Cap.3-Sobre Leah Smith.
Capitulo Tres:Sobre Leah Smith.
No estoy segura si la carta significa algo malo, pero me da la impresión de que es así.
Había escuchado ese apellido una que otra vez, aunque nunca me pareció importante, no hasta que ese día el cementerio lo escuché, junto con más apellidos, de lo cual al recordar me ponen los pelos de punta.
Estoy subiendo directo al tercer piso donde la habitación del único Black. Podría estar ahí como casi siempre discutiendo consigo mismo o tratando de limpiar el desastre que deja del día anterior.
Cuando llegó enfrente a la puerta, pienso en meterme de la manera más grosera a interrumpir lo que sea que esté haciendo, muy probablemente refunfuñando porque oigo sus quejidos desde el otro lado de la casa. Sin embargo una segunda voz varonil se escucha y yo me detengo.
—Remus, te escuchas como si fuera lo peor que has hecho en la vida —dijo Sirius un tanto irritado .—Tenemos más preocupaciones de las que discutir.
—Quiero ser concreto. Aunque para ti puede que luzca indiscutible. Necesito que Dominic quede fuera de esto...
—¡No la puedes obligar! Ya no es una niña. Y tú deberías saberlo mejor que nadie.
—Tengo que darle lo que necesite, cualquier cosa. Su padre me ha escrito cartas para regresarla a casa. Aún síguen muy molestos, pero harían cualquier cosa para que cambie de opinión.
—¿Se lo has dicho? A Dominic, sobre las cartas.
—Me ha pedido que no hable de eso con ella.
—Es complicado, El Señor Dollan maneja a tumultos de gente. La política mágica es el tema que llama la atención más que otra cosa y al ser presidente de la junta directiva de organización y gestión mágica. Tendrá a muchos de su lado. Piénsalo, tendremos más apoyo...
—No puedo creer que me pidan hacer eso.
—Es por la causa, querido amigo.
—¿Y Tú? Tienes cosas que decir. Lo recuerdas.
—Lo recuerdo. Pero me temo que no es lo más apropiado.
—¿Hablas enserio?
—¿Tú eres el que habla enserio?
—Somos adultos para abordar temas que son importantes, sin retroceder. Lo dijiste al inicio de la conversación.
—Concentremonos en lo que de verdad importa...
—¡Eso importa! ¿Piensas guardarlo el resto de tu vida?
—No pensaba hacerlo.
Entre tanto intercambio de enunciados. Dificulta saber quién es quién, al no decir sus nombres en un buen rato.
—¿Que harás? Creí que nunca te quedabas callado con ese tipo de cosas.
—No es fácil...
—¿De verdad lo crees? ¿No es fácil el que?
—Sabes a lo que me refiero.
—Te equivocas...
—¡No sé cómo decirle que yo soy su padre! —Grita. Alguno de los dos ha gritado.
Mi cara produce un «Oh» gigantesco y permanezco así un rato hasta que oigo pasos venir hacia la puerta. El modo supervivencia aparece y amenazo con correr hacia otro lado, pero está se abre antes de que pueda hacer algo y Lupin me ve con sorpresa.
Ahora tendré que fingir demencia y que no escuché nada.
Black también me ve, poniéndose colorado y más nervioso de lo normal.
Ya ni siquiera se cómo salir de aquí.
—Mmm, ¿Estaban ocupados? —pregunte cómo si no acabará de escuchar todo el chisme.
Remus voltea a su amigo en busca de complicidad.
—No, ¿Necesitas algo?
—Yo... —extendi la carta hacia ellos —. Es para Sirius, la trajo una guacamaya escarlata ¿Puedes creerlo?
Y bueno, curioso.
En vez que la tomara con tranquilidad se apresuró a arrebatarla de mis manos.
—¿Una guacamaya dijiste? —pregunto observando con cuidado el sobre.
Yo asentí.
—Debe ser Leah.
—O Louisa.
Sirius abre el sobre una vez que escucha el nombre y sale corriendo escaleras abajo.
En tanto el señor Lupin y yo quedamos en nuestro sitio, procesando esa información.
—¿Quien es Louisa? —le dije de repente y Remus acomoda la postura.
—Es madre de Leah Smith, son del mismo curso ¿No es así?
—Asi es —afirme recordando a la pelirroja del curso anterior —. ¿Es miembro de la orden?
Remus niega con la cabeza.
—Su esposo es un Mortifago, es claro que no nos podemos arriesgar a que sepa sobre la orden —dice guardando las manos en los bolsillos, como si supiera algo que quiere mantener en secreto —. Asi que una carta de ella y puede significar que algo no anda bien.
Inclina la cabeza en forma de despedida y va tras su mejor amigo escaleras abajo.
Ya no tengo nada que hacer ahí, pero aún así me quedo unos minutos para tranquilizar mi cabeza antes de volver junto a Ginny que le da de comer semillas a la majestuosa ave roja.
—¿Y bien? —cuestiono la pelirroja curiosa.
—Debe ser importante, porque Sirius bajo como loco para poder leerla solo —dije alzando los hombros —. Además, Remus medio me lo confirmó.
Ella asiente insegura, pero continúa acariciando la ave que se postra en su hombro como si nada.
Estoy apuntó de abrir la boca para platicar el chisme del que me acabo de enterar, sin embargo no lo hago. Mejor me quedo con esa información hasta que sea prudente.
Claro que no era mi asunto para nada, pero el hecho que alguno de los dos sea padre me tiene intrigada. Y si es así, ¿Quien será el famoso hijo?
—¿Era de Leah, esa carta? —me vuelve a hablar después de un rato.
Yo frunzo el entrecejo.
—¿Leah Smith? ¿La conoces?
—Pues claro, es Gryffindor —dice obvia señalando la guacamaya —. Está en tu curso, cómo puede ser que tú no la conozcas.
Muerdo mi labio nerviosa.
¿Cómo no hacerlo? Prácticamente me ayudó a salvar la vida de Cedric...
—Solo comparto dos clases con ella —excuse como si fuera normal —. No sé mucho sobre su familia, pero al parecer todos lo hacen.
Ginny hace una mueca.
—Bueno, son sangre pura y la mayoría de su familia tiene cargos importantes en el ministerio. El padre de Leah está obsesionado con la pureza de sangra, aunque a su madre no tanto, de igual manera viene de un linaje importante en Brasil. Por eso tienen la guacamaya. En realidad el verdadero peligro es su hermano Zack, es un frívolo de primera. Bill era un par de años mayor, pero incluso los de su curso le temían.
—Ignoraba eso.
Ella afirmó con la cabeza.
—Es raro, porque Leah parece ser la única cuerda en la familia —cuenta —. Aunque a veces también es rara. Siempre se entromete en cualquier tipo de problemas.
Estuvimos calladas un rato hasta que se escucha un grito en la cocina y los dos amigos salen de su escondite, atónitos.
—¿Que pasa? —pregunta Hermione gravemente, observando las escaleras. —¡Maya!
Ese era su nombre seguramente.
—¡Grandioso! ¿Que hace la mascota de Smith? —escupe Ron con rostro de fastidio.
—Dejo una carta para Sirius, pero no sabemos aún que sucede —explique soltando un gran suspiro y me voltean a ver confundidos —. Puede ser peligroso.
Se quedaron pensando un largo rato.
Después escuchamos las voces de Remus y de la tía, encarnando una discusión.
Así que bajamos sin pensarlo más.
—¡Está en peligro la pobre niña!
—Si, pero sabes muy bien que Dumbledore te prohibió salir, fuera lo que fuera.
—¿Y crees que me voy a quedar de brazos cruzados mientras tratan de matarla?
—¿Que pasa? ¿Matar a quien? —dice Ron tan preocupado como todos cuando escuchamos la conversación.
Los tres adultos se voltean a vernos aún molestos, pero ninguno es capaz de contestar las preguntas.
—Ron, niños. Regresen a sus habitaciones —pide la tía Molly.
—¡No! —exclama Ron, luego los gemelos aparecen a punta de las escaleras para escuchar el chisme —. Ya son suficientes secretos. Queremos saber que pasa.
Molly se pone roja de la furia, entonces Hermione encara a los adultos.
—Es Leah —dice segura —. Está en peligro.
Sirius asiente gustoso de que alguien le dará apoyo.
Entonces muestra el sobre.
—Una carta de Louisa, su madre —nos dice —. Al parecer quieren reclutar a su hijo mayor para pertenecer con los Mortífagos, Malfoy últimamente los visita mucho. Además, sospechan que Leah sabe cosas y si es que la descubren y no quiere decir nada, probablemente...
—La matarán —concluye Hermione preocupada —. ¡No podemos permitirlo, es obvio que sabe cosas de Harry!
—Es más probable que nos traicione —gruñe Ron cruzado de brazos —¡Tiene una bocota!
La castaña le da un codazo en el estómago.
—¡Es nuestra amiga, Ronald! —chilla ella —. Nunca nos pondría en riesgo y te consta.
Ron hace otra mueca pero no le queda más de otra que aceptar eso.
—Louisa me pidió cuidar de ella —asiente Sirius como si fuera la misión más importante —. Así que tendré que sacarla de esa casa espantosa y tenerla bajo el cuidado Black.
—¡Ni se te ocurra pensarlo! —riñe la señora Weasley alzando el dedo índice —. Sabes muy bien que no puede salir y menos hacia donde hay Mortífagos. ¡Estás loco!
—¿Y entonces quién planeas que vaya? —contesta colocando sus manos a un costa de sus caderas —. Nos conocen a todos los que estamos aquí de todas maneras.
—A mi no —digo, haciendo que me volteen a ver. Me alzo de hombros obvia —. En la calle no muestro peligro y si logramos que solo este su hermano o padre en la casa, será fácil hacerme pasar por una amiga que invito a pasar el verano juntas en las afueras de Londres.
—¡Si!
—¡No! —me grita Molly molesta —de ninguna manera dejaré que te hagan daño, Elli querida. Estás misiones no son para ti. Sirius sabrá cómo resolverlo.
—¡Pero es urgente Molly, no tenemos tiempo de planear algo! —apoya Sirius ansioso de culminar —¿Crees que se tomaran el tiempo para planear como matar una adolescente? Solo lo hacen y ella.
Tragó saliva como puedo al escuchar eso.
Yo era conciente de eso.
—No podemos permitir que ocurra —imploro a mi tía quien se ablanda rápidamente —. Tiene la misma edad que todos nosotros, es injusto para ella, no tiene la culpa que su padre prefiera proteger al innombrable que a su propia hija.
Con aquel discurso me gano tan pronto a la tía Molly que se pone a llorar y dejando la habitación. Luego Sirius me mira orgulloso.
—¿Y bueno? ¿Cuando vamos?
—Mañana a primera hora. Le haré saber a Leah.
𓄃 𓄃 𓄃 𓄃 𓄃
Esto es la primera cosa peligrosa que hago desde hace meses.
Salir en rescate de una chica la cual ignore todo el año pasado. La misma que me ayudó con lo de Cedric y que de alguna manera parecemos enlazadas.
—Camina más lento —le pido a Sirius en versión perro.
La mansión Smith estaba en un barrio Muggle adinerado. Estaba en unas cuadras más lejos de la casa Black, pero no tanto como para no ir de pie.
Es por eso que nos dejaron ir a los dos como decisión final.
Nadie muggle me reconocería y mucho menos a un perro pulgoso. Parecíamos bastante normales.
Las casas empezaban a verse ostentosas cada vez que caminábamos más y más lejos. Los pies comenzaban a dolerme, sin embargo cuando creí que no podía más, Sirius dió la vuelta en la esquina y observé las últimas casas que daban hacia el bosque y en lugar de detenernos, nos adentramos por los árboles gigantes.
Era claro que ninguna casa de magos quedaría a la vista de personas comunes.
Incluso me sorprendió que Black supiera exactamente que camino tomar.
—Esto parece más macabro —le digo tratando de seguirle el paso —¿Podemos descansar?
Sin embargo sigue saltando por las raíces de los árboles y tomo un no como respuesta. Hasta que por lo lejos veo una mansión abandonada y vieja. Algo simplemente común.
—¿Es la casa Smith? —pregunto con terror y la cabeza de Sirius me golpea la rodilla para que siga avanzando. —Parece la casa del terror mejor dicho.
Es igual de grande como las anteriores, sin embargo parece tan descuidada y oscura que no creo que alguien en su sano juicio entre solo porque si. Las ventas decoran un musgo espeso y los ladrillos se salen de la estructura original dando a referencias que pronto se desplomara y el jardín es una mini selva de hierva seca e insectos mortales.
Me recorre un gran escalofrío en la espalda.
—Muy bien, solo entro saco a Smith de la casa sin que nadie nos vea y salgo con vida. Fácil ¿No?
Miro a Sirius en busca de apoyo y el asiente con la cabeza. Luego me señala la reja y la empuja con las patas. Espere unos segundos y las rejas se abren completamente, solas.
Una vez que cruzo la línea de entrada, la vieja casa se convierte en una mansión igual de hermosa como las anteriores. Parece iluminada y resplandeciente con todo tipo de lujos. El camino de pueda tiene un increíble acabado, el jardín es tan verde y colorido con arbustos flotantes recortados en forma de esculturas famosas. Hay una fuente enfrente que se mueve sola y por seguro un montón de criaturas extrañas que vienen de un lado a otro.
Es tan colorida y mágico que dudo por un segundo que son personas malas.
En el pórtico de la puerta encuentro una elfina domestica que barre la entrada con suma concentración, mientras que el mechudo por si solo se mueve detrás de ella.
—¡Buenas tardes! —saludo llamado su atención —. ¿De casualidad está Leah en casa?
La elfina sube la mirada.
—¿Usted es la señorita Prewett? —yo asiento y la elfina enmarca una sonrisa enorme —Si, la señorita Leah dijo que la estaba esperando, por aquí.
La elfina deja la escoba en el suelo y truena el dedo para que el mechudo haga lo mismo. Miro sorprendida a Sirius y el sigue a la elfina, pero ella no se dirige hacia la puerta que nos queda justo enfrente. Nos lleva por un costado de la casa, dónde el jardín sigue y sigue que parece infinito. Aunque la mansión tiene límite porque doblamos la esquina.
Por un segundo creo que nos llevará ha la puerta tracera, pero se detiene en la primer ventana que ve.
—Por aquí, señorita Prewett. Sin perros.
La elfina señala a Sirius quien pronto se echa abatido en el césped con la mirada fija en mi. Yo le miro con nerviosismo y luego incrédula a la elfina.
—¿Debo entrar? —dije insegura.
—Por supuesto, es lo que dije.
Entonces de un salto la Elfina entra por el orificio de la ventana y me observa a la espera de mi presencia.
Bueno, esto no podría estar peor. Asisto en una escuela aún más extraña que esto.
Sin embargo en ambas ocasiones, tengo que ver la manera de sobrevivir.
En tanto, el peligro ya se siente.
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