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Final: "Te quiero a Ti"

Sus rodillas temblaron cuando se quedó mirando el edificio de Nayeon. Tres horas después del silencio, análisis, catarsis, desilusión y desconstrucción de sí misma, Jeongyeon se decidió a bajar del auto, dirigirse en dirección a su apartamento y llamar a su puerta, bastante nerviosa. 

La alegre mujer rubia preparaba sus cosas para salir, hasta que escuchó el timbre. Miró hacia la puerta extrañada pues no esperaba visitas, y aunque no fuera lo común, imaginó que quizás era Hirai que venía por ella, se acomodó el cabello, observó su labial en el pequeño espejo que tenía junto a la puerta y abrió la misma, lista para irse. 

Vaya sorpresa se llevó al ver a Yoo Jeongyeon vestida como la había dejado por la tarde, una marca rojiza se estaba poniendo morada en su pómulo izquierdo y sus almendrados ojos oscuros estaban al borde del llanto puro y ahogado. Todo lo que halló en el semblante de la menor, estrujó su corazón como a una flor marchita.

—Jeongyeon-ssi... —La terapeuta quedó totalmente sorprendida de su aparición. 

—Unnie... —Susurró con gran esfuerzo para hacer salir su voz. 

Algo dentro del estómago de Nayeon se arrugó cuando ella se recogió el pelo del rostro detrás de su oreja. Se veía completamente rota. 

Jeongyeon iba a hablar, pero detalló su aspecto de pies a cabeza y, rápidamente se recordó que ella tenía planes antes de su aparición.

—Oh yo, lo siento unnie... ibas a salir y yo aquí... lo siento. Será mejor que me vaya. 

Jeongyeon se volteó y dió unos pasos lejos, apenada y dispuesta a regresar por donde vino. 

Su cuerpo y mente colmaron de frustración, no tenía derecho a irrumpir en la vida de Nayeon de ese modo y fastidiar sus planes apareciéndose con sus jodidos problemas.

—¡Demonios! —Se quejó, sin dejar de caminar, furiosa por aquellas lágrimas que cayeron al fin, sin su permiso. 

—¡Oye! ¡Espera! —Le llamó la rubia, yendo tras ella por el pasillo, cuando la alcanzó y tomó delicadamente de su brazo. 

La pelicorta se volteó en su dirección, sin remedio y Nayeon no tardó en rodearla con su calor. 

—¿Qué sucede? ¿Qué te sucedió en el rostro? —Murmuró Nayeon, acariciando su mejilla. La menor se apartó, negándose a verla a los ojos o acabaría por colapsar ante ella.

—No quiero interrumpir tu cita unnie. Discúlpame, por favor. —Murmuró su respuesta, no pudiendo evitar el rastro de molestia en su voz y volteó su vista hacia otro lado para que no la viera llorar. —Lo siento. Estoy bien.

Nayeon se sintió muy aturdida por aquella actitud. ¿Estaba molesta con ella? La profesional la tomó de la mano y cuando encontró su mirada llena de lágrimas, casi se ahogó. 

—¿Bien? —preguntó confundida y luego la observó fijo —Acaso, ¿Estás molesta conmigo? —La miró alzando una ceja y cuando ella no pudo responder, supo que lanzó en el blanco.

—¡No! ¿Por qué iba...? —Intentó hablar, ahora asombrada y apenada, para luego bajar su mirada, sonrojada. —No estoy molesta. Lo siento. —Murmulló tragándose las lágrimas y se volteó para subirse al ascensor una vez lo vio llegar. Nayeon no se lo permitió.

—Espera Jeongyeon-ah, por favor... —La presionó contra ella y acarició su mejilla con sus labios —¿Qué sucedió? Habla conmigo... —Suplicó, plantando suaves besos por allí.

Jeongyeon gimió ante la gentileza de sus besos y caricias. Hasta cuando la tomaba con presión parecía una caricia y aquel pensamiento la llevó a derrumbarse como un frágil adorno de cristal, tan propensa a desarmarse en toda esa cantidad de trocitos que pronto se convertirían en absolutamente nada. Así de inútil se sentía en ese preciso momento.

Nayeon se preocupó cuando ella hundió su cara contra su cuello, la oyó sollozar y pronto la rodeó con sus brazos en un abrazo desesperado.

—¿Qué sucede cariño? ¿Por qué lloras? —Besaba suavemente su nuca cuando la oyó suspirar y la presionó contra su cuerpo con más firmeza, buscando desesperadamente aliviar su opresión.

—Peleé con Vernon y... —Su garganta se cerró cuando Nayeon regó suaves besos sobre su frente. —Lo abandoné —Musitó largando su llanto desde lo más profundo de su alma. Nayeon la presionó nuevamente contra su pecho, conteniendola mientras sobaba sus brazos desabrigados. 

—Ven. Estás helada, te prepararé un té. —Dijo rodeándola con su calor, para caminar hacia la puerta de su apartamento. 

—Oh no Nayeon unnie, tu tenías un compromiso, perdóname por ser una estúpida entrometida, lo siento —Nayeon tomó su rostro pegando su nariz con la suya y miró muy detenidamente hacia sus ojos rojos.

—Óyeme Jeongyeon, ahora mismo nada es más importante que tu para mí, ¿de acuerdo? —La pelicorta asintió con un intento de sonrisa trémula, mientras caminaban hacia el interior del apartamento de la mayor.

No sabía porqué, pero siempre acababan de ese modo, ella hablando con toda esa angustia que parecía depurar de su dañado corazón y Nayeon, oyendo con toda impotencia lo que tenía para decir.

La rubia no le creyó entonces a uno de sus profesores de la universidad cuando decía que su profesión estaba en todas partes, en cualquier ocasión, en cualquier vivencia, pero era verdad. Ahora estaba ahí, viendo a la mujer por la cual resguardaba tantos sentimientos que no deseaba nombrar aún como toda una cobarde, oyéndola llorar e intentar hablar entre sollozos y lamentos, con todos sus conocimientos tan abiertos como un botiquín de primeros auxilios, lista para correr en su ayuda. Rayos, solo quería abrazarla con fuerza para que dejara de sentirse tan mal. 

—Lo rechacé una vez más y se puso muy molesto. Comenzó a decir cosas que me irritaron, discutimos... 

Nayeon hizo una mueca desaprobando lo acontecido, pero se sintió aliviada de que ella fuera en su búsqueda. 

¿Cómo debía sentirse? Estaba allí en casa de la mujer por la cual no sabía que podía sentir tantas cosas hasta ese mismo día, después de vivir toda su pasión latente en aquel episodio que no podría haber imaginado jamás, después de haber abandonado a su novio con el cual tuvo una relación durante muchos años y con quien estaba a punto de casarse hace menos de un día, porque decidió admitir a viva voz que estaba completamente enamorada de una mujer.

—No está mal lo que hiciste cariño, si lo hiciste es porque es lo que sientes ¿está bien? —Le animó la profesional, mientras tomaba la taza de té sobre la mesa de la sala frente al sofá y se la entregaba a la pelicorta, después de cubrirla con una manta calentita.

—Lo sé. —Asintió luego de agradecer por la bebida y Nayeon se arrodilló frente a ella.

—¿Y cómo llegaron sus asquerosas manos a ti? —Señaló con su mentón. Jeongyeon la miró fijo, analizando si debía responder a esa pregunta.

—En medio de la discusión... —La pequeña cuchara se resbaló de sus dedos temblorosos. Nayeon tomó la taza de entre sus manos, para detener el temblor de las mismas.

—Nadie te hará daño otra vez cariño, ¿de acuerdo? Yo voy a cuidar de ti, hasta que seas capaz de enfrentar esto tu misma. —Musitó con toda esa seguridad que a la joven frente a ella le hacía tanta falta y la incentivó a beber un sorbo de su taza, para que el calor de la bebida le diera un poco más de confianza.

—Me enojé cuando me preguntó si estaba enojada porque no quería coger... —La mayor la miró con una expresión que delataba su desprecio latente —Esas fueron sus palabras... —Sonrió apenada —Entonces pude ver lo que desagradable que es su modalidad de hablar, lo asquerosamente egoísta que es todo el tiempo, cuánto detesto que me toque o se me acerque y... me provocó tanto repudio, que le grité que… que lo engañé... con una mujer —Susurró sin poder creer aún que lo había dicho y el modo en el que lo había hecho.

—Buen trabajo cariño. —Susurró Nayeon con una sonrisa divertida y besó las manos ahora cálidas de la menor, las cuales seguían en torno a la taza. —Haz dicho la verdad, estoy orgullosa de ti.

—Unnie tu y yo no...

Nayeon se incorporó frente a ella, sosteniéndose de sus rodillas y viendo fijo a sus hermosos ojos oscuros y dañados. 

La profesional analizó los detalles en su hermoso rostro, en su pelo lleno de su personalidad, en la sencillez de su semblante decaído. Adoraba admirarla mientras hablaba, podía señalar cada detalle de su rostro de memoria a causa de todas las veces que había disfrutado de observarla, antes  mientras lo hacía. Siempre había tanto en esa chica que llamaba su atención.

—Yo jamás he visto amor en tus ojos cuando dices su nombre, o cuando hablas sobre él. Desde hace mucho tiempo que estoy tratando de descubrir lo que escondías debajo de tus palabras cuando decías que lo amabas, Jeongyeon... —Su manos acariciaron sus brazos —Porque no veo tu mirada oscurecer cuando él te toca, como cuando yo lo hago... 

Jeongyeon suspiró, como respuesta a cada palabra, pues la rubia no había dejado de verla un solo instante.

—¿Nos viste? 

Nayeon asintió con una sonrisa cómplice.

—Tu mirada... brillaba tanto cuando lo saludaste al llegar esta tarde, pero estoy cien por ciento segura que fue por el recuerdo de mis besos en tu boca... —Se acercó a su cuello y beso suavemente allí, robándole un suspiro —Por mis caricias aún rozando tu piel, por todo lo que te hice sentir con unas cuantas caricias ¿No es así? —Seguía besando con suavidad sobre mejilla y mentón, recorriéndola suavemente.

—Desde el día en que nos besamos, no he podido pensar en otra cosa que no seas tu… 

Jeongyeon no apartó su mirada después de admitir esa verdad y Nayeon no esperó para tomar sus labios con los suyos con gratitud. 

En esa ocasión no se trataba de aquella pasión que desbordaba por la tarde, en ese beso había una clara garantía de que en una relación había mucho más que solo compatibilidad sexual, porque esa mujer le estaba dando otro tipo de beso, era uno tan diferente a todos los que había recibido de su parte.

Nayeon le estaba dando a Jeongyeon un beso de apoyo, de consuelo, de fortaleza, uno que deseaba abrigar su corazón con su caricia de labios tibios. Un beso que no ocultaba más intenciones, que era tan transparente como su suave acercamiento repleto de su dulce invitación. Jeongyeon se sintió despertar de un mundo completamente oscuro gracias a los besos amables de Im Nayeon.

Una mujer enamorada no se deja besar por otras personas, cariño. Una mujer enamorada se reserva para su amor, no se deja llevar así como así Jeongyeon. Mírate, ve como te pones cuando estoy cerca de ti... —Se sonrió acariciando su nariz con la suya y besando incontables veces sus bonitos labios.

—No lo amo a él... —Nayeon meció la cabeza, dándole la razón —Te quiero a ti, Nayeon unnie... —La mujer frente a ella se sonrió antes de asentir. 

Nayeon tomó la taza de entre las manos de Jeongyeon para dejarla sobre la mesa, sin prisa alguna, parecía desesperar a la menor con su paciencia. La pelicorta respiró con calma cuando la rodeó con los suyos, sintiendo el dulce aroma de su perfume.

—Siento que podría hacer cualquier cosa con tal de que no dejes de besarme nunca, unnie... —Se ruborizó ante su confesión, pero su corazón mantuvo la calma cuando Nayeon sonrió como respuesta.

—No pienso dejarte escapar… —Levantó su mirada nuevamente.

—No deseo escapar… 

—No tienes porque cariño, esto que sentimos, está muy bien —Murmuró acariciando su mejilla ruborizada con sus labios, adoraba lo rápido que todo de ella correspondía a su acercamiento, a sus palabras, a sus caricias. 

Jeongyeon asintió sonriendo ante su acercamiento y pronto estaba muy cerca de su rostro, logrando que sus latidos triplicaran su intensidad. Nayeon admiró el modo en el que se entregaba a ella con facilidad, consciente y expectante por conocer qué más podría descubrir en su interior gracias a su mero acercamiento.

Cuando iniciaron los besos, estos se volvieron más ansiosos y apresurados cuando se tomaron por primera vez sin una taza interviniendo en medio de ambas, con las manos libres de interrupciones, con tantos deseos y tantas dudas por solventar en ese acercamiento. 

Nayeon tomó el suave cabello desordenado de la menor, mientras enredaban sus labios de inimaginables modos. Jeongyeon comenzaba a acostumbrarse a la sensación de disfrutar que el acercamiento de la mayor fuera tan natural y placentero como beber un vaso de agua después de un caluroso día de verano, mientras se entregaba a su ritmo y se dejaba adiestrar por su experiencia plena.

La sala comenzaba a tomar temperatura y Nayeon ya planeaba cada movimiento para enloquecer a la chica frente a ella cuando alcanzó y llenó su mano izquierda con su pecho sobre la tela de un solo apretón. La menor se arqueó contra ella buscando más contacto. Nayeon se ruborizó de excitación ante la respuesta espontánea de su hermoso cuerpo y tragó cuando comenzó a desmoronar la camisa con los dedos de su mano derecha. 

—Haré lo que tu quieras, llegaré hasta la base que tu desees, esta experiencia será memorable Jeongyeon-ssi... —Prometió la rubia, sin apartarse un solo milímetro de su acercamiento.

Nayeon la ayudó a recostarse sobre el sofá y se posó sobre ella profundizando el beso y levantando la camisa a cuadros que tan rico acceso le había dado unas horas atrás.  

Jeongyeon buscó su mirada y la encontró al instante para acompañar cada uno de sus movimientos, necesitaba sentirla entre sus manos. Eso a lo que llamaban "morbo" por desear sentir el cuerpo de otra mujer, fue más que un tonto mito para ella. Habían tantos sentimientos sobre la mesa, era más que un deseo que le alborota las entrañas, era casi una necesidad que crecía con cada segundo que respiraba el mismo aire, quería sentirla contra sus manos, contra su cuerpo, poder sentir su aroma natural y probar del sabor de su piel. Jeongyeon deseaba descubrir cada característica de ese sentir que comenzaba a volverse una adicción.

Con suma torpeza, la menor inició el recorrido de sus manos contra su cintura marcada, deseando conocer lo que ocultaba su hermoso cuerpo al desnudo y entregarse por completo a lo que estaba naciendo entre ellas. 

Nayeon cubrió su boca y la cortejó con su lengua mientras su mano tomó su mejilla y la mantuvo muy cerca, por si acaso intentara escapar de su boca. Un gemido brotó de los labios de la pelicorta, una vez sus dedos bajaban por sus costillas desnudas, jugaban con su impaciencia sondeando su estómago con caricias suaves, y aunque Jeongyeon no tuviera experiencia alguna junto a una mujer, también deseaba más de ese encuentro. 

—Quiero sentir tu piel... —Murmuró agitada por la falta de respiración y Nayeon se sentía en éxtasis de sólo oír sus necesidades hechas las suyas. 

—Yo quiero todo de ti, Yoo Jeongyeon... —Respondió la mayor ante lo dicho por la nombrada. —Pero será mejor que vayamos a la cama, ¿no crees?

Jeongyeon tomó la mano que la licenciada le extendió con aquella seguridad que tanto sabía admirar en ella, y la dirigió por el sendero que las dirigió a la habitación que no había reparado en detallar aquella noche de la fiesta, el pasado sábado cuando había estado allí. Siquiera recordaba cómo era su baño a causa de haber descubierto esos dulces besos que la traían loca por ella. 

Nayeon le tendió la puerta de su habitación y Jeongyeon no tardó en seguirla, trémula y nerviosa. Nada en ella parecía percibir otra cosa que no fuera a esa rubia mujer quien le hacía esa silenciosa invitación. 

—¿No quieres darte un baño y descansar un rato?

—¿Huelo muy mal? —Musitó la menor, sin poder apartar los ojos del espectacular vestido que aún cubría su cuerpo y se pegaba a sus muslos. Nayeon meció la cabeza en su dirección.

—Siempre hueles increíblemente bien, pero quizás quieras relajarte, cariño. Has pasado por un mal momento hoy, quiero cuidar de ti… —Admitió Nayeon su preocupación, arrancándole una sonrisa a la menor, quien se acomodaba la camisa desabotonada por su mayor.

—Solo quiero relajarme si es contigo, unnie… 

—¿Quieres que me bañe contigo? —Ofreció, abrazándola por la cintura y dejando un beso sobre su mejilla. Jeongyeon comenzaba a adorar ese hábito en ella.

—Solo si tu quieres. Pero estoy bien Nayeon, no debes preocuparte por mi. 

Nayeon sonrió y le dio un suave beso en los labios, antes de tomar su mano y llevarla hacia el cuarto de baño que estaba en la habitación de junto al de la rubia.

Cuando la mayor encendió el agua y esta comenzó a caer, Jeongyeon sintió que todo eso que se había encendido en su interior, comenzaba a ceder ante la gran melancolía que la invadía, que no supo ver cuando y como Nayeon acabó de desvestirse y se metió en la ducha. 

Con toda la pena del universo, Jeongyeon se quitó prenda por prenda, hasta que solo estuvo en ropa interior. Cuando le faltaban las últimas prendas, dudó. 

—Cariño, está bien si no quieres… —Habló Nayeon, al fijarse porque se tardaba y encontrarla muy quieta y pensativa en el mismo lugar en donde la había dejado.

—Sí quiero… —Suspiró ante la duda. Al final decidió quitarse las prendas que la cubrían y se metió en el cubículo junto a Nayeon. 

La profesional no tuvo necesidad de incomodarla pretendiendo perder los ojos en su cuerpo, innecesariamente. Jeongyeon vio como la rubia se acercó a ella, la abrazó suavemente y le dió un privilegiado lugar a su lado debajo del gran chorro de agua, dejando suaves caricias sobre sus hombros, luego acomodando su cabello mojado fuera de su rostro para que pudiera sentir el agua caer, en cambio. ¿Qué fue lo que la hizo llorar? Jeongyeon quiso saber cuál fue el motivo por el cual la abandonó la primera lágrima pero no lo entendió de inmediato.

Nayeon la mantuvo contra su cuerpo cuando la oyó sollozar y se apresuró a contenerla con todo de sí, sin siquiera imaginar la idea de cuestionarla. Podía entender muy bien su angustia y confusión en ese preciso momento.

—Lo siento… —Se disculpó la pelicorta cuando la encontró con sus ojos sobre ella. 

—No tienes porque, cariño. Si lo que deseas es llorar, aquí eres libre de hacerlo las veces que lo necesites, yo estoy aquí para sostenerte, ¿Está bien? 

Nayeon no pretendía escatimar cuando decidió que cuidaría de cada centímetro de ella. Una vez habían terminado con la larga ducha, la licenciada le ofreció un cómodo pijama, y una vez ella estaba vestida, la llevó para que tomara un lugar sobre la cama, se posó frente a ella y comenzó a preparar su skin care. Muy a su parecer, no había mejor instante de calma y relajación que con un buen skin care.

Jeongyeon miró raro a Nayeon cuando le puso una linda banda con orejas de gatito para recogerle el fleco de la cara, ni después, cuando acomodó una mascarilla en su rostro con cuidado de no tocar demasiado el moretón, pero no se le pasó la idea de quejarse. 

—¿Tienes una rutina de skin care? —Consultó la mayor cuando le retiraba la mascarilla algunos minutos después, mientras analizaba que era conveniente agregar al procedimiento.

—Mmm, no siempre. Soy floja la verdad —Susurró Jeongyeon con honestidad, haciendo reír a Nayeon. 

—Tu piel absorbió mucho, falta hidratar. Te voy a poner un suero muy bueno que a mi me gusta mucho la textura que tiene… —Admitió mientras untaba el producto sobre el rostro de la pelicorta y le hacía un suave masaje con sus nudillos, por supuesto que con cuidado de no hacerle daño.

—¿Por qué haces todo esto? —Preguntó Jeongyeon mientras Nayeon deslizaba una suave caricia que parecía habitual para ella y se encontró con su linda mirada cálida.

—Porque le falta hidratación a tu piel, pero solo falta un poco de crema hidratante, también para el contorno de los ojos, bálsamo y ya terminamos. —Comentó enérgicamente, mientras buscaba los productos en un neceser que tenía entre sus piernas. 

Jeongyeon sonrió de lado, cuando cerró los ojos ante su indicación. Nayeon estaba decidida a no hablar más del asunto, y estaba segura de que no cambiaría de parecer a menos de que ella quisiera hablar por sí misma. 

—No me refiero al skin care, me refiero a todo esto unnie. Podrías haber ido a cenar con tu amiga y no estar aquí…

—Me gusta estar aquí y cuidar de ti Jeongyeon. Ahora tírame un beso —Ordenó abriendo un bálsamo labial. Jeongyeon se negó —Anda, se una buena chica y tírame un beso. —Bromeó la rubia, besando la punta de su linda nariz redonda.

—Lo haré, si tú me das algo a cambio. —Musitó la menor, ganándose una expresión de falsa confusión de la rubia.

—Mhm, me lo puedo pensar…

—¡Unnie! —La regañó Jeongyeon y ambas rieron.

—De acuerdo, pero tú cumple primero —Señaló Nayeon, después de haber pasado el bálsamo por sus propios labios.

—¿No quieres saber que es lo que quiero a cambio? —Murmuró cuando la rubia estuvo muy cerca de ella, en la espera.

—Tírame un beso y verás que no necesito que me lo pidas... —La retó y Jeongyeon se sonrió antes de extender los labios hacia ella, exageradamente.

Nayeon pasó el bálsamo por los labios de la menor y luego arrimó los suyos, haciéndola reír. 

Nayeon no solo le regaló la íntima y delicada sensación de sentirse cuidada por su acompañante, sino que se recostó a su lado y le dio una suave caricia interminable sobre el cabello que la hizo sentir cómoda y reconfortada.

No supo cuanto tiempo habían estado debajo del agua, mientras intentaba animar a la pelicorta. Nayeon cuidó de Jeongyeon hasta que ella cayó dormida en su cama como un lindo ángel con las alas rotas. 

Tragó ante esa idea. No deseaba que la menor tuviera que vivir todas aquellas situaciones, siquiera entendía porque la educación sexual tenía que ser tan limitada, aquello era tan inconsciente, muy a su parecer había muchos beneficios con hacer más fructífera la información que le daban a los estudiantes sobre sexualidad. Ella sabía que Jeongyeon no hubiera vivido todos esos malos ratos, si tan siquiera le hubieran enseñado como funciona su cuerpo. Como mujer, estaba indignada y más que decepcionada del sistema educativo.

La observó mientras dormía placidamente con las manos unidas en un rezo contra su mejilla de apoyo. Era tan dulce, tan suave, tan sensible pero tan lista y tan fuerte también. Nayeon sonrió cuando la vio removerse ante su mirada y lamentó haberla despertado con su presencia. 

—Lo siento, lo-lo siento, me quedé dormida… —Musitó, obligándose a abrir los ojos y levantándose de su posición, repentinamente.

—No te preocupes por favor, descansa un rato. —La detuvo Nayeon, invitándola a que retome su lugar.

—No quiero descansar, quiero estar contigo.

Nayeon sonrió ante sus palabras y se palmeó el pecho en su dirección. Jeongyeon entendió de inmediato la señal y no tardó en apoyar su mejilla contra su pecho abrazándose a ella con todo su cuerpo.

—Estamos juntas ahora Jeongyeon-ssi, ya te dije que no te dejaré ir…

—Unnie, también dijiste que la experiencia sería memorable.

La mirada de ambas se buscó entonces. Nayeon tragó ante la determinación de la menor, quien se acercó a ella para besarla suavemente con esos labios tan hermosos y no se pudo resistir a ellos.

—Te ves muy cansada… —Susurró Nayeon contra su mejilla izquierda, ahí en donde el color comenzaba a intensificarse.

—No, solo me relajé demasiado, estoy muy bien. —Musitó la pelicorta, meciendo la cabeza reiteradas veces.

—¿Te duele demasiado? —Señaló Nayeon hacia su rostro.

—¿Qué cosa? —Jeongyeon se apartó repentinamente cuando Nayeon le dejó un beso por allí.

—Sí te duele. —Comprobó la rubia.

—Lo había olvidado por completo…

—Tenemos toda la vida para hacer recuerdos memorables Jeongyeon-ah, duerme un rato más…

—Pero quiero que comencemos ahora mismo, Nayeon.

Nayeon rió por lo bajo y dejó que Jeongyeon la rodee con sus piernas, quedando encima de su cuerpo. 

—Ya has tomado una decisión, ¿verdad? —Entendió Nayeon, recibiendo sus besos que descendían tímidamente por su mejilla hacia el sur.

—Quiero estar contigo. Muero por conocer qué otras cosas puedo sentir cuando estoy contigo, unnie… 

—Oh Dios, no lo digas tan alto que me muero por hacerte sentir todo lo que tu te mereces Jeongyeon… —Ronroneó cuando la menor reinició el sendero de sus besos y ahora se dirigía por su cuello. 

—Por favor unnie, estoy bien, lo prometo, déjame olvidar lo que sucedió hoy. Mañana habrá tiempo para buscar soluciones. Ahora solo te quiero a ti...

—Te quiero Jeongyeon, siempre te quise pero ahora te quiero con una intensidad que no sé manejar… —Admitió la mayor posando su frente sobre la suya, disfrutando del roce de su piel.

Esta vez era ella quien comenzaba con esos interminables besos ruidosos y húmedos que comenzaban a compartir. Jeongyeon se incorporó para tener más acceso al delicioso cuerpo de Nayeon, atrayéndola contra el suyo.

—Desnúdate. Quiero… necesito verte. —Gimió sobre sus labios mientras las caricias de Nayeon se volvían incesantes en dirección de sus pechos, pero sin llegar a ellos, por debajo de la tela que la cubría. 

—Soy tuya Jeongyeon, desnúdame, haz lo que quieras, complácete... —Se sonrió la rubia cuando acarició sus labios y se puso sobre sus pies, frente a ella. 

Una vez Jeongyeon se sentó en la cama con los pies sobre el suelo, lejos de contener sus deseos, se acercó a ella y comenzó a desabotonar la parte de arriba de su pijama. Nayeon se liberó de las mangas para ayudarle y la menor la liberó de sus pantalones, dejándola solo en bragas frente a su mirada curiosa. 

—Quiero hacerte sentir tan bien como tú lo has hecho conmigo… —Su voz se oyó muy baja cuando la recorrió con la mirada hambrienta y el rubor pintando sus mejillas ante su hazaña. Nayeon semidesnuda frente a ella era la imagen más hermosa y más erótica que había tenido que enfrentar en toda su vida. 

Nayeon desprendía una magia de ella cuando acercó su cuerpo a Jeongyeon, quien llenó sus ojos de su desnudez con una admiración, una curiosidad y una adoración pura e infinita que quedaría en la mente de la licenciada, estaba segura que para siempre. Las manos sudorosas de la menor recorrieron el largo de su espalda, alternando su mirada de su cuerpo y su mirada, buscando una directiva, una indicación.

Con la misma intensidad hilando en su alterado corazón, Nayeon tomó las manos titubeantes de Jeongyeon y las posó sobre sus pechos.

—Oh Dios… —Jadeó la pelicorta sin poder asimilar lo que hacía, tan tierna y amable al corresponder del agarre que Nayeon le instaba y robándole una sonrisa tierna.

—No tengas miedo Jeongyeon, tócame, me gusta que lo hagas ¿está bien? —Musitó contra sus labios, una vez rompió el beso para hablar y Jeongyeon asintió como respuesta.

Sus hermosos ojos oscurecidos de anhelo, sus lindos labios la llamaban pero Nayeon quería conocer mucho más de su curiosidad.

Jeongyeon gimió cuando Nayeon succionó su cuello con sus labios hinchados y la oyó gemir cuando le tomó los pechos ahora con más decisión en sus acciones, buscando conocer más de ella, deseando saciar una necesidad que siquiera sabía que tenía.

—Tu también eres preciosa, unnie… —Habló Jeongyeon admirando ese tierno rubor que parecía intensificarse en su rostro con sus agarres y apretones, y que también podía sentir en sus mejillas.

Nayeon estaba sobre Jeongyeon, mientras se besaban y las manos de la menor no se cansaban de repetir trazos por su cuerpo con sus dedos.

—¿Confías en mí, Jeongyeon-ssi? —preguntó la rubia, una vez jugaba con el borde de sus pantalones de pijama, que le estaba dando tan buen acceso al suave de la piel de su bajo abdomen, casi rozando sus bragas.

Jeongyeon se removió bajo su cuerpo buscando una fricción que la aliviara de aquella tensión y que solo había descubierto cuando ella estuvo así de cerca por primera vez.

—Sssi, si, si —Asintió la menor, moviendo su cadera en encuentro con la suya. 

La rubia se sonrió y le dió un chupón más brusco a su clavícula, mientras se iba deslizando por su pecho. Una mano recorrió caricias por sus costados para comenzar a deshacerse de la prenda que la cubría y notó como su cuerpo parecía reconocer sus acciones.

—Estuve fantaseando con la idea de hacer el amor contigo durante toda la semana cariño… —Ronroneó la mayor junto a su oído, mordisqueando la sensible piel en la unión de su cuello y oreja para oírla gemir.

La sola idea estremecía cada centímetro del cuerpo de Jeongyeon. Nayeon sostuvo su mirada mientras deslizaba sus bragas por sus piernas buscando su desnudez, deseaba cada parte de su cuerpo, tenerla por completo debajo del suyo, sentirla solo suya para burlarse de cualquier bano recuerdo en ella.

—Quiero hacerte sentir todo lo que sé que eres capaz de sentir Jeongyeon… 

La sensual y cómoda fricción de su cuerpo desnudo contra el suyo se había vuelto todo a su alrededor. Nayeon se dejó explorar por la cálida boca de Jeongyeon, cuando se hizo un lugar entre sus piernas con su cuerpo y descubrió, con una breve caricia de sus dedos, la humedad que evidenciaba lo a gusto que la hacía sentir.

—¿Se siente bien? ¿Quieres que me detenga? —Preguntó Nayeon apoyando el codo a un lado de la cabeza de la menor como un apoyo, sin dejar de digitar suavemente sobre su húmedo botón.

Jeongyeon meció la cabeza reiteradas veces. Nayeon deslizó ambos de sus codos sobre su cabeza, cuando perseguía un nuevo sendero sobre su cuello con su mano libre y descendiendo con una lentitud insoportable. Todo sin dejar esa incesante caricia que alternaba su índice con su mayor, lento y paciente.

Jeongyeon fue consciente de que perdió la voluntad de su cuerpo cuando este tembló ante la primera caricia de su boca contra su pezón derecho, su voz se oyó aguda y lasciva y se tomó de la almohada debajo de su cabeza, deseando no interrumpir ni una sola de las acciones de su mayor.

—Na-nayeon unn-nnie… —Jadeó la pelicorta con los ojos muy cerrados y luego hundiendo los labios contra sus dientes frontales. Nayeon imaginó que estaba dejándose caer ante las sensaciones. 

—Déjate llevar preciosa, quiero que te corras para mi toda la noche… —Ronroneó cuando jaló uno de sus pezones entre sus dientes y se deleitó con el gemido que obtuvo como respuesta. 

—¿Por… porqué todo lo que dices me hace sentir más… calor? —Preguntó hambrienta de conocimiento y Nayeon parpadeó su lengua, ahora contra su pezón derecho. Su respiración se aceleraba cada vez más, mientras la licenciada ganaba prisa en los movimientos de su mano. 

—Se llama estímulo verbal. Debes saber que el área más erógena de una mujer está ubicada en su poderosa mente, Jeongyeon-ssi… —Murmuró Nayeon deslizando sigilosamente sus besos por su estómago.

—Oh Dios… eso explica tantas cosas, unnie… —Murmuró la pelicorta, incapaz de profundizar en la conversación.

—Sí me ves, será más intenso cariño… —Habló la mayor golpeando su caliente aliento contra su estómago y mordisqueó su vientre, mientras la menor dudaba.

Cuando Jeongyeon abrió los ojos, Nayeon tenía el rostro a la altura de su pubis y hundía una de sus largos dedos en su interior. Rápidamente el calor parecía tomar camino desde sus mejillas, se extendía por su pecho a toda prisa y se agolpaba allí en donde la rubia presionaba la primera estocada de su inocente dedo índice, el cual comenzaba un ritmo calmo pero inquebrantable. La nueva sensación era como un mar que repetía el proceso de ida y vuelta como oleadas que Jeongyeon podía resentir por todo su cuerpo.

—No puedes más de hermosa, sigue viéndome y veras lo que te mereces Yoo Jeongyeon… —Ronroneó la mayor antes de posar la suavidad de su lengua contra su clítoris y acompañar el estímulo de sus dedos.

Una vocal muy alta quebró y abandonó la garganta de la pelicorta cuando la sensación la invadió como la espuma y falló en mantener sus ojos sobre la mujer que adoraba su cuerpo con tanta habilidad pues, se dejó llevar por aquel oleaje. 

—Vamos Jeongyeon-ssi, córrete para mí, déjame verte… —Musitó Nayeon jadeante, antes de profundizar el mayor junto al índice y empujar aquel punto que conocía muy bien, la haría gritar en su liberación. 

No se equivocó. 

El pecho de Nayeon subía y bajaba mientras se recostó contra la cama junto a la chica que se había perdido en un viaje con regreso demorado. Conocía la sensación del orgasmo por fingering, conocía el hormigueo, la sensación de perder los sentidos y quedarse muy quieta y en blanco mientras el cuerpo parece vibrar por sí solo. Ella merecía conocerlo también. 

—No te preguntaré cómo te sientes, porque lo sé… —Murmuró Nayeon cuando tomó una de sus manos y la posó sobre sus labios para besarla. Estaba deseando su contacto, tenía el cuerpo tan expectante y tan sensible a causa de la excitación y el gozo que sentía de verla disfrutar de sus caricias.

—Oh Dios… Nayeon… —Jadeó cuando notó como la mayor se metía su dedo índice dentro de la boca y lo chupaba con suavidad. La jodida sensación se extendía en su cuerpo como todo lo anterior que le había hecho ¿Acaso sería capaz de hacerle sentir una pequeña porción de lo que ella le estaba haciendo sentir? 

—Rayos, me encanta verte llegar al orgasmo Jeongyeon, quiero hacerlo toda la vida… —Musitó posando sus dedos húmedos sobre su cuello y dejándose acariciar por ellos. Jeongyeon persiguió la caricia por su propia cuenta.

—Enséñame Nayeon, quiero que tu también te sientas bien… —Musitó ansiosa mientras trazaba su cuello y alcanzaba sus pechos para rozarlos con la palma de su mano. Nayeon tragó dejándose seducir por la amable caricia de la menor. 

—Oh Dios, pero si te sale natural Jeongyeon-ssi, sígueme tocando así… —Murmulló con su voz temblorosa. —Tú ya me haces sentir muy bien… —De solo sentir sus cálidas manos contra sus pechos había terminado de arruinar sus bragas.

—Quiero hacerlo mejor…

—Cariño, créeme que ahora mismo podría correrme de solo sentir como tomas mis pechos de este modo, no dejes de hacerlo… —Jadeó Nayeon. 

Jeongyeon, muy recuperada y expectante, mantuvo la tibia caricia a esos hermosos pechos mientras deseaba perder su boca por ahí. El pensamiento llegó a ella tan de prisa como se decidió a cumplir con él. 

—Oh Jeongyeon… —Jadeó Nayeon y se dejó mimar por la cálida boca de la menor quien parecía tomar un ritmo lento e impreciso que la excitaba aún más. 

La amable boca de Jeongyeon lubricando sus pezones, solo la llevaron a codiciarla más. Nayeon rodó en su espalda y pronto estuvo sobre ella nuevamente. 

—No dejes de hacer eso… —Ronroneó y Jeongyeon sonrió antes de perseguir su espalda con sus manos para atraerla contra su boca. Nayeon gimió audible para ella y Jeongyeon podía sentir la molesta humedad entre sus piernas de nueva cuenta.

Nayeon lo supo cuando notó como la pelicorta unía los muslos en su hazaña y rápidamente metió su rodilla entre sus piernas. La respuesta fue el jadeo que le regaló a su pezón derecho y pegó su clítoris contra el muslo que tomó con sus manos. 

La nueva sensación era deliciosa, Jeongyeon estaba asombrada de todo lo que la mayor era capaz hacerle sentir. Pero lo que llegó con el vaivén de la cadera de la rubia, eso sí que no lo vio llegar.

—Me voy a correr cariño… —Jadeó meneándose contra la sedosa piel del muslo de la pelicorta, quien no detenía la absorbente caricia de su boca y presionó el empuje de su rodilla. Gimió cuando ella correspondió a la caricia con tanta naturalidad. —Oh mi… oh sí, muévete… 

La orden de la licenciada repercutió en todo el cuerpo de la pelicorta, pudo sentirlo como una descarga chispeante y ella, que era agua caliente y sudor por el agarre de esa mano contra la carne de su pierna, se sostuvo de su hombro y el ritmo de su cuerpo.

Cuando la liberación se hizo en ambas, Jeongyeon no tardó en unirse con su boca para descubrir un nuevo tipo de beso de Nayeon, uno que colmaba de un rebosante júbilo, faltas de aliento, jadeantes, sonrientes y satisfechas.

—Nayeon, úneme a ti hasta que el jodido cielo se caiga… —Musitó la menor, aún jadeante, provocando una risilla en Nayeon.

—Eso será un verdadero placer, mi preciosa Yoo Jeongyeon… —Respondió antes de retomar esos besos llenos de una sabiduría que Jeongyeon tanto gustaba de admirar. 

A partir de esa noche se adoraron, se descubrieron y llegaron a lo más alto las veces que lo desearon, con algunas caricias y muchos besos nuevos, durante lo que restó de la noche.

Nayeon le enseñó a Jeongyeon un modo sencillo de colonizar un corazón con un par de besos, pero Jeongyeon se adueñó de toda su piel sin esfuerzo alguno. Aquella noche, el amor se hizo presente en el corazón de ambas y las llenó de certezas.

No, nadie podía juzgar a Yoo Jeongyeon por conocer el amor de modo intempestivo, pero fue afortunada de ser correspondida por los labios sabios y la empática sensibilidad de Im Nayeon, quien la llevó a conocer el cielo con unos cuantos estímulos y una férrea convicción que ocultó debajo de tiernos besos inocentes.

¡Llegué, Tu! ¿Cómo estás? Ü

¿Cómo has visto el final de esta historia? ¿Si te gustó?

Im Nayeon terapeuta es el estándar, nadie merece menos♡

Personalmente me siento satisfecha con este final. Quizás alguna vez me inspire hacerle un epílogo, quizás no, no prometo nada.

Siempre soy feliz de terminar un libro ;-;

Descansa, ya es muy tarde. Tqm, tu JazUnnie🌻

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