2: "Es mejor el caos"
¿Qué estaba haciendo? ¿Acaso su vida no era suficiente? ¿Por qué rayos tenía que dudar? ¿Por qué tenía que ser tan difícil? ¿Porque solo no podía ponerse feliz? ¿Porque rayos se sentía como si estuviera a punto de arruinar su vida?
Llegó a casa una vez más con aquella sensación amarga de angustia e incertidumbre que la invadía desde la propuesta.
No podía dejar de pensar en ese día. Había sido tan bonito, pero ella seguía muy molesta aún. Exhaló yendo hacia el escritorio en donde estaba la pc, dejando una gran pila de evaluaciones para ponerse a calificar. Ser profesora de coreano* había sido su mejor y su peor elección. Aún no comprendía que hacían los adolescentes en la escuela básica para llegar a ser tan malos en la lengua que hablaban a diario. Su frustración aumentó, cuando supo que la mesa de recuperación sería tan extensa como cada año.
Su ahora prometido, salió del cuarto de baño sigilosamente viéndola de pie junto al escritorio y se acercó a ella para besar su hombro, robándole una expresión de asombro, ¿no era muy temprano para tenerlo en casa?
—¿Qué haces aquí? —preguntó ella, sin salir de su asombro.
Esperaba las próximas horas restantes para estar sola y no pensar nada antes de que llegara, rayos, lo esperaba con ansias. Era el único instante en el día en el que estaba a solas consigo misma y ese día en especial, creyó que lo necesitaba más que nunca.
—Hola, tenía un rato libre hoy y quise sorprenderte ¿cómo te fue a ti? —Se sonrió amable, mientras se apartaba de ella para que le diera su frente.
La castaña sonrió de lado al hallar las gotas que caían de su cabello ya muy largo después de, al parecer, haber tomado un baño.
—Ah... —Murmuró y sonrió como respuesta —Muy bien, cansada ¿y a ti cómo te fue? —Dijo sin saber cómo simular su falta de interés.
A veces creía que era porque tenía muchas cosas en la cabeza, pero en el fondo Jeongyeon sabía muy bien los motivos.
—Muy bien, ya sabes, deseando aprovechar el rato contigo... —Musitó rodeando su cintura, dispuesto a arrebatar la paz de sus labios con un beso urgente, mientras acariciaba la piel de su espalda por debajo de la blusa. —Te extrañé, ¿tu no? —Susurró contra su boca y descendió suavemente con besos sobre su mejilla, en dirección a su cuello.
Jeongyeon hizo una mueca de desagrado, ¿porque tenía que sentirse tan reacia a sus caricias? Intentó pensar en positivo, dejar de sentirse tan ácida, ¿Acaso podía apartarse sin sentir como si estuviera haciendo algo malo? ¿Podía rechazarlo una vez más? ¿Porque deseaba tanto rechazarlo? ¿Por qué rayos se sentía así cada vez con más frecuencia?
—O-oye yo también te extrañé —Tragó en seco cuando él la miró con esos ojos intimidades ante su interrupción, pues ella se apartó de sus besos que ascendían por su cuello sin disimulo —Pe-pero, aún tengo mucho trabajo y ne-necesito terminar cu-cuanto antes —Suplicó, esperanzada con que la dejaría ir.
Hansol parpadeó desconcertado y frustrado, una vez más. Como las últimas semanas, y quizás algún tiempo más largo del que ambos deseaban admitir.
—Pero... —Suspiró con fuerza cuando ella le apartó suavemente las manos para huir de entre sus brazos —¿Te sientes mal? ¿Sucede algo? —Consultó realmente preocupado por su rechazo constante. Ella pensaba que él no le ponía atención, pero aquello era tan recíproco entre ese par.
—No, estoy bien Vernon, pero esperaba tomar un baño y, aún debo ponerme a calificar... —Señaló a la pila de carpetas y el muchacho frunció el entrecejo ante su tonta respuesta.
—Pero eso no es un impedimento Jeongyeon, puedo acompañarte a tomar un baño, y luego...
—No, no ¡No quiero! —Acentuó con demasiado énfasis y el muchacho le miró con los ojos muy abiertos del asombro.
—Oh bueno... —Aceptó cambiando de expresión a una más seria —Está bien, te dejaré trabajar, discúlpame por interrumpir —Musitó con la voz muy grave y se apartó de ella, yendo en dirección a la recámara. Jeongyeon se alertó ante su descontento.
—Oye, espera. Vernon, no quise...
El nombrado meció con la cabeza reiteradas veces, negándose a dirigirle la mirada. Se sintió rechazado por ella, una vez más.
—No importa Jeongyeon, déjalo así, no tiene caso. —Canceló el joven cuando se perdió en direccion a la recámara y cerró la puerta detrás de él.
¿Qué debía hacer? La desesperación la invadió, la ansiedad aumentó muy de prisa ¿Acaso es posible que todo haya llegado a su fin? Se preguntó por milésima vez, viendo en dirección hacia donde él había hecho una distancia, cerrando la puerta de la habitación que compartían desde hacía varios años. ¿Y si estaba equivocada y lo perdía a causa de su indecisión? ¿Y si jamás volvía a conocer a alguien como él? ¿Qué haría si era el amor de su vida como tantas veces había pensado? ¿Y si la dejaba y descubre que no podía vivir sin él? No podía perderlo.
Caminó hacia la habitación en donde lo encontró pasándose una playera de aquella banda de rock que tanto le gustaba usar en casa y admiró su impresionante torso. Cerró la puerta detrás de ella y se acercó, tomando el borde de la prenda, para quitársela nuevamente.
—Jeongyeon ¡Pero qué...! —Se vio interrumpido por su inesperada aparición.
Ella meció con su cabeza, callando sus labios con los suyos, buscando... ¿que buscaba? ¡Ah sí! Ese amor que la había deslumbrado cuando era una niña y se había perdido en su ternura y timidez por primera vez. Jeongyeon no quería admitir que los sentimientos de aquella niña habían madurado muy alejados de los de Hansol, como su cuerpo y mente.
—No hables por favor, bésame, hazme tuya... —Se apegó contra su cuerpo, para besarlo con demasiado entusiasmo y él correspondió sin problema alguno, ¿cómo negarse a tal propuesta de la mujer que amaba, después de sólo recibir distancia y negación durante las últimas semanas?
A veces, por miedo a la soledad o la incertidumbre que significaba exponerse a un rompimiento y lo diferente que se tornaría la vida por su causa, hacíamos cosas que solo posponían lo irrefutable. Enfrentar la realidad de los hechos y tomar decisiones permanentes que podrían significar el fin de lo pasado y el inicio de algo nuevo y completamente distinto, aunque fuera lejos de las personas que creemos irreemplazables, podía significar caos, pero a veces es mejor el caos ¿o no?
Era sábado por la noche. Estiró el vestido negro, corto, de escote recto que tan bien acompañaba a sus delicadas clavículas, y adornaba sus hombros con esas mangas tan bonitas, y bastante sencillo que abrazaba sus muslos. Calzó los zapatos altos de igual color y alborotó los rizos que se había hecho en el cabello. Dió el último vistazo a su maquillaje resaltando sus bellos ojos y pasando un gloss transparente que enmarcaba sus labios, haciéndolos ver más apetitosos. Cuando estuvo lista, se apuró a ponerse su abrigo y tomar su bolsa.
Hacía bastante tiempo que no se veía y no se sentía tan bella, ¿cuánto tiempo hacía que que no sale de casa solo para trabajar e ir terapia? Ah sí, desde que aquella propuesta que comenzaba a ser un tema de conversación que la desestabilizaba.
Estaba por salir, cuando se encontró con él al abrir la puerta de casa.
—¿Ya te vas? —Alcanzó a decir cuando se halló con su inminente salida, y se recostó en el marco de la puerta para observarla de cabeza a pies.
Jeongyeon se ruborizó bajo su imponente mirada sobre ella y ladeó los ojos sabiendo que era mejor no recordar la última discusión, aquella que tuvieron después de hacer el amor el martes por la tarde, en donde Vernon le decía que trabajaba hasta tarde el sábado y que por tal motivo no podía acompañarla a la fiesta. Jeongyeon se había molestado tanto con él, después de argumentar que siempre estaba demasiado ocupado para serle de compañía. ¿El resultado? Silencio, indiferencia y tensión entre ambos, lo que restó de la semana.
—Si —Admitió y cerró el abrigo, dándole el último vistazo de su apariencia en el espejo y tomó sus llaves, intentando aparentar una calma que no sentía. Últimamente, Hansol la ponía tan incómoda.
—Estás muy hermosa —admitió, dándole una sonrisa que afirmaba sus palabras.
—Gracias —Se acercó para saludarlo y Hansol sintió el aroma fresco de su perfume femenino. Ella besó su mejilla como saludo y él sujetó su mandíbula entre sus manos —No sé a qué hora regrese —Le notificó.
—No importa, te esperaré de todos modos —Besó la comisura de sus labios —Que te diviertas, me marcas si no puedes conducir, ¿está bien? —Ella asintió ante sus palabras.
—Te preparé la cena —Sonrió amablemente, besando sus labios una vez más. —Descansa, Adiós. —Sonrió hacia él, quien correspondió de inmediato.
¿Eso era todo? ¿Eso quería para su vida? ¿Así serían el resto de sus sábados? ¿Cada quien haciendo su plan por separado? Suspiró ante sus insoportables pensamientos sin fin.
Luego de unos momentos que se tardó al bajar del edificio, ya se estaba dirigiendo hacia la casa de su ex licenciada y, a partir de entonces, una gran amiga que le regaló la vida. Estaba entusiasmada, al parecer estaba más ansiosa de lo que imaginaba.
La puerta se abrió después de que llamó con sus nudillos y una Nayeon muy diferente a la que ella frecuentaba, le abrió la puerta esa noche.
La licenciada se veía muy bella con un vestido morado de satén que se sostenía de un par de finos espaguettis, sus tacones altos que la estilizaban muy bien y el maquillaje profundo que resaltaba una belleza sensual, el atractivo de sus ojos y labios.
Jeongyeon le dió una gran sonrisa, se veía tan jovial con el cabello completamente suelto y sin los lentes que acostumbraba a usar en cada sesión.
—¡Happy Nayeon Day! —Festejó la pelicorta, antes de abrazarla como saludo, abrazo que la licenciada correspondió de inmediato.
—Gracias Jeongyeon-ah —Se apartó con aquella hermosa sonrisa particular —Que bueno que hayas podido venir. Adelante, por favor... —Se hizo a un lado de la puerta.
—¿Dije que vendría o no? —Le entregó una bolsa de regalo y Nayeon la tomó de la mano, con el regalo entre ellas.
Jeongyeon caminó junto a ella, no dando espacio al asombro que estalló en su materia gris ante el agarre que la rubia había reunido y que no pretendía soltar. Era evidente que se sentía a gusto y muy segura con Nayeon.
La profesional la observó de arriba a abajo cuando ella se quitó el abrigo y dejó al descubierto la perfección de cuerpo que traía y luego se felicitó por haberle dicho a la menor que se pusiera cómoda. Se veía completamente hermosa, Nayeon se deslumbró con las transparencias de su vestido que hacían se su cuerpo una pieza única en exhibición.
Admiró el modo sutil y sencillo en el que la prenda resaltaba y se pegaba a su cuerpo como si estuviera pintado sobre el mismo, la suavidad de su piel se le antojaba bajo las transparencias de su pecho y espalda. La bella pelicorta encontró su mirada encima de ella y sonrió cuando Nayeon lo hizo.
—Ven que te presento a mi hermana —Señalando a la joven de cabello largo y oscuro, junto a la mesa en donde se preparaba un cóctel, absteniéndose de comentar lo guapa que se veía esa noche. —Ella es Im Chaeyoung, mi hermana menor
La joven sonrió como respuesta a las palabras de su hermana, extendiendo la mano con cortesía.
—Yoo Jeongyeon. —Tomó amablemente el saludo.
—Es un gusto... ¡Ah! ¡Tú eres la paciente de Nayeon unnie! —Señaló la joven y admiró que la sonrisa Im, tendía a ser particularmente hermosa. La de Chaeyoung estaba adornada por un hermoso hoyuelo y un lunar muy coqueto.
Jeongyeon se apresuró a asentir y Chaeng se apenó por sobre la severa mirada de regaño en su mayor.
—El gusto es mío —Correspondió la más alta.
Nayeon dirigió la vista hacia sus demás amigas.
—Y ella es mi mejor amiga, más bien mi hermana —Ambas rieron ridículamente —Momo, mi contadora personal. —Señaló a una hermosa mujer extranjera de grandes ojos rasgados y una radiante sonrisa atractiva.
Jeongyeon encontró su vista con ella y extrañamente no pudo dejar de mirarla, la mujer tenía un encanto bastante natural.
—Hirai Momo, es un placer —Se acercó tomando su hombro brevemente para plantar un beso sobre su mejilla en calidad de saludo.
—Yoo Jeongyeon —Correspondió cuando aquella mujer se la quedó viendo por extensos segundos, tantos, que su mirada le incomodó por un momento.
—Eres una intensa Hirai ¡Deja de verla así! Ella está comprometida —Señaló Nayeon a la pelicorta, mientras tomaba la mano de la misma —Ven cariño, ignora a esa japonesa pervertida.
La antes nombrada Momo, sacó su dedo medio a su mayor y está carcajeó. Jeongyeon acompañó la risa divertida de la Licenciada.
Al parecer, todo era tan agradable, alegre, cómodo y tan íntimo alrededor de Nayeon, le gustaba estar en ese lugar.
—¡Ubícate Hirai! ¿A dónde quedó tu educación? —Se reía la rubia.
—¡Se perdió junto a tu cerebro Im Nayeon! —Respondió la nipona desde la otra habitación.
Siguieron riendo por las bromas de aquel par, hasta que quedaron apartadas, junto al ventanal de la cocina de Nayeon.
—No sabes lo que me alegra que estés aquí Jeongyeon-ah... —Habló Nayeon, aún acomodando cosas para la fiesta. Al parecer, Jeongyeon había llegado aún temprano.
—¿Necesitas que te ayude con algo? —preguntó la menor. Nayeon meció con su cabeza de inmediato.
—Oh no, no hace falta gracias —La miró sonriente. —¿Y tu sapo? Creí que vendrías con él. Es más, lo esperaba... —admitió Nayeon esperando que no se oyera su ironía. A este punto creía que nadie podía juzgar su antipatía con el fulano.
—No pudo venir, am... —Corrió la mirada al recordar a su prometido, sorprendida de la facilidad con que lo había olvidado por un momento, y luego suspiró —Pero bueno, mira que delicias, ¿Puedo tomar uno? —Evitando el tema, Jeongyeon tomó un bocadillo cuando la mayor asintió.
—Oye... —Levanta una ceja —Aquí no soy tu terapeuta, soy tu amiga, anda habla conmigo... —Le tomó un hombro de modo amigable.
Jeongyeon sonrió de lado, confundida por la sencillez con la que Nayeon podía persuadirla, y se apoyó sobre el desayunador para hablar con su mayor.
—Bueno... —Hizo una pausa y se peinó el cabello hacia un lado de su cabeza, nerviosamente —Nada ha cambiado demasiado desde la última sesión, unnie...
Nayeon la observaba atentamente a cada palabra que ella decía. En ese momento Jeongyeon recordó sus días de sesión, solo le faltaban los lentes y aquel agradable y familiar aroma a jazmín de su consultorio. Siempre se sentía a gusto con Nayeon, no le sorprendía absolutamente que la mayor quisiera que su relación pasara a ser una amistad, siempre se habían llevado tan bien desde un principio. Allí estaba nuevamente, esa sensación de familiaridad y seguridad.
—Discutimos. Lo invité a venir y me dijo que no podía porque tenía un compromiso de trabajo hasta tarde, de hecho llegó un rato antes de que me fuera. Él me dijo cosas que, aunque no quiera aceptarlas, son muy ciertas... nuestra relación no está muy bien, pero no soy capaz de enfrentarlo de verdad —Ella removió su cabello hacia el otro lado de su cabeza de modo inquieto, al recordar la discusión —Terminamos en tensión durante todo lo que quedó de la semana, pero mejorará, supongo... —Sonrió a medias.
—¿Y así seguirás toda una vida, cariño? ¿Suponiendo que, quizás, todo mejore algún día? Tu sabes que no puedo ser deshonesta contigo, y menos ahora que somos amigas... —Tomó sus manos —Y también sabes cuanto te quiero y no quiero que seas infeliz en un matrimonio que no eliges para toda la vida... no sería justo para ti y tampoco para él —Presionó el agarre y la menor acarició en su agarre —Piénsalo detenidamente ¿está bien? No te dejes intimidar por la boda, haz lo que sientas que es mejor para ti —Susurró con profunda preocupación por ella.
Jeongyeon asintió, con una sonrisa amarga en sus labios.
—Lo sé unnie, lo haré. Hablaré con él pronto, solo necesito encontrar el momento... —Aquella sonrisa se ensanchó de pronto —¡Oye pero aquí no estamos para esto! Sino, por tu cumpleaños. —Le recordó y Nayeon asintió sonriente.
—Yo siempre tendré tiempo para ti, Jeongyeon-ssi... —Musitó Nayeon cuando tomó sus manos con la suyas de dedos largos y sonrió con aquella hermosa sonrisa. —¿Puedo abrazarte? —Consultó esta vez y la joven asintió atónita.
No es como que fuera lo más común ir abrazándose con la gente, Yoo Jeongyeon no era muy partidaria de las muestras de cariño en general, pero si se trataba de Nayeon era otro el asunto, al parecer.
La mayor rodeó su cintura con sus brazos y persiguió el largo de su espalda con sus manos extendidas, dando una reiterada caricia que provocaba justo lo que ella deseaba. Jeongyeon suspiró, reconfortada con aquella muestra de afecto, y se permitió rodear sus hombros con sus brazos. Su dulce perfume y la calidez de su piel invadió sus sentidos casi que de inmediato y la pelicorta respiró junto a su oído, cuando Nayeon presionó el agarre de su cintura, hasta que sintió todo su torso contra ella.
—No quiero que sigas sufriendo, no lo mereces. Tú solo mereces cosas bonitas... —Se apartó con aquella expresión cálida y contenedora.
—Gracias Nayeon, sin ti no sabría cómo afrontar toda esta situación. —Va tras ella, quien seguía caminando por la habitación.
—Ah Jeongyeon-ssi —Suspiró —Ni yo sin tu amistad —Le sonrió, y le guiñó un ojo.
La puerta sonó y Nayeon se apresuró a abrir, encontrándose con la primera pareja de invitados.
Algún par de cócteles más tarde, más relajada y no tan observada, Jeongyeon tarareaba la canción de una idol muy conocida, mientras atendía a la conversación de la pareja de amigas de Nayeon. Al parecer el círculo más directo de la profesional se colmaba de mujeres, pues en su fiesta habían muchas de ellas y unos pocos amigos eran hombres.
Una hermosa japonesa de tierna sonrisa alegre estaba acompañada de una mujer algo más baja, pero de un semblante más rígido, al parecer estaban casadas desde hacía cierto tiempo y Nayeon había sido su terapeuta de pareja.
—No sabía que dabas terapia de pareja, unnie... —Comentó Jeongyeon hacia la mayor, cuando volvieron a coincidir en el lugar.
—Oh no, priorizo las sesiones individuales, pero Sana es una buena amiga de Momo, y mi amiga me lo pidió como un favor. Créeme que ha sido un verdadero reto, pero obtuvo buenos resultados. Ellas lograron una maravillosa comunicación después de algunas sesiones y disfruté mucho de verlas avanzar, ya sea con mi ayuda o por su propia cuenta... —Comentó la licenciada con emoción, al ver a aquella linda pareja compartiendo un baile.
—Te admiro mucho unnie... —Señaló la menor y Nayeon sonrió ahora en su dirección.
—¿Y tu de que trabajas Jeongyeon unnie? —Preguntó Chaeyoung, ingresando en su conversación.
—Oh, yo... soy profesora de coreano. —Admitió la pelicorta, acomodándose el cabello por enésima vez.
—¿En preparatoria? —Exclamó Momo haciéndose un lugar en la conversación, asombrada.
—Ajá —Sonrió Jeongyeon acompañada de un asentimiento de cabeza, ante su expresión.
—Dios bendiga tu paciencia. —Señaló la callada Jihyo, esposa de la japonesa muy bonita, amiga de la contadora, quien supo que se nombraba Sana.
—Es de lo que menos colmo, pero me gusta mi trabajo... —admitió Jeongyeon, apenada de volver a ser el foco de atención.
—Ella es una excelente escritora, muy a mi parecer, debería de escribir un libro o algo así, pero me ignora. A ver si ustedes pueden convencerla... —Comentó Nayeon, y Jeongyeon meció la cabeza para desentenderse de las palabras de su amiga.
¿Cómo se veían las personas que se admiraban mutuamente? De seguro, como Jeongyeon veía a Nayeon y como esta la veía a ella.
La fiesta había concluido. Chaeyoung miraba a su novia Mina quien sostenía el brazo de su hermana mayor y luego a Jeongyeon quien sostenía el otro brazo. La rubia apenas se podía sostener por sí sola de la borrachera que traía, para diversión de la menor.
—¡Oye¡ ¡Déjame que yo puedo sola! —Arrastraba las palabras y se soltaba de ambas casi cayendo, cuando la novia de Chaeng intentaba sostener su peso y la misma rió. —Oye descarada, ¿no que sales con mi hermanita? ¡Apártate de mí! —Intentó empujar a la nipona, arrastrando sus palabras y Chaeyoung volteó los ojos, mientras Jeongyeon y Mina reían.
—¿Y ahora qué haremos? No puedo quedarme contigo unnie, debo viajar mañana temprano —Se lamentó la menos de las Im como si ella fuera a responder. Nayeon estaba muy desparramada en su sofá como para ponerle su atención.
—Oh no te preocupes Chaeng, yo me quedaré con ella hasta que pase la noche, así tu te puedes ir tranquila con tu novia —Habló la pelicorta, viendo como Mina ponía una manta sobre Nayeon, quien seguía sobre el sofá, y luego se acercó junto a su novia.
Chaeyoung la miró como si se hubiese vuelto un milagro y juntó sus manos.
—¿De verdad Jeongyeon unnie? ¡Oh no sabes cuanto te lo agradezco! Porque no puedo abandonar este viaje es muy importante para las dos y unnie lo sabía —Masculló cuando Mina tomó su mano y luego sonrió. —Como verás, Nayeon unnie no es muy buena para beber...
—Te creo... —admitió la más alta, con humor en su mirada.
—Ya vamos cariño, verás que mañana Nayeon unnie estará mejor. —Se rió graciosa y Chaeyoung asintió mirando a Jeongyeon.
—Confío en ti —Le señaló y la pelicorta sonrió asintiendo.
—Y te lo agradezco —Se saludaron y la pareja se fué, dejándola sola junto al desorden de un hogar vacío, a excepción de aquella mujer bella y rubia sobre el sofá.
Jeongyeon se frotó las manos tomando un poco de valor, ya que el alcohol también la tenía un poco mareada y perezosa, quizás también había bebido algunos cócteles demás, pero también se debía a que tenía largo tiempo sin beber más que una copa de vino de vez en cuando.
—Ya, ya calma —Suspiró y exhaló agachándose a quitarse sus tacones y dejarlos a un costado en donde descansaba su bolsa y su abrigo.
Ya con un poco más de orden a su alrededor, se acercó a la licenciada que parecía dormir plácidamente, aún. Se hincó frente a ella y le quitó los zapatos, para luego acomodarla más dentro del sofá para que estuviera más cómoda y no se fuera a caer.
Se acercó a la recámara de Nayeon y tomó una manta más mullida de encima de la cama, para taparla y que no tomara frío, y cuando ya había acabado lo que creía mañana habría sido un buen favor, se sentó en el suelo junto al sofá, agotada.
Admiró atentamente a Nayeon quien aún dormía muy cómoda y luego se miró a sí misma, se sentía como una adolescente y una extraña sensación de nerviosismo en su estómago no parecía dejarla en paz desde que había llegado, como extrañas náuseas que recorrían su vientre sin pausa. Persiguió la delicada curva de su mandíbula y detalló lo bella que podía llegar a ser esa rubia mujer mientras dormía.
Se arrimó a subir la manta hasta su cuello, rozó la piel de esa mejilla y dejó una suave e inocente caricia con la yema de sus dedos. Una mano detuvo la suya abruptamente y Jeongyeon sintió su corazón latir con prisa cuando la buscó con su mirada, encontrándose con la de ella. Podía sentir su alcoholizado aliento casi en su cuello, haciéndola suspirar.
—¿Qué haces? —Cuestionó con aquella grave voz y su insistente mirada sobre ella.
Jeongyeon se la quedó viendo. Nada. No hallaba respuestas, su cerebro estaba completamente en blanco.
Por algún motivo que ignoraba, no lograba apartar su mirada de la suya. Jeongyeon se remojó los labios y Nayeon sintió la sensación de deseo subir por su estómago hasta alojarse en su pecho palpitante, mientras detenía los ojos sobre sus hermosos labios ahora remojados.
—Respóndeme —Murmuró la mayor y Jeongyeon dejó ir el aire que retenía sin darse cuenta.
—Yo n-no... no sé —Se miró en sus ojos y la sensación bailó en su estómago nuevamente y con más fuerza. ¿Qué era eso que parecía alborotar alborotar su interior cuando la miraba los ojos? ¿Qué significado tenía eso que deseaba tanto descubrir hasta el final?
Sin poder despegar las miradas, Nayeon tiró de la mano de Jeongyeon, dejándola muy cerca de su rostro. Su cálida respiración golpeaba ahora sus labios rellenitos, haciéndola respirar con dificultad y su cuerpo comenzaba a corresponderle en el acto. Se encontraron en sus ojos, sus miradas debatieron los próximos movimientos que harían y Nayeon tomó la iniciativa de abrir la boca.
—Eres... preciosa —Susurró bajando su mirada de aquellos ojos en donde se había perdido un instante atrás, hacia sus húmedos labios otra vez.
La había visto tantas veces, mientras hablaba, mientras lloraba, mientras reía, y todas esas veces, jamás la había invadido esa palabra que pasó por su perturbada mente. Deseo. Un deseo tan hambriento que parecía devorarla en su vorágine.
Jeongyeon suspiró provocando que el aire se cargara aún más entre las dos. ¿Qué había cambiado? Se habían visto tantas veces, pero jamás había sentido eso que sentía entonces mientras se encontraba a unos pocos centímetros de su rostro.
La misma Nayeon, se acercó aún más, sin abandonar la mirada en sus preciosos labios rojos y analizó la postura de alerta de la pelicorta, quien la observaba fijo a los ojos y no logró esperar un segundo más para atrapar su labio inferior, sin previo aviso.
Jeongyeon se sintió aturdida por la suavidad de esos labios sobre los suyos y se paralizó completamente. La sensación era completamente suave y casi imperceptible. No había una barba creciente irritando su piel, exigiéndole una respuesta de una lengua intentando invadir su boca tan de prisa y nadie la obligaba a abrir la boca con brusquedad, ella sólo la estaba invitando a continuar la caricia de sus labios delicados y dulces.
Nayeon se incorporó tomándola de la cintura y haciendo que caiga sobre ella. Sus pechos chocaron delicadamente, haciendo la acción más excitante para Jeongyeon, quien se vió aturdida por ese acercamiento, y gimió cuando Nayeon tomó su nuca y la inundó con el beso, no dándole espacio a sus pensamientos negativos, invitándola a seguir con aquellos irresistibles labios.
Conocía esa mente, Nayeon conocía su forma de pensar, sabía cómo persuadirla, sabía que solo bastaba con que la invitara para poder alcanzar la atención de todo en su interior, solo eso debía hacer, imponerse con persuasión. Yoo Jeongyeon era una hermosa mujer empática, que sabía atender a todos, ni siquiera sabía cómo lo lograba.
La pelicorta comenzó a corresponder poco a poco, acariciando la suavidad de sus calientes mejillas de rubor con sus manos, tanteando aquella inocente acción que parecía no ser incorrecto, no como la mayoría de las acciones en su vida cotidiana. Aquello parecía tan perfecto, tan real, tan exacto.
Cuando el beso se hizo más profundo, Nayeon acarició sus labios con su lengua y Jeongyeon se unió con la suya, encantada con la sensación. Una dulce maravilla. Todo era encantador con Im Nayeon, quien parecía buscar su consentimiento en cada paso que daba. Con sus manos se deslizó por sus hombros, acariciando la sensible piel de sus brazos, sin prisa por invadir su cuerpo, concentrada en cada espacio de su boca por descubrir aún.
Jeongyeon gimió cuando sus manos empujaron sus codos, insentivándola a que la tomara, y ella cedió a la invitación, abrazándose a su cuello, acariciando su cabello largo. Un gemido de aprobación se escapó de los labios de la Licenciada, quien rodeó su cintura con sus brazos, embriagada con el sabor de sus labios y la suavidad de su lengua generosa, que se dejaba querer por ella.
El beso no parecía tener un fin, ¿cuánto llevaban en él? Lo suficiente para que cada fibra en sus cuerpos se hubieran encendido en llamas. Las manos de Nayeon rodearon sus caderas y tanteó dignamente sus muslos hasta que acomodó sus rodillas contra su cadera, con firmeza, buscando un acercamiento más íntimo.
Obtuvo un gemido de recompesa, uno de aprobación, cuando las manos de la profesional se dirigieron por el largo de su espalda. Podía sentir la textura de su piel a través de la transparencia. Nayeon deseó rasgar la fina tela para adquirir más acceso a ese atractivo cuerpo de tez clara que tanto la seducía desde esa noche.
Los labios de Nayeon absorbía sus suaves labios atractivos, chocando los dientes con la suavidad de su lengua, a la vez que sus manos se direccionaban hacia su trasero en donde presionó sus nalgas enfundadas en aquel increíble vestido que le sentaba tan bien.
Jeongyeon gimió apartándose, ya que sus pulmones le exigieron el oxígeno que había retenido ante aquel deseo de no apartarse de ella, y dándole suficiente tiempo para entrar en razón.
Nayeon no podía dejar de mirarla en lo que intentaba normalizar su respiración. La bella piel de su cuello ruborizada era más suave de lo que imaginaba, y el sabor de sus labios un manjar del que aún no estaba lista para prescindir, no cuando acaba de descubrir lo mucho que se complementaban juntas.
—Eres preciosa, Yoo Jeongyeon —Repitió esta vez dando fe de ello.
Pero para Jeongyeon no fue nada sencillo incorporarse del sofá, perturbada de excitación, preocupación y culpa.
—Esto está mal... —Susurró antes de cubrirse los labios hinchados con una mano.
—¿Eso crees? —Señaló la mayor, admirando su tierna expresión de confusión. —¿Realmente lo crees así? —Consultó, igual de afectada por su respuesta.
¡Vaya! Le había correspondido el beso a una mujer. Y ese beso entraba en el top tres de los mejores besos que había recibido jamás, si es que no era el mejor.
La pelicorta se dirigió hacia el baño, intentando apartarse de su presencia que comenzaba a ahogarla, escapando y encerrándose. Una vez estuvo a solas, buscó su reflejo ruborizado y jadeante. ¿Qué había hecho? ¿Qué estaba pasando con ella? ¿Qué había cambiado en ella?
Buscó la hora y solo halló una ventana que daba en dirección a la calle, algo le había dicho desde un principio que esa noche sería diferente, podía sentir que algo había cambiado entre ellas, pero jamás imaginó lo que sucedería cuando estuvieran a solas fuera del consultorio, por primera vez.
Todo se descontroló.
*Según lo que tengo entendido, las profesoras de coreano son como las docentes de lenguaje, pero en Corea, por supuesto.
Vaya, ese par domina esa intensidad, admira conmigo la química del 2yeon♡
¿O tú qué crees?
¿Cómo viste este capítulo?
Tu JazUnnie🌻
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