el mejor en esto. Por él seguímos en la cima... pero ya nos desviamos mucho, comencemos.
—Señor Min, ¿Cree que dentro de las clases, también me pueda enseñar sobre como manejar... ya sabe, quiero aprender sobre lo que hacen.
—No veo porque no.
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—Gracias por esto.
—No agradezcas... ya te hice mucho daño. Ahora quiero compensarlo—Le acarició la mejilla.
JungKook para ese punto estaba abrumado, pues de un momento a otro comenzó a sentir tanto por el peligris, que lo desconsertaba en demasia.
TaeHyung sonrío ante el tacto de JungKook y acercó más su rostro a la mano de él mayor.
—Resultaste ser buena persona, después de todo...
JungKook en una pequeña risa negó, pues el se veía a sí mismo como todo lo contrarío, no creía que pudiese existir ni poca bondad en él, pero el peligris si la veía, si veía esa bondad que JungKook no creía poseer.
O quizá es que ambos ya se estaban perdiendo a si mismos por el contrarío.
El pelinegro no lograba alejar su mirada de la contraria, sentía como ese clásico hormigueo de romance en secundaria se extendía en su interior, acuno el rostro de TaeHyung entre sus manos y se acercó con lentitud a él comenzando a besarlo lentamente.
TaeHyung disfrutando del beso por primera vez tomó la iniciativa y enredo sus brazos en el cuello de JungKook, quien satisfecho sonrío durante el beso y llevo un de sus manos hacía el interior del pijama y comenzaba a acariciar la tersa piel del menor.
Era delicado durante el beso y los roces, y la palabra delicado no existía en JungKook, no hasta esa noche, tomó a TaeHyung de la espalda recostando con lentitud en la cama del peligris, lo dejo sobre esta y se posiciono sobre el evitando dejar caer todo el peso, lo besaba con necesidad y parsimonia, saboreando los labios contrarios, dejándose llevar por la exquisites de estos.
¿Cómo había sido tan ciego antes para no apreciar la dulzura de estos?
Llevo sus labios al fino cuello y lo acarició con ellos, dejando pequeños besos y mordidas lentas. Levantó la camisa y la comenzó a subir dejando una línea recta de caricias en el más joven que miraba con ojos brillantes al mayor, sintiéndose deleitado por la tranquilidad con la que lo tocaba.
Si bien le gustaba que fuese brusco con él, no negaría que se sentía sumamente bien con el trato.
—A partir de hoy... te trataré como te lo mereces.
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