Capítulo VIII
╭──────༺♡༻──────╮
Tiempo...
╰──────༺♡༻──────╯
Aurora corría por el campo cerca de su hogar, riendo a carcajadas mientras Clemente intentaba detenerla antes de que encendiera otra de sus "geniales" ideas explosivas.
—¡Aurora, por favor! ¿Cuántas veces tengo que decirte que no puedes usar la dinamita para "decorar" los árboles? —gritó Clemente, jadeando mientras la perseguía.
—¡Pero tío Clem! —respondió la niña con una sonrisa traviesa, idéntica a la que Awita recordaba de Jardred—. ¡Es arte moderno!
Awita observaba la escena desde una roca cercana, riendo suavemente mientras Turbo, con una bolsa de dulces en la mano, ofrecía apoyo moral desde la distancia. Aurora definitivamente era una mezcla perfecta entre él y Jardred. Tenía la energía inagotable y el espíritu aventurero de su padre, pero también el ingenio rápido y la dulzura de Awita.
A pesar de los desafíos, los años habían sido bondadosos con ellos. Aunque el corazón de Awita todavía llevaba el peso de su amor perdido, había encontrado fuerza en su hija y en sus amigos, quienes se habían convertido en una familia para ambos. Elo, siempre el líder, ayudaba a organizar sus días. Deep, aunque tímido, era el mejor compañero de juegos de Aurora, y Andrea había asumido el papel de una tía estricta pero cariñosa.
—Aurora —llamó Awita, su tono suave pero firme—. Ven aquí un momento.
La niña dejó su "arte moderno" y corrió hacia él, su cabello ondeando detrás como un torrente de agua cristalina.
—¿Sí, mami? —preguntó, sentándose frente a él con una sonrisa inocente.
Awita la miró por un momento, sintiendo una mezcla de orgullo y nostalgia.
—¿Sabes cuánto te pareces a tu papá? —le dijo, acariciándole el cabello.
Aurora asintió con una sonrisa amplia.
—¡Todos me lo dicen! Dicen que era valiente y un poco loco, como yo.
Awita soltó una pequeña risa, asintiendo.
—Sí, era todo eso y más. Pero también era alguien que te habría amado con todo su corazón. Estoy seguro de que estaría muy orgulloso de ti.
Aurora inclinó la cabeza, como si considerara sus palabras.
—Yo también estoy orgullosa de él. —Luego miró a Awita con determinación—. ¿Y sabes qué, mami? No necesitamos a nadie más. Estamos bien como estamos.
Las palabras de Aurora hicieron que el corazón de Awita se llenara de calidez.
—Sí, lo estamos, mi pequeña tormenta —respondió, abrazándola con fuerza.
Y aunque los años no podían borrar el dolor de la pérdida, Awita sabía que mientras tuviera a Aurora y a sus amigos, no estaba solo. Su familia, aunque diferente, era perfecta a su manera.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro