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                             Te necesito....
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Cada noche, cuando el silencio llenaba la casa, Awita se recostaba en la cama, abrazando una almohada como si fuera Jardred. Cerraba los ojos e imaginaba su risa, sus manos fuertes, el calor de su cuerpo junto al suyo. Susurraba su nombre en la oscuridad, como si eso pudiera traerlo de vuelta.

—Te necesito... —murmuraba, su voz quebrándose.

A veces, el bebé parecía responder, moviéndose dentro de él como un recordatorio de que no estaba completamente solo. Pero el vacío seguía allí. Deseaba con todo su ser que Jardred estuviera presente, que compartiera las emociones, las incertidumbres y las alegrías de esperar a su hijo o hija.

Awita imaginaba cómo sería si Jardred estuviera a su lado. Lo visualizaba con su sonrisa traviesa, bromeando sobre cómo su hijo seguramente heredaría su locura o su amor por la dinamita. Lo veía colocando una mano en su vientre, sintiendo las pequeñas pataditas, y diciéndole cuánto lo amaba a él y al bebé.

Pero la realidad era otra. Jardred estaba lejos, luchando en una guerra que los separaba. Y aunque Awita intentaba ser fuerte, algunas noches no podía evitar romperse. Sus lágrimas caían silenciosas mientras acariciaba su vientre, deseando que Jardred estuviera allí para compartir ese momento, para abrazarlo, besarlo y prometerle que todo estaría bien.