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Ժ ╴ ╴ ╴ ╴ ╴ 𝐏𝐑𝐄𝐅𝐀𝐂𝐈𝐎 𝟎.𝟏

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PREFACIO DEL ACTO PRIMERO

o el Capítulo 0.1







« OPTIO EXITUS EST »

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★. ⸺¡PARAMON! ¡PARAMOOON! ⸺los gritos de la niña resuenan en el puente mientras él cae forcejeando con la bruja. Su mente repite una y otra vez aquella frase: OPTIUM EXITUS EST. Como si aquel fuera el único consuelo que le quedaba, sabiendo su destino sonrió lleno de una dicha que jamás había sentido, todo su ser estaba lleno de una calidez indescriptible y se sintió lleno, por primera vez en la vida se sintió satisfecho; satisfecho a sabiendas que la pequeña testaruda lo lograría, a sabiendas que su vida había cobrado un sentido mayor a solo cantarle a mujeres inexistentes y atascarse de esa bebida tan agria pero tan adictiva, Paramon se sentía en paz. ¿Así era cómo se sentía o no? Esa calidez en el pecho, ese algo que te encendía el alma como si de pronto tu mente tuviera esa lucidez y se abriera como un libro lleno de respuestas de los significados existenciales de la vida, era como si se sintiera destinado a haber conocido a esa niña y el haberla salvado solo concluyó la razón de su existir, o al menos eso sentía. Paramon se sintió satisfecho por fin, su miserable y casi-sin-sentido tiempo de su existencia estaba teniendo un fin heroico, haciendo que su pecho se hínchase de orgullo, lástima que no tendría oportunidad de cantar de esta hazaña ni contársela a una joven y hermosísima dama que se encuentre por el camino... Porque ya no habrá más caminos... Tampoco habrá más compra se gusanos... No más pesca... No más pagarle al gato de la estatua con sus pescados... No más apuestas en los bares... No más bebida... No más canciones a mujeres que jamás conoció ni conocerá...

Pero no se arrepentía de haber saltado contra la Bruja, ni aunque eso significase la muerte que estaba por vivir. No no, Paramon no lo cambiaría.




«OPTIUM EXITUS EST.»



Era curioso, ahora que lo pensaba, no sabía leer ruso pero leer latín sí pudo, irónico ¿no? Le dió risa, una risa feliz y cálida, su última risa. La Bruja gritaba entre sus brazos intentando zafarse, ¿porqué no aceptaba su destino? No había nada que ella pudiera hacer para evitar caer al agua acaudalada del río entintado de rojo por las llamas del caos, ¿porqué le era tan difícil aceptar su muerte? Para Paramon fue muy fácil, era curioso, porque él jamás quiso morir; es más, le temía a la muerte y siempre prefirió jugárselas a lo seguro, pero ahora se encontraba cayendo de un puente de 30 metros o más agarrando muy fuerte a la temible Bruja; la que azotó con pesadillas toda la Ciudad Oscura, aceptando su muerte en las frías aguas del río con tal de salvar a la pequeña guardiana del reloj... Vaya giro que daba la vida ¿no es así?

"La Bruja olvidó su propósito de vida, por eso grita como desgraciada porque así se siente" pensó reflexivo unos instantes, aunque luego negó su pensamiento cambiándolo "O simplemente es una loca víbora que grita, eso tiene más sentido, siempre ha sido una desquiciada"

Caer de 30 metros jamás estuvo en sus planes de muerte, en realidad no había planeado morir tan pronto... Bueno, ¿quién planea su muerte? Ah sí, aquel tipo rarito de la taberna había planeado morir comido por pirañas y lo cumplió, todavía recordaba sus gritos pidiendo que lo sacaran de aquella tina llena de esos peces come-carne pero nadie lo sacó, además, él había querido morir así, hubiera sido ilegal impedirle sus deseos ¿o no? ¡Que importaba!
Él no había planeado que su muerte sería morir cayendo desde un puente y ahogarse en el río, ¡pero qué más daba! ¡Él vivía al momento y en el momento se iría! Si es que eso tenía algún sentido... Sentido o no, moriría de todas maneras.




«OPTIUM EXITUS EST.»




Su larga caída estaba por terminar, pronto se sumergiría en las frías aguas del río ¿cómo se sentiría? ¿Se moriría al instante o todavía tendría que sufrir el hundirse y el abatimiento del agua? De algo estaba seguro, no dejaría que la Bruja se escapase de entre sus brazos, no estando vivo. Todavía recordaba el rostro de la pequeña pelirroja que lo había cambiado todo, la niña hija del Guardián del Tiempo, la niña cuyo destino dependía de una sola llave y un reloj... Si no conseguía darle cuerda... ¡No no! ¡No quería ni imaginar lo que pasaría! ¡La pequeña niña se quedaría en la Ciudad Oscura para siempre si no lograba darle cuerda al reloj y entonces esos matones come-niños la perseguirían hasta dar con ella! ¡Y él no estaría ahí!
No no, tenía que mantenerse positivo en los últimos momentos de vida que le quedaban, aquella pequeña obstinada lo lograría estaba seguro de ello, por eso le había lanzado la llave en cuánto se la robó a la Bruja y ahora la niña podía darle fin a toda esta locura.




«OPTIUM EXITUS EST.»




El agua era fría y dura... Fue mucho más duro el golpe contra el agua de lo que se había esperado, ¡todos lo hacían parecer tan fácil! ¡Saltar al río y seguir nadando! No no, caer de frente como un clavado al agua era una cosa... Caer de espaldas desde 30 metros o más era una cosa completamente distinta, se sintió como romper el concreto y aún así seguía vivo. La Bruja se dejó de mover, ¿acaso estaba muerta ya? Tal vez... O tal vez aceptaba por fin su muerte, pero eso era más improbable que lo primero. Primero no sintió sus piernas, era como si ya no las tuviera, pero poco a poco sintió la fuerza de sus brazos desfallecer mientras se hundía en las aguas oscuras del río... No quería soltar a la Bruja, pero tampoco estaba pudiendo controlarlo, tal vez... Tal vez el golpe del agua si le había afectado después de todo... O tal vez era la falta de oxígeno, no había respirado desde un segundo antes que chocara contra el agua y aquella fue su última bocanada de aire.





«OPTIUM EXITUS EST.»




Cada vez veía menos la luz de la luna a través del agua, sus brazos habían soltado a la Bruja en contra de su voluntad pero al parecer la mujer no se movía, o al menos eso creía. Vió las burbujas de oxígeno subir hasta que se iban achicando más y más, sus pulmones ardían mientras sentía el agua entrar por cada recoveco que encontraba hasta llenar su boca y pulmones de agua. Sus ojos permanecían abiertos, no quería cerrarlos aunque ya casi no veía nada, la oscuridad comenzaba a cubrirlo con su manto. Aunque dolía no hizo esfuerzo de intentar salir a la superficie, tampoco luchó contra el agua, solamente se dejó hundir como un barco cuyas aventuras han terminado y cede a las olas crepitantes del océano.




«OPTIUM EXITUS EST.»




Paramon se sentía en paz. Había encontrado un propósito de vida y lo había cumplido: ayudar a la niña hija del Guardián del Reloj. Estaba feliz porque logró salvarla, logró anteponer su cobardía y llevarse a la Bruja consigo al río. Logró recuperar la Llave del Reloj, la llavecita que salvaría a la pequeña de quedarse atrapada en la Ciudad Oscura, ¿qué más podía pedir? Poco a poco su visión se hacía más borrosa, apenas podía divisar su mano y el oxígeno de sus pulmones era casi inexistente, lo sabía, sabía que pronto partiría.




«OPTIUM EXITUS EST.»



Todavía la frase resonaba en su mente que poco a poco estaba divagando más y más a la penumbra de la oscuridad perpetua, cada vez su mente viajaba más y más a aquella luz al final del túnel, pero aquella frase seguía resonando en su cabeza como un lema grabado en cada célula de su cuerpo. Entonces vinieron flashazos a su mente, retazos de un pasado que había quedado en el olvido, fragmentos de una vida ¿antes de la vida? Eran fragmentos, cosas que antes había desconocido o había ignorado, poco importaba ahora pues estaba por morir pero... ¿Fragmentos de qué?



«OPTIUM EXITUS EST.»



Esta vez la frase resonó en su cabeza con la voz de alguien más, una voz más grave que la suya y más madura también... Quería creer que escuchar voces ajenas era cosa normal de moribundos, después de todo eso era ahora: un moribundo, pero incluso así... No lo creía... La imagen de un hombre adulto de cabello cano y ondulado como el suyo fue... Fue lo que vió, era muy parecido a su mismo reflejo solo que mayor de edad... Y había mucho humo alrededor de él, su rostro era neblinoso como para poder identificarlo, parecía que alrededor suyo había un gran incendio... Y entonces la frase resonó con más fuerza y de forma seguida, una y otra vez, aquel señor le repetía como un proverbio:


«OPTIUM EXITUS EST.»
«OPTIUM EXITUS EST.»
«OPTIUM EXITUS EST.»
«OPTIUM EXITUS EST.»
«OPTIUM EXITUS EST.»
«OPTIUM EXITUS EST.»
«OPTIUM EXITUS EST.»


Y así, a punto de morir Paramon recordó lo que alguna vez le arrebataron... O lo que alguna vez perdió y olvidó... O más bien, a quién alguna vez amó...

A su padre.


"OPTIUM EXITUS EST, NIÑA"
fue lo último que pensó antes de cerrar sus ojos y entregarse al manto mortuorio de la paz sintiéndole como a una vieja amiga.



























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