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🐺FINAL EXTRA🐺

Sentado sobre la fina arena que se escurre entre los dedos de mis pies, y rodeado del pequeño cachorro que gatea comiendo todo lo que manotea, me encuentro a la espera de la súper carrera acuática que realizan el padre y su hijo mayor bajo la estricta dirección de la princesa del hogar. Que sentada cual reina en su trono flotador se encarga de alentar al apapa, apodo que le quedó a mi Alfa con el pasar del tiempo y del cual aprovecho a molestarlo cuando resuelto le largo "apapa dame la papa" en el momento de tragarme todo.

Menos mal que mis pecaminosos pensamientos no se escapan dejándome completamente expuesto, porque sino, sería un Omega con cartel (+18 ) colgado del cuello todo el tiempo. Así que sentado mientras reparo al pequeño, no pierdo segundo de barrer cada recoveco suyo con mis ojos.

Más allá de ser unos años más joven que yo y de haber pasado todo lo que ha pasado, la madurez le ha pegado de una manera fenomenal. Dando paso a un cuerpo de más escultural que sumado a esa incipiente barba y a su incrementado tinte en pecho y ambos brazos, me tiene absolutamente anonadado y menesteroso de su tacto y su calor.

Hermoso es poco para definir lo que ven mis ojos a medida que se acerca hasta nosotros luego de dar por finalizada la competencia, chorreando pecaminosas gotas por cada imponente músculo que se carga. Así que trato con todas mis fuerzas, de que mi incrementado aroma no me exponga porque la cachorra se pone de más intensa sobre que se me suben las feromonas a la cabeza. Es una celosilla de primera de su apapa.

—Pero qué cosa de más hermosa que ven mis ojos —le suelto descendiendo los lentes por mi tabique nasal y observando por arriba su escultural cuerpo cuando casi está sobre nosotros —. ¡Y qué suerte que la playa está alejada de miradas indiscretas porque no deseo que nadie vea mi paquete! —finalizo elevando mis cejas.

Y por detrás del tremendo Alfa que tengo por esposo, reaparece el mini gruñón diciendo que la corte con la baba y que no se explica realmente como su padre me aguanta las cargadas todavía.

—Es que tu api me tiene hechizado con alguna especie de embrujo peque —le suelta arrojándose entre mis piernas mientras el bebé le gatea por encima hasta apostarse en su pecho entonando balbuceos y restregando su mano llena de arena con saliva.

Lo atisbo risueño como para contestarle algo chispeante pero de inmediato, observo sobre el rabillo de mis ojos, a la princesa que se aleja aguas adentro y como un rayo veloz me incorporo de un solo tirón corriendo hasta llegar a ella y jalando de su flotador, la cargo en mi cintura diciendo: —Nada de nadar como el apapa princesa, te falta demasiado cuerpo todavía para aguantar esa oleada. Vamos a jugar con tu hermanito en la arena y al lado de los papis. 

Y a medida que mi cachorra rezonga enredando en sus deditos los mechones de mi pelo mientras los tira y le hago cosquillas a su pancita, observo como me recorre de pies a cabeza, la mirada del ardiente Alfa que tengo como marido.

Es que al entrar al agua, el bañador se me pegó como una segunda piel a cada voluptuosa curva que tanto lo trastoca, (según sus palabras) Y que con el paso de los años y los diferentes embarazos, provoca que mi cadera se agrande incrementando su deseo de tener de donde agarrarse con más fuerza.

—¿Te gusta el paisaje Alfa? —le suelto de pie frente a sus ojos que me traspasan como un láser infrarrojo mientras desciendo a la princesa que -de inmediato- rebusca el balde y la palita para jugar junto a su pequeño hermano en la arena. 

—¿La verdad cariño? No me gusta, me encanta. Sobre todo cada relieve que se marca en esa exquisita planicie que se sitúa entre lomadas, una digna hermosura para los ojos de cualquier Alfa —finaliza mientras moja su labio inferior sin perder detalle de cada provocativo movimiento mío.

Así que meneando mi cadera con extremada cadencia, me doy la vuelta agachándome mal intencionado y con el culo bien empinado, haciendo cómo que ordeno las palitas, rastrillos y baldecitos.

Entonces, se escucha un gutural gruñido que retuerce al desgraciado de mi lobo, que desespera por que llegue la hora de entregarse de cuerpo completo como si fuera la vez primera. Deseando ambos que renueve la marca y haciéndonos llegar con un potente orgasmo de esos que te dejan blancos los ojos y encorvada hasta las uñas de los dedos.

¡Y maldita sea! Mi traicionero culo boquea como pez fuera del agua a la impaciente espera de sus besos entre penumbras mientras amasa con extremada fuerza mi cadera... Debo calmar mis rememores o dentro de unos instantes la pestilencia será tremebunda que no quedará nadie.

—¡Guacala apapi! —entona mi pequeña a un costado removiendo su mano con extrema cara de asco, sacándome de mi papel de sexi Omega de una sola y realista cachetada, con la complicidad de las risas de mi Alfa.

—Ven aquí y no me pongas morritos cariño, que para mí eres lo más sexi y bonito que alguna vez vieron mis ojos.

Me acurruco a su costado, rodeado del amor de nuestros niños y disfrutando de la tarde libre que luego de tanto tiempo le otorgaron a mi esposo, mientras Dong-yul nos hace entrega de unas refrescantes bebidas para luego sentarse con sus pequeños hermanos provocando el llanto inmediato de uno de ellos, al derrumbar con su mano la torre construida de arena.

Se gana una reprimenda por parte de su padre que le dice que en vez de estar cada día más maduro, está cada vez más grande y abombado.

Y no puedo contener mis risillas al observar su cara de pocos amigos, asi que estirando mi brazo le revuelvo el cabello y le pido que se comporte con sus pequeños hermanos, si es que quiere salir con sus amigos a la noche luego. 

¿Se puede pedir algo más a la Madre Luna? ¿O es demasiado presuntuoso de mi parte? Tener la dicha de contar con la bella familia que porto y observar desde el cabecero de la cama como la belleza de Omega que me acompaña codo a codo me devora completo haciéndome una garganta profunda a mi tieso miembro.

Y ¡Maldita sea! Me declaro adicto y sin posibilidad de cura a esos carnosos labios que brillan en nacarados hilos de saliva bajo la tenue luz de la luna. Resaltando cada una de sus facciones mientras me observa completamente lujurioso y menesteroso de mi piel.

—¡Maldición cachorro! Me vas a matar —murmuro cerrando mis ojos mientras afirmo el agarre de mis dedos en su dorada cabellera.

Y de inmediato, me quejo adolorido ante un rápido mordisco suyo —¿Pero que carajos? —suelto molesto jalando hacia atrás sus cabellos.

Él, me observa con un deje de maldad rebosante desde sus orbes mientras relame la comisura de sus labios empapadas de mis fluidos —Eso, es por llamarme cachorro, lobito —suelta lujurioso.

—Yo te voy a dar lobito, cariño —lo tomo con ambas manos acercando con fuerza su pecaminosa boca a mi lloroso falo —. Abre bien grande esa boquita y trágate todo —dictamino.

Su sonrisa, su maldita sonrisa que pone mi mundo de cabeza mientras se pierden sus ojitos en dos finas líneas, me vuelve un demente. Y jadeando mientras le arrastro la cabeza barriendo y absorbiendo cada tensión de mis últimos días, me dejo ir con un gruñido desde lo más profundo de mis entrañas, es más, creo que hasta un pedazo de mi alma sale expedido.

Y tratando de incorporar el aire que escasea en mis pulmones mientras jadeo profundo secando mi transpiración y controlando a mi lobo, se aproxima agazapado como un animal depredador.

—¡Cariño, dame un respiro! —le digo exaltado a lo que responde todo socarrón.

—Eres joven y hay que aprovechar...

Anuncia mientras reparte húmedos besos y mordidas por mi cuello restregándose sin un ápice de duda sobre mi ya despierta entre pierna que me traiciona a la primera de cambio con su roce.

—Bueno, pero nada de gritar que si se despiertan los críos se nos termina la fiesta —anuncio jadeando por sus efusivos toques.

—¡Qué lástima! Con lo que me gusta gritar que me la des bien adentro — susurra lo último sobre mi sensible canal auditivo que todo lo escucha con una creciente desesperación absoluta. 

—¡Maldita sea Omega goloso! Te voy a follar hasta dejarte seco —articulo mientras rápido lo doy vuelta pegando su espalda al colchón.

Y el maldito jadeo que se escapa de su garganta ante la anticipación de mi impronta, me quema la piel y revienta mi función cerebral.

Es que observarlo removerse bajo mi tacto mientras repleta la habitación de sus intensas feromonas de excitación, debería ser considerado un pecado. Dejando mi miembro duro al segundo que percibo su creciente lubricación y aguando mi boca por probar -nuevamente- de su sabor.

Así que tomando sus piernas y separándolas de lado, me sumerjo en las profundidades de su calienta y húmedo canal, arrastrando con mi lengua cada delicia a mi paso para luego intercalar con dos dedos que simulan fuertes embistes que logran separar su espalda del colchón mientras lo llevo a la gloria.

—Así es cariño, déjate llevar... —le susurro ronco entre medio de lamidas, succiones y besos a la zona más erógena de su piel.

—¿Y-y a-así quieres que no grite? ¡Maldición Alfa! Fóllame bien duro...

Así que elevando sus piernas a mis hombros mientras lo arrastro fuerte y de un solo tirón, alineo mi adolorido miembro que muere por -nuevamente- formar un nudo en su interior, enterrándome profundo y de un solo jalón.

Y las benditas palabras incoherentes que resurgen desde lo profundo de sus fauces ante la intensa sensación que le provoco, son combustible en estado puro para mi inminente combustión. Así que acelerando mis caderas mientras se escucha el retumbe del eco del choque de nuestras sudorosas pieles, me acerco hasta su oído para dejarle en claro que esto es solo el comienzo de la fusión.

Así es que me aboco a mi función de dar placer hasta no dar más al Omega más hermoso del planeta frente a mis ojos, procurando no dejarme ir como un puñetero adolescente.

🐺🧒🧑👶🐺

Abrazados ante la inmensidad de la noche frente a nuestros ojos, me aferro al cuerpo afectuoso que me envuelve como si fuera su único refugio del mundo exterior. Y lo comprendo, porque él, es mi mundo, mi refugio, mi lugar.

Esa sensación de estar en el preciso momento donde toda tu condenada vida tiene razón de ser.

Y en donde agradeces haber sufrido como un desgraciado para ser merecedor luego, de semejante regalo.

Todo eso y más, es mi Omega, mi enlazado, mi querido esposo. El padre de nuestros hermosos cachorros a los cuales acunó en su vientre con tanta devoción. 

Y al cual nunca me cansaré de adorar, venerar y dejarle bien en claro que solo él y los cachorros, importan en este vesanico mundo.

Mi mundo, mi refugio, mi lugar, mi hogar...

Dónde puedo amar y dejarme amar sin miedo a perder nada más que mis pantalones.

Y donde gano con creces, un inmenso amor que crece a pasos agigantados cada que sus brazos me rodean y me dicen:

"Te amo" con un infinito amor correspondido.






















Ahora sí!!! Hemos dado fin a esta bella historia de amor. 🥺🥰

Muchas gracias por leer, emocionarte y vivir cada capítulo😍

Gracias por cada bello comentario, me alegran mis días 🥰

Gracias por cada estrellita, es un hermoso mimo para uno que escribe desde el corazón para ustedes💖

Nos estamos leyendo. Y recuerden, que los amito mucho❤️

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