06 de abril, 2019.

Ángel regresó como si nada. No tenía heridas, incluso regresó con otro conjunto de ropa. Él me contó que se fue a visitar a su abuela, quien vivía en un pueblito alejado de la ciudad y, por supuesto, de la Villa Dorada. También me confesó que sus padres le recriminaron horriblemente, pero se alegraban de tenerlo nuevamente en casa, sano y salvo. Sentí que mentía. 

Aunque me molesté porque se fue sin decir nada, estaba feliz de volverlo a ver. Aquellos días sin saber de él fueron muy extenuantes, noches de insomnio y tardes en donde me quedaba parado en el puente, esperando a su regreso.

Me sienta mal que él se lo tome a la ligera porque yo me sentí muy mal cuando no estuvo, pero Rogers no pareció darse cuenta. Me sentí mal, pero él no lo notó.

Ángel sonrió durante todo el día porque estaba feliz luego de haber visitado a su abuela, unas de las pocas personas que lo entienden. O eso dijo él durante la tarde. Tampoco le creí. 

Me entristeció, yo quería que él sonriera así cuando estuviera conmigo o por mí. Pero siempre me dedicaba sonrisas tristes o forzadas. 

Eso me dolió.

Nota: Aquel día, algo dentro de mí empezó a podrirse rápidamente y las noches de insomnio permanecieron. Sabía que la luz de Rogers era lo que terminaría de joderme porque siempre lo estuve.