4: "Libre"
Aún le daba miedo la idea de entender y aceptar que su sexualidad había cambiado y que, definitivamente, ya no había retorno con ello. Pero era un hecho, podía sentirlo con todo lo que provocaba esa mujer en su cuerpo y mente, que la hacía desear más y más.
¿De qué se trataba eso que estaba sintiendo? Bullía y ardía en su piel, su temperatura corporal estaba tan alta que pensó que pronto se consumiría, jamás había sentido que pudiera alcanzar estado similar sin sufrir una enfermedad, era intenso y parecía inutilizar todos sus sentidos por la excitación.
Tan solo con sentir la textura de sus labios suaves entre los suyos, contra su lengua, abría su mente a un remanso de sensaciones que jamás creyó que pudiera sentir a causa de alguien más. Pensamientos bonitos y no tan decentes, todos a la vez y que la perturbaban por completo. De pronto, deseaba trazar todo su cuerpo con sus labios, con su lengua, impregnarse del sabor de cada milímetro de su piel como nunca lo había sentido antes con otra mujer, vaya, con otra persona antes. La sensación casi aturdidora, amenazaba con dominarle todos los sentidos a la vez.
Cuando la licenciada soltó sus labios y tiró del agarre que tenía contra los cabellos de su nuca, jadeó dejándose invadir con la nueva sensación. Estaba siendo relativamente brusca en su agarre, pero en vez de irritarla, la excitaba aún más, a la vez que sus húmedos labios se embarraban y alternaban por su cuello, mejilla y mentón, haciéndola gemir casi que sin su consentimiento. Su estómago se revolvía y el corazón parecía que se le escaparía por la garganta hasta que pudiera masticarlo.
Jeongyeon sentía que podría desmayarse en cualquier momento, cuando los dientes de aquella rubia mujer pinchaban la base de su cuello y luego se extendía sin prisa por su hombro entre mordisco y mordisco. Se removió como si hubiera recibido una descarga eléctrica, a causa de los escalofríos que la invadían y Nayeon admiró las suaves manchas rojas que iba dejando sobre su suave piel.
—¿Qué es e-eso? Oh, ¿Qué e-es...? U-unnie... —insistió la menor con desespero, mientras la rubia se abrazaba a su cintura para que no se apartara del acercamiento que exigía su cuerpo y seguía pellizcando la sensible piel de su cuello con sus dientes.
—Se llama lujuria, deseo, pasión Jeongyeon-ssi ¿Lo sientes? Te deseo tanto... Siénteme... —Ronroneó ahora contra sus labios, enterrando los dedos contra sus costillas por debajo de la gran camisa a cuadros que Jeongyeon tenía puesta esa tarde.
—Oh por-por Dios... —Jadeó la pelicorta, intentando apartarse de esa sensación pero a la vez con deseos de acercarla más contra su piel. La mayor la sostuvo ahora desde su baja espalda, contra su cuerpo para que no huyera.
—Tienes una piel tan suave... —Musitó contra su garganta, cuando alcanzaba el primer botón de su camisa.
Jeongyeon jadeó incontenible descubriendo cómo iba desprendiendo la prenda. Solía llevar esa amplia camisa y nada más que un sujetador de algodón cuando estaba en casa, pero en ese preciso momento, parecía ser muy oportuno para el fácil acceso a las intenciones de la mayor.
Nayeon terminó descubriendo su pecho. La pelicorta se estremeció cuando la licenciada separó sus piernas con una de las suyas y encerró sus dientes entre los dedos de su mano izquierda, quienes al parecer intentaban detenerla, y persiguió su pecho con su mano derecha, surcando entre sus pechos, cruzando su estómago, alcanzando su vientre. Jeongyeon la miró aturdida cuando la rubia desprendió sus jeans con aquella mano hábil.
—Oh-no, unnie... —Suplicó la menor, removiendo la cadera a la par de las caricias de sus dedos cálidos y largos, y jadeó al notar hacia donde se dirigían sus labios.
—¿Quieres que me detenga? —Susurró, tan ronca, deseosa y jadeante como ella.
La Licenciada reinició el camino de sus labios desde su clavícula hasta llegar entre sus pechos llenos que parecían llamarla aquella noche, en su fiesta de cumpleaños, ceñidos dentro de su vestido negro y que ahora estaba allí frente a ella, listos para obtener su atención. Recordar ese tierno beso inocente entre ambas, solo la animó a buscar más.
La amabilidad de sus labios húmedos rodeando su pecho de besos suaves y apretados provocaron que Jeongyeon cierre los ojos ante la pena, después de que se le escapara un gemido audible que no pudo contener. Se tapó los labios cuando la rubia sonrió en su dirección, satisfecha por su reacción.
—Pídeme que me detenga cariño, y lo haré... —admitió sobre la cúspide de uno de sus pechos aún cubiertos por el sostén.
La menor jadeó cuando se tomó con más fuerza alrededor de su cuello y Nayeon sonrió sin despegar sus ojos de su hermoso rostro ruborizado tan solo por sus caricias. Ella lo deseaba, podía sentir esa atracción, era insoportable y parecía querer acabar con ambas.
—Mírame y préstame mucha atención. —Ordenó, al instante en el que removía saliva, se remojaba los labios y corría la fina copa de su sostén, descubriendo uno de sus pechos. Un rosado pezón carente de atención se ganó la admiración de la mayor, y un jadeo de admiración.
Jeongyeon abrió los ojos que mantenía apretados ante las sensaciones que intentaba reprimir y atendió el momento exacto en que Nayeon deslizaba la punta de su lengua húmeda y delicadamente grumosa sobre su pezón.
—Oh Dios, Nayeon... —Se asombró de lo que podía llegar a sentir a causa de ver a esa hermosa mujer soplando suavemente sobre su pezón lubricado por su propia lengua, segundos atrás.
Ni siquiera sabía que podía sentirse así, aquello la confundió muchísimo más. Todos los vellos de su cuerpo se encendieron en su piel y la mayor sonrió, mientras mimaba uno de sus pezones ahora con la punta de su nariz mientras descubría al otro para atenderlo también con la misma paciencia. La chica frente a ella tembló entre sus brazos cuando regresó a sus senos con sus labios.
Nayeon supo ver que le fallaban las rodillas ante su insistente lengua maravillosamente sedosa contra su piel sensible, los gemidos de la pelicorta eran cada vez más altos y su cuerpo reaccionaba instintivamente a la parpadeante caricia de su lengua, ahora sobre su otro pecho, la cual iba alternando con las amables caricias de los dedos de su mano libre, atendiendo a ambos pechos a la vez, sin abonar el estímulo ni un solo momento.
—Cuando acabe contigo, no querrás que me aparte de ti y créeme que yo estaré esperando hasta que te decidas a regresar a mi, por más... —Prometió antes de tomar y halar su pezón entre sus labios y arrancarle un gemido alto, como Jeongyeon no sabía que podía hacerlo, como no esperaba que pudiera hacerlo jamás. —Solo procura romper con ese tipo antes de regresar, porque te quiero solo para mi Jeongyeon-ssi... —La respiración agitada generaba más fricción a la caricia de sus cuerpos.
Nayeon no se detuvo cuando decidió el destino de sus manos, y la arremetida incesante de su lengua, acompañó al suave trazó que iniciaron sus dedos contra su centro, sobre la tela de sus bragas a la altura de su clítoris, el cual no tardó absolutamente nada en hallar, para su deleite.
Jeongyeon retuvo la respiración cuando unió su cadera contra sus caricias. ¿Cómo sabía donde tocar y cuanto tiempo para que su cuerpo responda de ese escandaloso modo? Oh claro, ella sabía lo que le gustaba a una chica, pues era una.
—Sí unnie, ss-sigue por favor... —Su boca formó la primera vocal y Nayeon se prendió a su pecho, insaciable.
Jeongyeon gimió alto y agudo cuando una sorpresiva sensación de liberación tocó a su puerta. Rayos, tan solo le había tocado sobre sus bragas y le había chupado un pezón, Vernon había hecho eso muchas otras veces atrás, aunque no con tanta paciencia, como si no tuviera que lidiar con la prisa del tiempo, como si deseara pasar horas allí en donde empleaba su lengua y en cómo sus dedos la acariciaban persistente y con tanta habilidad. Su cuerpo parecía tener secretos ocultos que sólo Nayeon sabía descubrir con sus manos.
—Oh por Dios... —Repitió agitada mientras sufría inesperados espasmos por los escalofríos que erizaron todos los vellos de su piel. Sus bragas húmedas evidenciando las hazañas de su mayor —¿Cómo... qué rayos? —Jadeó la menor, buscando una respuesta a tantas sensaciones nuevas.
Nayeon sonrió de lado antes de apoyar un nuevo dedo sobre su pecho aún lubricado, robándole un pequeño jadeo y haciéndola temblar por lo sensible que aún se sentía todo su cuerpo, mientras su boca buscaba agasajarla con un nuevo beso de aquellos labios que buscaban descubrir cada centímetro de su ser con suma paciencia, sin detener sus manos que ahora la liberaban de sus jeans.
Las suaves manos eran más activas esta vez, mientras exploraban la sedosa piel de sus muslos, apretaban sus nalgas, a la vez que se apropiaba de sus labios con cada movimiento de los suyos, segura de que cada una de sus acciones provocaría algo nuevo en ella.
Nayeon levantó una de sus piernas largas para rodearse la cintura con ella, la sostuvo con firmeza y pegó su cadera contra la suya de modo tal, que la costura de sus jeans se pegó contra su sensible centro húmedo y sensibilizado por su toqueteo anterior. Oyó la aprobación de la menor en un nuevo gemido ahogado y mordisqueó la piel de su mentón sin dejar de deslizar su lengua por allí una y otra vez, Nayeon deseaba comérsela a besos como ella lo merecía.
—Eres tan dulce, toda tu... —Susurró la licenciada, sin abandonar su cuello, presionando con la misma atención que le daba a sus labios, ahora entreabiertos en una vocal imperceptible.
Jeongyeon comenzó a corresponder el constante movimiento de sus caderas, chocándose contra la gruesa costura de los jeans de su amante. Las caricias firmes de Nayeon contra sus nalgas, fuera de ser casi amables como la primera vez, ahora se hundían con fuerza contra su piel, pegándose contra el movimiento de su pelvis, simulando una explosión por todo su cuerpo que la excitaban aún más.
Acompasando con la insistente fricción que lograba hacerla perder toda cordura, Nayeon percibió como la pelicorta correspondía con sus manos, acariciando tímidamente su espalda y su blusa amenazaba con caer más debajo de lo que ya estaba.
El morbo que halló en sus brillosos ojos curiosos de ver sus pechos, le robó un gemido a la mayor, quien deseaba desnudarse para que la explorase a su antojo. Aquel pensamientos provocó que Nayeon apresurara el movimiento de su pelvis contra ella. El cuerpo de la menor tembló como una hoja fina entre sus manos y Nayeon se deshizo ante la ternura que esto le provocó.
—Tu... me gustas... unnie... —Admitió la menor, jadeante al ser abordada por aquella oleada que anticipaba a su cuerpo la llegada de un nuevo orgasmo. Cerró los ojos, permitiendo que sus manos explorasen por su espalda y dejándose llevar por el ritmo de su unnie.
La pelicorta dejó escapar un interminable gemido que dejaba en evidencia la probable humedad de sus bragas y su excitación tan impropia y sorprendente, que provocaba la humedad de su centro de sólo verla disfrutar gracias a ella.
—Tu también me gustas, cariño —Susurró Nayeon igual de agitada, concentrada en ella, en hacerle sentir todo lo que le provocaba con su entrega, con su tierna pasión, con el calor de su hermoso y espigado cuerpo contra el suyo, con el sonido de sus gemidos. Yoo Jeongyeon le gustaba mucho y se había tardado años en admitirlo.
Ya consumida por aquella lujuria que las envolvía, Nayeon tomó sus nalgas en sus manos e hizo presión contra ella. La menor correspondió, deseosa de más contacto y compartiendo la llama del deseo que crecía entre ambas desde aquel día que se vieron por primera vez a través de sus roles en la sociedad, y que no descubrieron hasta ese primer beso.
—Jeongyeon... —Pronunció Nayeon, sintiendo como todo su cuerpo tembló por dentro ante las caricias de sus manos contra su espalda. Un deseo salvaje la abordó, deseosa de verla correrse una vez más, deslizó sus hábiles manos por su cintura y estómago para alcanzar sus pechos y tomarlos de lleno en sus manos.
La pelicorta gimió su nombre con tanto gusto, que Nayeon no pudo creer que le excitara tanto con el sonido de su alterada voz.
—No aguanto más unnie, nunca me había sentido así... —Admitió abrumada, antes de unir sus labios con los de ella en un beso hambriento, recorriéndolos con su lengua y luego poseyéndolos como si quisiera arrancárselos. Nayeon la abrazó con sus brazos, correspondiendo.
—Me enloqueces, no puedo dejar de pensar en ti un solo instante desde ese beso... —Habló ronca, cuando se apartó inhalando aire antes de tomar su labio inferior, tirando, chupando y saboreandola con su lengua.
—Ni yo en ti, un solo instante...
La fricción se hizo más contínua y exigente en ambas, el roce que provocaba Nayeon contra Jeongyeon era recíproco cuando la menor correspondía con su cadera, sin dejar de despegar los labios de los suyos, en un marco llenos de labios entrelazados, respiraciones agitadas, corazones acelerados, jadeos ahogados y manos en todas partes.
—Unnie... —Sollozó Jeongyeon, ya incapaz de sostenerse por sí sola.
—Oh cariño, ¿te vas a correr otra vez? —Murmuró burlona contra su boca cuando insistió más en la presión y Jeongyeon en el volumen de sus gemidos.
El resultado fue un completo caos. La pelicorta lanzó un grito ahogado, y se deshizo entre respiraciones agitadas contra su hombro recibiendo los espasmos que dejaron un eco que parecía interminable en su cuerpo lánguido y turbulento, rendida a la maravillosa sensación.
Nayeon se mantuvo rígida contra ella, mientras la sostenía contra su pecho, impresionada de lo que había provocado en ella con un poco de fricción, mientras intentaba regular su propia respiración.
—¿Qué fue... unnie, qué fue... eso? —Musitó la menor incapaz de moverse, aún con dificultad a causa de su agitada respiración, sintiendo unas caricias casi inconscientes de parte de la mayor contra su pelo.
—¿No sabes lo que sucedió? —Preguntó Nayeon, dirigiéndole su atención a ella, con tal desapruebo en su mirada que intimidó a la menor.
—Oh... yo... —Susurró preocupada por su respuesta, aún tomada de su cuello, intentando no perder las fuerzas de sus piernas de flan.
Nayeon tomó su rostro entre sus manos para intentar leer en su mirada, con cuidado de no dejarla caer de su agarre.
—¿No sabes lo que pasó, cariño? —insistió Nayeon en la pregunta y jadeó cuando Jeongyeon meció la cabeza con tremulidad.
—No... —Respondió, aún asombrada con su reacción.
Entonces lo comprendió. Nayeon comprendió porque ella se había corrido con unos pocos estímulos en sus caricias, unos cuantos besos y un poco de fricción, como un frágil cristal. Ella no lo había sentido antes, le había dado su primer orgasmo. ¿Cómo diablos era posible? ¡Jeongyeon llevada más de cinco años de relación!
La rubia detuvo la hilera de maldiciones contra el imbécil de su pareja, las cuales llegaban a su mente como misiles, y estrechó a Jeongyeon con fuerza, cubriéndola con sus brazos, deseando protegerla de ese tipo que la hermosa chica creía que la amaba, y sintiéndose miserable por no haberlo descubierto antes. Todo comenzaba a cobrar tanto sentido dentro de su mente.
Ahora estaba segura de los sentimientos de esa joven mujer y de ese tipo para con ella, cuando amas ves el universo a través de los ojos de esa persona, y quien te ama prioriza tu placer antes del suyo propio, porque solo desea hacerte sentir bien.
Nayeon se sintió devastada ante su descubrimiento, era ridículo creer que estaba a punto de casarse con alguien, que tan siquiera priorizaba de hacerla sentir bien en la intimidad, y sintió escalofríos de solo pensarlo.
Abriendo la puerta, Vernon dejó sus llaves sobre la mesa y se sacó los zapatos antes de encaminarse por la habitación buscando tan siquiera aroma a cena, pero le extrañó oír un espeso silencio a cambio.
—¿Jeongyeon? —La llamó antes de seguir caminando hacia la habitación.
—Unnie... —Se apartó la pelicorta, con tremulidad del abrazo que compartían, después de haberse vestido.
Nayeon la buscó con su mirada, observando sus preciosos ojos oscurecidos casi como la noche misma y dejó un suave beso sobre su frente, negándose a dejarla ir.
—Debo ir, o vendrá —Le informó cuando la mayor se apartó unos centímetros y le rindió una caricia a sus labios pomposos con los suyos. —¿Unnie?
Nayeon no tenía nada que decir al respecto, su mirada espejada al corresponderle se lo decía, eso era más que suficiente para saber que haría lo que fuera por tenerla, así tuviera que luchar con la misma Jeongyeon, lo haría con tal de poder tenerla entre sus brazos, para ella, sin prisa y sin intrusos insensibles y inútiles como el "flamante" prometido.
Jeongyeon se medio sonrió cuando le pasó sus dedos por sus labios, limpiándolos de su pegajoso lipstick, suspiró cuando tuvo que despegar su cuerpo del de aquella hermosa mujer que correspondía cada uno de sus movimientos con una extensa observación y la dejó ir hacia donde oyó la voz de aquel intruso.
—¡Ash, ese idiota! ¡Maldito desgraciado! ¡Ojalá se ahogue con su propio semen! —Se quejó Nayeon, furiosa, mientras se tomaba el pecho, nerviosamente.
Después de su inútil retahíla de groserías, tomó asiento en la silla para esperar el regreso de la pelicorta.
—Hubieras llegado antes para ver el verdadero placer en los ojos de una mujer, que patán... —Gruñó y sonrió de lado al recordar el tierno cuerpo de la menor entre sus brazos.
Ahora tenía bien en claro lo que quería, y estaba más que segura de que no se rendiría fácilmente.
—¡Aquí estabas! —Dijo él llegando junto a ella y le dio un casto beso, como era habitual al llegar. Ella lo recibió con cortesía, como todo lo que hacía por él, admitió para sí misma, y se estremeció ante ese espontáneo descubrimiento.
—Hola... —Sonrió nerviosamente, intentando normalizar cada uno de sus sentidos aún agudizados.
—¿Estás bien cariño? —La miró Hansol extrañamente ruborizada, acercándose a ella. Jeongyeon dio un paso lejos de él.
—Claro... ¿Por qué no debería estarlo? —Habló con notable incomodidad, como si aquello no pudiera ser de otro modo.
—Es que jamas te vi tan sonrojada, ¿Tienes temperatura? ¿Estás enferma? —La miró más atentamente, acercándose hacia ella, pero Jeongyeon retrocedió un poco más y meció la cabeza.
—Oh no, no, lo que sucede es que estaba con Nayeon, mi psicóloga, ¿Recuerdas que te hable de ella? Estaba ayudándola en un... —Pensando lo que decía —... ejercicio, claro, de respiración y por eso estoy así... era, de respiración, para relajación, ya sabes... —Se rió nerviosamente.
Vernon la observaba sin mucha importancia, él jamás comprendía cuando hablaba de sus terapias, todo lo que fuera sobre Jeongyeon para él era como hablarle en castellano latino.
—Ahh... —Mira hacia la puerta detrás de ella —¿Está aquí? ¿Tu psicóloga? —preguntó curioso.
—Claro, Nayeon... está aquí... —Sonrió relajada al sentir como sus labios pronunciaban las letras que conformaban su nombre, su nombre era tan bello, le cotilleó su mente.
—Ah ok, le envías mis saludos —Se acercó y le dió un beso corto sobre la mejilla, antes de apartarse —Me daré un baño —Miró su reloj —¿Harás de cenar? —Le regaló un guiño.
—De acuerdo. —Aceptó intentando verse inexpresiva, mientras sus pies deseaban regresar el camino hacia donde estaba la licenciada.
—Bien. —Le dio un último vistazo y caminó hacia la habitación dispuesto para su baño.
Jeongyeon por su parte, suspiró relajándose antes de peinarse el cabello con las manos. Nayeon, quien los espiaba, vió a Hansol alejarse y se acercó a ella.
—Debes dejarlo, tu no lo amas Jeongyeon-ssi... —Susurró acariciando su brazo con la yema de sus dedos.
—¡Unnie! —Se estremeció y suspiró volviendo a relajarse con sus suaves caricias —Créeme que quiero hacerlo pero, no sé porque se me hace tan difícil —Baja la mirada —Estoy tan confundida... —Susurró. La profesional tomó sus mejillas con sus manos y haciendo que la mire a los ojos.
—Yo te quiero en mi vida, pero para eso él tiene que salir de la tuya... le haces daño y él a ti ¿Entiendes? Ponme atención... —La miraba suplicante.
La necesitaba en su vida, pero no estaba lista para un papel de amante, y muy en su interior, la voz de su conciencia gritaba que ella no merecía ese miserable lugar y tenía muchísima razón.
—Entiendo perfecto —Sonrió a medias —¿Seguiremos hablando? —preguntó con cierta decepción en su voz pues, sabía que era hora de que la mayor se fuera.
—Deseo hacer mucho más que hablar, contigo Jeongyeon... —Susurró besando la punta de su nariz —Pero por mas que no quiera debo irme, tengo una cita con mi mejor amiga y si no voy, Hirai me buscará y me pateará el trasero porque la cancelé varias veces esta semana... —Se sonrió, contagiando a la pelicorta junto con ella.
—De acuerdo... disfruta la cena, ¿nos vemos pronto? —Habló con la voz suave como mantequilla fundida. Mirando a su alrededor, Nayeon susurró cerca de sus labios.
—¿No me acompañaras a la puerta? —Sus miradas chispeantes se chocaron nuevamente y Jeongyeon se relamió el labio inferior asintiendo.
—Claro que sí —Se apartaron suavemente y caminaron hacia la puerta.
Cuando Nayeon salió por el umbral, observando que Jeongyeon se la quedaba viendo, se volvió para darle un suave besos sobre los labios. Jeongyeon se quedó con los ojos cerrados cuando ella se apartó.
—Estaré esperándote —Susurró antes de alejarse y caminar hacia su auto sin voltearse a verla, dejando a una Jeongyeon completamente lánguida y con la sensual vista del movimiento de sus caderas al retirarse.
—Nos vemos.. —Susurró para sí misma, antes de entrar a la casa.
Apoyada contra la puerta de entrada a su casa, Jeongyeon respiraba con dificultad, intentando buscar la calma. Había tenido dos orgasmos, orgasmos reales, con su terapeuta, ¡Vaya! ¡Con una mujer! Aquello se oía como una locura, pero era una realidad tan clara: estaba completamente enamorada de Im Nayeon.
Vernon salía de su baño, cuando la encontró sonriéndose junto a la puerta de entrada.
—¿Y esa sonrisa? —Se acercó para abrazar su cintura, ella se lo impidió con la excusa de que se dirigía hacia la cocina para preparar la cena.
—Oye... —Cerró la sonrisa, mientras sus pensamientos la remontaban hacia lo acontecido hacía un rato atrás, junto con la mujer que acababa de irse.
—Dime —Dijo él, notando lo radiante en su semblante —Te ves muy alegre cariño, eso te sienta muy bien... —Susurró presionando su cintura. Jeongyeon se apartó, consecutivamente, su acercamiento comenzaba a irritarla más de lo normal.
—Oye, espera, necesitamos hablar... —Musitó confundida. Deseaba hacer muchas preguntas, pero aún seguía tan aturdida.
—De verdad, te ves genial hoy —Señaló Vernon, insistiendo en poner sus manos sobre ella. Jeongyeon lo apartó una vez más.
—Oye espera. —Lo detuvo ahora con seriedad y él la miró fijo esta vez.
—¿Qué sucede? —Respondió sorprendido del repentino cambio en su semblante —¿Estoy haciendo algo malo?
—N-no. Solo me... —Suspiró viéndolo con tristeza, no lograba comprender cómo había permitido que aquello llegara tan lejos. —Estoy muy cansada... —Y ahí estaba, la misma excusa que utilizaba siempre para rechazarlo.
—¿Ah sí? —Hizo media sonrisa y se peinó el cabello —¡Me tienes cansado con tus excusas Jeongyeon! ¿Cómo te atreves...? —Dijo alto y presionó los puños.
—Lo siento, es que...
—¡Eso mismo me vienes diciendo ya hace muchísimo tiempo! ¿No te das cuenta? —Exclamó el hombre con tanta efusividad, que la dejó pasmada por un instante y él presionó la mandíbula ante su asombro —¡Siempre pones excusas Jeongyeon! ¡No comprendo! ¡No te comprendo! ¿Acaso estás saliendo con otro tipo? ¿O cuál es tu maldito problema para que te comportes como una tonta? —Habló realmente molesto, mientras caminaba lejos de su lado, hacia el otro extremo de la cocina.
Su mirada hacia abajo y el temblor de sus manos delataban lo alerta que la dejó su actitud y su corazón vibrante la había hecho permanecer en silencio. Jamás había visto a Vernon así de molesto antes.
"Perdóname, no puedo. Siento que la engaño..." pensó en su interior y la verdad la arrolló como un camión. Vaya, de eso se trataba la fidelidad...
Aún confundida por sus múltiples descubrimientos en tan poco tiempo, se dirigió a su habitación a paso rápido, huyendo de él. Las lágrimas pincharon en sus ojos y no pudo creer que su cuerpo haya pasado bruscamente de temblar por Nayeon, a temblar por Vernon de modo tan opuesto, ni siquiera sabía si estaba asustada o molesta.
—¡Jeongyeon regresa aquí! —La llamó el muchacho aún molesto, pero ella no regresó la vista tan siquiera. Decidido, la siguió —¿Y tú por qué lloras? —Se quejó cuando la halló de pie junto a su armario —¡Si eres tú quien me rechaza constantemente! —Levantó aquel dedo acusador y eso fue un detonador.
Jeongyeon no respondió a sus palabras, sintiendo su mirada de reproche, esa mirada que la perseguía constantemente llenándola de cargas y culpas. Esa ausencia de sentimientos, ese vacío contínuo y que, simplemente, ya no estaban en ella.
Algo había cambiado.
Algo ya no era igual que antes, por primera vez en lo que llevaba de relación, no se sentía responsable del probable fracaso en su futuro inmediato, por primera vez la culpa no calaba en su conciencia, porque había hecho mucho más que desear que se disuelva en el maldito aire, lo había ignorado para ser de alguien más, para dejarse besar y dejarse tocar por alguien más, porque deseaba los besos y las caricias de alguien más.
Porque quería a Im Nayeon.
El rubor se extendió sobre su rostro, la adrenalina comenzó a recorrer su cuerpo con tal violencia, que cada centímetro de su cuerpo temblaron sin que pudiera tomar el control de su cuerpo y se evidenciaba allí, en sus manos y rodillas. Sintió que vomitaría de la impresión de todo el entendimiento que iluminó su mente.
Jeongyeon se volteó a verlo y recordó cada detalle en su historia, en como su madre le indicó que no era buena idea ignorar sus muestras de interés, en cómo comenzaron a salir al terminar la escuela, en cómo le entregó toda su intimidad como muestra de gratitud por sus muestras de interés y atenciones. ¿Qué rayos estaba pensando? ¿Cómo se había convertido en una mujer, siendo tan accesible como una planta?
Vernon se acercó para tomarla y ella lo empujó con tanta fuerza que el muchacho tambaleó en su lugar.
—No quiero que vuelvas a tocarme, oh Dios... como odio que me toques... —Jadeó y tembló como si estuviera poseída por un maldito demonio.
El muchacho se apartó de ella cuando avanzó en su contra, atónito por esa reacción.
—Eres un maldito cínico, hijo de tu puta madre... —Expresó la joven mujer con satisfacción, sin cambiar su expresión de repudio. Ella comenzaba a asimilar lo que Nayeon había descubierto un rato atrás, cuando la tenía entre sus brazos.
—¿Qué has dicho? —Escupió el joven, alzando la voz ante su avance.
—Eres un asqueroso egoísta, ¿qué estaba pensando cuando me entregué a ti? Tan siquiera recuerdas el día de mi cumpleaños sin que te lo señale unos días antes, vaya, ni siquiera sabes absolutamente nada que no tenga que ver contigo...
—¿De qué hablas? ¿Te has vuelto loca? —Musitó Vernon, ahora desconcertado.
—¡Tu eres un maldito egoísta de mierda! ¿Cómo te atreves? Me has estado utilizando todo este tiempo, ¿Creíste que nunca me daría cuenta? ¿Eh? —Lo empujó con fuerza, pero el más alto se veía demasiado confundido con su atropello.
—¿Cómo? ¿A qué te refieres? —Aún asombrado de sus repentinas palabras.
—¡Eres un estúpido! —Lo empujó con fuerza una vez más y cuando entendió que no parecía ceder y que al final, mucho no le importaba lo que él tuviera para decir, tomó algunas cosas —Me largo de aquí, eres un maldito cínico. ¿Cómo pude creer que tenía sentimientos por alguien como tu?
—¿Todo este drama es porque no quieres coger, Jeongyeon? —Lanzó él tan frívolo y desconsiderado como, al parecer, siempre era su actitud. Vaya, tan solo ella no había querido ver lo idiota que era Hansol Vernon.
—¿Todo este drama...? —Jeongyeon lo buscó nuevamente con toda la violencia en su desconcierto —¡Todo este drama es porque me has estado utilizando, imbécil! ¿Crees que jamás me daría cuenta de que me utilizas para satisfacerte?
—¿Para satisfa...? ¿De qué hablas? ¿Estás loca? —La miró genuinamente sorprendido por sus palabras. Jeongyeon lo buscó con sus ojos empañados.
—Te engañé... con una mujer —Susurró tomada por aquel arranque de furia y adrenalina. —Y vaya que lo disfruté más que contigo...
—¿Cómo te atreves a decir algo así? —Expresó el espécimen de hombre quien, dejándose llevar por su pobre ego herido, la tomó del cuello de la camisa a cuadros como si de un igual se tratase, y ella lo enfrentó de inmediato con el céntimo de valentía que le quedaba en su delgado cuerpo.
—Me das asco, eres un narcisista ¿Sabes? Me alegra haberme dado cuenta de que no eres más que un pobre egoísta antes de unir mi vida a ti...
Cansado de oír sus duras palabras, Hansol le dejó un golpe en la mejilla que detuvo todo lo que ella tenía para decir.
La joven mujer se apartó de su alcance cuando la lanzó de su duro agarre y ella cayó contra el suelo como una bola de papel lista para desechar.
—Lárgate de mi vista, pervertida. —La señaló como se señala al culpable y la joven supo que se refería al hecho de que se hubiera hubiera "acostado" con una mujer.
La cabeza de Jeongyeon estalló de entendimiento, cuando él la tomó del brazo y la corrió de la habitación sin remordimiento alguno.
Y se fue, salió de su casa con sus pocas pertenencias en mano, con un par de billetes en la cartera, su auto y su mente tan encendida como jamás antes la había tenido.
Era libre, por primera vez, se sentía con derecho de ser lo que deseaba ser en su propia vida, sin temor a fallas y culpas. Completamente libre para ser quien quisiera ser y estar con quien quisiera estar.
¡Hola tu! Aquí, te traigo el anteúltimo capítulo de esta pequeña historia. Pronto liberaré el final♡
¿Tu viste la hermosa portada que me hizo beazyo para esta historia? Es que no he dejado de verla por unos cuantos minutos. Ella es siempre tan sensible y especial con todo lo que hace para mi, ve a verla por favor♡
He intentado sacarlo antes, pero seguía creyendo que le faltaba algo, aún así espero que hayas podido interpretarlo correctamente y sinó, me encantará saber tu percepción para así mejorar...
Hasta entonces, tu JazUnnie🌻
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