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𝟎𝟎𝟖. baños nocturnos


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CAPÍTULO OCHO


mención leve de contenido explícito (ya habrá más en el próximo capítulo, no os preocupéis)

El sol entraba por las grandes ventanas del salón de la casa de Alina, iluminando la sala y calentando a los dos jóvenes dormidos en el gran sofá que había en el centro. Pedri de alguna forma en mitad de la noche, había acabado tumbado totalmente sobre Alina, la cual estaba profundamente dormida debajo de él. El joven se encontraba con su cabeza apoyada en los pechos de la chica, con los brazos rodeando su cintura y las piernas entrelazadas con las de ella.

Pedri por la claridad, acabó despertándose poco a poco, flexionando los brazos mientras agarraba la cintura de Alina con más fuerza para después relajarse.

Restregó su cara por la piel de la joven inconscientemente para taparse de los rayos de sol que se posaban sobre sus ojos, inspirando el suave aroma a frutas que desprendía de Alina.

Al empezar a tener consciencia, el joven abrió los ojos suavemente, parpadeando para adaptar su vista después de un largo sueño.

Notó como el cuerpo en el cual estaba apoyado, subía y bajaba lentamente al respirar, y giró su cara despacio para admirar a la joven la cual dormía profundamente: literalmente parecía un ángel.

Alina descansaba apoyada en el sofá con la cabeza girada para la izquierda, provocando que los rayos de sol se posaran delicadamente sobre su piel, resaltando las pocas pecas que tenía en la cara, los labios rosados, las pestañas apoyadas sobre sus mejillas.

Era digna de admirar, y Pedri se quedó unos minutos simplemente observándola respirar, viendo sus ojos moverse debajo de sus párpados, probablemente soñando. Una sonrisa empezó a salirle al joven inconscientemente: podría acostumbrarse a despertarse todas las mañanas con unas vistas tan bonitas como las que tenía ahora.

Sin siquiera pensarlo, una de sus manos se acercó hasta la cara de la joven lentamente, con miedo a despertarla, para tocar levemente la piel de su mejilla, una suave caricia.

Al notar como el cuerpo de Alina empezaba a moverse, Pedri volvió a su posición original y pretendió hacerse el dormido como un niño pequeño.

En cambio la joven, la cual empezaba a abrir los párpados saliendo de su letargo, frunció ligeramente el ceño al notar un peso encima suya. Su mirada se dirigió hacia el cuerpo que reposaba sobre el suyo, y no pudo evitar sonreír.

De alguna forma el joven había acabado encima de ella, pero Alina no se quejaba. Procedió a peinarle el pelo, apartando los mechones de pelo que caían sobre la frente del joven para después acariciar el resto del cabello, dándole un suave masaje. Sintió como el joven se relajaba al sentir sus caricias

— Pedri — susurró Alina mientras seguía acariciandolo por su pelo — venga, es hora de levantarse

— Cinco minutos más — susurró el joven de vuelta, inspirando profundamente para después volver a apoyarse en la joven, pero esta vez en su cuello, donde el aire expulsado por el chico al respirar hizo que se le erizara la piel a Alina.

Ella sonrió negando con la cabeza, retirando la mano de la cabeza de Pedri. Este, al no notar las caricias, gruñó ligeramente mientras movía levemente su cabeza como en señal de que no parase. Y obviamente Alina, le hizo caso, volviendo a acariciarle por la nuca mientras que con el otro brazo se agarraba de él por su torso.

Ambos permanecieron así durante un rato más, disfrutándose del uno al otro, de los rayos del sol que se posaban en ambos, y de la paz que se generaban cuando estaban en la compañía del otro.

Pero después de estar haciendo el vago en el sofá casi toda la mañana (en donde ambos se volvieron a quedar dormidos), procedieron a comer y después cada uno se dedicó a hacer cosas de trabajo: por un lado Alina respondió los correos que su representante le había mandado con posibles castings y fechas las cuales tendría que atender.

En cambio Pedri se puso al día con el calendario de fútbol, los próximos entrenamientos y a hablar con su hermano para saber cuándo vendría a visitarlo (sí, Fer y Pedri vivían juntos, pero el hermano mayor prefería pasar la mayor parte del tiempo o trabajando en el restaurante, o en Tenerife con sus padres, por lo que la mayor parte del tiempo Pedri la pasaba solo, por lo que siempre planeaba con su hermano cuando vendría).

También aprovechó para llamar a su representante sobre posibles campañas de colaboración y también con Gavi, el cual le había estado petando el móvil a mensajes a cerca del viaje y de Alina, a los cuales Pedri le respondió que ya hablarían cuando volviese a Barcelona.

Sin darse cuenta, habían pasado toda la tarde dedicándolo a sus cosas, ambos en el mismo espacio pero cada uno a su rollo: cuando Pedri hablaba por teléfono, Alina se ponía los cascos para no incomodarle y que hablase a gusto, y viceversa cuando ella lo hacía. Inconscientemente, ambos hacían todo lo posible para que el otro no tuviese que separarse o irse de la habitación.

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Por la noche, ambos se sentaron en el porche a cenar. Debido a la dieta de Pedri no podía comer de todo, por lo que Alina se limitó a hacer una ensalada de pasta. No hacía mucho calor fuera, se estaba a gusto con la suave brisa que de vez en cuando les acompañaba.

Alina no sabía que decir. Notaba de vez en cuando la mirada del joven sobre ella pero ninguna palabra salía de su boca. Masticó lentamente el trozo de macarrón que se había comido y levantó la vista en dirección al moreno sentado en frente suya.

— Qué tal está la ensalada? — preguntó para cortar la tensión que había en la mesa. Pedri se sorprendió al escuchar su voz y tragó la comida para después mirarla

— Muy buena, gracias — respondió sonriéndole. Alina asintió para después dedicarse a jugar con la comida que tenía en el plato. Pedri suspiró.

— Y cuando te sale el avión mañana? — preguntó de nuevo Alina

— Por la mañana, sobre las 10, tengo entreno por la tarde — respondió él — pero no te preocupes, puedo pedir un taxi

— Que va, te llevo yo, así te ahorras el dinero que a mi no me cuesta nada — sonrió Alina — además, nunca conduzco, me suelo pone muy nerviosa si voy sola — admitió la joven mientras Pedri le sonreía

— Bueno, no todo se te puede dar bien — bromeó el chico, haciendo que Alina chasqueara la lengua a la vez que negaba con la cabeza

Un rato después, ambos acabaron de cenar y procedieron a recoger todo para irse a dormir pronto ya que al día siguiente tenían que madrugar. Ambos se cepillaban los dientes en el baño principal de la planta de arriba que constaba con dos lavabos con espejo con la misma encimera. Alguna que otra mirada se echaban.

Y es que esos dos días para Alina habían significado mucho: que Pedri haya viajado para ir a verla le había dado más motivos por los que enamorarse de él. Su sonrisa, su acento que la volvía loca, su forma de ser, la manera en que sacaba cualquier tipo de conversación y podías hablar con él cómodamente por horas, el contacto físico que parecía que necesitaba mantener para estar tranquilo.

Todas esas cosas hacían que Alina no quisiese despedirse de él, no querer separarse del joven por el cual su corazón latía.

Quería decírselo, quería arrancarse las palabras que se bloqueaban en su garganta y decirle lo mucho que le importa y que no se fuese, que se quedara con ella.

Pero Alina a la hora de decir lo que siente es muy cortada, incluso si se tratase de la persona con la cual podía verse pasar el resto de su vida.

Para cuando Alina salió de su ensoñación, Pedri había acabado en el baño y la esperaba apoyado contra la puerta con los brazos cruzados mirándola con una sonrisa. Ella se sonrojó, escupió la pasta de dientes sobrante y se secó la boca para después acercase hasta él.

Por la diferencia de altura, Alina tenia que inclinar un poquito su cabeza para arriba, mientras que Pedri seguía observándola desde la misma posición.

— Bueno — empezó la chica — tienes todo ya listo? —preguntó para romper el ambiente tan tenso. La tensión la acabaría matando a este paso

— Si, me falta meter unas cosas, pero lo hago mañana antes de irnos — respondió el joven. Alina asintió sin saber muy bien que hacer. Pasó al lado de Pedri para dirigirse a su habitación notando como el otro la seguía.

Cuando estuvo enfrente de la puerta, la joven se giró para decirle buenas noches a Pedri. Pero se encontró con que estaba pegado a ella como aquella vez en el parking cuando se conocieron. Alina soltó un grito ahogado por la cercanía, agarrándose del manillar de la puerta.

Mientras, Pedri solo la admiraba. Acercó una de sus manos a la mejilla de ella para acariciarla y retirar un pequeño mechón de su pelo que le cubría parte de la cara.

— Buenas noches Alina — susurró Pedri, acercándose levemente hasta sentir la respiración de ella chocar contra la suya

La mirada de la joven pasó de los ojos a los labios que la incitaban constantemente a besarlos. Tragó saliva aún sintiendo la caricia quemar su mejilla. Volvió a mirarle a los ojos para verlos más oscuros que antes.

— Buenas noches Pedri — susurró de vuelta. El susodicho sonrió, pero antes de que se fuera hasta la habitación de invitados, Alina lo agarró de la muñeca para darle un suave beso en su mejilla, para acto después sonreírle y abrir la puerta, cerrándola suavemente sin despegar su mirada de la del joven.

Cuando la puerta se cerró, Pedri se quedó ahí unos segundos sin hacer nada. Se tocó la mejilla, acariciando el suave beso que estaba ahora impregnado en su piel. Sonrió ampliamente, para después retirarse hasta la habitación.

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Pedri no podía dormir. Llevaba dando vueltas y vueltas en la cama desde que entró en ella. No era por el calor ni porque era una cama diferente, sino por la chica de ojos marrones que no salía de su mente.

Ambos eran conscientes de la tensión que se respiraba cada vez que estaban cerca del otro, y Pedri no sabía cuánto tiempo más iba a aguantar sin cogerle de la cara y besarla hasta saciarse.

El joven bufó por quinta vez esa noche para fijarse en la hora que marcaba su móvil: las 3 y media de la madrugada. Se sentó en la cama para pasar las manos por su pelo, y decidiendo que no iba a conciliar el sueño pronto, salió de la cama para dirigirse a la planta de abajo en busca de un vaso de agua o un colacao que lo ayudase a conciliar el sueño.

Al llegar a la cocina, la luz de la luna alumbraba débilmente la sala. Pedri se movió silenciosamente para no hacer ruido y sacó la leche de la nevera, el colacao de la alacena y una taza para ponerse a preparar su colacao.

Una vez listo, lo removió y se lo llevó a los labios donde el sabor a chocolate le llenó el paladar. Se quedó ahí, apoyado en la encimera, bebiendo su colacao tranquilamente.

Hasta que algo le llamó la atención por la ventana. No algo, sino alguien. Pedri se fijó bien y se dio cuenta de que era Alina, la cual se estaba bañando en la piscina.

El primer pensamiento de Pedri fue que debía de estar loca para bañarse a estas horas. Pero aún así, su mirada no podía despegarse de ella. Las luces incorporadas en la posiciona eran lo único que alumbraba fuera.

Pedri notó su corazón latir más fuerte. Era ahora o nunca. Su última noche en Galicia con ella y tenía que aprovecharlo. No más decisiones, no más comeduras de cabeza sobre si hacer o no hacer algo. Era hora de enfrentarse a lo que ambos sabían que les esperaba.

Pedri se bebió el resto del colacao para dejar la taza en el fregadero y dirigirse a su habitación y coger un bañador, para acto seguido bajar y salir sin hacer ruido al porche.

Fuera no hacía tanto frío como pensaba. La brisa era refrescante, pero aún se notaba el calor de verano. El joven dio unos pasos en dirección a la piscina, viendo la figura de la joven buceando a lo lejos. Inspiró profundamente, metiéndose lentamente en la pileta poco a poco (menos mal que era de estas aclimatadas).

Al llegar al fondo, miró de nuevo hacia delante. Alina había salido a la superficie y se encontraba agarrada al bordillo dándole la espalda al joven.

Este empezó a caminar hasta ella. Cuando estuvo lo suficientemente cerca, puso ambas manos a los lados de las manos de Alina en el bordillo, acorralándola contra él. Sintió su cuerpo tensarse al sentir el suyo.

— Tú no deberías de estar durmiendo? — preguntó este. La joven se giró para verle cara a cara. Y sin poder evitarlo, la mirada de Pedri bajó por todo su cuerpo.

Joder

Si antes no estaba enamorado, ahora lo estaba de verdad: el bikini de Alina era de color negro, la parte de arriba conformada por dos pieza triangulares que agarraban sus pechos (los cuales no eran ni muy grandes ni pequeños), y la parte de abajo la cual no dejaba mucho que desear.

Pedri tragó saliva, notando como su cuerpo respondía ante los pensamientos que pasaban por su cabeza, y esperó que ella no notase lo cachondo que se encontraba en ese momento

— No podía dormir y me apetecía darme un baño — respondió la joven.

Alina tampoco podía dejar de mirarlo: menudo hombre. El moreno del sol se expandía por todo su torso, los abdominales levemente marcados por los cuales Alina tuvo que apretar sus manos para no tocarlos, y las leves líneas en forma de "V" que se le marcaban en lo bajo de la cadera. Alina tenia la boca seca, y lo otro que parecía un río.

Miles de pensamientos obscenos se pasaron por su mente y para no seguir mirándolo como si fuera el último trozo de carne, devolvió su vista a sus ojos .

Ay. Madre.

Los ojos color café de Pedri estaban irreconocibles: más que marrón parecían negros por lo dilatadas que se encontraban sus pupilas.

Alina se pegó al bordillo para poder sostenerse por lo que le temblaban las piernas. Si no salía de ahí, haría algo que probablemente se arrepentiría a la mañana siguiente.

Pedri estaba en la misma situación que ella o peor. Ya no había vuelta atrás. Tragó saliva de nuevo y se acercó aún más a ella hasta el punto en el que sus pechos se tocaban.

— Vas a volver a Barcelona no? — le preguntó para concentrarse en otra cosa que no sea su cuerpo.

— No lo sé — respondió ella — depende de mi agenda

— Pero por lo menos te habrá gustado no? Me contó Icía que habíais ido unos días antes para visitar la ciudad

— Si si, estuvo bien — asintió Alina lamiéndose los labios de lo secos que estaban — visitamos algunos miradores y la Casa Batlló — Pedri sonrió levemente ante la mención de este último — aunque al día siguiente Icía quiso ir de fiesta

— Ah si? — Alina tragó saliva antes de asentir

— Si, fuimos a una de las que había en el centro, parece ser que era una bastante famosa. Estuvo bien

Pedri se echó hacia delante hasta tener su boca sobre la oreja de Alina

no — Y también comerle la boca a Pablo eh? — susurró él. Alina soltó un grito ahogado ante tales palabras. Como lo sabía? pensó ella — No te hagas la tonta, sé lo que vieron mis ojos

— Estabas allí? — preguntó ella al echar la cabeza para atrás para mirarle a los ojos

—Claro que si - dijo, acercando su cara a la de ella — y no sabes las ganas que tenia de partirle la boca a Gavi cuando lo vi besarte — confesó. Alina sintió la parte de abajo de su estómago contraerse. Cerró inconscientemente sus piernas y se puso más recta.

— No pasó nada — respondió lo más normal que pudo, notando como su voz temblaba ligeramente

— Ah no? — las manos de Pedri se posaron sobre su cintura, una de ellas por la parte de atrás de su espalda — porque podía ver desde arriba como él te había metido mano — una de sus manos agarró su culo haciéndola suspirar — aunque tú tampoco te quedaste corta verdad?

Alina no podía respirar. Tenerlo tan cerca, notar sus manos recorriendo todo su cuerpo. Era demasiado

— Qué pasa? Querías ser Pablo? — rebatió ella acercando su cara a la de él viendo como sus ojos se fijaban en su boca.

— Creo que ya quedó claro quién quiero ser Alina — dijo él.

Que le den

Fue el último pensamiento de Alina antes de abalanzarse sobre él y tocar sus labios con los suyos. Pedri la siguió al segundo, agarrándola por la cintura mientras ella se agarraba por su cuello. Sus labios se movían a la par, buscándose los unos a los otros. Una descarga eléctrica les recorrió a ambos.

Por fin

Alina sintió que podía respirar de nuevo, que la cuerda que la apretaba se aflojaba. Se agarró más fuerte del cuello de Pedri, tirando de su pelo, queriendo más de él. Si eso iba a pasar, que fuera a lo grande.

Las manos de Pedri la agarraron del culo, manoseándolo y apretándola contra ella hasta el punto en el que podía sentir la leve erección de él frotarse contra su intimidad. Alina gimió en su boca, apretándose más contra él

Notó una de sus manos dirigirse a su zona íntima la cual estaba muy húmeda

— Pedri — susurró Alina despegándose de su boca. El susodicho aprovechó para posar su boca por el cuello de la joven dedicándose a chupar y lamer la zona, sintiendo como la joven temblaba

— Ya lo sé, ya lo sé — dijo Pedri sobre su piel — déjate llevar Alina, por esta noche déjate llevar — le suplicó.

Alina no respondió, simplemente lo volvió a besar y dejó que su cuerpo hiciese lo que quisiese sin escuchar la vocecita de su cabeza que le decía que se iba arrepentir

Y que equivocada estaba.







































oh no !
qué tal? no es lo mejor, pero quiero empezar poco a poco, no os preocupéis que de aquí va cada vez mejor 😉
no os miento si os digo que me dio un poco de cosa escribir esta escena JAJA pero bueno, es wattpad

a ver si me da tiempo y os subo el siguiente mañana o a lo largo de esta semana por el cariño que está teniendo esta historia, gracias ❤️‍🩹
nos vemos pronto! besitos 🤗

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