Cap.16-Locura de Prefectos.
Capitulo dieciséis:Locura de Prefectos.
Me he tomado un tiempo largo para procesar lo que acababa de pasar enfrente mío.
Tanto que las voces de mis amigos se escuchan muy lejanas, aunque los tenga a unos escasos centímetros de mi.
—Ellie, Ellie —me llama uno de ellos y aunque escucho perfectamente, decido ignorarlos —¡Ellie!
Volteo rápidamente y con un toque de molestia a Susan quien fue la encargada de hacerme entrar en razón, aunque ella no parece muy preocupada por haberme interrumpido el pensamiento. Más bien me señala con su mirada hacia la puerta.
Frunzo el entrecejo pero al final obedesco la petición de la pelirroja.
—¡Herbert! —el mejor amigo de mi ex novio estaba parado enfrente mío y yo ni siquiera le preste atención por pensar en Cedric. Vaya coincidencias de la vida —¿Que hay?
Herbert Fleet es un chico rubio, alto, fornido e increíblemente guapo, como la mayoría de su grupo de amigos. De último año, además.
Me había sorprendido verlo enfrente de mi, probablemente queriendo platicar o algo, pero solo verlo, me duele el corazón, porque me recuerda a Cedric, el cuál pertenece a su mundo, a diferencia de mi.
—No mucho, el verano estuvo de locos —se ríe un poco, pero recobra la compostura y sube hasta su regaso la jaula donde tiene a mi bigotes, mi conejo —. ¡Mira a quien tengo!
—¡Bigotes! —le arrebato la jaula rápidamente y la sostengo entre mis brazos a modo de abrazo. Mi pobre mascota que habia dado por extraviado hace meses —¿Cómo la encontraste? ¡Oh, Herbert! ¡Te debo una muy grande! Pensé que lo había dejado en la madriguera.
El rubio se alza de hombros despreocupado y con sonrisa divina.
—No es nada —contesta, aunque poniendo el semblante más serio —. Lo encontré en el baúl de Cedric, cuando se lo llevaron a San Mungo, ayude a sus padres con el equipaje y pues estaba ahí. Te lo iba a devolver en cuanto te viera en el hospital, pero no llegaste, ningún día.
Borro rápido la sonrisa, aunque tratando de no lucir avergonzada por ello.
—Oh ¿En serio? Bueno, gracias por cuidarlo mientras tanto.
Herbert le resta importancia a mi comentario.
—Oye, ¿Todo está bien entre tu y Cedric? ¿Por qué no fuiste? No sabe nada de ti ¿Verdad?
Sujeto la jaula de bigotes con todas mis fuerzas para evitar llorar enfrente de Fleet quien también parece preocupado por la situación que enfrentaba su mejor amigo ¡Y ni siquiera sabía!
—No y es mejor que así se quede. No debe saber que algún día estuvimos juntos —le suplique.
No era nada convencional pedirle eso, sabía que podría ser difícil ya que Hogwarts estaba repleto de información nuestra, pero entre más lo evitará más tendría ventaja sobre el tema. Así que decidí ir por el camino difícil.
—¿Sabes? No le platique de su relación porque pensé que tú querrías hacerlo, ademas apenas y nos recuerda a nosotros. Creí que sería difícil asimilar las cosas con tanta información. Tenía la esperanza de que recordara si quiera algo.
Di un suspiro largo.
—Yo también —dije cómo respuesta —Sin embargo, yo tome la decisión de terminar. El hecho que no recuerde lo nuestro, ayuda.
Herbert frunció el entrecejo, triste.
—Pero Ellie, Cedric significa mucho para ti. Y para él, bueno, no es necesario explicarlo, también eres muy especial —declara cruzado de brazos —. El año anterior fue muy raro, no te diré lo contrario, pero no lo conoces en realidad. Es un excelente ser humano, un gran amigo y un chico increíble. Tal vez, agobiaba la presión del Torneo y toda esa multitud persiguiendolo, pero te juro que no es malo...
—Herbert —lo interrumpí con una sonrisa tranquila —. Yo lo sé, se todo eso. También lo conozco, en las buenas y en las malas, se que es un buen partido. Pero su forma de ser no es por lo que quise terminar. Solo creí que era buen momento para hacerlo. Así no tendrá que procesarlo, no pasará por nada y no querrá explicaciones y tampoco se sentirá confundido. Ya no sufrirá, no se lo merece. Cedric podrá seguir su vida completamente normal y yo me lo guardaré para siempre.
Es asombrosa la manera en la que digo todo eso sin comenzar a llorar. Porque me conozco y podría terminar en el piso, rodando como un pan viejo. Sin embargo decirlo tantas veces en voz alta, de alguna manera me hace digerir más fácilmente esa información en mi cabeza.
—Aun puedes cambiar de opinión, no es tarde.
Negué con la cabeza.
—Es mejor así, te lo aseguro. Solo por favor evita que él lo sepa. Por los dos.
El rubio hace una mueca de disgusto pero termina asintiendo.
—Si estás segura —por último me toca el hombro levemente —. Avísame si necesitas algo cuando quieras. ¿De acuerdo?
Le sonrió agradecida, cerrando un pacto secreto, de alguna forma.
—Adios Herbert.
—Nos vemos después.
Con esto, el rubio se aleja lentamente, hacia el vagón que seguramente comparte con el nuevo y mejorado Cedric Diggory.
El explicarle eso a Herbert, me hizo una imágen mental del como hubiera sido si le contaba a Cedric todo sobre nosotros y la manera en la que hubiéramos terminado formalmente, claro que no terminaría nada bien, pero así es más fácil. Al menos uno de nosotros seguirá con su vida sin remordimientos.
Y si tenía que ser él, valía la pena.
Pongo a Bigotes en el asiento vacío, parecía que Herbert lo alimento bien porque era más gordito de lo que recuerdo e incluso tiene una pequeña manta amarilla que lo cubre de la fría lámina.
Siento un alivio por encontrar a mi mascota, por supuesto que sí, pero por otra parte me sorprendí de la poca atención que le preste cuando paso lo que paso. Casi que se me había olvidado y lo deje pasar.
Volteo a ver cómo mis amigos me miran un tanto tristes, sin embargo no me dicen nada, se quedan callados, respetando mi dolor. Lo cual agradezco bastante porque era difícil dar explicaciones.
Sobre todo ahora que las cosas son más y más oscuras cada vez. Tanto que ya ni sabes en quien confiar.
Pasando un rato de ese incómodo momento, escucho una voz conocida gritando a los niños de primer año que recorren los pasillos del tren como si eso fuese Hogwarts.
Entonces entra Ernie al vagón, nos saluda con una sonrisa y detrás de él viene Hannah Abbott. Una de mis mejores amigas.
—¡Ellie Margaret Prewett! —exclama al verme. Me levanto para seguirle el abrazo y ambas reímos por la felicidad de vernos nuevamente —. La damisela en apuros por fin aparece después de largos meses.
Por fin nos separamos, algo que ayuda a observarla bien y presenciar su cambio adolescente. Era la misma chica rubia y tierna que caminaba por los pasillos de hace algunos meses, sin embargo se veía más alta y sus facciones enmarcaban más su rostro.
—Y la reina del drama como siempre llegando tarde.
La rubia se echa a reír como si fuera una buena broma. Entonces recupera la compostura y hace una pequeña pose de modelo como las chicas en corazón de bruja.
—¿Ves algo diferente en mi? —dice moviéndose exageradamente —Ya sabes, algo nuevo.
Se que se refiere a su insignia brillante de prefecta pero me hago la tonta por unos segundos.
—¿Te crecieron las uñas de los pies?
Hannah borra la sonrisa y los demás se ríen.
—¡Ernie te dije que no le comentarás a nadie sobre mi pie de atleta!
—¡Pero yo no lo hice!
Abbott cae al lado de Susan, decepcionada y entonces yo también me siento enfrente de ella.
—No me refiero a eso tontita, mira —ella extiende la insignia de su túnica para que pudiera apreciarla mejor. Me da una sonrisa orgullosa e infla su pecho con orgullo —.Me nombraron Prefecta de Hufflepuff ¿Puedes creerlo? ¡A mí! En tu cara, en tu cara Susan, en tu cara de hurraca Justin y en tu cara Ernie.
Todos ruedan los ojos fastidiados.
—Yo también soy Prefecto.
—¡Ajá! Pero yo soy la más genial que ha tenido todo Hufflepuff, nadie más. ¡Oh, Hannah, Oh Hannah! ¡Eso Hannah, Eso Hannah!
La rubia comienza un bailecito chistoso. Mientras Susan se hunde en el libro que tenía. Supongo que ella ya presencio el festejo de la chica porque ya no le da más importancia más que esconder la pequeña sonrisa de orgullo.
—Vaya, me alegro mucho por tí. Me preguntaba quién habría recibido tal honor una vez que supe que mi primo lo sería para su casa.
Enrie se inclina hacia adelante para verme mejor.
—¿Te refieres a Ron Weasley? Todos nos sorprendimos demasiado, por un segundo creí que pondrían a Harry Potter.
Yo asentí, recordando la misma conversación con los Gemelos y los demás Gryffindors de la casa.
—Eso no es todo —nos explica Hannah, Susan por fin baja el libro para poner atención —. En Ravenclaw quedaron Goldstein y Patil, en Gryffindor Granger y tu primo Weasley, mientras que Slytherin escogió a Malfoy y Parkinson. ¡Que locura de Prefectos!
Justin frunció el entrecejo confundido.
—¿Escogieron a Malfoy? Yo hubiera apostado por Crackfford y Wolf, serian más responsables con sus cargos.
—Yo creo que a Dumbledore se le deschaveto este año — aseguro la rubia, cogiendo una rana de chocolate de las que había traído Justin en su equipaje —. En fin, nos hicieron reunirnos para recibir las órdenes y nos pidieron que vigilaramos los pasillos cada cierto tiempo, además podemos regañar a quien sea que arme un revuelo. ¡Cómo los mocosos de primer y segundo año!
Al parecer, está más emocionada por eso, que por ser una chica de altos honores en el colegio.
—Asi que ten cuidado Ellie, podríamos mandarte a detención si quisiéramos —bromea Ernie apuntando con su dedo índice.
Yo le hago un gesto para que quite su dedo encima de mi y le sonrió orgullosa.
—Claro, si es que antes no se mandan a detención ustedes mismos.
Me cruzo de brazos finalmente y una hornada de niños chicos pasan por enfrente de nuestro vagón, a lo que Hannah reacciona maliciosa y frota sus manos como toda una villana que abusa de su poder.
—Miren lo que puede hacer con el poder de la insignia —entonces cómo deduje, se levanta de su asiento y abre la puerta. Es suficiente con asomar su cabeza y comienza a gritar: —Hey, ustedes niños, vengan acá... ¿Ven está Insignia? ¿Saben lo que significa? ¡Así es, soy Prefecta! ¡Osea que deben obedecer mis órdenes! ... Ninguno debe correr por los pasillos del expreso hasta que lleguemos a nuestro destino... ¡Así es, sin refunfuñar pequeños renacuajos! ¿Que llevan ahí? ¿Bombas fétidas? ¡Oh son mis favoritas! Es decir... Las voy a confiscar, puede ser peligroso y les bajaron puntos a sus casas... Si den me las todas... ¡Tu también Fred Weasley, ya te Vi!
Luego de un rato los niños y mi primo se van, entonces ella regresa con las manos llenas de aterfactos divertidos y la sonrisa más grande.
—Genial Hannah, estuviste asombrosa —aplaude Justin que le brillan los ojos por las bombas fétidas.
—Vengan chicos, las utilizaremos con los Slytherin.
Ernie y Justin toman unas bombas con tremenda alegría y salen por la puerta como una ráfaga de viento.
Estoy segura que Hermione les dará una buena lección una vez que los vea hacer disturbio. A menos que le echen la culpa a alguien lo que probablemente pasará.
𓄃 𓄃 𓄃 𓄃 𓄃
Cuando por fin habíamos llegado a Hogsmeade. Y teníamos muestras tunicas puestas con el logo de Hufflepuff, una oleada de ansiedad volvió a mi cuerpo.
Lo que me pareció extraño, ya que temía encontrarme con Diggory, sin embargo el haberlo visto ni siquiera me quito el susto. Solo incremento mi depresión potencial.
No sería lo mismo que el año pasado, eso era seguro, ahora tenía que lidiar no solo con las clases o los chismes, también tendré que salvarme el pellejo cada que pueda.
Sujeto la jaula de bigotes y con la otra mano llevo mi equipaje hacia la salida. Todos se amontonan por el largo pasillo estrecho que nos conduce a la salida del expreso de Hogwarts, mientras que no dejan de salir niños por doquier.
Hannah y Ernie se fueron temprano porque tendrían que dar instrucciones a los de primero junto con los otros Prefectos.
Mientras tanto, Susan, Justin y yo luchamos contra otros para salir de ahí.
—Miren a Ernie —señala Justin desde la ventana de un vagón. El mencionado está parado aún lado de la puerta sujetandola, con cara de fastidio —. Se ve tan ridículo abriendo la puerta a los tontos de primer año. ¡Jaja! Por eso no quise ser Prefecto.
—Oye, yo soy de primer año —se quejo un niño pequeño y Justin lo mira impresionado.
—Susan, ¿Desde cuándo los mocosos son así de altos?
El niño lo termina empujando y Susan se alza de hombros aguantando la risa.
—Justin, los de nuevo ingreso ahora no son el problema —dije señalando la salida.
Pocos minutos después, la fila se acorta y es nuestro turno de salir.
—Ven cariño, vamos a burlarnos de Ernie en su cara —dice el castaño sujetando la mano de su novia.
Quienes una vez tocan el piso de concreto, desaparecen mágicamente de mi vista.
Gracias a eso, logro perderme con facilidad entre el mar gigantesco que hay de alumnos y aunque trato de buscar a mis amigos, no puedo distingirlos. Por otra parte también checo si mis primos están por ahí para poder pegarme a su lado hasta que llegue hacia donde sea que los demás se dirijan, como en un rebaño de becerros en las praderas. Todos caminando hacia el mismo destino llamado Hogwarts.
Aún así cuando creo que mi misión de buscar a un conocido se está estropeando. Puedo escuchar que alguien grita mi nombre entre la multitud y volteo aliviada de ser rescatada a final de cuentas.
Sin embargo, al girar mi cuerpo por completo, la primer persona que veo es nada más ni nada menos que Draco Malfoy.
El chico malo de la historia.
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