𝑈𝑛𝑜.
Mi alarma sonó de una manera tan estrepitosa que tuve que colocar una almohada en mi cabeza, cerrarando mis ojos fuertemente a causa del molesto ruido que emitía. Dicen que tienes que colocar una canción que odies para que así cuando suene, la apagues de inmediato y debo decir que es cierto.
Escuchar dance monkey en definitiva haría que la apague en un segundo.
Me senté a la orilla de la cama, pegando un gran bostezo. Sentí que no dormí las horas adecuadas, sentí que dormí mucho menos. Mis ojos se sentían pesados y me costaba mantenerlos abiertos. Me fijé en la hora en mi celular, 07:00 am. Me estiré para por fin estar de pie e ir a la ducha.
Así partían todas mis mañanas, no había nada interesante que contar la verdad. Necesitaba el empleo y el dinero, estaba obligada a trabajar para poder subsistir a lo caro que estaba el costo de vida acá en Corea y luego de buscar incansablemente, logré establecerme en un tienda de conveniencia. Partí como vendedora y gracias a mi desempeño, logré u ascenso, pudiendo ganar un poco más. Pero mi jefe me dijo que si seguía trabajando arduamente como lo estaba haciendo, podía obtener un puesto en la gerencia.
Para mí estaba perfecto, mi vida es tranquila. El orden que tenía y la paz no la cambiaba por nada.
Terminé de ducharme y procedí a buscar mi uniforme para cambiarme. Ya lista caminé al comedor, cuando vi a mi novio desayunando... Solo, como estaba siendo habitual las últimas semanas.
—Buenos días amor, ¿como amaneciste? — le pregunté a Kwan, quien tenía su semblante serio.
A Kwan lo conocí un día que fue a comprar a la tienda donde trabajo. Esto fue cuando yo aún trabajaba en el área de servicio, una semana completa fue hasta que se decidió a pedirme el número. Comenzamos a hablar cada día por un mes entero y ya el resto es historia, un año después le ofrecí a que viviera conmigo por los problemas familiares que estaba teniendo y él aceptó de inmediato.
Llevamos viviendo dos meses juntos, pero no ha sido como lo imaginaba.
Quizás la rutina estaba cada vez más presente en nuestras vidas y no estábamos intentando salir de ahí. Yo siento que lo amo, que aún lo amo y no me gustaría perder algo con lo que llevo tanto tiempo.
Estaba acostumbrada a él.
Aunque no quisiera, lo estaba.
Pero ya lleva varias semanas algo extraño. Con suerte me dirige la palabra y en las noches tampoco quiere tener intimidad. Eso definitivamente no es algo normal.
—Bien. Me iré a cambiar para ir al trabajo. Que te vaya bien hoy — dijo al colocarse de pie y llevar los trastes sucios al lavaplatos. Lo observé en silencio y vi como se acercó, dejando un beso en la corona de mi cabeza. Di un suspiro ahogado.
—Está bien. Que te vaya bien igual a ti — le respondí con la mirada baja — ¿te gustaría ir a cenar fuera hoy? Yo invito, hace bastante que no salimos a comer fuera.
—Mmh, hoy no puedo cariño, llegaré mas tarde del trabajo. Mi jefe me pidió hacer horas extras... — me dijo dándome una mirada triste.
Me mordí el labio inferior y asentí.
Otra cosa que también tenía es que no quería tener citas conmigo. Quizás era yo el problema... ya no era tan bonita como al comienzo, quizás ya no lo complacía. Todos estos acontecimientos me han hecho dudar de mí y tener complejos. Todos los días antes de colocarme el uniforme veo mi cuerpo en el espejo y ya no me gusta lo que veo en él.
—Está bien. En otra oportunidad será — le di una sonrisa fingida. Él caminó directamente al cuarto y yo me quedé de pie, sintiéndome mal como todos estos últimos días.
¿Qué había cambiado tanto entre nosotros?
No me apetecía tomar desayuno. Toda esta situación hizo que no tuviera apetito alguno, cuando minutos antes solo quería tomar una taza de café junto con un sándwich, ahora todo ese deseo se evaporó en un santiamén.
No entendía como había cambiado todo. Podía jurar que estábamos bien, que él estaba bien con el estilo de vida que teníamos... pero al parecer no es así.
Limpié la solitaria lágrima que caía por mi mejilla y me puse de pie para seguir alistándome. Fui a maquillarme luego de esperar que mis ojos dejaran de estar rojos a causa del llanto silencioso que tuve hace minutos. Y que lamentablemente estaba haciendo habitual.
Iseul, debes estar bien para atender a los clientes.
Resoplé y sonreí viéndome el espejo, dispuesta a colocarme la careta de felicidad absoluta, como si nada hubiera sucedido. Cuando salí del baño, Kwan ya no se encontraba. Tomé las llaves de la casa y salí a las afueras para tomar un taxi.
No me gustaba tomar el transporte público en las mañanas, la gente siempre iba de más mal humor cuando se levantaba a cuando se tenían que devolver a sus casas. Y eso es obvio y entendible, ¿a quién en su sano juicio le gusta levantarse temprano? Así que esa una de las razones por la cual evadía el autobús o el metro.
Cada mañana tomaba un taxi. Algunos conductores eran amigables y querían establar una conversación para hacer mas ameno el viaje y otros solo hacían su trabajo, sin ningún tipo de distracción.
En la acera vi como se aproximaba uno, y levanté mi dedo haciendo que se detuviera. Subí apresurada, estar llorando como idiota solo hizo que me retrasara.
—Buenos días — saludé cordialmente al estar arriba. Y al levantar la vista, pude notar como por primera vez no me tocaba un conductor mayor de cuarenta años.
Él no debía tener mas de treinta años. Se veía muy joven.
Y guapo, debo ser sincera.
—Buenos días, señorita — me respondió. Y mierda... su voz. Su voz ronca, ¿será por el frío que hace fuera? Tragué seco. — ¿dónde irá?
Moví rápidamente mi cabeza para alejar esos pensamientos irracionales. ¿Por qué le estoy dando importancia a la voz de un completo desconocido?
—Si, claro. Disculpa... voy a la calle Hongdae, a la tienda de conveniencia que está ahí...
—¿Seven Eleven?
—Exacto. Esa es — le di una sonrisa y él la devolvió mirándome por el retrovisor. Tiene una linda sonrisa.
Una muy linda sonrisa.
—Interesante. Yo voy a comprar ahí de vez en cuando, pero jamás te había visto. — tocó su barbilla con una mano — No olvidaría un rostro tan bonito como el tuyo. — dijo encogiendose de hombros.
Como si no hubiera dicho algo que provocó que mi corazón se acelerara con frenesí.
—Bueno... me quieren ascender al puesto de gerencia. Me están enseñando el área mas administrativa... — le traté de explicar, mientras jugaba con mis dedos, algo nerviosa. — por eso ya no estoy tanto en el área de servicio. Pero igual atiendo, no siempre, pero lo hago.
Volvió a mirarme por el espejo retrovisor al parar en un semáforo en rojo. Su mirada es penetrante y ya estaba lo suficientemente nerviosa a causa de sus palabras, ahora con su mirada puesta en mí lo estaba el triple.
—¿Te gusta ese trabajo? — preguntó volviendo su vista al frente al dar el verde.
—Oh, no es que lo ame, pero necesito el dinero y cada vez estoy ganando más. Así que con ese empleo puedo vivir en tranquilidad...
¿Por qué sentía que este viaje estaba siendo eterno? Primera vez que me sucedía esto. Hacía un poco de calor acá dentro o quizás era idea mía.
Me estaba volviendo loca.
—Entiendo. Gracias por responder a las preguntas de este entrometido — sonrió, haciendo que relajara mis facciones y le devolviera la sonrisa.
—Me gusta hacer vida social. Casi siempre hablo con los conductores en las mañanas — le expliqué mirando por la ventana — algunos son buenos oyentes y otros te dan consejos muy buenos. Uno se sincera sin quererlo.
—¿Siempre tomas taxi?
—En las mañanas, sí. A estas horas trato de evitar el transporte público. En la hora punta la gente no va con su mejor ánimo, ¿me entiendes?
Lo escuché reír y después asintió.
—Eso es totalmente cierto. Yo una vez golpee a un tipo porque comenzó a gritarle a una anciana. La gente ya no tiene empatía ni afinidad con el de al frente. — declaró y no pude evitar asentir. Es muy cierto. — por eso cuando conseguí mi primer empleo, ahorré para comprarme un auto y así evitar esas situaciones. Pero la universidad igual te consume dinero, así que lo trabajo cuando tengo tiempo libre — concluyó mientras giraba la derecha, donde se encontraba la tienda y detuvo el vehículo — hemos llegado a su destino, señorita...
—Iseul. Han Iseul.
—Iseul. Bonito nombre —dijo, logrando que mis mejillas cambiaran de color. Odio ser tan blanca y que me sucedan estas cosas.
—¿Y tú? ¿Cuál es tu nombre? — pregunté algo intrigada.
Es un chico muy guapo y nunca lo volvería a ver, me intrigaba saber su nombre.
—Secreto. — giró su cuerpo y me miró — si vuelvo a encontrarte otro día, te lo diré.
—Eso es algo imposible. Siempre me han tocado diferentes conductores — le respondí siendo realista.
—Algunas veces hay que desafiar el destino, bonita — dijo guiñando un ojo. Mi corazón volvió a latir descontrolado en menos de media hora. No podía entender como podía ser tan guapo.
—¿C-cuánto es? — tartamudee leve al preguntar y me golpee mentalmente por hacerlo. Que vergüenza.
—Tómalo como un regalo. La próxima vez que te lleve, pagas.
—No, claro que no. Pagaré, toma... — dije alzando los billetes para que el los tomara, pero se dio la vuelta y negó con su cabeza.
—No lo aceptaré. Ve, llegarás tarde.
Era imposible que nos volviéramos a cruzar y poder pagarle un próximo viaje. Así que sin que se diera cuenta, dejé los billetes detrás del posavasos del auto.
—Muchas gracias, señor incógnito. Estaré agradecida por esto y creo que soñaré con este momento — le dije al abrir la puerta y bajar del automóvil.
Río levemente.
—De nada, Han Iseul. Nos vemos en otra oportunidad, bonita — volvió a guiñar un ojo, sonriéndome y emprendió rumbo.
Me quedé admirando el automóvil mientras se iba por la gran calle de Hongdae.
Era algo loco como un desconocido hizo que olvidara un poco la pésima mañana que estaba teniendo. Tomé una gran bocanada de aire y abrí el local, para comenzar mi día.
Puede que no sea totalmente falso lo que le dije al bajar del auto.
Puede que sueñe con este momento. Quizás ahí lo podría volver a ver.
Y hoy quise dar inicio a la edición, eh ksjskdj 💘
Y hoy quise dar inicio a esta historia. Tenía casi listo el primer capítulo y esop JAJAAJ espero les agrade 🥺. No olviden votar y comentar para que esta pobre alma se sienta feliz eh jajaj 💝.
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